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Back in Black por Liesel Meninger

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Capítulo VI: Puré Venom.


Observó a través del espejo su espalda. Al caer se había lastimado más de lo que imaginó, pero no le importaba, gracias a su factor de regeneración en algunas horas no quedaría evidencia de aquella caída, a diferencia de los recuerdos que mantenía del día de la muerte de Gwen; esos lo marcarían de por vida.


Se colocó una camisa antes de salir del baño. Caminó hasta su habitación, dejando escapar un pequeño suspiro cansino al abrir la puerta; en su cama todavía se encontraba un inconsciente Harry. Cerró los ojos y respiró profundo, mientras se desarregla sus cabellos con una mano. No quería pensar en cosas que no debía. No deseaba seguir torturándose con los recuerdos de aquella noche.


El sonido de su celular interrumpió el hilo de sus pensamientos. Se dirigió al pequeño escritorio, tomando el móvil. Dejó escapar un suspiro al percatarse de la hora; dentro de algunos minutos comenzarían sus clases y aún no se decidía si asistir o no. No quería dejarlo solo en su casa sabiendo de lo que era capaz de hacer.


Miró nuevamente hacia la cama. Harry cada vez estaba más pálido y, a pesar del transcurso de las horas, aún no despertaba, mostrando un aspecto cada vez más decadente. Se acercó a él, observándolo detenidamente. Su respiración era tan pausada que, si no se observaba atentamente, su cuerpo pasaría fácilmente por inerte. Colocó una mano sobre su frente, percatándose de que su temperatura era más baja que la de una persona normal, lo cual provocó que, en contra de su voluntad, se pusiera ansioso, al pensar que podría estar muriendo.


—Osborn —al ver que no reaccionaba al llamado, lo movió ligeramente, tomándolo por un hombro pero tampoco reaccionó—. Harry —pero el aludido no se movió ni un ápice, a pesar de que intentó despertarlo por algunos minutos.


No podía permitir que nada le sucediera, y menos en su casa. Cerró los ojos, tratando de recordar algo que no hubiese tenido en consideración, llegando a pensar que tal vez era una reacción a alguna sustancia que le había aplicado kraven. Pero, después de meditarlo por algunos minutos más, desecho aquella conclusión al recordar el pequeño detalle que había pasado por alto.


—La medicina —agarró la máscara, saliendo en dirección a la estación de Roosevelt.


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Peter susurró, lo más bajo que pudo, asegurándose de que solo el aludido pudiera escucharlo. Tanteando ligeramente debajo de la sabana en busca de él.


Sintió la sabana que los cubría estirarse, y una mano tomó la suya. A pesar de la oscuridad, podía distinguir las facciones de Peter, quien lo miraba fijamente.


¿Una pesadilla?


No se acercó un poco más, tratando de observarle el rostro más claramente . Pete, nosotros... ¿seremos amigos por siempre? apretó con más fuerza la mano de Peter. Lo que había escuchado esa tarde decir a su padre no le agradaba.


Por supuesto, hicimos una promesa se quedó en silencio por algunos segundos, en los que acercó su rostro al del otro niño y en el mismo tonó que Harry le hablaba, dijo . Recuerda que serás mi esposa y estaremos juntos por siempre


Frunció el ceño. La semana anterior Peter le había mencionado que su tía le había hablado sobre el matrimonio, el cual era una especie de vínculo que se realizaba con la persona que más querías, con la persona que te complementaba. Pero de esas personas uno era el esposo y la otra persona la esposa. Y había notado que la esposa era una mujer.


No lo seré mencionó, un poco más elevado, mostrando cierto ápice de indignación en su tono de voz.


Pero...


Tú serás la esposa, ya que soy quien te protege


Está bien... dijo no muy convencido, después de permanecer en silencio durante algunos segundos.


 ¿Estás seguro de que será para siempre? volvió a preguntar, necesitaba asegurarse de que jamás se separarían.


Si dijo, en un tono que de denotaba seguridad . ¿Por qué lo preguntas?¿ya no quieres ser mi amigo? ansiedad y preocupación se denotaron en su voz al realizar aquellas preguntas.


