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Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

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—Coyote, una vez el fuego haya terminado, asegúrate de que no haya sobrevivientes—Dictaminó el Nono.

 

A sus órdenes, Boss.

 

...

 

Habían pasado varias horas desde que todo pasó. El Nono había sugerido que llevaran a los niños al hospital, no sabían si tenían daños internos, además de que las heridas que mostraban físicamente eran para estar preocupados.

 

De camino al mismo se podía observar cómo Coyote le hacía diversas preguntas a Mukuro, Ken y Chikusa sobre Estraneo. Muchas respuestas le ponían los pelos de punta al escucharlas. ¿Cómo era posible que aquellos hombres pudieran torturar de esa manera a unos niños? Está bien que estuvieran en la Mafia, pero ellos no tenían escrúpulos.

 

—Bien—Dijo Coyote apuntando varias cosas—Gracias por su cooperación.

 

—Kufufufufu, no hay problema—Se quedó mirándolo fijamente. Coyote se sintió incómodo bajo esa mirada heterocromatina.

 

— ¿Pasa algo?

 

—Kufufu, por supuesto que pasa algo. ¿Qué piensan hacer con nosotros? Porque si piensan que volveremos a ser conejillos de indias se equivocaron garrafalmente—Dijo mientras estrechaba su mirada. Ken y Chikusa se tensaron ante la mención de volver a un lugar parecido.

 

— ¿Qué? No, por supuesto que no—Negó el Nono—Lo he estado pensando durante el trayecto y después de lo que me informó mi guardián de la lluvia. Hemos encontrado a muchos niños, sí, es cierto que la mayoría de ellos ya están de camino a ver a sus familias, pero hay otros que no tienen o no recuerdan algo sobre ellas. Por eso he decidido construir un lugar para ellos. Tendrán un techo, comida, vestimenta, educación, y demás cosas que les brindará mi Famiglia—Mukuro iba a objetar cuando una idea se le vino a la cabeza, pero Timoteo no lo dejó—Sé lo que estás pensando, y no, es la respuesta—Sonrió—Ninguno de ustedes está forzado a entrar a mi Famiglia, hago esto porque Tsunayoshi-kun no se quedará satisfecho hasta saber que todos ustedes estén completamente a salvo, y eso, es algo que yo les puedo brindar. ¿Qué dicen?

 

Mukuro lo pensó unos minutos antes de contestar. No debía anunciar su respuesta sin haberlo meditado, después de todo, a muchos les afectaba lo que él decidiera.

 

—Mukuro-san, sepa que siempre estaremos con usted. Decida lo que decida—Chikusa asintió, haciéndole saber que estaba completamente de acuerdo con las palabras de su perruno amigo.

 

—Es una buena propuesta pero, ¿qué me asegura el que no estés mintiendo?—Indagó Mukuro, debía de tener algo que en verdad le dijera que estarían a salvo.

 

— ¿No te basta con tener mi palabra?

 

—Esas se las lleva el viento—Respondió mordazmente.

 

—Ya veo, entonces… —Quedó pensativo unos segundos— ¿Te parece bien que firmemos un contrato?

 

Coyote frunció el ceño—No tiene por qué hacerlo, Nono, su palabra, como el jefe de la Famiglia Vongola, debería bastar.

 

—Está bien, Coyote, entiendo sus razones. Ahora… —Dirigió su mirada a Mukuro— ¿Qué piensas?

 

—Kufufufufu… Aceptamos su propuesta, Nono.

 

 

— ¡¡¡¡Tsunaaaaa-samaaaaaaaa!!!!—Gritó Gokudera al entrar en la habitación del hospital en la cual se encontraba Tsuna, muy cómodamente recostado. Inmediatamente se le tiró encima, dándole un gran abrazo—Lo siento mucho, Tsuna-sama, no merezco estar a su lado, no debí permitir que le sucediera eso…

 

—Hayato.

 

—Soy un terrible amigo, ni siquiera soy digno de su magnífica mirada…

 

—Hayato…

 

En este punto Gokudera tenía el rostro bañado en lágrimas— Lo sé, no tiene que decírmelo. No tengo derecho a llevar una vida, ahora mismo acabaré con la mía…

 

— ¡Hayato!—Gritó desesperado, Tsuna— ¡No seas ridículo! No te culpo por nada de lo que pasó, lo mismo va para ti, Basil—Añadió al ver como este asomaba únicamente su cara por la puerta, sin el valor de entrar—Ustedes son mis preciados amigos. ¿Cómo se te puede pasar por la cabeza que estaría feliz porque te quites la vida?—Acusó a Gokudera. Este, bajó su cabeza, arrepentido de sus anteriores palabras. Tsuna suspiró para calmarse y agregó—Hayato, eres muy importante para mí, no vuelvas a pensar en algo tan descabellado como quitarte la vida, ¿sí?

 

—Lo lamento…

 

Tsuna sonrió levemente al oír cómo su amigo se disculpaba por su anterior comportamiento— Basil—Llamó— No te quedes ahí afuera, entra.

 

—Pero…

 

—Pero nada—Cortó Tsuna—Si no quieres que te regañe como lo acabo de hacer con Hayato te quedas callado, entras y me das un abrazo, ¿entendido?—Basil no dudó en obedecer—Te extrañé mucho—Expresó Tsuna. Haló a Gokudera para que se uniera al abrazo—Los extrañé mucho, chicos.

 

—Nosotros también lo extrañamos, Tsuna-dono—Dijo Basil—Y no sabe cuánto…

 

— ¿Oya? Qué escena tan conmovedora.

 

A Tsuna se le formó una gran sonrisa en la cara al oír la voz de su amigo, iba a decir algo, pero alguien le quitó la palabra.

 

— ¿Tú quién demonios eres?—Interrogó Gokudera.

 

—Qué agresivo—Dijo al aire— ¿No has escuchado decir que es de mala educación preguntar el nombre de una persona sin antes decir el propio?

 

— ¿¡Cómo has dicho!?—Gritó embravecido.

 

—También es de mala educación responder una pregunta con otra—Mukuro se estaba divirtiendo con esto. Era tan fácil sacarlo de sus casillas.

 

La sangre le hervía a Gokudera, algo más salía de esa boca sobre cualquier cosa y explotaría.

 

— ¡Ya es suficiente, Mukuro! ¡Deja de tomarle el pelo a Hayato! Y tú, Hayato. Cálmate, Mukuro no es nuestro enemigo.

 

— ¡Como usted diga, Tsuna-sama!

 

Mukuro juró que le salieron un par de orejas y una cola. Además de las estrellas que habían en sus ojos. De repente se le puso un fondo con flores detrás.

 

«Bipolar» Pensó divertido.

 

Gokudera, como si supiera lo que había pensado, lo fulminó con la mirada. A cambio, recibió una sonrisa burlona de parte de Mukuro.

 

—Mukuro—Llamó Tsuna, al notar que ya no se iban a pelear como dos gatas— ¿Dónde están Ken y Chikusa?

 

—Ellos vendrán más tarde, aún los siguen atendiendo—A pesar de que le había respondido, todavía seguía mirando a Gokudera de manera burlona.

 

Tsuna, contento por la reciente noticia e ignorante de las miradas y sonrisas, decidió presentarlos. Bajó de la cama del hospital y haló a Mukuro hasta ubicarlo frente Basil y Gokudera.

 

—Basil, este es Mukuro.

 

—Es un gusto conocerlo, Mukuro-dono. Permítame expresarle mi gratitud por haber ayudado a Tsuna-dono cuando ninguno de nosotros estaba presente—Expresó mientras hacia una reverencia de unos perfectos 90º.

 

—Un gusto a ti también, Basil. Kufufufu, con respecto a lo otro, no fue nada.

 

—Hayato, te presento a Mukuro—Tsuna estaba muy emocionado, quería que se llevaran bien. Mukuro le había caído muy bien los pocos días que convivió con él y Hayato era su mejor amigo. La emoción podía con él.

 

Gokudera aún no se fiaba de ese tipo pero, por ahora, le daría el beneficio de la duda, únicamente por Tsuna-sama. Abría esa boca una vez más y…

 

—Es realmente un placer conocerte—Sonrió burlonamente—Perrito-kun.

 

Y ahí se iba la paciencia de Gokudera.

 

— ¡Ven aquí, maldita cabeza de piña!

