Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hadas negras por 1827kratSN

[Reviews - 63]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Cuando Naruto cumplió sus diez años aún tenía el privilegio de visitar semanalmente a su padre, a veces con Deidara a su lado, en otras ocasiones él solito; era una pequeña felicidad que se le era dada gracias a la buena voluntad de Minato porque, por sobre todos los problemas que tuvo con los Uchiha, jamás le quitaría a su hijo menor el derecho a visitar a quien siempre fue y sería su otro progenitor. Eran visitas esperadas por ambos involucrados, mas, no siempre se puede vivir en un sueño hermoso ya que las cosas cambian al mismo ritmo en que las personas lo hacen, así de simple.

Minato debía irse del país debido al apogeo de cierto contrato que debía aprovechar y con ello los dos rubios menores se tenían que ir con él, no hubo siquiera opción a discusión porque la custodia total la tenía el rubio. El dolor de Fugaku y de Naruto fue palpable al enterarse, el corazón de Minato pudo doblegarse, pero no lo hizo porque en mente tenía una vida próspera que trazar en pro de su familia. Además, no quería arriesgar a su pequeño Deidara a un acoso por parte de Itachi, puesto que éste a veces aparecía en la casa para una visita improvisada o era quien retiraba a Naruto para las visitas a la mansión.

Todo lo malo debía borrarse, en eso creyó Minato y tomó decisiones a pesar de que su hijito menor lo creyera el malo de la historia

 

 

—Odio la idea de irme — reclamaba nuevamente entre lágrimas —. No quiero irme

—Debemos hacerlo, Naruto — Minato intentaba convencerlo, hacerle entender que todo sería para bien, pero no fue fácil

—Abandonaré a mis amigos, mi vida, mis compañeros… ¡A oto-san! ¡¿Por qué me quieres obligar a eso?!

—Naruto mírame… — acunó esas mejillas rojizas debido a que la manga las repasaba continuamente para quitar las lágrimas — también dejaré todo aquí, pero no podemos cambiar de idea

—Si tan infeliz te hace irte, ¿por qué no nos quedamos?

—Porque no — se le partía el corazón el escuchar los sollozos de su niño

—Dame una buena razón — refunfuñaba mientras sorbía levemente su nariz

—Naru — Deidara había llegado tarde en ese día e ingresó en sigilo cuando escuchó la discusión en la sala y los leves sollozos de su hermanito — ¿No eras tú el que me decía que quería viajar?

—¡Pero ahora ya no lo quiero más!

—Sé que no es fácil — sonrió con comprensión y miró a su padre para darle apoyo mudo — pero piénsalo de esta forma… Conoceremos nuevos lugares, viajaremos un poco, haremos nuevos amigos, aprenderemos otros idiomas

—No quiero — ni siquiera pensaba en esa posibilidad. Como cualquier niño, quería quedarse en donde se sintiese seguro y amado

—Naruto… lejos de este país estaremos a salvo — Minato lo miró con seriedad pues iba a cambiar de estrategia — viajaremos porque no quiero que nada te pase a ti o Deidara

—Pero aquí estamos bien — rezongó — estamos…

—Hay alguien malo que me persigue — Deidara se acercó al rubio menor y suspiró — por eso oto-chan quiere mudarse

—Deidara — reclamó Minato pues no quería que su hijo se echase la culpa de todo

—Déjalo, oto-chan. Debe saberlo — no había otra forma, tal vez con eso Naruto se convenciera o tal vez le echaría la culpa de la mudanza y se odiarían por siempre. Era un riesgo, pero tenía que correrlo

—¿Quién te sigue? — de nuevo Naruto limpiaba sus mejillas y respiraba hondo para aliviar el nudo en su garganta

—Alguien que quiere hacerme daño… y alguien más que también quiere hacerle daño a oto-chan — explicó con calma mientras se ataba los largos cabellos en una coleta alta — por eso debemos irnos

—Pero porqué querrían dañarlos-ttebayo — hipó en medio de la frase antes de mirar a su padre y hermano

—Porque a veces las personas no miden consecuencias — respondió Minato

—Podemos pedirle ayuda a oto-san

—El no pudo resolverlo… por eso nos fuimos de esa casa — Minato explicó con calma mientras apretaba los puños — Fugaku, tu padre, incumplió una promesa y por eso ahora yo tengo que luchar por nosotros — acarició los cabellos de su hijo y suplicaba internamente porque Naruto cediera

