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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Alerta: este capítulo contiene contenido de violencia explícita, gore, insinuaciones a rituales demoníacos y escenas no aptas para público sensible. Se recomienda discreción.

Malik no se lo pensó mucho e inclinó el rostro para juntar sus labios con los de Marik, acariciándolos en nada más que un roce casto e inocente, mientras repetía su nombre en su cabeza una y otra vez, tratando de sentir ese vínculo especial.

 

Hubo algún jadeo o expresión sorprendida de fondo, pero no se registraron en la cabeza de Malik cuando pudo sentir los labios de su yami separarse suavemente, dejando que el calor de sus bocas se mezclara.

Sintió también un poco de tensión en el cuerpo que estaba medio apoyando en su regazo, y de pronto…

 

— /Mi luz.../ 

 

~∆~

 

Todo se quedó en silencio, excepto por el acelerado latido de su corazón, mientras veía como, lentamente, se descubrían esas hermosas orbes, que mezclaban su propio lavanda con un rojizo travieso. Un tono fucsia que nadie más poseía.

 

Los ojos de su Marik.

 

—Estás aquí… —susurró Malik, en voz baja, como si no pudiera creerlo —estás aquí, conmigo.

 

Una corta risa cansada fue lo primero que obtuvo — /es donde pertenezco, pequeño/ —Malik sintió una mano deslizarse suavemente entre sus cabellos, y como lo presionaba de vuelta hacia abajo, para otro beso.

 

Malik ahogó un gemido en los labios ajenos, esperando que el sonido solo lo hubiese captado su contraparte y nadie más, mientras cerraba los ojos y disfrutaba de la traviesa lengua de Marik recorriendo su boca con avidez y hambre. Una mano de cada quien buscó la ajena para entrelazarse y apretarse, permitiendo que sus cuerpos asimilaran su ansiado encuentro mientras el frío se disipaba lentamente en favor del calor mezclado de sus caricias y afecto.

 

¿Cómo sois todos tan melosos? —lanzó de pronto el dios de ojos azules.

 

—Puedes ir a quejarte con Hathor, si tanto te afecta —le regresó Bakura, cruzado de brazos y rodando los ojos. Ryou le dio un ligero empujón con el codo en las costillas.

 

Y mientras Malik se impregnaba de la presencia y los sentimientos de su contraparte, permitiendo que su vínculo se curara y reforzara, Anubis dirigió su atención al alma en pena que estaba ahí.

 

En cuanto a ti, muchachita...

 

— ¿Hay alguna forma de saber qué pasó con la bebé de esta chica? —preguntó Yugi, con una mirada suplicante. En cuanto Anubis lo miró, sintió las manos de Yami en sus hombros.

 

Podríais intentarlo —ofreció suavemente la deidad, cuando vio que Ryou se unía a la mirada expectante de del tricolor.

 

— ¿Cómo? —exclamaron a la vez los dos hikaris.

 

Dejad que las paredes de este lugar os cuenten su historia.

 

—Un hechizo de vistazo al pasado —explicó Yami —No es tan complicado si se tiene algo o a alguien que estuvo directamente implicado en los hechos que se quieren averiguar —añadió, al darse cuenta que incluso Bakura lo miraba con curiosidad, y cabeceó hacia la incorpórea forma de la chica.

 

Nazuna los miró con ojos suplicantes —necesito saberlo.

 

— ¿Puedes enseñarnos a hacerlo, Atem? —pidió Ryou.

 

El aludido asintió, pero otra voz se le adelantó antes de que abriera la boca —déjenme ayudar.

 

Todos voltearon a ver a Malik, quien estaba ya de pie junto a Marik, tomado de manos.

 

— ¡Malik! —Yugi y Ryou le sonrieron, yendo con el par.

 

— ¿Ya te encuentras mejor, amigo? —preguntó Duke desde atrás, finalmente atreviéndose a hablar.

 

Malik lo miró, con una alegría inmensa en sus ojos —Sí. Gracias, chicos —tocó la bufanda que el pelinegro le había dado —ahora estoy bien —se inclinó para presionar su rostro bajó el mentón de Marik.

 

—Que alivio —Ryou le rozó ligeramente la mejilla, comprobando que su piel ya no estaba tan fría.

 

Malik se separó lo justo de su yami para dejarse abrazar por sus amigos, mientras que este miraba todo con curiosidad.

 

— /Es gracias a Yugi y Ryou que pude alcanzarte/ —le explicó mentalmente — /incluso convencieron a los demás de darte una oportunidad. Han hecho mucho por mi/ 

 

Marik notó rápidamente el enorme aprecio que su hikari le tenía a los otros dos, así que los miró con atención. Yugi y Ryou le regresaron sonrisas amables, esperando a que él dijera la primera palabra.

 

Marik inclinó ligeramente la cabeza hacia ellos —gracias —y por esa sola palabra, obtuvo un beso en la mejilla y una linda sonrisa de su Malik, así que supuso que lo había hecho bien.

 

Presencias similares a las suyas lo sacaron de sus pensamientos centrados en su luz y lo hicieron voltear a ver a los otros dos yamis.

Después de unos segundos tensos, Bakura fue el primero en abrir la boca.

 

—Apenas puedo creer que estuve sufriendo tus pesadillas al azar el último mes —mencionó, justo frente a Marik, cruzado de brazos.

 

Marik igualó su tono, sarcástico, pero no hostil —tampoco era agradable captar únicamente tu presencia. Buscaba a mi Malik, no a ti.

 

Bakura bufó un 'tsk' y renunció a una media sonrisa mientras estiraba una mano hacia el recién llegado. Marik sonrió de lado, reconociendo la bandera blanca ofrecida y chocó palmas con el ex-espíritu albino, apretándolas un segundo en silencioso acuerdo antes de soltarse y desviar su mirada a Yami.

El tricolor los había observado con las manos en los bolsillos, rezando internamente para que todo se desarrollara lo más pacífico posible y, sorprendentemente, así fue. Reconoció la mirada dubitativa de Marik con una sonrisa de lado y un simple encogimiento de hombros.

 

Dar vuelta a la página. Empezar de nuevo.

Si los dioses estaban permitiendo que esto sucediera, entonces debía estar bien.

 

— ¿Koi? —la voz de su compañero lo centró en la petición que le habían hecho los tres hikaris, así que se acercó para acomodarlos en un semi-círculo. Yugi en medio, tomando una mano de Ryou y otra de Malik mientras él empezaba a dar explicaciones.

 

Anubis posicionó a Nazuna frente a los hikaris mientras que Marik y Bakura miraban con curiosidad, pero atentos a su respectiva luz.

Duke, Tristán y Joey se acercaron tímidamente al lado contrario de Bakura, movidos por la curiosidad.

 

Los tres portadores de los artículos del milenio atendieron completamente a las indicaciones del ex-faraón y de la deidad de ojos azules, antes de empezar con el hechizo.

 

Un aura brillante, muy tenue, recubrió a los tres adolescentes antes de extenderse al espíritu de la chica.

 

—Parece un ritual satánico —bromeó Joey en voz baja.

 

— ¿No deberías estar mencionando algo de la religión cristiana frente a un dios egipcio? —le regresó Tristán en el mismo tono bajo.

 

— ¿Se dan cuenta de las dudas existenciales que esto le daría a cualquier persona? Podríamos quebrarle la mente a un monje budista o a un cura católico —mencionó Duke, con un tono demasiado casual para las implicaciones de su comentario, mientras miraba atentamente lo que sus amigos estaban haciendo frente a ellos —nunca terminaré de acostumbrarme a sus cosas mágicas.

 

—No, ni yo —coincidieron a coro los otros dos.

 

Joey y Duke miraron un momento a sus espaldas, cuando Tea emitió un quejido, pero la encontraron recostada tal como la habían dejado, por lo que volvieron la mirada al asunto mágico frente a ellos solo para abrir los ojos al máximo de su capacidad en sorpresa, igual que Tristán.

 

Una especie de humo de color sepia nació en medio de la habitación, extendiéndose por ella como si se apropiara del espacio, y todo a su alrededor cambió ligeramente.

 

Ya no había polvo, las puertas estaban abiertas igual que las ventanas, en cuyos marcos se posaban gorriones a cantar.

 

Había una mujer sentada frente al piano, con una pequeña a su lado, que reconocieron como la primera forma que vieron de Nazuna.

La mujer, aparentemente su madre, tocaba alguna melodía en el piano, un poco fuera de tono a veces, pero reconocible el 'himno de la alegría'. La pequeña a su lado observaba feliz, y balanceaba sus pies al ritmo.

