MARTES SEIS DE DICIEMBRE.
MingHao me regresó a casa después de creer que había asustado a JunHui por mi rara actitud. En mi defensa voy a decir que el jugo tenía más azúcar de la que estoy acostumbrado a consumir y las películas me habían alterado al punto de delirar. Todo ese flash, ¡ni hablar!
Aunque, ¿realmente estaba delirando? Podía creer en esa idea. Idear el plan, llevarlo a cabo y ser exitoso. Era tan fácil, y tenía que comenzar en ese momento. O al menos eso era lo que había pensado, hasta que recordé que papá JiHoon seguía en su habitación.
Me paré de la cama, mi reflejo me mostraba a un chico con el pelo un poco alborotado y los ojos más cerrados que de costumbre. Estaba presentable dentro de todo, mi padre no me podía acusar de nada por haber llegado tarde a partir de mi imagen.
Aunque no estaba seguro de que lo hubiera notado realmente.
Salí de la habitación y en cinco pasos estuve en su puerta. Bajé el picaporte y éste cedió, vi una figura pequeña bajo los cobertores blancos. Estaba tapado hasta la cabeza y millones de bolitas de papel higiénico con lágrimas y mocos a su alrededor.
—Pa… —lo llamé. Se movió un poco pero no me miró—, pa… arriba.
Lo destapé suavemente, él abrió su par de pequeños ojos con mucho esfuerzo para después hundir su cara de nuevo en la almohada. Era la almohada de papá Cheol.
En serio que todo era peor de lo que pensé.
—Voy a… hacer el desayuno. Baja, ¿sí? —y me fui.
Cuando estuve considerablemente lejos de la habitación, donde él no podía escucharme, escondí mí rostro entre mis manos y lloré. En mi mente aparecían un millón de razones del abandono, dolía.
Bruscamente limpié mis lágrimas y mi ceño se frunció. Estaba completamente decidido, sin azúcar ni excitación de por medio, iba a crear el maldito plan maestro del siglo y mi familia iba a volver a ser la de siempre.
Me costara lo que me costara.
—O—
El desayuno estaba hecho, pero mi padre todavía no bajaba. Suspiré pesadamente antes de gritar un “Papáaaaaaaaaaaa, ¡baja! ¡El café no se va a tomar solo!” Para mi suerte su pequeño y devastado cuerpo apareció por la escalera minutos después.
Se sentó en una silla frente a mí, tenía una imagen deplorable, peor que cuando se quedaba despierto de madrugada para terminar un capítulo de sus novelas. Las ojeras succionaban sus ojos, su nariz roja como Rodolfo.
Me quedé mirándolo, analizando cada parte de él. Era parte esencial del plan así que tenía que captar todas sus características, estudiarlo al máximo para adaptar cada cosa y hacer que todo funcionara a la perfección.
—¿Por qué me miras tanto, Chan? —preguntó mientras le daba un vaga mordida a su tostada.
—¡No te miraba! —Me defendí con mentiras—. Me quede tildado por un segundo.
Asintió y de repente el timbre sonó. Nos miramos con los ojos bien abiertos, emocionados. Incluso una sonrisa se asomó en los labios del mayor de los dos en la mesa.
Hice una seña para darle a entender que lo mejor iba a ser que yo atendiera, así que me paré del taburete y caminé a la puerta tratando de no verme como un desesperado.
—¡Chan!
No era Cheol, era JeongHan.
—¡Buenos días, pequeño! ¡Traje películas, helado y chocolate! Dicen que el azúcar es lo mejor para momentos de tristeza, ya sabes, dopamina y esas cosas. ¿Cómo sigue tu padre? ¿Se ha parado de la cama? Hao me contó todo. Oh, ¿has comido, bebé? ¡También te prepararé cupcakes si quieres! ¡Después podemos ir de comp…
—Hola, Hannie —saludó papá JiHoon saliendo de la cocina.
La cara del chico frente a mí era un meme, y yo literalmente me di un facepalm.
—S-señor Choi… ¿D-debería decir Lee? Lo siento, buen día JiHoon —hizo una reverencia.
—Pasa por favor.
Apuesto a que se preguntan, ¿quién rayos es JeongHan y cómo encaja en esta historia?
Él realmente no tiene ningún rol especial, aún no lo he decidido. Pero es el vecino entrometido de MingHao, también puedo decir que es un amigo, no tan cercano, pero un amigo al fin.
Todos dicen que es como la madre que nunca tuve e incluso luce como una.
—Gracias —susurró y entró a la sala.
Cuando estuvimos sentados en los sillones, nadie dijo nada hasta que papá JiHoon comenzó a llorar. JeongHan se acercó y lo abrazo. Ven, es una madre, atento y comprensivo incluso con un pequeño hombre de treinta y cuatro años.
El que mi amigo estuviera consolando a mi padre me alivió un poco, pero me sentía culpable al estar ahora de nuevo en el taburete haciendo algunas anotaciones sobre la actitud de ambos.
Podría ser un gran detective en un futuro.
—O—
JeongHan se quedó el día entero en casa, cuidó muy bien a mi padre hasta la hora de la siesta y después nos pasamos casi toda la tarde juntos los dos. No le conté sobre el plan, solo vimos películas e hicimos las compras para la cena.
Cuando estábamos en el supermercado MingHao me llamó avisándome que iría a dormir a mi casa esa noche porque sus padres estaban fuera y su hermana había invitado a todas sus amigas.
Le dije que estaba bien y al volver a casa con JeongHan, el chino estaba en el porche con su mochila y su almohada. Entramos y los tres preparamos la cena, lasaña con salsa, la especialidad de Hannie.
Cenamos bien los cuatro juntos, incluso mi padre sirvió helado como postre. Despedí a JeongHan y limpiamos todo. Finalmente subimos todos a dormir.
En la noche me desvelé con MingHao para contarle mi plan. Él se ofreció a ayudarme y yo estaba feliz de tener a mi mejor amigo como compañero de misión. Investigamos un par de cosas, ideas de Internet y leímos testimonios de páginas de parejas.
También hablamos un poco sobre JunHui, le pregunté dónde lo había conocido. Dijo que fue en una fiesta para chinos hace tres meses, mencionó algo como que a Jun le parecí bonito, pero para entonces ya estaba quedandome dormido.