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Back in Black por Liesel Meninger

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Capítulo XIV: Un gran poder conlleva... un gran sacrificio.


Nada más importaba.


Siempre que sus cuerpos se entregaban completamente, mezclándose mutuamente hasta que sus almas se enlazaban, nada más le importaba, ni siquiera sus demonios gritándole, con el tono distintivo de su padre, que entregarse a él era una aberración.


Nada más le importaba. Ni siquiera el hecho de que su tiempo cada día se agotaba. Lo único que verdaderamente le importaba era estar con él.


Recibirlo, inicialmente, le avergonzaba. Sentirse completo y amado se sentía prohibido, sobre todo cuando le tocaba mirarlo desde abajo. Las posteriores veces a su primera entrega, solía encerrarse en el baño cuando finalizaban. Observándose por varios minutos en el espejo, llorando mientras sus demonios lo atacaban. Cuando finalmente se decidía a salir, Peter lo esperaba y, sin preguntarle, o hacer algún comentario, lo abrazaba, llenando su rostro con suaves besos, aferrándose a él como si temiera perderlo.


Peter se conformaba con acostarse a su lado mientras abrazaba su cuerpo hasta que el sueño los vencía. Cuando despertaba primero, se quedaba observándolo, meditando sobre el hecho de sugerirle que lo dejara, pero era muy egoísta para hacerlo.


No lo culpó cuando no volvió a intentar tocarlo, ni siquiera cuando dejó de ofrecerle aquellos abrazos que lo reconfortaban mientras pasaba a los brazos de Morfeo. Con el pasar de los días, fue consciente de que Peter se había atribuido la culpa de su forma de actuar y, aunque le dolía, no lo sacó de su error, esperando que finalmente decidiera alejarse; dejarlo en el abandono que se merecía. Creía que era lo correcto, y con él no deseaba volver a equivocarse. Peter no merecía cargar con sus demonios y su vida desgastada. Sin embargo, el día que no volvió se sintió morir. Nuevamente se dio cuenta de que no quería vivir sin él. No podía seguir sin tenerlo a su lado.


Peter era la única razón por la que había intentado prolongar su marchita vida, pensando que tal vez podría, por primera vez en su vida, ser feliz. Pero debía vivir sin él, aprender a hacerlo nuevamente, por lo menos, por algunos meses más... solo por él. Sin embargo, aceptarlo no significaba que doliera menos.


La madrugada del tercer día, mientras llovía, Peter volvió. Se veía visiblemente agotado, moviéndose con una notoria cojera hasta llegar a su encuentro. No le importó que sus ropas se mojaran cuando lo abrazó. O la decisión que había tomado algunos días atrás. En ese momento se percató que nada importaba, solo estar a su lado.


—Lo siento —se apartó un poco de Harry, tratando de no mojarlo más de lo que ya había hecho—. Intenté comunicarme, pero nunca atendiste mis llamadas. Ni siquiera en el teléfono de la casa


Harry lo miró y, sin poder evitarlo, empezó a llorar silenciosamente, producto de la dualidad de sensaciones que le embargaban. Tres días había pasado sin contestar ninguna de las llamadas que recibía su celular al creer que podían ser de sus dos amigos y a Bernard le había pedido que sin importar quien llamara, o llegara a la casa, no le diera aviso. Ni siquiera a Johnny, quien se había ido cinco días antes, recibió cuando voló hasta su ventana.


—¿Qué...?


—Lo siento... —abrazó a Peter, mientras pequeños gemidos salían de sus labios —. Fui un idiota... Creí... que tú... Lo siento... No quería...


—Harry... —intentó apartarlo pero el aludido se aferraba a su cuerpo, tratando de evitar mirarlo al rostro, por lo cual tuvo que aplicar un poco de fuerza para separarlo.


—Lo siento, Peter —hablaba entre sollozos, intentando abrazarlo nuevamente, pero no se lo permitió.


—Harry... No llores, por favor —deseaba abrazarlo nuevamente, quería que sintiera que su dolor también le pertenecía, pero necesitaba que lo mirara a los ojos para proseguir —posó una mano en su mejilla, interfiriendo el camino de sus lágrimas—. Quiero que comprendas lo que voy a decirte. No me iré, no te dejaré. No importa si me pides que te deje, no lo haré, jamás me apartaré. Tampoco importa si no deseas tener más contacto íntimo conmigo, eso puedo aceptarlo... Solo eso... Puedo aceptar que no quieras que estemos juntos, pero no me iré, a menos que verdaderamente lo desees... eso debes comprenderlo —posó la cabeza sobre el hombro de Harry—. Tuve que ir a ver al señor J.J Jameson... Cuando salía, a una cuadra, unos tipos estaban molestando a Betty, su secretaria. Resumiendo, resultaron ser los hombres de un gánster llamado Blackie Gaxton, que tenía amenazado al hermano de Betty, Bennett... Sentí que debía ayudarla... Fui a Filadelfia y logré encontrarlos gracias a una fuga de reos, pero... él... murió y ella culpa a Spider-man. Solo trate de ayudarlo... Pero...


