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Back in Black por Liesel Meninger

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Capítulo VII: Un sueño y nada más.


Enfocó el escenario en el cual, el actual presidente de Oscorp recitaba un discurso sobre los avances actuales y futuros de la empresa. Pero, al reconocer la figura, que permanecía a la izquierda de Menken y que, posteriormente, lo reemplazaba como orador, bajó la cámara. Harry también se encontraba en la ceremonia, mostrando aquel semblante tan característico de los Osborn, hablando con propiedad sobre el tema que estaba tratando, haciendo, de vez en cuando, chistes sobre Menken. Se perdió en aquella imagen, reconociendo en ella al chico que había extrañado durante años; a su mejor amigo.


—¡Parker, eres tan lento que me hago pobre y viejo! —el llamado de atención, que le hizo el señor Jamenson, lo sacó de sus cavilaciones —. ¡No te traje a este lugar para que estés simplemente de mirón!


Enfocó nuevamente el escenario, tomándole varias fotos a Harry mientras seguía con su discurso. Pero, bajo nuevamente la cámara, cuando su sentido arácnido se activó y, un segundo después, las luces se apagaron.


El silencio, que se formó cuando las luces se apagaron, se rompió paulatinamente por los susurros de las personas.


—Tranquilos —la voz de Menken se escuchó sobre los susurros —. Solo fue un pequeño percance que... —las luces nuevamente iluminaron el lugar —, ya se solucionó. Ahora...


Todo quedó nuevamente en silencio. Los meseros, que ahora cubrían sus rostros, tenían armas.


—Lamento llegar un poco tarde —un hombre totalmente vestido de negro, con el rostro cubierto y armado, se colocó al lado de los meseros—. ¿Saben?, me encantan las fiestas de los riquillos —agarró una porción de pastel con las manos y, después de levantarse lo suficiente el pasamontaña, comió—, siempre sirven buena comida y bebidas


—Solo tenemos quince minutos —mencionó uno de los meseros que permanecía un poco alejado de los demás.


—Está bien —sacó un celular de su chaqueta —. Tú, acércate —todos miraron hacia la dirección que señalaba el hombre, pero el aludido no se movió —. Vamos, acércate, no seas tímido —dijo, con fingida amabilidad, obteniendo como respuesta una mirada desafiante. El hombre tomó otra porción de pastel y, mientras comía de este, empezó a caminar —. ¿Sabes una cosa, mocoso? —dijo, cuando estuvo frente a él. Dio el último bocado que le quedaba y sonrió —. Este estuvo mejor y... —le dio una bofetada al aludido, provocando que se sostuviera en la pared para no caer —... odio que ignoren mis órdenes


Felicia intento ayudarlo, pero uno de los meseros la agarró, impidiéndoselo.


—Ahora, niño bonito —lo asió por el cuello de la chaqueta —, si no quieres que te desfigure a golpes esa carita, vas a hacer una transacción desde tu cuenta


—Eres un imbécil, inmediatamente lo haga lo rastrearan —el hombre de negro le agarró la mandíbula, apretándola un poco.


—Solo has la transacción, y del resto se encargará Max —miró hacia el hombre que permanecía apartado —. Te sorprendería... es como si utilizara magia


—El tiempo corre —dijo el aludido —. Es mejor irnos


Miró el reloj en su muñeca izquierda. Si seguían en ese lugar la policía los arrestaría —. Niño bonito, tú y yo, saldremos a pasear


—¿Podemos llevarla también a ella? —le tomó el rostro a Felicia para que, quien era el jefe, viera que era hermosa —. Es muy bonita


—No —intentó soltarse, pero el hombre apretó más el agarre que mantenía en su mandíbula, provocando que, en contra de su voluntad, un gemido de dolor escapara de sus labios.


—No estás en posición de dar órdenes, maldito niño —lo agarró por el cabello, jalándolo un poco—. ¿Aún no lo entiendes? —tiró un poco más de su cabello hasta lograr que apareciera una expresión de dolor en su rostro.


—Si la llevas con nosotros juro que tu cuenta seguirá en ceros —a pesar del dolor, que aquel hombre le estaba infringiendo, lo miró de forma retadora —. Puedes incluso matarme


El hombre se quedo observándolo por algunos segundos, en los cuales harry no cambió la forma en que lo miraba —. Vámonos... sin ella —lo obligó a caminar junto a él.