Sí, pero mi padre... se calló. Peter era muy sentimental; no quería que llorara si sabía que su padre no quería que siguieran siendo amigos .Creo que es mejor que suba a la cama intentó deslizar sus dedos, con la intención de soltarse, pero no se lo permitió.


¿Por qué?. Siempre dormimos juntos cuando vienes


No quiso responder, tal vez si lograba comprender a que se refería su padre podría evitar que los alejaran . Es una promesa, Peter y como era costumbre, sus labios se sellaron en un casto beso.


Un pequeño tirón en su mano izquierda lo sacó del mundo de Morfeo, y de aquellos casi inexistentes recuerdos. Pero, a pesar de que ya era consciente de que estaba despierto, sus parpados parecían ser extremadamente pesados. Trató de mover su cuerpo, pero tampoco parecía responderle. Movió algunas veces más sus parpados hasta que pudo abrirlos levemente. Dirigió la mirada hasta donde sus ojos le dieron alcance, tratando de identificar el lugar donde se encontraba, a pesar de que todo lo que veía a su alrededor, ante sus ojos, carecía de nitidez. Otro pequeño tirón en su mano izquierda provocó que, con mucha dificultad, girara hacia ese lado. Cerró los ojos con fuerzan, abriéndolos de forma lenta, tratando de enfocar lo que parecía ser una gran mancha reposando a su lado. Lo primero que distinguió fue un punto marrón intenso que lentamente se fue convirtiendo en dos puntos... puntos que se transformaron en dos ojos. Un pequeño jadeo se escapó de sus labios al reconocer esos ojos, por lo cual, en reflejo y a pesar de que aún no podía moverse con total naturalidad, intentó alejarse, pero algo en su mano se lo impidió. Bajó la mirada en esa dirección, encontrándose atado a la muñeca de Peter con una telaraña.


—Necesitaba descansar —dijo, rompiendo el silencio incomodo que se había formado entre ellos, mientras se colocaba boca arriba. Miró por la ventana, cuando la luz del faro entro por esta, como señal de que ya había anochecido —. Ya debe estar a punto de deshacerse


No dijo nada, simplemente se quedó en silencio, a pesar de que tenía muchas cosas que decirle, cosas que necesitaba que él escuchara, pero no quería que aquel pequeño momento, de falsa tranquilidad, se viera arruinado por su causa. Solo quería disfrutar del que, probablemente, era su último momento junto a él. Se colocó también boca arriba, intentando concentrase en cualquier parte del techo como estaba haciendo Peter.


No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero cuando sus ojos se empezaron a cerrar lentamente supuso que llevaban en esa misma posición más de lo que imaginaba. No se resistió. Aún seguía muy cansado. Pero un pequeño susurro a su lado provocó que abriera los ojos nuevamente. Giró hacia un lado. Peter seguía mirando hacia el techo, pero estaba seguro de que le había hablado. Pero, después de casi un minuto observándole, nada sucedió. Cuando finalmente concluyó que todo había sido producto de su imaginación, nuevamente Peter habló.


—Gracias... por la información —se giró, observándolo a los ojos. Tenía que ser objetivo, aunque le costara serlo; Harry no era el único culpable de la muerte de Gwen y, paradójicamente, era el único que podía escuchar todas sus frustraciones. En ese momento pensó que si quería evitar sucumbir ante la ira que aún le invadía, debía expresar con palabras todo lo que sentía por lo que le había hecho a Gwen. Todo el odio que sentía por sí mismo al no haber lo correcto en el momento correcto para salvarla. Expresar su odio y miseria evitarían que la oscuridad lo siguiera consumiendo lentamente hasta convertirse en alguien que aborrecería —. Ese día...yo no...


El timbre de la entrada se escuchó, haciéndolo callar.


Se giró nuevamente, quedando boca arriba. Suspiró cansinamente, y movió su muñeca, logrando soltarse cuando el timbre se volvió a escuchar. Se levantó, dirigiéndose hacia la entrada de la casa. Al abrir la puerta se encontró con una figura, visiblemente de mujer, dándole la espalda. Pero no necesito preguntar quién era cuando distinguió los cabellos rojizos que caían en su hombro derecho.


La figura se giró hacia él y le sonrió.


