Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Back in Black por Liesel Meninger

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo III: Tu odio...mi verdadero castigo.

Miró nuevamente el portafolio, sintiendo en sus dedos el suave hormigueo, que le invadió desde que había visto nuevamente aquella sustancia verdosa. Era como si le susurrara que la probara, con aquella voz chillona que le había quedado en aquella ocasión. Aumentando cada vez más, aquella necesidad de ceder.

Se detuvo. Y, sin ser consciente de lo que hacía, abrió el portafolio, sacando el pequeño tubo. Tampoco fue consciente de que lo observaba hipnotizado, hasta que una mano toco su hombro, devolviéndolo a la realidad.

—Harry, desde que saliste de la oficina de Menken, te estoy...—se quedó callada al observar lo que tenía en una de sus manos. Lo miró, reflejando la sorpresa que sentía, esperando que dijera algo, pero como no fue así, ella habló —. Harry, ¿eso... eso es el veneno de...? —pero antes de que pudiera seguir, un grito se escapó de sus labios al ver que, lo que parecía ser, una mancha negra se dirigía hacia ellos.

Harry giró. Pero antes de que pudiera reaccionar, fue agarrado bruscamente y levantado, lo cual provoco que soltara el portafolio, pero agarrara con más fuerza el tubo, que tenía en la mano contraria, evitando que éste cayera. Escuchó su nombre, pero ya no había rastro de Felicia. Observó de soslayo, a quien lo llevaba en el hombro, percatándose de que era un hombre calvo.

—¿¡Quién eres!? —gritó, pero no obtuvo respuesta —.¿¡Qué demonios quieres!? —a pesar de que había gritado más fuerte, el hombre no dio muestras de haberlo escuchado. Por lo cual, empezó a moverse, tratando de llamar su atención.

—¡Deja de ser estúpido, niño!. ¡Podemos caer! —la voz era un poco rasposa —. Solo quiero preséntate a alguien

—Pero...

—Oh, ahí está —dijo, interrumpiéndolo, con un tono eufórico.

No alcanzo a preguntarle a quien se refería, ya que aquel hombre lo había dejado caer. Miró el rostro que le sonreía, antes de que, sin poder evitarlo, cerrara los ojos con fuerza, mientras sentía como su cuerpo era jalado hacia el asfalto y el viento golpeaba su rostro. Al final, no moriría por su enfermedad. Moriría justo de la forma en que lo había hecho Gwen.

—"Pero a ti nadie va a echarte de menos... ni siquiera Peter".

Respiró profundo, esperando el golpe, pero este nunca llegó. Abrió los ojos cuando un brazo lo rodeó. Y lo primero que distinguió fueron aquellas mayas rojas y azules, de las cuales una vez se burló.

—."Peter" —se aferró a él, escondiendo el rostro en su pecho. No quería que supiera quién era. Era irónico, porque por varios meses deseó verlo. Pero en ese momento el miedo lo invadió.

Tenía miedo a su odio... miedo a su verdadero castigo.

—Llegó tu caballero trepa muros. Mientras estés en mis brazos nada te pasara —dijo, en forma de broma, a pesar del esfuerzo que le había tocado hacer, tratado de que la persona que llevaba en sus brazos se relajara, pero solo logró lo contrario, ya que sintió como se tensaba y se aferraba más a él. Bajó la mirada, observando solamente el pasamontaña beanie, color negro, que llevaba. Ni siquiera se distinguía si era una chica, o un chico, pero por lo plano que se sentía el cuerpo contrario, supuso que era un chico.

—-Oye, ¿estas bie...? —tuvo que hacer una voltereta en el aire, antes de lanzar una nueva telaraña para evitar un golpe—. "Tengo que dejarlo en un lugar seguro". Después regreso —lo lanzó al aire, sosteniéndolo, con una telaraña, a un edificio —, ¡no te vayas!