—Hiciste lo correcto —le tomó el rostro con ambas manos, obligándolo a levantarlo—. A pesar de tu poder no puedes controlar todo lo que sucede a tu alrededor... Debes dejar que algunas heridas cicatricen


Lo abrazó nuevamente, y no volvieron a hablar. Sabía que Peter, en esas situaciones, prefería ir a despejarse balanceándose por la ciudad, en completo silencio, pero esa madrugada, al volver, había decidido ir en su búsqueda, a pesar de que añorara la paz que la solitaria ciudad le brindaba. Harry lo ayudó a deshacerse de su ropa y, en silencio, le curó las heridas que poseía. Posteriormente, se acostaron y, nuevamente, sus brazos lo cobijaron.


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—¿Vas aburrirte alguna vez de hacerlo? —mencionó, sin abrir los ojos, escuchando el suave sonido que fue acompañado de la tierna risa que siempre emitía cuando era descubierto.


—Jamás podría hacerlo


Harry abrió los ojos, encontrándose a Peter ahorcadas sobre él, con una de sus piernas a cada lado de su cuerpo, tomándole otra fotografía.


Ya había pasado una semana desde que Peter había cruzado su ventana en la madrugada, y las cosas parecían volver a tomar su curso normal.


—Creí que ya tenías suficientes —estiró sus brazos, tomándolo por la cintura y obligándolo a dejar caer su cuerpo sobre él.


—Tendrás que aprender a vivir con ello —le besó los labios, dejando la cámara en la mesita de noche, dejándose caer a su lado, sin deshacer el abrazo que le daba—. Me gusta captar las maravillas de la naturaleza, pero eso ya lo sabías —le dio otro beso en los labios y, después de observarlo por algunos, se quedó observándolo fijamente hasta que, casi un minuto después, sonrió.


—Deja de hacer eso


—¿Qué cosa?


—Eso... Deja de mirarme —giró el rostro hacia un lado, tratando de no poner en evidencia el rubor en sus mejillas.


—En eso no puedo complacerte —le dio un beso en la mejilla, antes de dejarse caer sobre el pecho contrario, pero después de darle algunos besos, volvió a tomar su posición inicial, observándolo.


—¿Qué sucede? —lo encaró, creyendo que el rubor en sus mejillas había desaparecido completamente, pero la reacción de Peter le indicó que no. Lo abrazó nuevamente, mientras daba pequeños besos, en forma de aleteo de mariposa, en todo su rostro


—Eres muy...


—¡Peter! —intentó alejarse, pero los brazos que lo rodeaban se lo impidieron—. ¿Qué te ocurre?... Estas actuando aún más extraño de lo que lo haces normalmente


Peter se irguió un poco, observándolo y, después de algunos segundos, hablo finalmente.


—Nada... —Harry frunció el ceño, provocando que volviera a sonreír—. No tiene que ocurrir algo para que me agrade simplemente observarte. Es solo que... te amo y no puedo evitar embelesarme con tu figura... Pero eso también lo sabes...


—No digas eso —miró hacia un lado. A pesar de querer estar con él, no quería que lo amara, además, de no poder creerlo. Nadie podría amarlo. Peter no podría amarlo como lo hizo con ella.


—Pero es cierto. Te amo de la misma forma en que tú lo haces —le tomó la mano derecha y la posó sobre su pecho—. Mi corazón late igual al tuyo... aceleras y detienes mis latidos con un simple suspiro. Inicialmente pensé que podría estar padeciendo de taquicardia, pero finalmente lo descarte después de notar que solo sucedía cuando estaba a tu lado. Sabía que tenía sentimientos por ti, pero no sabía la magnitud de estos... Cuando fui a Filadelfia, me di cuenta de que quiero estar por siempre contigo. Estoy dispuesto a cumplir mi promesa


No tendremos tiempo.


Quiso decirlo en voz alta, pero sus labios se negaron a pronunciarlo. Y, a pesar de no quererlo, de su boca salió un simplemente te amo que, a pesar de habérselo demostrado ya, sorprendió a Peter hasta el punto de emocionarlo y cubrirse el rostro con una almohada, tratando de ocultar las lagrimas que se habían acumulado en sus ojos.


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Como un acuerdo silencioso, de esa forma había sucedido la primera vez. Ninguno de los dos había pronunciado absolutamente ninguna palabra, simplemente había sucedido una madrugada en la que Peter se había colado en su habitación. Reconocía que cada vez que lo cobijaba las sensaciones que recorrían su cuerpo eran agradables, eso jamás podría negarlo; estar con Peter, sin importar la forma, lo complementaba.


