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"A tu lado" por itzerUchiha2

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Notas del capitulo:

Holaaaa mis queridos lectores, resubiendo este capítulo ¬_¬ pues la página jugo con mis sentimientos al hacerme creer que si se había subido XD.

Bueno espero esta vez ya este listo y disfruten de esta alocada historia, al fin!!! el tan esperado lemon de una de las parejas Hasgard y Aspros :)

 

La fiesta había terminado, al fin la tranquilidad inundaba aquella gran casa, aunque su marido estaba en total desacuerdo Cris había mandado a descansar a todos los empleados, argumentándole que ya era muy tarde y gracias a ellos también la fiesta había sido un éxito, ellos apreciaban y la querían mucho, siempre se caracterizó por su buen trato hacia ellos y su carácter amable, a diferencia del señor Eartheart, quién se caracterizaba por tratarlos con mano dura, no perdonaba las faltas por pequeñas que estás fuesen. Muchos de ellos fueron salvados por la amable señora Colonomos  quién abogaba por una segunda oportunidad cuando cometían alguna falta que desquiciará a su esposo. El silencio que una vez inundo esa gran mansión se vio perturbado por los fuertes gemidos proveniente de la recámara principal.

—¡ah…ah…eartheart…con calma…!—gemía Cris al ser embestida por su esposo con fuerza quién tenía su mano derecha sobre su vientre plano y con su mano izquierda sostenía su muslo derecho apretando con fuerza marcando su blanca piel.

—Cris…—movió su mano para tomar su otro muslo para al fin colocar ambas piernas sobre sus hombros, aumentó la fuerza de sus embistes que por la posición lo hacían llegar más profundo en el interior de su esposa quién apretaba con fuerza las sábanas—esta noche…no habrá descanso…para ti…—giro para que la peliazul quedará a horcajadas sobre él quién movía su pelvis con fuerza mientras apretaba su suave trasero.

—¡eartheart...!—gimió moviéndose sobre la cadera de su marido arañando su pecho debido a las sensaciones que le provocaba tenerlo en su interior mismo que  disfrutaba de la placentera visión que le regalaba la peliazul.

—¡Eres mía Cris…!—gemía fuertemente colocando ambas manos sobre los suaves pechos moviéndolos al ritmo de sus embestidas—sólo mía—su delgado cuerpo, su largo cabello que se movía al compás de sus movimientos, su pechos redondos y suaves que bailaban al ritmo que le imponía. Sería estúpido negar que lo que más le atrajo de su esposa no fue solamente su elegancia y porte, sino también su cuerpo fino y delicado que lo enamoró y deseo desde la primera vez que la vio. Recordando cómo fue que logró hacerse de esa bella muchacha de cabello tan bellamente azul como el mismo mar.

*******************************************FLASH BACK***********************************

24 años atrás, 1 Agosto, Gran Bretaña, mansión Walden.

Andrew Walden, el gigante carbonero, dueño de las minas de carbón más grandes de Gran Bretaña, principal distribuidor y proveedor durante aquella época; con tal importancia que su nombre había llegado a los oídos de los grandes magnates de esa misma región quiénes buscaban con ahínco una alianza comercial con él, pues se harían de un poderoso e imponente aliado.

Sobre todo para Adelphos Colonomos otro magnate carbonero con una gran y fuerte presencia en toda Italia, específicamente en Grecia donde era intocable, más no lograba siquiera rozarle los talones al poderoso inglés, quién se había impuesto en buena parte de la región Báltica, Irlanda y algunos países Africanos.

Reconocido por su despiadado estilo para hacer negocios, destruyendo y humillando a quiénes eran sus enemigos o posibles rivales, muchas historias giraban en torno a ese  apellido de muchas y la más escalofriante eran las muertes de fundadores y dueños de enorme emporios. Ese mismo estilo fue heredado por su único hijo, Eartheart Colonomos quién partió de inmediato cuando los informantes de su padre le comunicaron que al poderoso Andrew Walden le aquejaba una grave enfermedad que en menos de tres meses lo debilitaba cada vez más y más.

—“es momento de actuar, destrúyelo Eartheart esa es la misión que debes cumplir, recuerda bien el dicho de la familia Colonomos, tenlo siempre presente y triunfarás en ese mundo repleto de lobos hambrientos”—

—Sin piedad para el más débil—susurró decidido recordando aquel dicho, ansioso de poder accesar al despacho del gran magnate. Estaba tan concentrado en sus pensamientos que cuando una delgada mano se posó sobre su hombro se sobresaltó a sobremanera.

—Oh lo siento mucho señor Colonomos—se disculpó aquella joven.

Eartheart quedó prendado de ella al instante, su piel blanca, sus bellos ojos miel, el entallado vestido color  plateado que usaba despertó su deseo pues dejaba ver su delgada cintura, caderas anchas, sus pechos medianos que eran unidos por el cuello en V mismo que dejaba ver parte de sus hombros y para rematar, su cabello, ese cabello tan bello.

—Tan azul como el mismo mar—susurró sin salir de su impresión.

—¿Disculpe?-preguntó, no había escuchado bien lo que el peligris dijo.

—No nada, es sólo que su padre ha tardado un poco—respondió nervioso tratando de recuperar la compostura.

—Es cierto y parece que le tomará más tiempo, ¿Le gustaría beber el té conmigo en lo que lo espera?—preguntó de forma inocente al otro que sonrió aceptando la invitación.

Charlaron más de 40 minutos, mismo que le sirvieron a Eartheart confirmar lo que su padre le había dicho, Andrew Walden moriría pronto, oportunidad perfecta para destruir ese molesto apellido inglés como su padre le decía e imponer el griego de su familia, uno de los mayordomos le anunció que el inglés ya podría recibirlo, se despidió de la peliazul con un elegante beso en el dorso de su mano y camino hacia el imponente despacho.

—Con permiso—se anunció cerrando la puerta tras él, la decoración era exquisita, los libreros estaba repletos de libros muy caros pero sobretodo raros, divisó un enorme escritorio de caoba oscuro y un enorme sillón cubierto por cuero negro le daba la espalda—buenas tardes señor Walden—.

—Se han aparecido más rápido de lo que creí—se escuchó una voz grave y masculina—¿Vienes a ver cómo darme el golpe final, Colonomos?—el sillón giro dejando ver a un hombre de tez blanca, ojos color plateado y cabello azul, del mismo tono que el de la señorita Walden.

—No entiendo el porqué de su pregunta señor Walden, yo simplemente vengo en nombre de mi padre para proponerle una ventajosa alianza comercial—dijo en tono tranquilo viendo como de pronto la gran mano del peliazul.

—¡deja de fingir maldita sea!—exigió.

—Tranquilícese señor Walden, no debe alterarse en su condición—explicó sonriéndole con soberbia—sobre todo cuando le queda poco tiempo—.

