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Ramo de Flores por Abyss

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Notas del capitulo:

Advertencia que casi nunca pongo (?); Personajes obviamente OoC, erorres de ortografia y dedazos que se fueron por ahi pero que me dieron hueva de editar :D (?)

Espero que les guste mundo! Hasta ahora es el capitulo mas largo que eh escrito y es mi bello orgullo ;D espero que lo amen como yo lo eh amado.

Nos leemos abajo~

Finalmente había llegado el ocho de Mayo, el fantástico día en que cumplía años, y por tanto, el día en que su primo Waldo había decidido llevarlos a todos al curioso festival que se llevaría a cabo en Mossdeep City, en donde al parecer también habría un evento en el cual no tenia la mas remota intención de participar.

—Yo no quiero estar aquí.

Pensó Drew mientras se mantenía de pie a un lado del puesto de comida donde Andrea se había detenido para consumir algún alimento que ahí comercializaban, y que por supuesto, no llamó su atención en lo más mínimo. Habían llegado a Mossdeep alrededor de las seis de la tarde, cuando ya todo se encontraba adornado como debería ser, con esas aparentemente tradicionales linternas de elegantes grabados colgadas de un lado a otro, infinidad de puestos por todas las calles donde se ofrecían diversos productos y comida, e incluso uno que otro vendedor que aprovechaba para deshacerse de artilugios a un precio aparentemente exagerado o para intercambiarlo por algo de similar valor. Se suponía que el dichoso viaje iba a ser realizado en familia y que no iban a separarse o alejarse la gran cosa, según Waldo, no era justo abandonar al cumpleañero en un día tan especial.

Pero apenas pusieron un pie en el lugar, Andrew no tardó ni cinco segundos en encontrar algo que llamara su atención —o mejor dicho, había planeado algo a velocidad luz y no quería que se dieran cuenta— por lo que tenia ya mas de una hora que se había desvanecido de su rango de visión, su primo Ángel, con lo amable que era había terminado por perderse en los lugares donde vendían diversas bayas y medicinas —él se había perdido por accidente, no fue intencional como el otro— y justo cuando habían decidido ir a buscarle, un montón de científicos —que también estaban vagando por ahí— terminaron reconociendo a Waldo, a quien, de manera inmediata rodearon sin intención alguna de dejarlo ir.

Por lo que finalmente quedaron ellos dos como los marginados de la sociedad, esquivando gente e intentando encontrar algún lugar donde no fueran a molestar a nadie. El silencio entre ambos era realmente incomodo, Andrea no le solía dirigir la palabra a menos de que fuese estrictamente necesario —algo que en el fondo le solía doler, cuando recordaba aquellos días en que su prima le leía cuentos para dormir—y realmente no caminaban juntos, más bien era él quien no deseaba perder de vista a la única familia que aún continuaba a su lado.

—Quiero irme a casa.

Pensó nuevamente mientras se apresuraba a caminar detrás de su prima quien había terminado comprando alguna especie de papitas acomodadas en espiral en un palo o algo similar, se veían crujientes y llamativas no podía negarlo, pero seguía sin ser de su agrado, por lo que no pudo evitar arrugar la nariz y desviar la vista a otros puestos. Si se hubiesen quedado en casa al menos podría haber disfrutado de ver alguna película "en familia" —si eso significaba sentarse con todos y que al menos tres de ellos se iban a dormir y uno a leer un libro, entonces si, eso era ver una película en familia— en lugar de estar en un lugar atestado de gente, viendo cosas de las cuales ninguna captaba su atención.

—¿Que sera eso?

—¿Mmm?

Regresó la vista al frente notando que su prima se había detenido en seco, mientras gente se iba conglomerado en el lugar, en el centro de todo había unas líneas blancas que formaban un rectángulo gigante —abarcando casi todo— movió la cabeza con curiosidad mientras se ponía al lado de su prima quien masticaba entretenida su comida.