—Oto-chan sólo quiere protegernos — Deidara se sentó en el piso junto a Naruto — porque también teme que alguien quiera hacerte daño

—Quiero saber quién quiere hacerles daño — exigió el menor

—Cuando seas mayor te lo diré… pero por ahora es mejor que no lo sepas — Minato respiró profundamente mientras cerraba sus ojos —. Por favor, apóyame en esto

—Quiero saber — frunció su ceño

—No se puede, Naru — Deidara se arrodilló frente a él — porque es mejor que no sepas

—Pero

—Si te lo digo, tal vez sea peor… porque a veces saber lo que va a pasar es más aterrador porque no se puede evitar — actuaba con un hermano mayor, Deidara al menos lo intentaba

—Aun así… quiero saber

—¿Quieres que a oto-chan o a mí nos pase algo malo? — Deidara preguntó con seriedad

—No

—Entonces apoyemos a oto-chan en esto… porque es por nuestro bien

—Dejaremos muchas cosas aquí

—Pero nuestra felicidad vale más que eso — sonrió Minato — además te prometo que a donde vamos… podrás hallar más amigos, más lugares que te gustarán

—Estaremos juntos, Naru — sonrió Deidara — y nada malo pasará

—Pero quiero que oto-san vaya también — apretó los labios y suspiró

—Sabes que oto-san tiene dinero, él vendrá a visitarnos seguro — Deidara soltó eso con despreocupación pues en el fondo poco le importaba lo que Fugaku hiciera, no después de enterarse del por qué su papi enfureció tanto esa noche. A veces oír detrás de la puerta era bueno

—Hubiese deseado que jamás se separasen — Naruto miró a su padre y apretó los labios hasta volverlos una sola línea — todo empeoró desde que salimos de casa

—Lo sé… y lo siento — su voz tembló

—Nada de sentirlo — Deidara se enfadó por lo dicho por su padre — si salimos de ahí fue por una buena razón…

—¡Deidara! —regañó Minato, pero su hijo sólo giró el rostro en muestra de que no se iba a detener o a disculpar

—Naru algún día me entenderás. Ahora, confía en tu hermano mayor que dice que el viaje será genial

 

 

Enfado, fue normal enfrentarlo, pero difícil de tolerarlo.

Desgraciadamente Naruto tomó una faceta difícil desde que abandonaron la ciudad, el distrito y el país. Fue mucho peor cuando la comunicación con Fugaku disminuía progresivamente pues la distancia siempre ganaba y la diferencia horaria a veces sólo era la excusa perfecta para dejar de hacer lo que un pacto exigía.

Fugaku inicialmente llamaba a Naruto cada día, después cada semana, pasó a ser cada mes y al final, sólo en los cumpleaños del rubio menor y a veces en el de Deidara. Eso fue el golpe final. El resentimiento de un corazón herido estalló en agresión para quienes no se lo merecían

 

 

—¡¿Por qué te comportas de este modo?! — reclamo en elevado tono se volvió común

—Porque quiero — era la discusión que se daba a diario desde hace tiempo después de que ellos dos regresaran a casa tras un día agotador de clases

—¡Estás siendo infantil! — criticaba Deidara con su ceño totalmente fruncido — ¡Estás insoportable, Naruto!

—Tú tienes la culpa de eso — bufaba mientras lanzaba sus cosas en el suelo a mitad del paso

—¿Disculpa? — usó un tono irónico porque ya había discutido por ese detalle con anterioridad — ¡Yo que te hice!

—¡Por tu culpa viajamos a este país! ¡Por culpa de ese “alguien” que te seguía, yo dejé todo lo importante en mi vida! Tú tienes la culpa de que oto-san se haya olvidado de mí — su voz estaba tan cargada de odio que Deidara sintió un nudo en su pecho, uno que él mismo quiso crear pero que en ese punto ya no soportaba. Extrañaba a su anterior hermanito, al que reía y asemejaba al sol, aquel que lo seguía a todos lados mientras le pedía jugar. Lo anhelaba tanto que se volvió doloroso

—También se olvidó de mí y de oto-chan… — chasqueó su lengua y aguantó las ganas de llorar. Aunque lo negara, el hecho de que su padre lo haya dejado de lado le afectó mucho — ¿Crees que no me duele? Fue mi padre también