—¿Qué haz…?—

—Así es, al fin pude confirmar lo que mi padre tanto espero—se puso de pie mientras caminaba hacia el enorme ventanal del despacho dirigiendo su vista hacia el exterior, sonrió al observar a la joven quién daba de comer a un par de aves que estaban dentro de una gran jaula blanca—como usted lo ha dicho ya no es necesario que finjamos una actitud o una personalidad, a esta alturas es absurdo ¿no lo cree?—le sonrió divertido al hombre que apretaba sus puños con furia tanta que sus nudillos se habían puesto rojos.

—Así que te aprovechas de la inocencia y dulzura de mi hija para confirmar tus malditas teorías conspiratorias—susurró cerrando sus ojos con pesar al deducir las intenciones del otro, deseaba con todo su corazón estar equivocado.

—He sido enviado para encontrar la manera de destruirlo a usted y a cada miembro de su familia, sin un patriarca me da pase libre a verlos caer uno por uno, dejarlos en la calle, viviendo sólo con desesperación y claro odiándolo a usted por no evitarlo—sonrió sentándose frente al peliazul cruzando su pierna con superioridad—y ya la tengo, le queda poco tiempo señor Walden, pero que mejor que disfrutar su lento descenso a la muerte de forma tranquila, sabiendo que puede partir sin preocupaciones, haciendo un simple trato—.

 —¿Qué demonios quieres, Colonomos?—preguntó fríamente a lo que el peligris arrojó frente al hombre un pañuelo color azul con las iniciales C.W bordadas en él, mismo que anteriormente le había dado Cris cuando provocó que por “accidente”  provocó que derramará un poco de té sobre él.

—¿No creo que su cerebro se haya visto afectado por su enfermedad?—preguntó sonriente ante la obvia petición—además que así garantizará que su emporio no  muera con usted pues en cuanto me case con ella le garantizó que en menos de un mes su vientre portará a mí heredero, regresaré mañana temprano por la respuesta—camino hacia la puerta, tomó el picaporte abriendo la misma para ver por sobre su hombro al magnate que tomaba el delicado pañuelo de su hija—aunque sé muy bien que será a favor del futuro y tranquilidad de la dueña de ese pañuelo—.

Al día siguiente regresó por la respuesta ya conocida, el compromiso de Cris Walden y Eartheart Colonomos fue anunciado dos días después ante los grandes magnates, así como a la aristocracia inglesa, fue una boda espectacular como siempre se caracterizaban ese tipo de eventos. Contrajeron nupcias el 24 de Octubre de ese mismo año.

************************************FIN FLASH BACK*************************************

Cris dio un fuerte alarido cuando sintió a su esposo terminar en su interior, se dejo caer agotada sobre el firme pecho de su marido quién salió de su interior jadeando para acomodarla a su diestra, mientras tomaba un largo mechón de su hermoso cabello, sin que lo notará sonrió satisfecha pues aquel alarido que dio tenía una doble intención. De pronto sintió como era volteada dejándola en cuatro, apretó sus ojos con fuerza al sentir una vez más como el peligris invadía su interior de una fuerte estocada.

—Te lo dije…mi amor…—sujetó las blancas caderas de la peliazul quién apretaba las sábanas con fuerza al sentir los firmes embistes de su esposo—esta noche…no tendrás descanso…—gimió besando la tersa espalda de su esposa mientras enredaba sus dedos en su largo cabello.

Cris no podía negar que el sexo, si sexo, pues ella nunca amo al peligris; era fantástico, todo un semental en la cama tal como escuchó hablar a muchas mujeres que fueron parte del pasado de Eartheart. Lo único que agradeció de ese matrimonio fue a sus gemelos, quiénes iluminaron e hicieron renacer su mundo una vez destruido cuando su padre murió.

********************************CRIS WALDEN FLASH BACK****************************

24 de Octubre 1820, mansión Walden.

El señor Andrew estaba cada vez más enfermo, estaba sumamente preocupado pues hacia un mes que Cris se había casado, todavía no había noticias de la concepción de un heredero y a él no le daban esperanza en cuanto a su mejoría, caminaba por uno de los amplios pasillos de su mansión, su amado hogar en el que cada rincón le traía tantas memorias, se detuvo un momento contemplando el amplio y basto jardín repleto de flores todas de diferentes colores a través del amplio ventanal, recordaba con cariño como su esposa amo ese jardín desde el primer día que piso tierras inglesas, el esmero que le ponía en su cuidado, sonrió al ver a su hija hincada tras ese gran ventanal que exponía ese bello lugar, hacía una cadena con esas mismas flores.

—“Andrew, Andrew, mira estos claveles están hermosos”—pronunció una hermosa mujer de tez blanca, larga cabellera negra y bellos ojos verde esmeralda que le sonreía—“cuando nuestro bebé nazca quiero que sea libre y feliz entre estas flores, que ame y disfrute de este mundo que tiene muchas y diferentes gamas”—dijo tomando sus manos para ponerlas en su abultado vientre de 8 meses, el peliazul le sonrió hincándose para abrazar su vientre con ilusión.

Esa época de su vida fue la más feliz, amaba a su esposa con todo su corazón, agradecía al destino el haberla conocido en Ucrania, uno de los diferentes países que se vio obligado a visitar cuando su negocio estaba en vías de crecimiento. Akalena Fenyk, fue por esa alocada y amorosa mujer que logró llegar tan lejos, se sintió completamente realizado cuando le anunció su embarazo. Pero no contaba con el destino es cruel en ocasiones, el día del parto esperaba ansioso en el exterior de su habitación mientras su esposa se encontraba en trabajo, el médico salió entregándole un pequeño bulto envuelto en una mantita rosa, sonrió embelesado al ver a su hija, de piel como la de su esposa y algunos cabellos azulosos como los de él, expresión que cambio cuando el hombre le informó acerca del fallecimiento de su esposa durante el alumbramiento.

Estaba ahí frente a su cama donde yacía ya el frío cuerpo dejando que sus lágrimas cubrieran sus mejillas, se había ido pero no lo había dejado sólo, ahí entre sus brazos estaba su pequeña que lo miraba curiosa con esos bellos ojos miel como lo suyos pero con esa expresión vivaz que había caracterizado a su madre, se acercó besando su frente para cubrir su rostro con la blanca sábana, limpio sus lágrimas mostrando un gesto decidido. 

—“Te lo prometo Akalena, será feliz pero sobretodo libre”—

Se llevó sus dedos a su mejilla cuando sintió como un par de lágrimas se había deslizado por ella al haber sido invadido por el recuerdo de su esposa, limpió su rostro caminando hacia donde estaba Cris quién al verlo sonrió poniéndose rápidamente de pie para correr hacia los brazos de su padre que la abrazo con cariño.

—Papá, me da tanto gusto verte—

—A mí también Cris—le sonrió acariciando la tersa mejilla de su hija.

—¿Tomamos el té juntos?—preguntó tomándolo de la mano caminando hacia una pequeña mesa bajo un gran roble—¿Cómo esta tu salud?—preguntó sirviendo un poco de té en un par de tazas de porcelana blanca con elegantes dibujos de flores en su superficie.