 

Lanzó varias dinamitas sobre un muy irritado Mukuro quien las desvió todas con su tridente, estas explotaron al hacer contacto con la pared, derrumbando la misma.

 

—Así que quieres jugar—Podías ver claramente el tic en su ojo izquierdo producto del reciente sobrenombre—No tengo ningún problema, Perrito-kun. Juguemos—Para luego lanzarse contra Gokudera.

 

Todo esto sucedía bajo la atónita mirada de Tsuna y Basil.

 

—Tsuna-dono… —Dudó antes de continuar— ¿No piensa… detenerlos? Si siguen así es muy posible que el hospital no dure mucho en pie—Basil se arrepintió de sus palabras al instante al ver cómo un aura depresiva cubría a Tsuna.

 

—No, claro que no—Se resignó—Total, el abuelo los castigará igual por hacer destrozado la habitación—Una explosión se dejó oír— ¿Qué más da si a la cuenta se le agrega el hospital?—A cada palabra se hundía cada vez más en su sitio—Me regañarán de igual manera por no haberlos detenido y a ti también simplemente por quedarte observando.

 

— ¿Qué? Pero si yo…

 

— ¿En serio quieres meterte ahí?—Cortó.

 

Basil miró a su alrededor y tragó duro. No había sobrevivido siquiera la puerta. A lo lejos escuchó otra explosión y lo que probablemente haya sido una muy resistente pared en su tiempo.

 

No tuvo que pensarlo dos veces.

 

—Para nada.

 

«Lamento todo el papeleo que estás a punto de hacer abuelito, pero espero que entiendas cuando te cuente que no soy suicida como para meterme en la pelea de esos dos»

 

...

 

—Escuché de Nie que me estabas buscando, Iemitsu. ¿Querías algo de mí?

 

—Bouche… Necesito que hagas algo por mí—La resolución se veía en su rostro.

 

Se quedó mirándolo un rato para luego recargarse de la pared que estaba detrás de él. —Por la cara que traes he de suponer que es un tema serio, ¿me equivoco?

 

Iemitsu le dio la razón. —Y delicado.

 

—Bien, te escucho.

 

— ¿No te haces una idea de lo que voy a pedirte?—Cuestionó Iemitsu colocándose a su lado.

 

—Sé que tiene que ver con tu hijo, pero más allá…—Posó su mirada en el cielo. El silencio de Iemitsu solo le confirmaba lo que ya sabía.

 

— ¿Visconti no te lo contó?—El usuario de las llamas de la niebla dirigió su mirada hacia él. Incitándolo a continuar—La información que nos dio en la mansión sobre Tsuna, no estaba completa—Bouche se alarmó, Iemitsu lo ignoró—Las personas que interrogó le habían dicho que unos hombres habían estado preguntando por Tsuna estas últimas semanas. No nos dijo nada porque sólo nos preocuparíamos más de la cuenta—Se burló, recitando las palabras que le había dicho el guardián de la nube de la novena generación. Un suspiro escapó de sus labios y, con sus pensamientos en su lugar, totalmente decidido miró a su acompañante y soltó: —Quiero que borres toda la información que circule, en cualquier lugar, de mi hijo.

 

—Iemitsu… ¿Acaso te volviste loco?—Protestó— ¿Sabes todo lo que conlleva lo que me estás pidiendo? Hacer eso significaría que Tsuna, legalmente hablando, no exista.

 

— ¡Sé lo que significa, Bouche!—Lo sujetó por los hombros y comenzó a zarandearlo— ¡Pero tú también tienes que entenderme! ¡Lo buscaban por ser hijo mío! ¡Por Tsuna llamar “abuelo” al Nono! ¡Por ser el más joven dentro de Vongola! Lo que lo hace un blanco fácil, demasiado, a mi parecer…

 

— ¡Ya, lo capto! Solo deja de moverme como bartender a una bebida—El movimiento cesó—Pero aún creo que es una decisión muy extrema la que estas tomando, piénsalo un poco más, se te debe de ocurrir otra cosa.

 

—He tenido 4 días para pensarlo, Bouche. Cuatro malditos días en los cuales pensaba que no volvería a ver a mi hijo—Dijo con voz queda—Entiende que el que Tsuna haya estado casualmente fuera de la mansión en esos momentos fue un plus, algo que les vino de maravilla a esos hijos de su… —Prácticamente escupió lo último. Respiró profundo para calmarse—Lo hubieran secuestrado de una forma u otra—El León Joven de Vongola se veía demacrado, esos días llenos de preocupación e impotencia tratando de encontrar a su hijo comenzaban a pasarle factura, pero la fuerza en su mirada sobre lo que había recientemente expuesto no había menguado ni un poco.

 

—Debiste haber tenido en cuenta eso antes de arrastrarlo en esta vida, Iemitsu—Acusó.

 

—Bouche… —Rogó—Ya hemos hablado de ese tema…

 

El nombrado suspiró—Lo sé—Volvió a posar su mirada en el cielo, tan magnífico, vasto, inalcanzable…

 

Reinó el silencio por unos minutos. Los cuales le parecieron eternos a Iemitsu, hasta que la voz de Bouche se dejó escuchar, rompiendo el mutismo que predominaba sobre ellos.

 

—Lo haré—Se rindió ante el pedido, se dio cuenta de que sus propuestas no serían aceptadas—Acepto, Iemitsu. Borraré toda la información de tu hijo.

 

A Iemitsu pareció habérsele levantado un gran peso de encima porque se le formó una gran sonrisa en el rostro.

 

— ¡Gracias, Bouche! ¡En realidad te lo agradezco!

 

—Sí, sí, lo que digas—Y comenzó a retirarse. Esperaba que Nie no se haya metido en algún problema con Visconti por estar molestando a Ganauche—Espero que luego no te arrepientas.

 

—No lo haré.

 

 

— ¿Todavía nos siguen?—Preguntó una figura masculina. Claramente en su adolescencia.

 

—No lo creo, pero no estaría de más confirmarlo—Le respondió otra figura masculina, también en su adolescencia, a pesar de que esta no le ayudara mucho con su estatura. Rápidamente intercambió miradas con su compañero, transmitiéndole en silencio que revisara el perímetro. Este asintió.

 

Se escondieron tras varios árboles para que luego, el más alto hiciera aparecer un tridente con sus llamas de la niebla. Le dio varias vueltas y lo posó con fuerza en el suelo. Inmediatamente, alrededor de la base del tridente se formó un pequeño círculo de llamas de la niebla que comenzó a expandirse, desapareciendo rápidamente de la vista de las dos figuras que se encontraban escondidas entre los árboles.

 

—Las personas que más cerca están… —Dejó al aire para ver como su compañero se tensaba. Era tan divertido—Tienen un margen de 5km lejos de nosotros—Comentó burlonamente—No estés tan tenso, Tsunayoshi-kun, para la hora en la cual se den cuenta de que estuvimos aquí, ya estaremos muy lejos.

 

— ¡Deja de jugar así conmigo, Mukuro!—Se molestó Tsuna— ¡Si hasta hace poco nos estaban pisando los talones!

 

—Deja de hacer pucheros, Tsunayoshi-kun, no es para tanto—Dijo restándole importancia mientras empezaba a caminar en dirección opuesta a la que antes corrían.

 

— ¡No estoy haciendo pucheros!—Exclamó siguiéndolo.

 

— ¿Ah, no?—Se volteó, parando su marcha y comenzó a pellizcar sus mejillas— ¿Y estos qué son?

 

—Mu… ku… ro… —Trataba de decir. Intentaba quitar las manos enguantadas de Mukuro de sus cachetes, y lo consiguió— ¡Eso duele mucho, Mukuro! ¡No vuelvas a hacerlo!—Exigió mientras se daba un pequeño masaje en las partes afectadas—Qué dolor…

 

—Kufufufufu… Lo que digas, Tsunayoshi-kun—Cuando recordó algo—Debemos darnos prisa en volver, hemos tardado más de lo previsto en esta misión—Reanudó el paso y, en su cara se formó su típica sonrisa burlona—Ya puedo oír todos los reclamos que me dirá, Perrito-kun, por “no cuidarte debidamente”.

 

— ¡No le digas de esa forma a…!—Suspiró— ¿Sabes qué? Olvídalo, no tienes remedio.

