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Edge por Lilith Lawless

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A la siguiente clase, el día miércoles, se dedicó a escuchar atentamente a la profesora—. Pasado. El pasado es aquello que nos moldea, lo que nos da experiencias que utilizaremos en el futuro; la lectura, como les dije antes, siempre será un arma de doble filo: pueden utilizarla tanto para maleficio como beneficio. Entonces, voy a pedirles que con mucho cuidado intenten ver algo de su propio pasado, no quiero llegar a saber que husmearon en la vida privada de otras personas, o perderán automáticamente la copa de la casa. ¡A trabajar!— animó.

Sirius volvió a ver de reojo a Severus, el muchacho fruncía el ceño concentrándose en el centro fucsia de la bola de cristal; Sirius ahogó una carcajada, a leguas podía notarse que el Slytherin no veía o vería nada, y ya tenía algo nuevo para poder burlarse. «Snape...» una sonrisa aterradora apareció en su rostro y se esfumó del mismo modo en que había llegado. ¡A la mierda con la copa de la casa! necesitaba saber si por lo visto la vez pasada Snape era reelevante en el asunto o simplemente la bola había revelado el futuro de las personas más cercanas a ella, que casualmente fueron Severus y el mismo Sirius. Se cruzó de brazos como usualmente lo hacía al aburrirse, intentando no lucir sospechoso ante el Slytherin, aunque este, desde el incidente en la enfermería hacía cinco días atrás le estaba, evidentemente, evitando. El lunes en Cuidado de Criaturas mágicas le ignoró por completo, e incluso durante las comidas no despegaba la mirada del plato -Y como extra, Black se había percatado que el muchacho no comía demasiado, pues por mínima cantidad de alimento que se servía, el plato rara vez quedaba vacío, lo cual quizá daba como consecuente su figura delgada y fantasmagórica-. Suspiró, necesitaba concentrarse o no iba a ser capaz de ver nada y tendría -lamentablemente- que hablar con el profesorado para recibir ayuda, cosa que no quería hacer. No por nada estuvo durante horas intentando convencer a James de no decirle nada a Remus y mucho menos a Peter, puesto que estaba desconfiando de todos y mucho más de Pettigrew.

Disimulado, llevó los ojos hasta el centro del cristal. Con la mirada esperanzada esperó, concentrándose en ella... y nada. Las dos tortuosas horas de adivinación nunca se le habían pasado tan rápido. Cuando llegó el momento de irse se levantó brusco de la mesita; toda una maldita pérdida de tiempo, lo único que había ganado era una migraña asquerosa producto de los inciensos extremadamente dulces del lugar. Ya todos se habían ido, Lunático, Cornamenta y Colagusano le esperaban en la puerta. Corrió hasta ellos, caminando juntos un par de pasillos antes de él detenerse en seco.

—¡Mierda!— gritó— ¡Mi varita!

Remus le miró sin entenderle—, ¿Qué sucede?

— Mi varita, la dejé debajo de la mesa— ante la mirada incrédula del trío prosiguió—, Intenté hacerle el cabello rosa a Malfoy, pero la profesora Swaney se acercó a mí y la dejé caer en la alfombra, abajo de la mesa

James le tomó del brazo— ¡Pues vamos!

— Adelántense ustedes, ya tenemos muchas faltas con Slughorn. Distráiganlo un rato en lo que llego, voy que vuelo— pidió safándose del agarre de Potter para salir corriendo en de regreso al aula de adivinación. James, Peter y Remus le vieron desaparecer al final del pasillo, girando a la izquierda para llegar a las escaleras. Se miraron entre sí un par de segundos que bastaron para comprenderse; desde el incidente la semana pasada Sirius estaba actuando demasiado raro, ya no molestaba a Snape, en cambio comenzaba a hacer de blanco a un chico de Ravenclaw que era por demás pretencioso y alardeaba sobre los motivos que le habían llevado a dicha casa, ya no coqueteaba con cualquier chica que se le cruzase en el camino y ahora parecía querer alejarse de todos. Remus Lupin ya no sabía si eso de la varita olvidada era cierto o el mismo Sirius la había dejado ahí con tal de no llegar a la siguiente clase con ellos.

James observó los ojos amarillentos de su amigo bañarse en decepción inmediata y desvió la mirada, sintiendo como la culpa le llenaba por dentro—, ¡Va-vamos a clase! Que nos toca con Slytherin y eso quiere decir que debo compartir aire con Malfoy, no quiero que busque excusas para bajarme puntos ahora que lo hicieron prefecto*— habló rápidamente y con nerviosismo. Tomó a Remus de la manga y comenzó a caminar con prisa, sabiendo que Peter los seguiría. Lupin dirigió una última triste mirada hacia atrás. Y de repente se sintió traicionado.

