Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amores Que Pasan El Tiempo por Hibari Ai

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holiwis!! Leer nota al final.

Día #01

Base de Estraneo

 

Estaba a la deriva, entre la realidad y el sueño… ¿Dónde se encontraba?... ¿Qué había sucedido?... No recordaba nada…Tenía un dolor de cabeza increíble… ¿Qué era ese sonido?... ¿Palabras?... ¿Estaban hablando?...

 

—Han… uno bueno… ¿…de lo… contras…?

 

—Es… baco… do en el par…

             

No entendía lo que estaban diciendo… Ni siquiera lograba captar la frase por completo… ¿De qué estaban hablando? ¿Quiénes estaban hablando?... Espera… ¿Eran más de uno?

 

—Estos …dres irrespon… de hoy … día, pero bue… a noso… nos …viene mu… después de …do tene… un nue… coneji… de in…

 

—Mira… al pare… nues… pe… ño se …ta des…tando.

 

Esperaron a que terminara de despabilarse y que analizara en dónde estaba para poder darle una bienvenida adecuada:

 

 — ¡Felicidades, chico!—Dijo un peli-negro, una vez Tsuna se dio cuenta de su entorno.

 

Tenía a dos personas delante de él, un castaño y un peli-negro, este más alto que el otro, ambos usaban batas de laboratorio—Te has ganado un boleto de ida al infierno. Bienvenido seas. —Anunció con una sonrisa macabra— Ponte cómodo y esperamos que te acostumbres rápido a tu nueva vida porque…—Se acercó a Tsuna— En tu boleto no venía incluido el regreso.

 

Tsuna retrocedió. Lo que ese hombre decía… No podía ser verdad— ¿Dónde está mi padre? ¿Este es otro de sus juegos? ¿Y mi abuelito?—Al ver que no respondían se asustó—Lo que dijiste antes…—Dudó antes de continuar—No es verdad… ¿Cierto?

 

Los hombres se miraron entre sí, algo divertidos por la inocencia del niño, y asintieron. Habría que sacarlo de su error. Quizás no le vaya a gustar, pero eso a ellos les traía sin cuidado. Después de todo tenían que comenzar con los experimentos desde ahora, y, ya que el niño está tan dispuesto, ¿por qué no comenzar con su resistencia y aguante? Y de paso, su fuerza mental, ya que están a punto de romper su espíritu.

 

Esto iba a ser divertido.

 

— ¿¡Que no te acabamos de dar la bienvenida al infierno, mocoso!?—Dijo el hombre castaño para luego alzar del cabello a Tsuna y ponerlo a su altura, mientras este se retorcía— ¡Esto no es un juego! ¡Desde ahora serás nuestro conejillo de indias!—Sonrió, dejando ver su amarilla dentadura y susurró: —Espero que estés preparado.

 

De repente, azotó a Tsuna contra la pared, haciendo que esta se quebrara. Tsuna en este punto ya tenía su cara bañada en lágrimas. Quería salir de ahí. Quería a su padre, a su abuelito. A quien sea, pero no quería estar ahí. Intentó pararse para salir corriendo pero uno de los hombres lo notó, puso su pie en su espalda y aplicando una fuerza descomunal comenzó a retorcer su pie encima de su espalda.

 

— ¿Cómo está?¿Lo sientes? ¿Te duele, cierto?—Preguntó con una retorcida sonrisa—Esta es sólo una pequeña parte de lo que te espera, crío, así que ve acostumbrándote—Aplicó más fuerza, Tsuna no pudo evitar el grito de dolor que salió de su boca—Sí, así mismo, retuércete, grita, ruega que paremos; no te servirá de nada, pero es excitante ver como lo haces.

 

Agarró a Tsuna por una pierna y comenzó a arrastrarlo hacia las salas de experimentación.

 

— ¡Nooooooooooooo! ¡Sáquenme de aquí! ¡Alguien! ¡Por favor!—Suplicó Tsuna. Estaba aterrado. No quería saber lo que esos hombres serían capaces de hacerle. Se quería ir a su casita. Sin embargo, nadie vino a su llamado.

 

Se estaba moviendo demasiado y eso, a los hombres no le gustó ni un poco. El de pelo más oscuro se hartó de su lloriqueo y le asestó una patada justo en la boca del estómago.

 

Tsuna rodó por todo el pasillo hasta estrellarse nuevamente contra una pared. La fuerza de la patada lo dejó sin aire y el impacto le hizo escupir sangre.

 

—Maldito chiquillo, quédate quieto. Aquí no hay nadie que pueda salvarte—Sentenció—Recuérdalo.

 

Esas palabras le cayeron como un balde de agua fría a Tsuna. Nadie iba a poder ayudarlo. Estaba solo… y en un lugar completamente desconocido para él. Mientras pensaba en todo eso, intentó recuperar el aliento y levantarse pero el dolor del reciente golpe se lo impedía. Ni siquiera en los entrenamientos con el Sr. Visconti (Guardián de la Nube; Novena Generación) salía tan herido, pero era de esperarse, el Sr. Visconti se contenía, estos hombres no. Logró ponerse de pie con mucho esfuerzo, sin embargo no duró mucho tiempo así cuando uno de los hombres volvió a sujetarlo de su cabello y retomó su trayecto. Tsuna trató de no hacer ruido esta vez, no obstante, las lágrimas que caían de sus ojos no se detenían.

 

—Camina mocoso, que no tenemos todo el tiempo del mundo. Tenemos que categorizarte— Dijo, cuando de repente doblaron hacia la derecha para luego entrar a un cuarto totalmente blanco. Tsuna pudo notar que este tenía una camilla, varias pantallas y algunas mesas en las cuales había agujas y jeringuillas, muchas de estas últimas. De diferentes tamaños y capacidades.

 

Al ver eso, Tsuna se aterró, intentó zafarse del agarre de su raptor, pero, el hombre estaba tan irritado por el comportamiento del crío que sólo atinó a propinarle un puñetazo justo en el medio de la cara. Lo que dejó al pobre Tsuna con un enorme moretón alrededor de su ojo, el cual ya comenzaba a ponerse morado en su pequeño rostro y un pequeño hilo de sangre que bajaba desde su nariz hasta su labio.

 

El golpe lo había atontado, era increíble que siguiera consciente, eso les decía mucho a los hombres. Este chico tenía resistencia. Era de los buenos. Se habían sacado la lotería con este. Era una buena adquisición, sólo esperaban que este no fuera tan problemático como lo eran los experimentos #14, #49 y, especialmente, el #69. Este era todo un dolor de cabeza, siempre con esa risa que los sacaba de quicio pero, al menos, era el único que había soportado cinco de los seis caminos del infierno y, si no mal recordaban, en estos momentos debería de estar pasando por el sexto. No pudieron evitar que una sonrisa macabra apareciera en sus rostros. Pronto sabrían si aquel arrogante mocoso podría soportar el experimento y así, al fin, tener los resultados. Miraron a Tsuna, ya querían experimentar con su nuevo juguete. Tenían muchas cosas en mente para él.

 

Pusieron a Tsuna en una camilla y lo sujetaron con cadenas a la misma. Uno de esos hombres, el más alto, tomó una de las jeringuillas que estaban encima de las mesas y comenzó a sacarle sangre, el pequeño punzón que sintió Tsuna logró devolverlo a la realidad, sin embargo, no había mucho que pudiera hacer estando de los pies a la cabeza lleno de cadenas. A penas podía respirar como se debería.

 

Al terminar de sacar la sangre, el hombre peli-negro la puso en una extraña máquina color gris, la cual estaba en una esquina de la habitación, no era grande pero tampoco pequeña, Tsuna no se había percatado de ella cuando entró. La maquina, por unos segundos, emitió algunas luces de varios colores, estas pasaban del amarillo hasta el índigo y de regreso. Al final se detuvo en el naranja, para luego, la máquina, emitir su juicio e informar a los hombres de su reciente hallazgo:

 

Iniciando Análisis.

 

Elemento Cielo: Este elemento es muy raro, normalmente, sólo el 2.72% de toda la población mundial es un Elemento Cielo, esto se debe a que no cualquier persona puede proteger, entender, contener, cuidar, aceptar, amar y darle la calidez de un hogar a otras. Regularmente, la persona que es poseedor del Elemento Cielo es muy fuerte, tanto física como espiritualmente, también, puede ser muy frágil si llegara a perder a alguna persona de su familia, lo que se consideraría ahora, sus guardianes; no obstante, por ellos, el Elemento Cielo, es capaz de sacrificar su vida sólo para que su familia esté totalmente sana y salva. Su deber es abarcar a todos los demás guardianes o elementos: el sol, el trueno, la tormenta, la lluvia, la nube y la niebla; los influencia a todos, los entiende y los acepta, convirtiéndose así, en el cielo que lo cubre todo.

 

Estado de las llamas: Activo.

Capacidad: En desarrollo.

Pureza: 100%.

Control: 59% y en aumento.

Número asignado para el experimento: 27.

 

Análisis Finalizado.

 

Esto sólo pudo sacar una sonrisa descomunal de sus rostros porque, además de tener resistencia, el chico era un Elemento Cielo, el elemento más escaso y raro de todo el mundo, en serio que se habían sacado la lotería con este chico. Era la primera vez que tenían entre sus brazos semejante tesoro. Oh. Sí que se iban a divertir sonsacando y explotando todo el cuerpo y llamas del chico.

 

A Tsuna no le gustó ni un poco las expresiones que tenían esos hombres. Tampoco cuando de repente lo miraron como si fuera su mayor descubrimiento hasta ahora el cual querían explorar, y a fondo. Y mucho menos cuando comenzaron a acercarse a él.

 

Su cara mostraba el más puro terror.

 

—Oh, pequeño, no tengas miedo. Prometemos no romperte en demasía, después de todo eres muy preciado para nosotros. Todo saldrá muy bien.