 

—Y así, sin remedio, me quieres—Pasó un brazo por encima de los hombros de Tsuna, dándole un cariñoso abrazo.

 

—Sí—Afirmó devolviendo el abrazo—Y mucho—Tenía una enorme sonrisa en la cara—Por cierto, Mukuro ¿don-

 

— ¿Eh? Oya, oya, Tsunayoshi-kun. No sabía que fueras amante de la naturaleza—Se bufó al ver cómo Tsuna se había tropezado y caído—No es bueno volver a los viejos hábitos—Dijo refiriéndose a cuando Tsuna se tropezaba con el mismo aire cuando era pequeño.

 

—Pues sí, ya sabes. Pensé que el suelo se sentía solito y no pude contenerme a darle un abrazo—Respondió sarcásticamente, luego lo fulminó con la mirada—No te quedes ahí mirando y ayúdame a levantarme.

 

—Que yo recuerde tienes unos brazos muy buenos ahí—Mientras hacía como si se estuviera limando las uñas.

 

—Mu-ku-ro—Dijo en tono amenazador.

 

—Sí, sí, ya vo-

 

— ¿Qué demonios? ¿Mukuro?

 

De repente, todo se congeló.

 

Ya no había viento, los pájaros estaban inmóviles en la punta de los árboles, las hojas estaban frisadas en el aire y a centímetros del suelo, incluso Mukuro se había quedado completamente rígido. El único que estaba en movimiento era Tsuna.

 

« ¿Qué está pasando?»

 

Se levantó. Comenzó a observan fijamente su entorno. Los árboles, las hojas, cualquier cosa que pudiera darle alguna pista del porqué, de repente, todo se había congelado. Pero nada.

 

Repentinamente dio un gran salto hacia atrás. Viendo que en donde había estado ahora estaban clavadas varias flechas. Tuvo que esconderse tras un árbol para que la segunda ronda de las mismas no le alcanzara.

 

« ¿Quién…? ¡Al frente, muévete!»

 

Acató lo que le decía su intuición. No quería ser brocheta, muchas gracias.

 

— ¿Ahora cuchillos?—Preguntó a nadie en particular. Escudriñaba todo el bosque que sus ojos le permitían, asegurándose de que ninguna flecha o cuchillo le llegara al cuerpo frisado de Mukuro mientras buscaba al culpable.

 

Nadie respondió.

 

Ya se lo esperaba.

 

Tuvo que mantenerse en movimiento para que no le llegara ninguna tanda de flechas o cuchillos a su cuerpo. Saltó, se agachó, esquivó, trepó, desvió, y las malditas flechas y cuchillos no se acababan… Terminaba de calcinar algunas con sus llamas cuando escuchó una voz.

 

Justo detrás de él.

 

—Nada mal, Little Sky.

 

Se volteó y puso todo el espacio que consideró prudente para alejarse del desconocido y evitar cualquier otro ataque. Estaba en Modo Hyper, los experimentos le habían dado el control de poder entrar en cualquier momento, nada podría pasar sus defensas ahora.

 

—Tranquilo, Piccolo Cielo, no voy a hacerte daño.

 

Tsuna dirigió su mirada a las incontables flechas y cuchillos clavados a todo su alrededor, la devolvió a la persona a unos metros frente a él. En su mirada se notaba la desconfianza.

 

— ¿Oh, te preocupas por esas?—Dijo señalando las armas. Movió las manos, restándoles importancia—No estaba apuntando a un órgano vital así que sobrevivirías si alguna hubiera dado en el blanco, aunque…—Se tele-transportó a unos milímetros de su cara—Si hubiese querido matarte, lo habría hecho hace mucho tiempo—Dijo con una voz barítona para luego relajarla y alejarse—Pero eres importante así que no lo haré.

 

La sorpresa había hecho que Tsuna tropezara y cayera sobre su parte trasera agarrándose el pecho con fuerza.

 

« ¿Cómo lo había hecho para tele-transportarse tan rápido? Que ni Mukuro o el Sr. Bouche…»

 

Se fijó mejor en la persona que tenía delante.

 

Obviamente hombre… Sombrero de hierro con un diseño a cuadros parcialmente en él… Máscara de metal… Leve sonrisa en su rostro... Cicatriz en su mejilla izquierda... Bastón y un largo abrigo oscuro.

 

No tenía ni la menor idea de quién era, pero de algo si estaba seguro.

 

Era peligroso.

 

Muy peligroso.

 

Pero también había algo que lo confundía. Su intuición le estaba diciendo que no le haría daño… Por primera vez en su vida comenzaba a dudar de su intuición.

 

¡Ese tipo intentó matarlo!

 

¿Y su intuición le estaba diciendo que no le haría daño?

 

Ya se debió de haber averiado.

 

—Te he estado observando ya desde un buen tiempo—Comenzó aquel hombre—Ocho años para ser precisos. Sé que eres un chico amable, caritativo, que no le importa sacrificarse para ayudar a los demás, que adora estar con sus amigos, que le gusta el pastel de fresas… Una persona pura…—Enumeró muchas cosas más—Y es por esas cualidades que eres la persona ideal para el puesto—Tsuna no tenía ni la menor idea de lo que hablaba—Tengo algo que proponerte.

 

—Me niego.

 

—Oh, vamos, no seas así, Pequeño Cielo—Hizo aparecer una silla y tomó asiento—No es algo a lo que te puedas negar, bueno sí, pero eso no me convendría—Divagó—Ni a mí ni al mundo.

 

Eso pareció haber llamado la atención de Tsuna, el hombre lo notó y prosiguió con su explicación.

 

—Permíteme continuar, pero antes debo preguntarte... ¿Sabes qué es el Tri-Ni-Sette?

 

—Es lo que equilibra este mundo—Respondió Tsuna Rápidamente— Tres conjuntos de siete... Está conformado por los Anillos Vongola, los Pacificadores de los Arcobaleno y el último conjunto es desconocido. Juntos estos veintiún artefactos que se dice han dado forma al mundo y pueden otorgar a la persona que los usa toda la capacidad para recrear el mundo a su gusto, hacen el Tri-Ni-Sette. Cada grupo tiene siete elementos, como mencioné anteriormente, estos son: La tormenta, la lluvia, la nube, la niebla, el trueno, el sol y el cielo.

 

El hombre asintió para sus adentros. Eso le ahorraría explicación.

 

—Correcto. Yo soy la persona que vela para que siempre esté en buen funcionamiento—Dio a conocer—Pero ha habido un contratiempo.

 

—Todavía no sé qué tiene que ver conmigo—No sabía el por qué le estaba contando todo eso.

 

—A eso iba, Piccolo Cielo, no desesperes, no estuviera aquí si el equilibrio de este mundo no estuviera en juego, y eso es algo que no me puedo permitir que pase.

 

En este punto Tsuna había bajado su defensa y se había acercado al hombre.

 

—Sucede y acontece que, la persona con la cual iba a comenzar el equilibrio, o sea la primera persona a cargo del Tri-Ni-Sette, de este mundo murió y, sino la reemplazamos pronto este mundo caerá en el caos eventualmente—Eso alarmó a Tsuna—Y es por eso, Little Sky, que te necesito.

 

— ¿En qué puedo ayudar?—Cambió de opinión. No dejaría que este mundo se desmoronara, no cuando había tantas personas que quería. No señor. Para que eso sucediese tendrían que pasar sobre su cadáver. Su maldito y putrefacto cadáver.

 

El hombre sonrió—Esa es la actitud que me gusta. En primer lugar mi nombre es Cherckerface. Es un placer trabajar contigo. No tienes que decirme tu nombre, eso ya lo sé —Le extendió su mano.

 

—Igualmente, creo—Dijo mientras correspondía el gesto, queriendo preguntar el cómo sabía su nombre, pero se abstuvo. No creía que la respuesta le gustara. Miró disimuladamente a su, todavía congelado, amigo y la regresó al hombre.

 

—No te preocupes por él, una vez libere el tiempo podrá moverse con libertad, él nunca sabrá lo que pasó aquí. Pero recuerda —Le recalcó —No puedes decirle a nadie sobre esto, puede que afecte el transcurso de las cosas.

 

Tsuna asintió—Entiendo esa parte pero... Aún no me has dicho lo que tengo que hacer—Le cuestionó.