Vio al buitre volar hacia una alcantarilla, por lo cual decidió seguirlo. Pero antes de que pudiera llegar hasta esta, el buitre salió e hizo una acrobacia para colocarse detrás de él. Pero al sentir el aire vibrar detrás suyo, se giró, justo a tiempo para esquivar el ataque. En respuesta, el buitre realizó otra maniobra, logrando golpearlo con un ala, provocando que cayera al vacío. Pero alcanzó a lanzar una telaraña, enredándola en la pierna derecha del contrario.

Hizo otra voltereta, tratando de deshacerse de él, pero Spider-man logró agarrarlo, esta vez, con las dos manos por una pierna. Encendiendo el inversor anti-magnético, provocando que inmediatamente empezaran a caer.

—¡No puedo volar! —trataba de moverlas alas, pero no podía—. ¡Moriremos! —sus cuerpos caían al vacío.

—Habla por ti pajarraco... en el aire también me muevo bien —lanzó una telaraña a un edificio cercano. El buitre intentó agarrarse a él, pero no pudo.

—¡No puedes dejarme morir!... ¡ayuda! —arrojó una telaraña, atrapándolo. Lo dejó en el piso, evitando que, este, se moviera gracias a las telarañas que lo ataban. Unos segundos después llegó la policía, por lo cual se escondió, y saco su cámara, para tener la exclusiva gráfica de la captura del buitre.

Después de tomar las fotos, se dirigió hasta donde había dejado al desconocido suspendido. Lo había dejado en una zona poco transitada, por lo cual, tal vez, no se percatarían rápidamente de su presencia.

<<<<>>>> 

A pesar del lapso, aún no sabía cómo bajaría, pero de lo que si estaba seguro era que tenía que hacerlo antes de que, Peter, volviera... si es que lo hacía. Pero no importaba si no lo hacía, tenía que ser precavido. Buscó en los bolsillos de su chaqueta el celular, pero al parecer lo había dejado en la limosina.

Se maldijo.

¿Podía tener peor suerte?

Miró a su alrededor. Estaba a aproximadamente, a menos, de un metro de una ventana, tal vez si se balanceaba un poco, golpearía el vidrio y caería adentro del edificio. O moriría en el intento. Metió el tubo en un bolsillo de la chaqueta negra que llevaba, antes de agarrarse en la telaraña y empezar a balancearse. No importaba si caía, tenía que marcharse de ese lugar.

—Hola, lamento haberte abandona, pero ya ves, gajes del oficio —se quedó quieto al escuchar esa voz, a su espalda, antes de encogerse un poco, sin ser consciente de ello.

Peter arqueo una ceja debajo de la máscara. Ese chico estaba muy traumado, o era muy tímido.

—Vete... Estaré bien —dijo, en un pequeño susurro, que apenas alcanzó a escuchar. Cuando se percató de que intentaba ver su rostro, lo giró de tal forma que el flequillo se lo cubrió.

—No tienes por qué tener miedo, no muerdo y nunca pido besos en la primera cita. Aunque si sigues provocándome de esta forma, puedo hacer la excepción —no logró que lo mirara, así fuera por enojo, por su comentario. Suspiró de forma cansina, pensando que tal vez debió alertar a la policía—. Si no quieres...—en ese momento, por los movimientos que antes había realizado, la telaraña se desprendió y Harry cayó, por lo cual se lanzó para atraparlo—. Creo que estoy destinado a atraparte —vio como un pequeño tubo, caía de la chaqueta del chico, por lo cual, con un poco de esfuerzo tiró una telaraña, con el brazo que lo sostenía, para atraparlo. Después se balanceo un poco hasta romper el vidrio y caer dentro del edificio, procurando caer bajo el cuerpo contrario, para que no resultara lastimado—. Creo que después de todo si tendrás que darme un be... —calló al ver unos ojos azul celeste observándolo con horror. Ese color de ojos que solo había visto una vez en su vida.

Ya sabía quién era, y no le agradaba verlo. No podía ver su rostro, pero el aumento de la fuerza en el agarre, que tenía en uno de sus brazos, se lo indico.