—No deberías preocuparte por mí cuando tienes un deber más importante que cumplir—su hija agachó su mirada con vergüenza y tristeza, se odiaba profundamente al estar presionando a su hija para que se entregase a un hombre que no amaba, pues cuando él y Akalena estuvieron juntos fue un momento mágico e inolvidable, momento que hubiese deseado que Cris viviera, pero por su seguridad debía hacerlo ya que había recibido una carta de Adhelpos exigiendo ya la concepción y anuncio de un heredero de lo contrario el matrimonio se disolvería dejándola desprotegida pues él ya no contaba con las fuerzas para poder evitar que esa amenaza se llevase a cabo—¿Aún no estas embarazada?-soltó de pronto.

—No papá, aún no.

—Hija, me estoy muriendo—dijo con tristeza tomando su mano viendo como el semblante de la peliazul cambiaba a uno preocupado y extremadamente triste, se puso de pie quedando a su diestra—Cris—susurró abrazándola con fuerza.

—Perdóname papá, es que no puedo—sollozo correspondiendo el gesto ocultando su rostro en la curva del cuello de su padre dejando que las lágrimas bajaran por sus blancas mejilla—lo he intentado papá, de verdad, pero…—

—Cris escúchame—la separó suavemente limpiando sus lágrimas con sus dedos—hazlo hija, sé que te presiono al hacerlo con alguien que no amas, pero lo que menos quiero es que te quedes sola a merced de esa familia, quiero partir con esa tranquilidad, además si te soy sincero quiero conocer a mi nieto o nietos antes de que este cuerpo enfermo ya no pueda más—le sonrió tiernamente a su hija quién le correspondió el gesto asintiendo levemente.

Tres meses después, Cris anuncio el tan esperado embarazo, estaba emocionada su padre tenía razón toda su ilusión estaba depositada en ese pequeño ser que estaba comenzando a crecer en su interior.

20 de Junio 1821, mansión Walden.

Los 9 meses transcurrieron de forma increíblemente rápida para Cris y su padre quién se mantuvo cerca durante todo ese tiempo, la peliazul no tenía empacho en presumir su prominente vientre, agradeció que su esposo estaba ocupado con algunos inversionistas ingleses por lo que pudo pasar el último mes de su embarazo en la casa de su padre. Estaba sentada en el columpio que colgada de la gran rama de ese roble que en el futuro sería el silencioso testigo de algunas vivencias de sus gemelos. Sonreía acariciando su vientre con sumo cariño, no podía evitar sentirse algo nerviosa y ansiosa, el médico le había anunciado que esperaba gemelos.

—Pronto podré conocerlos—pronunció sintiendo de pronto un par de golpecitos en su vientre—y parece que también ustedes ya quieren conocer a mamá—.

Llegó su esposo quién le ayudó a levantarse para después colocar su mano sobre el prominente vientre de la chica que le sonrió al peligris quién la abrazó por los hombros guiándola hacia la mesa donde estaba su padre que había llegado desde hace 3 días.

—¿Cómo te sientes hija?—preguntó ahora su padre mientras ponía su mano sobre su vientre.

—Nerviosa papá, ya quiero conocerlos—habló en tono emocionado.

Tomaban el té de forma tranquila, Cris se puso de pie para poder servirle más té a su esposo pero se dobló de pronto soltando la tetera al sentir un fuerte dolor de su vientre, un chorro de agua mucosa salió de entre sus piernas. Eartheart la cargó en vilo llevándola hacia su habitación, Andrew pidió por el médico familiar quién llego corriendo acompañado de un par de enfermeras que entraron a la habitación principal. En el exterior el peligris esperaba ansioso caminando de un lado al otro de la puerta al igual que el señor Walden quién ya estaba demacrado pues la enfermedad lo consumía con rapidez.

El profundo silencio de aquel pasillo se vio perturbado cuando un par de fuertes llantos se escucharon, Eartheart entró corriendo viendo como el médico sonreía haciéndose a un lado para que la enfermera le entregará un pequeño bulto envuelto en una manta azul cielo que se revolvió en cuanto lo recibió. Cris pudo ver como por primera vez su esposo sonreía con sinceridad al contemplar el pequeño rostro de uno de sus hijos que daba pequeño pujiditos al moverse.

—Felicidades señor Eartheart es padre de hermosos y sanos varones—

Camino hacia la peliazul que se veía totalmente agotada pero inmensamente feliz mientras besaba la pequeña frente de uno de sus gemelitos que movía sus manitas tocando el rostro de su madre. Eartheart se acercó entregándole al otro bebé.

—Mis bebitos—los acunó contra su pecho derramando un par de lágrimas de felicidad al tenerlo al fin con ella—papá—llamó al señor Walden quién se aproximó tomando entre sus brazos al pequeño que le entregaba.

—Son hermosos—acarició con cariño la pequeña cabecita que mostraba vestigios de tener el característico cabello de los Walden, azul.

—¿Quién nació primero?—preguntó de pronto Eartheart a la peliazul quién sonrió señalando al que era sostenido por su padre.

—Aspros—lo señaló—Deuteros—señalo al que tenía Cris entre sus brazos—esos son sus nombres doctor, regístrelos—ordenó al médico quién sólo asintió obedeciendo la orden del peligris.

—¡No, Eartheart!—exclamó molesta Cris a su esposo—no quiero esos nombres…son tan…crueles…—.

—¡Silencio!—exclamó molesto asustando a ambos bebés que comenzaron a llorar—así lo he decidido o es que ¿Quieres que niegue su existencia porque no te gustan los nombres que he decidido para ellos?—dijo molesto a lo que la chica sólo asintió débilmente recibiendo al otro bebé para poder calmar su llanto—bien iré a dar el anuncio de su nacimiento—dio la vuelta saliendo de la habitación.

—Que nombres tan crueles les ha dado a mis gemelos—dijo agachando su rostro dejando que un par de lágrimas cayeran sobre las regordetas mejillas de sus pequeños que cerraron sus ojos al sentirlas.

—Cris—le habló su padre mientras acariciaba su cabeza con cariño—ahora ellos se han convertido en tu razón para continuar, míralos—le peliazul levanto su rostro observando a sus bebitos que la veían con curiosidad con sus bonitos ojos azules—son inocentes que vivirán y aprenderán de tu fuerza, ahora tu misión será no permitir que se corrompan, vive por ellos—le sonrió a su padre quién se sentó a su lado tomando al pequeño Deuteros sonriéndole.

Transcurrieron 4 meses del nacimiento de los gemelos Colonomos, el señor Walden sucumbió a su enfermedad muriendo el 10 de Octubre de ese mismo año, Cris se sentía desolada, extrañaba tanto la fuerte presencia de su padre quién le aconsejaba para no sumergirse en la tristeza que a veces vivía en su matrimonio, se sentía frustrada de no poder evitar que Eartheart ya hiciese  diferencias entre sus gemelitos.