 

—Tendrás que hacer un pequeño viaje. Tienes dos horas para prepararte—Informó Checkerface mientras se daba la vuelta y comenzaba a irse—También recuerda esto, Pequeño Cielo, no debes alojar a ningún elemento bajo tu armonía antes de que venga a buscarte, a ninguno, de lo contrario el mundo que conoces hasta ahora desaparecerá sin dejar rastro.

 

— ¿Qué? ¡Espera un momento! ¿Qué se supone que significa eso?—Interrogó mientras trataba de alcanzarlo.

 

—Volveré por ti—Fue lo último que dijo antes de desaparecer.

 

Y con eso, el tiempo volvió a fluir.

 

— ¿Oya? Tsunayoshi-kun, si ya te habías levantado no debiste pedirme que te ayudara—Se quejó hasta que vio la posición de su amigo. Se burló— ¿Tratas de atrapar el aire, Tsunayoshi-kun?—Viendo cómo Tsuna estaba tratando de "agarrar" el aire.

 

El de menor estatura bajó el brazo sin decir una palabra. Eso confundió a Mukuro, para este punto Tsuna ya estaría despotricando sobre cómo no estaba agarrando el aire y esas cosas…

 

— ¿Tsunayoshi-kun?—La mirada del nombrado estaba cubierta por su castaño cabello. Mukuro comenzó a acercarse, estuvo en silencio todo el camino hacia él, cuando estuvo lo suficientemente cerca fue que habló.

 

—No es nada—Comentó levantando su mirada—En marcha, debemos llegar sino queremos que Hayato nos regañe—Empezó a caminar.

 

—Claro—Acató Mukuro, no creyéndole ni un poco sus palabras pero esta vez lo dejaría pasar. Ya se lo sacaría luego. Aunque no quisiera—Kufufufufufu…

 

Por alguna razón desconocida para Tsuna, se estremeció y miró a su compañero por el rabillo de su ojo, observando cómo este le devolvía una mirada que prometía mucho dolor sino conseguía lo que quería, sin poder evitarlo, temió por su cordura.

 

Al llegar a la mansión lo primero que hicieron fue informar al Nono sobre sus hallazgos. Nada fuera de lo común, una famiglia queriéndose oponer a Vongola, amenazas de muerte, mandándolos a ellos para resolver el problema, el debatir de ideas, la poca paciencia de Mukuro, desacuerdos, discusiones,  batallas, la derrota de la famiglia, los ruegos de perdón, la infinita amabilidad de Tsuna, en fin, nada nuevo. Una vez terminado el informe oral de la misión pretendían salir pero la voz de Timoteo los detuvo.

 

—Tsunayoshi-kun, Mukuro-kun, esperen—Obedecieron al acto.

 

— ¿Pasa algo, abuelito?—Se extrañó Tsuna. Normalmente los dejaría descansar después de haber estado tantos días fuera de la mansión.

 

— ¿Eh? No, no, solo quería informarles algo—Explicó—Ganauche te estaba buscando, Mukuro-kun—Dijo posando su mirada en el nombrado—Me dijo que cuando regresaras de tu misión que fueras a verlo.

 

—Oya… ¿Es así? Entonces, con su permiso—Pidió, el Nono le concedió la salida—Me retiro, kufufufufu…

 

Una vez Mukuro fuera de la oficina el Nono posó su mirada en su nieto, suavizándola al instante.

 

— ¿Por qué no tomas asiento, Tsunayoshi-kun?—Algo dudoso, tomó asiento. Timoteo esbozó una sonrisa—Es increíble que haya pasado tanto tiempo, has crecido tanto… Y pensar que ahora tienes 15 años… Ya debes ir pensando en un pretendiente.

 

Tsuna se sonrojó hasta las orejas— ¡A-abuelito!

 

La risa del actual jefe de Vongola llenó la habitación.

 

—Era broma, Tsunayoshi-kun, era broma—a pesar de sus palabras Tsuna no le creyó nada. De repente se puso serio—Bueno, ¿creo que presentirás que no te detuve solo para hacerte ese comentario?—Tsuna asintió, aunque no sabía a dónde quería llegar. El Nono se paró de su asiento y dio media vuelta para observar el jardín— ¿Sabes, Tsunayoshi-kun? Me estoy haciendo viejo. Necesito que alguien tome mi lugar, mi lugar como jefe de la Famiglia Vongola… Necesito a la Décima Generación.

 

Tsuna escuchaba todo atentamente. Debía ser difícil para el abuelo tomar esa decisión, después de todo habían asesinado a tres de sus cuatro hijos, Enrico, Federico y Massimo, en los últimos meses, debía tener un gran pesar dentro, pero era el jefe de la Famiglia Vongola, no tenía permitido mostrarse débil, ante nadie, no llegaba a imaginarse todo el dolor que ha tenido que soportar, no obstante…

 

— ¿Y Xanxus?—Propuso—Xanxus puede heredar Vongola.

 

El Nono suspiró—No, Tsunayoshi-kun. Xanxus no puede heredar Vongola. Xanxus no se moverá de donde está. Es muy unido a la Varia a pesar de lo mucho que lo niegue.

 

—Entonces… No hay nadie que pueda heredar la Famiglia…

 

Timoteo lo miró fijamente por un rato, como si estuviera sopesando el decírselo, o no—En eso te equivocas Tsunayoshi-kun—Tsuna se sorprendió ante la nueva información—Todavía hay tres, no, me corrijo, dos personas que pueden heredar Vongola.

 

— ¿Entonces que estamos esperando, abuelito? Vamos a buscarlos. ¿Es que no te decides por uno todavía? Hay muchos factores a considerar, pero si no te molesta puedo ayudarte con eso—Se ofreció. No quería que ningún inconsciente tomara cargo de la familia que tanto apreciaba.

 

—Sería de gran ayuda tu opinión, Tsunayoshi-kun, después de todo…—No sabía cómo su nieto tomaría esta noticia, pero ya no había vuelta atrás—Los únicos que pueden heredar Vongola son tú y tu hermano gemelo, Natsu.

 

La noticia le cayó como un balde de agua fría a Tsuna.

 

¿Era en serio o su abuelito simplemente estaba jugando con él?

 

Buscó algún rastro de broma en sus ojos, pero no había ninguna. Lo único que encontró fue la más pura verdad.

 

—Sé que es una decisión muy difícil para ti, pero debes entender que esta es la última opción.

 

— ¿Quién…?—Fue a penas un susurro. Timoteo no escuchó completamente.

 

— ¿Qué has dicho, Tsunayoshi-kun? No te he oído—Le preguntó.

 

Tsuna trató de hacerse escuchar—Usted acaba de mencionar que eran tres personas, a pesar de que negó una, aún son tres. ¿Quién es?

 

—Piénsalo un poco, si son ustedes los únicos que quedan, por lógica, ¿quién sería el faltante?

 

No tuvo que pensarlo mucho para adivinarlo—Mi padre.

 

—Exacto—Le dio la razón—Pero tu padre no puede ocupar el puesto porque él ya dirige la CEDEF.

 

—Entiendo…

 

La actual cabeza de Vongola vio cómo la duda iba creciendo en su nieto—Suponiendo que escojas ser el Décimo Vongola, habrá que buscarte guardianes, no podrán ser cualquiera. Eres un cielo—Recalcó—Tus guardianes deben ser las personas que tengan un fuerte lazo contigo…

 

“No debes alojar a ningún elemento bajo tu armonía antes de que venga a buscarte”.

 

Las palabras de Checkerface resonaban en su cabeza más claras que nunca.

 

—Mukuro-kun será tu Guardián de la Niebla, mientras que Hayato-kun y Basil serán tus Guardianes de la Tormenta y Lluvia respectivamente…—Seguía hablando sin notar que Tsuna no le prestaba la mínima atención.

 

No quería que su hermano menor tomara el mando de Vongola, no, eso no era cierto, su hermano sería un buen jefe para la famiglia, lo que no quería era que su hermano se adentrara en este mundo en el que estaba, pero…

 

“De lo contrario el mundo que conoces hasta ahora desaparecerá sin dejar rastro”.

