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Business man.실업가 por ReedVIII

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[ . . . ]
Unas grandes manos colándose bajo su costosa camiseta blanca. Un carísimo abrigo negro cayendo al suelo. Observó su reflejo en ése ascensor por última vez; jadeaba, le gustaba.
Su cuello se sentía caliente, se sentía atendido, y aunque los mordiscos dolían, se sentían demasiado bien como para quejarse demás. Suspiró, le faltaba el aire, le gustaba.
El contador más exitoso de Japón y ahora Corea del Sur, estaba llevándolo a otro nivel. Y le tenía rogando por maś.
Jinki.
Lee Jinki.
On..

[ . . . ]

 

— ... probablemente esté teniendo un sueño húmedo. — escuchó una voz, pero en su somnoliento estado no pudo identificar quién era. Pero le resultaba familiar.

 

— Espero sea conmigo, sino tendrá problemas. — Dijo alguien, ésta vez identificó a la persona; Jonghyun.

 

Abrió sus ojos con pesadez, y notó a tres guapos chicos ante de sí con unos trajes que les quedaban a la perfección, quienes lo miraban como si fuera el espectáculo más increíble de éste mundo.
Su respiración era agitada, y podía sentir a la perfección sus mejillas arder, y había sudado. Se sentó sobre el costoso sofá de cuero negro, algo aturdido por acabar de despertar tan bruscamente de un sueño. Balbuceó antes de hablar. Jonghyun lo miraba con una gran sonrisa, al igual que Kibum.

 

— ¿Qué sucede? — Cuestionó, tomándose su tiempo para acostumbrarse a la luz que pasaba a través de las grandes ventanas de su oficina.

 

— Nada, simplemente hablamos de que eres un cabrón que se queja cuando yo me tomo una siesta, pero tú puedes pasar toda la puta tarde dormido. — Exclamó Kibum, poniendo sus ojos en blanco, luciendo totalmente indignado.

 

— Amor, por favor. — Dijo Minho, quejándose acerca del comentario del otro.

 

— ¡Son sólo veinticinco minutos que pido cada cuanto para una mísera siesta.

 

— No creo que siquiera los esté escuchando. — Comentó calmadamente, mientras se sentaba al lado de Taemin, quien miraba algún punto de la inmensa oficina. Inmediatamente después de que el rubio se sentase a su lado, el menor del cuarteto recostó su cabeza del hombro de su amigo. Jonghyun acercó su rostro un poco al ajeno, y susurró.— Hey, ¿todo bien?

 

— Estoy.. cansado. — Dijo en voz baja, bostezando, y acomodándose mejor sobre el hombro de su amigo.

 

— Sabes, podría estar celoso ahora mismo. — Kibum, quien los miraba a ambos irónicamente, con sus brazos cruzados, apoyó todo el pesó de su cuerpo en una de sus piernas, flexionando suavemente la otra, y dando a relucir su cadera en ésa posición tan afeminada.

 

— ¿Se olvidaron de la reunión o aún andan por las nubes? — Minho habló en un tono serio, y lo suficientemente alto como para hacerse escuchar en la gran sala. Quizá compartía el sentimiento de su afeminada pareja.

 

— Vayan adelante, iremos en nada. — Ordenó Jonghyun, seguidamente, dos de las cuatro personas que estaban en aquel lugar desaparecieron poco después.

 

Quedándose sólo Jonghyun y Taemin en aquel lugar. El rubio acariciaba suavemente el rostro del menor, mientras esperaba a que éste se despertara por completo para poder ir a la reunión.
Taemin sintió cómo las suaves manos del otro se paseaban por su rostro, brindándole seguridad, y lo relajaba, estar con el rubio era todo lo que necesitaba para entrar en calma.
Por alguna razón, a pesar de que Jonghyun, Minho, y Key eran un trío, nunca fueron Jonghyun, Minho, y Key. Siempre fueron Minho y Key, Jonghyun y Taemin.
A pesar de todos los pequeños deslices que tuvieron los dos últimos nombrados, siempre mantenían la amistad por delante, y el azabache agradecía ésto profundamente, porque si no fuera por Jonghyun quién sabría en dónde estuviera él ahora. Así que mientras ambos se ponían de pie para dirigirse a la sala de reuniones, Taemin susurró un pequeño agradecimiento.