—Tal vez este sea el evento especial que habían dicho—dijo con simpleza tras observar el lugar y la gente emocionada que ahí se iba asentando.

—Pues que poca imaginación, no le veo la gran cosa a un pequeño torneo de batallas—respondió Andrea arrugando la nariz de la misma forma de Drew—imposible de decir que no eran primos—ligeramente disgustada por el panorama—Podrían haber pensando en algo más creativo.

—En realidad sí lo hicieron.

Ni Drew ni Andrea se movieron un centímetro cuando escucharon la voz de Andrew a sus espaldas, quien con suma paciencia y lentitud camino hasta encontrarse al lado derecho de Drew —pues a la izquierda se encontraba Andrea— con su sonrisa de superioridad alzó su brazo izquierdo doblándolo de tal forma que fácilmente lo puso en la cabeza del menor, quien se quejó gruñendo pero no se lo quitó de encima, años de experiencia que obviamente le dictaban que quitárselo de encima era una tarea casi imposible.

—¿Donde estabas?—preguntó inmediatamente la femenina cuando noto a su mellizo sonriendo como si hubiese hecho algo… Corrección, él hizo algo, de eso no hay duda—A Waldo no le agrado mucho cuando te desvaneciste y lo dejaste hablando con el aire.

Andrew chasqueo la lengua mientras apoyaba un poco más de su peso en la cabeza de Drew, quien gruño al sentir el cambio y se tambaleó ligeramente en su lugar.

—Detalles—respondió como si no fuese la gran cosa sin dejar de sonreír en ningún momento—Detallitos que incluyen a este hermoso mini-torneo.

Tanto Drew como Andrea se miraron entre ellos con una ceja alzada, antes de regresar su atención al extrañamente feliz Andrew, algo realmente sospechoso y que hizo temblar al más pequeño cuando los ojos de su primo se fijaron exclusivamente en su persona.

—Al parecer la atracción principal es, que quien resulte victorioso del mini-torneo, ¡Se enfrentará al campeón de la región!

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Suspiro una vez más mientras terminaba de acomodar la solapa de su saco, hizo una mueca antes de negar con la cabeza finalmente apartando la vista del espejo de cuerpo completo que tenía en la habitación, y pasando a observar todo el lugar.

Algo que no cambió la mueca en su rostro.

Tenía poco de haber adquirido la propiedad, alejada de todo tal y como siempre lo había querido, con la privacidad que desde hace un buen tiempo deseo sin poder evitarlo. Aunque eso no significaba que realmente vivía ahí.

El primer inconveniente lo tenia tanto con la empresa Devon como con la Liga pokémon, ambos lugares que esperaban tanto de él y que, sinceramente, él no deseaba darles la gran cosa a cambio. Cuando finalmente accedió a convertirse en campeón de la región —a base de tragarse su orgullo por supuesto— tenía una ínfima idea de lo que arrastraba el título, pero obviamente nadie fue tan buena persona como para mostrarle todo lo que tendría que hacer de ahora en adelante. Había responsabilidades obvias como mantener a salvo la región, dirigir a la Elite Four y a los líderes de gimnasio cuando la situación lo amerita, o incluso tenia la leve sospecha que el campeón era la persona encargada de manejar el presupuesto que la Asociación Pokemon le otorgaba a la región.

Pero nadie nunca dijo nada acerca de todo el papeleo que tendría que realizar. El maldito papeleo.

Debido a su naturaleza —aquella que su padre maldecía de vez en cuando— no podía evitar desaparecer de repente, dejando de lado todas sus obligaciones y terminando en algún lugar, el más alejado de toda la región, escarbando sin preocupación alguna en su eterna búsqueda de piedras, fósiles y cualquier otro objeto interesante cuyo descubrimiento le hiciese emocionarse.

Sentir de nuevo aquella felicidad que desde hace casi dos años era incapaz de sentir.