Felicia hizo un movimiento negativo con la cabeza, al cual, simplemente le sonrió, dejándose llevar por un pasillo.


—Max, avísale a Mike que pueden salir dentro de dos minutos


—Mike no contesta. Intentare llamar a... —algo lo levantó del piso, colgándolo al techo.


—Hola, chicos —saltó, consiguiendo esquivar algunas balas y, con una telaraña, logró desarmarlo —. Veo que también les emociona verme. ¿Saben?, creo que... —atrapó el pie que intentó darle en la cabeza—. Oh, por dios, ¡tus zapatos son geniales! —esquivó el golpe de otro de los hombres que vestía de mesero —. Necesito saber dónde los compraste


—Desháganse de él —dijo el hombre de negro, antes de empezar a arrastrar a Harry con él. Miró el reloj; ya solo le quedaban cinco minutos para salir del lugar antes de que la violación a la seguridad, que realizaron, fuera notificada a la policía. Se detuvo frente a una ventana, que quedaba cerca a uno de los elevadores de ese piso—. ¡Has la maldita transacción ahora, o tendrás que aprender a volar! —para dar más énfasis a sus palabras disparó al vidrio, logrando que se quebrara en su totalidad.


Recibió el celular, que aquel hombre le ofrecía, intentando ignorar el hecho de que solo bastaba con que lo soltara para caer al vacío. Pero, mientras marcaba algunos números, algo los jaló con fuerza hacia atrás, sin embargo, el hombre de negro pudo reaccionar justo a tiempo para evitar que los alejaran mucho de la ventana. Disparó, uniendo su cuerpo al de él.


—Lo único que tienes que hacer es hacerte a un lado —levantó la mano, logrando que su muñeca quedara descubierta —. Si no salgo de aquí en cuatro minutos una bomba detonará


—Mike y yo hablamos al respecto —dijo —. Creo que fueron timados, ya que la bomba no era de gran alcance, simplemente....


—Pete... —se cubrió la boca, por la imprudencia que casi comete. Pero Peter a veces, en esas situaciones, podía llegar a ser desesperante.


Pero el hombre de negro pareció percatarse de que ellos se conocían, porque, a pesar de que no había realizado la transacción, pareció dejar de importarle y lo lanzó por la ventana.


Tratando de aprovechar la distracción, alzó el arma, pero una gran telaraña lo atrapó contra la pared.


Se lanzó sin pensarlo al vacío, logrando aumentar su velocidad de caída gracias a sus telarañas. Estiró los brazos, inconscientemente, al percatarse de que harry hacia lo mismo hacia él. Lo atrapó, sintiendo como unos temblorosos brazos se aferraban a su cuello, y lanzó una telaraña, pero no calculo bien el ángulo, por lo cual tuvo que girarse, tratando de evitar que Harry saliera lastimado, al casi chocar contra un edificio. Lo arrojó al aire, logrando, antes de chocar con el edificio, impulsarse y atraparlo nuevamente. Dio otro giro, cayendo, con Harry encima suyo, sobre la azotea de un edificio.


—¿Estás bien?


—No vuelvas a hacer eso si no quieres adelantar mi muerte —dijo, sin pensarlo, tratando de regular su respiración, hundiendo, inconscientemente, su rostro en el cuello de Peter.


Peter se retiró la máscara, tomando una gran bocanada de aire, tratando de regular también su respiración.


—Está bien, mi espalda está de acuerdo —estiró los brazos sobre el piso —. La próxima vez sugiero tomar el ascensor


Irguió su cuerpo, quedando sentado ahorcajadas sobre el cuerpo contrario —. Concuerdo con ello — y, sin percatarse, sonrió.


—Te lastimó —tenía, sobre la pálida, la marca de unos dedos y de su labio inferior salía un pequeño hilo de sangre.


—¿Eh? —recordó el golpe que le dio el hombre enmascarado cuando se rehusó a obedecerlo. Actitud que tomó en ese momento no tanto por su orgullo, sino porque sabía que Peter estaba en la ceremonia; lo había visto antes de iniciar su discurso —. No es... —una mano sobre su mejilla lo hizo callar.