 

En una esquina de la habitación​, donde yacía un sillón de cuerina, había un hombre en pantalones de vestir con tirantes y una camisa de botones, oscuros. Estaba simplemente sentado allí, mirando a las dos féminas mientras fumaba una pipa. Llevaba barba incipiente, quizá de un par de días sin rasurar, bigote igual y patillas espesas que provenían de un pelo ligeramente corto, con las puntas que iban hacia todos lados y sin arreglar.

Tenía una complexión ligeramente robusta, hombros anchos y manos grandes con dedos alargados y callosos. No llevaba anillos, pero si una esclava de oro en la mano izquierda con algún grabado que no se distinguía bien, haciendo juego con un collar de cadena gruesa que sostenía como dije una cruz invertida.

 

Luego de un momento, el hombre se levantaba. Le decía algo a la mujer y ella inmediatamente dejaba de tocar para agachar la cabeza y contestar; el hombre decía algo más y la mujer asentía, se levantaba y se iba con las manos echas puños, no sin antes dedicarle una caricia al pelo de su hija.

 

El hombre entonces, ocupaba el lugar dejado por la mujer en el taburete del piano. Indicaba a la niña que se sentara en su regazo antes de empezar a tocar.

Los nueve chicos observaron en silencioso desprecio y repulsión como el hombre iniciaba a tocar la melodía con una mano mientras que la otra se deslizaba de arriba a abajo por los muslos de la niña.

 

Así fue como empezó —mencionó Nazuna, con la voz quebrada —esa es la mirada, así estuvo mirándolo todo el rato —miró a Malik mientras decía esto último.

 

El joven egipcio se estremeció de miedo, comprobando la ambición insana con una segunda mirada al hombre de la visión. Marik, en cambio, gruñó de molestia y se volvió hacia Bakura y Yami en busca de una explicación.

Ambos suspiraron antes de darle un breve resumen de lo que estaba sucediendo.

 

— ¿A qué edad empezó a… acosarte así? —se atrevió a preguntar Joey, acercándose cautelosamente a sus amigos.

 

Nazuna exhaló ligeramente, mientras recordaba —puede ser… como a los diez —suplió la chica —sí, más o menos.

 

—Maldito pedófilo —escupió Tristán.

 

—Era tan solo una niña pequeña ¿cómo pudo…? —se quejó también el rubio, apretando los puños.

 

Duke iba a lanzar otro comentario desdeñoso también, pero notó que el egipcio temblaba —Malik ¿qué pasa?

 

El de pelo rubio cenizo negó ligeramente con la cabeza, dudando, pero contestó —fue a los diez años cuando… mi padre me hizo las marcas que llevo en la espalda.

 

—Oh, Malik —musitaron Ryou y Yugi, queriendo abrazarlo.

 

—Realmente hay 'adultos' sin los que el mundo estaría muchísimo mejor —bufó Joey.

 

Después de ese intercambio de comentarios, todos volvieron la atención al hechizo de los hikaris.

 

La ilusión del pasado se volvió borrosa antes de mostrar otra parte de la casa. Presumiblemente la cocina donde el grupo había estado antes.

Nazuna se veía un poco más grande, no tanto como la veían ahora, pero debía tener alrededor de catorce años. Estaba en la cocina con su madre y otras jóvenes adolescentes, encargándose de los alimentos.

 

El hombre en cuestión entró a la cocina al cabo de un rato. En el acto, las otras chicas se alejaron de Nazuna mientras esta preparaba un plato y se lo llevaba al hombre. Nazuna se sentaba a un lado del varón mientras que su madre y las otras chicas llevaban bandejas con platos de comida a otra parte de la casa.

 

Entonces, hubo otro cambio en la ilusión. Ahora Nazuna lucía tal como la veían en esos momentos. Estaba en una habitación con una cuna en el centro, sentada en el suelo de manera descuidada y con un bebé en brazos. Nazuna sonreía al bebé, luciendo feliz y meciéndose en su lugar hasta que llega una mujer a la habitación y se sienta en una silla. Con una expresión ligeramente molesta Nazuna le daba al bebé y la mujer empezaba a amamantarlo.

 

El hombre se asomaba por la puerta y le hacía gestos a Nazuna para que saliera de la habitación y fuera con él.

 

Lo siguiente que pudieron ver fue a una Nazuna, un poco mayor al último flashback, en la habitación donde habían encontrado el registro de enfermos y dándole el pecho a una criaturita muy pequeña.

 

Esa es mi bebé… mi bebé —escucharon sollozar a la fantasma —mi niña… ¿qué le pasó a mi niña? 

 

—Es… tan pequeña —musitó Ryou, sintiendo que se le oprimía el pecho al ver la estampa.

 

—Lo es… parece prematura ¿verdad? —añadió Yugi, igualmente en tono bajo, con miedo a que cualquier pequeña cosa pudiera interrumpir el hechizo.

 

Lo siguiente que pudieron ver fue a Nazuna en la cama junto a su bebé, la nena estaba rodeada de almohadas y mantas para que no fuese a rodar fuera de la cama, pero Nazuna estaba con la respiración agitada, las mejillas enrojecidas y sudando debajo de una fina sábana. Por la expresión en su rostro parecía que atravesara un mal sueño, pero la bebé dormía pacíficamente a solo centímetros.

 

El hombre entonces entra a la habitación, presiona un beso en la boca de la inconsciente y afiebrada adolescente antes de recoger a la bebé de la cama y llevársela

 

Era tarde por la noche, si la luna asomándose por la ventana indicaba algo. El hombre llevó a la bebé a una habitación que el grupo no reconoció, en las paredes había imágenes de criaturas perturbadoras y siniestras, varios crucifijos bocabajo y símbolos extraños de diferentes culturas.

 

—No sé si quiero seguir viendo eso —gimió Duke, en medio de un escalofrío.

 

Eso es espeluznante —añadió Tristán.

 

Joey no acotó nada, pero sus ojos ambarinos estaban centrados en la desafortunada bebé en los brazos de ese perturbado hombre.

 

El tipo dejó a la bebé en el suelo, la cual inmediatamente comenzó a llorar por el frío y la incomodidad —shh, shh, shh. No pasa nada Gisei. Papá está aquí —la voz del hombre sonaba ansiosa y desquiciada. Daba escalofríos desagradables.

 

El hombre entonces tomaba dos botes de pintura, una blanca y otra negra. Empezó a derramarlas juntas, en líneas delgadas, mientras caminaba alrededor de la bebé.

Al final, pintó un pentágrama descuidado y con salpicaduras en el suelo, dejando a la niña en medio y espacio para pararse él mismo.

 

—Menos mal que Tea no está despierta para ver esto —mencionó Joey, apretando las manos en puños y forzándose seguir mirando. Todo era demasiado tétrico y el aire parecía muy espeso.

 

Yugi y Ryou jadearon al ver que el hombre sacaba una navaja y se hacía un corte en la mano izquierda, desde el centro de la palma hasta la muñeca. No era un corte demasiado profundo, pero empezó a sangrar de inmediato. Dejó que goteara la sangre en el piso, de nuevo alrededor de la bebé, antes de hincarse frente a ella, mancharse el pulgar derecho con sangre y pintarle una cruz invertida en la frente.

 

Duke, Ryou y Joey empezaron a negar con la cabeza, inconscientemente, ya sabiendo lo que iba a pasar. Diabound se presionó suavemente contra la mejilla de Ryou en un pequeño consuelo.

Yugi y Tristán se unieron al gesto de sus amigos cuando el hombre se hizo el mismo corte, aunque menos preciso, en la mano derecha. Dejó caer la navaja y acunó a su hija en sus manos sangrientas.

 

La nena había dejado de llorar cuando la levantaron del piso, pero bien fuese por el olor de la sangre, porque el líquido carmín empapaba su ropa, o porque simplemente no le agradaba cómo o quién la estaba sujetando, volvió a llorar más fuerte.

 

Yugi tuvo que cerrar los ojos cuando el hombre empezó a presionar el cuello de la bebé, con obvias intenciones. Aun así, Yami se paró tras él y le cubrió los ojos con una mano.

Bakura sintió su pecho retumbar por la súplica sollozante de su hikari. Se colocó tras él y deslizó sus brazos alrededor de su cintura, pegando la espalda del menor contra su pecho, sin moverlo mucho para no interferir en el hechizo de las tres luces; observó también como su Diabound lamía una pequeña lágrima que se quedó sin bajar en la mejilla del menor.

Marik se dirigió al costado libre de Malik y le rodeó los hombros antes de colocar su cabeza sobre la del oji-lavanda, solo para hacerle saber que estaba ahí con él.

 

Casi ninguno, a excepción de la deidad que aún los acompañaba silenciosamente, podían mantener la mirada en lo que estaba sucediendo. Algunos solo miraban unos segundos antes de desviar el rostro o cerrar los ojos, y luego volver a echar otro vistazo.