Se mueve sin cuidado alguno entre las cajas de cartón que se encuentran amontonadas por todo el lugar sin orden alguno, el único lugar visible para descansar en lo que se supone debería llamar "casa" es una sencilla mesa plegable junto a una silla —justo a donde se dirige para sentarse— el espejo gigante que hasta hace poco finalmente logró sacar de su empaque, una que otra caja abierta de donde tuvo que extraer ya sea ropa o calzado, y su cama —la cual tenía toda la pinta de no haber sido estrenada— sin duda alguna demostraba un ambiente deprimente, lo que él deseaba considerar como un hogar, simplemente se había terminado convirtiendo en una bodega inhabitable.

Porque de dormir en aquel lugar, a dormir en su oficina de la liga pokémon. Obviamente no había mucho que pensar.

Clavo sus codos en sus propias piernas mientra sostenía su cabeza entre sus manos. Estaba cansado, dos años de todo aquello y aun continuaba sin poder acomodarse en su nueva vida. Por sobre todas las cosas intentaba echarle la culpa al estrés —algo que siempre le funcionaba— pero no en aquella ocasión, en lo más profundo de su subconsciente se repetía continuamente la razón del porque no era capaz de avanzar totalmente, de disfrutar lo que tenía y había logrado tras varios meses de esfuerzo y voluntad.

Abrió los ojos observando cansadamente el suelo de madera no tan visible en el lugar. Vino a su mente la sonrisa tranquila y llena de ánimos de su mejor amigo que solía dirigirle cuando se encontraba abrumado, aquel con el que —una vez más— había perdido casi contacto por completo.

¿La razón?

Winona.

Steven no comprendía totalmente cuál era el problema exacto que afligía a la mujer —aquella que fácilmente podría considerar como una buena amiga— pues apenas Wallace se había convertido en líder de gimnasio, ella terminó por tomar la apresurada decisión de cortar su noviazgo —aquel que a Wallace le costó sudor y sangre— y simplemente alejarse por completo de su novio.

Como un destello veloz vino a su mente la imagen de cierto niño de cabellos y ojos verdes que le habían cautivado desde la primera vez que le tuvo frente a frente, una leve sonrisa apareció en su rostro cuando sus pensamientos volvieron una vez más a centrarse en su amigo de la infancia.

Tal vez era el karma.

Su amigo le había dado el título de campeón, lo que de alguna forma —que no quería admitir, por supuesto— le hizo perder contacto con la criatura más adorable que había conocido hasta el momento, y su amigo al recibir el titulo de líder de gimnasio fue cortado casi instantáneamente por su novia.

Negó con la cabeza varias veces con la intención de desaparecer aquella clase de pensamientos, mejor se daba prisa. No tardaba en comenzar el torneo donde debía estar presente.

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Drew se masajeó el puente de la nariz mientras maldecía de todas las formas posibles a su no-tan-querido-primo, en verdad, odiaba a Andrew. Tenía lindos y lejanos recuerdos de quien alguna vez había sido su primo más cercano, aquel que pacientemente le enseño todo sobre la crianza y el entrenamiento correcto de los pokémon, el primo que nunca le juzgo por ser débil tanto en carácter como en salud —en aquella época donde era pequeño e inocente— y que siempre le sonreía con tal de no verle llorar.

Algo que obviamente se desvaneció cuando finalmente dio a conocer su decisión sobre lo que deseaba hacer con su vida…

Sintió sus manos convertirse en puños sin esfuerzo alguno mientras el sentimiento de traición se juntaba con el de los nervios y una pequeña llama de ira se iba encendiendo en lo más profundo de su corazón, aunque no sabía exactamente a quién iba dirigida la última. Por obvias razones no era bueno en las batallas pokemon, su falta de carácter le hacia sentirse lo suficientemente intimidado al ver a sus primos librando combates, el miedo a la derrota o a ser pisoteado siempre había estado tan presente en su infancia, que finalmente había preferido tomar un camino donde no tendría porque alcanzar una expectativa tan alta para no defraudar a su familia, a su apellido y —en menor medida— a él mismo.

