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El verdadero yo por A Renard

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Notas del capitulo:

La moneda siempre tiene dos caras...

Gracias por leer el capítulo anterior y darle una oportunidad a esto.
Espero que les guste.

 

Si tuviera que ser honesto diría que nuestra graduación me provocaba sentimientos encontrados. Por un lado era una enorme tristeza, pero también era una alegría serena. Supongo que era normal sentir esa mezcla agridulce que se mantenía atrapada en mi garganta haciendo que fuera difícil sonreír sin que mis ojos se llenaran de lágrimas. Habíamos vivido tantas cosas durante este último año que quizás el significado de nuestra graduación era mucho mayor para nosotros que para cualquier otro alumno de la academia Kunugigaoka.

 

Todas esas cosas vividas se las debíamos a Koro-sensei. Mis manos todavía temblaban cada vez que pensaba que había sido yo quién había acabado con su vida, pero no podía retractarme de las decisiones que tomamos, de todo lo que hicimos para llegar al día de nuestra graduación, porque entendía que era justamente por sensei que debíamos seguir adelante con una sonrisa sincera en el rostro, tal y como él nos enseñó.

 

La clase 3-E sería irremplazable, no importaba lo que cada uno hiciera a partir de ese momento, nadie ni nada iba a poder llegar a romper los vínculos que formamos en ese último año, en esos 365 mejores días de mi vida. Creo que era normal sentir cierta inquietud, después de todo era cierto que nuestros caminos se separarían, pero tampoco era como si no nos fueramos a ver de nuevo ¿No? Al menos eso intentaba repetir en mi cabeza para que mis emociones no se desbordaran. Lo que menos deseaba era romper a llorar desconsoladamente en medio de nuestra ceremonia. Por suerte pude controlarme bastante bien.

 

Una vez nuestra ceremonia de graduación acabó, la clase 3-E tuvo que abandonar el lugar con rapidez. Un bus especial nos esperaba, ya que los medios de comunicación todavía intentaban esclarecer rumores u obtener algunas respuestas sin realmente tener ningún tacto al acosarnos con preguntas que rayaban en la crueldad. Es verdad, ellos no sabían cómo nos sentíamos y aunque lo explicaramos, probablemente ni siquiera nuestros padres llegaban a comprenderlo realmente, pero dolía un poco toda la frialdad con la que trataban el tema aquellos que eran ajenos a nosotros.

 

Caminamos sosteniendo con orgullo nuestros diplomas en nuestras manos. Antes de subir al bus, Karma se acercó a mí para susurrar de forma confidencial.

 

—Nagisa….—  

—¿Mh? —

— Me gustaría hablar a solas un momento después de que termine todo esto. Subamos a nuestro salón de clases al atardecer.—

— De acuerdo . — Respondí de forma simple, con una sonrisa y sin cuestionar demasiado, porque probablemente hubiese ido a nuestro salón por mi cuenta de todos modos.

 

La mirada de Karma quedó clavada en mis ojos por un momento y en ese gesto fugaz, me pareció notarlo un poco distante, aunque de inmediato me ofreció una sonrisa sutil y se alejó hacia el resto de nuestra clase tan casualmente como se había acercado, volviendo a actuar con normalidad, incluso alcanzó a provocar a Asano-kun antes de subir al bus.

 

Sin darme cuenta volví a la corriente de mis pensamientos, esta vez pensando que probablemente las cosas entre Karma y yo tampoco cambiarían demasiado, porque aunque nuestras metas fueran diferentes, mi lazo con Karma era incluso mayor que con otros de nuestra clase.

 

Aunque no es algo que le diría, creo que tal y como desde el primer año seguiré admirándolo, pues no tengo ninguna duda de que conseguirá lo que sea que se proponga. Él siempre fue alguien capaz de hacer todo lo que quisiera sin temerle a nada.De hecho, recuerdo haber pensado muchas veces “Si tan solo pudiese ser así” mientras lo observaba dentro de mi cómoda normalidad...