 

* * *

Tuvo que ir al baño a lavar su rostro, para no lucir demasiado adormilado, y seguidamente, estaba ya sentado en la silla situada al extremo de aquella larga mesa, rodeado de personas importantes de ésa empresa, principales socios, Jonghyun, Minho, Key, y por supuesto, el contador de el bufete. Quien no parecía tener intenciones de apartar la vista del azabache.
Jonghyun, ya que estaba sentado en la silla contínua, le echaba constantes ojeadas a Taemin, quien lucía algo incómodo. Éste, percatándose de las miradas del rubio, trató de mejorar su postura, y estar más atento a Minho, quien se hallaba un poco más allá, hablando de quién sabía qué. Bufó, y decidió prestarle atención.

 

— ... el incremento de clientela está sobrecargando a los abogados que trabajan en el bufete, sumándoles trabajos. Hay que admitirlo, tenemos la mejor fama en toda Corea, principalmente aquí, en Seúl, y los casos que llegan a nuestras puertas no son nada fáciles, son una gran demanda. No podemos darles dobles, incluso triples casos totalmente diferentes a nuestros trabajadores, por ello mismo es que deberemos contratar nuevo personal. Así nuestro desempeño podría mejorar en un 4,6% y podremos darle la bienvenida a nuevos casos, aumentando la cantidad de nuestra clientela. — Al momento en que Minho acabó de hablar, se sentó, acomodando sus prendas.

 

— ¿Los ingresos actualmente nos permiten contratar nuevos empleados? No hay que olvidar que tenemos que que renovar algunos de los contratos, otorgándoles bonificaciones a algunos trabajadores. — Habló el joven Minseok, observando atentamente la hoja con las estadísticas en las que MinHo había estado trabajando toda la semana.

 

— Pregúntemosle al nuevo contador. — En aquella lujosa sala, resonó la voz de Jonghyun, haciendo una leve pausa.— Señor Jinki, ¿qué piensa?

 

El chico castaño de ojos rasgados, alzó su mirada, dirigiéndola por un pequeño segundo a Taemin. Cualquiera, habría dicho que fueron simplemente dos miradas que chocaron, pero en el fondo, Taemin sintió que ése chico en un ajustado traje, y en un jodidamente arreglado peinado, estaba jugando con él.
Dispuso a ponerse en pie el contador de ésa prestigiosa firma de abogados, tomando en mano la hoja de estadísticas. Le tomó apenas un par de segundos observarla para posteriormente, hablar.

 

— Podríamos contratar nuevos empleados, sí. Pero tendría que ser una cantidad precisa. Los ingresos que actualmente la empresa recibe son grandes, sí que lo son, en efecto. Pero no por ésto nos daremos el lujo de contratar tanto personal. Mucho menos personal innecesario, así que, según las estadísticas hechas por el señor Choi, estaba buscando un nuevo empleado por cada caso, o cercano a ello, y éso sí que sería un bajón en las ganancias. Así que, me tomé el atrevimiento de revisar las fichas de casos, y hay personas que tienen tres casos o más por decisión propia, quizá deseaban sobresalir. Sugirero que a ésos empleados, se les quite un par, dejando al menos a cada empleado con dos casos; y contratamos un aproximado de personas, separándolos por igual, y otorgarles a un grupo casos nuevos, y al otro grupo, casos que sobrecargan a los demás empleados. Así abarcaríamos más terreno. Mi opinión.

 

Hubo un gran silencio en la sala de reuniones al acabar Jinki de hablar, se sentó. Seguidamente fue MinHo quien habló.

 

— Sólo le han preguntado si el dinero alcanzaba, no le preguntaron su opinión. — Dijo, irónico, con un tono tan ácido que casi podías verlo escupiendo el veneno.

