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Un amor que mata {KakaNaru} por -drxrry

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Notas del capitulo:

Disfrutad :)

{002 ; Light}

 

Esta vez, estaba decidido, a que cuando bajara al mundo de los ángeles, mataría sin dudarlo a Naruto. Había cometido un error, y ese fallo podría costar la vida de sus amigos, o más bien y hablando más específicamente, la de su mundo. Y no estaba dispuesto a tener más guerras sólo por la tontería que hizo, mostrarse ante el ángel. Diantres, ¿qué demonio haría eso? Ninguno, sólo Kakashi. No quería que el rey llegara a enterarse de eso.

 

A la noche, esperó como siempre a que todos estuviesen dormidos, pero al parecer Obito y Yamato se quedaron despiertos y lo observaron, pero Kakashi prefirió hacer caso omiso a aquellas miradas de advertencia y desplegó sus alas para bajar sigilosamente.

 

Surcó los cielos buscando aquella casa donde se encontraba Naruto. Lo haría en silencio y rápido. La encontró y se sentó lentamente en el balcón, mirando desde la ventana aquel indefenso cuerpo que seguía en la cama. Y es que cada vez que lo miraba, le parecía más y más hermoso. Cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza para poder mantener alejados aquellos pensamientos, y cuando los abrió, pudo ver cómo la mirada del ángel se encontraba fijamente puesta en sus ojos.

 

¿Puede verle?

 

No, imposible, ya que estaba utilizando el poder, nadie lo podía ver. El chico sonrió débilmente y Kakashi pudo oír perfectamente lo que susurró: Sé que estás ahí, demonio.

 

El platinado se sorprendió. ¿Cómo podía saber que estaba ahí, mirándolo? ¿Los ángeles tenían un poder que ellos desconocían? 

 

El indefenso chico se levantó lentamente de la cama, y Kakashi no pudo evitar observar detenidamente la prenda que el ángel vestía; llevaba un camisón blanco que le llegaba hasta las rodillas, sólo eso, lo único que tapaba su delgado cuerpo. ¿Qué clase de atuendo era ese?

 

Naruto se acercó al ventanal y lo abrió, para luego apartarse ligeramente y decir: 

 

—Puedes pasar, si quieres...

 

Kakashi no se lo pensó dos veces, o tal vez lo hizo inconscientemente, pero entró sin dejar de mirar al rubio. El demonio se percató de que Naruto seguía teniendo el rostro pálido y, por su frente, las gotas de sudor no tardaron en hacerse presentes. Entonces Kakashi se dejó ver y el ángel sólo abrió un poco los ojos, sin poder evitar esbozar una pequeña sonrisa.

 

—Hm... sabía que eras tú, demonio —volvió a su cama y se sentó.

 

—¿No me tienes miedo? —su grave voz hizo que Naruto le prestara mucha más atención de la que tuvo en un principio.

 

—A los demonios, no les tengo miedo... Le temo mucho más a la muerte —esbozó una suave y débil sonrisa de forma lenta, y a pesar de tener los labios ligeramente agrietados y pálidos, Kakashi siguió viendo aquella sonrisa hermosa, sin saber exactamente por qué.

 

—Sabes que te puedo matar aquí y ahora, ¿verdad? —aún así, quiso seguir.

 

Naruto apretó los labios con suavidad. —Bueno, si me matas, no me importaría... ya que esta enfermedad me matará igual tarde o temprano... —soltó una corta y débil risa, bajando la mirada por unos segundos—. Pero... yo no siento tu instinto asesino. —lo miró, mostrando sinceridad en sus palabras.

 

Kakashi se lo quedó mirando con mucha más curiosidad y detenimiento. 

 

—¿Por qué? Soy un demonio, vuestro enemigo.

 

«Tu némesis» pensó.

 

Naruto volvió a sonreírle, esa sonrisa llena de sinceridad y bondad, digno de un ángel.

 

—Lo eres, eso no lo niego. —dijo—. Pero... algo en ti te hace diferente de los demás ángeles oscuros.

 

Kakashi no entendía por qué un ángel se encontraba tan calmado ante la presencia de un demonio. 

 

—¿Por qué estás tan tranquilo teniéndome en tu habitación? —quiso preguntarle.