 

En aquel entonces sentía cierto grado de envidia hacia él, porque para mí era imposible llegar a ser alguien así. Es por eso que me alegré mucho cuando a mediados de nuestro primer año se acercó a hablarme y comenzamos a andar juntos, incluso pasó de llamarme “Shiota-kun” a simplemente “Nagisa” con bastante facilidad. Ese fue un detalle que me tomó por sorpresa, pues en ese tiempo nadie en la escuela (excepto él) me llamaba por mi nombre.

Admito que a veces su exceso de violencia daba un poco de miedo. No quiero decir que me molestaba su forma de ser, sino que siempre sentí que había una brecha enorme entre su mundo y el mio. Él estaba bien como era, yo no era nadie que pudiera criticarle y él tampoco me exigía cambiar. Creo que eso era lo que me hacía sentir tan tranquilo a su lado, pero era precisamente eso también lo que me hacía preguntar cómo es que nos volvimos amigos siendo tan distintos.

 

Pese a que él nunca me involucraba en sus peleas, al final siempre intentaba ayudarlo como podía. A veces me encargaba de los tipos con los que peleaba (para no dejarlos medios muertos en medio de la calle) o también lo ayudaba a curar las heridas que se hacía al pelear y, si lo pensaba detenidamente, en aquel entonces tal vez hubiese sido capaz hasta de ayudarlo a esconder un cadáver de haber sido necesario. Esa era la clase de relación que teníamos. Pese a eso, por alguna razón no pudimos quedarnos como amigos mucho tiempo.

 

Karma tenía la fuerza para hacer lo que quisiera, para ganar tanto en los estudios como en las peleas y ese era un escenario donde yo jamás podría estar. Por eso creí que lo más probable había sido que él se había aburrido de estar conmigo. No era de extrañar que para cuando lo suspendieron, nosotros habíamos vuelto a ser simples compañeros de clase y nada más.

 

Asumí que fui algo tan insignificante para él, tan desechable, que ni siquiera sentí el derecho de preguntarte la verdadera razón de nuestro distanciamiento. Solo bajé la cabeza y respeté su decisión como un gran cobarde. Quizás ahora me arrepiento un poco de ello y pienso que si hubiese sido sincero con lo que sentía, tal vez no hubiésemos desperdiciado esa parte de nuestro tiempo.

 

Sería genial si yo hubiese sido un poco más interesante a sus ojos.

 

Cuando comenzó el tercer año su suspensión todavía estaba vigente. Me sentía ansioso pensando en el momento en que nos volveríamos a ver las caras. Constantemente me preguntaba si es que él volvería a evadirme. Una parte de mi realmente temía que fuera así, mientras que la otra parte guardaba siempre la esperanza.

 

Con todo el alboroto que se dio con la llegada de Koro-sensei, rápidamente olvidé mi inquietud sobre el tema, por lo que fue una sorpresa verlo aparecer de pronto. Me hizo sentir realmente avergonzado, pero también feliz cuando me saludó con esa envidiable naturalidad.

 

¿Tal vez solo yo me había sentido intranquilo respecto a nosotros todo este tiempo? No supe decirlo, por lo que de nuevo evité hacer preguntas y seguí la corriente de las cosas.

 

Karma no tardó en mostrar su naturaleza arisca y altanera con Koro-sensei y con todos los demás. No fue difícil notar que había algo ligeramente distinto en él, pues el Karma que recordaba, aunque era agresivo, no cargaba con tanto odio.

 

¿Qué había sido exactamente lo que le había pasado? ¿Cual era el motivo por el cual lo habían suspendido? Y, pese a que me mostró una expresión tan intimidante al decir que quería matar a Koro-sensei con sus propias manos ¿Por qué, de alguna manera, me pareció que se veía tan herido?

 

Posteriormente llegué a entender la situación un poco mejor o al menos creí que lo había hecho. Pese a que Koro-sensei pudo ver justo a través de él y pese a que poco a poco Karma se convirtió en un miembro más de la clase 3E, su relación conmigo no mejoró demasiado. Incluso aunque éramos los únicos que se conocían desde antes, nunca actuamos más que como simples conocidos y eso, en algún lugar dentro de mí, me dolía. Incluso reconociendo ese dolor, nuevamente fui incapaz de hacer algo para remediarlo. Estaba acostumbrado a vivir de esa forma, poniendo siempre la voluntad de otros por sobre mis propios deseos, pero eso poco a poco comenzó a cambiar y solo cuando llegamos a discutir por primera vez, fue cuando al fin dejé salir gran parte de mi frustración.