 

No tenía muchas opciones, era que su hermano tomara el mando de Vongola y siguiera viviendo en este mundo, o que él lo tomara y el mundo en el que habitaba desapareciera. Con su madre, su padre, sus amigos, su hermano…

 

«Na-chan…»

 

—Solamente tendríamos que buscar a tus guardianes de la Nube, el Sol y el Trueno. Tu poder de armonía es sorprendente así que no dudo que duren mucho en llegar a ti…

 

Tsuna apretó fuertemente sus puños y oprimió sus dientes… No quería, en verdad que no…

 

“Tendrás que hacer un pequeño viaje. Tienes dos horas para prepararte. Volveré por ti”.

 

Desde el bosque a la mansión Mukuro y él debieron haberse tomado alrededor de 45 minutos, y el informe a su abuelo les tomó 15 pero, esta inesperada charla… Miró disimuladamente al reloj que había en la oficina de su abuelo… 23 minutos y corriendo. Sacando un par de cuentas y redondeando el resultado, le quedaba media hora para que Checkerface viniera a recogerlo.

 

—Deberé presentarte con las demás familias, además de enseñarte el funcionamiento de la mansión, el qué hace cada quien y-

 

—Abuelo—Interrumpió. El Nono observó a su nieto, escudriñándolo con la  mirada, había un aura de resignación a su alrededor, quería ver sus ojos pero su cabello impedía el contacto—No seré el Décimo.

 

Directo a la yugular.

 

— ¿Qué? Tsunayoshi-kun es cierto que dije que me ayudaría tu opinión, pero ¿en verdad es esta tu decisión?—Fue ahí que finalmente pudo ver los ojos de su nieto. Completamente decididos. Sin un rasgo de duda en ellos.

 

—Estoy seguro, nada me hará cambiar de opinión a estas alturas—Le contestó, sin una pisca de vacilación en su voz—Quiero que haga de mi hermano el Décimo Vongola.

 

El Nono lo pensó por unos momentos—Ciertamente me sorprendió mucho tu respuesta, pero la aceptaré. Debes tener sus razones—Analizó, no era verdad que su nieto adentraría a su otro nieto sin ningún motivo en particular, pero no le quedaba otra opción más que aceptar, después de todo, en los ojos de su nieto, se veía claramente que no le diría una palabra del porqué de su decisión.

 

—Bien, entonces si no me necesita más, me retiraré.

 

—En realidad, si hay algo más.

 

Tsuna vio como sacaba una pequeña caja del primer cajón de su escritorio y se la entregaba. Vio de reojo a su abuelo y con un asentimiento de este, lo abrió. Dentro había una fina cadena de plata con las letras Na, como dije. Con una obvia interrogatoria en su cara dirigió su mirada a su abuelo.

 

—Es un juego—Explicó—La otra parte, como dije, tiene las letras Tsu. Pensé en regalarles este juego a ambos ya que sus nombres tienen las mismas sílabas, pero en diferente orden. Espero y te guste—Agregó.

 

Al escuchar la explicación, Tsuna se puso la cadena en su cuello y la colocó bajo su camisa, escondiéndola de la vista de los demás—Gracias, abuelito, está hemrosa.

 

—No fue nada—Respondió el Nono despidiendo a su nieto de su oficina. Una vez este fuera, suspiró. En serio no se imaginó esa respuesta. Se quedó unos buenos minutos sentado en la silla de su oficina mirando su hermoso jardín hasta que tocaron su puerta.

 

—Adelante—Exclamó—No pensé que llegarías tan rápido—Comentó el Nono observando cómo el ser que entraba por la puerta lo saludaba cordialmente—Siento haber interrumpido lo que estabas haciendo, eres un hombre muy ocupado después de todo.

 

—Descuide, Nono—Habló el ente desconocido—No importa lo que esté haciendo, siempre tendré tiempo para usted.

 

—Es grato escuchar eso de alguien tan inexpresivo como tú—Sonrió con cariño antes de mencionar su nombre de manera simpática—, Reborn—El nombrado hizo una reverencia mientras se acomodaba el sombrero.

 

Frente a la actual cabeza de la Famiglia Vongola se encontraba el Hitman más fuerte, considerado el #1, El Sol Arcobaleno y, el hombre de más confianza del noveno: Reborn.

 

—Supongo que si me mandó a llamar... —Empezó el antes nombrado—Debe ser porque el asunto es algo serio.

 

—Sí, Reborn—Confirmó, viendo cómo el nombrado tomaba asiento en donde minutos antes había estado su nieto —He oído que entrenaste al Décimo Cavallone—Comentó.

 

—Sí—Respondió jugando con una de sus patillas—Era un bueno para nada hasta que pasó por mis manos.

 

El Nono sonrió al oír esa respuesta. Tan típica de Reborn.

 

—Supongo entonces que no tendrás ningún inconveniente con la misión que te asignaré—Le dijo—También es un favor personal—Agregó—Ya que he presenciado el cambio que ha tenido el joven Cavallone y, como ya estoy en la última etapa de mi vida, Reborn—Dio una pequeña pausa—Quiero que entrenes al Décimo Vongola. ¿Crees que puedas?

 

Reborn levantó una de sus cejas—No hay misión que no pueda completar.

 

—Me alegra escuchar eso—Le respondió mientras le pasaba un folder con la información que necesitaría. Reborn la aceptó y comenzó a hojearla.

 

Nombre: Natsuyoshi Sawada. (Hijo único)

Género: Masculino.

Edad: 15.

Fecha de Nacimiento: 14 de Octubre.

Nacionalidad: Japonés.

Tipo de Sangre: A

Estatura: 159cm.

Peso: 46.5kg.

Parientes:

Iemitsu Sawada (Padre).

Nana Sawada (Madre).

Personalidad: Es un joven muy amable y humilde. Es carismático y atlético. Pertenece al club de atletismo de la secundaria Namimori. Siempre es seguro de sí mismo y apoya en todo lo que puede a sus amigos.

Amistades:

Takeshi Yamamoto (Mejor amigo): Se cree que siente una ligera atracción hacia el antes mencionado. Poseedor de la Llama de la Lluvia.

Ryohei Sasagawa (Auto-proclamado hermano mayor): … Es extremo… Poseedor de la Llama del Sol.

Hana Kurokawa: La única que puede controlar lo extremo del Sasagawa mayor.

Sasagawa Kyoko: Hermana menor del ser extremo. Se cree que siente una leve (mucha) atracción por Yamamoto Takeshi, por tal motivo se ha ganado el desprecio de Natsuyoshi nombrándola "La estúpida", secretamente.

Haru Miura: Acosadora. Enamorada de Natsuyoshi.

 

Reborn cerró el folder para posar su atención en el Nono. Tenía que aclarar sus ideas— ¿Cuándo parto?

 

—Mañana a primera hora. Toma esto también—Agregó pasándole un caja algo pequeña—Es un regalo para mi nieto. Eso es todo—Fue lo único que tuvo que decir para que Reborn asintiera, cogiera la caja y desapareciera por la puerta sin decir una palabra.

 

 

Corría por la mansión. La charla que tuvo con su abuelo aún seguía repitiéndose con fuerza en su cabeza, pero cada vez se reiteraba que su decisión fue para un bien mejor. Debía borrar esos pensamientos de su mente, ahora lo más importante era centrarse en lo que venía.

 

Pasó delante de un pasillo cuando por el rabillo de su ojo lo vio.

 

— ¡Hayato, necesito que me hagas un favor!

 

—Oh, Tsuna-sama, será un honor. ¿Qué se le ofrece? Haré hasta lo imposible por cumplir su pedido—Y ahí estaba Gokudera, siempre tan servicial.

 

— ¿Recuerdas que una vez te hablé sobre mi hermano?—Tenía que hacer esto rápido. Se le estaba acabando el tiempo.

 

—Por supuesto que sí, todas las cosas que Tsuna-sama me dice están grabadas a fuego en mi memoria.

 

Tsuna se rio nerviosamente y una gota le bajó por la sien al escuchar las palabras de su amigo—Verás, Hayato, Na-chan será el próximo líder de Vongola y me gustaría que fueras a Japón a vigilar que no se haga mucho daño en el proceso—Le pidió con suma rapidez, parecía un traba lenguas —Estoy seguro de que el abuelo mandará a alguien a entrenarlo ya que Na-chan no sabe nada sobre la Mafia—Se lo acercó hasta que sus narices rozaran y lo miró directamente a los ojos— ¿Qué dices, Hayato? ¿Aceptas?

 

Gokudera se sonrojó por la cercanía— ¡Po-Por su-supuesto, Ts-Tsuna-sa-sama!