Sabía muy bien que esos tratos al futuro podrían ser un gran problema, se sentía indefensa ante la imponente figura de su esposo quién ahora era dueño de todo el emporio Colonomos, pues su suegro murió de una forma cruel y al mismo tiempo extraña, pues había sido degollado dentro de su despacho, tenía muchos enemigos por lo que la misma autoridad decidió darle carpetazo al asunto. El cuarto de sus bebés se había convertido en su refugio, sus pequeñitos dormían dentro de una enorme cuna color blanco mientras ella observaba por la ventana aquel columpio que ahora se movía levemente por el viento que hacía provocándole el sentimiento de profunda melancolía y tristeza.

—papá, no sabes cuánto te extraño—susurro soltando un sollozo—me siento tan sola sin ti, tan indefensa—se abrazó así misma con tristeza derramando gruesas lágrimas por sus blancas mejillas—ya no sé que hacer, siento que ya no puedo más—dio un leve respingo cuando un pequeño llanto se escuchó, se dirigió hacia la cuna—Deuteros, no llores mi vida—pidió tomando suavemente entre sus brazos al morenito que vestía un pantaloncito azul marino, una playerita azul cielo y un suetercito blanco, acunándolo para besar su frente con cariño—mi pequeñito tranquilo—pidió en un sollozo escuchando ahora como el otro también comenzaba a llorar, acomodó en su brazo izquierdo al morenito para tomar al otro que vestía un pantaloncito blanco, playerita azul cielo y suetercito azul marino—Aspros ¿Tú también mi cielo?—.

Caminó con ambos hacia una mecedora que se hallaba frente a un gran ventanal en el que daba el sol de forma suave, se sentó para poder descubrir sus blancos pechos y acomodarlos para amamantarlos mientras se mecía suavemente para tranquilizarlos, habían dejado de llorar pero no lograba tranquilizarlos del todo porque aún continuaban sollozando contra su pecho.

—perdóneme—susurró besando sus pequeñas frentes—ustedes son inocentes, no deberían sentir estos feos sentimientos todavía y miren lo que he hecho, les he contagiado mi tristeza—fue cuando le llego un flashazo de aquella noche de tormenta en la que corrió hacia los brazos de su padre pues el cielo tronaba con tal fuerza que los cristales de la mansión vibraban.

“Mi pequeña Cris no temas papá ésta aquí y también mamá quién hizo esta canción para ti”— fue cuando Cris sonrió comenzando a tararear de forma suave a lo que sus gemelitos levantaron su vista observando el sonriente rostro de su madre.

Oy, un liuli-liuli,

naletily guli nsletily guli,

tay sily na liuli, taly dumat I hadat,

chim dytiatko hoduvat chi bublechkom,

medkom chi solodkym molchkom

Ambos bebés se separaron del pecho de Cris quién les sonrió con ternura limpiando sus pequeñas bocas con un pañuelo azul, se cubrió sin dejar de mecerse.

My bublechka kupym,

ai medochok vlupym,

ai kashky navarym,

ai molochka sparym.

Se puso de pie recostando a sus bebés quiénes ya tenían sus ojos entrecerrados por la suave voz de su madre, los cubrió con una cobija azul con el escudo de los Colonomos bordado en el meciendo suavemente la cuna sin dejar de cantarles.

—Koly ryp ryp,

 ai dytynka spyt spyt,

lolysochka perestala,

ay dytynochka y ustala.

Al fin logró hacerlos dormir de forma tranquila.

—Duerman tranquilos—sonrió besando por última vez sus frentes para tomar el velo azul cielo que había sobre la cuna, antes de dejarlo caer—Aspros, Deuteros no permitiré que nadie haga diferencias entre ustedes, ni siquiera su padre, haré lo que sea necesario para protegerlos, lo juró—cubrió la cuna para salir de la habitación con calma.

*************************CRIS WALDEN FIN FLASH BACK******************************

Su recuerdo terminó cuando sintió la gran mano de su esposo sobre uno de sus pechos para levantar su torso y quedase sentada sobre las fuertes piernas del peligris quién volteo su rostro para besarla con deseo.

—Nunca me cansaré de ti…mi amor…—jadeo bajando su mano al estómago de su esposa para lograr inyectar más fuerza a sus salvajes embestidas.

Cris hizo su brazo derecho hacia atrás para tomar el cuello de su esposo gimiendo, ya estaba tranquila pues había logrado su objetivo, ahora no le quedaba más que resistir aquella faena a la que su esposo la tenía.

Mientras tanto  8 puertas contiguas a la de la recámara principal, descansaban sobre la mullida cama los cuerpos desnudos de Aspros y Hasgard, este último miraba embelesado el tranquilo rostro del otro quién dormía profundamente entre sus brazos, delineaba su cadera con la mano masajeándola suavemente para subirla lentamente hasta sus labios entreabriéndolos suavemente con sus dedos.

—Te amo—susurró para besar sus labios con suavidad y ternura mientras acariciaba la mejilla del otro, cuando separo sus labios Aspros se acomodó mejor sobre su  pecho abrazándolo fuertemente como si tuviese miedo de perderlo—aquí estoy mi amor y estaré contigo hasta el final—sonrió ante el gesto de su amado peliazul que enredo sus piernas con las suyas—y se suponía que sólo venía a hablar contigo—río divertido recordando cómo fue que termino tendido sobre esa mullida cama.

********************************ASGARD FLASH BACK**********************************

Esperaba en la habitación del gemelo mayor, necesitaba hablar con él de forma urgente, estaba cruzado de brazos pensando en todo lo que esa noche había ocurrido, el beso que le dio al heredero Versau, el hecho de pensar que otros labios habían tocado aquellos que tanto amaba. Estaba furioso pero no con el joven Dégel ni mucho menos con Aspros sino con el mismo, su gran cobardía lo había detenido para mandar todo al diablo y llevarlo con él hasta el fin del mundo si fuera necesario para amarlo hasta que su vida se lo permitiera.

Suspiró al parecer aún no regresaría y él tenía que descansar para preparar toda la seguridad para el día de cacería que se llevaría a cabo en la mañana. Camino hacia la puerta, cuando estuvo a punto de tomar el pomo de la misma se sobresalto cuando el gemelo mayor entró de forma tosca y rápida sin siquiera notar su presencia, se sonrojó fuertemente cuando vio cómo se comenzaba a desvestir de forma lenta y sensual quitando una por una las prendas que cubrían su blanca piel para quedar sólo en interiores.

—Al fin este maldito día ha terminado— pronunció caminando hacia la ventana estirándose mostrando su musculatura—pero ¿Qué…?—se sobresaltó cuando dio la vuelta encontrándose con la enorme figura del capitán quién lo observaba con los brazos cruzados—Hasgard ¿Qué diablos haces aquí?—susurró sin salir de su sorpresa sintiendo de pronto el cuerpo del capitán sobre el suyo, mientras le sostenía sus manos por sobre su cabeza.

—Mi paciencia se ha agotado Aspros—susurró acercando su rostro al oído del otro quién apretó su gesto sonrojado al sentir la tibia respiración—necesito más que una simple danza para sentirme satisfecho de ti—dio una larga lamida por toda su extensión mientras su mano acariciaba el desnudo pecho del otro quién soltó un leve gemido.