—¡Ni siquiera llevas su sangre! — desde hace un tiempo Naruto gustaba de restregar verdades dolorosas — No importa que se haya olvidado de ti, pero yo soy un asunto diferente. Yo sí soy su hijo

—¿Y eso qué? — se aguantó los insultos para enfrentar tan dañina frase y siguió — Fue mi padre adoptivo, me crió y lo considero mi verdadero padre. También lo amé, no sólo tú lo has hecho, Naruto

—¡Ja! — empujó una silla con su pie y aventó el adorno del comedor — Claro que no lo amabas, por eso lo alejaste de nosotros

—Sabes… — apretó sus sienes y labios — ¡Estoy harto! — Deidara arrojó su maleta lejos y enfrentó a su hermano — ¡Inmaduro!  ¡Has hecho que la vida aquí sea un desastre!

—Te lo mereces… ¡Minato se lo merece!

—Tal vez yo sí me lo merezca — dijo empujando al muchacho de doce años y medio que le hacía la vida de cuadritos — pero oto-chan no

—También se lo merece porque él fue quien se divorció, quien nos trajo aquí… — golpeó el pecho de su hermano con sus puños y lo empujó — ¡Odio este maldito lugar!

—Lo que odias es que tu padre no te llame — se burló con descaro. Le iba a golpear con otra verdad dolorosa para que aprendiera lo que se siente

—¡Cállate, Deidara!

—Pues reacciona, Naruto

—¡Me largo!

—Oh no, señor — lo agarró del brazo y lo arrastró hasta la sala de su nuevo hogar

—¡Suéltame! ¡Ahora!

—Aprovecharé que no está oto-chan en casa — gruñó Deidara antes de arrojar a su hermano a uno de los sofás — pues te haré entender por las malas que hacerle la vida imposible a los demás no es forma de desquitar tu resentimiento

—¡Y tú qué sabes, Deidara! — le dolió el golpe con uno de los bordes del sofá, pero se negó a dejarse ganar — ¡Tienes la culpa de todo y te haces la víctima!

—Siempre quisiste saber lo que pasó, ¿no? — el rubio más alto empujó a Naruto y se colocó encima de éste, agarrándole de las manos y obligando a que lo escuchara — ¡pues escucharás!

—No quiero oír tus mentiras — intentaba patalear, quitarse a Deidara de encima, pero era más débil debido a su pequeño cuerpo

—Ya estás grandecito como para que sepas… veamos que pasa después

—¡Idiota!

—Me escucharás ahora… Naruto

 

 

Verdad que Deidara dijo/gritó sin miramientos, aunque claro, ocultó ciertos detalles duros de soportar. Dejó a Naruto llorando en la sala, seguramente para desahogarse o tal vez para auto convencerse de que todo era una mentira. Duro de afrontar, pero fue algo que debió pasar para que las cosas mejoraran.

Deidara también estaba dolido, pero mucho peor era soportar los sollozos de su rubio padre cuando era media noche y éste quedaba solo en la cocina. El rubio muchas veces se escabulló silenciosamente para certificar el sufrimiento de su papá, el cual se desahogaba a través de lágrimas por la impotencia de no saber cómo lidiar con su altanero hijo menor. Por eso decidió contarle todo a Naruto, para que así dejase de ser idiota y le diera paz a Minato.

Después de aquella tarde… el cambio fue progresivo, sin embargo, Deidara jamás reveló que soltó la lengua debido al enfado. Minato creía que su hijo menor superó esa etapa rebelde por sí solo y que no era necesario contarle lo que en verdad pasó. Naruto se quejó al inicio, pero después de largas charlas, de convivencia, pláticas con Deidara, el pequeño rubio entendió que nada se podía hacer y que su accionar no era el correcto.

Deidara había madurado mientras todo ese caso se llevaba a cabo, cuidando de Naru con más empeño y logrando que el más joven, de su ahora fragmentado hogar, dejara de ser una molesta vocecita llena de pedidos y protestas. Naruto respetaba a Deidara, siempre lo había hecho, aunque lo callaba y se portaba como idiota, pero después de entender lo sucedido las cosas fueron más fáciles. Minato con orgullo podía decir que crió a dos personitas con grandes cualidades. El uno creativo, el otro rebelde, pero con un gran corazón, y… así seguía

 

 

—¿Te das cuenta de que la sonrisa de papá ahora brilla como antes? — Deidara lavaba los platos mientras Naruto arreglaba las compras para la semana. Cumplían las labores del hogar mientras su padre trabajaba

—Sí — sonrió ampliamente al recordar cómo se despidieron esa mañana — creo que fui un muy mal hijo por demasiado tiempo, pero ahora ya todo está bien

—Eres un cabezón, jamás dejarás de serlo, pero ¡por dios! ¡guárdatelo para ti! — rió bajito

—Lo siento — respondió con una sutil risa — pero, ¿cómo querías que fuera bueno si yo creía que ustedes me quitaron todo lo bueno de mi vida?