—¡Como campeón de nuestro evento tenemos a Drew…!

La voz del comentarista resonó por todo el lugar mientras la gente se emocionaba ante las palabras que se encontraba diciendo, y que obviamente él no prestaba atención a lo más mínimo. Su mirada se encontraba perdida en el suelo mientras sentía sus ojos llenarse poco a poco de lagrimas, respiro profundo en un intento de contenerlas. No iba a llorar, no aquí ni ahora.

A sus espaldas era capaz de sentir la penetrante mirada de Waldo, aquella que siempre era capaz de ver a través de su persona, la mirada vacía de Andrea que probablemente estaba pensando en cualquier cosa excepto en el evento, Ángel que probablemente era el único que se encontraba sonriendo ante sus victorias consecutivas y siendo también el único que le felicitaría al terminar todo el evento, Andrew por supuesto, debía de estar observando en espera de que hiciese alguna estrategia mal o que uno de sus pokémon fuese derrotado para restregárselo en la cara.

Y como si no fuese suficiente.

Frente a su persona —y caminando hacia el centro del lugar, donde se encontraba el árbitro— se encontraba Steven, la última persona en el mundo a la que hubiese querido volver a ver, y culpable de haber terminado en la región de Sinnoh, un lugar donde, a pesar de que ganó varios listones no había sido capaz de concentrarse lo suficiente como para poner sus manos en los listones de la clase maestra y mucho menos en la copa que siempre —desde que se convirtió en coordinador— había deseado poseer.

Finalmente alzó la vista para comenzar a caminar con dirección a Steven y el árbitro que le estaban esperando, mientras en su mente aún vagaba la pregunta —llena de ira y molestia— sobre el que demonios había estado pensando su primo para inscribirlo en aquel estúpido torneo, en donde obviamente el nunca se hubiese inscrito de manera voluntaria.

—Tanto tiempo sin vernos.

Drew tembló. Si, lo hizo. De esa forma tan ridícula que le hizo inflar ligeramente las mejillas, en un gesto de obvia molestia y desagrado.

—Lo mismo digo, Steven.

Alzó el brazo derecho para saludar al campeón como era debido, quien no tardó mucho tiempo en responder al normal saludo que solía llevarse a cabo en determinadas situaciones.

—Será una batalla de uno contra uno—anunció el árbitro con decisión y permitiendo que ambos contrincantes escucharan las comunes indicaciones que solía decir—El combate termina cuando alguno de los dos ya no pueda continuar.

—Espero que tengamos un buen combate—soltó Steven con felicidad cuando el arbitro termino de hablar y su atención volvió una vez más al de cabellos verdes, sintiendo algo cálido en su pecho, tal vez producto de la añoranza por volver a verlo después de dos largos años—Yo usare a Metagross, te molesto si pregunto ¿Que pokemon usarías tu?

—Lo mismo digo—contestó Drew sin dejar de observar al mayor con una ligera sonrisa, la cual se ensanchó al oír el pokémon contra el que se enfrentara—Que curioso, yo tengo pensado utilizar a mi Absol.

El campeón sintió una gota de sudor bajar por su nuca mientras intentaba mantener su sonrisa mientras ambos se alejaban nuevamente a tomar su lugar correspondiente, tragó saliva con nerviosismo mientras esperaba que su pokemon no se viese fácilmente derrotado por el Absol de Drew, por el cual parecía tener una fascinación y cuya presencia le había hecho mucha falta en todo aquel tiempo que no estuvo presente el coordinador.

—No hagas nada estúpido, no hagas nada estúpido...—repitió Steven como una especie de mantra a la pokeball de su primer pokémon, antes de liberarlo al combate—¡Metagross, ve!