 

A Tsuna se le iluminó la mirada y le dio un gran abrazo— ¡Muchísimas gracias, Hayato! No sabes cuán agradecido estoy por eso. ¡Pero mira la hora!—Recordó—Tengo algo que hacer, Hayato. Hablamos luego.

 

Lo último que Tsuna pudo oír de su amigo antes de salir de la habitación fue un “¡Tenga cuidado!”, y un “¡Qué le vaya bien!”.

 

Todo esto pasó sin que ni Tsuna ni Gokudera se dieran cuenta de que estaban siendo escuchados por un tercero.

 

—Kufufufufu… Así que, Perrito-kun irá a Japón para cuidar del hermanito de Tsunayoshi-kun. Suena divertido, me le uniré también. Pero no ahora, tengo cosas pendientes que hacer…

 

 

Escuchaba algo distorsionadas las voces de las mucamas y mayordomos, la velocidad con la que iba no le permitía captar una oración completa, o con sentido, en su defecto, pero… Aminoró su paso, se volteó y les dedicó una gran sonrisa.

 

— ¡Gracias!—Exclamó.

 

Nada de las cosas que le estarían diciendo podrían ser malas, eran familia después de todo.

 

Cuando llegó a su habitación, lo primero que hizo fue recargarse en la puerta para recuperar el aliento. Una vez levantó la mirada se lo encontró muy cómodo sobre una silla que, vete-tú-a-saber-de-dónde-sacó.

 

Fue como si lo estuviera esperando.

 

— ¿Ya ha pasado el tiempo que me impusiste?—Le preguntó Tsuna a Checkerface algo anonadado—Sí que ha pasado rápido…

 

—En realidad no, no ha pasado—Le informó—Pero no es como si dos o tres minutos importaran mucho—Le dijo mientras le indicaba que mirara el reloj en su mesita de noche.

 

—Entiendo… Aún no me has dicho lo que tengo que hacer—Le recordó Tsuna.

 

—Ah, claro… Eso—Respondió desganado—Lo que tienes que hacer es cruzar por ahí—Señaló un gran vórtice que había aparecido de la nada en su habitación—Cuando estés en el otro lado, te explicaré todo, no te preocupes.

 

— ¿¡Qué demonios hace eso en mi habitación!? ¿Desde cuándo está aquí? ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Siempre ha estado ahí? ¿Por-

 

—Esas son muchas preguntas, Pequeño Cielo—Cortó Checkerface parándose de la silla y empujándolo para que pasara por el vórtice.

 

— ¿¡Qué!? ¡Oh, no, eso sí que no! ¡No pienso entrar ahí hasta que me digas a dónde me llevará!—Trataba de resistirse pero era inútil. Checkerface empujaba como si nada.

 

Estaban a pocos centímetros del vórtice.

 

Mientras lo empujaba, Checkerface tenía una gran sonrisa en su rostro, como si no le importara lo que el otro estuviera sintiendo. Y era así.

 

—Espero y tengas un buen viaje, Little Sky—Despidió al terminar de entrar al otro por el vórtice—Nos vemos en el otro lado…—Agregó misteriosamente para luego chasquear los dedos y el vórtice desaparecer, junto a él. Como si nada hubiera pasado.

 

 

Escuchaba sonidos...

 

No, esos no eran sonidos, eran palabras… En italiano, para su suerte. Eso le causó gracia, al menos a ese desgraciado no se le había ocurrido mandarlo a un país totalmente desconocido y dejarlo incapaz de comunicarse.

 

¿Dónde estaba? No lo sabía. Se traía un dolor de cabeza increíble. ¿Con qué demonios se había golpeado en el viaje como para tener este dolor en su cabeza tan potente? Se llevó una mano a la misma masajeándola un poco para tratar de reducir el dolor. Notó entonces que estaba acostado, se incorporó lentamente y abrió los ojos descubriendo que estaba en un callejón.

 

—Juro que la próxima vez que lo vea le rompo la cara.

 

—Ara, Piccolo Cielo, desearle eso a alguien no es propio de ti—Esa voz le sorprendió. Ese infeliz… Inmediatamente se puso de pie para golpearlo pero un mareo lo atacó dejándolo sentado en el suelo nuevamente—No deberías moverte mucho—Aconsejó.

 

«Dime algo que no sepa» Pensó Tsuna tratando de recuperarse del mareo.

 

Y, como si estuviera leyendo sus pensamientos respondió: —El viajar en el tiempo no es algo que deba tomarse a la ligera después de todo.

 

A Tsuna se le desencajó la quijada al escuchar esas palabras. Viajar en el tiempo. ¿Acaso era posible?

 

—Sí, lo es—Respondió Checkerface a la pregunta no formulada verbalmente—He de suponer que mi otro yo no te explicó nada, ¿cierto?—Al ver cómo Tsuna le dio la razón suspiró con pesadez—Tan típico de mí…—Se dijo más a sí mismo que a cualquier otra persona—Pero eso no importa mucho ahora, voy a explicarte todo lo más resumido que pueda porque tienes que leer esto y dirigirte a la dirección que está escrita ahí, lo más rápido posible—Informó mientras le pasaba un sobre negro con bordes y letras en un tono perlado. Tsuna asintió sin querer interrumpirlo—Escucha con atención, ahora mismo estás en el pasado, trágatelo. Aquí no has nacido todavía, ya puedes darte una imagen de cuántos años al pasado te mandé. El papel que ocuparás en esta línea de tiempo lo tienes que descubrir por ti mismo como cada persona que ocupa ese lugar hace. ¿Vas entendiendo?—Otro asentimiento de parte de Tsuna bastó para continuar—Bien. Eres una anomalía en este tiempo, espero que lo tengas pendiente siempre.

 

— ¿Una anomalía en el tiempo? ¿Qué significa eso? ¿Qué debo o no debo hacer? ¿A qué tengo que atenerme?—Cuestionó. No era verdad que se quedaría callado con todas las dudas que comenzaban a surgir en su cabeza.

 

—Anomalía significa, Little Sky—Recalcó—Irregularidad, un elemento que está fuera de la norma. No deberías estar aquí, te he forzado a entrar a esta línea de tiempo para que este mundo no colapse. Por eso te duele la cabeza—Dio a conocer—Este tiempo te está rechazando.

 

Tsuna se alarmó— ¿¡Qué!? ¿Tratará de eliminarme o algo así?

 

—Yo me ocuparé de esa parte—Tranquilizó Checkerface—No puedes usar tus llamas en demasía—Advirtió—No te estoy prohibiendo que las uses porque no te dejaré completamente desprotegido aquí—Agregó rápidamente al ver cómo Tsuna iba a protestar—Solo te estoy avisando de que si las usas mucho, al ser una anomalía, automáticamente, este tiempo te expulsará y te mandará adonde deberías estar y eso no puede pasar hasta que cumplas con lo que viniste a hacer. ¿Entiendes?

 

—A la perfección—Le contestó—Pero, ¿no crees que esto sería un poco más fácil si me dijeras lo que vine a hacer?—Le cuestionó algo irritado porque aún no le decía algo sobre eso.

 

—No es que no quiera, Pequeño Cielo—Le dijo—Es que no puedo, bueno…—Se quedó pensativo unos momentos—Lo único que puedo decirte es que lo que viniste a hacer tiene que ver con tus Guardianes. Encuéntralos, forma lazos con ellos, has que sean tu familia, una que no puedas olvidar nunca, pero sobre todo, ¡diviértete!—Exclamó—Eso es todo.

 

Tsuna sonrió suavemente, imaginando cómo sería tenerlos a su lado. ¿Cómo serían? ¿Qué tan diferentes serían los unos de los otros? ¿Encajarían con sus elementos? ¿O serían totalmente lo opuesto? ¿Les agradaría pasar tiempo con él? ¿Sería él lo suficientemente fuerte para protegerlos? Solo había una forma de averiguarlo, y esa era encontrándolos.

 

Pero a sus cavilaciones le llegó un deprimente pensamiento que lo hizo apretar fuertemente los puños y apretar sus dientes.