—Para protegerte, idiota — masculló Deidara golpeándole la cabeza — pero te gusta sufrir

—Me gusta saber la verdad que es otra cosa — sobó la zona afectada e hizo una mueca antes de golpear a su hermano en el brazo

—Mocoso tonto

—Rubio cabeza hueca

—Oye, me ofendes — se reía mientras hacía una pose dramática — pero recuerda que tú también eres rubio

—Al menos yo no parezco una niña

—Oye… — sonrió con malicia mientras clocaba uno de sus largos mechones detrás de su oreja — al menos yo no soy un doncelito con fuerzas de niña

—¡Oye! Te dije que esa mocosa que me asaltó era más grande que yo

—Excusas, mi querido hermano

—Ya te quiero ver peleando con alguien más grande que tú — refunfuñó con indignación

—Lo hice — le sacó la lengua e infló su pecho — y casi lo dejo estéril…. En cambio, tú, hubieses quedado en ridículo — rió antes de escapar de su hermano que tenía intenciones de taclearlo

—¡No soy débil!

—Lo eres, Naru — al fin volvieron a ser el par de hermanos de siempre

 

 

Tiempo…

 

 

Desde hace años que no tenían más contacto con los Uchiha que unas llamadas cada cierto tiempo y cada quien forzó su vida. Los Namikaze se habían mudado de nuevo debido al avance del negocio del rubio mayor, su destino fue Singapur. El negocio que Minato hizo con Mao lo llevó a eso porque querían expandirse ya que estaban bien establecidos y podían dar esos saltos estratégicos. Con una empresa en crecimiento, Minato era feliz, pues a pesar de que creyó que su familia se volvería un lío… eso no pasó

Los dos hijos de Minato crecieron en un ambiente bastante tolerante, abriendo su mente a todas las posibilidades en ese mundo. Ambos con actitudes deportivas, siendo extrovertidos, dulces y a la vez un poco despistados en ocasiones, pero ambos eran buenas personas.

Naruto cumplía sus 17 años ya y ese día la mayor sorpresa de todas se mostraría. Deidara fue quien lo recibió en casa, lo hizo con una sonrisa enorme, agarrándolo sin aviso previo para hacerle una llave en el cuello y despeinarlo de paso. El rubio tenía 23 años y estaba en el apogeo de su carrera artística incursionando en diferentes ramas, tal vez por eso no se le hizo raro lo que vio cuando el menor llegó a casa… aunque a otra persona sí que no se le hizo gracioso

 

 

—¡Naruto! Feliz cu… cu… cu… ¡¿Qué te hiciste en el cabello?! — Minato casi se desvanece debido a la impresión

—¡Oto-chan! — Naruto se lanzó a los brazos del mayor cuando lo vio, lo derribó hasta que ambos cayeron al sofá — ¡A que me queda súper-dattebayo! — reía estrepitosamente

—¡Estás loco! — se quejaba mientras sujetaba la cabeza de su hijo y veía el cabello ahora rojo opaco de su hijo — cómo demonios… por eso demoraste — regañó mientras deslizaba sus dedos por los mechones coloridos de su hijo

—En realidad me salté clases — sonrió y antes de que el mayor protestara, se explicó —. No te asustes, no es permanente — guiñó uno de sus ojos antes de reírse por la expresión aliviada de su progenitor

—Gracias al cielo

—Pero estoy ensayando para tinturarlo de verdad

—Claro que no

—A mí me gusta — Deidara se unía y se lanzaba encima de los otros dos — es bastante lindo… — ignoraba la mirada de reproche de su padre y continuaba — pero no te lo pintes por completo. Hazlo en porciones, mechones a los lados o enfrente, así quedaría mejor — se acurrucaba encima del pecho de su padre y Naruto hacía lo mismo