 

— Minho, por favor. — Exclamó Jonghyun, poniéndose en pie inmediatamente después.— ¿Podría hacernos un esquema de lo que acaba de decir, señor Jinki?

 

El de ojos rasgados, asintió, teniendo que lidear con una pesada mirada por parte del moreno.
Más tarde, a medida que la sala fue quedando sola, mientras hacía el bosquejo del esquema, para más tarde en casa ir dándole cuerpo, toda su atención, sin disimulo alguno, estaba sobre Kim Jonghyun, quien estaba sobre Taemin, susurrándole cosas al oído.

 

* * *

Su abuela solía decirle que sus manos eran una verdadera obra de arte hechas por el mismísimo dios. Y a pesar de que Taemin nunca creyó en ése ser superior, le alegraba que, teniendo en cuenta lo religiosa que era su abuela, creyera que sus manos eran una creación divina.
En su departamento, observó atento la pintura de las margaritas preferidas de su abuela. Ella le había dicho que era simplemente perfecto, aunque él podía notar muchos erorres; las pinceladas no eran del todo confiadas, y la gama de colores no se difuminaba bien a la hora de fusionarse. Pero aún así, su abuela puso ése cuadro en la entrada de su casa.
Recordaba cómo era su abuela, además de que ella era la única persona en éste mundo que podía contradecir a su padre. El papá de Taemin siempre había sido una persona controladora, pero nunca pudo con la abuela. No logró que ella viviera en la mansión que había comprado, en cambio optó por vivir en una humilde casa a las afueras de Seúl, en un vecindario totalmente tranquilo, cultivando flores.

 

— Ésto es lavanda, Taetae. — Dijo la mujer de edad, mientras señalaba alguna especie de.. ¿planta? Morada, que olía bastante bien.— Las personas la usan para muchas cosas, es maravillosa. Cada flor lo es, es como una pequeña vida que por más insignificante que luzca, hace su trabajo, haciendo lucir hermoso cualquier lugar en el que estén.

 

— ¡Las abejas se alimentan del cólen de las flores! — Dijo emocionado, repentinamente un Taemin de apenas seis años, mirando atentamente a su abuela, esperando algún beso de recompensa.

 

— Polen, Tae, las abejas se alimentan del polen. ¿Dónde lo aprendiste?

 

— La profesora Kim nos dio una clase sobre la naturaleza. ¡También sé mucho sobre la cotosíntesis!

 

El beso que Taemin tanto esperaba, por fin llegó. Su abuela le besó su frente, y continuó plantando alguna especie de nueva flor en el inmenso jardín.

Su vida parecía ser mucho más simple de niño, cuando no tenía que preocuparse por nada. Cuando vivía con su abuela, su preciada abuela.

* * *


Escuchó toques en la gran puerta de madera.

 

— Pase. — Exclamó el azabache, jugando con un bolígrafo, dejándolo finalmente sobre el gran escritorio caoba.

 

Al momento en que las puertas se abrieron, la persona a quien menos deseaba ver el azabache en ése momento entró, y con una triunfante sonrisa que dejaba ver sus hoyuelos. Taemin se odiaba a sí mismo por no poder odiar ésa jodida sonrisa.

 

— Señor Lee. — Dijo el recién llegado, asintiendo con su cabeza en señal de saludo, aproximándose hasta él para sentarse en la silla que se situaba ante el escritorio.

 

— ¿Qué quiere? — Insípido, respondió el níveo.

 

— Estoy aquí porque necesito una transacción, señor Lee. Así que si usted firmase éstos papeles me iría de inmediato. — Le extendió una carpeta con papeles, que Taemin ni se molestó en leer.

 

— Minho y Jonghyun se encargan de éso, habla con ellos. — Limitándose a decir ésto, volvió a tomar en mano su lapicera.

 

— Señor Lee, a Choi no parezco caerle demasiado bien. Y el señor Kim está algo ocupado en la oficina de.. ¿Kibum, era su nombre?