 

—Oye…—Llamó la atención de su acompañante, al ver que la tenía prosiguió— ¿No sería cruel dejarlos sin un hogar al cual volver? ¿No sería cruel el acogerlos en mi armonía para luego ser, de repente, sacados de ella? Porque ese es el deber del Guardián Cielo… ¿No sería cruel ilusionarlos para luego destruir su confianza así por así? ¿No sería cruel formar un lazo con ellos, convertirme en su Cielo, si de un momento a otro desaparezco? Un Cielo—Remarcó—No hace nada de eso.

 

—Eso es algo que, Piccolo Cielo, tendrás que averiguar por ti mismo—Le respondió Checkerface para luego comenzar a desaparecer.

 

— ¿Qué? ¡No, espera!

 

Demasiado tarde.

 

Ya había desaparecido.

 

Y así, Tsuna se quedó completamente solo en el callejón.

 

Suspiró, no había nada más que hacer. Se puso de pie y sacudió el polvo que tenía su ropa tratando de ordenar sus pensamientos, pero decidió dejarlos del lado por ahora, tenía otras cosas en las cuales pensar ahora. Se quedó mirando la carta que le había entregado ese hombre unos momentos atrás. Después de unos minutos decidió leerla y salir del callejón en donde estaba.

 

A quien corresponda:

 

Si le ha llegado esta carta es porque ha sido seleccionado/a para ser parte de un grupo muy específico de personas las cuales son las mejores en sus áreas, por eso les pido respeto por las demás aunque estas no sean de su agrado.

La finalidad de este grupo es formar lo que sería “Il Prescelti Sette”, el grupo de siete integrantes más fuertes que se haya formado jamás.

Si está de acuerdo con aceptar este grupo y las misiones que se le estarán asignando junto a sus compañeros, le pido que se dirija a la fuente que se encuentra en el parque central antes del mediodía. Ahí podrá reunirse con sus compañeros por primera vez en lo que será una bastante larga convivencia entre ustedes. De lo contrario, queme esta carta hasta que no queden nada más que cenizas.

Me despido con un cordial saludo y hasta la próxima.

 

Checkerface.

 

Al terminar de leer la carta comenzó a fijarse en su alrededor. Por la posición en la que estaba el sol se dio cuenta de que todavía tenía unas horas antes del mediodía, así que podía estar tranquilo un rato. A lo lejos pudo notar el Palazzo dei Normanni, lo que significaba que estaba en Palermo. Eso le ahorraría algunas explicaciones por si se encontraba con la versión más joven de su abuelito. O eso quería creer. No pudo seguir con su línea de pensamientos porque de repente había caído al suelo, al parecer, había chocado con alguien.

 

«Me pregunto, ¿cuándo esto dejará de hacerse costumbre en mí?» No pudo evitar pensar Tsuna al recordar todas las veces que había caído por estar sumido en sus pensamientos. Una voz lo sacó de ellos.

 

—Lo siento tanto, ¿estás bien?—Preguntó el ente con el cual había chocado—No me fijé que delante de mí venía alguien—Decía para ayudarle a levantar— ¿Estás bien?—Volvió a preguntar con más preocupación que antes.

 

Tsuna no se había fijado con quién había chocado, todo lo que vio después de haber caído al piso fueron sus pies, este llevaba zapatos negros y pantalón blanco, y una especie de… El chico no sabía cómo describirlo.

 

— ¿Estás bien?—Volvió a preguntar poniéndose a los pies de Tsuna.

 

—Eh…—Pensó—Sí, estoy bien, perdón por esto.

 

—Descuida—Decía mientras le ayudaba a levantarse—Yo era el que estaba distraído—Sonrió.

 

« ¡Es muy alto!» Pensó el pequeño luego de haberse parado, era incluso más alto que su abuelito. Nunca había visto a alguien así. Se fijó en que tenía rasgos asiáticos y no solo eso. ¡¡Estaba usando un traje tradicional chino!! Y sobre todo, habla japonés. Tsuna de una u otra manera se sentía seguro y confiado ya que hablaba en su lengua natal.

 

— ¿Eres… japonés?—Preguntó el de cabellos castaños con timidez.

 

—Soy chino—Habló con gentileza—Mi nombre es Fon. ¿Y el tuyo, cuál es?

 

— ¡Mi nombre es Sawada Tsunayoshi!—Sonrío—Pero me dicen Tsuna. ¡Un gusto!

 

—El gusto es mío, Tsunayoshi-kun—Expresó con suma dulzura— ¿Y qué trae por aquí, en Italia, a un japonés?

 

—Ah… bueno… yo…

 

El chico de cabellos anti-gravedad, mientras trataba de articular alguna que otra oración decente, escondía la carta que le había dado Checkerface. Fon se percató de esto, se fijó que era la misma que él tenía. Se preguntaba el “por qué Tsuna tenía una carta de esas” ¿Sería alguien importante? No sabía, pero debía preguntar, quizás conocía aquel lugar.

 

—Esa carta que acabas de esconder…

 

— ¿¡Eh!?—Tsuna se sorprendió al escuchar la forma en que lo decía.

 

—… Menciona un parque central… ¿Sabes dónde queda?—Preguntó inocentemente el de MAYOR estatura.

 

El de cabellos castaños se sorprendió más de la cuenta, pensaba que iba a empezar a interrogarle y que lo iba a torturar hasta que le dijera las respuestas a sus preguntas.

 

— ¿Te pasa algo?—Preguntó al ver lo pasmado que estaba Tsuna.

 

— ¿Eh…? ¡Ah! ¡Sí! Estoy bien, es solo que estaba en mis pensamientos—Se repuso—Y sí, sé dónde queda, es en dirección contraria a donde ibas.

 

El chico de mayor estatura sintió un poco de vergüenza al enterarse de que si seguía se podía haber perdido.

 

—Ya que vamos hacia el mismo lugar… ¿Podríamos irnos juntos?

 

— ¡¡Por supuesto!!

 

No tardaron mucho en llegar. Ya podían divisar a lo lejos la fuente que decía la carta. Mientras se acercaban pudieron notar una figura sentada en el borde de la fuente, ya más de cerca se fijaron en que era un hombre en sus veintenas, pelo en punta verde oscuro y ojos del mismo color, bata blanca con una barba de tres días y unos lentes tipo Harry Potter. Este estaba digitando algo en una laptop que se encontraba en sus piernas.

 

—Al parecer llegaron primero que nosotros.

 

—Sí, creo que deberíamos presentarnos.

 

—Espera, Tsunayoshi-kun—Llamó Fon seriamente— ¿No sabes quién es la persona que está sentada en el borde de la fuente?

 

—No, realmente—Respondió con desinterés— ¿Debería?

 

Fon, estupefacto por la respuesta desinteresada del chico, decidió decirle.

 

—Él, es Verde—Le dijo, poniendo mucho énfasis—Es un científico de gran renombre conocido como la reencarnación de Da Vinci. En realidad… Poco se sabe de él, pero al parecer maneja la tecnología del camuflaje y la invisibilidad. Su paradero actual era, hasta hace poco, desconocido—Agregó al ver que el científico, obviamente, estaba frente a ellos—También es conocido como la segunda venida de Da Vinci—Susurró en el oído de Tsuna para no ser escuchado.

 

— ¿¡¡¡LA SEGUNDA VENIDA DE QUIÉN!!!?

 

— ¡Shh! ¡Tsuna! ¡Ssshhh!—Decía mientras ocultaba la boca de un sonrojado Tsuna—Si sigues gritando, se dará cuenta que estamos aquí.

 

—Sé que están ahí—Dijo Verde, cerrando su laptop para luego calcinarlos con la mirada—Es de mala educación hablar de alguien que está justo enfrente de ustedes—Terminó parándose para dirigirse hacia donde estaban.

 

« ¡Waao! ¡Es más alto que Fon-san!» pensó el chiqui-cielo al ver que Verde se posicionaba frente a ellos.

 

Este se quedó viéndolos fijamente, principalmente a Fon, parecía que lo conocía (no en persona, era la primera vez que se veían cara a cara) había escuchado de él como el más fuerte en Artes Marciales, capaz de detener una bala con su mano, eso llamó mucho su atención, tanto que desde aquel momento quiso conocerlo, pero no lo daría a demostrar. También que era más bajito que él, si se abrazaban encajaría perfectamente en su cuerpo. Esto le gustó mucho a Verde.

 

—Discúlpenos por ser groseros, Verde-san—Habló Fon haciendo una reverencia con motivo de disculpa— No pensábamos que estaría atento a nosotros, no volverá a pasar—Dijo, para luego sonreír dulcemente como suele hacer.