—Deidara, no lo alientes. En serio — se quejaba Minato entre risas porque sus dos hijos eran el mar de energías y él ya estaba viejo como para soportarles esas muestras exageradas de cariño — basta ustedes dos… me aplastan

—Pero así estamos juntitos — se reía Naruto mientras se acomodaba mejor

—Yo solo quiero fastidiar — Deidara se movía por encima de Naruto y reía al escuchar las protestas de su padre

—Oigan… en serio, a un lado — sonreía divertido — Hay pastel, no hay que esperar — usó su estrategia final

—¡Pastel! — el cumpleañero se zafó de su prisión tan rápido como pudo y saltó con velocidad para ganar terreno — me pido las fresitas--tebayo

—¡Oye! Déjame algunas, Naru — el otro lo seguía con velocidad también y el mayor de ellos se reía. No tenían una mala vida, eran… como cualquier otra familia

—No puedo creer que sigamos siendo un desastre — suspiró Minato cuando escuchó la pelea de ambos hijos en la cocina — ¡Al menos partan la torta! — pero claro, los menores estaban más concentrados en pelear con sus tenedores por la primera fresa… típico

 

 

Si eso seguía así terminara en desastre y harían una rutina que se convirtió en tradición. Arrojarían el pastel al suelo como en cada cumpleaños, tendrían que salir a comprar otro, pero se decidirían por ir a un restaurante diferente a los que conocían. Se reirían mientras hacían locuras. Deidara haría una pequeña obra de arte con los palillos a disposición en la mesa y se robaría los que quedasen en las demás. Naruto cantaría algo con tanta pasión que no tardaría en atraer la atención de todos en ese lugar. Los dos hermanos conseguirían una guitarra, armarían un mini concierto y Minato se reiría porque sus dos hijos estaban locos… tan locos como él que dejó de ser parte del comité de marketing de una famosa empresa y ahora hacía sus propios diseños de joyas en oro fino que se vendían por una fortuna en otros países. Claro, tenían una vida interesante, aunque un poco desorganizada

 

 

Mundo…

 

 

Habían pasado tantas cosas en su vida, tantas raras situaciones, problemas, dichas, que ahora ni creía sobrepasar los cincuenta años y sentir el vacío existencial. Nada en su vida estaba como soñó hace años, lo peor de todo es que todo lo sembró él mismo.

Fugaku suspiraba por décima vez en ese día mientras miraba por el cristal de su ventana en la oficina presidencial, pues aún tenía el cargo de presidente en esa empresa y no lo soltaría hasta que Itachi decidiese sucederle, o en su caso, Sasuke, quien también estaba en edad. Estaba ansioso y marcaba un número en específico, pero el sonar constante le daba señal de que no le contestarían. Intentaría más tarde, pero tal vez no podría hablar con él hasta el día siguiente como era común

 

 

—Uchiha-sama — una mujer de alrededor de unos treinta años ingresaba en la oficina con un par de carpetas — le tengo los documentos para que los firme, además le recuerdo que tiene una reunión dentro de una hora

—Gracias, pon todo ahí y retírate

—Vaya que estás mucho más solitario que antes. Ahora hasta desprecias la compañía de tus adoradas secretarias — voz madura, seria, un poco altanera, Fugaku la reconocería en cualquier lado

—Al fin has llegado, Sasuke

—Tenía un par de cosas que arreglar en la otra cede — cerró la puerta para tener privacidad — pero llegué a tiempo

—No tienes nada pendiente aquí, al menos que yo sepa

—Vengo a alivianar tu tristeza — dijo, sin embargo, su rostro no cambió la expresión estoica y casi agria que lo caracterizó desde la adolescencia —. Hoy es cumpleaños de Naruto y seguramente estás recordando cosas que no te hacen bien

—No tienes por qué venir a decirme eso, Sasuke

—Supones que pongo sal a tu herida abierta — tomó asiento y esperó a que su padre también lo hiciera — pero estás equivocado. Sólo vengo a intentar convencerte de que dejes de lado el pasado

—Tú fuiste quien sufrió más, ¿no es verdad? — miró a su hijo y éste hizo un gesto con su ceja — Minato fue tu guía desde que eras muy pequeño

—Lo fue — admitió, nunca ocultó eso — lo amaba y tú hiciste muchas tonterías hasta que lo alejaste, pero eso fue el pasado, ya está hecho y no puedes cambiar nada. Yo lo superé, ahora supéralo tú

—Suena tan fácil — sonrió sutilmente mientras cruzaba sus brazos

—Lo es… debería serlo… Siempre superaste todo, Minato debería tener el mismo camino que todo lo demás.