 

—Ya dije, eres diferente a otros... Pudiste matarme cuando quisiste... y no lo has hecho. —cerró los ojos y le dedicó una encantadora sonrisa; por eso eran ángeles, se veían hermosos de cualquier forma—. Dime, demonio, ¿alguna vez has matado a alguien?

 

Kakashi estuvo un corto rato en silencio, antes de responder:

 

—Sí, a mi madre. Todos los demonios nada más nacer matan a sus progenitoras. —dijo, como si fuera la cosa más normal del mundo.

 

El ángel se vio sorprendido. —¿Y no estáis tristes por hacer tal cosa...? —sus palabras fueron súbitamente interrumpidas porque comenzó a toser con fuerza sin poderlo evitar, jadeando a ratos.

 

—No... —Kakashi pudo notar cómo un reconocible olor a metálico entraba por sus fosas nasales, aquel olor que llevaba meses percibiendo—. De nuevo... huele a sangre. —murmuró.

 

Naruto alzó su débil mirada hacia él. —Vaya, ya veo que los demonios... —se permitió parar para dar una corta respiración honda, y suspirando, terminó de decir—, tienen un buen olfato.

 

Kakashi miró confundido al indefenso ángel, y éste prosiguió: —Esta enfermedad... hace que vomite sangre de vez en cuando... pero no siempre... —agachó la cabeza, sintiéndose de un momento a otro mucho más cómodo con su presencia—. Tienes buen olfato. —admitió.

 

¿Con que era eso lo que olía en su mundo? ¿Por qué los demás demonios no podían olerlo? Kakashi entonces quiso saber por qué de aquello, por qué la vida de los ángeles se estaba acabando.

 

—Dime, Naruto... —dijo con una suave voz—. ¿Cuánto tiempo llevas con esta enfermedad? ¿No hay ningún remedio para ello?

 

El nombrado alzó lentamente la cabeza, un tanto sorprendido porque el demonio supiera su nombre.

 

—Ya llevo un año, no se puede curar... Es doloroso... ¿s-sabes? —el ángel agachó de nuevo la cabeza y comenzó a estremecerse de sólo pensar una y otra vez en cuántos días de sufrimiento iba a seguir soportando; con lo cual, Naruto no pudo retener las futuras lágrimas que habían comenzando a brotar de sus ojos, y entonces tuvo algo de dificultades para poder respirar—. No quiero... —susurró—, no quiero morir... —el rubio se aferró a las sábanas.

 

Kakashi no tenía palabras para describir lo que estaba sintiendo, una parte de él se rompió en mil pedazos, ver cómo aquel hermoso ángel lloraba no estaba siendo de su agrado y algo en su interior volvió a removerse. Pero, ¿por qué?

 

El demonio no podía seguir viendo cómo esas lágrimas le hacían sentir aún peor, y sin pensarlo se acercó a Naruto y envolvió su delgado cuerpo entre sus brazos. El rubio se sorprendió al ser abrazado por el alto, pero no le importó en absoluto, ya que se sentía mucho mejor estando en aquellos cálidos brazos. Kakashi podía notar la fría piel del pequeño ángel, y en ese momento una repentina pregunta surcó por su cabeza, una que hizo que su corazón se estrujara: ¿Así que los ángeles también sufrían?

 

El demonio se fue apartando de Naruto mientras éste se limpiaba las lágrimas con su camisa y alzó la vista para poder ver al demonio de nuevo.

 

—Tengo que irme —soltó de pronto Kakashi, sin dejar de observar aquella triste sonrisa adornando el hermoso rostro del indefenso ángel.

 

Antes de que Kakashi pudiera abrir el ventanal y salir, Naruto quiso frenar sus movimientos y le agarró del final de la negra camiseta que llevaba.

 

—¿Cómo te llamas?... Los demonios podéis ver nuestros nombres, pero nosotros los vuestros no... —habló con una voz tan dulce, que por un momento el platinado se sintió perdido.

 

—Kakashi, me llamo Kakashi. —respondió sin siquiera voltearse a mirarlo.