 

Verde cayó rendido ante semejante sonrisa que solo tuvo la opción de voltear la mirada hacia la fuente como medio de escape, pero se quedó un buen rato contemplándola. Tsuna y Fon se percataron de que Verde no decía nada y decidieron mirar hacia la misma dirección. Había alguien más ahí. No sabían cuánto tiempo llevaba, solo estaba ahí, parado frente a la fuente. Ni siquiera se inmutaba en mirarlos o siquiera en hablarles, por lo que el más bajito de todos decidió romper el hielo y hablarle desde donde estaba.

 

—Etto…

 

— ¿También te dieron una de esas cartas?— Interrumpió Verde.

 

La persona recién llegada se sorprendió ante la pregunta formulada de este, no pensó que personas como ellos tendrían una de esas, ya que a simple vista, no parecen ser los mejores en algún área. Así que, decidió responder.

 

—Sí…

 

—Al igual que nosotros…—Musitó Fon.

 

— ¿Saben quién es el tal “Checkerface” ?—Preguntó la persona misteriosa— Necesito cobrarle por hacerme perder mi tiempo.

 

—Ehh… jeje— rió con nerviosismo Tsuna—Todavía no sabemos quién es. De seguro lo veremos cuando todos estén reunidos... O algo así.

 

—Tienes razón...

 

Se armó un silencio sepulcral en el lugar que solo les costaba mirar en distintas direcciones. Nadie sabía qué decir o qué hacer, todos estaban idos, estaban en sus propios pensamientos sobre quién era ese tal "ChackerFace". Hasta el mismo Tsuna se lo preguntaba, solo se había presentado ante él como el que vela por el Tri-Ni-Sette, nada más. No sabía nada de su pasado o de su futuro o lo que sea que pudiera ser de ayuda para conocerlo. ¡Ni siquiera sabía que existía un tipo de persona como él! ¡Tampoco de que se podían hacer estos viajes en las líneas de tiempo! Pensaba que solo pasaban en las series de televisión, pero estaba equivocado en su totalidad. Tenía bastantes cosas en su cabeza que no sabía cómo procesarlas.

 

Sacándolos de sus pensamientos, escucharon una motocicleta a lo lejos, todos mirando hacia la dirección de dicho sonido. Estaba cada vez más cerca. Todos se pusieron en guardia, excepto Tsuna, que se colocó detrás de Fon usándolo como escudo (cosa que este ni se fijó). Pensaban que lo que se aproximaba podría ser Checkerface, o algún que otro subordinado (si tenía, claro) para darles alguna que otra explicación del porqué de las cartas o por qué fueron seleccionados, menos Tsuna, pensaba de manera diferente, que podría ser un loco o un secuestrador o algo mucho peor que estas, pero no Checker.

 

Se escuchaba cada vez más fuerte...

 

Cada vez más...

 

Hasta que...

 

Se escuchó un disparo, el sonido de la moto había cesado y del bosque salieron dos figuras.

 

— ¡Reborn-senpai! ¡Ya suélteme!

 

—Tienes suerte de que estaba por aquí—habló el nombrado Reborn— sino estas personas te hubiesen matado, mira, están en posición de pelea.

 

—Ah...—Dijo este sin importancia alguna mientras posaba su mirada en los presentes—Ya veo... Pero... ¿Me podría soltar?

 

— ¡Claro!—Dijo, para después soltarlo y caer de bruces al suelo.

 

— ¡Reborn-senpai! ¡Eso dolió, tenga cuidado para la próxima vez!

 

—Está bien, lacayo.

 

—¡¡Que no soy su lacayo!!

 

«Qué bien se llevan» pensó Tsuna para sus adentros. Personas como ellos estarían en el grupo, así que deberían a empezar a llevarse bien.

 

—Así que...—empezó Reborn— ustedes también fueron llamados por el tal "Checkerface".

 

—Sí, pensábamos que estábamos completos, —respondió Fon— pero ustedes aparecieron de la nada por el bosque—sonrió como sabe hacer, este hombre.

 

—Todo es culpa de aquel lacayo de allá— Decía este para luego señalar a su lacayo quien se quitaba el polvo que traía encima.

 

Fon le echó una leve miradita al lacayo, este estaba con cara de "¿Quieres pelea, prro? El hombre de sonrisa dulzona solo se limitó a sonreír y hacer una reverencia, cosa que hizo sonrojar al lacayo y esconder su mirada en el bosque; cosa que no duró mucho. Este sintió un leve escalofrío recorrer su espalda, una mirada penetrante se posó sobre él helándole hasta la hiel, así que rápidamente dirigió su vista hacia Fon tratando de buscar el origen de esta. No era él, estaba muy campante charlando con Reborn de sabrá-Dios-qué, parecía interesante. Miró detrás de Fon. Tampoco era el niño que habitaba a espaldas de este, estaba interesado en la conversación que tenían aquellos dos, tratando de incorporarse, no podía. «¿Quién es?» pensó este. Hasta que por fin se encontraron sus ojos.

 

Era Verde, el científico loco. El susodicho lo miraba con cara de "Acércate dos pasos más y te rajo el cuello con una astilla que acabo de encontrar" mientras un aura completamente negra se posaba sobre este. El lacayo interpretó su mirada a la perfección y decidió pretender que no pasó nada escondiéndose detrás de Reborn, pretendiendo que se unía  a la conversación.

 

—Oye, ¿qué haces?— preguntó este al notarlo.

 

— ¿Eehh...? ¡Ah! Na-nada Reborn-senpai...—Respondió—Solo pensé que su conversación se veía entretenida y quise incorporarme… Jeje…

 

«Loco». Pensó Reborn, cuando una voz lo sacó de sus pensamientos.

 

—Por cierto, niño— interrumpió Verde, al fijarse en Tsuna— Todavía no sabemos quién eres.

 

—Eehh... Aahhh... Yo...

 

Tsuna no sabía qué decir. Estaba en medio de un dilema, ya que no podía revelar mucho sobre él. «Creo que con mi nombre bastaría» pensó. Pero quería contarles más. No quería esconderse de las personas con las cuales pasaría alguna que otra temporada o quién sabe si hasta más. Pero simplemente no podía.

 

Mientras este los miraba a todos, ansiosos por una respuesta, el sonido de una pistola siendo cargada lo alertó.

 

—Esperamos por ti, niño—Dijo Reborn, mientras posaba su pistola en la cabeza de Tsuna— No tenemos todo el día, ¿quién eres?—preguntó con parsimonia. Todos los presentes se conocían, no cara a cara, pero sí sabían quién era cada quien, ya que los que estaban ahí eran los mejores en sus áreas. De este no se sabía nada, ya que, por supuesto, no existe en esta línea de tiempo.

 

Reborn, el mejor asesino.

 

Fon, el #1 en artes marciales.

 

Verde, el científico loco, experto en camuflaje.

 

Viper, el mejor ilusionista.

 

Skull, el cual los dioses de la muerte no quieren saber de él.

 

Y...

 

—Esa no es forma de tratar a un simple niño, Reborn.

 

Todos miraron el origen de aquella voz. Pertenecía a una mujer, a pesar de ser muy gruesa y firme. «¡¡Hiiee!! ¡Estoy a salvo!» pensó un alegre Tsuna alejándose de la pistola de Reborn.

 

— ¡Vaya!— exclamó— Quién diría que Lal Mirch estaría defendiendo a un niño el cual ni conoce.

 

—No sabes si le obligaron a guardar silencio—decía esta acercándose y quedando a la altura de Tsuna— ¿verdad?

 

El niño solo se limitó a asentir, era bueno que al menos alguien lo entendiera. Los demás se quedaron mirando la situación, si no podía decirlo estaba bien, lo sabrían después, tarde o temprano, lo sabrían.

 

—Ya me cansé de esperar— expresó Viper acercándose.

 

—Estamos en el mismo barco...

 

—De-debemos ser pa-pacientes—tartamudeó Tsuna— tarde o temprano él podría-

 

—¡¡¿Qué demonios??!!

 

—¡¡No puedo moverme!!

 

Dicho esto, una luz cegadora se sumió sobre sus cuerpos, desapareciendo en plena luz del día…

 

 

 

 

 

                                                                      

 

 

 


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