Entre las cosas que más le gustaban de esa forma en específico, era sentir como el cuerpo de Peter se contorsionaba debajo del suyo, arrastrándolo, algunas veces, en el proceso. Inicialmente había sido extraño, ya que físicamente era más bajo y un poco más delgado, por lo cual, estar sobre su cuerpo, parecía un pequeño chiste, sobre todo cuando, por su fuerza, Peter movía su cuerpo, inconscientemente, obligando al suyo a moverse también. Sin embargo, se sentía completo, en cada movimiento, en cada caricia que sus pieles desnudas se encontraban.


Cuando el éxtasis por fin se liberaba, envolviéndolos frenéticamente, Peter besaba su cuello, proporcionándole una acostumbrada caricia, aferrándose a su cuerpo, mientras descansaba sobre el suyo, envolviéndolo con facilidad gracias a sus diferencias físicas. Amaba esos instantes, pero, a veces, sentía que algo le faltaba. Tenía una pequeña sensación de insatisfacción.


—Harry...


La voz de Peter lo sacó de sus cavilaciones, pero no apartó el rostro de su hombro.


—¿Te quedarás esta noche?—inquirió finalmente, sin mover su cuerpo ni un ápice.


—¿Quieres que me vaya?


No respondió. Se quedó en la misma posición, por algunos segundos más, hasta que le dio un pequeño beso en el hombro y se levantó, rompiendo su unión. Se quitó el preservativo y, después de colocarse su ropa interior, se dirigió hacia el baño, permaneciendo en este por algunos minutos.


Cuando volvió nuevamente a la cama, se acostó al lado de Peter, al creerlo dormido, abrazándolo por la cintura, sin dejar de observarlo fijamente.


—¿Sucede algo?


—No —miró hacia abajo, pero casi inmediatamente levantó la mirada, observándolo directamente a los ojos. Sin embargo, después de fruncir el ceño, bajo nuevamente la mirada, empezando a hacer pequeños círculos sobre el pecho del contrario.


—¿En qué piensas? —Peter habló nuevamente después de algunos minutos. Sabía que intentaba decirle algo pero no se atrevía a hacerlo. Sin embargo, sabía que era referente al sexo, ya que siempre que finalizaban se comportaba de esa forma—. Sabes que puedes decir lo que desees —escuchó un pequeño sonido de molestia, por lo cual alzó la cabeza, dándole pequeños besos sobre el rostro —. Si no te agrada...


—No es eso —mencionó de forma seria, luciendo enojado. Quería decirlo pero no sabía cómo hacerlo sin sonar como un tonto—. Es solo que... —se pegó más al a él, escondiendo el rostro en su pecho. Peter, tratando de infundirle valor, empezó acariciarle la espalda—... Me agrada... Pero... ya no lo hacemos... de la otra forma. Ha pasado una semana


Levantó la mirada cuando escuchó a Peter reír, observándolo de forma irascible, a pesar de que la piel de su rostro se mostraba rojiza en reflejo de la vergüenza que sentía.


—Lo siento... Es que... —lo abrazó por la cintura—. Tampoco me desagrada, pero también tengo preferencia por la otra forma. Supongo que está bien para variar... —le dio una pequeña caricia con los dientes en la oreja, haciéndolo estremecer—... Me encanta la expresión que colocas cuando tus dedos están a punto de encalambrarse —sonrió, al escuchar el sonido, de fingida molestia, que había emitido Harry.


Después, de algunos segundos, le dio un beso en el pecho, pero Peter no se inmutó. Sabía lo que trataba de hacer pero decidió ignorarlo, hasta que sintió una caricia en la cadera. Intentó tomar el control de la situación, pero Harry no se lo permitió, por lo cual se quedo en su posición, como un simple observador, enterneciéndose por las decisiones que, parecía, estaba tomando, a pesar de la situación.


Harry tomó un preservativo y se lo metió en la boca, colocándolo en la punta de su lengua, ante la mirada atenta de su acompañante. En silencio, empezó a bajar por el cuerpo contrario entre besos hasta llegar a su miembro, rodeándolo con sus labios e introduciéndolo hasta donde su cavidad le permitió, sin dejar de mirarlo a los ojos. Escuchó un gemido que mezclaba sorpresa y placer, animándose aún más a llevar a término su objetivo. Después de algunos segundos, sonriendo satisfecho por su trabajo, y la expresión de Peter, se apartó lentamente.


—Eso... fue...


Lo besó, silenciándolo, no quería que si iniciaban una conversación terminara diciéndole, accidentalmente, que había aprendido a colocar de esa forma el preservativo cuando su casi primera pareja sexual se lo hizo y, en los últimos días, lo había estado practicando con bananas.