Había, inconscientemente, levantado la mano hasta posarla en la mejilla de Harry. Sentía como si estuviera viviendo un denja vú; algo que creía haber vivido, pero, a pesar de que trataba de recordarlo, había olvidado completamente. Se irguió hasta quedar sentado, manteniéndolo en su regazo. Pasó sus dedos tratando de quitar el pequeño rastro de sangre. Realizaba dichas acciones como si su cuerpo, a pesar de que su mente no lo recordara, estuviera recreando una escena sucedida entre ellos en antaño. Pero él no se percataba de lo que estaba haciendo, ni siquiera del pequeño rubor que apareció en las mejillas de Harry cuando posó sus dedos sobre sus labios, delineándolos lentamente para quitar la sangre que permanecía sobre ellos.


Observó el rostro de Peter; su mirada estaba dirigida directamente hacia sus labios y sus cejas estaban un poco fruncidas, mostrando que, a pesar de aquella mirada de calma que poseía, algo le molestaba. Bajó lentamente la mirada hasta llegar a sus labios. Casi nueve años habían transcurrido desde la última vez que sus labios se rosaron en una muestra de amor carnal que ellos, en esa época, ignoraban. Eran unos besos llenos de inocencia, muy diferentes a los que algunos años después, al enterarse de lo que en su niñez ignoró, recibió. Pero esos besos siempre quiso recibirlos de Peter. Siempre quiso sentir lo que había escuchado provocaban los besos cuando se daban con amor y, en ese momento, deseaba darle un verdadero beso que no tuviera ninguna relación con aquellos besos castos que se daban en antiguamente. Había besado a algunas chicas y dos chicos, aparte de Peter, en su vida, pero jamás había dado un verdadero beso de amor. Sin embargo, siempre fue consciente de que ese beso solo podría dárselo con Peter. Sabía que estaba mal; sabía que no debía hacerlo, pero también sabía que seguramente no tendría otra oportunidad. Sin importarle la voz, en su cabeza, que le gritaba que se detuviera, empezó a acercar lentamente su rostro, cerrando los ojos cuando sintió el cálido aliento acariciar la piel de sus labios, sorprendiéndose, momentáneamente porque algo tan simple como eso había provocado que la piel de su cuerpo se erizara completamente. Entre abrió los labios cuando sus narices se rosaron y...


—¡El traje! —detuvo sus movimientos—. Deje el traje en el baño... tengo que ir a buscarlo o estoy arruinado


Ni siquiera, cuando los brazos de Peter lo levantaron, para después posarlo en el suelo, abrió los ojos. Solo lo hizo cuando estuvo seguro de que ya se había marchado. Suspiró de forma cansina, pasándose una mano por el cabello, mientras se cuestionaba en que estaba pensando para tratar de realizar tal atrevimiento ahora que eran adultos. Respiró profundo, agradeciendo mentalmente que, al parecer, Peter no se había percatado de aquel error que por poco cometió.


—"Tienes que dejar eso en el pasado, igual que él lo hizo" —cerró los ojos nuevamente, mientras repetía una y otra vez aquellas palabras como si fueran un mantra. Cuando se reconforto, falsamente, se levantó y caminó hasta poder observar hacia el vacío. Necesitaba bajar de ese lugar, pero aparentemente no había como hacerlo, salvó esta, volando o columpiándose en una telaraña, cosas que obviamente él no podía hacer.


Llevó las manos a todos los bolsillos que poseía, buscando, inútilmente, su celular, el cual seguramente había caído después de que Peter lo atrapara en el aire. Se sentó nuevamente, esperando que no se hubiese olvidado de él.


Algunos minutos después, Peter regresó. Nuevamente la máscara cubría su rostro.


Se levantó, a pesar de que hubiese preferido quedarse ahí el resto de la noche, pero si quería que su plan funcionara tenía que volver.


—Tengo que volver —apretó sus manos, tratando de no pensar en que esa noche tendría que irse con Gustav Fiers y seguramente tendría que hacer algo que le asquearía por lo que le quedaba de vida. Se mordió el labio, provocando que nuevamente brotara sangre de este. No quería; no deseaba que fuera de esa forma, pero debía hacerlo para que todo siguiera su curso. Solo esperaba no tener que hacer lo que aquella mirada, desde el inicio de la ceremonia, parecía pedirle —. ¿Podrías...? —dejó la frase en el aire, sin ánimos de continuar.


—Ya todo término —dijo —. La policía se está haciendo cargo


Apretó más fuerte sus manos. Seguramente, cuando cruzara la entrada, tendría que salir nuevamente, pero esta vez en compañía de aquel hombre.