Sirius había llegado jadeante al aula vacía, pensaba usar a Canuto, pero iba a ser un problema de proporciones estelares si alguien le veía convertirse. Entró sigiloso, se suponía que a esa hora la profesora estaba libre y generalmente se iba a las cocinas a tomar el té, por lo que, a simple vista, no había nadie. Caminó hasta la mesa, agachándose para recogerla, más al querer sacarla escuchó el sonido de algo de cristal rodar un par de centímetros; extrañado levantó el largo mantel y lo vio, un pequeño frasquito con corcho a un lado de su varita. Sin saber por qué lo tomó entre manos, metiéndolo al bolsillo de la túnica junto con la varita. Tranquilamente se dirigió a la salida, hasta que su única neurona hizo click. ¡La clase con Slughorn era compartida con Slytherin! Estaba seguro que Lucius iba a utilizar su retardo para bajarle puntos a Gryffindor. Se golpeó mentalmente por haber olvidado que estaban en último puesto en la copa de la casa y salió a todo lo que daban sus piernas, corriendo apresurado por los pasillos.

<<¡No voy a llegar! ¡No voy a llegar!>> se repetía desalentado. Una idea le cruzó por la mente, provocando que frenase. Aparecerse, esa era la solución. Walburga, su madre, les había impuesto a él y a su hermano una educación mágica rigurosa, por lo que al entrar a Hogwarts, ambos ya sabían un par de cosas que la mayoría de los recién ingresados no, y aunque nunca lo había intentado en realidad tenía plena confianza en que podía hacerlo. Se mentalizó, concentrando su magia fuera del aula de pociones. Los ruidos afuera de los Hufflepuff entrenando Quidditch le distraían enormemente, causando que, al momento de aparecer, lo hiciera en el salón de entrada de la escuela. Se maldijo por fallar y maldijo su suerte, pero internamente agradecido de estar a solo las escaleras de las mazmorras.

— ¿Sirius?— escuchó a Peter detrás de él.

James le miró anonadado— ¿Cómo demonios llegaste antes que nosotros? ¿Usaste a Canuto? ¿Por qué no te vimos?— bombardeó con preguntas.

— Verás, el caso es qu- ¿Rems?— se interrumpió el mayor de los Black. Remus se encontraba pálido y con el semblante rígido, viéndole como quien ve a aquel que conoce por primera vez—. Lunático… ¿te encuentras bien?

El aludido, que aún estaba siendo sujetado por James se deshizo del agarre suavemente—. Vamos a clase, faltan como cinco minutos para que empiece— dijo y sin esperarlos encaminó a las escaleras de caracol, bajando despacio. Sirius le llamó en un par de ocasiones, pero la cabellera castaña continuó alejándose hasta perderse. El chico miró a Potter y a Pettigrew con semblante incrédulo.

—¿Qué demonios acaba de pasar?— preguntó; James volteó hacia un costado con el rostro lleno de arrepentimiento.

— Iré a ver que tiene— dijo Peter y bajó lo más rápido que su rechoncho cuerpo se lo permitió.

Sirius tomó aire—, Cornamenta-

— Lo siento— le interrumpió Potter—, No puedo hacerle esto, sabes que es muy inseguro y sé que se siente excluido. Tenemos que decirle, Sirius

El pelinegro negó con la cabeza— Yo se lo diré ésta noche, pero eso sí, ni pienses en decirle a Peter

James, extrañado, se limitó a preguntar con tono molesto: — ¿Por qué no?

— No lo sé, James. Es una corazonada. Solo prométeme que no le dirás nada— extendió su mano, mostrando el meñique— ¿Promesa de hermanos?

Potter titubeó segundos antes de, con desgana, enredar su meñique con el de su amigo— Promesa de hermanos.

Soltaron un suspiro, renaudando con calma el resto del trayecto hacia el aula de pociones. Se mantuvieron en silencio todo el camino, pero más que incómodo, era, en sí, reconfortante el saber que al menos entre ellos era muy difícil perderse. Ya luego arreglarían las cosas con Remus, estaban completamente seguros de que su amigo iba a perdonarles rápidamente cuando supiera el motivo del cambio de actitud en el rebelde de los Black.

Cuando llegaron la puerta ya se encontraba cerrada, Sirius tocó un par de veces, logrando que Slughorn saliera y tras regañarles suavemente por el notable retraso les permitiera entrar. James pasó de largo las hileras hasta llegar a la esquina de atrás, donde Lucius estaba, tomando asiento a un lado de él. El aristócrata le envió de reojo una mirada amenazante y, como siempre que les tocaba juntos, ninguno hizo amago de querer iniciar una conversación. Sirius por su parte se sentó en la primera banca compartida pegada a la puerta, donde Severus ya se encontraba ignorando olímpicamente a Horace para concentrarse en rayonear su libro de pociones, tachando algunas cosas y escribiendo debajo de lo tachado pequeñas notas.

El hombre dictó la página donde estaba la poción e hizo que se levantasen a recoger los ingredientes que él anteriormente había colocado dentro de los calderos libres de agua. Cuando ya todos estuvieron en su sitio añadió que quien lograse hacer la poción perfecta se ganaría una botella de Felis Felicius, que daba buena suerte a aquel que la bebiese.