 

Nunca creí que sería capaz de gritarle, mucho menos de enfrentarlo. Me cabreó tanto el sentir que me estaba subestimando que por primera vez tuve ganas de darle un puñetazo. Recuerdo que cuando me tomó de la camisa, instintivamente hice una llave en su brazo y cuello e intenté provocar su desmayo, pero aunque tenía la voluntad por fin como para hacerle frente, en ese preciso momento me di cuenta que nuestra diferencia de fuerza seguía siendo abismante. El logró levantarse y levantarme a mi también. Si no hubiese sido por nuestros compañeros y por la interrupción de Koro-sensei con su propuesta de juego de bandos, probablemente nuestra pelea hubiese terminado realmente mal.

 

¿En serio…?¿Qué tan genial podía ser?

 

Desde que comenzó el juego para decidir lo que nuestra clase haría, pensé en ganar. Quería realmente salvar a nuestro profesor. Me moví por instinto siguiendo la mejor táctica para poder atacar cuando quisiera y aunque intenté evitar a toda costa terminar en una pelea de uno contra uno, al final fue precisamente eso lo que pasó.

 

Astutamente me incitaste a pelear cuerpo a cuerpo sabiendo que era imposible poder negarme. Aunque lo daría todo, una parte de mi estaba seguro de que el ganador de este encuentro había quedado claro desde el inicio de nuestra disputa. Quien ganaría serías tú, pero incluso así no estaba dispuesto a simplemente dejarme vencer. Quise ocupar todos los recursos que tenía con tal de ganar, no por orgullo, sino porque realmente quería que me entendieras, quería que me escucharas. Por primera vez quería decirte lo que pensaba, lo que sentía y por eso es que peleé con tantas ganas.

 

Al comienzo aludí la capacidad de resistir bien el combate cuerpo a cuerpo gracias a la protección de nuestros uniformes especiales, pero poco a poco comencé a darme cuenta que Karma estaba siendo cuidadoso al golpear, incluso cuando logré darle un puñetazo directo en la cara, él solo me devolvió un golpe a mano abierta, una bofetada. Sin importar cuantos golpes me diera, ni siquiera aquellos que me daban directo en la cabeza llegaban a noquearme y la capacidad de Karma para haberlo podido hacer, era algo indiscutible.

 

Entonces ¿Por qué? ¿Se estaba conteniendo?

 

En ese momento preferí no pensarlo demasiado, estaba más enfocado en ganar, en lograr hacer que me escuchara. Tan cegado en mi objetivo estaba que ni siquiera me di cuenta del momento en el que él se rindió, solo salí de mi estado eufórico y dejé de pelear cuando Karasuma-sensei alzó la voz dando el veredicto que nos declaraba a nosotros, el equipo azul, como vencedores.

 

¿De verdad?

 

Como si de golpe toda la adrenalina hubiese abandonado mi cuerpo, me dejé caer a tu lado completamente incrédulo y agotado. Aunque todo mi cuerpo estaba acalambrado por el esfuerzo realizado, mi corazón no dejaba de latir fuertemente, tanto que sentía que en cualquier momento se saldría de mi pecho.

 

Era imposible que yo le hubiese ganado a Karma…

 

“Nadie aceptaría que usara un cuchillo para derrotar a un ratoncito que peleó tan valientemente. No pude apuñalarte, ni pude escapar. Me arrinconaste y solo pude rendirme. Me ganaste con artes marciales y no con cuchillos. Y pensar que esa era la mejor forma de matarme... Me asesinaste. ¿Quieres salvar a Koro-sensei? Soy todo oídos.” Me dijo de forma tranquila.

 

“¿En serio? ¿Estás seguro?” Apenas logré sentarme, todavía sentía mis piernas un poco entumidas. Me parecía irreal, hasta cierto punto, todo lo que estaba pasando.

 

“No pongas esa cara de tonto golpeado. Pareces una rata infectada…” Sabía que era su forma de decirme que sí, que estaba seguro, que me escucharía y que dejara de dudar de una vez, pero ¿por qué siempre tenía que insultar de esa forma?