 

Tsuna no creía que saliera bien parado de esta situación.

 

—Desde ahora el #27 será tu nuevo nombre, olvídate del otro porque jamás en tu vida volverás a ser llamado así. Con eso claro, entonces, ¿por qué no comenzamos, #27?—Dijo el castaño mayor utilizando su nuevo nombre mientras pulsaba varios botones. De repente, de las paredes comenzaron a salir varios utensilios, como bisturís, jeringuillas, agujas y uno parecía soltar chispas eléctricas, estos se acercaban lentamente al pequeño cuerpo de Tsuna.

 

Este quiso soltarse y salir de ahí, pero no podía, las cadenas no lo dejaban siquiera moverse unos centímetros. Lágrimas amargas salían de sus ojos. Cada vez veía con más horror como esas cosas se iban acercando y, cuando al fin hicieron contacto con su cuerpo, no pudo evitar gritar como nunca lo había hecho en su corta vida.

 

Y así, en ese cuarto, sólo podían escucharse los dolorosos gritos y lamentos de un pequeño, el cual ya no tenía esperanza de poder salir de ahí intacto.

 

Día #02

Base de Estraneo

 

No recordaba mucho del día anterior después de que lo pusieran encima de esa camilla y así lo prefería. Le habían despojado de su ropa para ponerle una bata azul marino, la cual casi no le cubría, después de eso comenzaron a jugar con su cuerpo. Lo tenía todo adolorido. Ya no quería seguir aquí. Quería a su madre con él, a su padre, a su…

 

—Buenos días #27—Al escuchar una voz, levantó de inmediato la cabeza. No era ninguno de los hombres de ayer, este era un hombre alto, de pelo negro de punta con una mancha de cabello blanca y ojos azules. Portador, también, de una barba de tres días alrededor de su cara. Llevaba puesto unos lentes, un traje de color amarillo con una camisa azul, una corbata y una bata de laboratorio blanca—Desde ahora voy a ser el científico encargado de los experimentos que se le realicen a tu cuerpo y a tus llamas, así que es mi deber el mantenerte con vida—Anunció—Es hora de tu comida del día. Vamos.

 

Tsuna, sólo podía resignarse, después de todo, esta iba a ser su nueva vida. Al tratar de levantarse, cayó nuevamente al suelo, apenas podía mantenerse en posición vertical, los experimentos de el día anterior lo dejaron sumamente agotado, pero, tenía que comer algo, sino colapsaría, y rápido. Así que, con mucho esfuerzo se puso de pie y comenzó a seguir al hombre que ya le sacaba varios metros de distancia.

 

Al llegar junto a él, comenzó a mirar hacia los lados y se dio cuenta de que había más niños y niñas como él ahí, algunos más pequeños que él, otros más  grandes… Comenzó a preguntarse, ¿Por qué estaban ahí? ¿En dónde estaban sus familias? ¿Acaso los habrían abandonado? A él… ¿También le harían lo mismo? No pudo evitar apretar sus puños ante sus propios pensamientos. Tenía que dejar de pensar así. Debía ser fuerte, ello sabía, lo sentía, que su padre, su abuelito y todos los demás estaban buscándolo, sólo tenía que ser paciente y esperar a que llegaran. Así que, respiro hondo y, siguió observando las diferentes celdas junto a los diversos niños y niñas que habían, hasta que su mirada chocó con una bicolor, era increíble… Nunca había visto algo parecido, uno de sus ojos era de un fuerte color rojo, mientras el otro de un profundo azul… Eran hermosos… No podía apartar su mirada de esos preciosos ojos…

 

El científico al darse cuenta de a quién estaba mirando el nuevo juguete decidió explicarle quién era:

 

—Ese a quien estás viendo es el #69—Dijo, haciendo que Tsuna volteara su mirada para, ahora, posarla en él, sin embargo no duró mucho tiempo, puesto que devolvió su mirada a el chico que estaba en la celda—Es el más problemático de estas instalaciones. Una vez, mientras estábamos en un experimento con él, hizo que dos de nuestros más valiosos científicos se suicidaran. Desde ese día lo hemos puesto en una celda para él solo. En total aislamiento. No lo sacamos de ahí a menos que sea para otro experimento, incluso se le lleva la comida a su celda. No podemos permitirnos tener más bajas. Ese chico tiene una gran capacidad de influenciar la mente de los demás…Es de temer… Si aprecias tu vida no te le acerques—Avisó—No queremos perder a un Elemento Cielo por mero capricho. ¿Entendido? Si lo haces no tendré más remedio que imponerte un castigo—Advirtió.

 

Tsuna asintió porque presentía que si no lo hacía le iría mal, muy mal, pero… También sentía que el chico de la celda, no era mala persona, sí, había quitado la vida de dos personas, pero cualquiera lo haría en estas circunstancias.

 

Su último pensamiento antes de doblar por el pasillo fue:«Tengo que conocerlo, aunque me cueste un castigo por parte de ese hombre, tengo que hacerlo»

 

 

— ¿Sólo esto?—Fue su pregunta al ver como ponían delante de él una hogaza de pan y un vaso con agua. Tenía mucha hambre. ¡Esto no saciaría su hambre ni un poco!

 

— ¿Y qué esperabas, un bufete?—Se burló el científico—Estás atrapado aquí, eres nuestro rehén, nuestro prisionero, nuestro conejillo de indias—Mientras hablaba más se acercaba al rostro de Tsuna—Harás lo que digamos, actuarás como queramos y comerás lo que te demos, todo sin replicar u objetar. ¿Entiendes?—Al ver cómo bajó su cabeza, lo tomó como una afirmación—Ahora, termina de una vez que tenemos cosas que hacer.

 

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Tomó el pedazo de pan, con las manos temblorosas y, comenzó a comer. Ya sabía lo que venía y no quería que llegara pero sabía que era imposible evitar su destino. Se sentía impotente por no poder hacer algo para evitarlo, pero… Estaba tan cansado que apenas podía sostener la comida debidamente. Trató de comer lo más lento que pudo, todo para retrasar el inevitable momento en el cual lo volverían a torturar como el día anterior. Al hombre, al parecer no le importó mucho, estaba viendo algo en una pantalla que había salido de quién-sabe-dónde, muy entretenido, no había vuelto a mirar hacia Tsuna desde que se burló de él.

 

Quizás podría aprovechar este momento.

 

Discretamente, miró la habitación en donde se encontraban, quería saber si había alguna salida de ahí, además de la puerta por la cual habían entrado, pero no. Todo estaba sellado, no había ventanas por donde pasara la luz del sol o alguna apertura en el techo. ¡Ni siquiera en el suelo había alguna ranura por la cual pudiera salir de ahí! ¿Cómo eso era posible? Eso lo hizo ponerse a pensar… ¿En dónde demonios había un lugar así en Sicilia?

 

—Ya es hora #27, nos vamos, hayas terminado o no—Cogió de un brazo a Tsuna y salió por una puerta escondida que había en una esquina de la habitación y lo comenzó a arrastrar por el pasillo que apareció. Tsuna, tomó nota de eso en su mente. Le podría servir en otra ocasión y, sobre lo otro… Ya seguiría pensando en eso después, ahora, lo que tenía que tener en mente era cómo sobrevivir a lo que venía.

 

Llegaron a una habitación, igual a la última en donde lo habían puesto, pero, esta vez no lo amarraron a la camilla sino que de la pared salieron unas manos robóticas que lo sujetaron por sus manos y piernas dejándolo en el aire. De repente, recibió una descarga que le sacó el aliento.

 

—Oh, ¿Fue demasiado fuerte para ti? Pero estás vivo, ¿no?

 

—Dé… jame ir…

 

—De ninguna manera #27, nunca había tenido un objeto de experimentos tan resistente antes, así que tendrás que aguantar porque…—Mostró una sonrisa macabra—Ahora simplemente acabamos de empezar. Aquí va la segunda.

 

El grito que dejó salir de su boca hizo que el científico ampliara más su sonrisa.

 

—Mira que sí eres muy resistente, no cualquiera soporta dos descargas de las llamas tipo Trueno. No sabes de lo que te estoy hablando, ¿cierto?—Al ver que no respondía, continuó— Permíteme explicarte: El Elemento Trueno o las llamas del Trueno, como quieras llamarle, su característica es la dureza o solidificación, es el elemento más resistente de los seis elementos que protegen al Cielo. Se dice que el Elemento Cielo es más resistente pero nunca se ha comprobado científicamente, ya que, después de todo, nunca un Elemento Cielo se ha prestado para confirmarlo, los demás elementos siempre lo sobreprotegen, lo cual es una muy decisión muy inteligente…—Divagó—Pero…—Otra descarga… Otro grito—Ahora yo tengo aquí un pequeño Cielo, me pregunto si no terminaré por romperlo con tantas cosas que tengo planeado para él.

 

Ya no podía más… Las descargas se hacían cada vez más potentes, no creía poder mantener la conciencia por mucho tiempo.

 

Estaba a punto de cerrar sus ojos cuando sintió como le echaban un balde de agua fría encima. El cambio de temperatura le hizo volver a gritar.

 

— ¿Por qué… hiciste eso?—Estaba tiritando. ¿De dónde había salido el balde? ¿Es que tiene un hoyo negro que lo sigue a todas partes o qué?

 

— ¿Sabes? Es de mala educación dormirse cuando otras personas están hablando contigo—Ignoró lo que había dicho—Y yo que pensaba que tus padres te habían enseñado modales—Puso una mano en su frente y fingió sentirse despechado—Aún no he terminado de explicarte y mucho menos el experimento, así que préstame atención. ¿Por dónde estaba…? ¡Ah, sí! El deber del guardián del Trueno. Su deber es ser como un pararrayos que recibe todo el daño a la familia y lo anula, convirtiéndose así en el Trueno que esconde un golpe simple pero poderoso. Ahora, teniendo eso claro, ¿por qué no continuamos en donde nos quedamos?