Incluso Yami, Bakura y Marik sentían náuseas e incomodidad de presenciar la mórbida escena dantesca.

 

Para resumir, el hombre estranguló a la bebé en cuestión de pocos minutos, aplicando una constante presión alrededor de su pequeña garganta, hasta que la bebé dejó de gritar, llorar, y finalmente de respirar.

Cuando la sintió inerte, la desnudó y se la acomodó en un brazo, recogió la navaja e hizo un corte -con las manos temblorosas por la pérdida de sangre- en el torso de la niña. De nuevo, una cruz invertida.

 

De pronto, los cuadros con imágenes perturbadoras y los crucifijos de cabeza en las paredes empezaban a temblar. El cabello desordenado del hombre y la mata de pequeños rizos de la bebé de agitaron con un fuerte viento sobrenatural que se levantó de la nada.

El hombre empezó a mirar en diferentes direcciones, hablando, lanzando preguntas. De un momento a otro, cayó de rodillas, mientras sus ojos se blanqueaban lentamente y todo su cuerpo empezaba a temblar, a la vez que un aura siniestra lo envolvía.

 

De repente, una silueta empezó a aparecer frente al hombre, fuera del pentagrama. Parecía un disfraz que imitaría a La Muerte, cubierto por completo de telones negros, rasgados y harapientos, con una amplia capucha cubriendo lo que debería ser su cabeza.

La aparición tenía la misma posición arrodillada del hombre dentro del símbolo siniestro, incluso tenía las manos posicionadas para sostener, como el hombre aún tenía en manos a su hija.

 

Después de unos segundos, el hombre inclinó la cabeza y bebió de la sangre que se derramaba por los cortes en forma de cruz que había hecho previamente en el cuerpo de la bebé.

Entonces, un nuevo ventarrón se levantó en la habitación. La aparición se abalanzó sobre el hombre y la bebé, y hubo gritos desgarradores que no podían pertenecer, de ninguna manera, a un ser humano.

 

Cuando el viento se calmó y los cuadros, así como los crucifijos, dejaron de temblar, en la habitación no había más que aquella siniestra aparición, con un aspecto menos esotérico y más… físico y humanoide.

 

Del hombre y la bebé no quedaba rastro alguno.

 

La proyección terminó, con el humo sepia dispersándose hasta desaparecer. Todo estaba en silencio excepto por los sollozos ahogados y súplicas inentendibles de la fantasma.

 

El frío era insoportable. Tal como el silencio sepulcral, que duró alrededor de dos minutos enteros.

 

—Ese… ese despreciable animal… sacrificó a un bebé recién nacido ¡Su propia hija! —enfatizó Joey, sintiendo náuseas —para convertirse en algo que, de por sí ya era, un monstruo.

 

Todos estuvieron, silenciosamente, en acuerdo con el rubio. Aún sin poder digerir todo lo que acaban de presenciar, pero sabiendo que era una realidad, que había sucedido… y que esa criatura permanencia en la casona donde todos estaban ahora mismo…

 

Si queréis hacer algo al respecto… o no… es enteramente decisión vuestra, angelitos —enunció de pronto Anubis, acercándose al trío de hikaris que ni siquiera habían soltado sus manos, a pesar de que el hechizo ya había cumplido su función. En realidad, ahora los dedos estaban entrelazados y se apretaban entre sí, con fuerza, y temblando ligeramente —nada ni nadie os juzgará si decidís que queréis marcharos ahora mismo, y olvidaros de este sitio.

 

Para la deidad egipcia, de hecho, era curioso ver que las tres pequeñas luces no se habían dado la vuelta inmediatamente para refugiarse en su respectiva oscuridad, que era lo que esperaría de los menores. En cambio, parecía que estaban haciendo lo posible por avivar su luz y extenderla por toda la habitación.

 

Ni Yami, ni Bakura ni Marik acotaron nada al respecto. Simplemente se mantuvieron allí, otorgando sutiles mimos a sus luces para confortarlos, mientras esperaban de igual modo su decisión.

 

Yugi suspiró, rompiendo nuevamente el silencio — ¿qué quieren hacer al respecto? —consultó en un susurro, mirando a lado y lado sin soltar las manos de sus mejores amigos.

 

Malik tragó en seco, sintiendo la garganta estrecha y una piedra en el fondo de su estómago. No supo qué decir. Lo que realmente deseaba era salir de allí y acurrucarse en brazos de Marik todo lo que quedaba de noche.

 

Ryou fue el que contestó, luego de morderse los labios nerviosamente —hay que hacer algo —su voz era tan tenue como la de Yugi, quizás algo nerviosa, pero había decisión en ella —no puedo… no puedo pasar por alto que le hagan algo así a una niña, a una bebé… —miró a Nazuna, que seguía de rodillas en el suelo —sé perfectamente lo que es perder a una pequeña que has amado desde el momento en que nació… no puedo dejar de pensar en Amane. Quiero hacerlo, por ella, y por esa pobre bebita —volvió a mirar a sus amigos —no podré irme a la cama tranquilo esta noche si nos vamos de aquí sin hacer nada.

 

Todos en esa habitación se sintieron conmovidos con el discurso del albino.

 

Malik le sonrió —ustedes me han estado apoyando desde que llegué aquí, y los dioses saben que haría lo mismo por ustedes. Cuenta conmigo, Ryou.

 

El albino correspondió la sonrisa.

 

Yugi les apretó suavemente las manos —creo que tenemos un consenso.

 

Los tres asintieron y volvieron la mirada a Anubis —queremos ayudar.

 

Anubis ya sabía que esa era la decisión que más probabilidades tenía de obtener por parte de los tres hikaris. Y aun sabiéndolo, no pudo evitar el ligero asombro de sentir la bondad y pureza en las almas que lo rodeaban.

 

Dedicó un rápido pensamiento al Dios Creador.

"Después de milenios, sigue siendo sorprendente encontrarse con almas humanas que guardan fragmentos puros de luz" 

 

Si esa es vuestra decisión… Venid conmigo, lucecitas —pareció encogerse de hombros y se dio vuelta para salir de la habitación, de regreso a las escaleras. La deidad se movía como si flotara, y daba en la sensación de que el mundo era suyo.

 

A lo mejor así serían todos los dioses que se manifestaran en el mundo mortal.

 

—Oigan… Tea nada que despierta —mencionó de pronto Tristán, rompiendo un poco el ambiente tenso.

 

Él y Joey estaban a cada lado de donde habían dejado a la chica, recostada contra una pared.

 

— ¿Intentaron sacudirla un poco? —consultó Yami, apenas girando la cabeza sin retirar sus manos de los hombros de su compañero.

 

—Pues sí —le contestó Joey mientras Duke se acercaba a darle unas suaves palmadas en la mejilla.

 

—Nada ¿deberíamos preocuparnos? —consultó el pelinegro.

 

Los hikaris finalmente se soltaron de las manos. Malik y Marik siguieron a Anubis al igual que Nazuna, mientras los demás atendían a la castaña.

Yugi y Yami se acercaron más a ella y el oji-vino extendió un poco de su aura para rozar la suya.

 

—No tiene nada grave, simplemente fue la conmoción —determinó Yami.

 

Bakura exageró un suspiro agotado — ¿Podemos simplemente dejarla aquí y ya si acaso vuelven por ella antes de irnos?

 

Le sorprendió que Ryou no lo reprendiera y solo suspirara — ¿pueden cargarla? Creo que realmente será mejor para ella permanecer inconsciente hasta que terminemos todo aquí y podamos irnos de esta casona. 

 

—Si lo miras así, hasta afortunada ella —murmuró Tristán antes de darle una palmada a Joey en el hombro para que lo ayudara en acomodar a la chica sobre su espalda.

 

Una vez resuelto eso, todo el grupo siguió a los egipcios escaleras abajo, de vuelta al portón de madera cerrado por el que Ryou y Yugi se habían asustado antes.

 

— ¿Por qué nos detenemos aquí de nuevo? —se atrevió a preguntar Joey.

 

Detrás de esta puerta se halla la habitación que habéis visto en el último recuerdo —explicó la deidad, simplemente mirando el portón de madera.

 

—Con todo respeto, yo… no sé si quiero entrar ahí —expresó Duke, cauteloso.

 

Ryou meneó la cabeza, llevándose una mano al pecho —No sé si pueda… —quería hacer algo por ayudar, pero temía no ser capaz de dar un paso dentro de esa habitación por la sensación que le transmitía.

 

El oji-amatista le colocó una mano en el brazo —siento lo mismo...