—Hola, tigre


Después de algunos minutos de charla no sabía cómo había sucedido, pero habían terminado en un tema que era muy incómodo, por lo menos para él.


—Mary Jane, no creo que sea buena idea que yo... —se ruborizó un poco, bajando la mirada —, creo que deberías ir con un profesional


—Solo es arte —dijo, como si fuera lo más natural del mundo —. He visto tus fotos y me gusta tu estilo —se acercó un poco más a él, deslizando uno de sus dedos por el cuello de su camisa —. Y estoy segura de que eres excelente... en muchas cosas —sonrió de lado, antes de apartarse nuevamente —. También saldrás ganado, juro que te pagare por cada foto


—Pero...


—No es como si jamás hubieses visto a una mujer semidesnuda, ¿o me equivoco?


—Y-yo... —se aclaró la garganta, tratando de que la incomodidad que estaba sintiendo no se notara, pero estaba seguro, para su desgracia, que su rostro si lo reflejaba —, nunca he realizado ese tipo de trabajo... seguramente no quedara como deseas


—No te preocupes, confió en ti —le guiñó un ojo, antes de girarse y empezar a caminar hacia las escaleras.


— ¿Eh? —se extrañó un poco al ver la dirección que tomaba la chica —. ¿Mary Jane?


—Creo que deberíamos hacer la sesión ahora mismo —sonrió, levantando el maletín que llevaba —. No te preocupes, traje todo lo necesario — se giró, pero antes de seguir caminando lo miró sobre su hombro —. Creí que podíamos aprovechar... que tu tía no esta


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Retiró el brazo de su rostro cuando la puerta de la habitación fue abierta. Pero frente a él no se encontraba Peter, sino una chica desnudándose y, que al parecer, no se había percatado de su presencia, ya que le daba la espalda.


Se sentó en la cama e hizo lo más lógico que se le ocurrió en ese momento; tosió, llamando la atención de la chica, quien giró hacia él. Parpadeo varias veces, y después se quedó observándolo fijamente.


—¿Quién eres? —preguntó, con visible curiosidad, ignorando el hecho de que estaba semidesnuda. Pero, antes de que pudiera responder, Peter cruzó la entrada de la habitación.


—Mary Jane, creo que...— se calló, al percatarse de la situación y, sin pensarlo, se giró para no observarla —, deberías vestirte... en este preciso momento no creo poder ayudarte —estaba seguro de que a su tía no le agradaría encontrarlos haciendo lo que tenía en mente Mary Jane. Aunque solo fuera un simple trabajo su tía era muy conservadora en algunos aspectos —. ¿Podemos hacerlo otro día?


—¿Es tu novio? —dijo, sorprendiendo a Peter, no solo por el cambio abrupto de tema. Pero no recibió respuesta —. ¡Oh, rayos...! —se acomodó el vestido lo más rápido que pudo —, lamento haberlos interrumpido justo en este momento


—¿Qué? —aún no salía de la sorpresa ante aquella pregunta, pero al comprender lo que ella intentaba insinuar, con su último comentario, reaccionó —. ¡No! —ella frunció el ceño —. ¡No somos homosexuales! —aclaró, esperando que Mary Jane no fuera una de esas chicas raras que tenían mucha imaginación y fijación por las relaciones homosexuales —. Nosotros somos... —dudó, pero no encontró otra respuesta más adecuada en ese momento —... amigos... normales —dijo esto último cuando ella frunció más el ceño. Concluyó que tal vez si era un poco raro que dos hombres estuvieran en una casa a solas, en una habitación y en la cama —. Harry es mi mejor amigo desde el kínder... somos como hermanos —dijo, en un tono más bajo, lo que sintió hasta hace algunos meses, tratando de convencerla.


—Ya veo... —dijo, no muy convencida, observando de soslayo a Harry, quien la miraba fijamente —. Está bien, aún tengo algunos días para realizar la sesión —agarró el pequeño maletín que llevaba —. Nos vemos, tigre —le dio un beso en la mejilla y, después, se giró hacia Harry —. Fue un placer, espero volverte a ver


Harry no respondió. Por alguna razón, incomprensible ante su raciocinio, no le agradaba en lo absoluto Mary Jane. Pero a ella no pareció importarle, ya que le sonrió antes de marcharse.