 

Día #03

Cuarteles Generales de la CEDEF

 

La próxima vez se lo pensaría dos veces antes de comprar leones para la CEDEF. También se lo pensaría dos veces para volver a hacer enojar a Orégano. Mira que es verdad que una mujer puede ser verdaderamente aterradora cuando se lo propone ¡Nunca había firmado tantos papeles en toda su vida! Ahora entendía porque el Nono se escapaba de su oficina para no hacer su papeleo cada vez que tenía la oportunidad… Esos papeles eran el mismísimo infierno. Tenía toda la mano adolorida ¡Incluso tenía la marca de la pluma en su mano!… Además de que por culpa de esos endemoniados papeles no había podido ir a ver a su querido atún. ¿Cómo estaría? ¿Estaría comiendo bien? ¿Había crecido? Y si había sido así… ¿Cuánto? ¡Ya no podía esperar!

 

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no notó cuando Orégano entró a su oficina—Iemistu-san, el coche lo está esperando para llevarlo hacia la mansión.

 

— ¿Eh? Claro, ahora mismo, gracias Orégano—Estaba a punto de salir cuando volvió a oír la voz de su subordinada, la siniestra, voz de su subordinada.

 

—Espero que para la próxima lo piense mejor antes de hacer cualquier estupidez, Iemitsu-san.

 

Se rascó la cabeza mientras intentaba reír pero lo que salió fue una pequeña risa forzada—Por supuesto Orégano. Nada de leones para la próxima, ¿cierto? Jejeje… ¡Oh, pero mira la hora! Debería ir saliendo ya, no queremos que mi pequeño atún se preocupe porque no he ido a visitarlo, ¿verdad, Orégano?—Cuestionó.

 

Esta sólo pudo suspirar—Que le vaya bien, jefe. Basil está esperando por usted en la entrada para irse juntos—Informó.

 

— ¡Gracias Orégano!—Dijo para luego desaparecer en una nube de humo.

 

En serio, había algunas veces en las cuales Orégano no sabía quién era el niño entre su jefe y el adorable de Tsuna-kun. Pero… «Así es el jefe y nada va a cambiarlo» Pensó, con una pequeña sonrisa en su rostro.

 

Momentos antes con Basil

 

¿Cómo era posible que hubieran pasado tantos días sin haber ido a visitar a Tsuna-dono? Mira que el entrenamiento lo había dejado molido… No había podido moverse después de los ejercicios que le había puesto Iemitsu-dono a completar. ¿Quién se creía que era? ¡A penas tenía solo siete años! ¿Cómo era posible que se le ocurriera ponerle a subir el Monte Rose? Gracias a eso duró varios días en cama, lo que trajo como consecuencia el no poder ir a visitar a Tsuna-dono.

 

«Sólo espero que Tsuna-dono no esté enfadado conmigo por haberle dejado solo estos últimos días» Eran sus pensamientos.

 

Estaba corriendo por los pasillos de la CEDEF, se había escapado de la enfermería de la misma. ¡Ya no soportaba estar ahí! Lo sentía mucho por el Sr. Turmeric pero no podía quedarse por más tiempo, no tenía la Súper Intuición Vongola pero, sentía que debía ir con Tsuna-dono lo más rápido posible.

 

«Ya me falta poco para llegar a la salida» Y claro, todo hubiera salido bien si no lo hubieran halado por detrás de la camiseta que llevaba y levantado del suelo. Dejándolo cara a cara con Orégano.

 

— ¿Y tú adónde piensas que vas? No estás completamente recuperado de tus heridas como para que estés corriendo de esa manera, Basil—Interrogó Orégano, acusadoramente.

 

—Oh, vamos, Orégano-dono, déjeme ir. Le prometo que no haré nada que haga abrir mis heridas.

 

Orégano sólo pudo alzar una de sus cejas ante la petición—Normalmente eres un chico que no desobedece a sus mayores, Basil. ¿Ha pasado algo?—Cuestionó mientras lo dejaba en el piso.

 

Al verse atrapado, Basil no tuvo más opción que decir la verdad. En serio… No sabía cómo mentir…

 

—Es que…—Comenzó, algo apenado—Tengo varios días sin visitar a Tsuna-dono y… yo…—A Orégano le pareció muy tierno lo que Basil quería dejar dicho así que lo dejaría pasar. Sólo esta vez.

 

—Está bien, Basil—Dijo mientras le revolvía el cabello—Sólo no te muevas demasiado, ¿sí? No queremos que tus heridas se abran.

 

A Basil se le formó una enorme sonrisa al ver que Orégano le dio permiso.

 

— ¡Muchísimas Gracias, Orégano-dono!

 

—No hay problema, sólo no le comentes sobre esto a Turmeric—Al ver su asentimiento se dispuso a ir con su jefe hasta que lo recordó—Basil—Llamó al notar que el chico ya llevaba algunos metros lejos de ella—Espera a Iemitsu-san, el también va a visitar a Tsuna-kun. Pero tendrás que esperar un poco hasta que salga, ¿sí?

 

— ¡Claro!

 

—Bien—Respondió mientras se alejaba de él— ¡Espéralo en la entrada!

 

 

— ¡Iemitsu-dono!—Llamó Basil—No ha tardado nada, Orégano-dono me había dicho que lo más probable era que demorara un rato en salir.

 

«Porque lo que quería era regañarme pero logré irme antes de que su sermón pasara a mayores» Eran sus pensamientos.

 

— ¿En serio, Basil? Creo que lo dijo porque pensaba que todavía no había acabado todo mi papeleo—Respondió con una sonrisa nerviosa— ¿Por qué no nos ponemos en marcha? Tsuna debe de estar preocupado porque no lo hemos visitado durante un tiempo—Eso pareció llevarse la atención de Basil y olvidarse del tema.

 

—Entonces, ¿Qué estamos esperando, Iemitsu-dono? Hay que darnos prisa—Dijo para luego subir a la parte trasera del auto.

 

«Bien hecho Iemitsu, mataste a dos pájaros de un tiro, o mejor dicho, dos personas con la misma excusa» Pensó, para luego seguir los pasos de su discípulo y subir al vehículo.

 

Momentos antes, en cierta mansión

 

Dentro de la mansión había un increíble mutismo, estaba en calma… En total silencio…

 

Todas las mucamas y mayordomos caminaban con la cabeza baja, parecía que estaban avergonzados de algo que hicieron, pero, exactamente… ¿De qué?

 

Si subimos a la segunda planta y nos adentramos en el pasillo de la derecha podremos darnos cuenta de una chica, de no más de 10 años de edad, de pelo rosa, algo pálido y ojos vedes esmeralda, estaba golpeando la puerta de su hermano menor con algo de desesperación. Este no había salido siquiera a comer en los últimos días, y eso la preocupaba.

 

Todo desde que se enteró…

 

—Hayato, ábreme por favor…—Rogaba—Tenemos que hablar sobre esto—En su voz se notaba la aflicción—Por… favor…—Su habla se entrecortaba cada vez más—Habla… conmigo… Puedo… explicarlo… —No pudo soportar más tiempo su peso, terminó cayendo al suelo… Las lágrimas se desbordaban por su rostro—Por… favor… Ha…yato…

 

Dentro de la habitación se encontraba un niño de pelo platinado, encima de su cama, envuelto por una sábana de pies a cabeza. Este estaba escuchando los llamados de su hermana, no, media-hermana, sin embargo no le abriría. No ahora, no después… Nunca. Lo que le había hecho… No creía ser capaz de perdonarla. ¿Cómo pudo?

 

Y todos se preguntan…¿Qué ha pasado?

 

Bien, todo se remonta a dos días atrás.

 

—Flashback—

 

Estaba tan emocionado. Hoy la vería otra vez. ¡Ya quería que pasara por la puerta! Ella siempre tenía una sonrisa para regalarle. ¡No podía esperar!

 

— ¡Oh, joven Hayato!—Una suave voz lo sacó de sus pensamientos—Hoy estas más temprano de lo usual—A la pequeña sala acababa de entrar una mujer de largo cabello color plata y ojos del mismo tono. Esta llevaba un vestido blanco hasta los tobillos, sujetado por un moño verde en la cintura y zapatos a juego.

 

A Gokudera se le iluminó la mirada al verla—¡Srta. Lavina! ¡Bienvenida! ¡La estaba esperando!

 

La mencionada sólo pudo soltar una pequeña risa al contemplar su emoción—Gracias, pequeño—Dijo acercándose al banco del piano en donde estaba sentado el menor— ¿Has practicado?

 

— ¡Por supuesto!

 

A Lavina se le formó una pequeña sonrisa en el rostro—Buen niño—Dijo mientras le acariciaba el pelo—Entonces… ¿Qué tal si nos vamos un poco más allá?—Su sonrisa se hizo más amplia—A Chopin, Étude en C-sharp menor, Op. 10, No. 4.

 

Y así, la habitación se llenó del hermoso sonido del piano…

 

A la mañana siguiente…

 

«Hoy iré con Tsuna-sama y le tocaré la pieza que aprendí ayer. De seguro le gustará, siempre le gusta cuando toco el piano» Pensaba mientras pasaba en frente a uno de las tantas habitaciones que había en la mansión.

 

Fue ahí cuando lo oyó…

 

Cuando se enteró de todo…

 

Cuando salió de la mentira impuesta por todos…

 

— ¿Ya te enteraste, ya te enteraste?—Era una de las mucamas.

 

— ¿De qué?—Replicó el mayordomo.

 

—El auto de Lavina cayó de un precipicio, se dice que le fallaron los frenos.

 

« ¿Cómo?»

 

— ¿¡Como has dicho!?—Se sorprendió.

 

—Sí. ¿No te habías enterado? Sucedió ayer por la tarde—Respondió, esta vez, una mucama diferente.