Se levantó y, de forma lenta, se retiró el bóxer, sonriendo interiormente por las reacciones que provocaba en el cuerpo de su amante. Miró hacia la pelvis de Peter y, mientras lo observaba a los ojos, empezó a bajar lentamente por su extensión.


—Harry...


—Ya lo hice... —mencionó, cerrando los ojos por la pequeña molestia y excitación que le invadían, sin un ápice de la vergüenza que, estaba seguro, lo asaltaría si no fuera por las sensaciones placenteras que la enmascaraban. Suspiró, cuando finalmente estuvieron completamente unidos, permaneciendo, en contra de sus deseos, en su posición. Se estremeció al sentir las manos de Peter acariciar los lados de su cuerpo, comenzando en sus piernas hasta llegar a su rostro. Abrió los ojos, sonriendo como respuesta a las caricias que él le daba.


Lo amaba. Lo deseaba, y él lo complementaba. Solo eso importaba. Absolutamente nada más lo hacía, ni siquiera las voces que se fueron acallando paulatinamente con cada caricia o beso que compartían.


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—Lo siento, no fue mi intención despertarte


Peter recogía las vestimentas que habían tirado la noche anterior, colocándolas, después de doblarlas, sobre un pequeño mueble que estaba frente a la cama.


Cerró los ojos, mientras tocaba en la mesita de noche hasta encontrar el celular. Observó la hora y, después de colocarlo nuevamente en la mesa, se sentó en la cama, provocando que la sabana se deslizara hasta cubrirlo un poco más abajo de la cintura.


—Llegarás tarde a clases


—No, hoy tengo dos horas libres antes de iniciar, pero ya sabes... —se acercó a Harry y le dio un beso en la frente antes de dirigirse finalmente al baño.


Cuando finalmente estuvo arreglado, bajó a la cocina, imaginando que Harry se encontraría en esta, pero cuando cruzó la puerta tuvo que hacer uso de su agilidad para no chocar contra él y que la bandeja que llevaba en las manos no cayera al piso.


—No deberías estar aquí —Harry mencionó, mostrándose avergonzado. Intentó quitarle la bandeja, pero no se lo permitió, por lo cual se apartó de Peter, visiblemente enojado. Se sentó en una silla, mirándolo.


Peter se quedó observándolo por algunos segundos hasta que comprendió lo que quería que hiciera. Sintió ganas de sonreír al recordar que cuando eran niños solía darle órdenes silenciosas cuando se enojaba. Se sentó y, después de tomar una pequeña porción con el tenedor, probó la comida.


—Tarta de manzana —sonrió al saber que Harry no había olvidado cual era su desayuno favorito—. Creí que lo habías olvidado —ya no parecía enojado, pero si atento a cada expresión que colocaba mientras comía—. ¿Quieres?


Hizo un movimiento negativo con la cabeza.


—Fue especialmente preparado para ti. Y todavía no tengo hambre —dijo, ante la evidente réplica que estaba seguro Peter le daría.


—Gracias —dijo, mientras sonreía—. Esta deliciosa


Harry se sonrojó, recordando todo lo que había tenido que hacer para aprender a realizar uno de los platillos favoritos de Peter.


—Ya puedo añadir a mi lista otro platillo diferente al cereal —sonrió, recibiendo inconscientemente una pequeña porción del tarta de manzana, comiéndolo sin percatarse de ese hecho. Hablaron de algunos temas triviales, mientras Peter alimentaba a Harry sin que este se diera cuanta—. Tenías más apetito del que imaginé —mencionó cuando notó que Peter se servía otra ración en su plato.


Peter sonrió nuevamente, levantando el tenedor, pero lo dirigió hacia Harry, quien abrió la boca. Pero, cuando intentó sacarlo de su boca, se quedaron observando, hasta que lo sacó lentamente. Harry masticaba de forma pausada, percatándose de que él se había comido todo el desayuno y, seguramente, hubiese vuelto a hacerlo. Peter dirigió nuevamente el tenedor a su boca, pero se apartó.


—Realmente no tengo mucha hambre... Y hay mucho todavía


—Yo tampoco


Peter sonrió ante su respuesta, por lo cual le jaló la mejilla, mientras recibía otra pequeña porción de tarta de manzana.


Cuando terminaron de comer, Harry se levantó y, de una de las alacenas, sacó una pequeña bolsa, de la cual sacó algo que no logró distinguir por la posición en la cual se encontraba.


—Feliz cumpleaños —le tendió una caja pequeña envuelta en papel rojo y adornado con un lazo azul.


—Lo había olvidado —sonrió, tomando la pequeña caja. La colocó en la mesa, pensando terminar su desayuno antes de abrir el regalo, pero Harry parecía ansioso, por lo cual, casi inmediatamente, tomo la caja y la desenvolvió. Había una cámara que, supuso, era el último modelo que había salido al mercado. Un lujo que no podría darse, o darle.