 

Salió volando por el balcón y dejó atrás aquella tristeza en la cara del pobre ángel. Nunca antes se había sentido así, y era de lo más extraño para él. ¿Por qué sentía la necesidad de ayudar a un ángel? Él era un demonio, los demonios odiaban a los ángeles y viceversa. Pero por algún motivo, Naruto le pareció agradable, y como ya dijo el chico, no les temía a los demonios. Por lo que había podido notar Kakashi, el ángel no les había dicho nada de su encuentro a los suyos, y eso le hacía tener mucha más confianza en él. 

 

Kakashi se había olvidado de su "objetivo" de asesinar a aquel ángel, solo porque éste le temía más a la muerte, y eso le hacía sentir aún peor. Si le mataba, no se podría quitar de la cabeza la expresión de tristeza de Naruto, y eso no lo quería ni tan siquiera imaginar. En principio, dejaría en paz al ángel, ya que podría morir tarde o temprano. Pero una parte de Kakashi, quería ayudarlo en su enfermedad para que su vida no acabara, ya que aquella sonrisa del ángel le hizo darse cuenta de que todos le temen a la muerte. Incluso los demonios, aunque éstos no lo admitieran.

 

{···}

 

Pasó la tarde en un abrir y cerrar de ojos, hasta que se llegó la noche para poder bajar de nuevo y ver cómo se encontraba el ángel, porque por alguna razón, Kakashi se estaba preocupando bastante por la salud de Naruto, y no quería dejarlo solo, sufriendo y llorando como vio.

 

Al estar unos pocos metros de la casa del ángel, un repentino olor desagradable a sangre provocó que pensara al instante que algo estaba yendo mal, porque algunos días podía olerlo, pero no tanto como lo estaba percibiendo ahora. Aceleró el ritmo en que volaba y se posó en el balcón, sin poder ver la figura del ángel en aquella habitación. No dudó en entrar abriendo el ventanal con vigor, porque aquel desagradable y fuerte olor a sangre provenía nada más y nada menos que de la habitación de Naruto. 

 

Buscó al indefenso ángel por la habitación una vez más, y es que no podía creer lo que estaba viendo; Naruto se encontraba sentado en el suelo justo al lado de la cama, mientras vomitaba aquel líquido y grueso color carmesí en un cubo. Su rostro ya no era el mismo, cada vez estaba más y más pálido, como si se tratara de un cadáver.

 

El ángel alzó la mirada lentamente cuando sintió una nueva presencia en su cuarto, y entonces sonrió al demonio que estaba a su lado, de una forma bastante débil. Kakashi no pudo contener las ganas que tenía de abrazarle y consolarlo, para que dejara de sufrir. Era lo único que podía hacer por el pequeño ángel, lo único.

 

—Gra... gracias... —su voz se debilitaba cada vez más.

 

—¿Estás bien? —el demonio estaba preocupado, y lo haría notar. Naruto asintió a duras penas y cerró un poco los ojos, frotando con una mano su cuello; acción que Kakashi no pasó por alto—. ¿Te duele?

 

—S-sí... odio vomitar... —susurró con la voz desgastada.

 

Sin pensárselo, Kakashi pasó su brazo por la espalda de Naruto y de la misma forma hizo debajo de sus piernas, cogiéndolo y elevándolo para dejarle de nuevo en la cama y así, el ángel poder estar más cómodo. Naruto se había ruborizado ligeramente por esa cercanía, cosa que intentó esconder cuando su cuerpo volvió a tocar el suave colchón.

 

Al subirle, Kakashi se fijó en un moratón que tenía en la pierna. Su corazón se estrujó, de nuevo. 

 

—¿Te caíste de la cama?

 

El ángel asintió lentamente, mirándolo. —No quería manchar las sábanas... —confesó.

 

—¿Y tu familia? ¿No viene para cuidarte?

 

—Solo tengo a mi madre... trabaja todas las noches, por eso no puede estar siempre conmigo —de pronto, se formó en su rostro una encantadora sonrisa—. Pero, me alegra que estés aquí... aún siendo un demonio, eres bastante amable, te preocupas por tu enemigo... Sigo pensando que no eres como los demás, Kakashi, eso me alegra.