El gigante pokemon azul azotó contra el suelo alzando polvo para posteriormente acomodarse sobre sus cuatro extremidades y observar fieramente al entrenador contra el que se enfrenta en aquella ocasión, incapaz de reconocerlo en su totalidad debido a la distancia.

Del otro lado del lugar el de ojos verdes no pudo evitar sonreír, ignorando los murmullos de la gente y el tenebroso silencio que se expande poco a poco por el lugar, justo cuando lanzó la pokeball de Absol el resto del mundo dejó de existir. Solo eran Steven, Metagross, Absol y él… Y las ansias de dejar en ridículo al campeón de la región, con toda la intención del mundo de derrotarlo de la forma más extraña del mundo.

—¡Absol, yo te elijo!

A Pesar de la distancia —y que por un momento olvidó que su familia estaba presente— fue capaz de escuchar como Andrew se daba un facepalm ante su dichosa elección, su reciente Flygon conocía flamethrower, siendo un obvio ataque tipo fuego, le hacía tener una mejor ventaja contra el tipo acero, en lugar del tipo siniestro que había elegido para combatir.

Pero ellos no sabían su estrategia.

Absol se sacudió brevemente después de ser liberado —un poco sorprendido de estar en una batalla pokemon— solo para alzar la vista y ver un conocido pokémon de color azul rey frente a frente. Ladeo la cabeza confuso antes de mirar hacia atrás, notando la sonrisa que su entrenador portaba orgullosamente, como si aquel combate estuviese más que planeado de antemano. Una vez más, regresó la vista al frente solo para ver a Metagross actuar de esa forma tan extraña en que lo había hecho desde que se conocieron, como si quisiera acercarse pero incapaz de hacerlo.

—¡Metagross!—grito Steven, asustando a Absol y llamando la atención de su pokemon—¡No te dejes llevar, usa Power-Up Punch!

El pokémon de tipo Acero/psíquico pareció reaccionar al instante, parpadeando de tal forma que parecía haber caído en una especie de ensoñación durante unos instantes, dudando un momento sobre si seguir o no la orden de su entrenador, duda que desapareció cuando noto la posición de ataque que asumió Absol, lo que le hizo estrechar la mirada con la intención de no perder a su objetivo de vista. Se movió con aquella velocidad que le caracterizaba como el pokémon principal del campeón, apareciendo casi instantáneamente frente al pokemon de blanco pelaje el cual pareció asustarse, algo que solo se incrementó cuando no escucho ninguna orden de su entrenador, hasta que Metagross estuvo a menos de un segundo de lograr su ataque.

—¡Absol, usa Attract!

Si Absol hubiese podido tener algún tic nervioso en el ojo, obviamente lo hubiese tenido en ese momento, no intentó razonar la orden de su entrenador—e intento no pensar en las palabras de Roselia en una plática de hace un bien tiempo atrás— cuando hizo lo primero que se le vino ala mente.

Ladear ligeramente el rostro y guiñar un ojo, alzando ligeramente una de sus patas delanteras.

Tanto la orden del entrenador, como la forma de "atacar" del pokemon enmudecieron el lugar por completo. No solo porque era imposible que aquel ataque pudiera funcionar, sino por la simpleza del movimiento que Abol había llevado a cabo.

Y contra todo pronóstico, lo único que rozó el pelaje de Absol había sido el aire alzado por el movimiento de Metagross, a quien de un momento a otro sus ojos cambiaron de los normales a tener un par de corazones en ellos.

A la distancia Steven simplemente negó con la cabeza, arrepintiéndose a cada minuto por haber mandado a pelear a la estrella del equipo, no tanto por la desventaja de tipo.

Sino por la desventaja del amor.

—¡Metagross, reacciona!¡Usa Earthquake!—grito casi desesperado Steven previniendo su obvia derrota.