 

Bueno, así era él. Por mi parte me encontraba feliz aunque intentaba no ser tan evidente. No solo había logrado hacer que él apoyara mi idea de salvar a Koro-sensei, sino porque esa pelea había ayudado a expresar las cosas que no había sido capaz de decir en todo este tiempo. Y como si él hubiese visto a través de mí, me hizo una propuesta inesperada.

 

“¿Y si nos dejamos de formalidades de una vez? No tengo muchas ganas de seguir hablando así después de esto.” Dijo mientras se ponía de pie sin mayor problema. La fuerza de Karma realmente era sorprendente y un poco aterradora.

 

“¿A-ahora te parece bien? Se siente raro hacerlo después de tanto tiempo.” Dije avergonzado, ocupando un pretexto tan malo como ese por no saber en verdad como reaccionar.

“Bien, entonces yo empiezo ¿Te parece, Nagisa?” No pensé que él lo haría tan fácilmente, no pensé que el volverlo a escuchar llamándome por mi nombre haría que me sintiera tan aliviado, porque esa era una de las cosas que precisamente más quería.

 

“Está bien, Karma.” Tomé su mano extendida sintiendo que por fin podía ponerme de pie en el mismo escenario que él, que por fin Karma me reconocía.

 

Al mirar a mi alrededor noté como la atmósfera de toda la clase había cambiado, y entre bromas no pude evitar expresar aquello que me había extrañado durante nuestra pelea.

 

“Tus golpes eran muy débiles, Karma.”

 

“¡Me estaba conteniendo!” Dijo en respuesta, también bromeando, pero en el fondo creo que ambos sabíamos que aquello no era algo muy lejano a la verdad. Era lógico después de todo, si él no me hubiese dado esa ventaja, incluso con los trajes especiales, lo más probable es que hubiese ido a parar al hospital. Después de todo solo yo sabía el estado en el que quedaban todos aquellos con los que Karma solía pelear.

 

Aquello y todo cuanto vivimos este año con Koro-sensei serán preciados recuerdos que no pienso olvidar. No importa qué, incluso si no podemos volver a aquellos días, sabemos que este no es el fin.

 

No lo es…

 

¿Verdad?

 

Quería poder creer en eso de verdad, no quería sentir que de ahí en adelante todo sería un poco más solitario. Tal vez, justo en ese preciso momento lo que menos quería era estar solo.

 

Pero incluso ahora es algo que no puedo decir… Cambiar y dejar las malas costumbres de lado es algo difícil, lleva tiempo y muchas veces las personas tendemos a volver a resguardarnos en nuestros mecanismos de defensa… Lo sé, porque estaba seguro que yo no era el único sintiéndose así. Todos estaban tratando de dar su mejor esfuerzo para poner una sonrisa en la ceremonia y dentro del bus que nos alejaba de la escuela pese a que todavía nuestros párpados estaban hinchados de tanto llorar la noche anterior.

 

Soltando un suspiro giré la cabeza hacia un lado para volver a encontrar a Karma quien no parecía realmente muy afectado. Se me hacía difícil creer que la noche anterior él también había llorado por Koro-sensei, o al menos eso me había comentado Kayano.

 

¿Qué es lo que estaba sintiendo? Sabía que no estaba tan apegado a la clase como yo, pero algo debía haber en aquella cabeza que seguía siendo todo un misterio para mí.

 

Me preguntaba si dejaría de serlo después de nuestro acordado encuentro para esa tarde...

 

Al menos el día avanzó rápido, luego de comer con mis padres volví a casa para descansar y alrededor de las 5 de la tarde, cuando ya nadie rondaba la escuela, nos encontramos nuevamente en el salón de la clase 3-E, tan solo Karma y yo.

 

Una vez estuvimos dentro del salón caminé hasta mi pupitre y en él apoyé mi cuerpo mientras sentía cómo las emociones volvían a acumularse en mi pecho y cerraban de nuevo mi garganta. Era realmente difícil estar ahí.

 

Intercambiamos algunas palabras al respecto. Karma se movió con naturalidad hasta llegar a mi lado y quizás impulsado por sentirlo más cerca fue que decidí poner en palabras mis pensamientos, mis miedos.