—Hace algunas semanas mencionaste que no podías tomar fotos cuando llovía... Creí que... —se quedó observando a Peter, quien miraba la cámara en silencio—. ¿No te agrada?, si quieres...


No pudo concluir su frase, ya que Peter le dio un beso.


—Es perfecta —colocó la cámara nuevamente en la caja y lo tomó por la cintura, sin levantarse de su asiento, jalándolo hacia él—. Pero con una cámara sencilla hubiese sido suficiente... No debes gastar en cosas sin importancia. No creo poder...


—No me importa... —dijo, interrumpiéndole. Posó los brazos sobre los hombros del contrario, hincándose hasta que sus narices se rosaron—... no recibir regalos costosos de tu parte; esto es suficiente... Y no vuelvas a desvalorizarte —sonrió, antes de unir nuevamente sus labios.


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Después de que Peter había salido de clases, May había organizado un pícnic en Central Park para celebrarle el cumpleaños. Había invitado a Harry, a la señora Watson y a Mary Jane, quienes la ayudaron a arreglar todo antes de que Peter llegara.


La atmosfera de la celebración era amena, pero cambió drásticamente cuando llegó una compañera de estudios de Mary Jane. Una chica que, físicamente, hubiese podido pasar fácilmente como hermana de Peter. Una acompañante para que Harry no se sintiera incomodo al salir junto a una pareja, ya que habían acordado que los más jóvenes irían, horas después, al cine, cenar y, finalmente, a la disco.


—Creo que se gustan —dijo, en un pequeño susurro, May, provocando que Peter empezara a toser al ahogarse por la porción de pastel que comía en ese instante—. ¿Estás bien, cariño?


Peter asintió, pero su atención estaba en la pareja que conversaba.


—Harían una hermosa pareja, ¿cierto? —mencionó, al percatarse de que los observaba.


—No. Ella no es su tipo —dijo, sin ser consciente de que lo había dicho en voz alta.


—¿Seguro?, él se ve interesado y ella parece ser una persona encantadora. Siempre quise a Harry como a ti, y me gustaría que también saliera con una chica agradable. Espero que ellos...


—No, no lo harán. No deberías tratar de buscarle pareja... No es correcto. Además, Harry ya tiene novio —cuando se percató de todo lo que había dicho, trató de retractarse, pero Mary Jane interrumpió a todos para mostrarles la entrevista que le había hecho a Spider-man.


—¿Qué le sucede a tu tía? —inquirió Harry, cuando, por primera vez, habían podido conversar a solas—. Desde que estábamos en el parque me mira extraño, incluso se disculpó por invitar a Sam


—¿Sam? —Peter frunció el ceño—. Incluso ella utiliza el diminutivo de tu nombre para llamarte


Harry se encogió de hombros.


—Me agrada


—Sé lo que haces... No sigas con esto


—¿Qué cosa? —preguntó, fingiendo ignorancia, girándose hacia las escaleras para ver si las dos chicas bajaban


—Es tan natural en ti... Pero no lo hagas en mi presencia, por favor


—Creí que debíamos ser más sociables


—Fue un accidente —respondió, sabiendo por qué específicamente era el enojo de su novio—. Jamás lo hubiese hecho adrede como tú lo estás haciendo.


—¿Un accidente? —sonrió, mirándolo con escepticismo.


—Mary Jane me iba a besar en la mejilla y tía May me llamó. Mi intención jamás fue besarla nuevamente


—¿Nuevamente?


—Me equivoqué... No es lo que... piensas...—suspiró, de forma cansina—. Eso fue hace mucho, nosotros no...


—Tenía razón, Mary Jane te gusta —lo miró fijamente, esperando una respuesta.


—Me gustaba, conjugado en pasado —le tomó la mano, enlazando sus dedos—. Harry...


—No te atrevas, estoy molesto —dijo, alejándose para que Peter no pudiera empezar a besar su rostro, como lo hacía siempre que se enojaba —. No solamente la besaste "accidentalmente", sino que, además, Spider-man se tomó fotos llevándola por la ciudad, abrazándola... Eso no era necesario... No creo que esta noche deje de estarlo


—Está bien, pero te acompañaré a tu casa y después regresaré aquí


—Que este enojado no significa que no quiera sexo... Pero no te hagas ilusiones, sin importar que hagas, mi enojo no disminuirá —giró nuevamente hacia las escaleras cuando escuchó las voces de las chicas—. Por cierto, ya había eliminado su número de mis contactos


—Si lo deseas podemos cambiar de planes... Solo los dos —dijo—. Y, en respuesta a tu duda inicial, tía May sabe que eres gay, pero no creo que le importe


Cuando Harry giró nuevamente hacia él, fue consciente de que el enojo no se le pasaría en los siguientes días y esa noche, antes de tener relaciones, tendría que escuchar antes una serie de reclamos hacia su incapacidad de mantener la boca cerrada... Por lo menos en las situaciones que a Harry no le agradaran.