 

«No puede ser cierto…»

 

—Es una pena—Se lamentó el mayordomo—No quiero saber cómo se pondrá el joven Gokudera con la noticia…—Suspiró—Era su madre biológica después de todo.

 

¡CRASH!

 

Todos se espantaron ante el sonido. Miraron hacia la fuente del mismo y, lo que vieron los dejó completamente pálidos y sin la remota idea de qué hacer a continuación…

 

Ahí, justo al lado de lo que había sido un elegante jarrón del tiempo medieval, del cual sólo quedaban los pedazos, estaba el miembro más joven de la mansión, Hayato Gokudera, mas blanco que la misma nieve, con una cara de profunda incredulidad y el más inmenso dolor plasmado un su rostro.

 

Esto era malo… Muy malo… ¿Qué se supone que harían en esta situación? Se suponía que el joven no debía de enterarse de eso… Y todo esto por ellos estar hablando de más…

 

— ¡Oh, Hayato! Estaba buscando…—Bianqui acababa de llegar, quería que su hermano probara el nuevo pastel que había hecho, pero, no pudo siquiera terminar la oración porque este salió corriendo hacia las escaleras— ¿Hayato?—Se veía sumamente pálido. Eso no le dio buena espina. Volteo a ver hacia la servidumbre y, con una voz totalmente fría y sin sentimientos, pregunto: — ¿Qué demonios acaban de hacer?

 

Tanto las mucamas como los mayordomos comenzaron a sudar frio…—Ve-verá, seño-señorita Bianqui… El jo-joven puede que… n-nos haya escu-cuchado decir quién e-era su madre bi-bioló-lógica—Fue toda una hazaña hacer que esas palabras salieran de su garganta.

 

Bianqui no pudo ni quiso reprimir la sed de sangre que salía en inmensas cantidades de su cuerpo—Oh… Entonces ustedes permitieron que Hayato se enterara…—Su voz salía completamente calmada a pesar de estar hirviendo de rabia por dentro.

 

De repente todo se calmó.

 

—Como me encantaría ponerlos a todos ahora mismo en su lugar por no saber cuándo cerrar la boca—El veneno brotaba a mares de sus palabras—Pero, ahora, lo más importante es Hayato—Y salió corriendo tras su hermano.

 

Y eso, fue lo que pasó.

 

—Flashback Ends—

 

Los gritos de su media-hermana iban apagándose cada vez más y no le importaba en lo más mínimo. Que hiciera lo que quisiera, no le abriría. Ella le había mentido. Y ella sabía que, como Tsuna-sama, él odiaba las mentiras.

 

Tsuna-sama…

 

Tsuna-sama…

 

¡Tsuna-sama!

 

De inmediato se quitó la sábana de encima y se sentó. ¡No había ido donde Tsuna-sama en los últimos dos días! Debía de estar sumamente agobiado por no saber de él en estos días. Pero… Miró a un lado, al espejo que estaba a la derecha de su cama… Se veía horrible… Tenía unas inmensas ojeras bajo los ojos por no haber dormido, además de que no había comido nada por lo que se veía demasiado delgado, casi cadavérico… Si Tsuna-sama lo viera en ese estado, de seguro que se desmayaría. Pero no podía evitarlo, no se había levantado de su cama desde que…

 

Sus dientes chirriaban por la fuerza que les estaba imponiendo, probablemente sus puños no tardarían en sangrar si no disminuía la fuerza que les aplicaba…

 

Ahora si estaba más seguro de ir con Tsuna-sama. Él, de seguro, sabría aconsejarle y decirle cómo actuar en esta situación.

 

Con eso en mente, decidió alistarse para salir.

 

 

Al estar listo, y más presentable, abrió la ventana de su habitación para salir por esta. No quería encontrarse con… Ella, por ahora, preferiblemente en un tiempo, un buen tiempo. Caminó a la salida se encontró con el chofer de la familia, este, se sorprendió al, por fin, volver a verlo, iba a exclamar cuando le hizo una seña de que hiciera silencio. Al parecer, entendió, porque no hizo sonido alguno.

 

—Llévame a la Mansión Vongola y no le digas a nadie que salí de aquí. ¿Entendido?

 

—Entendido, joven.

 

 

Al, Iemitsu y Basil, llegar a la mansión notaron como otro auto se detenía en la entrada. De este salió Gokudera, se veía decaído, pálido, demacrado, tenía unas enormes bolsas bajo sus ojos. Parecía que no había dormido ni comido durante días. ¿Qué le había pasado?

 

—Hayato-dono, ¿le ha ocurrido algo?—Dijo Basil acercándose y poniendo una de sus manos encima de su frente—Se ve muy mal, al menos no tiene fiebre…—Murmuro.

 

—Estoy bien Basil, yo sólo…—Respondió quitando la mano de Basil de su frente—Sólo… Sólo necesito ver a Tsuna-sama—Y enseguida Basil comprendió. Este era un tema el cual Hayato-dono quería primero un consejo de Tsuna-dono para saber cómo actuar, así que, simplemente asintió.

 

Iemitsu, al ver la interacción de ambos chicos, decidió dejar el tema de lado, por ahora. Sabía que a su hijo no le haría nada de gracia ver cómo llegó Gokudera.

 

—Vamos chicos, Tsuna debe de estar esperando por nosotros dentro de la mansión.

 

—Claro, Otou-sama—Incluso su voz sonaba hueca. Esto era grave.

 

Iemitsu y Basil compartieron una mirada. Sólo esperaban que Tsuna pudiera arreglar lo que sea que le haya pasado.

 

Al pasar por las grandes puertas de madera de la Mansión Vongola, de inmediato, los recibieron con un gran saludo: —Bienvenidos sean Signore Iemitsu, joven Hayato, joven Basil. ¿Desean ver al Nono o han venido a ver al joven Tsuna?

 

—Hemos venido a ver a mi hijo, María, pero ir a visitar al Nono, no es una mala idea.

 

—Entiendo, él esté…—De repente, se quedó pensando—Qué raro… —Comentó—No recuerdo haber visto al joven Tsunayoshi estos últimos días—Esto, alertó un poco a Iemitsu. A lo lejos, vio pasar a Gia, la mucama personal del joven Tsunayoshi— ¡Gia! ¿¡Puedes venir un momento aquí!?

 

— Claro. ¿Pasa algo, Mari? Oh, sean bienvenidos Signore Iemitsu, joven Hayato, joven Basil—Expresó con una sonrisa.

 

—Sí, pues… Como podrás entender, no he visto al joven Tsunayoshi en estos días. ¿Sabes tú, dónde está?—Cuestionó.

 

—Mmnn… A decir verdad, no. Yo tampoco lo he visto—Esto comenzó a preocupar a Basil y a Hayato. Ya iban dos personas que no sabían nada de Tsuna—No le presté mucha atención porque hay veces en las cuales el Nono, cuando se escapa de su papeleo, se lleva con él al joven Tsunayoshi. Pensé que estaban juntos—Eso los calmó un poco— ¿Por qué? ¿Ha sucedido algo?

 

—No—Le restó importancia—Simplemente era que no había sabido nada de él. Gracias, Gia.

 

—No hay de que agradecer—Respondió con una sonrisa—Entonces, con su permiso—Dijo observando a Iemitsu—Me retiro.

 

María, fijando su vista en los recién llegados propuso: — ¿Les gustaría algún aperitivo antes de ir con el Nono?

 

—No, gracias, María-dono, queremos llegar con Tsuna-dono lo más rápido posible. Hace tiempo que no lo vemos.

 

—Entiendo. Con su permiso, yo también me retiro—Y como si hubiera sido una señal, una vez María doblo por el pasillo, se miraron entre ellos y se echaron a correr hacia la oficina del Nono. Tenían un mal presentimiento. Un muy mal presentimiento.

 

A la distancia, pudieron notar la puerta de la oficina del Nono y, unos metros antes de estrellarse contra la misma, Iemitsu freno de golpe, haciendo que Hayato y Basil chocaran con él.

 

—Eso duele…—Dijo por lo bajo, Basil, sobándose la nariz—Iemitsu-dono, ¿por qué ha parado tan de repente?

 

— ¿Eh? ¡Ah! Lo siento, chicos—Exclamó para luego ayudar a parar a los de menor edad—Es que, aunque estemos sumamente preocupados por mi querido atún, esta sigue siendo la oficina del jefe más poderoso y con más influencia de toda la Mafia—Explicó Entrar así supondría que estamos siendo atacados o, en consecuencia, que estamos involucrados en un atentado contra la vida del Nono. ¿Entienden?

 

—Por supuesto que entendemos, Otou-sama. Lamentamos habernos apresurado—Se disculpó, Gokudera.

 

—Todo está bien, sólo ténganlo siempre en cuenta. Ahora…—Vaciló al momento de tocar la puerta.

 

—Adelante—Se escuchó desde dentro.

 

Al ingresar, pudieron darse cuenta de las interminables montañas de papeles que había en la oficina. ¿Cómo era posible que tanto papel pudiera caber aquí? Era un misterio. Y, justo en el centro de todos esos papeles se encontraba el Nono con su mano derecha, Coyote.

 

— ¡Oh, Iemitsu, qué sorpresa verte aquí! Basil, también y el joven Gokudera—Dijo Nono con una sonrisa— ¿Se les ofrece algo? Como podrán notar, estoy algo ocupado, así que si pudiera ser rápido…

 

—Claro, claro, Nono, entendemos que está bastante atareado—Recalcó Iemitsu, pasando su vista por los incontables papeles que había—Sólo queríamos saber si usted sabe… ¿Dónde está mi pequeño?

 

Nono se extrañó por la pregunta— ¿Tsunayoshi-kun? No, no sé dónde está. Coyote me ha tenido encerrado aquí ya varios días. La última vez que lo vi fue en el desayuno, y creo que eso fue hace varios días ya—Su Híper Intuición, de repente, se encendió— ¿Qué ha pasado?