 

Sus palabras hicieron que el corazón del demonio latiera con más fuerza. También le alegraba la compañía de Naruto, hizo que sus días pasaran de ser monótonos a disfrutar de ellos con sólo ver al ángel, aunque no estuviera en un buen estado, sólo conversar con él lo hacía sentir bien.

 

Kakashi sonrió, la sonrisa más sincera que nunca antes pudo esbozar, sin embargo, Naruto sólo la pudo apreciar un poco debido a la oscura máscara que portaba.

 

—Sabes... nunca antes había establecido conversación con un ángel. La verdad, nunca me vi hablar con el enemigo como si fuera algo normal. —dijo—. Porque es normal el pensar eso, puesto que ambos mundos no se pueden ni ver. Odio que lleguen a esa idea.

 

—A mi tampoco me gusta... —el ángel le dio una mirada significante—. ¿Ves? Acabas de afirmarlo —curvó sus labios en una dulce y suave sonrisa.

 

Kakashi lo miró un poco confuso. 

 

—¿El qué?

 

—Que eres diferente de los demás demonios. —la sonrisa que en esos momentos estaba formando Naruto, hizo que brillara en los oscuros ojos de Kakashi, lo que le hizo darse cuenta de algo que ya había asimilado, aquel ángel era sin duda hermoso.

 

—Si no lo fuera, no estaría aquí. —suavizó mucho más sus facciones—. Tú tampoco eres como los otros, Naruto —sonrió.

 

El rubio, de un segundo a otro, comenzó a mover los dedos de sus manos en una forma de distraerse de los recientes nervios que afloraron en él. —Ka...Kakashi... —el demonio alzó más la vista hacia el ángel que lo nombraba—. No quiero que... —de nuevo, sus palabras se quedaron flotando en el aire. Quería decirlo. Quería atreverse a decirlo.

 

Kakashi lo miró mucho más curioso.

 

—Que... —a Naruto le costaba decir lo que estaba pensando en ese mismo momento, pero no podía soltarlo, porque sino perjudicaría al demonio, o eso creía el bajito.

 

«No quiero que te vayas. Quédate conmigo más tiempo» pensaba Naruto.

 

—¿Qué...? —lo animó a seguir Kakashi.

 

El ángel negó con la cabeza y sonrió, cerrando los ojos. 

 

—No, nada... Ya deberías irte ¿no? Es tarde para ti... —bajó la mirada.

 

A Kakashi le parecía extraño que el indefenso ángel le dijera aquello, aunque tenía razón, era tarde y pronto se despertarían los demonios, y sin ver su figura sentada en el mismo sitio de siempre, empezarían a sospechar y armaría un escándalo. Obvio, no quería que eso ocurriera.

 

—Sí... —habló por fin, sonriendo—. Espero que no te pase nada... Buenas noches, Naruto —el ángel solo sonrió, despidiendo al demonio antes de verlo desplegar sus oscuras alas.

 

Salió al balcón e hizo impulso hacia arriba para volar. La verdad, es que Kakashi se fue de aquella casa un tanto confuso. ¿Qué habría querido decirle el ángel? Cada vez que pensaba en Naruto, no se quitaba esa dulce sonrisa de la cabeza. Era la primera vez en años que había estado con alguien que le hacía reír, preocuparse y tener sentimientos por él, aunque estuviera prohibido. Se sentía culpable por dejar al ángel de nuevo solo, pensó una y otra vez que podría estar llorando en su habitación, triste, y vomitando ese líquido carmesí. Quería estar más tiempo con él, hablar más, conocerle mejor y seguir así sin parar.

 

Quería estar con él para siempre.

 

De todos modos, Kakashi sabía que todo eso iba a ser imposible, pero desde un principio no quiso apartarlo de él, aún sabiendo eso.

 

Para cuando llegó a su mundo, notó al instante un aura bastante desagradable; sabía que algo iba a ir mal cuando posara sus pies en su hogar. Se quedó completamente en shock cuando el Rey de los demonios estuvo frente a él con una expresión que no era para nada alegre, mientras que los demás demonios se ponían a su alrededor, en círculo para ver la escena que iría a suceder entre el Rey y Kakashi.

 

Notas finales:

Hacerme saber si os gustó :)


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