Afortunadamente, su pokémon fue capaz de reaccionar, evadiendo los efectos que había ocasionado atracción, por más extraño que pareciera el hecho de que le haya afectado en sí. Lamentablemente, no fue lo suficientemente rápido en esta ocasión…

—¡Absol, Sweet Kiss!—gritó Drew en el momento justo, antes de que Metagross se recupere por completo.

Obvio, como aquel no era una ataque que realmente supiera —pues no formaba parte de sus cuatro movimientos normales— se giró confundido hacia su entrenador sin saber exactamente el cómo acatar aquella orden.

—Solo ve y dale un beso—susurro Drew de forma que solo Absol fuese capaz de escucharle.

El pokémon de Steven se había quedado quieto y con curiosidad por la orden dada —misma curiosidad que todos los presentes sentían— el pokemon de pelaje blanco volvió su atención a Metagross, y como si aquello no fuese ya suficientemente raro, comenzó a caminar en su dirección, deteniéndose cuando finalmente se encontró frente a frente, para simplemente depositar el dichoso beso en un lugar al azar del rostro de Metagross, más específicamente debajo del centro de la cruz que adornaba la cara del pokemon azul.

El cual instantáneamente paso de su color normal a un rojo brillante, quedando O.K. al momento.

Aunque supuestamente el único efecto de dicho ataque sería confundirlo, no debilitarlo.

—Amm...—murmuró el árbitro dudoso mientras veía como Steven negaba con la cabeza mientras se cubría el rostro con una mano, finalmente alzando la bandera verde con dirección a Drew—¡Metagross ya no puede continuar, el ganador es Abso!

El silencio que llego a continuación fue tan obvio que ni Steven ni Drew recordaron que estaban en medio de una multitud cuando decidieron empezar a ponerse a discutir.

—¡Eso es trampa!—exclamó molesto Steven señalando al de cabello verde.

—¡Se llama estrategia, genio!—respondió Drew con una sonrisa, más divertido que enojado.

—¡Eso no cuenta como estrategia mentiroso!

—¡Ven y dímelo directamente en mi cara mal perdedor!

—¡¿Como me llamaste?!

—¡Además de mal perdedor, sordo!

Mientras que la mayor parte de los espectadores observaban la discusión con una sonrisa —y unos pocos con la duda surcando su rostro— los primos de Drew obviamente no estaban felices con eso. Si, se encontraban orgullosos de que Drew hubiese ganado contra el Metagross del campeón de la región, a pesar de que lo hizo de una forma demasiado cuestionable y extraña a simple vista, pero eso no significaba que les agradara la forma en la que campeón y coordinador se estaban hablando.

Aun así ninguno de ellos fue capaz de decir nada cuando escucharon unas voces hablando a sus espaldas.

—¡Wow, la pelea fue fascinante!

Exclamó una voz femenina, teñida con obvio sarcasmo, sentada detrás de donde se encontraba Andrew, quien tembló —ya sea de sorpresa o rabia— ante el comentario soltado en obvio deseo de hacer burla.

—Lo se, no volvamos a hablar de esto.

Respondió una voz cortante justo detrás de Waldo, probablemente la acompañante de la sarcástica a sus espaldas, el líder de la familia estuvo a punto de girarse para gritarle a la sarcástica por si se le ocurrió soltar alguna otra cosa inteligente.

—Estoy de acuerdo.

Gracias a los legendarios, eso no fue necesario.

0.o.0

—¡Drew!¡Por favor, espérame!—pidió Steven mientras perseguía al menor por las orillas de Mossdeep City, no deseando dejarlo ir otra vez.

En un momento que no logró captar con exactitud el menor se había girado, obviamente feliz por ir ganando en la discusión sobre si su estrategia era válida o no, obviamente lo que vio a sus espaldas no fue algo realmente agradable pues no tardó mucho tiempo en regresar a Absol a la pokeball para simplemente irse corriendo del lugar. Olvidando por completo el regalo que iba a recibir por haberle derrotado.