—H-Harry —ante la mención de su nombre intento levantarse, pero, Peter, se lo impidió. No apartaba su rostro de él. Aquel odio que nació esa noche, pareció acrecentarse al tenerlo frente a él. Incluso, aquella sensación que tuvo cuando encontró al asesino de su tío ben, lo invadió. Levantó el pequeño tubo, el cual contenía un líquido azul. Sin poderse resistir, se levantó, en un solo movimiento, sujetándolo por el cuello de la camisa. Dio unos pasos hacia la ventana, sosteniéndolo en el vacío.

—Jure... que si volvía a verte como el duende verde te mataría —su voz ahora sonaba tortuosamente seria —, lo jure ante la tumba de... ella —pero en la última frase su voz se quebró. Pero la fuerza del agarre aumentó.

—No...—un pequeño gemido de dolor lo interrumpió. El agarre empezaba a hacerle daño —... no es lo que crees... —trató de moverse, pero el dolor incrementó. Sus ojos empezaron a escocer, no por el dolor, sino, porque quien se lo estaba infringiendo era Peter. Se sintió como un idiota por eso —..., no es el veneno de las arañas. Es otra fórmula... —la fuerza del agarre aumento más y él, por reflejo, intento soltarse, pero era inútil. Peter era muy fuerte y él era muy débil. Un simple movimiento y le fracturaría el cuello—...no me proporciona fuerza sobre humana, o me vuelve agresivo, no... no... —titubeo, en realidad no lo sabía y deseaba que fuera cierto—... no tiene efectos secundarios, solo ataca la enfermedad... puedes analizarlo si quieres

Observó el pequeño tubo, decidiendo que hacer. Después de algunos segundos, lo miró y lo soltó. Harry cayó de rodillas en el piso, tratando de respirar.

Miró la espalda de Peter. Sabía que no solucionaría nada con ello. Sabía que Gwen no volvería a la vida, pero necesitaba hacerlo... necesitaba creer que si lo hacía, tal vez, algún día, dejaría de odiarlo.

—Lo... siento... Gewendo...

—No vuelvas a mencionar su nombre... tú menos que nadie lo merece —no lo agredió. De hecho, ni si quiera se giró a verle, pero en el tono de su voz dejaba notar lo enojado que aún estaba. Sin decir algo más, salto por la ventana.

Se quedó observando como la figura, que se columpiaba por los edificios, se alejaba. Peter lo odiaba hasta el punto de querer matarlo, pero, a pesar de eso, jamás lo haría. Él jamás lastimaría a alguien. Peter no era como él.

Sintió algo húmedo en la mejilla izquierda, por lo cual, llevó sus dedos hasta ahí, creyendo que se había lastimado sin percatarse. Pero cuando miró sus dedos se sorprendió. Había pasado una década desde la última vez que había llorado. Y en aquella ocasión, también, lo había hecho por él.

—"Después de todo, mi padre tenía razón... siempre he sido débil como mi madre"

Cuando era pequeño no le importaba que su padre le recriminara que se parecía a ella, no solo físicamente. Pero cuando empezó a crecer, odio ese hecho. Hecho, que podía solucionar cuando quisiera. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacando un tubo. Observó por unos segundos el líquido verde. Aunque su aplicación fuera muy dolorosa, eliminaría cualquier rastro de debilidad en él —. "¿A qué precio?" —cerró los ojos e ignoró aquel hormigueo, antes de guardar el tubo nuevamente en su chaqueta.

Debía agradecer que Felicia hubiera metido en su chaqueta el tubo con su medicina, con la intención de que no olvidara aplicársela, sin importar a qué hora del día lo hiciera. Si ese tubo no hubiese sido el que salió de su chaqueta, tal vez...

—"Él jamás lo hubiese hecho...él no es como yo"

<<<<>>>> 

Estaba tan enojado que no le importaba nada de lo que pasara a su alrededor. No se detuvo, en un callejón, a cambiarse como acostumbraba. No se percató de que la única luz encendida en la casa vecina, estaba en la habitación que quedaba frente a su ventana, o que un par de ojos color verde, lo observaban por la por esta.