Peter se acercó, tomándolo por la cintura, y él tuvo que ignorar las ganas de rodearle el cuello con los dos brazos.


—¿Adónde vamos? —a pesar de mostrarse reticente a rodearlo con sus brazos, por reflejo lo hizo, cuando Peter se lanzó al vacío llevándolo consigo.


—A casa


El olor de Peter lo reconfortaba lentamente, provocando que sus parpados se sintieran un poco pesados. Cerró los ojos e inconscientemente afianzó su agarre, dispuesto a dejarse llevar por aquella agradable sensación, pero a los pocos minutos se detuvieron sobre algo. Al abrir los ojos y, a pesar de la poca luz que iluminaba el lugar, se percató de que estaban sobre el tejado de la casa de Peter.


—¿Por qué...?


—Mi casa está más cerca que la tuya —fue lo único que dijo, antes de indicarle que entrara por la ventana a su habitación.


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Dejó el teléfono en su lugar después de haber hablado con Felicia. Había logrado tranquilizarla un poco, pero no parecía agradarle el hecho de que, después de lo sucedido, pasara la noche fuera de la mansión. Igual que ella, él no comprendía qué estaba haciendo en ese lugar, o mejor dicho, por qué Peter, por iniciativa propia, le había pedido que se quedara esa noche con él.


—¿Quieres comer algo? —la voz de Peter lo sacó de sus cavilaciones. Levantó la mirada hacia él. Venia bajando las escaleras; llevaba un cambio de ropa y de su cabello aún bajaban algunas pequeñas gotas de agua.


—Yo... creo que... —quería preguntarle por qué razón lo había llevado hasta allí, pero, en ese momento, no encontraba las palabras precisas para hacerlo —. "Estas tartamudeando... patético"


—Puedes asearte mientras preparo algo de comer. Estaré en la cocina —señaló hacia su derecha —. Espero no te pierdas en el camino


Al ingresar nuevamente a la habitación de Peter, encontró un cambio de ropa sobre la cama, el cual, al suponer que era para él, tomó, para, posteriormente, dirigirse hacia el baño que quedaba al final del pasillo; muy diferente y pequeño, comparado con los que se encontraban en cada habitación de su casa, incluso el baño de invitados era más grande que ese.


Se duchó lo más rápido que pudo y, al terminar, se colocó la ropa que Peter le había elegido. El pantalón le quedaba un poco largo y la camisa dos tallas más grande; Peter ahora era unos centímetros más alto que él, a pesar de que cuando eran niños siempre había sido más bajo y delgado. Tocó la tela de la camisa y sonrió; aún conservaba su olor.


Salió en dirección a la cocina, encontrándose al llegar a Peter picando lo que parecía ser lechuga. Se sentó en el pequeño comedor, observándolo en silencio hasta que este terminó dicha tarea. Y, con ese mismo silencio, comieron los sándwich que había preparado.


—Listo —la voz de Peter lo hizo girar, ya había terminado de arreglar la cama, improvisada, donde esa noche dormiría —. No habrá...


—¿Por qué? —no pudo seguir soportándolo más y lo interrumpió, preguntando lo que desde hacia algunas horas necesitaba saber. Sabía que no había necesidad de que repitiera la pregunta, o fuera especifico, ya que Peter sabía a qué se refería.


La razón también se la había cuestionado después de haber decidido llevarlo al lugar donde era vulnerable, su casa. Pero todas las posibles respuestas eran sinuosas, al igual que aquel sentimiento y fragmentos de recuerdos que habían invadido su mente al verlo caer; había sentido algo similar a cuando observó a Gwen. A pesar de aquellos sentimientos negativos que lo invadían al tenerlo cerca, en ese momento en lo único que pensó fue en protegerlo; en ese momento temió que también sufriera el mismo destino de Gwen. Además, había recordado el día en el que se había marchado, y tuvo miedo de volverlo a perder, porque, aunque no recordaba algunas cosas que compartieron en su niñez, todavía aquel horrible sentimiento de pérdida, que lo embargó cuando él lo dejo, aún permanecía en su interior.