 

Me herís, angelitos. No os pasará nada conmigo aquí presente —burló Anubis, con su ya característico tono relajado y confiado. 

 

Malik dio un paso atrás, hacia el pecho de Marik —incluso sabiendo eso… la sensación no se desvanece, como una opresión en el pecho.

 

Yugi asintió, de nuevo en acuerdo —es como si te estuvieran mirando desde todas direcciones.

 

Vieron a Nazuna encogerse en sí misma y luego moverse ligeramente detrás de Anubis —está… está furioso —informó en un quejido de incomodidad.

 

— ¿Sabemos el por qué? —le preguntó Joey.

 

Nazuna dirigió sus ojos verdes a Malik —porque la presa que eligió ya no está desprotegida.

 

Malik se estremeció, recordando la sensación de creciente debilidad de hacía tan solo unos minutos atrás. Marik, en respuesta inmediata, lo atrajo a sus brazos, gruñendo por lo bajo en amenaza. Nadie iba a tocar a su precioso hikari. 

 

—No es broma —Duke acercó lentamente la mano, con duda, hasta que la palma de su guante tocó la madera —sonará extraño, pero es como si notara… un sentimiento desagradable desde el otro lado.

 

Joey se frotó el brazo izquierdo con la mano derecha —es una locura, yo siento lo mismo.

 

Y, justo antes de que nadie más pudiera hacer un comentario, tres golpes resonaron claramente en la puerta, desde dentro.

 

Duke quitó la mano como si le quemara —su put… —el pelinegro se mordió la lengua en medio del insulto y se frotó la palma con la mano contraria, mientras se hacía para atrás unos pocos pasos.

 

—Tres golpes… —susurró Ryou, estremeciéndose.

 

Malik lo miró, curioso — ¿tiene algún sentido para ti?

 

El albino menor lo miró de vuelta —en la religión católica, se dice que es una burla hacia la santa Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo… pero en muchas culturas y religiones hay deidades que se reconocen por agruparse en tríos —miró de reojo a Anubis, quien solo estaba mirando la puerta, pero dio un sutil asentimiento —Básicamente es eso, una burla o insulto.

 

De repente, todo se veía un poco más oscuro.

 

—Mierda —esta vez insultó Joey, seguido de un sonido de golpes.

 

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Yami.

 

—La linterna no funciona —suplió el rubio, dándole palmadas al objeto. De repente iluminaba unos segundos, pero volvía a apagarse.

 

— ¿No se habrán acabado las pilas? —preguntó Yugi esta vez.

 

—Estaban nuevas —negó con la cabeza — ¿qué pasa con las otras?

 

Duke se sacó la linterna que llevaba en el bolsillo de la chamarra y la encendió, pero apenas duró unos segundos antes de apagarse también —nada —se inclinó para coger la de Tristán, ya que este sujetaba a Tea, y obtuvo resultados similares.

 

Anubis carraspeó ligeramente — ¿Listos, angelitos? 

 

Los tres aludidos asintieron.

 

—Joey, será mejor que se queden atrás —advirtió Yugi.

 

El rubio hizo una mueca —pero ¿qué pasa con ustedes?

 

El oji-amatista le brindó una sonrisa tranquilizante —podemos manejarlo.

 

Ryou asintió a las palabras del tricolor —sí, no dejaremos que nada llegue hasta ustedes.

 

Mientras ellos tenían ese intercambio, Anubis golpeó la puerta con su bastón. Hubo un sonido extraño del otro lado, y enseguida la puerta comenzó a abrirse lentamente, con ese chirrido desagradable de bisagras oxidadas.

 

La habitación por dentro estaba a oscuras, pero apenas la puerta se abrió por completo, las cortinas que cubrían las ventanas se agitaron como si una fuerte brisa las hubiera azotado; se ondearon y se abrieron, dejando ver la luz de luna.

 

Anubis se deslizó primero dentro de la habitación, seguidos de los hikaris y yamis. Nazuna entró también, y en cuestión de segundos fue rodeadas de, lo que parecían, luciérnagas blancas.

Débiles bolitas de luz la rodearon. De repente alguna tomaba apariencia humana, pero solo por cuestión de segundos.

 

—Todos los que vivían aquí contigo ¿supongo? —preguntó el menor de los albinos, suavemente.

 

La fantasma asintió, con una pequeña sonrisa que no le llegaba a los ojos, mientras extendía sus manos incorpóreas, para 'rozar' diferentes puntos de luz. 

 

Almas atrapadas.

 

Un par de ellas, luego cinco, luego más se dirigieron a Yugi, Ryou y Malik, y empezaron a revolotear a su alrededor. Ellos las miraron con asombro, sin darse cuenta que la luz que emitían sus respectivos artículos menguaba un poco.

 

Sus contrapartes sí que se dieron cuenta, y levantaron una barrera de sombras entre sus luces y las almas.

 

No. No hagan eso —se apresuró Nazuna —ellos han venido a ayudarnos. Van a liberarnos del amo, no tomen su energía.

 

De los puntos de luz empezaron a surgir muchas voces diferentes. Niños, niñas, jóvenes e incluso ancianos.

 

¿A ayudarnos?

 

—Muchacha ingenua.

 

—Pertenecemos al amo.

 

—Nadie puede más que el amo.

 

—Nos quedaremos aquí por la eternidad.

 

—El amo se va a enfadar.

 

—Absurdo. No hay manera.

 

Nazuna negó con la cabeza —no ¡Escúchenme! —pero sin poder decir nada más, hubo una desagradable sensación que hizo parecer que todo se detenía.

 

Las almas dejaron de revolotear. En su lugar, se quedaron estáticas en un punto y empezaron a tiritar, como si estuvieran inestables.

La figura de Nazuna se volvió menos visible, más transparente, y se retiró detrás de Anubis como una niña asustada.

 

Yugi, sintiendo que le faltaba el aliento, empezó a mirar por el salón a ver de dónde provenía esa sensación, igual que sus amigos.

 

En la otra punta del salón, donde había otra puerta similar que probablemente conectara con el otro extremo de la casona, emergió desde la penumbra, una figura que parecía hecha de sombras danzantes, además de telas oscuras y harapientas.

 

La misma criatura que habían visto en la proyección del hechizo.

 

—Es… es eso —logró pronunciar el tricolor, apretando la mano de Yami entre las suyas.

 

—Así parece.

 

—Transmite un frío terrible —añadió Malik, tiritando aún con el brazo de Marik a su alrededor.

 

— ¿Esa cosa es siquiera un alma? —dudó Ryou, recién dándose cuenta de que estaba avanzando lentamente hacia ellos.

 

Es lo que quedó de él. Su Ka —determinó Anubis, antes de que Bakura pudiera responderle.

 

— ¿Su…Su Ka? —Malik dirigió una mirada al ex-faraón.

 

Yami lo notó y le regresó un suave movimiento de cabeza —esa es la especialidad del Cetro Milenario —luego se miró con Bakura, ambos claramente recordando momentos de un pasado distante que ya estaba enterrado.

 

— ¿A qué te refieres, Koi? —preguntó Yugi, ignorando el desagradable hormigueo en su piel.

 

—Cuando los artículos del milenio se usaban por la corte real, así era como se castigaba a los criminales —explicó el ex-faraón, frotando la mano de su luz con el pulgar en una caricia tranquilizadora —extraían su ka y lo encerraban en tablillas para que estuvieran a disposición si se daba la necesidad.

 

Justo cuando la criatura avanzó lo suficiente como para estar al borde de la luz de luna que se filtraba por la ventana, se abalanzó sobre el grupo, más específicamente en dirección a Malik.

 

Bakura y Yami fueron los primeros en reaccionar para reforzar la barrera, aunque los sorprendió distinguir luces y sombras en esta. Se tomaron un momento para darse cuenta de que Ryou y Yugi habían reforzado la barrera también, por mero instinto de protegerse.

 

—Cuando quieras, Malik —exclamó Bakura, sarcásticamente.

 

—Es que… —Malik apretó el cetro en sus manos —no estoy seguro de qué hacer —expresó, ligeramente cabizbajo e impotente.

 

En seguida sintió dos manos junto a las suyas en el cetro —no te preocupes —la voz de Marik en su oído le provocó un cosquilleo —lo haremos juntos, mi hikari

 

Si me permitís aportar mi granito de arena… —Anubis chasqueó los dedos, haciendo que apareciera ante ellos una tablilla de gran tamaño que sorprendió a los hikaris, empujó a Yami más en la nostalgia e hizo que Bakura abrazara más cerca de sí a Ryou.

 

—Puedes hacerlo —susurró de nuevo Marik en la oreja del oji-lavanda.