Cuando estuvo dentro de su habitación, el enojo que sentía explotó. Sin poder evitarlo, empezó a tirar todo, sin importarle si destruía todo a su paso. Nada importaba, solo desahogarse de la única forma que podía. No podía hacer nada más. No podía hacer que, después de lo ese monstruo le había hecho a Gwen, pagara. Como tampoco podía hacer que pagaran por lo que le hicieron a sus padres, porque los Osborn se habían encargado de cubrir todo con su dinero. Nadie nunca sabría quien en realidad fue su padre. Nadie jamás sabría quién había sido el asesino de Gwen.

—Peter, ¿eres tú? —la voz de su tía sonaba un poco nerviosa. El pomo se empezó a mover.

Suspiró de forma cansada, observando el caos en que había convertido su habitación. Ni siquiera había recordado que a esa hora todavía estaba su tía en casa —. Sí, tía May... llegue hace quince minutos

— ¿Estás bien?

—Sí, solo tropecé y... —otra estupidez como siempre —, y al agarrarme en el escritorio lo llevé conmigo al piso —bueno, había sido la más creíble de sus habituales excusas —. Pero no te preocupes, estoy bien

—La cena está en el microondas. Cuídate —antes de que pudiera responder, se escucharon pasos apresurados bajar por la escalera.

No cenó. No durmió. Esa noche no hizo nada. Solo estaba allí, en su cama, observado el techo de su habitación. Tratando de disipar toda la rabia y frustración que sentía. Viendo de vez en cuando el pequeño tubo que mantenía en su mano derecha. Tuvo toda la noche para serenarse, pero no lo logró hacer. Pensar en ella no lo relajaba como en las anteriores ocasiones, porque sus recuerdos eran casi enmascarados por los de él. Solo podía pensar en el duende verde.

Escuchó unos toquidos en la puerta y, por reflejo, se cubrió totalmente con la sabana. Después de algunos segundos, los toques en la puerta se detuvieron. Se giró un poco, tratando de dormir. Pero distinguió en el piso una pequeña mancha borrosa de color azul. Lo cual hizo que abriera los ojos totalmente, antes de cerrarlos, segundos después, por la luz que se colaba por la ventana. Cuando finalmente puedo abrirlos nuevamente, observó el reloj, del celular que descansaba a su lado, y de un solo salto salió de la cama. Porque, aunque estuviera enojado, tenía que cumplir la promesa a su tía e ir a clases. Pero cuando termino de ducharse, se percató de que era sábado, por lo cual intento dormir nuevamente, pero el tubo en el piso llamó nuevamente su atención. Lo agarró y se quedó observándolo por algunos minutos, pensando en que debía ir a analizarlo ese día. Se levantó, dispuesto a ir a la estación de Roosevelt, pero unos nuevos toquidos, en la puerta, llamaron su atención.

— ¿Peter?

—Ya bajo tía May

—No tardes mucho. Pronto llegaran

— "¿Pronto llegaran?" — la frase, a pesar de su simpleza, quedó gravada en su cabeza. No encontraba lógica alguna, pero, después de pensarlo por algunos segundos, lo comprendió —. "Maldición" —su tía le había tendido una trampa. No le había mencionado que invitaría a las vecinas a comer para que no se pudiera excusarse. Pero lo que menos quería era ver a una posible pareja, según su tía. Ese día verdaderamente no estaba de humor. Además, de que tenía cosas más importantes que hacer. Miró hacia la ventana, con la intención de escapar por esta, pero cuando ya estaba por salir, recordó que estaba en el segundo piso y se suponía que para cualquier deporte, especialmente escalar, era muy torpe. Y había algunos transeúntes. Respiró profundo y empezó a buscar la ropa que se colocaría —. "Solo es una chica... solo la rechazas de forma amable y listo"

Se vistió. Un suéter gris manga larga, pantalón de mezclilla y tenis. Se miró al espejo. Todavía tenía una expresión de enojo. Trataba de pensar en otra cosa que no fueran los Osborn para relajarse, pero no podía. Respiró profundo y salió de la habitación.