Curioso, sorprendido y negándose rotundamente a dejarlo ir otra vez, él también había salido corriendo en dirección al de cabellos verdes, ignorando por completo los llamados de la gente o las personas con las que chocaba en su afán por alcanzar al menor.

—¡Drew!

Alzó su brazo derecho, lo suficientemente cerca —finalmente— como para detener al menor cerrando su mano alrededor de su brazo, haciéndole retroceder debido al exceso de fuerza que había utilizado sin querer.

—¡Suéltame!

Exclamó molesto el de ojos verdes, intentando quitarse el brazo que le tenía fuertemente sujeto. Ambos se encontraban en una esquina de la isla, alejados de todo el mundo y cerca del hermoso mar que rodeaba todo el lugar, ofreciéndoles silencio y una especie de privacidad entre ellos.

—¿Porque saliste corriendo?—cuestiono rápidamente Steven sin cumplir la petición de Drew, con miedo a que siguiera corriendo de él, alejándose otra vez.

—Eso no te importa—respondió molesto Drew, finalmente deteniendo sus movimientos a la espera de que Steven se confiara y poder soltarse inmediatamente.

Una vez más, ambos guardaron silencio, algo que incomodaba enormemente a los dos, pues de una u otra forma la amistad que les había costado forjar, simplemente parecía haberse desaparecido y ambos volvieron a quedar como simples extraños.

Extraños conociéndose cerca del mar, al anochecer, con un pokemon atraído por el otro, con uno de los dos cautivado por la mirada del contrario.

—Felicidades—soltó Drew mientras veía el cambio de ropa de Steven, tan distinto a los trajes negros en su totalidad que solía utilizar, o aquellas ropas naranja y café usadas para excavar—Ahora eres campeón, lo que siempre quisiste.

El mayor tragó saliva al oír aquellas palabras, incapaz de evitar que una horrible acidez se hiciese presente en la boca del estómago, inconscientemente agregando más fuerza a su agarre, lo que hizo que Drew se quejase. Una parte de su ser deseo aceptar aquella felicitación, sonreír y sentirse pleno por tener el título que el menor recordaba siempre deseó, pero la otra… La otra deseo gritarle en la cara la verdadera razón del porque tenia el titulo, ser sincero y decirle que no era realmente feliz de esta forma, que no obtuvo el título como el lo hubiese deseado.

Pero no alcanzó a decir nada cuando, en su estupor, el de ojos verdes finalmente fue capaz de soltarse de su fuerte agarre.

El silencio continuo entre ambos, sin saber que decir entre ellos o cómo iniciar alguna plática, hasta que finalmente Steven decidió aligerar el ambiente, sonriendo levemente.

—Eso fue trampa.

El menor arrugó la nariz ante aquel recordatorio, alzando la vista para ver al mayor con una ceja alzada.

—No fue trampa.

El mayor sintió su sonrisa crecer cuando vio la adorable mueca hecha por el menor.

—Bueno, tal vez no fue trampa… Pero no cuenta como victoria.

Y una vez más comenzaron a discutir, hasta que finalmente llegaron al punto en que comenzaron a empujarse el uno al otro, con la confianza entre ellos dos creciendo cada vez más…

Hasta que Drew resbaló por la orilla, fue sostenido por Steven quien pisó mal debido a la reacción instantánea que tuvo para sostener al menor, finalmente cayendo los dos de cabeza al mar. Lo bueno que estaban en una zona profunda.

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—Lo siento…

Soltó Steven con total sinceridad mientras flotaba en el mar igual que Drew quien le miraba fijamente, hasta hace un minuto ambos estaban nadando para llegar a la playa de Mossdeep City y poder salir del agua, hasta que el mayor se detuvo frente al coordinador, consciente de que probablemente, una vez más, ya no lo volvería a ver.

Drew por su parte miró fijamente al menor quien mantenía la vista totalmente fija en el mar, por un instante no alcanzo a comprender la razón del porqué las disculpas —no tenía nada de malo caer al mar después de todo— hasta que vino a su mente un lejano recuerdo que aun ahora le molestaba.