—¿Itachi superó a Deidara?

—No lo sé, nunca habla de eso — admitió mientras daba un rápido vistazo a esa oficina — pero viaja constantemente. ¿No te da una pista?

—Intenta hallarlo — Fugaku suspiró pesadamente porque no tenía control sobre su hijo mayor

—Ellos viven en un país interesante, será difícil de hallarlos. No me preocupa eso

—No será tan difícil si sigue las pistas correctas — mordió su mejilla interna — pero que llegue a acercarse lo suficiente es otro asunto. Minato sabe ser discreto y será difícil encontrarlo

—Aún no perdono tu intento vano por obligarlo a volver contigo — Sasuke gruñó bajito ante el recuerdo — fue por eso que Minato viajó lejos, sin dejar pistas de su paradero

—No me reclames por mis acciones desesperadas

—Acosarlo como un chiquillo e insistirle tanto hasta el punto en que llegaste a detener su auto en medio de una carretera, fue demasiado. Ya sé de dónde Itachi sacó todo ese asunto del acosador demente — lo miró acusadoramente

—Ya me disculpé por eso

—Por tu causa dejé de ver a Minato, a Deidara y a Naru — pero antes de enfadarse suspiró profundamente — hiciste que se mudaran, al menos así detuviste a Itachi también

—Me está regañando quien me ocultaba que visitaba constantemente a quien yo buscaba con desespero — refutó

—Hice lo correcto y lo sabes — Sasuke miró con seriedad a su padre — así que no reclames y mejor dime… ¿cuándo llamarás a Naru?

—Cuando se me dé la oportunidad

—¿Cuándo te conteste?

—Sí — suspiró

—¿Intentaste dejarle un mensaje por una red social?

—No

—Pues qué esperas — suspiró porque su padre a veces era desesperante — mándale un saludo de mi parte también

—Lo adoras — miró a su hijo con desconfianza

—Es mi hermano — apretó sus puños con disimulo — Lo cuidé desde que babeaba y usaba pañales, ¿qué querías? — le dio una última mirada antes de dirigirse a la puerta — por si lo dudas, no soy como Itachi, padre

—Una noticia más

—¿Qué?

—Iremos a Singapur para un negocio con una empresa aliada. Trataremos de crear una sede allí

—Eso díselo a Itachi, lo hará feliz — abrió la puerta, pero antes de salir quería dejar algo en claro —. Quiero liderar esa nueva cede, ninguna otra

—Lo harás… pero prométeme que si tienes información de mi hijo…

—También soy tu hijo — refutó con un poco de reproche. — a pesar de que me sigas creyendo un traidor

—Sasuke…

—Adiós, padre

—Adiós — respondió con algo de culpa, fue él quien alejó a su propio hijo, no podía reprocharle nada

 

 

Soledad, esa era su única compañera ya que después de Minato nadie ocuparía el lugar estable como su complemento en la vida… nadie podría reemplazar a su amor rubio, el mismo que no pudo volver a ver. Lo extrañaba tanto y lo peor era que se sabía no merecedor de una sola mirada dulce de parte del que fue su segundo amor en esa larga vida. Pero como un cualquier Uchiha, no se rendía, a pesar de los años siguió intentando siquiera un encuentro y seguiría haciéndolo… porque quería solamente recibir una sonrisa de ese rubio, sólo una, además de ver a sus hijos y volver a tener su familia reunida como en años de antaño

 

 

Vuelo…

 

 

—Es mi cumpleaños — murmuraba cierto rubio cuando la noche empezaba a caer — así que todavía tengo poder hasta media noche

—No otra locura, Naruto — advirtió Minato. Después del karaoke no quería más alboroto  

—¿Qué quieres, Naru? — Deidara jugaba con su mano moviéndola para deformar el tatuaje que tenía en la palma, el mismo que imitaba a una boca abierta con la lengua de fuera — tu hermano quiere saber

—Quiero tener un novio — ni bien terminó de decir aquello, el auto se detuvo de improvisto tirando al rubio menor hacia al frente y a Deidara contra el vidrio lateral debido a que Naru lo empujó — ¡Por dios! ¡Papá, ¿qué te pasa?!