—Vete—pidió tratando de sonar lo más convincente posible, pues la cercanía del capitán no sólo lo ponía ansioso  sino sumamente nervioso, sabía siempre donde tocar para provocar sensaciones que le hiciesen perder su raciocinio.

—De verdad ¿quieres que me vaya?—pregunto dando cortos besos en su blanco cuello sonriendo al escuchar un gemido más fuertes, subió de su cuello a sus labios dándole un beso anhelante y cariñoso mientras sus manos liberaban las del peliazul quién al instante dirigió sus manos hacia los fuertes hombros del capitán apretándolos señal para que el gesto se profundizara, se separaron jadeantes por la falta de aire lo abrazo juntando no sólo sus estómagos sino también sus caderas—dímelo, dímelo y me iré—solicito volviéndolo a besar, introdujo su lengua en la tibia cavidad del más joven para invitando a su compañera a realizar  movimientos lentos, acariciándose la una a la otra como sus dueños lo estaban haciendo.

No hubo respuesta, se separó perdiéndose en esas profundas y hermosas orbes esmeralda que lo habían cautivado desde aquella vez en que salvo su vida, sonrió con cariño acomodándose para darle paso entre sus blancas piernas.

—Quédate—pidió en un tono que sorprendió un poco al capitán pues parecía suplicarle—por favor, no te vayas—tomó su rostro entre sus manos besándolo con lentitud y cariño.

Ese simple gesto le sirvió al capitán para poder entender la profunda soledad que en ese momento tenía y sentía Aspros, cuanto le dolía al más joven el no poder estar juntos, de poder gritar cuanto se amaban, sin tapujos, ni apariencias, esos mismo sentimientos que también lo atormentaban, pero ahí estaban ahora, juntos, como debía ser, sin romper el beso su mano derecha acariciaba toda la extensión de su muslo, abandonó sus labios para recorrer su cuello una vez más esta vez dejando leves marcas sobre su blanca piel comenzando un lento descenso por su pecho, lamiendo sensual y lentamente los pezones del muchacho que daba suaves gemidos ante tales caricias.

—Ah…Asgard…—gimió paseando sus manos por los hombros y parte de la morena espalda del capitán, quién ahora lamía la circular forma de su ombligo para introducir su lengua en su interior. Dio un respingo cuando sintió como la mano del otro tomaba de forma suave su miembro que se había puesto sumamente sensible y que ahora terminaba de despertar.

—Aspros—susurró descendiendo por su vientre plano lamiendo lento la superficie llegando al fin a su objetivo final, la ya sensible entrepierna de Aspros.

El peliazul dio un respingo apretando fuertemente las sábanas al sentir como algo húmedo se cernía en su miembro, bajo su vista para toparse con una mata de cabello blancos que se movía de arriba hacia abajo de forma tortuosamente lenta. Estiro su mano hacia ese peculiar cabello tomando uno de los largos mechones enredándolo en sus dedos.

—Hasgard…espera…—pidió poniendo su otra mano sobre la cabeza del capitán quién no tenía la más mínima intención de separarse de aquel suculento manjar—sino te…detienes—apretó sus ojos con fuerza mientras los dedos de sus pies se apretaban al igual que sus muslos que quisieron cerrarse sobre la cabeza de su atacante quién los sostenía marcándolos con sus dedos para incrementar la velocidad de aquella exquisita felación—maldición…yo ya…—no pudo terminar la frase, dio un tirón en los blancos cabellos del capitán terminando en la boca del otro quién recibió gustoso la esencia de su amado que respiraba agitadamente mientras cubría su rostro con antebrazo.

—Delicioso…—susurró limpiando la comisura de sus labios para no perder ni una gota del gemelo que quitó su antebrazo observándolo con respiración agitada.

Lo veía de forma deseosa, se lamió los labios de forma lasciva cuando sus ojos recorrieron ese cuerpo frente a él, ese gran y trabajado torso, firmes piernas, fuertes brazos, ancha espalda, pero sobre todo ese enorme miembro que lo enloquecía cada vez que estaba dentro suyo, quería más, esa felación no había sido suficiente, quería más, mucho más, necesitaba sentirlo moviéndose en su interior de esa forma fuerte, placentera y tierna, esa alocada mezcla que sólo Hasgard le hacía sentir cada vez que hacían el amor.

—¿Qué pasa?—preguntó cuando vio que el capitán se levantaba de la cama dirigiéndose rápidamente hacia la puerta—¿Creí que querías quedarte conmigo esta noche?—preguntó algo desconcertado y deseoso.

—Tengo que irme—anunció al otro que se puso de pie para dirigirse hacia él quedando a sus espaldas buscando una explicación—te deseo demasiado, tanto que si me quedo no podre detenerme—fue volteado con fuerza y antes de poder decir algo los deseosos labios del Colonomos volvieron a tomar los suyos mientras las ágiles y pequeñas manos prácticamente le arrancaban el saco de su uniforme.

—Eres un completo idiota si crees que voy a permitir que te vayas—ahora fueron los botones de su camisa los que quedaron tendidos sobre alguna parte de su habitación al ser abierta de forma tosca y desesperada descubriendo su fornido y trabajado pecho que era un completo deleite a la vista del peliazul—yo también te deseo demasiado…—clavó su rostro en el pecho del mismo tomando entre sus labios uno de los pezones del moreno quién apretó sus ojos ante tal gesto—no te irás…—sus manos bajaron a su cinturón y botón de sus pantalones desabrochándolos para que estos cayeran dejando libre la anhelante erección del capitán para comenzar a  estimularla con su mano.

—Aspros—suplicó jadeando ante las caricias del más joven quién aumentaba la velocidad de los movimientos conforme los segundos pasaban—no me provoques—puso sus manos sobre los firmes glúteos del otro apretándolos con deseo para enseguida unir sus labios.

Aspros se dejo guiar por el peliblanco quién lo sentó en la cama, separaban sus labios por segundos para tomar aire que se robaban el uno al otro. El capitán pudo sentir como el peliazul descendía sobre su cuerpo, besando y lamiendo los mismos rincones que él.

—¡Aspros!—exclamó al sentir la cálida boca del más chico sobre su miembro despierto, le tomó con suavidad la cabeza enredando sus dedos entre las hebras azules que tanto le gustaban imponiendo un ritmo más lento y placentero.

Sentía ya el cosquilleo en su vientre mismo que anunciaba el pronto orgasmo, separó la cabeza del otro con suavidad para recostarlo de nuevo en la mullida cama y acomodarse suavemente contra él para volver a besarlo, mientras colaba dos dedos entre los labios que se movían provocando eróticos sonidos, los separó cuando ya estaba cubiertos de la saliva de ambos.

Hasgard descendía su mano hasta la cadera del otro moviendo sus dedos sinuosamente para colarse entre los suaves glúteos del otro haciéndose de su pequeña entrada, los dedos del más joven se hundieron en la fornida espalda del moreno cuando ingreso el primer dedo moviéndolo en círculos para ingresar un segundo y posteriormente un tercero dilatándolo para lo que ocurriría muy pronto.

—Hasgard…quiero sentirte…—pidió moviendo sus caderas sobre los dedos del otro que se movían sinuosos en su interior buscando que llegasen más lejos.