—Eres muy apuesto —fingió, lo mejor que pudo, una sonrisa ante el comentario de su tía, cuando esta, lo vio bajar las escaleras.

— ¿Te ayudo en algo? —antes de que la mujer pudiera responder, el timbre se escuchó. Respiró profundo y se dirigió a la entrada. Pensó en esperar a que terminara el almuerzo, pero conociendo a su tía, era mejor aclarar las cosas con esa chica desde el principio.

Giró el pomo, y habló sin mirar a las personas que se encontraban frente a él —. Hola, soy Peter... lo siento, pero no tengo ningún interés en salir con...—se calló, sin poder evitarlo cuando sus ojos se encontraron con dos grandes orbes que parecían ser esmeraldas. Jamás alguien lo había mirado de esa forma. Jamás le habían sonreído así... excepto él.

—"Maldición, Peter. Si sigues pensando en ese... tipo, jamás te relajaras"

—Hola, Peter —a pesar de que la anciana le había hablado, no dejaba de observar a la mujer más joven que estaba a su lado, sonriéndole; tenía el cabello color rojo y sus ojos verdes parecían combinar perfectamente con las facciones de su rostro. Su tía tenía razón, Mary Jane Watson era muy hermosa —. Ella es mi sobrina, Mery Jane

La aludida, sonrió aún más, al percatarse de la forma anonadada en que la miraba.

—¿Sabes, tigre?... te ganaste la lotería

<<<<>>>> 

—¿Cuándo me sacaras de este lugar? —preguntó, con impaciencia, mientras trataba de mover los brazos dentro de la camisa de fuerza que tenía —. Ya no soporto este maldito lugar

—Cuando le presente a Spider-man el resto de integrantes —dio una calada al tabaco que sostenía en su mano derecha —. Mientras tanto le haremos unas mejoras a tu traje. La próxima vez, ni siquiera Spider-man podrá detener al buitre — una pequeña sonrisa apareció en sus labios —. Por ahora veremos qué tan bueno es kraven

<<<<>>>> 

La noche anterior, cuando por fin había llegado a su casa, sus piernas habían cedido, provocando que cayera de rodillas, en el piso. Nuevamente aquella sensación de debilidad lo invadía. Pero no fue esa sensación, en específico, la que lo hizo caer. Apretó las uñas contra el piso, cuando unas pequeñas gotas empezaron a humedecer a este. Odiaba ser débil. Odiaba que Peter lo hiciera débil. Pero principalmente, se odiaba a sí mismo por serlo.

Jure... que si volvía a verte como el duende verde te mataría... lo jure ante la tumba de... ella

Se mordió el labio inferior, cuando pequeños sollozos empezaron a escapar de su boca. No le dolía saber que moriría, porque en los últimos meses lo había aceptado. Pero que, Peter, le dijera esas palabras lo lastimaban, a pesar de saber que jamás lo lastimaría. Después de todo, era mejor persona que él. Por esa razón, algún día lo perdonaría, pero dudaba que quisiera volver a tenerlo cerca. Dudaba que Peter...

—Harry... —aquella voz lo sacó de sus cavilaciones. No se había percatado de la presencia de Felicia.

Se quedó observando el piso por algunos segundos hasta que distinguió unos tacones negros frente a él. Se limpió el rostro, lo más disimuladamente que pudo, cuando se percató de que ella se arrodillaba.

Levantó la mirada. Ella tenía los ojos llorosos e hinchados, y apretaba su celular con fuerza, provocando que sus nudillos estuvieran pálidos —. Creí que... —mordió su labio inferior, tratando de no llorar, como lo había hecho en las últimas dos horas —... yo...— sonrió, y lo abrazó. Pero él no respondió a dicho contacto.

—Estoy bien... solo un poco cansado —escuchó unos pequeños sollozos de parte de ella, por lo cual, le devolvió el abrazo. Después de todo, Felicia, era una de las pocas personas que había permanecido a su lado.

