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Ramo de Flores por Abyss

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Su sonrisa llena de confianza se mantiene mientras esperaba con paciencia, sus mejillas deben de estar brillando en un llamativo tono carmín por la vergüenza que siente ante su idea, observando el lugar que les rodea antes de buscar los ojos del hombre que la acompaña, haciendo un esfuerzo nada complicado para llamar su atención, misma que, así como llega se va, lo que lentamente hace que su expresión se desvanezca lentamente. Recuerda las advertencias recibidas antes de ir a buscarlo al saber que rondaba cerca, la mirada de desaprobación de algunos de los suyos al ver su insistencia, así como la aburrida por parte de Ruby, quien simplemente decidió darle la espalda y retirarse tras conseguir lo que el mismo buscaba en el lugar. 

Admite, como muchos otros ya debieron de haberlo hecho, que Steven Stone es una persona demasiado llamativa, cautivador, elegante, inteligente hasta cierto punto y capaz de ocultar defectos importantes, que solo serias capaz de ver si le prestas la suficiente atención. Esta persona es demasiado "él" como para pasarlo por alto y difícil de ignorar, sobre todo si estas en su camino o necesita algo de ti.

Y, aun así, aparte de las piedras, no parece ser capaz de poner sus ojos en ninguna otra cosa a su alrededor, le queda claro al momento, cuando sus ojos solo se encuentran un momento y regresan automáticamente a lo que realmente le importa, una pared que ella no alcanza a ver que tiene de importante, después de todo, es la misma piedra blanca que ha visto por años. 

Pero no se desanima, en cambio, codea a su compañero, consciente de que si quería atención debía de exigirla, eran "conocidos" después de todo, aun necesitaba volverse más cercana a él si es que quería llegar hasta donde tenía pensando. 

—Entonces, ¿Qué dices de mi invitación? ¿Te animas a acompañarme? —hace un esfuerzo por sonar interesante, lograr que los ojos de Steven se fijen en ella más de tres segundos ya es una victoria por sí misma. 

—Disculpa, Zinnia, ¿Dijiste algo de una invitación? 

—Si, te preguntaba si querías acompañarme al Pilar Celeste —se esfuerza por no soltar un bufido, es una persona difícil, lo sabe, no es la primera conversación que han tenido después de todo, aunque si de esas pocas en las que han estado ellos dos solos—, deseo asegurarme que el lugar este perfecto para el día en que Rayquaza decida bajar de la capa de ozono a descansar. 

—Estos días voy a estar muy ocupado, mi esposo se estoy buscando casa nueva ya que mi esposo se está mudando de nuevo conmigo —sonríe amablemente tras decir aquello, golpeando la espalda de la chica que finalmente se había recuperado lo suficiente como para ya no depender de una silla de ruedas—, así que yo no puedo acompañarte, pero de seguro Ruby o Sapphire estarían encantador de ir contigo, creo que incluso más Sapphire que Ruby. 

Observa el excampeón atentamente, desde la manera en que sonríe como a su repentina prisa por tomar sus cosas, probablemente lo que acabara de decir era información de la que el mismo se había olvidado. 

Al final, lo único que puede hacer es verlo marchar mientras se mantiene en silencio, plantada en el mismo lugar donde la dejo, su incapacidad para decir algo no se deba a que no quería decirle algo, más bien, la sorpresa por tal noticia es la que enmudeció sus palabras de tal manera, que alguien de su aldea tuvo que venir a buscarla cuando no reaccionó rápidamente. 

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Hay maletas en el suelo, muchas maletas en realidad, tal cantidad le hacen sonreír como un idiota mientras se apresura al interior, abandona su propia mochila en el suelo, levantando polvo que había traído desde la cascada meteoro y que decide pasar de ese pequeño detalle para mejor tomar las cosas que no eran suyas y llevarlas más allá del recibidor, ayudando a la mudanza que finalmente podían comenzar. 

Había que decir, claro, que los medios de comunicación seguían siendo ignorados, siendo solo sus amigos y familia, personas obviamente cercanas que sabían dónde iban a esconderse y que no tenían manera de sacarles la vuelta, a los que tuvieron que confesarles lo que habían hecho, donde, porque y su plan, por más invalidado que fuera el papel ante un abogado, una corte o lo que sea, era que seguirían juntos hasta que pudieran casarse oficialmente en una ceremonia. 

Lamentablemente, las cosas no lucían tan fáciles como lo habían pensado esa noche en la falsa capilla llenando con cierta emoción los papeles, obviamente el intento de sacerdote no les había preguntado la edad de cada uno, lo que era bueno, porque de saber que uno tenía veintiséis y el otro dieciséis no iba a hacer que esos papeles llegaran fácilmente a la mano de cada uno, ese pequeño detalle que obviamente era el que no tenía feliz a la familia del menor, aunque su propio padre parecía muy emocionado de que decidiera sentar cabeza y ya parecía estar cambiando algunos documentos importantes para que su, ahora esposo por papeles no muy confiables, fuera tomado en cuenta en algunas cosas de la familia Stone, no estaba totalmente seguro aun, ya que su padre no le dejaba ver esos papeles, pero mínimo estaba seguro de que estaba dividiendo algunas posesiones materiales entre Drew y el. 