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—Vas a matarme... —dijo, entrecortadamente, antes de dejarse caer a un lado para no lastimar al cuerpo que reposaba debajo del suyo.


—Definitivamente, voy a hacerlo —mencionó, cerrando los ojos, mientras sentía como aquel fluido viscoso salía de su interior—. Debiste llegar a una farmacia


—Estaba agotado. Casi caigo sobre un automóvil; necesito descansar


Besó su cuello, dejando que sus manos se aventuraran por el perfil de su cuerpo hasta posicionarse nuevamente en su cadera, la cual estaba un poco resentida por la fuerza que Peter descontrolaba, sin percatarse, en esos momentos.


—Creí que necesitabas descansar


—Se suponía —dijo, mientras daba pequeños besos en el cuello del contrario—. Ayer las cosas se complicaron con Spider-man y tenía un trabajo que necesitaba finalizar; solo dormí dos horas —levantó el rostro, observándole—, pero al verte... —Harry sonrió, ante la expresión, de bochorno, que le mostraba Peter—. Además, ya había pasado una semana desde la última vez


—Mi trasero no posee factor de regeneración arácnido...


—Lo siento —a pesar de su frase sus caricias no se detuvieron—. ¿Ya mencioné que no puedo evitarlo?


—Tendrás qué... —sonrió, levantándose sin ningún descaro, dejando que Peter observara su cuerpo mientras se dirigía hacia el baño, tratando de caminar lo más apresuradamente posible para no ensuciar todo a su paso—. Tengo hambre y mi trasero necesita descansar... Por lo menos durante algunas horas —pero antes de que cruzara la puerta una mano le detuvo, y recibió un beso en el hombro izquierdo—. No me ducharé contigo, saldríamos más tarde de lo previsto


—Lo haces adrede... Deberías hacerte cargo de los efectos colaterales de tus acciones


—Peter...


El aludido lo giró, besándolo, cortando cualquier replica que desviara sus deseos.


—Prometo que la ducha no nos tomará más de lo debido


Lo besó nuevamente, obligándolo a ingresar al lavado.


—Voy a comer dos horas tarde por tu culpa


—Habría sido una hora si no me hubieses pedido lavarte en la bañera —dijo—. Y menos de media hora si no te hubiese ayudado a arreglarte cabello


—No te lo pedí, en los dos casos te ofreciste


Bernard los llevó a un restaurante que, en esa ocasión, había elegido Harry. Mientras esperaban su orden, la aplicación de Peter se activó, informando sobre una toma de rehenes en un asalto a una joyería.


Miró a Harry, pero antes de que pudiera disculparse, este habló.


—Tal vez llegues a tiempo para el postre —giró e hizo un seña a uno de los meseros.


—Juro que lo compensaré


—No deberías hacer promesas que sabemos no cumplirás —no fue su intención usar la frase o tono de voz serio, pero no pudo evitarlo. Era la primera vez que se veían en una semana... Y su tiempo cada día se agotaba.


—Harry...


—Ve —fue lo único que dijo antes de empezar a hablar con el mesero.


Cuando finalmente pudo volver, observó, desde la entrada, a Harry conversar con un hombre. Era aún joven, pero evidentemente algunos años mayor. Parecía a gusto con el extraño. Se quedó en su posición por casi un minuto y, finalmente, no se atrevió a ingresar, pero tampoco pudo marcharse.


Casi diez minutos después, Harry salió. Miró el reloj, antes de observar a los lados. Pudo observar, desde arriba del establecimiento, como cambiaba su expresión, antes de iniciar su marcha. Pero, cuando se percató de que bajaría de la cera para tomar un taxi, se lanzó, tomándolo en brazos.


Harry emitió un pequeño gemido de sorpresa.


—Odio que hagas esto —a pesar de su comentario, lo abrazó, negándose a soltarlo incluso cuando se detuvieron sobre la azotea de un edificio.


—¿Eres feliz?


Deshizo el abrazo, observándolo. Peter miraba hacia el cielo, a pesar de que estaba nublado.


—¿Por qué no lo sería?


—Esa pregunta no responde a mi pregunta... Sabes a que me refiero


—¿Sucede algo? —ignoró nuevamente la pregunta y, esta vez, a Peter no pareció importarle.


—Yo... Es tonto de mi parte... Lo sé, pero no me agradó verte con ese hombre. Me gusta que seas feliz, que estés en ese mundo en el que naciste, pero...


—¿Estas dudando de mí? —frunció el ceño; no podía creer que Peter iniciara nuevamente con ese tema. Creía que había quedado zanjado desde la primera vez que habían estado juntos.