—como desees…—jadeo sacando sus dedos escuchando un largo gemido por parte del otro—Aspros…—colocó su excitado miembro en la ya húmeda entrada del más joven introduciendo con suma lentitud la punta deteniéndose al instante al ver como un par de lágrimas salían de los bellos ojos del Colonomos.

—¿Por qué te detienes?—preguntó deseoso y molesto al peliblanco quién pese a su gran excitación lo veía con preocupación.

—Estoy lastimándote y sabes que es lo que más odio—dijo moviendo su caderas hacia atrás tratando de salir del interior del otro quién lo detuvo sujetando el muslo derecho del peliblanco.

—No te atrevas… a detenerte… Hasgard…—se sujetó de ambos muslos para impulsar su cadera haciendo que al fin entrará por completo escuchando el placentero gemido del otro.

—Ah…tan estrecho—susurró inmóvil—Aspros…yo…—.

—Sólo déjame acostumbrarme—pidió con su respiración agitada ante la invasión del imponente miembro de su amado capitán.

Quería moverse, poseer por completo el masculino cuerpo bajo el suyo, las paredes internas de Aspros apretaban su miembro de una forma deliciosa y excitante, estaba haciendo uso de todo su autocontrol para no embestirlo con fuerza pues sabía que su tamaño podría lacerar el delicado interior del Colonomos.

Pasó sus brazos bajo la espalda abrazándolo, se sentía pleno y tan feliz de tenerlo así entre sus brazos, unidos no solamente en cuerpo sino también en alma, si lo admitía, ese joven tenía prendada su alma, su razón, su existencia. Colocó su cabeza sobre el lado izquierdo de su pecho para poder escuchar el acelerado latir de su corazón, separándose para poder besar la sudorosa frente para mirarlo a los ojos sonriéndole, gesto que para su deleite y felicidad fue correspondido por el otro, muy pocas veces el peliazul sonreía de esa forma tan sincera y lo mejor era que él era el único y feliz receptor de esas mismas que le habían confirmado que también lo amaba. Sintió las manos del otro tomar sus mejillas para unir sus labios una vez más en un beso cálido, tierno, dulce, sin demandas ni presiones de por medio, un beso que sólo aquellos que entregaban todo podían darse.

Quitó algunos de esos mechones blancos que se habían adherido a la frente del otro por la delgada capa de sudor que la perlaba, tomó las mejillas con sus manos uniendo sus labios en un húmedo y demandante beso.

Movió un poco su cadera comprobando que ya no había dolor, estaba listo para darle paso al gran placer que siempre le hacia sentir cuando unían sus cuerpos en la danza pasional que significaba hacer el amor. El capitán entendió su mensaje, lo recostó suavemente para después tomarlo de sus tobillos abriendo más sus blancas piernas iniciando con un lento y profundo vaivén en el interior de Aspros, saliendo casi por completo para después entrar con una estocada firme.

—Ah...ah…ah…—gemía suave ante el profundo y ya rápido ritmo del moreno, el movimiento de ese miembro grueso y largo en su interior le regalaba sensaciones infinitamente placenteras, sus caderas eran golpeadas con fuerza por las del otro, el sonido que provocaban esos choques lo hacían excitarse al por mayor.

—ah…ah…delicioso…—gemía el peliblanco sin dejar de embestir a su amado gemelo, soltó los tobillos que ya estaban marcados por sus dedos para colocar su mano derecha sobre el muslo izquierdo y la otra sobre la pantorrilla ladeando las caderas para así poder propinarle certeras, rápidas y firmes estocadas.

 —¡Hasgard…por dios…!—gritaba de auténtico placer Aspros apretando el muslo derecho del capitán con fuerza sintiendo como llegaba en lo más profundo de su ser gracias a esa posición, colocó sus manos sobre su boca para callar sus gritos cuando el moreno comenzó con una vaivén descontrolado y fuerte tanto que sus caderas se separaban del mullido colchón.

—¡Aspros!—gritó dando una profunda y fuerte embestida vaciándose en el interior del gemelo quién dio un gemido terminando abundantemente, manchando su abdomen, pecho y un poco su rostro—ah…te…amo…—jadeo satisfecho agachando su rostro para lamer los rastros de semen que yacían en el rostro del otro para después juntar sus labios en un fogoso y lujurioso beso, tomó con suavidad la cintura del más joven con la intención de salir de su interior.

—no…—lo detuvo acomodando su cadera para abrazar con sus piernas la pelvis del otro evitando que este saliera—acaso ya ¿Haz tenido suficiente de mí?—preguntó con fingido tono triste moviendo su cadera en círculos para incitar al capitán.

—nunca…—comenzó a embestir una vez más al gemelo—nunca…tendré suficiente de ti…—.

—¡Hasgard, más…más…!—exigió deslizando su mano hacia la nalga derecha del capitán estrujándola con fuerza para después hacerlo con su muslo, quería más, mucho más, en un arrebato de pasión aplico la fuerza suficiente sobre el pecho del peliblanco haciendo que la espalda de este quedará recostada sobre el colchón—mucho…mejor…—gimió comenzando un movimiento circular de caderas para después cambiarlo por un rápido movimiento de arriba hacia abajo, cerró fuertemente sus ojos al sentir como el miembro del capitán golpeaba su próstata.

Hasgard apretaba las blancas caderas del gemelo marcándolas con sus dedos, el placer que le brindaban sus movimientos era increíble, movió sus manos hacia los firmes glúteos del joven abriéndolos para llegar tan profundo como el cuerpo sobre él se lo permitiera, Aspros apoyaba sus manos sobre el moreno pecho dándose el impulso necesario para que pudiese llegar más profundo, levantando su cadera casi sacándolo por completo para después dejarse caer fuertemente arrancándole intensos gemidos de placer al capitán.

—Ah…eres…hermoso…—la visión que Aspros le regalaba era un festín celestial, verlo ahí sobre sus caderas marcando el ritmo de la penetración lo encendía más, movió su mano hacia uno de los largos mechones de cabello azul que acariciaban el pecho de forma lasciva apartándolo para poder estimular los sensibles pezones del joven Colonomos.

Se sentó con el peliazul sobre sus piernas, al verse en aquella posición Aspros se apoyó en las fuertes rodillas del capitán sin dejar de moverse, agradecía su gran tamaño pues lo que menos le preocuparía sería el caer, se  movía de atrás hacia delante aumentando sus movimientos conforme los segundos pasaban gracias a la lubricación que el peliblanco había dejado en su interior, Hasgard lo sostenía de las caderas marcándolas con sus dedos moviéndolas firmemente sobre su miembro haciendo que estas emitieran un excitante sonido al chocar llegando más profundo en el interior de ese joven que lo tenía completamente prendado.

Lo volvió a recostar tomando las rodillas del gemelo para abrir más las blancas piernas embistiéndolo rápido y de forma descontrolada, el peliazul levantó sus manos para poder sostenerse de la cabecera de la cama sin dejar de gemir ante la fuerza aplicada por el mayor que golpeaba su próstata sin cesar.