Después de permanecer en esa posición por algunos minutos, lo soltó, ayudándolo a levantarse y, posteriormente, lo acompañó hasta su habitación, en donde le aplicó el medicamento. Después de lo cual, sin poder evitarlo, se durmió.

Despertó cuando empezaron a dar pequeños toques en la puerta. Entrando, después de algunos segundos, su mayordomo y, ahora chofer, Bernard, llevando en sus manos una charola de plata.

—Buenas tardes, señor —confundido por la frase, levantó el brazo, observando el reloj. Percatándose de que era medio día; había dormido más de lo que creyó —. Disculpe que lo moleste, pero la señorita Hardy me pidió que lo despertara —colocó la charola en la mesita de noche, y se dispuso a salir.

—Bernard —el aludido se giró nuevamente —. Si Felicia vuelve a llamar, le dices que estoy durmiendo nuevamente, que no es necesario que venga —ese día no quería ver a nadie, y menos a Felicia que, seguramente, le pediría que le contase sobre lo sucedido el día anterior.

El anciano hizo un movimiento afirmativo con la cabeza, y después salió.

Observó por algunos segundos la comida que el anciano le había llevado, hasta que finalmente decidió no comer. Después de todo, aún no tenía apetito. Se giró en la cama, y de la mesita de noche, sacó aquella foto, la cual se quedó observando por varios minutos hasta que nuevamente el sueño lo venció.

<<<<>>>> 

—Estaba preocupada. Nunca respondiste mis llamadas. Creí que...

—Necesitaba meditar —no quería ser grosero con Felicia, pero tampoco quería hablar sobre lo que había sucedido el viernes anterior—. ¿Hiciste lo que Bernard te comunico? —preguntó, dando por concluido el tema anterior, mientras se colocaba una chaqueta y bufanda negra.

—No creo que sea conveniente que te veas con ese hombre, Harry —sabía que ella estaba preocupada, e intentaría disuadirlo, pero ya había tomado una decisión—. Si quieres yo puedo conseguir lo que necesites. Menken no se percatara

—No están simple. Solo Gustav Fiers, puede darme lo que necesito. Él puede darme todo el acceso que necesito en Oscorp

—¿Y Menken?

—Es un idiota. De quien tenemos que preocuparnos es de Gustav Fiers —todavía no sabía por qué Menken hacia lo que ese hombre le pedía, pero, a pesar de que eso le preocupaba, por ahora podía sacarle ventaja —. ¿Lo hiciste?

Suspiró resignada, para después caminar hacia la puerta —. Tu cita es en media hora

Cuando llegaron a Oscorp, en la oficina que ahora le pertenecía a Menken, lo esperaba Gustav Fiers, sentado detrás de la silla del escritorio. No llevaba el sombrero y la gabardina negra que siempre había utilizado cuando se encontraban. Lo cual, le permitió percatarse de la apariencia de aquel hombre.

Parecía ser un poco más joven que Menken, pero un poco más corpulento que este. Tenía los ojos de color azul oscuro y el cabello grisáceo, y llevaba un traje de color negro.

—Sabía que eras un chico inteligente, Harry —dijo, con una pequeña sonrisa, pero después de unos segundos, esta desapareció —. Pero tengo una duda, ¿qué te hizo cambiar de opinión?

—Deshacerme de Spider-man puedo hacerlo solo, pero lamentablemente Menken se aseguró de que con Oscorp no pudiera hacer lo mismo. Tengo las acciones, pero quiero tener nuevamente el control de todo —el hombre iba a hablar, pero, Harry, prosiguió —. No soy estúpido como Menken. Yo no creo en simples e infantiles promesas