—No —dijo inmediatamente, observándolo a los ojos—. Pero sé que jamás podré dejar de ser Spider-man, y las cosas entre nosotros jamás serán como en las demás relaciones... Probablemente te aburras de todo esto, y no te culparía porque...


Un dedo sobre sus labios lo calló.


—No te equivocas en nada, excepto en que algún día voy a aburrirme. Probablemente muera antes de que sucedan todas las cosas que planeamos cuando éramos niños... —Peter intentó hablar, pero no se lo permitió, ya sabía que no le agradaba hablar sobre su muerte—... pero si pudiera elegir estar en algún lugar, sin pensarlo elegiría seguir a tu lado... aunque, a veces, me duela que te marches. Si quieres escuchar la verdad, por supuesto que odio que me dejes... es normal que lo haga, pero, a pesar de lo que siento en esos momentos, amo lo que eres —lo tomó por la chaqueta, tirando suavemente de él, obligándolo a hincarse hasta que sus rostros estuviesen a centímetros—. Amo estar contigo, amo y odio que seas Spider-man porque siempre te irás, pero no sé si regresarás a mí. Sin embargo, estoy seguro de algo, al igual que tú debes estarlo; siempre te esperaré, Peter... Eso jamás cambiará. Mi ventana siempre estará abierta esperando tu regreso


Y, mientras la lluvia empezaba a caer, se unieron en un beso.


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—¿Finalmente me dirás qué demonios es esa cosa? —preguntó con curiosidad al hombre de tentáculos metálicos, sin dejar de observar con asombro a, lo que a sus ojos era, un gel oscuro, que se pegaba a las paredes del recipiente de cristal, como si tratara de escapar.


—No perderé mi tiempo explicando algo que tu pleisiomorfico cerebro no comprendería —sonrió, al escuchar un pequeño gruñido de molestia provenir del otro hombre cuando colocó el dedo sobre el botón que activaba los aspersores de agua—. Solo te diré que logré darle forma a los aspectos negativos de la personalidad de Spider-man sumados al simbionte. Todos sus deseos más oscuros los representa Venom —mencionó con orgullo, al poder ser capaz de estabilizar al simbionte con una muestra tan pequeña de la sangre del trepa muros.


—Oh, ya comprendo... Por eso es pure Venom —sonrió, como si fuera un pequeño niño que acaba de descubrir algo que, para su criterio, era sorprendente, inclinándose para ver más de cerca la sustancia negra a través del cristal, golpeando suavemente a este con su dedo índice—. ¿Qué es lo que hace específicamente?


—Explicártelo sería una pérdida de tiempo, como ya mencione —dijo, mientras observaba como la pequeña capsula, donde se encontraba el simbionte, se introducía lentamente a un pequeño refrigerador después de activar un botón—. Pero dentro de poco podrás ser testigo del poder destructivo de Venom


—Eso espero, porque ya estoy aburrido de esconderme de Spider-man. No comprendo por qué no me dejan aplastarlo, conmigo sería suficiente


—Una persona con tu intelecto jamás podría vencerlo —dijo, lanzándole un celular —. Mejor sigue haciendo lo único en lo que sobresales —escuchó algo caer al piso, pero el fuerte ruido no lo inmutó—. Espera, necesito que hagas algo antes. Llama a Fiers y dile que todo está listo... Supongo que eso lo puedes hacer


Escucho algunas maldiciones provenir del hombre arena, pero decidió ignorar al pequeño simio que tenía, para su desagrado, de compañero, concentrándose en su nueva creación y todas las formas, según sus teorías, en que podría ser letal para Spider-man.


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—Voy a aplicarme la medicina —respondió a la pregunta silenciosa de Peter, logrando que soltara su muñeca y cerrara nuevamente los ojos, mientras se acomodaba en el sofá.


Agarró los vasos donde habían tomado chocolate minutos antes, llevándolos a la cocina y los dejó en el fregadero, para, posteriormente, se dirigió a su habitación.


Después de aplicarse la medicina, se sentó sobre la cama, esperando que la sensación de debilidad se le pasara. Pensando que, cuando Peter se percatara de su ausencia, subiría a buscarlo. Pero un pequeño ruido en la entrada hizo que se levantara un poco hasta observar a la figura que ingresaba a la habitación, sorprendiéndose al advertir que no era quien esperaba.


—¿Cuándo...?


—¿Cuál es tu relación con Gustav Fiers, Harold? —dijo, interrumpiéndole, usando un tono inusualmente serio.


—No recuerdo la última vez que me llamaste de esa forma —se acomodó en la cama, sentándose, preparando la versión que le daría—. Es un accionista de Oscorp desde que Menken tomó la presidencia—. Johnny sacó un celular de su chaqueta y él inmediatamente lo reconoció, recordando que se le había olvidado cuando se habían ido a cenar—. ¿Te atreviste a hacerlo?