 

Chasqueó su lengua. Ya estaba al borde. En nada despediría a Jonghyun y a Kibum. Tomó de mala gana los papeles que hace nada había desechado, checó por un momento el monto que pedía, y lo firmó. A la vista de cualquiera, la letra cursiva de Taemin era perfecta, pero para él aún necesitaba mejoras. Extendió su mano con ademán de querer devolver los papeles, pero se sintió repentinamente cohibido al ver al de hebras castañas.
Tenía sus codos apoyados sobre la mesa, con ello sus propias manos entrelazadas en el aire, apoyando el mentón de ahí. Observando atentamente al que era su jefe, quien estaba a punto de levantar una orden en su contra.

 

— ¿Qué miras? — Cuestionó, arqueando su entrecejo.

 

— Sigues tomando el lápiz de la misma manera que de niño. — mencionó. Rozó su mano por apenas un segundo, pero para quitarle el bolígrafo de la mano, imitando su manera de tomarlo. Parecía hacer un puño. — Tu padre te hizo mil y un peleas porque tomaras el lápiz de una forma normal, tu abuela le hizo el triple de peleas a él porque te dejara ser tú. Yo amaba a Yoontwan, la forma en que defendía su propósito era simplemente maravillosa, ¿no lo crees?

 

Taemin palideció al escuchar el nombre de su abuela. Incluso entre su familia nombrarla estaba prohibido, y él sólo lo hacía en su propia cabeza, en su mente. O cuando visitaba su vieja casa, para cuidar de las flores, que cada vez marchitaban más. Porque él no podía brindarles el mismo amor y dedicación que su abuela les daba.

 

— ¿Aún pintas? Podría comprarte algún cuadro, mi departamento luce totalmente insípido sin ningún cuadro en las paredes. La mujer que se encargó de decorarlo compró un cuadro, pero era un cuadro mediocre hecho por simplemente hacerlo, en los tuyos se podía ver el esfuerzo, la pasión, en cada pincelada, en todo. Era verdadera arte todo lo que hacías.

 

— .. ¿Qué?

 

— Más, ¿aún bailas? El arte que haces con tu cuerpo supera cualquier cosa. Verte bailar era una de mis principales pasiones.

 

— Ésto ya no es divertido.--

 

— Taemin..

 

— Eres un puto acosador, y me encargaré de que te pudras en prisión. — Sentenció, aproximando su mano hasta un botón en el teléfono fijo, que daría alguna alerta a su secretaria de que algo andaba mal. Porque, después de varios incidentes entre clientes y abogados, la Firma de Abogados Lee había sido una de las primeras compañías en implementar éste método.

 

— Antes de que presiones ése botón, ¿no has intentado siquiera recordar quién soy?

 

— ¡Te he dicho que no, hijo de puta! — Exclamó.

 

— ¿No te parece estúpido que me llames acosador, aún cuando te digo que recuerdes quién soy porque solíamos conocernos?

 

— Estoy jodidamente seguro de que no olvidaría a un maldito psicópata como tú. — Espetó.

 

— En todo caso, sería un sociópata. Estoy conciente de que un acoso sería totalmente inapropiado.

 

— Estoy a nada de presionar ése puto botón.

 

Jinki se puso en pie, y rodeó el escritorio, hasta colocarse ante Taemin, a quien suavemente le apartó la mano de aquel teléfono.

 

— ¿Tiene idea de lo que se siente ser olvidado, señor Lee? Como un vago recuerdo lejano que dejaste en el pasado, y que no te esforzaste nada en retener. Ser olvidado en contra de tu voluntad no se siente nada bien. Se olvidan de tu existencia, y te borran de su mente. No puedes estar presente si no te lo permiten, y usted no lo permitió.

 

Taemin estaba enredado, totalmente confundido, porque, además no sabía por qué de a momentos le trataba de 'usted', y otras veces desaparecía toda ésa formalidad.

 

— Lo dejaré denunciarme, y aceptaré todos los cargos en todo momento, siempre y cuando intente una última vez recordarme. — Mencionó, dedicándole lo que era probablemente la mirada más casta, pura, y sincera que había visto Taemin en toda su vida. — Inténtelo, porque aunque suene como un total sociópata, yo no te he olvidado, Minnie.