—¡Hasgard…yo…ya…!—no podía articular palabras congruentes, el placer era muy grande e inmenso, el capitán soltó sus rodillas dejando que bajará sus piernas para poder enredarlas en las morenas, mientras baja sus brazos de nuevo para abrazar la fornida y trabajada espalda enterrando sus uñas dejando sus marcas.

—Juntos…—jadeo apretando su gesto con enorme placer, descendió su rostro al pecho del otro lamiendo y acariciando los pezones ya despiertos sin dejar de moverse en el interior caliente del más joven.

Aspros gemía en el oído del peliblanco para morder con fuerza el hombro cuando este le dio una par de embestidas más terminando por segunda vez entre sus vientres al sentir como su interior era llenado por esa cálida esencia. Hasgard trataba de regularizar su agitada respiración mientras le regalaba un par de apasionados y húmedos besos al más joven quién los recibía con gran gusto, salió con delicadeza de su interior provocando que el otro gimiera suavemente ante tal acción para abrazar con cariño el cuerpo del otro juntando sus pieles aún calientes.

—Se vino mucho en mi interior capitán—le susurró Aspros sintiendo como parte de aquel encuentro salía abundantemente de su interior para deslizarse por sus blancos muslos.

—Es lo que provoca en mí joven Aspros—respondió sonrojado, el gemelo sonrió ante esa reacción, nunca lo diría pero amaba esa forma que su capitán adoptaba después de hacer el amor, tímida, levantó su rostro para darle un suave y cariñoso beso acomodándose entre sus brazos durmiéndose casi al instante.

*******************************FIN ASGARD FLACH BACK*******************************

Sin separar el cálido cuerpo de Aspros de sus brazos estiró su mano hacia el buró para tomar el reloj de bolsillo color dorado que pertenecía al más joven, sonrió al abrirlo pues en la tapa del mismo tenía labrada 05/03/1936 la fecha en la que se lo obsequió para después declararle su amor. Faltaban 10 minutos para las 5 de la mañana, sólo le quedaba una hora para poder descansar, aprovecharía esos pocos minutos a lado de su amado peliazul, estiró su brazo para cubrir a ambos con los gruesos cobertores pues se podía sentir el fuerte frío que traería el sereno consigo.

—Te amo—beso su frente—tanto, ya no concibo mi mundo sin ti—miraba con ilusión el relajado rostro de Aspros mientras lo delineaba suavemente—¿Te cuento un secreto mi amor?—le susurró como si pudiese escucharlo estrechándolo más entre sus fuertes brazos—Te he soñado más de una vez con una bella pancita de embarazo—río ante el chusco comentario—te imaginas a un hermoso bebé, fruto de nuestro amor, sería el hombre más feliz de la tierra, aunque aún sin eso la felicidad de poder estar a tu lado para mí es infinita como el mismo universo—.

Beso una vez más suaves labios de Aspros durmiéndose casi al instante ante la tranquilidad y calidez que ese cuerpo le regalaba, pero algo que ambos desconocían, es que ese encuentro estaba generando consigo una sorpresiva y hermosa consecuencia.

Noroeste de Londres, 3 kilometros del puerto de Poole, 3:45 a.m.

Manigoldo, Kardia y Shion ya estaban lejos de la mansión Colonomos, el paisaje por el que pasaban pese a estar industrializado les brindaba un ambiente de tranquilidad, los caballos trotaban pues estaban a pocos minutos del puerto donde estaba el búngalo en el que los De Santis se hospedaban, era un lugar sencillo pues su ubicación debía pasar desapercibida para poder llevar a cabo sus planes.

—Así que también te rechazaron esta noche—dijo en tono burlón Manigoldo a su amigo quién reía divertido.

—Por el momento, pero sé muy bien ese francesito terminará aceptando juntar nuestra herencia—dijo altanero lanzando un beso al estrellado cielo.

—¿Cómo pudiste darte cuenta de que ese francés puede?—preguntó sonriéndole burlón.

—Sencillo—movió sus manos dibujando la forma de unas caderas.

—Jajajajajaja eres un idiota—.

Conversaban entre ellos cuando Manigoldo sintió como el agarre de su primo se aflojaba de pronto soltándolo, alcanzó a sostenerlo antes de que cayera.

—¡Shion ten cuidado idiota!—lo regaño deteniéndose totalmente.

—Lo siento Manigoldo—respondió tallando su ojo derecho con cansancio—es que ya tengo mucho sueño—bostezó.

—Ay no tienes remedio—prácticamente lo cargo para ponerlo frente a él—si algo te pasa mi tío me matara, te avisaré cuando lleguemos—.

Shion sonrió levemente y se acomodó sobre el firme pecho de su primo durmiéndose casi al instante a lo que el pelicorto sonrió, por más maduro que quisiese aparentar ser el rubio seguía siendo un niño. Una vez que estuvo seguro de que su primo no caería ambos muchachos continuaron su camino.

—Me sorprenden esos gestos, tomando en cuenta que casi matas a Zaphiri frente a Shion—lo miró de forma seria—se suponía que todo el tema de Ruse ya estaba controlado Manigoldo—.

—Se suponía—susurró.

—Y así debió haber sido pendejo—le dio una golpe en el hombro—estabas tan fuera de sí que ni mis hombres y yo podíamos quitártelo, sino hubiese sido por él—señaló al rubio quién clavaba su rostro en el cuello de su primo acomodándose mejor—de verdad lo hubieras matado.

El pelicorto agachó su mirada con semblante arrepentido, observó un momento a su primo quién dormía apoyando su delicado rostro en la curva de su cuello respirando de forma tranquila, sonrió besando su frente con afecto, le agradecía el haberlo hecho entrar en razón, sino hubiese sido por sus cálidos y pequeños brazos que lo habían abrazado rogando que se detuviera, habría sido testigo de la sangrienta muerte de una persona y eso es lo que menos quería que alguien tan inocente como Shion presenciara a su corta edad, nunca se hubiese perdonado si eso hubiese formado parte de los recuerdos del más joven.

—¡Manigoldo!—

—Ya lo sé, lo sé, pero… —vio hacia las estrellas con tristeza—cuando pronunció su nombre, oírlo de la boca de ese maldito fue…—explicaba apretando con fuerza las riendas con su mano libre provocando que su herida se abriese de nuevo haciendo que su gesto de contrajera por el dolor.

—Vez ese es tu problema, con sólo escuchar su nombre te pones así—señaló la mano del otro—se lo que fue para ti—puso su mano sobre el hombro de su amigo de forma nostálgica—estuve ahí el día en que todo paso, sé muy bien que la única forma en la que Ruse pero sobretodo tú podrán descansar es cuando el maldito de Zaphiri caiga, pero sino aprendes a controlarte nos pondrás en peligro a  todos los que estamos involucrados en el plan que se llevará a cabo y eso incluye a Shion, este plan debe ser llevado a cabo con la cabeza fría Manigoldo, deja los sentimentalismos para después—.