 

Nono-dono… —Basil no pudo terminar la oración, simplemente no pudo.

 

—Nadie sabe dónde está Tsuna-sama—Aclaró Gokudera—Le preguntamos a las mucamas por él y nos dijeron lo mismo que usted, que no lo han visto en varios días.

 

El Nono, alterado, se paró de su silla y ordenó: — ¡Coyote, manda a buscar a Ganauche, él es quien se encarga de la seguridad de la mansión, dile que revise todas las cámaras de seguridad! ¡También a Bouche! Quiero que reviva lo que pasó en toda la mansión con sus llamas de la niebla—Y, mirando a Iemitsu, agregó—Que no se te olvide Brabanters. A Iemitsu está a punto de darle un ataque aquí—Todo mientras se acercaba al susodicho y hacia que se sentara—No te preocupes, Iemitsu, lo encontraremos—Aseguró y, mirando a Coyote añadió—No te olvides de Nie y Visconti, que hagan un equipo de búsqueda y se pongan a revisar la ciudad. Que pregunten, atormenten, engañen, torturen, lo que sea mientras encuentren información sobre mi nieto. Nadie se mete con mi Famiglia, pero sobre todo, nadie se mete con mi familia.

 

— ¡Entendido, Nono!—Respondió, para luego salir apresurado de la oficina. No iba a perdonar a nadie que se haya metido con el pequeño.

 

Los chicos, ellos… Estaban shockeados por la reciente noticia, pero más que eso, preocupados… Muchas preguntas pasaban por sus pequeñas cabezas en este momento… ¿Dónde está Tsuna? ¿Por qué se fue? Si lo secuestraron ¿Quién fue? ¿Cuándo? Pero, lo más importante… Ellos lo habían dejado solo… No habían estado ahí para él… No merecían ser llamados sus amigos… No merecían su amabilidad… Su bondad… Ellos… Eran horribles…

 

Sin embargo, Iemitsu estaba delirando…

 

—Mi… pequeño… Mi pequeño atún… Mi pequeño Tsuna… ¿Dónde estás?  Regresa, por favor… ¿Qué le diré a Nana? No seré capaz de volverla a mirar a los ojos… Por… favor… Regresa… Vuelve a mí…

 

Día #04

Base de Estraneo

 

Estaba aburrido… Y adolorido… Aburrido y adolorido… «Que gran combinación. Kufufufufufu» Pensó sarcásticamente.

 

Estaba sentado en la mugrosa cama que tenía su celda, su especial celda. Sólo para él, ya que este era el más problemático de todos y le gustaba serlo, al parecer le gustaba causarles problemas a todos los científicos encargados de sus experimentos.

 

Todavía recordaba cómo torturaba la mente de esos científicos. «Fue tan divertido. Kufufufufu» Después de haber pensado esto recordó al nuevo conejillo de indias que había llegado, había oído que era el más reciente, el favorito… ¿Quién era ese? No podía sacarlo de su cabeza desde que lo vio. Esos ojos chocolates, su cabello anti-gravitacional, su pequeño cuerpecito…

 

Quería conocerlo. Debía conocerlo. Como a todos en la celda lo quería conocer, quería ser su amigo, estar con él, pero… Sentía que no lo merecía.

 

Decidido, saltó de su cama para dirigirse hasta donde estaba el nuevo favorito, pero había un problema. La puerta. Aquella tenía 6 seguros y como 7 contraseñas para abrirla. Esta era nueva… De todas las celdas en la que lo habían puesto esta era la más difícil de abrir, era reciente para él. Por primera vez en su vida no sabía cómo abrir una puerta, y menos si era así.

 

« ¿Cómo puedo hacerlo?» Pensó. Necesitaba salir de ahí. Delante de la puerta había dos guardias. Estaba sentado en posición de yoga, pensando seriamente. «Creo que ya es hora de utilizarlo» Con la resolución en su mente.

 

No lo había utilizado desde que habían experimentado con él, no sabía si podría causarle algún daño. Sólo lo usó. Por primera vez.

 

Junto a los dos guardias había aparecido algún tipo de nube, algo así como una niebla, esta, luego de disiparse apareció la parte superior de un tridente. El guardia que estaba al lado de este no se había fijado hasta que este cortó una parte de su cuello.

 

Este cayó al instante en su control mental, el otro guardia, para cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde, también había sido cortado con el tridente. Estos se miraron entre si y desactivaron las siete contraseñas, quitaron los seis seguros y, por último, abrieron la puerta.

 

Detrás de esta había un chico hincado, con una mueca de dolor en su rostro y una mano en su ojo derecho. Le estaba sangrando. Y le dolía como mil demonios. La primera vez que lo usaba y la consecuencia que le trajo fue el dolor. Uno que nunca antes había sentido.

 

El chico, cuando vio que la puerta estaba abierta, no fue tan iluso y decidió hacer un reemplazo de él mismo en la celda y salir de la misma.

 

Se dirigió por todos los pasillos de la base subterránea buscando al nuevo y pequeño conejillo de indias. Al llegar a los pasillos de experimentación escuchó unos gritos, unos desgarradores gritos. Al parecer torturaban a alguien. Estaba a punto de devolverse cuando se fijó que la puerta estaba abierta, mayormente la cierran para que nadie interrumpa, pero esta vez fue diferente.

 

Asomó una parte de su cabeza para ver quién estaba allí. Se sorprendió al saber quién era; el conejillo de indias.

 

— ¡Vaya… Qué resistente!—Exclamó uno de los científicos presentes en la sala—Hay que seguir.

 

Se asombró al ver cómo y con qué torturaban al pequeño. Ni siquiera lo habían usado con él…

 

«Llamas de la Última Voluntad»

 

Posiblemente fuese alguien muy importante, o muy resistente, en su defecto, pero… Algo le decía que debía ayudarlo, necesitaba ayuda. Su ayuda.

 

Con todos sus pensamientos en orden, hizo re-aparecer ese tridente y cortó a uno de los científicos. «Otro más dentro de mi red de control mental» Este hizo que una de las máquinas que estaban torturando a Tsuna atacara a sus compañeros.

 

—Pero, ¿qué demonios…?— No pudo hacer más, quedo inconsciente.«Muy bien. Kufufufufu. Sólo falta uno.»

 

— ¡Oye, Rob!—Decía mientras trataba de esquivar a las máquinas— ¿Por qué diablos estás haciendo esto? ¿Acaso estás…?—No llegó a terminar la pregunta cuando ya estaba inconsciente.

 

Viendo que todo había resultado, entró completamente a la habitación—Buen trabajo—Dijo al científico que estaba bajo su control—Aunque debería decir, buen trabajo a mí mismo…—No obstante, no pudo avanzar más de siete pasos antes de derrumbarse.

 

—Oya, oya… Esto es más cansino de lo que imaginé—Con mucho esfuerzo logró ponerse de pie y avanzar hacia los controles—Kufufufufufu… Por lo menos fueron lo suficientemente inteligentes como para poner para que sirve cada botón—Dijo mientras presionaba el que ponía “Liberare”.

 

Con una lentitud exasperante, a su parecer, las manos metálicas que sujetaban al chico lo dejaron en el suelo. Inmediatamente este se encogió, poniéndose en posición fetal.

 

Eso lo asustó, fue corriendo, lo más rápido que le permitían sus piernas hacia el chico. Tsuna, al ver quién lo ayudaba se sorprendió en gran manera; aquel chico con el que había cruzado miradas aquella vez lo estaba ayudando, pero se sorprendió más al ver su ojo derecho.

 

—¡¡Estás cubierto de sangre!!—Exclamó asustado— ¡Hay que curarte! ¿Estás bien? ¿Te duele? Olvídalo, es una pregunta estúpida, debe ser doloroso…

 

El chico, por la amabilidad y preocupación del conejillo de indias, se echó a reír. Era una risa tranquila, amable amistosa, dulce, pero lo más importante es que era sincera… Nunca antes había reído así. Nadie en su vida había hecho que se riera de tal forma.

 

—Estoy bien—Respondió después de calmarse—No tienes de que preocuparte—Añadió con una suave sonrisa— ¿Tu nombre es? ¡Ah! ¡Espera! No respondas. Quien llega se presenta primero. Me llaman experimento #69, pero mi nombre es…

 

No pudo terminar de presentarse cuando, de repente, sonó una estridente alarma.

 

—¡¡¡¡Aaaggghhh!!!!—Gritó Tsuna— ¿¡Qué es este sonido!?

 

—¡¡Es una alarma!!—Gritó el nombrado #69—¡¡Se han dado cuenta que no estoy en mi celda!! ¡¡C*rajo!! Se desvaneció el clon…

 

— ¿¡¡Qué!!?—Tsuna no logró escuchar nada, sólo que es una alarma, nada más—¡¡Ya que callen eso!! ¡Molesta! ¡Mucho!

 

—¡¡No se callará hasta que regrese a mi celda!!

 

— ¿¡¡¡Qué!!!? ¡¡No te escucho nada!!

 

— ¡Que tengo que volver a mi celda!—Repitió el #69— ¡Si vuelvo a mi celda se calmará!

 

— ¿¡Y qué hay de mí!?—Preguntó Tsuna, con una cara de perrito abandonado—¡¡No quiero quedarme aquí solo!!

 

El chico #69, al ver la pobre carita del pequeño, se le rompió el corazón. No podía abandonar a esa pequeña criatura… Decidido, tomó la mano del pequeño y lo sacó de esa habitación.

 

Corrieron por todos los pasillos de la base tratando de esconderse, buscando algún lugar donde no los encontraran. El chico #69 pensó en sus otros dos amigos, quizás podía dejar al pequeño allá y volver a su celda, así que se dirigió hacia allí… Después de haber pasado por tantos pasillos, habían llegado. La alarma todavía no se calmaba.