—Siempre fuiste mi mejor amigo... a pesar del tiempo en que estuvimos separados, siempre te considere como tal —levantó la mirada —. Creo que incluso te consideraba más que eso... —un pequeño rubor se empezó a apoderar de sus mejillas. Pensaba que si tal vez Peter recordaba aquella promesa que le hizo cuando eran niños, podrían estar juntos por el pequeño lapso que aún le quedaba—, te consideraba como un hermano, y ese sentimiento jamás desapareció o cambio. Probablemente nada volverá a ser como antes... —le tendió la mano, ignorando el hecho de que Harry parecía un poco distraído —, ¿iniciamos desde cero? —quería creer que tal vez con el tiempo podría perdonarlo y perdonarse por lo que le habían hecho a Gwen.


Tomó la mano, respondiendo a la sonrisa que Peter le mostraba, a pesar de que aquello era lo que menos deseaba hacer. Pero tenía razón; debían iniciar nuevamente y olvidar todo... incluso aquellos sentimientos que lo lastimaban.


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Abrió los ojos, tratando de identificar el sonido que lo había despertado; un pequeño gemido seguido de algunos susurros inentendibles, rompieron nuevamente el silencio que reinaba en la habitación. Se irguió, observando a Peter, quien parecía tener una pesadilla.


—Peter —susurró, provocando que el aludido se detuviera, sin embargo, no dejó dejo de susurrar cosas —. Peter —colocó una mano en su hombro —, ¿estás...? —no tuvo tiempo de reaccionar. Lo había tomado por la muñeca y jalado hacia él, rodando en la cama hasta que quedo sobre su cuerpo. No sabía que estaba sucediendo, pero tampoco tuvo tiempo de cuestionárselo cuando los labios de Peter se posaron sobre los suyos, uniéndolos en un beso. Lo deseaba; desde que lo volvió a ver deseaba con la vida aquel beso, pero Peter no era consciente de lo que estaba sucediendo en ese momento. Giró el rostro a un lado, necesitaba despertarlo —. Peter, no... — intentó liberarse del cuerpo que reposaba sobre el suyo, pero sus muñecas fueron aprisionadas contra la cama y un beso, esta vez invasivo, lo acalló.


—No me dejes... por favor


Un ruego. Ese tono tan lastimero que utilizó Peter bastó para silenciarlo completamente, y dejarse hacer. No se molestó en tratar de encontrarle una razón lógica a lo que Peter hacia, simplemente respondió a la caricia que era dada sobre sus labios. Apretó la tela que estaba a su alcance cuando la mano izquierda contraria empezó a hacerse espacio debajo de la camisa que llevaba; ni siquiera se había percatado de que Peter ahora sostenía sus muñecas con una sola mano, tratando de detener los movimientos que su cuerpo se rehusaba a llevar a cabo. La mano que le acariciaba se sentía muy fría ante la temperatura de su cuerpo, provocándole un estremecimiento por dicho contacto. Los besos migraron lentamente desde sus labios, pasando por su barbilla, hasta llegar a su cuello, obteniendo como respuesta un pequeño gemido ahogado que sorprendió a su emisor.


Sintió nuevamente aquella mano delineando su costado, pero esta vez moviéndose hacia abajo, por lo cual, en reflejo, intentó cruzar las piernas, cosa que le resulto imposible gracias al cuerpo que reposaba encima de él. Pero cuando sus dedos se colaron lentamente por el elástico del pantalón, dejo de importarle. Nunca lo había imaginado de esa forma, pero si era con Peter no le importaba dejar de lado su orgullo y entregarse completamente.


—Te... quiero... —ese pequeño susurro proveniente de los labios de Peter lo sorprendió. Pensó que tal vez él también recordaba aquella infantil promesa que habían hecho cuando era niños. En ese momento, sus brazos se aferraron al cuerpo contrario, de la misma forma que ahora se aferraba a sus recuerdos. Pero lo siguiente que le dijo le mostró nuevamente aquella cruel realidad; Peter jamás lo vería de la forma en que deseaba, y solo bastó un te quiero Gwen, para dejárselo claro nuevamente.


—¡Peter! —habló lo más fuerte que pudo, tratando de ignorar aquel vacio, tan conocido, en su pecho. Pero, a pesar de que sabía que jamás se le presentaría aquella oportunidad, después de escuchar aquella frase no podía hacerlo —. ¡Despierta, Peter!


Abrió los ojos al escuchar su nombre, siguiendo la voz que le acariciaba en sueños, y, al ver a la persona debajo de él, se apartó. Miró hacia abajo, tratando de huir de la mirada de Harry, pero hubiese preferido no hacerlo al observar la inclinación que levantaba la tela de su pantalón. Agarró la sabana y se cubrió, levantando la mirada para asegurarse de que Harry no se hubiese percatado de su pequeño y vergonzoso problema. Pero este seguía en la misma posición: acostado boca arriba, con sus brazos reposando sobre la cama.