<<Suerte>> se burló Sirius en su cabeza. Era precisamente eso lo que le faltaba, no se veía logrando algún avance sin ayuda, solo le quedaba rogarle a Merlín que le socorriera, aunque fuese estúpido pedirle algo a la nada. Soltó un bufido inconforme que no pasó desapercibido por el Slytherin a su lado, más el chico lo atribuyó a que era tan inútil que no podía siquiera hacer una poción tan sencilla. James, que desde atrás lo veía todo con aburrimiento, sacó su varita mientras Lucius largaba a lavarse las manos llenas del líquido de unas semillas extrañas cuyo nombre nadie recodaba. Lanzó un Diffindo en dirección a Snape, queriendo mallugar el caldero que hervía al fuego para arruinarle la poción. El sonido de una silla cayendo estrepitosamente al suelo atrajo la atención de todos, Severus se había levantado de golpe, su mano izquierda escurría sangre por diferentes aberturas profundas que se veían realmente dolorosas. Slughorn se acercó rápidamente, tomando al chico de la muñeca con delicadeza, le dirigió una mala mirada a Sirius, pero antes de hablar fue interrumpido por Malfoy:

— ¡Veinte puntos menos para Gryffindor!— sentenció, siendo seguido por una horda de reproches por parte de los leones—. Profesor, vi a Potter apuntar su varita a mi compañero

Horace observó decepcionado a James, quien con el susto de ser aprehendido en el acto aún traía la varita en la mano—. Quiero verlo ésta noche después de la cena en mi despacho, está castigado, joven Potter. Ahora, joven Black, acompañe a Severus a la enfermería. Y que quede claro, no quiero otro percance— amenazó como solo él sabía hacerlo y soltó a Snape. El Gryffindor asintió, levantándose rápidamente. Observó al muchacho, éste revolvió la mezcla en el caldero y apagó las llamas, diciéndole a un impresionado profesor que estaba listo y quería lo revisara. Slughorn, titubeante por la falta de consciencia hacia su salud del Slytherin, se acercó—. ¡Excelente como siempre, Severus!— metió su mano en la túnica, sacando la botella de Felis Felicius para dársela al de mirada ónix—, Se acabó la clase, y como únicamente su poción fue realizada con éxito, esto es todo suyo, úselo bien— habló revolviendo contento el cabello del muchacho, a quien le había tomado un inmenso cariño—. Ahora sí, váyase con Pomfrey, quiero verlo sano la próxima clase

Severus asintió, guardando con toda la calma del mundo y algo de dificultad su  pluma y tinta en la túnica. Iba a tomar sus libros cuando la mano de Sirius se cruzó en su caminó y los colocó todos juntos para llevárselos—, No voy a hacer nada bajo amenaza, camina— ordenó frívolo. El Slytherin le fulminó con la mirada, a sabiendas de no poder hacer nada se resignó a caminar altivo como siempre en dirección a la enfermería.

A la mitad del camino Malfoy los interceptó, arrebatándole los libros a Sirius antes de colocarse a un lado de Snape—. Tu repugnante presencia ya no hace falta, traidor de sangre— tomó delicadamente al más bajo por la muñeca, apretando un poco para detener la hemorragia—, ¿No piensan parar algún día? ¿Acaso no tienen cerebro? ¿Cuándo van a comenzar a ver la realidad? ¿Cuándo tengan un cadáver enfrente? A éste paso allá van— suspiró mirándole con odio que no tenía la intención de ocultar—, Escúchame bien, Black, y quiero que se lo digas a tus amiguitos imbéciles también: Si vuelven a tocar a Severus me encargaré de hacerles saber el poder que poseo, no como estúpido prefecto, sino como mago. Y no es una amenaza, es una advertencia— habló con un tono helado y mirada penetrante que no dejaban duda alguna de su enfado, jalando del brazo a un estupefacto Severus y dejando a Sirius medianamente asustado.

El Gryffindor se quejó chasqueando la lengua. Ya tenía casi una semana sin pensar siquiera en Snape y James lo había tirado todo por la borda. Ahora tendrían que andarse con cuidado, vigilarse las espaldas y ser precavidos en lo que consumían en el gran comedor.

Cansado por lo desastroso de su semana se dirigió de nuevo y por segunda vez, a un aula en la que ya había pasado rato, solo para descubrir que no había ni un alma y sus cosas ya no estaban. Se maldijo por tercera vez, era obvio que sus amigos se las habían llevado a la siguiente clase. Cuando iba de salida notó que el reguero de sangre aún permanecía ahí, dándole a la mazmorra un tono, si aún cabía en ello, más lúgubre. Perdió la mirada en el líquido rojo que chorreaba de la mesa hacia el piso.

— ¡El pensadero!— gritó emocionado; finalmente obtendría respuestas. Sacó la botellita que encontró en la clase de adivinación y guardó un poco de sangre en ella. Pondría el líquido en un pensadero y así saciaría sus dudas.

Sonrió, tal vez sí era cuestión de suerte.

Notas finales:

Sup!


Pues ya he llegado :v 


Muchas gracias a esas siete personitas que me dejaron review, me encanta leerlas y saber que les gusta :3


Espero de todo corazón que les siga agradando mi historia, es un feto pedorro y a duras penas está tomando forma xD decidí que haré más capítulos de los que tenía pensado hacer, espérenlos C:


Eso es todo, Au revoir!


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