—Sé que no lo eres, y eso es lo que me agrada de ti... entre otras cosas —una sonrisa extraña se formó en los labios del hombre—. Tienes razón. Menken me debe algunos favores, pero no estoy interesado en cumplir su estúpido capricho. Tiene todo lo necesario en esta corporación para tener todo el poder que quiera, pero él ha desechado mucho de los proyectos que lo ayudarían a obtener todo lo que deseara... se conforma con tan poco. Pero tú... —volvió a sonreír, mientras se levantaba, dirigiéndose hacia él. Quedaron tan cerca, que, Harry, quedo totalmente disminuido por la altura y corpulencia de aquel hombre —..., naciste para grandes cosas, y como dije antes... —agarró su mano, apretándola entre la suya, mientras acercaba su rostro a él, sin quitar esa extraña sonrisa. Harry, por instinto, casi da un paso hacia atrás, pero cuando se percató de lo que iba a hacer, se obligó a permanecer en su lugar, a pesar de la cercanía de aquel hombre, que estaba muy cerca de su rostro, para su gusto —... puedo ofrecerte lo que desees, Harry

Se formó un silencio incomodo, por lo menos para él, por diez segundos. Hasta que unos toquidos se escucharon en la puerta, entrando inmediatamente, un hombre de mediana edad.

—Disculpe la interrupción, señor Fiers, pero si no salimos ahora, probablemente no lo encontremos en la zona

Se alejó de él, y tomó un portafolio que estaba al lado del escritorio —. Tienes parte de lo que necesitas. Cuando regrese deberías venir a verme —dijo, antes de cerrar la puerta a su espalda.

Harry miró lo que tenía en la mano. Era un cubo parecido al que su padre le había entregado antes de morir y una tarjeta negra, en la cual había unas letras y números dorados —. Gustav Fiers —no pudo evitar decir en voz alta el nombre que ahí aparecía. Mientras sus ojos enfocaban los números que indicaban una dirección.

<<<<>>>> 

—Señor, con todo respeto, ¿no cree que es peligroso darle tanta información a ese chico? —inquirió, con un poco de duda, el mismo hombre que había ido a buscarlo, y que ahora manejaba la limosina donde iban.

—Tal vez... —bebió del vaso que llevaba en la mano. Le había entregado aquella información a Harry con la intención de que confiara en él. No le preocupaba absolutamente nada que pudiera relacionarlo, tenía todo bajo control—. ¿Se ha acercado a Peter Parker?

—No, señor —a pesar de que seguía manejando, miró de soslayo a su jefe —. Señor, ¿no cree que ese chico podría revelarle sus planes a Peter Parker?... hablarle sobre sus padres

Rió, antes de beber nuevamente de su vaso.

—No te preocupes por tonterías. Harry Osborn no sabe cómo me ayudara con Parker... de hecho, no se percatara de ello. Sigue vigilándolo, él buscara a Parker... sé que lo hará, y sin saberlo me ayudara a hacerle la vida un infierno

Sabía que Parker odiaba a Harry por las cartas, cuyo contenido él conocía, y que nunca habían recibido respuesta. Aquellas cartas no eran nada especiales, solo contaban sus vivencias en Ravencroft y algo que lo sorprendió... el perdón por la muerte de una chica llamada Gwendolyne Stacy y cuya muerte, según sabía, solo la había presenciado Spider-man.

Se preguntaba por qué Peter Parker sabía que Harry era el duende verde, si Menken, para evitar la caída de las acciones, había hecho todo lo que estaba en sus manos para evitar que Harry Osborn se viera involucrado. Hasta llegó a pensar que Parker era Spider-man, pero casi inmediatamente la idea le había parecido ridícula. Porque según toda la información que había empezado a recolectar desde que este era un niño, el chico no era más que un nerd muy torpe, desde cualquier deporte hasta en hacer vida social, pero según esa información, el chico era el fotógrafo personal de Spider-man, fotos que vendía al Clarín. Por esa razón llegó a la conclusión de que ellos podían ser amigos y, Spider-man, le había contado la verdad al chico de lo que en realidad había sucedido esa noche. Incluso, estaba seguro de que Parker conocía su identidad. Pero, a pesar de que esa información lo beneficiaria, no utilizaría esa carta aún. Primero jugaría un poco con ellos, usando a Harry para destruirlos.

— "Harry Osborn"

Ese chico, a diferencia de los otros integrantes, que tenía en mente, para el grupo, podría serle útil para otras cosas... más placenteras.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).