 

Taemin pareció quedarse paralizado, porque la cercanía que tenía junto con el castaño era masiva, y podía ver cada pequeño detalle de su rostro. Pero, aún así no dejaría ver que se conmovía, y su ceño estaba fruncido, imponiendo lo que él denominaba espacio personal, retrocediendo.

 

— Usted.. lárguese de aquí.

 

Sentenció, y el castaño frunció sus labios, resignándose.
Dió media vuelta, y se comenzó a encaminar a la salida, claro, no sin tomar los documentos que había traído consigo en un principio. Taemin se mantenía tras el escritorio, aún de pie, mirándolo para asegurarse de que se fuera. A mitad de camino, las puertas se abrieron a cuenta nueva, dejando ver a Jonghyun, quien andaba demasiado concentrado en su móvil como para darse cuenta de que caminaba directo para chocar con Jinki.

 

— Hey, Taemin. Los chicos y yo iremos por algo de beber, ¿quier.. — Paró, se vió obligado a parar, porque fue tomado por sus hombros. Cuando alzó su mirada, vio la sonrisa del nuevo contador de la empresa tomándolo para evitar un choque entre ambos. Jonghyun sonrió amigablemente, asintiendo en señal de disculpa.— Lo siento, Jinki, no lo ví.

 

— Por favor, llámeme Onew. Mis amigos me llaman Onew. — Dijo, aceptando el estrechón de mano que le ofreció el rubio. — Fue un placer verlo, Jonghyun.

 

Se terminó por ir de la sala, y en ello Jonghyun terminó por acercarse al azabache, sentándose sobre su escritorio, aún con el móvil en mano.

 

— Te decía que iremos a beber, ¿vendrás? — Murmuró, y después de un par de segundos, al no escuchar respuesta, alzó su mirada, para notar que el rostro de Taemin lucía totalmente confundido, y miraba atentamente hacia la puerta por la que hace pocos minutos atrás había salido Jinki. — Eh, bebé, ¿todo bien? — Así, llamando la atención de Taemin.

 

— Eh, sí. Sí, sí. — Repitió, como para creérsela él mismo. Relamió sus labios, aún con el ceño fruncido en señal de confusión. Simuló buscar algo, para que no se notase tanto que estaba tan o más desorientado de lo que estaba el día pasado al acabar de despertarse. Balbuceó antes de hablar, y se giró hacia el rubio.— Éste chico.. Jinki. Cómo, eh. ¿Cómo dijo que lo llamaras?

 

— Onew, creo. ¿Por qué? — Cuestionó, totalmente atendiendo.

 

— No, no es nada. — Se excusó, sentándose en su silla. Tomando el bolígrafo con el que antes firmó unos documentos, y jugueteó con él entre sus dedos.— Y, ¿de dónde lo sacaste? Un contador así no creo haya venido a dejar su hoja de vida en el recibo.

 

Jonghyun demostró que la confusión era contagiosa, porque ahora su mirada lo que más destilaba era confusión por el nerviosismo tan repentino de Taemin.

 

— Le conocí en la fiesta pasada, recibí buenas criticas suyas, y lo contacté. ¿Por qué?

 

— No es nada.

 

— ¿Pasa algo, Taemin? — Dijo el mayor, con un tono recargado de preocupación.

 

— No, no es nada. — se hizo un largo silencio en el lugar, hasta que finalmente, Taemin habló, con tono hastiado— ¿Qué querías, Jonghyun?

 

— Madre mía, la atención que me prestas me hace sentir tímidez. Que si vienes a beber con nosotros a beber, imbécil.

 

— Ah, no. Estaré ocupado hoy. ¿Podrías irte? Tengo cosas por hacer.

 

— Cuando se te salga el palo que llevas atravesado por el culo, hablamos. Así eres insoportable.

 

Jonghyun se mantuvo un momento para observar la expresión corporal de Taemin. Se delataba a sí mismo.
Sin más que hacer, Jonghyun se fue, quedando solo Taemin, quien se cuestionaba a sí mismo. Quien ahora tenía un dolor tremendo de cabeza.
Porque ése nombre lo había escuchado antes.
Y ahí Lee Jinki, u, Onew, parecía dejar de ser tan lejano.