—Yo... — trataba de pensar rápidamente una justificación lógica para lo que había hecho, ya que decirle que en medio de un sueño húmedo casi se desfoga con él, no era una opción —, "¿lo había besado?" —bajó nuevamente la mirada. Quería que en ese momento, si existía una fuerza superior, lo transportara a otro lugar —, lo siento, estaba...


—No lo digas —desvió la mirada. No quería escuchar nuevamente el nombre de ella salir de sus labios —. Olvídalo. No es como si fuera la primera vez que lo haces —susurró, no percatándose de que lo había dicho lo suficientemente elevado para que Peter escuchara, pero este estaba enfrascado en lo vergonzosa que era la situación que ignoro la frase.


—Pero...


—No importa, olvídalo —y sin esperar respuesta se levantó, en busca del baño.


Cerró la puerta e inmediatamente sus piernas cedieron hasta quedar sentado en el piso. Se sentía como un completo imbécil por haber creído que Peter lo estaba tocando a él. Rió, burlándose de lo idiota y patético que aún era, incluso podía escuchar la voz de su padre en su cabeza, burlándose también. Pero, a pesar de que reía, algunas lágrimas bajaban lentamente por sus mejillas. Apretó entre sus dedos la tela de la camisa que reposaba sobre su pecho, tratando, vanamente, de eliminar el dolor que se concentraba en aquella zona de su cuerpo.


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Se cubrió el rostro, con una almohada, cuando quedo a solas en la habitación, tratando, sin ningún resultado aparente, relajarse. No comprendía como un simple sueño, de los que muchas veces ya había tenido con ella, se transformó en un sueño húmedo. Eso jamás le había sucedido cuando soñaba con Gwen; ni siquiera cuando ella estaba viva.


Recordaba estar hablando con ella y ver como se alejaba, igual a todos sus sueños anteriores, pero, esta vez, la había detenido y, tratando de convencerla de que se quedara a su lado, la había besado. Pero esos besos no eran los que se daba con Gwen y ese tampoco era su olor, pero a pesar de que lo sabía, su cuerpo no pudo detenerse. Y había terminado obligando a harry a besarlo, excitado por el supuesto olor y caricias de Gwen.


—"Además de pervertido, soy un idiota"


Empujó la almohada contra su rostro. Los ojos de Harry se veían brillosos, seguramente por la desesperación de querer liberarse. Pensaba, además, que la situación había sido muy incómoda para este desde el inicio. Mordió su labio inferior, mientras se recriminaba mentalmente por lo que había hecho, pero, en ese momento, se percató de algo, por lo cual se levantó, en dirección al baño. Cuando estuvo frente a este, abrió la puerta sin anunciarse.


—¿Qué es lo que no hago por primera vez?


Debido a la sorpresa, la camisa cayó de sus manos, dando, por reflejo, un paso hacia atrás.


—¿Qué sucede?


—¿Qué es lo que no hago por primera vez? —volvió a repetir la pregunta, pero al ver la expresión de confusión que mostraba el rostro de harry, prosiguió —. Mencionaste "no es como si fuera la primera vez que lo haces", ¿a qué te referías? —no obtuvo respuesta nuevamente, por lo cual decidió exteriorizar lo que realmente quería preguntar. O eso intentó, ya que le avergonzaba mencionarlo en voz alta —. ¿Antes... tú y yo... nos habíamos...?


En ese momento se percató de su error. Había pensado en voz alta.


—No es lo que dije —dijo, tratando de no de mostrar que estaba nervioso—. Lo que...


Se acercó hacia él, haciéndolo callar por la cercanía —. Mi sueño no había iniciado cuando me despertaste, ¿por qué no me despertaste antes?


—Yo... —apretó las manos. No quería que Peter se enterara de su secreto, y menos ahora que estaba seguro de que jamás recordaría todo lo que vivieron cuando eran pequeños. Pero el hecho de que Peter estuviera invadiendo su espacio, no lo estaba dejando pensar con claridad sobre lo que debía responder -, nosotros cuando...