—No, pero inevitablemente vi el nombre en la pantalla —colocó el celular sobre las piernas de Harry—. Sabía que había escuchado ese nombre y recordé que Reed lo había mencionado en algunas ocasiones. A pesar de su fachada es un criminal, todos lo saben —Harry intentó justificarse con su versión, pero no se lo permitió—. ¡No me mientas, Harold! —levantó la mano, indicándole que no hablara, mientras respiraba profundo, tratando de tranquilizarse—. Estuve esperándote desde hace horas, me metí en el armario cuando me percaté de que venias con Parker y salí cuando entraron al lavado... Tuve todo ese lapso para revisar tu celular pero, a pesar de que estoy preocupado, creí... quise creer, que me tendrías la suficiente confianza para decírmelo. Te conozco lo suficiente para saber que no te relacionarías con una persona de su calaña


Harry miró hacia sus manos y suspiró, antes de echar un vistazo, instintivamente, hacia la puerta.


—¿Qué es lo que sabes exactamente?


—Reed pudo averiguar que te hizo algunas visitas a ti y al hombre lagarto


Harry observó nuevamente hacia la puerta, asegurándose de que nadie más fuera a entrar por esta.


—No te preocupes, me aseguré de que Parker no despertara por ahora —Harry lo miró, pero antes de que pudiera formular una pregunta, prosiguió—. Mientras se besaban le eché un somnífero muy fuerte a su taza... Supuse que no se iría —se encogió de hombros, sabiendo perfectamente que Harry intuía la razón por la cual llevaba algo como eso. No había podido hacerle la broma a Peter, pero, por lo menos, lo había utilizado—. Tiene factor de regeneración; puede despertar en cualquier momento


Finamente, decidió contarle toda la verdad, omitiendo algunos detalles sobre la verdadera naturaleza de su relación.


—Es peligroso


—Lo sé, pero...


—No te preocupes, encontraremos otra forma. Pero no debes contarle esto a Parker —Harry lo miró. En la última semana había estado reflexionado sobre qué debería hacer, y había llegado a la conclusión de que contarle la verdad a Peter era lo correcto, pero aún no sabía cómo hablarle sobre los besos que se había dado con Fiers, ya que lo había hecho nuevamente cuando tenían una semana de ser novios—. No porque te hayas acostado con él significa que deba saber exactamente todo lo que haces


—No lo comprendes. Ya no puedo seguir ocultándolo... Ese hombre... —se pasó una mano por el cabello. Meditando si debía contarle toda la verdad a Johnny, ya que este era un poco impulsivo.


—Lo único que comprendo es que vas a arruinar la única oportunidad que tienes de estar con él —lo observó nuevamente cuando Johnny se sentó sobre la cama, tomando una de sus manos—. Estoy seguro de que no es necesario. Hablaré con Reed; prometo que te ayudaremos con esto


—Pero...


—Después de todo lo que ha sucedido, ¿crees que te creerá?. Sé que puede escuchar tu versión, pero eres consciente de que en Oscorp y Ravencroft hay cámaras; estoy seguro de que ha grabado todos sus encuentros. Si ese hombre le muestra sus primeras conversaciones... Harry, la forma en que te expresabas de Parker...


Sabía que Johnny tenía razón. Había barajado todas las posibilidades en que Fiers podría destruirlo, pero no quería seguir mintiéndole.


—Él... confía en mí —se soltó del agarré y, con un poco de dificultad, se levantó—. No puedo, o quiero, decepcionarlo nuevamente


—Harry... —el aludido se detuvo, pero no se giró a observarle—... estaré aquí, esperándote... como siempre


Cuando cerró la puerta, dejó caer su cuerpo sobre esta, tratando de infundirse el valor que necesitaba. Colocó el celular en uno de los bolsillos de su sudadera y, después de casi dos minutos de permanecer en esa posición, decidió finalmente bajar, andando a pasos lentos, dispuesto a contarle toda la verdad a Peter. Sin embargo, cuando estuvo en el inició de la escalera, su móvil le indicó una llamada entrante. Pensó en no contestar, decidiendo apagarlo ante la insistencia, pero el nombre que aparecía en la pantalla le indicó que no debía hacerlo.


Gustav Fiers.


No tuvo tiempo de contestar, por lo cual, siguiendo su intuición, decidió llamarlo, pero mientras intentaba hacerlo, un mensaje del mismo emisor se lo impidió. Y una imagen, acompañada de una simple frase, lo paralizó.


Un gran poder conlleva... un gran sacrificio. Ya deberías saberlo.


El teléfono volvió a indicar una llamada entrante y, por reflejo, contestó.


Ven, ahora


Y, sin mencionar absolutamente nada más, colgó.


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