 

[ . . . ]

Fuertemente, ató al de apariencia felina, quien pareció quejarse por la dureza y la firmeza con la que fue atado. Poco después, Minho ató el otro extremo de aquella corbata al gancho de aquella sala, donde, solían colgar abrigos. Solían. Kibum, con los brazos sobre su cabeza, se sostenía sólo con sus pies.
El moreno, teniendo inclemente y divino al blancuzco chico ante de sí, sus manos fueron a rondar su cintura, mientras que sus labios dieron asomo por su cuello, haciendo al de hebras claras ronronear, y contonear su cuerpo, como sólo él sabía hacerlo. Porque, Kim Kibum podía ser una persona tan pícara aveces. No, pícara no, descarada. Podía ser el ser más descarado de éste mundo, pero aún así llamaba la atención a donde fuera. Aún así llamaba la atención de su novio, quien estaba ofreciéndole suaves caricias en sus glúteos y feroces besos sobre su níveo cuello, que seguramente maś tarde dejarían marcas, terribles y calientes marcas.
Un chupón, una mordida, y una ligera cosquilla sintió en su cuello, junto con besos que se fueron desplazando más allá, hasta su pecho.
Gimió.
Las manos se su novio se fueron a sus propios pantalones, más que listo para iniciar con la acción, cuando escucharon la puerta de la entrada abrirse.
Pararon en seco, no esperaban a nadie.
Se mantuvieron totalmente rígidos hasta que la figura de Jonghyun apareció; tan varonil como siempre. Con su camisa del trabajo arremangada hasta los codos, unos ajustados pantalones negros, y su saco colgando en su brazo. Cuando cayó en cuenta de la escena que estaba ante él, se detuvo, observándolos sin mediar palabra.

 

Jonghyun..~ — Llamó Kibum, contoneándose exactamente de la misma manera tal cual lo hacía en un principio con Minho. Éste último, mirando expectante al recien llegado, esperando a que se uniera. Dándole inclusive un espacio.

 

Pasaron unos segundos.
Uno. . doce. . dieciséis.


Paso. — Murmuró Jonghyun, dirigiéndose a su habitación después de ignorar completamente a sus novios, quienes quedaron aturdidos después de que, literalmente, el rubio les dió por culo.

 

— ¿Qué coño le pasa? — Espetó Minho, con su ceño fruncido.

 

— Mh. No lo sé. Está extraño.

 

Se mantuvieron un par de minutos observando perplejos la puerta por la que había desaparecido el rubio.
Poco después, volviendo a los juegos en donde se habían quedado.

 

Se tiró en su cama, no sin antes cerrar la puerta con seguro. No quería ninguna clase de reclamo por parte de Minho o Key. Tragó en seco al analizar la situación. Era la primera vez que llamaba Key a su novio en lugar de Kibum.
Tensó su dentadura, dando a relucir su marcada mandíbula. Entre la oscuridad de la noche, se mantuvo pensando una y otra vez en Taemin, cosa que no había hecho hace mucho con la intensidad con la que lo hacía ahora.
A ése pequeño a quien cuidaba desde que literalmente era un niño, ése chico con quien compartió tantas historias divertidas de contar, ése chico con quien estuvo en las buenas y en las no tan buenas, ése chico con quien de vez en cuando tenía una buena encamada, pero en especial, pensaba en él de la forma en que, el mismo Taemin había definido la relación de ésos dos, como amigos. Taemin ahora lo tenía jodidamente preocupado, porque no sabía qué era lo que pasaba por su cabeza, y le preocupaba.

Aunque, quizá en el fondo lo que más le preocupaba era que no fuese él quien encabezaba ésos pensamientos.

Notas finales:

Estaba inseguro de subir ésto, así que agradecería si me dicen qué les pareció.¿?

Lamento además, la tardanza. Espero alguien aún siga leyendo ésto.


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