 

Malik lo miró un segundo, luego a Anubis y de vuelta a su par —de acuerdo —le sonrió y volvió la mirada más allá de la barrera, preparándose.

 

Marik se permitió disfrutar, por un fugaz momento, del aumento en el aura de su luz, antes de igualarla con sus sombras para guiarlo.

 

La criatura presionó, tratando de forzar la barrera. Las telas oscuras que lo envolvían se ondeaban con fuerza al ser repelido por la barrera de luz y sombras -que también permitía un vistazo​ a su apariencia-​; dejaron al descubierto manos formadas por cinco garras negras, piel que parecía cortada o rasguñada en tiras, ojos rasgados de color rojo oscuro como la sangre en proceso de oxidarse… y pequeños cuernos que parecían alas de murciélago desgarradas.*

 

—Ugh —murmuró Bakura, mirando la forma inhumana frente a ellos —no parece tan fuerte.

 

—Cualquiera podría decir lo mismo de tu serpientita —le contestó Yami —pensé que estarías por encima de juzgar por una sola mirada.

 

La serpiente blanca siseó al tricolor desde su posición, enroscado en los hombros de Ryou, dónde había estado la mayor parte del tiempo.

 

—Cuida tus palabras, faraoncete. Mi Diabound te ha pateado el trasero antes y puede volver a hacerlo en cualquier momento.

 

—No es momento para eso —los reprendieron Ryou y Yugi a coro.

 

Los yamis no se disculparon, pero si pararon el retador intercambio de palabras, al mirar hacia sus luces notaron que estos observaban atentos cómo el poder del cetro recubría la figura del Ka y trataban de maniobrarla hacia la lápida de Anubis.

 

La cosa oponía resistencia, emitía chillidos desagradables y se retorcía. Lento pero seguro, Marik y Malik lo apartaron de la barrera, sin embargo, perdieron el control sobre él a medio camino.

 

—Oh no —suspiró Malik.

 

—Ya casi le tenemos, tenshi —trató de animarlo Marik —hagámoslo de nuevo.

 

Ryou se acercó a la pareja de egipcios y colocó una mano en el brazo de su amigo, llamando su atención —quizás necesiten un poco de ayuda —en respuesta a sus intenciones, Diabound se deslizó por su brazo, dispuesto a un enfrentamiento.

 

Malik le sonrió con alivio —sí, estaría bien.

 

Bakura avanzó hasta el límite de la barrera, ladeando la cabeza de un lado al otro para hacer tronar su cuello, como si estuviera a punto de hacer ejercicio —muy bien, esto será rápido —se llevó dos dedos a la boca y silbó. En respuesta, Diabound se deslizó de Ryou al suelo, creciendo rápidamente en tamaño tras pasar por una pequeña abertura que Bakura le hizo en la barrera. Para cuando llegó frente al otro Ka, ya había vuelto a su forma habitual.

 

Yugi miró a su pareja — ¿No deberíamos ayudar? 

 

Yami solo sonrió de lado —si no puede él solo, me voy a reír —le advirtió, sólo para sentir un empujón de parte del oji-amatista —descuida, aibou. Si vemos que se le sale de las manos traeré al Mago Oscuro —lo tranquilizó.

 

Pero no parecía que hiciera falta. Diabound tenía a la otra criatura aprisionada con la mordida de su cola-serpiente, en la zona del cuello, y lo empujaba hacia la tablilla dándole fuertes manotazo en los hombros.

 

— ¿Qué les dije? No es tan fuerte —se encogió de hombros, cerrando los ojos en confianza.

 

—No deberías bajar la guardia.

 

—Creo que está haciendo algo —señaló Malik, casi al tiempo que Anubis.

 

Las almas que quedaban a su alrededor perdieron luz, al punto que apenas se las podía distinguir en la habitación. Nazuna cayó de rodillas, encogiéndose en sí misma detrás de la deidad egipcia, casi igual de débil que el resto de las almas.

Al mismo tiempo, la criatura se sacudió a Diabound de encima, empujándolo en su centro para safarse de su mordida.

 

—Oh no —Ryou se cubrió la boca con ambas manos.

 

Bakura bufó —Tsk. Parece que sabe hacer algún truco —sacudió la cabeza con desdén —no me impresiona ¡Sigue presionando, Diabound! 

 

Su grito al parecer, alertó a los tres que esperaban fuera de la puerta. Joey, Duke y Tristán asomaron la cabeza, uno encima del otro, para mirar lo que acontecía — ¡hey! Están en duelo y ni nos invitan.

 

—No alces la voz, Wheeler —lo chistó Tristán, empujándole la cabeza.

 

Diabound, ataca.

 

Su Ka reconoció la orden, emitiendo una onda de energía que empujó de vuelta a la criatura negra —cuidado haces que nos caiga el techo encima —le reprochó Yami.

 

Bakura bufó —no sé tú, faraoncete, pero tengo bastante control sobre mi criatura —desestimó —Malik…

 

— ¡Sí! —el oji-lavanda lo reconoció, concentrándose de nuevo en el cetro.

 

Junto con Marik, volvieron a poner bajo control a la caricatura —lo tenemos. Ahora.

 

Con un movimiento fluido, arrastraron a la criatura, justo cuando Diabound le soltó, para estrellarla contra la tablilla, en la cual fue absorbida con un último grito infernal.

En la tablilla quedó grabada la imagen de una pequeña persona bajo la cual se extendía un demonio con garras, cuernos y colmillos.

 

La temperatura aumentó en cuestión de segundos. El frío ya no era tan insoportable y respirar parecía más fácil.

 

Anubis dio un par de palmadas —buen espectáculo —mencionó con un ligero tinte bromista, mientras desaparecía la tablilla y las almas volvían a ser puntos de luz vigorosos que revoloteaban a su alrededor. Nazuna también se puso en pie.

 

Bakura se quejó por lo bajo, mientras Diabound regresaba con él y su luz, de vuelta en su pequeña forma de serpiente — ¿te das cuenta cómo nos pone a hacer su trabajo cada vez que aparece?

 

Yami gruñó en acuerdo, para luego suspirar —ya lo ha dicho, es su cobro por ayudar —rodó los ojos.

 

Como el ambiente en general se sentía mejor, los otros tres chicos se adentraron en la habitación para alcanzarlos.

 

—Parece que lo hicieron —mencionó Tristán.

 

—Sí, la casa ya no se siente tan extraña —añadió Duke con una sonrisa.

 

Pero Joey tenía una expresión más seria —chicos… ¿qué pasa con la bebé entonces?

 

Todos se volvieron hacia Anubis. El cual estaba mirando entre las almas que revoloteaban a su alrededor. 

Luego de un momento tomó una y la ayudó a tomar forma.

 

Demoró un minuto, un eterno minuto para la mayoría, pero al final pudieron ver a la pequeña bebita, igual que en la visión, acunada en brazos de la deidad.

 

Mi… mi niña… mi bebita —podrían jurar que Nazuna estaba llorando, mientras recogía a su bebé de los brazos de Anubis —mi niña… mi todo —la meció suavemente, desbordando amor materno.

 

Ryou y Yugi también soltaron unas pocas lágrimas, pensando en su respectiva madre, mientras todos contemplaban la hermosa escena.

 

Muy bien, el show de esta noche terminó.

 

Como todo ya estaba un poco más calmado, Anubis envolvió al grupo en una cúpula de magia. Un segundo más tarde, estaban todos fuera de la casona.

 

Joey se inclinó hacia Yami —así que… ¿ya podemos irnos?

 

Antes de que el tricolor pudiese responder, Malik se inclinó, lanzando una mano a su espalda —Mgh —se quejó.

 

— ¿Malik? —Bakura se detuvo justo a su lado —¿Qué te pasa? 

 

Marik se detuvo también, y removió los hombros con incomodidad —siento como si me estuvieran rasguñando toda la espalda —se quejó el aludido, sacándose el abrigo.

 

— ¿Chicos? —preguntó Yugi.

 

Oh~ eso es sólo un último obsequio —Anubis se inclinó hacia Malik y le guiñó un ojo —imagino que te gustará, lucecita.

 

Marik gruñó por lo bajo antes de tomar el abrigo de Malik, en la parte baja de su espalda, y levantarlo. La extraña sensación de hormigueo era tal, que el hikari ni siquiera se sonrojó por eso.

 

Todos miraron con asombro cómo, mientras Malik tiritaba levemente, las marcas en su espalda se desvanecían poco a poco, como si fuese simple tinta de un lapicero. En pocos momentos, cada cicatriz se había desvanecido, como si nunca hubiera estado ahí, y la espalda de Malik resultó en una piel saludable y lisa.