 

— Creo que nunca tendremos otro lugar como este… — Murmuré sin poder esconder la nostalgia, pero si había alguien a quien podía decirle realmente como me sentía, ese era Karma. Decidí ser un poco más honesto, quizás así podría sacarme el pesar que sentía y ese remolino agridulce de emociones. Busqué su mirada, esperando una respuesta, incluso una broma de su parte estaría bien, pero me sorprendió ver la expresión que en vano intentó ocultar tras su flequillo.

 

Era frustración y…

 

¿Tristeza?

 

Me di cuenta que haber dicho eso había sido un error. Quizás estaba siendo egoísta y de nuevo solo me estaba preocupando de mis propias emociones sin tener en cuenta cómo se sentían los demás, como se sentía Karma. .

 

— ¡Ah! Ignora eso. Por cierto Karma ¿De qué querías hablar? — Me sentí incómodo y culpable, por lo que rápidamente intenté cambiar el tema de conversación dándole una sonrisa poco sincera mientras me reprochaba a mi mismo por mi imprudencia.

 

Tal vez es por eso que no me di cuenta cuando él acortó más la distancia entre nosotros y sin ningún aviso previo, Me dio un beso. Sentí el roce levemente áspero, pero cálido de sus labios y me congelé.

 

Me tomó completamente desprevenido, más aún cuando sentí su lengua intentando invadir mi boca y a medida que más pasaba el tiempo, más confundido me sentía. En el transcurso del beso mi mente terminó por quedar en blanco, de la misma forma en la que Kayano había quedado hace no mucho por mi culpa. Tan solo cuando Karma dijo mi nombre logré salir de mi estado de estupefacción. Sentí mis mejillas arder y mi corazón latir desesperado ¿Esto era lo que Kayano había sentido cuando yo la había besado? Por alguna razón sentí la urgencia por disculparme con ella, pero rápidamente ese pensamiento se esfumó de mi cabeza…

 

¿Qué razones tenía Karma para hacer algo así justo ahora?

 

— ¿Qué pasa con esa repentina vergüenza? — Dijo con burla.

 

¿Era una broma? Sí. Con esa forma de hablar seguramente se trataba de una broma. Algo así como un poco de mi propia medicina para hacerme ver igual de sumiso que Kayano y reírse de mí. Aunque una parte de mi sabía muy bien que Karma no solía hacer bromas como esas, pero me encontraba confundido y reflexionar mejor la situación en esas condiciones era realmente imposible.

 

— D-deja de bromear… — Tartamudeé cubriendo mi rostro, pero no hubo respuesta. Karma solo volvió a acercarse a mí, ahora mucho más agresivo. Incluso me dio una mordida muy poco sutil en los labios que dejaba en evidencia su mal humor. Mis palabras lo habían cabreado a un punto que en verdad nunca esperé.

 

Y mientras más palabras intercambiabamos, mientras más preguntas le hacía para intentar entender la situación, sus acciones se volvían cada vez más violentas y la frustración que había visto al comienzo solo parecía ir creciendo más y más.

 

Ni siquiera recuerdo bien todo lo que nos dijimos en ese momento, solo sé que hubo un instante donde me sentí realmente en peligro y esta vez, lejos de querer enfrentarlo, decidí huir, pero mi huída no llegó muy lejos. Gracias a sus buenos reflejos mi escape fue detenido con una zancada que me llevó a caer de lleno al piso, además de provocarme un esguince en el tobillo. Lo supe en cuanto caí por el agudo dolor en mi articulación, pero el instinto me decía que no debía dar ningún indicio de aquella lesión, por lo que hablé molesto mientras me volteaba a él.

 

Karma se había pasado de la raya esta vez. Me había indignado, pero solo cuando vi su expresión me di cuenta de que quién estaba realmente molesto era él y entendí que tenía que calmarlo o bien, salir rápidamente de ahí.

 

Retrocedí un poco sin pararme del suelo y antes de poder siquiera pensar en correr, él se acercó a mí para asegurarse de quitar por completo esa idea de mi cabeza. Pisó mi tobillo sin compasión alguna hasta sacarme un grito de dolor. Claramente tendría suerte si mi tobillo no terminaba con una fractura después de eso.