—Steven…

Susurro ahora el de ojos verdes comprendiendo —o eso esperaba— la razón del porqué las disculpas que se encontraba recibiendo, vio como el mayor alzó el rostro con la mirada brillosa e ilusionada, en el fondo de sus ojos era capaz de ver el dolor que le ocasionó la separación de dos años —un dolor que no comprendía, y probablemente tampoco el mayor— decidió no decir nada más, en lugar de abrir la boca pues en el fondo no sabia ni que decir, alzó las manos con sumo cuidado y las puso en la cabeza del mayor con una leve sonrisa adornando su rostro.

Antes de empujarlo y sumergirlo como podía en el agua salada donde había caído hace unos momentos atrás. Obviamente Steven no batallo la gran cosa para soltarse de su agarre del menor y salir a respirar aire fresco, la diferencia de edad, tamaño y fuerza eran obvias a simple vista.

—Te perdono.

Dijo de la nada el menor sin dejar de sonreír—incluso pareciendo querer echarse a reír en cualquier momento— lo que hizo alzar una ceja al mayor antes de sonreír también mientras una idea surcaba su rostro.

—Entiendo…

Dijo el también, antes de alzar sus manos más rápido que el menor—consciente de que este se movería si veía sus intenciones— para posteriormente hacerle lo mismo, soltando casi inmediatamente, pues la intención era repetir el juguetón gesto, no causar daño.

—Estamos a mano.

Como pudo, Drew se quitó un poco de agua que chorreaba por su rostro antes de que su sonrisa se hiciese más ancha.

Oh no, claro que no. Aquí la ultima palabra la tendría él y nadie más.

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OMAKE

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Waldo miró sospechosamente a su primo cuando le vio llegar, empapado con agua de mar de los pies ala cabeza, con tenis en mano y tiritando por el frío, lo cual no era totalmente extraño, pues eran más de las diez de la noche y el clima ya había refrescado debido a donde se encontraban.

—Te preguntaría dónde estuviste, pero tengo la sensación de que realmente no quiero saber.

Drew agacho la mirada mientras se abrazaba a sí mismo y escuchaba al líder de la familia suspirar, obviamente cansando por todo lo que había ocurrido, pues tras su huida había pasado casi dos horas buscando a sus familiares.

—¿Te gusto tu cumpleaños?—soltó de la nada el mayor, sin dejar de observar la reacción de Drew.

El de cabellos verdes se quedó estupefacto debido a la pregunta, ignorando que sus primos sospechaban algo —que obviamente no le iban a decir— vino a su memoria la molestia de tener que ir por cada uno de sus primos para ir a Mossdeep, el molesto olor de comida que no le terminaba de agradar, así como el montón de objetos que vendían y que ninguno llamaba su atención.

Pero empañando todo eso apareció de repente Steven.

Steven riendo mientras salían finalmente del mar, intentando escurrir su ya echado a perder saco de vestir.

Sonrió ante el adorable recuerdo, para ser un cumpleaños más, no había resultado tan malo como lo había visto en un principio.

—Si, si me gusto.

Respondió, feliz de haberse reencontrado una vez más con su amigo.

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Alstroemerias: Felicidad, amistad.

Notas finales:

Bien, estamos a unos cuantos dias de la salida de Moon y Sun, estoy intentando escribir la continuacion de Karma pero no aseguro poder subirla, con 5000 palabras en este cap, siento que casi toda mi inspiracion fue chupada (?)

SPOILER DEL SIGUIENTE CAPITULO!! (?)

En realidad aun no estoy segura sobre si hacer la continuacion donde Steven esta hablando con Wallace... OOOOOOO!!... MasqueradeScareShipping...

Aun no me decido ;P

Nos leemos despues mundo, os dejare con la intriga >:D


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