 

Antes de que nadie pudiera decir nada, Malik abrió los ojos como platos y chilló un — ¿Qué? —justo antes de que su yami deslizara tiernamente la yema de sus dedos por la línea de la columna vertebral. Yugi y Ryou asumieron que Marik le había dado la buena nueva por medio de su enlace mental.

 

Malik miró a la deidad con ojos obnubilados en lágrimas —yo... no puedo agradecerle lo suficiente.

 

Anubis se enderezó frente a los tres hikaris, pegó el brazo derecho -con su bastón en mano- contra su pecho, y sonrió —siempre es un placer estar en presencia de los rayitos de luz consentidos del Sol —inclinó ligeramente la cabeza —cuidaos, angelitos, y controlad a esos tres descarriados —cabeceó hacia los yamis, logrando risitas de Yugi, Ryou y Malik, tanto como de Joey, Duke y Tristán más atrás.

 

Los tres portadores de artículos milenarios inclinaron la cabeza hacia el dios de los muertos en despedida —gracias por todo.

 

Anubis desapareció, llevándose consigo a Nazuna, con su nena en brazos y una gran cantidad de esferas brillantes con ellas.

 

Con todo eso, el grupo se dirigió de vuelta a dónde habían estacionado la camioneta. Guardaron las cosas en el baúl y luego se acomodaron.

Tristán iba de copiloto de Duke. Joey acomodó a Tea y Yami colocó a Yugi en su regazo para que ambos pudieran sentarse con ellos. En los últimos asientos Bakura tiró de Ryou sobre su regazo igualmente y Marik hizo lo propio con Malik.

 

— ¿Estamos todos listo para irnos a casa? —preguntó el pelinegro, girando la llave para encender el motor de la camioneta.

 

—Puedes apostarlo, Duke —le respondió Ryou. Acomodándose en las piernas de Bakura.

 

— ¡Arranca, viejo! —lo alentó el rubio, golpeando ligeramente el techo del vehículo.

 

Duke hizo caso y metió marcha atrás para salir a la calle principal del pueblo, para luego salir a la autopista que los llevaría de regreso a Dómino.

 

.

 

Hizo falta un poco de magia de Yami para despertar a Tea. Como un acto considerado, la dejó en un estado amodorrado en el que ella solo querría irse a dormir, apenas estuviera en casa; de ese modo pasaría una noche tranquila sin pensar en lo que vivió esa noche… o en lo que se perdió por estar inconsciente.

Yugi y Duke se bajaron de la camioneta para acompañarla a la puerta de su casa. Yugi conversó amenamente con la madre de la castaña, quién le conocía de años, mientras Duke tenía una ligera plática con el padre y le mostraba algunas fotografías que habían tomado de la casona. Despidieron a la chica somnolienta y salieron de la casa en los suburbios escuchándola bostezar y decir a sus padres que se iría a la cama.

 

Luego de eso dejaron a Joey en su casa. Los siguientes fueron los tricolores en la casa-tienda.

Yugi le recordó a Malik que podía avisarles inmediatamente cualquier cosa que sucediera, y que, si necesitaba apoyo moral la mañana siguiente para confrontar a sus hermanos, no dudara en pedirlo.

Después de un abrazo con el egipcio y un gesto de despedida de Ryou, Yugi dejó que Yami lo llevara a la habitación para poder tomar una ducha caliente e irse directos a la cama.

 

La siguiente parada, Duke la hizo en casa de Ryou, dónde se quedaron los albinos y los egipcios, para sorpresa de Duke y Tristán.

Intercambiaron 'buenas noches' y Duke puso marcha a su casa. Según había oído Ryou, el pelinegro no había pensado en tomar la precaución de dejar su auto en la casa de Tristán, para poder regresarse a la propia después de devolver la camioneta, por lo que Tristán pasaría la noche en su casa y ya mañana devolverían el vehículo prestado.

 

—No cuela eso de que "no pensó en dejarse el auto allí" —se rió el menor de los albinos mientras daba vueltas a la llave en la puerta principal de su casa —apostaría a que lo ha hecho a propósito para lograr que Tristán se quede a dormir con él —añadió, abriendo la puerta y dejando pasar a sus invitados primero.

 

—Estás bastante seguro de que Duke siente algo por Tristán —rió por lo bajo Malik, quitándose los zapatos para entrar e indicándole a Marik que hiciese lo mismo.

 

Bakura se tiró en el sofá nada más llegar. Malik y Marik siguieron a Ryou hasta la cocina —bueno, no sé con precisión si es un afecto profundo —admitió, vaciando la mochila que había llevado —pero reconozco cierta mirada en sus ojos cuando mira a Tristán y cree que nadie le ve.

 

Malik estaba curioso — ¿y qué es?

 

Con una sonrisa traviesa, Ryou se inclinó hacia la oreja de su amigo —deseo —susurró suavemente, dándole una mirada de reojo a Marik antes de volver la mirada al de pelo liso y guiñarle un ojo. Cuando notó que Malik se sonrojaba, sonrió y se retiró — ¿quieren algo caliente de beber? ¿o preferirían un baño antes de dormir? —ofreció, con​ un amable tono inocente.

 

Malik tragó en seco antes de responder —eh… sí, algo caliente estaría muy bien —carraspeó entre medias, sintiendo la mirada interrogante de Marik encima.

 

— ¿Tú también quieres algo, Kura? —preguntó, levantando un poco más la voz mientras sacaba una jarra del refrigerador.

 

Todo lo que Malik y Marik escucharon fue un sonido de afirmación, ahogado en los cojines del sofá, pero Ryou recibió la respuesta completa por medio de su enlace mental.

 

El de ojos verdes calentó algo de avena y repartió vasos a sus invitados, y a su pareja antes de guiar a los egipcios a una habitación desocupada que previamente había preparado para ellos.

Era apenas más pequeña que la habitación de Ryou y Bakura, pintada de color gris azulado, con un armario doble de abeto, un escritorio ​de la misma madera, una ventana que daba al frente de la casa cubierta con cortinas color azul marino y una cama matrimonial con un juego de sábanas color beige.

 

Yadonushi, te espero en nuestra habitación —anunció Bakura, terminando con un bostezo, mientras le sacudía distraídamente el cabello a Malik, como un 'buenas noches' antes de dirigirse a la puerta correspondiente.

 

Ryou asintió, dejando que Marik ingresara primero a la habitación al sujetar la muñeca de Malik —olvidé preguntarte esta tarde antes de salir —le susurró en el oído — ¿está bien para ti que solo haya una cama? Porque tengo un par de futones gruesos y cómodos por ahí —notó un ligero sonrojo en las mejillas de Malik, pero no hizo ningún comentario al respecto —como creas que les será más cómodo —añadió con una sonrisa amable.

 

—Yo… —Malik miró a su yami dejarse caer de espaldas en la cama, exhalando en relajación —creo que estará bien así… quiero decir, ninguno de nosotros está acostumbrado al frío así que… así estaremos bien —decidió.

 

Ryou asintió a su amigo —un último consejo —Malik lo miró con atención —solo tú sabrás cuándo es mejor tomar las cosas con calma, o cuando hay que ser directo. Escucha a tu corazón, Malik. Es por él que tienes a su otra mitad contigo hoy —concluyó con un rápido beso en la mejilla del egipcio antes de alejarse —que pasen buena noche los dos —deseó ya en voz alta —Malik, sabes dónde está el baño. Y, por cualquier cosa, no duden en tocar a nuestra puerta ¿sí?

 

—Entendido, dulces sueños Ryou —aceptó el moreno de ojos lavanda, antes de cerrar la puerta. Segundos después, escuchó dos zancadas y enseguida Marik lo envolvió en sus brazos, en un abrazo que parecía desesperado —Marik ¿estás bien? 

 

Hubo silencio un largo minuto, Malik casi podía jugar que el otro estaba tiritando, pero cabía la posibilidad de que fuera por el frío —cumpliste tu promesa —lo escuchó contra su hombro.

 

Malik sonrió y llevó la mano derecha hacia atrás, para subirla al cabello de su yami y acariciarlo suavemente —por supuesto… mi Marik —inclinó la cabeza y la frotó contra la del oji-fucsia hasta que este levantó la cabeza y pudo rozar sus mejillas —no podía… no había forma de que te dejara seguir con esa condena.

 

—Fue el pago por mis malas decisiones. Por dejarme llevar por la oscuridad en lugar de seguir tu brillante y hermosa luz —explicó el más alto, moviendo la cabeza para que sus labios rozaran la mejilla de Malik en cada palabra —y la sufriría cien veces sin quejarme, si en cada ocasión tú estás al final, esperándome​.