 

—¡¡Mukuro-san!!—Exclamó uno de los chicos que se encontraban en la celda— ¿¡Qué demonios está pasando!?

 

— ¡No hay tiempo de dar explicaciones!—Interrumpió el chico llamado Mukuro— ¡Por el momento guarden a este chico aquí!

 

Mukuro, luego de haber dicho esto, dejó al pequeño chico con sus amigos y se fue a su celda para que la alarma se calmara. El #69, que tenía por nombre Mukuro, se fue dejando a los otros tres en la celda en lo que él se dirigía hacia la suya para así poder calmar la m*ldita alarma; era algo así como una especie de súper héroe.

 

Doblaba y cruzaba pasillo por pasillo tratando de localizarla pero no podía; no la encontraba, algo andaba mal. « ¿¡Cómo es posible que no pueda encontrar mi m*ldita celda!? ¡He estado siguiendo el camino correcto, m*ldición!» pensó un muy enfadado Mukuro.

 

El #69 quiso intentarlo por última vez, por sus amigos, por el conejillo de indias y para callar a la estúpida alarma. Cuando volvió a doblar por uno de los pasillos, se fijó que este no era igual a los otros, este era peor, se movía como si ese pasillo fueran ondas; luego cayó en cuenta.

 

«¡¡¡Estoy en una ilusión!!!» pensó desesperado, tratando de salir, pero ya era muy tarde, quedó atrapado en esta.

 

Día #05

Base de Estraneo

 

—Aaaghh…— se quejó un adolorido Tsuna— No puedo creer que haya dormido en el piso, me duele todo…

 

Luego de que Mukuro se había ido dejando a Tsuna y a sus amigos atrás, poco después se calmó la alarma. Tsuna al principio se alegró ya que había parado, pero luego de ver la cara de sus acompañantes se le borró la sonrisa del rostro; al parecer ellos sabían que Mukuro ya estaba en su celda, pero no del todo bien, algo le habían hecho, algo le había pasado y eso preocupó en sobremanera a Tsuna. Pero alguien lo había sacado de sus pensamientos.

 

— ¡Oye! ¿Quién eres, pyon? ¿Por qué estabas con Mukuro-san, pyon? ¿De dónde lo conoces, pyon? ¿Quién eres, pyon?

 

—Ken… Ya preguntaste eso dos veces—alegó uno de los acompañantes— Lo estás asustando, sólo míralo…

 

— ¿Hum?—Viendo que el chico se encogía cada vez más, decidió seguir— ¡Y eso qué me importa, pyon! ¡Yo quiero saber de dónde conoce a Mukuro-san, pyon!

 

Tsuna, al ver cómo estos dos discutían, pensaba seriamente en que esos dos tienen serios problemas y que uno estaba obsesionado con su amigo Mukuro. Decidido, empezó a hablarles.

 

—Etto…—susurró, pero no lo escucharon, Tsuna estaba algo lejos de ellos—Eehh… Hola… Sigo aquí, sabían…—Tsuna, hartado de ser ignorado, gritó— ¡¡¡Oigan!!!

 

—¡¡¿Qué eh?!!—Respondió el nombrado Ken, mientras que el otro se limitaba a mirar— ¡¿Qué no ves que estamos discutiendo, pyon?!

 

—Ken… creo que quiere que lo escuchemos—Habló— Si tienes algo que decir, dilo, te escucharemos…

 

El conejillo de indias al ver que se habían calmado, también se calmó. El otro chico, del cual no sabía el nombre, era calmado y para Tsuna era algo reconfortante, al menos no tendría que lidiar con el nombrado Ken.

 

—Eeehh… Bueno… No sé por dónde empezar…

 

— ¿Por qué no empiezas por tu nombre?—Habló el sin nombre— El que llega es el que se presenta…

 

— ¡Mi nombre es Tsunayoshi Sawada! ¡Pero me pueden decir Tsuna!— dijo muy emocionado el pequeño, al perecer le gusta que le pregunten el nombre— ¡Ah! Pero la máquina me asignó un número… ¿Cuál era…? ¿El 27? ¡Sí, creo que era ese! ¿Y ustedes?

 

—Mi nombre es Chikusa Kakimoto…

 

—… Ajá… —dijo Tsuna— ¿No piensas decir nada más?

 

—Nop.

 

—Kakippi siempre es así, ya es costumbre, pyon—Habló el nombrado Ken— ¡Yo soy Ken Joshima, un gusto, pyon!

 

Tsuna, al ver que ya había entrado en confianza con estos dos, decidió romper el hielo y preguntar sobre Mukuro, sobre este lugar, sobre ellos, los niños que habían allí… Tenía muchas dudas al respecto.

 

—Oye, Tsuna…—Llamó Ken— No has contestado mis preguntas…

 

—Ken… Ya déjalo…

 

—¡¡¿Cómo que lo deje, Kakippi?!!— Se alteró de nueva cuenta el muchacho—¡¡¡Necesito saber!!!

 

—Aahh… —Suspiró un cansado Chikusa—Tsuna… será mejor que le cuentes, hasta que no lo hagas no se callará.

 

—Está bien, no tengo problema alguno.

 

El chico mientras iba narrando cómo conoció a Mukuro, miraba fijamente las caras de sus compañeros, eran algo neutras, pero podía ver cierta emoción en sus caras. Tsuna pudo ver que estos dos eran muy fieles a Mukuro, lo querían, anhelaban estar con él, lo admiraban… Es su amigo, después de todo.

 

—Ya veo… — comentó Chikusa luego de escuchar a Tsuna— Así que también estaban experimentando contigo… Es muy raro que Mukuro-sama se haya interesado en ti… Eso es bueno… De algún modo…

 

— ¡Sí!—Exclamó Tsuna—Gracias a él es que estoy aquí con ustedes.

 

—Deberías agradecerle…—empezó Ken en un tono serio y relajado dejando a Tsuna bastante sorprendido. — Mukuro-san no suele hacer eso por nadie… Los afortunados deberían sentirse honrados de ser salvados por él.

 

Conmovido por lo que acababan de decir estos dos Tsuna pensó que lo mejor sería preguntar más cosas acerca de Mukuro, así para cuando se encentraran otra vez Tsuna pueda agradecerle por haberlo salvado, conocerlo mejor y ser su amigo…

 

— ¡Oigan, chicos!— exclamó alegrado Tsuna— ¡¿Cómo conocieron a Mukuro!? ¡Me gustaría saberlo!

 

Ken y Chikusa se miraron entre sí, no pensaron que a Tsuna le gustaría saber cómo se conocieron, pensaron que no le interesaría o que lo pasaría por alto, pero no que le gustaría. Emocionado, Ken decidió hablar…

 

—¡¡Esta parte me la dejas a mí, Kakippi!!

 

—No pensaba contárselo, Ken—Habló un desanimado Chikusa—Es una historia muy larga, me iré a dormir…

 

—¡¡¡Escúchame bien pequeño!!!—Exclamó Ken—¡¡Esta historia te dejará con la boca abierta, que pedirás que te cuente más!! Pero no lo haré ya que no hay—Dijo esto último con un tono desanimado, ya que no había tenido tantas aventuras con Mukuro.

 

—¡¡Waauu!! ¡¡¿En serio es tan impresionante?!!—Se la creyó Tsuna—¡¡¡Quiero escucharla!!!

 

—¡¡Muy bien, pequeño!! Mukuro-san y nosotros nos conocimos cuando…

 

Día #06

Mansión Vongola

 

— ¿¡Cómo es posible que tras pasar tres días no sepan nada de mi nieto!?—Exclamó enojado el Nono contra sus guardianes.

 

—No es nuestra culpa, Boss—Respondió Brabanters (Guardián de la Lluvia; Novena Generación) —Parece que a Tsuna se lo ha tragado la tierra.

 

—Schi tiene razón, Nono—Añadió Nie (Guardián del Sol; Novena Generación) —Visconti y yo escudriñamos toda la ciudad y no pudimos encontrar información de a dónde fue Tsuna-kun.

 

—En realidad…—Llamó la atención Visconti—Algunas personas sí dijeron que lo vieron, pero sólo por un breve momento y no sabían a dónde se dirigía. Y eso no nos sirve—Agregó para luego tirarle un cuchillo a Bouche al ver que ya había terminado su inspección de la mansión, este ágilmente lo detuvo— Tú, ¿qué encontraste?

 

—Algo muy interesante… Sin embargo, creo que Ganauche tiene algo que decirnos.

 

— ¿Eh? ¡Ah! Claro, claro. Las cámaras captaron como Tsuna escaló un árbol para luego saltar por el muro y, por último salir de la mansión. No lograron visualizar nada más ya que Tsuna se alejó rápidamente—Lo que hizo que pensara un poco—Pero… ¿Por qué Tsuna escapó? No tenía razones para hacerlo…

 

—Es ahí donde quería que llegaras—Argumentó Bouche—Al no encontrar más nada además de eso, amplié mi búsqueda hacia toda la cuidad… Tsuna se divirtió mucho… Y hubiera regresado a salvo, sino lo hubieran interceptado varios hombres.

 

— ¿Qué dijiste?

 

—Lo que acabas de escuchar. Esos hombres se lo llevaron muy dentro del bosque. No pude ver nada más, estaba fuera de mi rango, pero una vez que me acerque podré decir con seguridad en dónde lo tienen.

 

—Entonces… ¿Qué estamos esperando? Coyote, llama a Iemitsu, el querrá venir con nosotros, los demás, alístense. Iremos a rescatar a mi nieto.

 

 …

 

Tardó un poco en encontrar a Iemitsu, pero lo hizo. Estaba en una parte muy alejada del jardín, la misma en la cual había estado Tsuna antes de que decidiera escaparse de la mansión. Estaba bebiendo algo.