—Algunas chicas tienen una gran imaginación —dijo, mientras se rascaba la nunca, tratando de romper el incómodo silencio que se había formado entre ellos —. Pensar en eso es completamente absurdo —dijo esto último, sin percatarse, en voz alta.


—Lo es —dijo más para sí mismo, recordando que desde que descubrió lo que sentía por Peter se repetía esas mismas palabras que ahora escuchaba —. Aunque mencionaste que no tenía por qué hacerlo... —se levantó y se giró, dándole la espalda —... gracias


Se dispuso a caminar hacia la salida de la habitación, pero la voz de Peter lo detuvo.


—No me aleje como lo prometí o lance la telaraña en el momento indicado —dijo en voz alta lo que lo atormentaba desde la muerte de Gwen, retomando su anterior conversación, tal vez por el hecho de que necesitaba que alguien lo escuchara —. Si hubiese hecho lo correcto, en el momento correcto... ella todavía estuviera aquí... conmigo


Miró de soslayo hacia atrás. Y, al ver aquella expresión que se reflejaba en el rostro de Peter, no pudo seguir su camino; se giró nuevamente hacia él.


—Pero crees que culpar a terceros aligerará el peso de tu consciencia y disminuirá la intensidad del dolor —bajó la mirada. Decir lo que sentía respecto a ese día era más difícil que guardarlo —. Pero no es así


Intentó decir algo. Tenía la necesidad de hacerlo al ver la expresión de Peter, pero no sabía que decir. Estaba consciente de que si le había comentado lo que sentía referente a la muerte de Gwen no era porque confiara en él y nuevamente lo considerara su amigo, o lo hubiese perdonado por lo acontecido casi un año atrás, simplemente era al único que podía decirle en voz alta todos sus infortunios. Pero no le importaba. Sin importar cuales fueran las verdaderas razones, de cierta forma, en ese instante, todo era como años atrás; cuando solo eran ellos dos.


—Eso no es cierto —caminó hacia él inconscientemente, con la intención de obligarlo a que lo mirara a los ojos y se convenciera nuevamente de que toda la culpa de la muerte de Gwen no sobre caía en absolutamente nadie más que en su persona. No le importaba que Peter lo odiara, mientras no volviera a mostrar aquella expresión que reflejaba lo miserable que se sentía por no haber sido él en vez de Gwen. Había aprendido a vivir con todos sus demonios, pero Peter no. Sin embargo, no se atrevió. Sus dedos apenas acariciaron la tela de su camisa cuando se arrepintió. Tocarlo estaba prohibido. Ellos no eran amigos y Peter jamás lo perdonaría, pero, aún así, prosiguió —. Tú no la obligaste a estar ahí. Tú jamás la...


—¡Lo es! —lo miró a los ojos —. ¡Soy más culpable de su muerte que tú, pero me dolía aceptarlo, porque...! —su voz flaqueó—, dolía aceptar que por mi culpa jamás veré nuevamente a Gwen. Dolía aceptar que por mi culpa el amor de mi vida ya no existe.


Miró hacia el suelo, tratando de ignorar ese vacío tan conocido que se formaba en su pecho gracias al desgarre que dejaba su corazón al caer nuevamente por culpa de él. Era un vacío que, paradójicamente, le impedía respirar, provocándole paulatinamente más dolor. Era un vacío que, para su vergüenza y desgracia, le provocaba ganas de llorar.


"El amor de su vida"


Parpadeó varias veces, tratando de que las ganas de llorar desaparecieran, mientras se repetía que las lágrimas solo eran una muestra de debilidad que él, por ser un Osborn, no tenía el privilegio de mostrar.