 

—Nunca más —sentenció el menor, girando entre sus brazos para quedar frente a frente —te quiero aquí, y por cada gramo de magia que poseo, te mantendré aquí, conmigo, dónde perteneces —declaró con firmeza, a la vez que subía ambas manos para tomar el rostro de su alma gemela entre ellas.

 

Marik le sonrió, había alivio y adoración desbordando de sus ojos rojizos —te pertenezco —susurró, en completa rendición, sintiendo finalmente que era una persona, porque tenía un lugar al que pertenecer, y un objetivo en la vida: Malik, hacerlo feliz y amarlo. Y esta vez no fallaría.

 

—Y yo a ti —correspondió el menor, acariciándole el rostro con las manos.

 

Respondiendo a la dulce caricia, Marik frotó sus manos en la espalda baja de su luz, acercándolo más a su cuerpo.

 

Malik le dio una bonita sonrisa —deberíamos ir a la cama, ha sido una noche muy larga.

 

El de ojos fucsia asintió, aunque justo en ese momento una de sus manos rozó directamente la piel de su par y este se estremeció visiblemente entre sus brazos — ¿Malik? ¿Aun te incomoda? —hizo amago de darle la vuelta para poder comprobar su espalda de nuevo, pero el menor lo detuvo.

 

—No, descuida. Solo se siente un poco extraño aún, pero no duele ni nada —aseguró, separándose del más alto para sacar su cetro y hacer un pequeño hechizo antes de dejarlo sobre el escritorio que había en la habitación, dónde habían aparecido dos pijamas de invierno —ten —le ofreció el que había tele-transportado desde el armario de su hermano, supuso que Odion ni lo notaría.

 

Marik aceptó la ropa antes de quedarse atrapado en la vista de su luz, sacándose el abrigo y el suéter que llevaba debajo; aunque aprovechó esto y se acercó antes de que Malik se colocara la parte superior del pijama.

 

Tenshi… —dejó su pijama en la cama para poder tomarlo de los hombros desde atrás.

 

—Ya te he dicho que no me molesta… —se cayó de golpe cuando los dedos del su par empezaron a pasearse por su piel liza. Cerró los ojos cuando no pudo contener un escalofrío —Marik…

 

El aludido tomó una de sus manos y entrelazó los dedos, zumbando por lo bajo en concentración, hasta que sus ojos se cubrieron de un sutil brillo blanquecino.

 

— ¿Qué estás…? —Malik se quedó sin aliento cuando entendió que estaba viendo, con los ojos cerrados, la perspectiva completa que tenía Marik sobre su espalda — ¿visión compartida? 

 

—Un hechizo que solo puede hacerse entre personas que tienen un vínculo muy fuerte —confirmó, apartando con su mano libre el pelo de Malik para plantar un beso justo en su nuca. Lo sintió resoplar y temblar en respuesta, pero como no lo apartó, no se detuvo, y empezó a repartir besos por su espalda.

 

Malik se mordió los labios — /Marik… / —le habló por medio de su enlace mental, porque no estaba seguro de poder mantenerse en silencio si abría la boca para hablar.

 

/ ¿Sabes algo, hikari? —Marik respondió del mismo modo, ya que así no tenía necesidad de alejar la boca de la suave piel que estaba adorando —cuando… cuando apenas empezaba a ser consciente de lo que era, de quién eras tú para mí… de lo que te habían hecho y de mi deseo de protegerte… deseaba tanto ser capaz de hacer esto— Malik se inclinó ligeramente hacia adelante cuando sintió que la boca de su par ya iba por la mitad de su espalda. Los labios de Marik seguían extendiendo besos suaves por su piel recientemente curada y cada uno de esos toques inocentes dejaban brazas a su paso —quería besar cada una de tus cicatrices, aunque supiera que eso no las haría desaparecer… quería hacerte saber que para mí eras perfecto y que quería protegerte/

 

Los ojos de Malik se empaparon de lágrimas — / ¿por eso detestabas a Odion? /

 

Marik afirmó en un murmullo contra su piel, arrodillándose detrás de él para alcanzar la parte baja de su espalda — cuando estabas cerca de él, me veía forzado a la parte más oculta de tu mente… ni siquiera podías oír mi voz… Odié eso. Odié que me alejara de ti.

 

—No volverá a suceder —prometió, y solo entonces Marik notó que estaba llorando, porque su voz sonó rota.

 

Se levantó apresurado, y se volvió para mirarlo frente a frente — ¿por qué lloras? ¿dije algo malo? 

 

Malik negó, secándose las lágrimas con el dorso de la mano —por el contrario. Te quiero —lo abrazó con fuerza, hundiendo la cabeza contra su pecho, aún vestido a diferencia de él.

 

Marik correspondió el abrazo, diciéndose​ mentalmente que debía poner más atención a las emociones de su luz, mientras le acariciaba el cabello. Cuando Malik empezó a sentir frío de nuevo, se apartó, besó la mejilla de su yami y volvió a cambiarse la ropa.

 

Ambos se cambiaron por el pijama, dándose la espalda, sin querer alejarse mucho del otro. Malik recogió la ropa descartada y la dobló descuidadamente para dejarla encima del escritorio, junto al cetro.

 

Finalmente, ambos se metieron en la cama, bajo las colchas suaves y cálidas de invierno que Ryou había preparado para ellos.

Se acomodaron un frente al otro, con mínimo espacio entre ellos, y se miraron a los ojos por un rato. 

 

Marik llevó una mano a la mejilla de Malik, y este se movió hacia su toque, sonriéndole y mirándolo con afecto en sus ojos lavandas —yo también te quiero, mi luz —recordó que no había respondido antes, cuando Malik le beso en la mejilla — ¿tenshi? 

 

— ¿Sí? —respondió el otro, en tono adormilado.

 

Los ojos fucsias del ex-espíritu danzaron por el rostro adorable de su par hasta que aterrizaron en sus labios. Recordaba los besos que habían compartido cuando Malik lo visitó en su condena, y a medias el que le había dado para que despertara. Amó la sensación, y quería más —quiero volver a besarte.

 

Malik se sonrojó ligeramente por la contundente declaración de su yami, pero la realidad era que él quería lo mismo, así que ¡¿qué demonios?! — ¿y a qué esperas, entonces? —lo retó, con una pequeña risilla apenada.

 

Marik no necesitó escuchar más. Se inclinó y juntó sus labios con la dulce y perfecta boca de su precioso ángel, sintiendo que había salido de un infierno directo a las puertas del paraíso cuando Malik correspondió inmediatamente a su beso con la misma necesidad.

Sintió una mano del oji-lavanda subir a enredarse en su pelo, así que probó a deslizar la suya desde la mejilla tibia, por su hombro, bajando por la cintura hasta afianzarlo de la cadera y pegarlo todo lo posible a su cuerpo.

 

Sin saber exactamente qué hacía, Malik atrapó una de las piernas ​de Marik entre las suyas, permitiendo que sus cuerpos se enredaran de forma más cercana, tanto como sus bocas seguían presionando la una a la otra, dejando apenas espacio para tomar una bocanada de aire cuando hacía falta.

 

Pero aún con todo lo bien que se sentían esos besos, ambos estaban agotados tras esa noche. Malik fue el que rompió con los besos y se acomodó más entre las almohadas, las mantas y el perfectamente​ cálido cuerpo de su par —duerme bien, cariño —murmuró completamente adormilado, sin estar muy consciente de lo que dijo.

 

Pero Marik se animó, como un niño chiquito, ante el apodo cariñoso —Descansa, ore no tenshi —le dio un último beso en la frente antes de seguirlo al mundo de los sueños.

 

~∆~

 

Ryou había entrado a su habitación con una sonrisa en los labios y los ojos cerrados. Se fue directo a la cama, pero apenas se sentó, notó que Bakura se dirigía a la puerta.

 

— ¿Qué estás haciendo, Kura? —preguntó el menor, frotándose un ojo, luego de ver como la puerta brillaba un instante bajo la mano de su pareja.

 

—Un hechizo de silencio, simplemente —explicó el oji-lila —no se escuchará nada de fuera.

 

— ¡Kura! —lo regañó — ¿Qué si sucede algo y no nos enteramos? 

 

Bakura se reunió con él en la orilla de la cama, sin darle mayor importancia al reclamo de su hikari —tengo hechizos de alerta tejidos por toda la casa, yadonushi. Aquí no entra ni un ratón sin que yo lo sepa —inclinó su cabeza para acomodarse en el cuello de su pareja —más importante, puede que haya ruidos esta noche que no quiero escuchar y dudo que tú sí.

 

El menor se estremeció al sentir los labios de su amante deslizarse por su cuello hacia la garganta. Automáticamente movió su cabeza hacia atrás para darle un mejor acceso —eres un mal pensado. Ellos acaban de re-encontrarse y… M-Malik tuvo mucho desgaste de energía esta noche —hubo una pausa allí, cuando la traviesa lengua de Bakura se deslizó hacia las clavículas de Ryou.