 

«Mira que los niños de ahora son muy problemáticos» Pensó este en modo de reflexión.

 

—Iemitsu…—Empezó Coyote— Lamento traerte malas noticias pero… secuestraron a tu hijo.

 

Decir eso lo llevó a tener la cara llena de lo que ahora sabía, a ciencia cierta, era café.

 

— ¿¡Qué!?

 

—Que secuestraron a tu hijo—Alegó mientras se quitaba el exceso de café de su rostro.

 

— ¿¡Que a mi hijo qué!?

 

— ¡Que te alistes porque nos vamos a buscarlo!—Agregó, algo cabreado, dándose media vuelta para irse— ¡Muévete! ¡Y más te vale estar listo en menos de 20 minutos frente a la oficina del Nono! Claro, eso si no quieres que te vaya a buscar a la fuerza.

 

— ¡Espera, Coyote!

 

— ¿¡Ahora qué quieres!?

 

Y, con una sonrisa, expresó— ¡Gracias!

 

Día #07

Base de Estraneo

 

Se había pasado todo el día anterior charlando con sus nuevos amigos, claro, hasta que los científicos despertaron y se lo llevaron a su celda. Pero fue un tiempo que apreció y valoró mucho, además de que fue muy productivo. Le platicó a Ken y a Chikusa sobre su intención de salir de ahí, ellos le dijeron que ya tenían planeado algo con Mukuro y le informaron e incluyeron en sus planes. Sólo faltaba informárselo a Mukuro. Ya todo estaba listo.

 

—Buenos días, #27—Saludó su científico personal—Aún no sé por qué estaba durmiendo en la sala de experimentación o por qué tu terminaste en aquella celda, pero ¿sabes algo?—Dijo mientras se acercaba—En realidad no me importa, si piensas que podrás salir de aquí estas muy equivocado. No importa lo que hagas, este será tu hogar por el resto de tus días.

 

—Eso ya lo veremos—Retó Tsuna.

 

 Esa acción le costó una bofetada—No te pongas tan altanero, mocoso. Recuerda que la persona que manda aquí no eres tú.

 

Tsuna, sintiéndose impotente, sólo pudo acatar sumisamente.

 

 

—Hemos estado dando vueltas todo el día—Se quejó Ganauche— ¿Cuándo llegaremos?

 

— ¿Él se hace o simplemente lo práctica?—Preguntó Brabanters— ¿Qué no escuchó cuando dijimos que estábamos dentro de una ilusión?

 

El Nono suspiró—Ganauche… No hemos llegado porque, en algún punto, entramos en una ilusión. Bouche está haciendo todo lo que puede para sacarnos de aquí—Señaló, dejando ver en el piso al nombrado.

 

—Oh… Lo siento—Dijo apenado.

 

—Listo… Ya he… terminado…—Comentó Croquant sin aliento—Fue algo complicado pero nada de lo que no pudiera hacerme cargo. La entrada está a unos cuantos metros de aquí. Síganme.

 

 

«M*lditos sean» Pensaba Mukuro. Tenía el cuerpo lleno de moretones y cortadas, esta vez los científicos se habían esmerado en torturarlo. Pero esta vez no los dejaría impunes. Una sonrisa macabra surcaba su rostro.

 

«El plan comienza dentro de poco después de todo. No puedo esperar para ver sus rostros llenos de terror cuando se den cuenta de lo que he estado planeando»

 

—No deberías estar sonriendo con esas heridas, #69, ¿o es que acaso necesitas algunos golpes más para que se te quite lo altanero?

 

—Qué va…—Respondió vagamente—Es que hoy presiento que será un buen día. Simplemente eso, Kufufufufufu.

 

—Lo que digas…

 

«Me pregunto que estará haciendo el nuevo favorito… ¿Chikusa y Ken lo estarán cuidando bien?» Eso esperaba porque si no, lo lamentarían.

 

«Tan sólo 31 minutos, Kufufufufu»

 

 

« ¿Qué estarán haciendo Hayato y Basil?... ¿Me extrañarán?... ¿Estarán preocupados por mi? ¿Y qué tal la Srta. Orégano? ¿Estará buscándome? ¿Y mi abuelito y mi padre?»

 

—Espero que no estén muy angustiados...—Susurró— ¿Cuándo vendrán por mí?

 

«Pero… ¿Qué tal si no llegan a encontrarme? ¿Qué tal si me quedo aquí para siempre? ¿Ya no podré ver a mi madre? ¿Ni a mí hermano?»

 

—No quiero…—Se encogió, poniéndose en posición fetal—Quiero que Na-chan me perdone… Quiero volverlo a ver… No quiero dejar las cosas así como están…

 

 

«Solamente 17 minutos»

 

 

— ¡Que se callen!—Exclamó el Nono— ¿No ven que estamos a punto de entrar a una base enemiga? ¡Compórtense como los hombres que son! O que se supone que son…—Agregó para molestarlos un poco.

 

—Claro que somos hombres Nono, que a algunos les guste que le respiren por la espalda no es culpa mía—Declaró Nie. Lo que hizo que Ganauche se sonrojara y, disimuladamente mirara a Visconti.

 

—Deja de molestar a Ganauche, Nie—Defendió Visconti—No estamos aquí para estar jugando. Concéntrate a lo que vinimos.

 

—Sí, sí, ya entiendo… —Dijo Nie a la vez que se acercaba a Ganauche y le susurraba—De esta no te me salvas.

 

 

«Tan sólo 5 minutos» Pensó mientras respiraba hondo y se posicionaba.

 

 

—Ken, estate quieto—Expresó al ver que el mencionado no dejaba de moverse de un lado a otro… Perro al fin—A Mukuro-sama no le gustaría verte así… Dudando de sus planes—Agregó.

 

— ¡No estoy dudando de sus planes, pyon!—Exclamó—Es sólo que… Sólo que… ¡Simplemente sólo!

 

Chikusa nada más lo miró unos segundos para luego volver su mirada a la nada—Lo que digas, sólo quédate quieto.

 

 

«Permítanme informarles, estúpidos científicos, que la cuenta regresiva ha llegado a cero»

 

 

¡BOOM!

 

— ¿¡Qué demonios ha sucedido!?—Exclamó un científico cualquiera.

 

— ¡No tengo idea! ¡Simplemente explotó!

 

— ¡Eso no puede ser posible! ¡Las cosas no explotan simplemente porque sí!

 

— ¡Pues esta sí!

 

 

¡BOOM!

 

—Ken, la señal.

 

—Sí, ya la oí, Kakippi—Respondió mientras se ponía los Cheeta Channel para destrozar las cerraduras que los retenían en esa celda y exclamar— ¡Vámonos! Todavía tenemos que romper muchas de estas hoy.

 

—Sí, ya lo sé, Ken.

 

— ¿Hacia qué dirección tenemos que ir?

 

—Al norte, Ken—Inmediatamente dijo esto, el nombrado se dirigió hacia la izquierda, pero, antes de poder avanzar, Chikusa lo haló y dijo: —Ken, ese es el sur.

 

—Jejejeje… Ya lo sabía, pyon—Respondió nerviosamente.

 

—No, no lo sabías…

 

—¡¡¡Que sí!!!

 

—No…

 

—¡¡¡Sí!!!

 

 —Chicos… ya dejen de pelear, tenemos el tiempo encima.

 

— ¡Mukuro-san! ¡Ha llegado!

 

—Qué buena observación, Ken—Dijo burlonamente mientras acariciaba su cabeza—Buen chico… Todavía tenemos que buscar al conejillo…—Murmuró.

 

— ¿Chico? ¿Se refiere a Tsuna, Mukuro-sama?—Cuestionó Chikusa.

 

— ¿El que dejé con ustedes?—Chikusa asintió—No conocía su nombre…

 

—Su nombre completo es Tsunayoshi, Mukuro-san, ¡¡Tsunayoshi Sawada!!—Exclamó Ken.

 

— ¿Así que Tsunayoshi-kun, eh? Le queda. Kufufufufu. Vámonos.

 

Empezaron a correr por toda la base esquivando y escondiéndose de los científicos. Cada vez que pasaban por una celda, Ken liberaba a los rehenes, estos los seguían.

 

«Todos estos son unos pegados, solamente porque Mukuro-san los libera están así, pyon» Pensó un enojado Ken.

 

Doblaron por un pasillo y se encontraron con el científico encargado de Tsuna.

 

—Así que ustedes son los cabecillas de esto… M*lditos mocosos, ya se las verán conmigo. Si mi precioso tesoro escapa por su culpa les juro que no saldrán vivos de esta—Para luego tirárseles encima para tratar de atraparlos, lo que no pudo hacer.

 

—Ya no somos tus conejillos de indias, querido doctor—Dijo con sorna uno de los tantos niños que Mukuro había liberado—En este mismo instante somos un gran grupo de chicos los cuales tenemos el poder de derrotarlo. Y todo gracias a todos los experimentos que usted y sus compañeros nos hicieron. En serio que debemos agradecerle, ¿no, chicos?—La horda de niños estuvo totalmente de acuerdo con lo dicho por el chico—Pues ya usted ve—Y dirigiéndose a Mukuro y compañía dijo: —Váyanse, nosotros nos haremos cargo de él.

 

—No nos haremos de rogar. Kufufufufu. Vámonos—Ordenó a Ken y a Chikusa—Iremos por Tsunayoshi-kun.

 

 

— ¿Qué fue esa explosión?     

 

—No lo sé—respondió Bouche—Pero fue muy fuerte si la escuchamos hasta aquí.

 

Iemitsu, al escuchar la explosión, no pudo evitar pensar aún más en su hijo Tsuna. «¡¿Qué habrá pasado?! ¡¿Acaso mi hijo estuvo involucrado en esa explosión?! ¡¿Estará herido?! ¡¡Mi Tsuna!!» Luego de terminar de pensar en su hijo, no pudo evitar lanzar un grito al aire.