 

Apreté los dientes mientras él repentinamente cambiaba su actitud hacia mí, liberando mi tobillo, inclinándose frente a mí y hablando más suave, siendo más gentil, pues incluso acarició mi cabeza. Para entonces ya no estaba entendiendo absolutamente nada de lo que estaba pasando por su mente.

 

— ¿Qué es lo que pretendes Karma? Me pides venir a solas, me besas y al momento siguiente ¿me golpeas? ¡No estoy entendiendo nada de esto! — La confusión y la rabia por la situación me llevaban a hablar más fuerte de lo que normalmente haría. Estaba enojado y él también, pero lejos de querer darme una explicación, él solo parecía ignorarme y por sobretodo, volver a subestimarme.

 

¿Me odiaba? ¿Era eso?

 

No, era imposible, ya que Karma no era la clase de persona que guardaba las apariencias, menos por tanto tiempo. Si me odiaba no hubiese pretendido jamás acercarse a mí desde el comienzo. Probablemente él era el más honesto de todos nosotros, pero entonces ¿Por qué?

 

Cada vez que mi mente comenzaba a buscar alguna clase de respuesta, él me sacaba de mis pensamientos con sus inesperadas acciones. Tomó mi mano con cuidado y la acercó a su boca, clavó sus dientes en mi piel mientras sus ojos se mantenían fijos en los mios. Cerré los ojos siendo incapaz de mantener su intensa mirada, pero de inmediato los abrí con sorpresa al sentir su cálida lengua sobre mi piel. Era como si estuviera demandando mi atención con ello. Entonces noté que su rostro estaba más cerca que antes y que, por alguna razón, de pronto todo se había vuelto mucho más lascivo. Esta “broma” ya no solo se trataba de un beso, sino que ahora una de sus manos se deslizaba sin permiso por mi pierna. Sin importar cuanto intentara apartarlo o zafarme de su agarre, cualquier esfuerzo era inútil.

 

Era imposible ganarle a Karma, siempre fue imposible.

 

Su mano continuó su recorrido imprudente por mi pierna llegando peligrosamente cerca de mi intimidad. De mis labios se escapó una queja, un sonido involuntario que me avergonzó tanto que de inmediato llevé mis manos hasta mi boca para cubrir mis labios, esperando y rogando que Karma no lo hubiese escuchado.

 

— ¿Mh? ¿Qué fue eso? — Preguntó dejándome en claro que no solo me había escuchado, sino que también le había causado cierta gracia mi reacción.

 

Sentí como muchas emociones diferentes, pero igualmente fuertes, se desbordaban de mi pecho. La confusión, la vergüenza, la rabia y por sobretodo el creciente miedo se mezclaban en mí al punto de hacerme temblar de forma involuntaria. Mi corazón latía más fuerte que nunca y no sentía que mi cuerpo tuviese la fuerza como para forcejear con él.

 

Karma estaba actuando demasiado extraño y yo por fin había entendido que me encontraba en evidente peligro. No estaba seguro de lo que él sería capaz.

 

Tenía que salir rápidamente de ahí a como diera lugar. Me había convertido en un pequeño ratón a punto de ser devorado.


~Fin cap. 2~

Notas finales:

:D……

¡No me maten!

 

Sé que esto no es lo que precisamente esperaban y les prometo que al principio no era lo que estaba destinado para el segundo capítulo, pero todo se derrumbó (?) cuando me dije “oh, espera ¿qué pensaría nagisa de todo esto?”

 

La verdad es que siento mucha más comodidad al describir una mente como la de Karma que la de Nagisa (porque nagisa por si solo tiene muchas trabas y asuntos sin decir que wow… fue como un parto), pero me sentía en la necesidad de probar indagar un poco por ese lado.

 

Esto no quiere decir que los siguientes capítulos van a tener la misma dinámica (o tal vez sí, no lo sé. ¡Ayuda que este fic se manda solo!)

Espero que de todos modos les guste y al menos los convenza de que voy a ir actualizando tan seguido como pueda.

Recuerden que sus comentarios son muy útiles para mi hambrienta e insegura alma.


¡Gracias por leer!


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