A pesar de que, nuevamente, sin saberlo, lo lastimaba recordándole lo que jamás obtendría de él, no podía permitirse mostrar aquella debilidad que tanto despreciaba, por lo cual lo miró a los ojos y le dijo —. Ella... también te amaba —trató de que su voz sonara de forma natural, a pesar de que le costaba mucho pronunciar cada palabra —, y no hubiese querido que te transformaras en esto. Ella sabía cuál era tu destino y, a pesar de todo, decidió seguir a tu lado... dejarte llevar por la culpa no cambiara absolutamente nada —respiró profundo, tratando de infundirse valor para proseguir. Pensaba que tal vez confesarle la verdad, o parte de ella, haría sentir a Peter menos culpable —. Desde que supe de su existencia, yo quería que se ale... —no pudo proseguir, la voz de tía May, anunciando su llegada, lo hizo callar y dejar nuevamente en el olvido aquello que había guardado celosamente por muchos años.


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Finalmente no pudo retomar su conversación con Harry, ya que casi inmediatamente quedaron a solas su tía llegó y, después de darle una excusa creíble, Harry se marchó.


En ese momento no quería pensar en absolutamente nada, pero los recuerdos de aquel día se colaban lentamente en su cabeza, torturándolo como diariamente lo hacían. Se levantó de la cama y encendió el computador. Mantener su mente ocupada siempre funcionaba; y después de algunos minutos nuevamente se olvidó de todos aquellos malsanos pensamientos por algunas horas.


—Otto Octavius —repitió distraídamente el nombre que aparecía en la pantalla. Tenía la leve impresión de que ya había escuchado hablar de aquel científico. Por lo cual, empezó a leer, detenidamente, la información, pero la alerta de su mail lo sacó de la lectura. Abrió la pestaña, encontrándose con algunos mensajes del señor Jamenson. Revisó algunos. En los primeros le exigía que se presentara en el aeropuerto porque Segei Ktavinoff llega ese día. En algunos otros, lo despedía por no haberse presentado en el aeropuerto, pero, finalmente, volvía a contratarlo, exigiéndole que se presentara esa noche en un evento en un centro de convenciones.


Respiró profundo. Tenía menos de dos horas para rentar un traje... muy económico.


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—¿¡Dónde demonios estabas, Parker!?


—Había...


—¡Como todos, lo único que sabes es malgastar mi tiempo! —empezó a caminar hacia la entrada, ignorando lo que Peter pretendía decirle, mostrando su identificación —. Viene conmigo


Inmediatamente entraron al lugar se percató de que el evento era realizado por Oscorp; el logo de la empresa estaba en algunos lugares.


— ¡Parker, ¿estás esperando que acabe el año chino?—la voz del editor lo sacó de sus cavilaciones —. ¡Muévete, sigues malgastando mi tiempo!


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—Creí que no vendrías —giró hacia la voz, encontrándose a Felicia frente a él. Tenía que reconocer que le sentaba bien el color negro; se veía hermosa, aunque prefería como se le veía el cabello suelto. Tal vez si las cosas hubiesen sido diferentes se habría fijado en ella —, ya que estuve llamando todo el día, pero Bernard no supo decirme con exactitud dónde te encontrabas


—A veces es bueno un poco de diversión —ignoró el último comentario de Felicia, ya que no quería que confirmara que lo que estaba haciendo era riesgoso. Agarró un vaso con whisky de la bandeja de un mesero que pasó frente a ellos.


—Harry...


—Sí, ya sé lo que dijo el médico, Felicia—sonrió ante la mirada reprobatoria de ella —. Pero esta ridiculez lo amerita —levantó el vaso a modo de brindis. En realidad no quería estar en la ceremonia, pero, cuando su mayordomo le dijo que la invitación había sido enviada por el mismo Gustav Fiers, pensó que era inapropiado negarse. Debía hacer todo lo que estuviera en sus manos para ganarse su confianza —. Por el tiempo que le queda a esta gran farsa —se dispuso a beber el líquido que contenía el vaso, pero una voz a su espalda lo interrumpió.


—Señor Osborn, creí que había decidido no intervenir en nada relacionado con Oscorp —giró, encontrándose con, quien imaginó era, un reportero.


—Nunca lo he mencionado —llevó el vaso a su boca, sin importarle la mirada reprobatoria que le mostraba Felicia—. Simplemente me había tomado unas pequeñas vacaciones, pero la nueva dirección de Oscorp ha demostrado ser incompetente—tomó del vaso, sin importarle que Menken hubiese llegado y se encontrara detrás del periodista, o la expresión que colocó por sus palabras.