No le gustaba pensar que su padre hacia eso pensando que en cualquier momento se podría morir, pero claramente parecía estarlo haciendo pensando en que en cualquier momento se iba a morir. 

—¿Sabes? Hace un rato me encontré con Zinnia en la cascada meteoro. —comenta casualmente cuando ve a Drew salir del cuarto, como si aquello realmente no fuera tan importante, pasándole las maletas que le estaba ayudando a mover. 

Estaban acomodándose en el apartamento que aun renta, escondiéndose de los medios que tienen la casa de Drew, de la cual fue realmente difícil sacar parte de sus cosas no solo por culpa de los periodistas, la casa de su padre y la que está en Mossdeep City. Por lo que simplemente decidieron probar suerte en el apartamento, seguros de que en algún momento serian encontrados, pensando seriamente en que ya no sonaba tan mal pedirle a Wallace que les dejara su casa, su buen amigo se había ofrecido a esconderlos en Arrecípolis, pero realmente no querían ser una molestia... Eso sin contar la cantidad de veces que le hizo pedirle disculpas por no avisarle de la improvisada y no muy válida boda. 

—¿Ah sí? —extiende los brazos para tomar las maletas que se le ofrecen, no está realmente interesado en el tema, está consciente que probablemente algunas personas sigan buscando a Steven a pesar de todo el escándalo al momento, pero tampoco es como si fuera a ser cobarde y huir por siempre de esas personas—. ¿Su gente necesitaba algo? 

—No, en ese sentido estaban bien —acompaña al de cabello verde atreves del pasillo que conecta con el cuarto que usan, apilando las maletas en una esquina, no es seguro que vayan a quedarse ahí, desempacar podría ser un error, sobre todo porque no pensaban vivir ahí por mucho tiempo—, es solo que... Me di cuenta que ellos están muy desconectados de las noticias. 

—Quieres decir ¿Qué ella no está enterada de que nos "casamos"? —sigue la conversación, sin saber realmente a donde se supone que tenían que llegar. 

—Exacto, me di cuenta de eso cuando me pidió la cita. 

Aprieta los labios rápidamente al ver la manera en que Drew respira, la forma en que su pecho se infla de repente, mantiene el aire y luego lo suelta, antes de sonreír torpemente cuando los ojos de su novio, no, esposo lo buscan. 

—Ya ¿Una cita? —levanta un brazo, sacudiendo levemente la camisa que Steven traía puesta, sacando polvo acumulado por estar excavando para buscar preciadas gemas. 

—No es la gran cosa —sigue sonriendo, tomando la mano que se le ha acercado para atraer al de cabello verde hacia su pecho, encontrándose con la mirada esmeralda que le ha fascinado desde siempre y de la cual jamás ha buscado escapar—, le dije que iba a estar ocupado con mi esposo. 

Se balancean torpemente por el cuarto, como si estuvieran bailando, antes de que las piernas del menor choquen contra la cama y termine cediendo, con su cuerpo rebotando sobre el mullido colchón mientras Steven se las arregla para sostenerse con ambas manos, evitando caer encima de su pareja, pero manteniéndose siempre arriba de él, encerrándolo con los brazos que acomodo a cada lado de su rostro. 

El silencio en el lugar les otorga esa privacidad que siempre han tenido entre ellos, un momento intimo que jamás ha ido más allá, y que, justamente, termina por hacer reír al de cabello, quien levanta las manos que tiene libres para acariciar el cabello de su pareja. 

—Juraste ante mi primo que ibas a esperar esos dos años que me faltan. 

—Sí, y también lo jure ante mi padre.

Ambos sonríen, mirándose fijamente por unos minutos antes de que Steven finalmente se diera por vencido, dejándose caer en el colchón justo al lado de su pareja, claramente derrotado por la diferencia de edad en la que raramente se fijaba. 

—Mi padre quiere que vivamos con él. —pensar en su padre le da cierta tranquilidad, seguro de que el viejo hombre siempre había esperado porque algo así finalmente pasara. 

—Lo sé, y mi familia no te puede ver ni en pintura. —responde como si no fuera la gran cosa, recordando las amenazas que su primo, aun a estas alturas, le seguía hacer llegando a Steven.

—Entonces... ¿Nos mudamos con mi padre?

—Sí, siempre y cuando los medios nos dejen pasar sin tomar fotos...

Se acomodan uno al lado del otro, cómodamente, dejan de lado la tera de tener que mover las maletas de un lado a otro mientras descansan, buscan la mano contraria mutuamente, entrelazando sus manos antes de que Drew decida acurrucarse al lado de Steven, levantando las piernas para que dejaran de colgar por el borde de la cama. Disfrutan del momento, de la paz, la tranquilidad y del dulce amor que se tienen. 

 

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Prímula azul: Amor dulce.

 

 

 

 


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