Había un sendero lleno de flores blancas, iluminado por una luz que emitía un resplandor exquisito, pero no causaba ningún daño, a lo lejos vio dos figuras que se dirigían a él con un paso ligero en un sendero de piedras lisas, una de ellas, de rasgos femeninos que mantenía un andar elegante, sobrio y con una cabellera inconfundible del color del fuego que se ondeaba presuntuoso con la ayuda de un viento inexistente. A su lado, venia una figura masculina fuerte, decidida, mostrando aquellas esmeraldas resplandecientes que relucían aun debajo de esos lentes.
- Papá, mamá, pero que hacen aquí ustedes…- un dedo largo y de piel nívea lo silencio, dejándolo aún más confundido.
- Estamos aquí por ti, el tiempo que despiertes ha llegado, el momento que necesitabas está aquí y ha sido suficiente para que te manifiestes.
- ¿Tiempo? ¿De qué? No comprendo.
- Hijo, busca y encontraras, todo está cerca de ti, solo que recuerda, el camino está lleno de obstáculos, pero la decisión que tomes será siempre la que este guiada por tu corazón.
De pronto sintió como sus padres le tocaban el pecho, de repente sintió un calor abrazador dentro de él, sus entrañas se fueron moviendo dando paso a algo que no supo cómo describirlo, quiso gritar, decirles a sus padres que quería llorar, pero no pudo solo vio que ellos se alejaban dejándolo solo con esa sensación, sintió como su mente se abría y de repente empezó a flotar, pero cuando menos espero ya estaba cayendo, sintiendo un confort que no había sentido en mucho tiempo y entonces despertó…
Esteban abrió lo ojos del golpe, estaba sudado y sentía que su temperatura había subido. “pero que raro sueño” pensó y como si hubiera recordado lo que había pasado una noche anterior se levantó de la cama a gran velocidad y salió de la habitación en la que se encontraba creyendo que había pasado lo peor.
- Buenos días bello durmiente.
- Daniel, ¿dónde estoy?
- En mi casa tontito donde más, anoche cuando iba llegando al bar un hombre, muy guapo, por cierto, te traía en brazos como una princesa, a lo que me dijo el, te drogaron y por poco te violan, creo que deberías evitar esos lugares de mala muerte, ahora si corriste gran peligro.
- Pero si tu tuviste la culpa, quien fue el que quería que fuera con él al bar, y quien me dijo que fuera entrado y que después me alcanzaba. ¿Eh?
- Si ya entendí que a ti nunca hay que dejarte solo, asumo mi responsabilidad, pero en primer lugar fue tu decisión haber entrado.
- Ay Daniel, eres un estúpido, sabes que, me largo, ahora dame mi billetera y mis llaves.
- Mmmm, hay un ligero problema creo que se te cayo la billetera en el bar porque solo encontré tus llaves en el bolsillo.
- Mierda, a eso es a lo que me refiero, siempre me pasan cosas cuando estoy contigo. Iré a mi casa a darme un baño y después iré a ese dichoso bar. Solo espero no encontrarme con el estúpido mesero.
- ¿Quieres que te acompañe?
- No, mejor voy yo solo. Nos vemos mañana en el trabajo.
Sin más, Esteban se despidió de Daniel y se dirigió a su casa, mientras caminaba iba reflexionando acerca de ese extraño sueño, si bien hacía tiempo que no soñaba con sus padres, verlos de esa manera tan vivida y un tanto curiosa, no entendía a que se referían con el momento de despertar ha llegado. Pero por alguna extraña razón sabía que los acontecimientos de la noche anterior habían sido el detonante de aquel sueño. Después de un rato de caminar y reflexionar sobre aquello, llego a su casa al entrar se dio cuenta que era la primera vez que no la sentía tan sola, dejo sus llaves en la mesa de la sala, se dirigió a su habitación y se dispuso a darse un baño, lentamente se fue desnudando metiéndose a la regadera, cuando se disponía a quitarse la ropa interior los recuerdos de aquel hombre empezaron a atacar su mente, piel morena y con unos ojos amielados, facciones fuertes y hermosas, cuando menos lo pensó ya tenía su mano alrededor de su miembro, comenzó deslizándolo suavemente de arriba abajo, tocando levemente la cabeza del pene, suaves jadeos comenzaron a hacer eco dentro del pequeño baño, sentía como el calor enrojecía su cara mientras imaginaba que esas varoniles manos lo tocaban, los pezones, bajando por el pecho hasta llegar a su trasero, mientras que con su mano derecha seguía con su labor masturbándolo, la izquierda comenzó a hacerse paso entre sus glúteos, tan vivido sentía aquel toque auto infringido que daban pauta a que su imaginación siguiera volando, que en poco tiempo termino, manchando de semen la puerta de cristal de la regadera. Aun sintiendo los estragos del orgasmo termino de darse el baño y se dispuso a vestirse, de su closet saco una playera rojo oscuro, unos pantalones de mezclilla azul y unos tenis del mismo color de su playera.
Aunque aún le parecía extraño aquel sueño que había tenido, justo después de conocer a aquel hombre que había sido preso de sus fantasías, sabía que de ahora en adelante todo marcharía bien, o tal vez aquella opresión en el pecho sería un presagio.