—Harry es un chico con un excelente sentido del humor —dijo, llamando la atención del periodista, forzando una sonrisa. Le dio una pequeña .palmada en el hombro derecho al aludido, tratando de aparentar simpatía ante el periodista —. Esa es una de las cosas que siempre me ha agradado de este chico que siempre he considerado como un hijo –dijo, provocando una expresión de hastió en harry. Miró hacia la única mujer del pequeño grupo —. Felicia, ya vamos a dar inicio


—Esperen un momento, ¿me permitirían unas fotos? —Menken sin dudarlo asintió, y el periodista le hizo una seña a un hombre rubio que estaba a algunos metros—. Eddie, tómale una foto al señor Osborn y después una de él con el señor Menken


—Edward Brock, un gusto conocerlo —le tendió la mano a Menken, pero este lo miró con desdén, provocando que se desanimara de presentarse a los demás.


Después de que finalizará la toma de las fotos, todos se marcharon, excepto el hombre que llegó con Menken e inicialmente no había reconocido; era el empleado de Gustav Fiers.


—El señor Fiers cree que existen algunos asuntos que aún deben tratar, por lo cual me ha pedido que le informe que al finalizar el evento tendrá que marcharse con él —fue lo único que le dijo y sin esperar respuesta se marchó.


En ese momento, como si una fuerza lo impulsara a hacerlo, giró hacia su derecha, encontrándose, al otro extremo del salón, con aquel hombre vestido impecablemente como siempre. Pero no pudo sostenerle la mirada cuando este le sonrió; esta vez aquella sonrisa extraña no solo le había causado desagrado, también un ligero escalofrió. Y una pequeña voz en su cabeza le gritó que se alejara de ese hombre, pero sabía que no debía, o no podía, si quería proteger a Peter. Pero ¿hasta dónde podría llegar por él?. Tomó nuevamente de su vaso, antes de observarlo nuevamente y, sin dejar de mirarlo, se tomó lo que aún quedaba en su vaso.


No sabía que sacrificios tendría que realizar, o hasta donde tendría que llegar para que Peter estuviera bien, pero nada de lo que tuviera que hacer le importaba. Estaba muriendo y Peter era una de las tres personas que le quedaban, además de ser la que más amaba.


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—¿Aún sigues con eso?


A pesar de que escuchó la voz del hombre que jugaba videojuegos, sentado en una silla en un extremo de la habitación, no dio muestras de haber notado su presencia, como lo había hecho desde que este había entrado a la habitación a, según su criterio, importunarlo.


—No sé cómo no te aburres de estar encerrado en esta maldita jaula —dejó el celular en el escritorio, donde antes reposaban sus pies, y agarró el periódico, observando simplemente la primera plana por algunos segundos; mirando específicamente la imagen de Spider-man —. Ya quisiera poder jugar un poco con la araña... ansió tanto aplastar a ese maldito insecto —como si imaginara tenerlo en las manos, arrugó el periódico.


Estaba tan concentrado en sus deseos asesinos hacia Spider-man que no pudo esquivar el líquido oscuro que cayó sobre él, adhiriéndose a su hombro a pesar de que lo transformó en arena. Pero, después de algunos segundos, este se deslizó suavemente hasta caer al piso.


—Todavía es inestable —gracias a los brazos de metal que poseía logró esquivar el brazo de arena que por segundos casi lo alcanza.


—¿¡Qué demonios te sucede!? —lanzó otro ataque, pero los aspersores contra incendios, que estaban sobre él, se activaron, provocando que paulatinamente fuera perdiendo su forma y empezara a caer al piso.


—Al parecer el oxígeno de este planeta lo inactivalentamente —aspiró con una pequeña maquina la sustancia que aún yacía en elpiso, ignorando a la arena que trataba de tomar forma después de que losaspersores se desactivaran. Se dirigió nuevamente al otro lado de la habitacióny sacó de un refrigerador un pequeño tubo eppendorf—. Pero estoy seguro que conesta muestra será suficiente para volverlo una máquina de destrucción —sonrió,mientras observaba el líquido rojo que se encontraba en el pequeño tubo—.Será pure venom para Spider-man cuando logre aislar de esta muestra lo que necesito


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