 

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MI ATÚUUUUUUUN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

— ¿Y a este qué le dio?— exclamó un sorprendido Visconti luego de sorprenderse con el grito de Iemitsu— ¿Quién es Atún?

 

Iemitsu, indignado por la pregunta de Visconti, no dudó en reprocharle por no saber quién es su Atún.

 

— ¿¡Cómo que no sabes quién es Mi Atún!? ¡Mi atún es el ser más hermoso que ha pisado esta tierra!—Hamaqueando (moviendo) por los hombros a Visconti—Después de mi querida Nana, claro—Murmuró por lo bajo— ¡Pero eso no importa! ¡Mi querido Atún es el niño más tierno, adorable, cariñoso, amable, lindo, juguetón! … Aunque este último lo comparte con su hermano gemelo… ¡Pero eso no importa! ¡Es mi hijo, Visconti! ¿¡Cómo puedes ser tan ciego!? ¿Es que no ves el parecido entre nosotros? Ok, no respondas eso. ¡Pero es que eso no tiene importancia! ¡Mi querido atún es sangre de mi sangre!... Y de la de Nana… ¡Pero sigue siendo sangre mía! ¡Es…

 

—Sí, sí, ya entendí, Iemitsu. Es Tsuna, simplemente tenías que decir que era Tsuna—Cortando todo el discurso que sabía que estaba por venir sobre su “increíble” parecido con el pequeño. Cosa que no era verdad. Pero no había nadie que lo sacara de eso.

 

—Bueno… Si lo entiendes entonces está bien…

 

—Dejen de parlotear y muévanse. Cada segundo que pasa podría cortar la vida de Tsuna, más puesto que no sabemos cómo está—Reprendió Coyote.

 

Al escuchar lo que dijo la mano derecha del Nono sólo pudieron callar y comenzar a moverse. Tenía razón.

 

No lograron avanzar mucho cuando encontraron a un grupo de niños amarrando a un hombre de bata blanca. Su primera emoción fue extrañarse, luego le siguió la rabia, al principio creyeron que sólo era Tsuna quien estaba dentro de estas instalaciones, pero al parecer sus suposiciones no eran ciertas. Había más niños aquí, muchos niños.

 

Nie se acercó a la multitud de niños, algo cauteloso por lo que le podrían hacer esos niños. Una vez a una distancia no tan lejos pero a la vez no demasiado cerca, preguntó: — ¿Qué están haciendo, niños?

 

Uno de ellos contestó: —Ayudando a que nuestro salvador vaya a liberar al nuevo conejillo de indias que llegó hace pocos días. Y ustedes, ¿quiénes son?

 

Al ver que los niños no tenían intenciones de atacarlos como le sucedió al hombre que estaba en el suelo, se relajaron y el Nono respondió: —Estamos buscando a mi nieto, puede ser el chico nuevo del que acabas de hablar. ¿Sabes dónde está?—Preguntó amablemente.

 

 —Ni idea—Contestó con sinceridad—Nunca me he fijado en cosas que van más allá de mi celda.

 

—Oh… Ya veo, muchas gracias, niño—Para luego dirigirse a uno de sus guardianes—Brabanters, llévate a estos niños de aquí, que los examine un médico y pregúntales si recuerdan algo de sus familias. Los llevaremos con ellas. Llévate a Bouche contigo.

 

—A la orden, Nono—Se dirigió a los niños—Ya lo escucharon, vámonos.

 

— ¡Molte grazie signore!—Expresaron al unísono.

 

—No hay de qué.

 

— ¡Ah, se me olvidaba!—Exclamó una niña, mirando hacia atrás— Hace poco unos chicos pasaron por aquí, dijeron que tenían que ir a buscar a alguien, podría ser la persona que busca. Se fueron hacia allá—Apuntando hacia la derecha.

 

—Gracias pequeña, eso es de mucha ayuda—La chica sonrió y después se fue con el grupo.

 

Una vez se marcharon, retomaron su búsqueda.

 

 

Después de tanto, habían encontrado la celda especial que tenían para Tsuna, el pequeño se encontraba de rodillas a espaldas de las rejas de su celda, quería que lo sacaran de allí, quería ver a sus amigos, a su familia, a los amigos que hizo en la celda, a todo el mundo, Tsuna ansiaba ver.

 

—Kufufufu… Te noto algo deprimido, Tsunayoshi-kun

 

—¡¡Oye, anímate, verte así hace que me deprima yo también!!

 

—Ken… No seas tan duro con él…

 

Se sorprendió en gran manera al escuchar estas voces, no pensó que lo salvarían y menos en una situación como esta cuando el lugar se está cayendo a pedazos.

 

—¡¡Chicos!!—Exclamó— ¡¿Qué hacen aquí?! Pero más importante ¿Qué está pasando?

 

—Te contaremos todo cuando salgamos de aquí—Habló el mayor de todos—Ken, rompe la celda de Tsunayoshi-kun.

 

—¡¡A la orden, Mukuro-san!!

 

Luego de haber estado libre, este se abalanzó sobre los tres chicos, cayendo los cuatro al suelo. Estaba muy agradecido con estos por haberlo salvado, por sacarlo de allí, pero sobre todo, por ser sus nuevos amigos. Nunca pensó que en un lugar como este encontraría a personas tan maravillosas como ellos.

 

—¡¡¡Muchas gracias, chicos!!!

 

—¡¡Oye, quítate de encima!!—Gritó un “enfadado” Ken— ¡Me aplastas!

 

—Ken…—llamó Chikusa— ¿Cómo se va a quitar de encima si lo estás abrazando alegremente?

 

—Kufufufufu… ¡¡Es cierto!!

 

—¡¡P-por s-supuesto que no!!—Gritó sonrojado Ken para luego apartar a Tsuna. —No lo estaba abrazando…

 

Rieron los otros tres al ver la actitud tan inusual de Ken, pero estas risas se transformaron en sorpresa cuando vieron que unos hombres en traje se acercaban hasta ellos. Tsuna, al principio no los conoció, pero al acercarse más pudo ver quiénes eran, no lo dudó dos veces y se fue hasta ellos.

 

—¡¡¡PAPPAAAAA!!!

 

Iemitsu se derrumbó, pero eso no impidió que recibiera a su hijo con los brazos abiertos. ¡Oh, cuánto lo había extrañado! Una lágrima de alegría se escapó de su ojo… Al fin volvía a tener a su retoño en brazos.

 

—Ya todo está bien, pequeño. Pappa está aquí y nunca te volverá a dejar solo. Nunca más.

 

Todos veían la escena, conmovidos por el amor que desbordaba de los dos.

 

Sin embargo no pudieron admirar por mucho tiempo la escena ya que una parte del techo cayó justo al lado de ellos. Esto asustó mucho a Ganauche quien fue a refugiarse a los brazos de Visconti.

 

— ¿Qué pasa, amore?—Susurró Visconti.

 

— ¿Eh? Nada… Es sólo que…—Intentó decir a la vez que señalaba el pedazo de techo caído. Visconti entendió al instante.

 

—Tranquilo, siempre que estés cerca de mi estarás bien—Calmó.

 

—Oigan… ¿Pueden dejar de hacer sus cursilerías delante de mí? Me están pervirtiendo—Bufó Mukuro—Y después nos echan la culpa a nosotros los más jóvenes.

 

Todos se echaron a reír gracias al comentario de Mukuro. Aunque a Visconti no le hacía gracia el comentario y qué decir de Ganauche, este estaba tratando de esconder su sonrojo en el pecho del antes mencionado.

 

—Debemos irnos—Dijo cortante Visconti mientras soltaba a Ganauche pero lo sujetó de la mano—Este lugar se está cayendo a pedazos, sino queremos quedar atrapados aquí debemos irnos, y rápido—Agregó al ver cómo otra parte del techo caía.

 

—Lo que digas Visconti, lo que digas.

 

 

Sólo hicieron salir de la base para que esta se terminara de derrumbar.

 

—No tuvimos tiempo de investigar a fondo esa base—Dijo pensativo Coyote— ¿Habrá más de esas en alguna otra parte de Italia? ¿O, en algún lugar del mundo?

 

—Si estás interesado en eso nosotros podemos serte de ayuda—Comentó Mukuro—Hemos estado ahí la mayor parte de nuestras vidas, sabemos muchas cosas de esa m*ldita base.

 

Coyote sonrió—Eso sería de mucha ayuda, gracias.

 

—Kufufufufu… Lo que sea para poder pasar más tiempo con Tsunayoshi-kun—Dijo mientras se abalanzaba sobre el susodicho.

 

Eso le hizo gracia a Coyote—Sí, claro—Respondió mientras recordaba lo posesivo que era cierto peli-plateado con el pequeño—Ya quiero verte peleando con el joven Gokudera por la atención de Tsuna. No la tendrás fácil—Le advirtió.

 

— ¿Joven Gokudera? Kufufufufu, no sé quién sea pero no voy a compartir a Tsunayoshi-kun—Dijo mientras abrazaba más al mencionado—Tsunayoshi-kun es mío.

 

La sonrisa de Coyote aumentó—Ya lo veremos…

 

—Mu… kuro… No pue…do res…pirar

 

—Kufufufufufu, lo lamento, Tsunayoshi-kun—Dijo soltándolo—Es la emoción. Kufufufufu…

 

 

 

Notas finales:

Yaahooo!! Capítulo bastante largo!! Tómenlo como un regalo ya que no actualizaremos por un tiempo, entraremos en exámenes!!! T_T Así que... No sabemos cuándo volvamos a actualizar, pero esperamos y sea pronto! Pero descuiden,no abandonaremos esto XD, después de tanto sacrificio es imposible, créanme. Esperamos que les guste el cap. y que seas pacientes! 

PD: Casi aparecerá Reborn!! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).