 

— ¿Y eso qué? —bufó el mayor — ¿acaso tú y yo no lo hicimos aquella misma madrugada de Halloween? —le recordó descaradamente, empezando a mordisquear su apetitosa piel blanca entre frases — ¿debo recordarte lo ansioso que estabas, conejito?

 

Ryou se ruborizó por la 'acusación' de su pareja —n-no fui el único​ —le reprochó.

 

Bakura soltó una risa contra su piel —yo no he dicho lo contrario, pequeño —se dedicó unos segundos a dejar un chupón rojo en medio de sus clavículas —claro que te deseaba con locura —estableció, mirando a su luz directamente a los ojos.

 

El sonrojo de Ryou era como dos farolillos en sus mejillas — ¿Lo hacías? —reprochó, con voz juguetona.

 

Bakura esbozó esa sonrisa ladina que hacía que a Ryou se le desbocara el corazón —lo hago —remarcó —te deseo, Ryou. Y lo haré por el resto de mi existencia —declaró, apasionado y sincero. Su intensa mirada lilácea enganchada a los hermosos ojos verdes de su precioso hikari. 

 

Ryou gimió al oírlo —Oh~ Bakura —le echó los brazos al cuello antes de jalarlo a un beso lleno de necesidad, deseo y amor.

 

Mordieron y chuparon los labios del otro sin recato alguno. Sus lenguas jugaron mientras Bakura colaba sus manos en el suéter de Ryou para sujetarlo directamente por la cintura. El menor, en respuesta, se hizo para atrás, dejándose caer en la cama y jalando a Bakura consigo para luego envolver sus piernas alrededor de las caderas ajenas.

 

Se separaron para coger aire y compartieron una risita cómplice mientras Ryou rozaba tiernamente su nariz contra la de Bakura, visiblemente feliz.

 

—Te encanta ¿no es verdad? —mencionó de pronto el ex-espíritu.

 

Ryou lo miró con curiosidad — ¿El qué? —sonrió, llevando una mano al hermoso cabello rebelde — ¿Tú? Creería que eso es evidente, my love —le dio un besito en la punta de la nariz. 

 

A Bakura lo invadió su ternura —no me refiero a eso —desestimó, sin borrar la sonrisa de sus labios —te encanta… que yo reconozca ser tuyo —pronunció lentamente, y sonrió más cuando Ryou lo miró: avergonzado, completamente atento y curioso —te encanta saber todo el poder que tienes sobre mí. Te encanta saber que eres lo más importante y valioso para mí, en esta vida o la otra —las mejillas de Ryou volvieron a sonrojarse por las acusaciones de su pareja —te encanta saber que pondría el mundo a tus pies si solo lo pidieras, o que mataría a cualquier imbécil que osara meterse contigo.

 

—Kura, por favor, ya hablamos de esto —la mano que no estaba en su pelo, se deslizó hasta acunarle la mejilla —nada de esos extremos de violencia a nadie. No quiero que haya ninguna posibilidad de que vuelvan a separarnos —le acarició la mejilla con el pulgar —no lo soportaría… no lo permitiré.

 

—Ni yo —aseguró el oji-lila, acariciando la piel suave con lentitud —pero ese no es el punto, yadonushi. Sabes de lo que soy capaz y sabes que eres el único que puede mantenerme bajo control... y eso te encanta.

 

—Yo… —Ryou estaba sin palabras frente a las acusaciones de su yami, porque todas eran verdades de las que él nunca había sido consciente, pero eso no las hacía menos verídicas.

 

—Quiero que lo digas —bisbiseó, bajo y ronco — ¿A quién pertenezco?

 

Aún sonrojado, Ryou negó ligeramente con la cabeza —eres un ser humano, Kura, una persona y por lo tanto tú eres dueño de ti mismo —expresó —yo no~

 

El mayor rodó los ojos mientras lo interrumpía —deja de lado esos moralismos estúpidos —bufó —aparte de lo que has dicho. Mis pensamientos, mis sentimientos, mi cuerpo… Todo va hacia ti. Te reconoce a ti —a pesar de sus​ apasionadas declaraciones, aún podía sentir la inquietud de Ryou —no sobre-pienses lo que he dicho. No es como que sostengas una hipotética correa alrededor de mi cuello… más bien, piensa en ti como la tapa que cierra una botella que ha sido agitada —se rió entre dientes —y lo que te encanta es saber… que tú y solo tú puedes ser esa tapa para mí.

 

Ryou suspiró —es increíble cómo puedes simplificar algo que podría ser tan romántico —mencionó, con resignación medio fingida en su voz.

 

—Oh, y es precisamente por ese control que tienes permanentemente sobre mí —continuó el oji-lila, como si hubiera ignorando sus últimas palabras —que también te encanta que yo tenga el control cada vez que hacemos el amor —remarcó específicamente las últimas tres palabras, como si con eso contrarrestara su declaración previa. Una de sus manos se deslizó de la cintura de Ryou hasta alcanzar su trasero, apretándolo suavemente en una caricia que forzó ambas caderas a encontrarse y provocó que Ryou arqueara la espalda hacia el cuerpo sobre él.

 

Ryou gimió, con la familiar y bienvenida sensación de la mano grande y cálida de su pareja amasando traviesamente su retaguardia —Kura~ 

 

—Así que… ¿A quién pertenezco? —insistió —Quiero que lo digas, Ryou.

 

—A… A mí —murmuró tímidamente el menor, su cabeza contra el hombro de Bakura.

 

Pero este no se lo permitió. Apoyándose más en el brazo cuya mano no estaba disfrutando de los atributos de su compañero, se alzó más sobre él —no he oído nada ¿Cómo dices?

 

Ryou se mordió los labios, cerrando los ojos —tú…

 

Bakura le dio una suave nalgada que lo hizo zumbar de placer y luego volvió a presionarle el culo hacia arriba —Dimelo, yadonushi ¿A quién pertenezco?

 

El oji-verde gimió por lo bajo, sintiendo la evidente erección de su amante presionarse contra su propia entrepierna — ¡Mío! —exclamó, alto y claro —eres mío, Kura —abrió sus ojos. Dos bellas esmeraldas que brillaban con determinación, mientras le cogía por ambas mejillas — ¿y sabes por qué? Porque te amo. Te amo como nadie más podría hacerlo. Por eso eres mío, como yo soy tuyo.

 

El mayor sonrió victorioso y bajó el rostro para premiarlo con un beso, disfrutando de las caricias en su rostro —yo también te amo, mi preciosa y brillante luz. Mi Ryou.

 

El aludido sonrió cuando separaron sus bocas para respirar — ¿El hechizo de silencio funciona en ambos sentidos? 

 

Bakura le dio una coqueta sonrisa ladina —puedes apostarlo.

 

Las manos de Ryou dejaron sus mejillas para empezar a desvestirlo —perfecto, my love~ 

 

Notas finales:

*Carta: Buscador de la Sombra.

¡Listo!
Damas y caballeros (hay hombres leyendo esto?) Otro fic completado n.n/
Dije que estaría para fin de mes el capítulo ¡y por mi amor al Rey de los ladrones, aquí está!

Espero que les haya gustado y sorprendido todo lo que manejé en este último capítulo. Me metí con cosas que jamás había utilizado en un fic, aunque me costó la cordura conseguir que todo encajara como quería y terminarlo.
Aunque para ello tuve que ver muchos vídeos de gente yendo a lugares abandonados/paranormales, oír música tenebrosa y volver a verme un par de capítulos de Yugioh! DM

Sí! Te estoy viendo a ti, Arco de las memorias del faraón que siempre me hace llorar y fanguirlear a la vez u///ú

Pero bueno. Tengo la intención de subir un capítulo extra con una escena que descarté para el capítulo. Estaría ubicada en la pelea de Bakura y Diabound contra el Ka del amo de la mansión, quien, como ya dije, lo elegí de una carta real, de la generación GX.
Pero es que la escena daba risa y no me cuadraba para todo el ambiente tenso que intenté mantener a lo largo del capítulo.

Y quizás. SOLO QUIZÁS. Si la inscripción colabora, escriba algo de los hikaris y yamis a la mañana siguiente. Con Malik preparándose mentalmente para confrontar a sus hermanos.

Hasta entonces. Feliz fin de mes n.n/
Espero que hayan pasado un primer mes del año genial y que tengan un lindo febrero lleno de amor, chocolates, fics clichés de San Valentín y todas esas cursilerías xD

Flu, flu. Volé. Me fui~

Ja ne~nya

 


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