—¡Casi nos matas, Naru! — se quejó Deidara mientras trataba de volver a su posición anterior — sabes que ese tema es delicado

—Naruto — Minato sonrió sutilmente mientras apretaba el volante y soltaba el freno — eres muy joven aun

—Papá… en serio — Naruto luchó por volver al asiento de atrás y suspiró cuando cayó de sentón en el asiento — ya estoy en edad

—No

—Papá — se quejaba con voz infantil

—No quiero que nadie toque a mi niño

—Papá — suspiró Naruto — sabes que no me metería con alguien que tú no aprobaras

—Aun así — miró a sus hijos con seriedad —. No lo permito

—Papá — Deidara rió bajito por esa cara tan aterradora — deja de decir esas cosas. Naru puede empezar a hacer su vida amorosa y yo igual

—Jamás — hasta tenía un tic en su ceja derecha. Se le dificultaba admitir que desde el suceso que marcó su separación, se volvió en extremo temeroso a que sus hijos se relacionaran románticamente con alguien

—Si Deidi es asexual y no te da esos problemas, no es mi asunto — Naruto ignoró la mala mirada de su hermano y rió — a mí sí me interesa encontrar a alguien con quien pasar mis días libres

—Por dios, ¡no! No quiero que me abandonen todavía — Minato suspiró pesadamente — no quiero que salgan lastimados y…

—Papá — Deidara le palmeó la espalda — podemos defendernos solos y lo sabes. Deja a Naru en paz, el mocoso ya está en edad de cometer locuras; con precaución, pero locuras en sí

—Lo sé — dijo mientras posaba su frente en el volante — pero no lo acepto

—Tengo novia, pa — Deidara dijo eso con simpleza

—¡¿Cómo que novia?! — hablaron los otros dos al unísono

—Pff… — rió con ganas al ver esas dos caritas boquiabiertas — No soy asexual, pa — miró a Naru y le sacó la lengua — sólo que soy bastante específico en lo que quiero, es más, ahora mismo mi novia está en periodo de prueba

—Pensé que tú te quedaría a mi lado, Dei — se quejaba Minato como si fuera un niño pequeño al que le niegan un dulce

—Papá — rió bajito, enterneciéndose por la preocupación de su progenitor — ni que me fuera a mudar. Sabes que me gusta estar en casa y vivir con ustedes dos, pero algún día me independizaré

—Oh no, no quiero eso — refutó Minato haciendo un leve mohín que causó las sonrisas ajenas  

—¡Vamos! Ya que estamos de honestos — Deidara miró a los otros dos —. Me alquilaré un departamento para guardar mis pinturas y esculturas, será como mi nuevo sitio de trabajo. No tengo espacio en casa, pueda que pase algunos días ahí, pero… — antes de que Minato protestara elevó un poco su voz — pero mi casa siempre será con ustedes, pasaré ahí casi todos los días

—¿Y yo? ¿Qué hay de mí? — Naruto miró a su padre con suplica mientras le picaba la mejilla — ¿puedo?

—Por hoy ya han dicho suficiente — encendió el motor de nuevo y suspiró — dejen que lo consulte con la almohada

—Ganamos — sonrió Deidara

—Por las siguientes dos meses — Minato sonrió cuando escuchó el bufido de sus dos hijos — tengo que pensarlo cuidadosamente

—Vamos, pa, aún es mi cumpleaños

—Pide algo más

—Pizza — dijo resignado — hamburguesas, soda y helado de vainilla

—Te enfermarás, Naru — rió Deidara — pero añade crepes y chocolate a eso

—Genial… engordaremos juntos — suspiró Minato para después reír — también quiero patatas… y tacos

—¡ESTA MIERDA SE PRENDIÓ! — gritó Deidara

—Dei, tu vocabulario — regañó Minato

—Todos aquí somos hombres maduros. — palmeó la cabeza de Naruto y sonrió ladeadamente — No le veo el problema

—Lo apoyo — rió Naruto — ahora, ¡písale, papá!… ¡Tengo hambre-ttebayo!

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Este es mi último borrador plasmado :v así que puedo demorar un tiempo en seguir. Aunque la idea está en mi cabeza es difícil ponerla en “papel”, pido disculpas adelantadas por eso.

Pero volveré

Tengan por seguro que volveré…

Volveré a las sombras, querid@s~

Besos y abrazos~ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).