—Aquí estas, disculpa por... —los dos chicos giraron hacia la voz que había interrumpido su charla. Frente a ellos estaba Mary Jane, quien, por la escena que estaba presenciando, no había podido terminar su frase después de interrumpir la oración de Harry—. ¿Interrumpo? —frunció el ceño. A pesar de lo que Peter le había dicho no estaba segura de que fuera cierto, por lo menos no de parte de Harry; la forma en que la miraba le daba a entender que los dos querían obtener lo mismo.


—¿Cómo entraste? —dijo Peter, ignorando la pregunta que ella había realizado. Estaba seguro de que su tía jamás dejaría la puerta sin seguro.


—Estaba tocando el timbre, pero no abrías y eso me preocupó —dijo, sorprendiéndolos, ya que ellos no lo habían escuchado—. La señora May me dejo tus llaves, ya que las encontró en la salida. Me dijo que te había dejado un mensaje de voz para que llegarás a buscarlas, pero jamás lo hiciste. Llegué hace algunos minutos y escuche que alguien gritaba


—Yo... lo siento —se rascó la nunca, sin saber exactamente que excusa decir, aunque en realidad no le apetecía decir ninguna—. Gracias por preocuparte, pero ahora... estoy un poco ocupado


— ¿Enserio? —pareció un poco decepcionada —. Vine a invitarte a comer —una pequeña sonrisa adornó sus labios —. Mi tía tampoco esta y creí que podríamos pasar el día juntos —entrecerró los ojos, tomando un aire inocente —. ¿Aceptas?, prometo que no te arrepentirás


Agarró la camisa, y sin mencionar absolutamente nada salió, dando pasos apresurados. Cuando llegó hasta la planta baja se colocó, con un poco de dificultad por la prisa, la camisa. No le importaba como iba vestido, solo pensaba en alejarse de ellos antes de decir o hacer algo que develara sus verdaderos sentimientos. Pero cuando intento tomar el pomo de la puerta, algo provocó que su mano fuera hacia atrás.


—¿Qué...? —en su muñeca había una telaraña. Giró hacia atrás, encontrándose con Peter al pie de la escalera.


—Nuestra conversación aún no ha concluido


Intentó responder, pero unos pasos se escucharon, por lo cual cambió lo que inicialmente pretendía decir.


—Dicha conversación carece de importancia —movió la mano, indicándole que la telaraña aún rodeaba a esta —. A diferencia de lo que ahora está sucediendo


Sintió que su mano era liberada justó cuando Mary Jane apareció al inició de la escalera. Lo último que vio, antes de marcharse, fue a Peter bajando la manga de su camisa, cubriendo sus lanzadores.


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Miró el reloj en su muñeca, tenía que salir antes de que ellos se percataran de lo que haría. Aunque, después de la discusión que habían mantenido la noche anterior, estaba seguro de que lo estaban vigilando. Apresuró el paso pero, cuando estaba a un metro de llegar al ascensor, chocó fuertemente contra algo, cayendo hacia atrás.


—¡Maldición! —se tocó la frente, pensando que seguramente le quedaría un gran moretón, mientras se levantaba. Tenía que encontrar otra salida. Corrió hacia las escaleras, pero cayó nuevamente al piso. Se levantó y, a pesar de saber que sería en vano, golpeó la pared invisible que le impedía pasar —. ¡Sabes que no puedes evitarlo, ya no soy un niño! —miró hacia la cámara —.¿¡Por qué Ben, que es una cosa enorme que parece montaña con patas y acné, puede salir y yo no!?. ¡Ni de coña me quedaré encerrado aquí por meses!


Colocó el maletín, que llevaba en el hombro derecho, en el piso. No importaba que camino eligiera, ella le bloquearía todas las salidas. Caminó hasta el ventanal que se encontraba a mitad del pasillo. Había estado practicándolo desde dos días atrás, pero jamás desde aquella altura. Respiró profundo, pensando en que tal vez lo lamentaría, pero en ese momento ni pensar en eso lo detuvo, simplemente saltó.


—¡Johnny! —alcanzó a escuchar una voz femenina, y sin necesidad de mirar hacia arriba, estaba seguro de que ella intentaba detener su caída. Pero aún sus campos no eran muy fuertes.


Sonrió al sentir el aire chocar contra su rostro, y sin pensarlo gritó:


—¡Llamas a mí! —y su cuerpo fue cubierto totalmente por llamas, logrando, gracias a esto, poder alejarse volando.


Tenía la firme convicción de que, esta vez, nada ni nadie lo separaría de él.


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