—No necesitas decírmelo idiota, créeme que no volverá a pasar menos ahora que al fin pude encontrarlo de nuevo—volvió a poner su mano en su pecho sacando de entre su pañoleta un hermoso dije de plata con la forma de una rosa y con un bello diamante color azul celeste sobre los pétalos de la misma, la observó con algo de nostalgia—pagará por todo lo juro—apretó el dije decidido—oye y cambiando de tema, me quieres decir ¿Cómo demonios es que conoces al capitán de la guardia personal de ese maldito?—preguntó curioso.

—Jajajaja aunque no lo creas el capitán Asgard es un hombre respetado tanto entre los militares como en los marinos, no sólo su imponente tamaño sino su férrea personalidad ha evitado que sucedieran fuertes conflictos entre bandos tan diferentes, ese hombre se ha ganado todo mi respeto—.

—Debió haber hecho algo muy bueno porque escuchar la palabra respeto de tu boca es un milagro—.

—Así es imbécil, le debo mucho, fue por él que pude convertirme en almirante—.

***********************************KARDIA FLASHBACK*********************************

16 de Enero 1842, Puerto de Poole.

Estaba sentado en el pequeño puente de madera de aquel muelle, observaba con tristeza las imponentes olas que rompían en el faro del puerto, chasqueo la lengua y arrugo un papel arrojándolo al agua que se deshizo desapareciendo en el fondo.

—Capitán Kardia—susurró Isaac llegando con los demás marinos que lo observaban con pesar.

—Les dije que se fueran—respondió secamente—ya va siendo tiempo de que busquen una mejor tripulación a la cuál pertenecer—.

—capitán…nosotros queremos estar con usted sin importar su título—dijo firme el marino.

—¡Que se larguen, maldición!—exclamó azotando sus puños en el puente con gran fuerza y frustración—¡no tiene sentido que sigan conmigo, ¿Qué no pueden entender que si se quedan no serán más que simples marinos?!—los chicos agacharon su cabeza con resignación, todos voltearon al mismo tiempo cuando escucharon unos fuertes pasos acercarse.

—No debería hablarle así a su tripulación capitán Kardia—.

—¿Qué demonios quiere aquí capitán Asgard?—preguntó molesto a lo que el peliblanco suspiró e hizo una señal con su mano los marineros asintieron yéndose del lugar, se sentó a lado del peliazul quién volteo su rostro, no quería que nadie viera su rostro triste y lleno de decepción.

—Tu solicitud fue rechazada de nuevo—miró de reojo al joven quién asintió levemente—fue Collingwood ¿verdad?—

—Supongo que ya no puedo hacer más, hasta aquí es a donde puedo llegar—sonrió con dolor—hasta donde él me permite continuar—.

—¿Qué edad tienes Kardia?—preguntó de pronto.

—¿Para qué o por qué quieres saberlo?—

—¡Dímelo!—ordenó

—20

—¿No crees que eres muy joven como para creer que todo esta perdido?—preguntó sonriente.

—Ja con una condición como la mía no puede decir eso—respondió mientras ponía su mano derecha sobre el lado izquierdo de su pecho—el mejor tratamiento es estar cerca del mar, pero, es una cruel ironía el no poder surcarlo porque pondrá en riesgo mi vida y de poner en peligro cualquier misión ya sea militar o comercial, bueno esos fueron los fundamentos escritos en ese estúpido papel, creo que mi destino es dedicarme solamente a llevar y traer cargamentos de poco valor para no causar grandes pérdidas—.

—Ja no pensé que alguien que se caracteriza por llevarse al límite sin preocupaciones para cumplir con su misión se desanime por una nimiedad como esa, entonces—se puso de pie sacudiendo su uniforme—no tiene sentido seguir hablando con alguien que sólo es un timo, una vil mentira—se dio la vuelta dándole la espalda—parece que son ciertos los fundamentos que el almirante Zaphiri dice de ti—el más joven frunció el ceño con furia poniéndose también de pie—con esa discapacidad que tienes no sirves para ser parte de la Marina Real Británica—.

—¡Maldito!—exclamó molesto propinándole un fuerte golpe en la mejilla al moreno quién ladeo su rostro.

—eso es todo ¿te sientes mejor?—respondió observándolo de reojo mientras el peliazul separaba su puño de su mejilla con una expresión de asombro pues sólo había logrado lastimar el labio del capitán el cual sangraba levemente—entonces—lo tomó del cuello y azotó su espalda en la madera del puente.

—¡Capitán!—exclamaron Io e Isaac con la firme intención de ayudarlo pero fueron detenidos por el brazo de Baian quien al igual que Khrisna se limitaban a observar.

—Quita esa miserable imagen que no te va—lo levantó por el cuello—míralos Kardia—el más joven enfocó su vista hacia sus marinos quiénes mostraban expresiones de preocupación y furia hacia el peliblanco—han dejado que los guíes porque les has demostrado más de una vez que toda regla y condición cuando se trata de hacer lo que amas, buscarás una laguna, un hueco para saltártela y continuar—.

Kardia agachó la cabeza dejando que su flequillo cubriera la mitad de su rostro al escuchar el grito de sus marinos que vitoreaban su nombre y la frase “lo seguiremos siempre”, Asgard sonrió, puso al peliazul sobre el puente para después poner su mano sobre la cabeza del muchacho revolviendo un poco sus cabellos.

—Ahora que todo esta claro debo irme—camino hacia final del puente donde se encontraba atado un caballo color negro, tomó los riendas para que se voltease hacia la derecha—te veré en cuatro meses para la solicitud de promoción—las golpeo alejándose del lugar a todo galope.

—¡Capitán, capitán!—exclamaron corriendo hacia Kardia quién aún se mantenía de espalda observando hacia donde se había ido el peliblanco.

—Estoy bien muchachos—volteo sonriente—bien prepárense para zarpar tenemos un cargamento que transportar—.

—¡Si señor!—hicieron el saludo militar dieron la vuelta corriendo hacia el barco.

25 de Mayo de 1842.

Esperaba sentado en un elegante sillón de cuero negro que se hallaba frente a un amplio escritorio color caoba, dirigió su vista hacia una puerta aledaña al mismo la cuál se abría dando paso a un bella chica de cabello negro hasta la cadera que estaba atado en una coleta alta, estrecha cintura y prominente pecho, piel morena y atrayentes ojos cafés.

—Lamento la tardanza capitán—se disculpo la chica que vestía un bonito conjunto color azul marino entregándole un sobre blanco con el sello real en el centro del mismo.

—No te preocupes Calvera, vale la pena cuando son buenas noticias, además debo agradecerte el que hayas intercedido para que yo se lo entregue—.

—Ay capitán sabe que haría lo que fuera por usted, además ese idiota ya debía retomar el buena camino—dijo haciendo que el peliblanco soltará una carcajada ante el comentario de la chica.

—Eso es lo mejor de todo esto—camino hacia la salida.

—Felicítelo de mi parte por favor—.

—Así será, hasta luego—se despidió saliendo de la oficina, caminaba por los largos pasillos de ese lugar sonriendo mientras veía el sobre—al fin, lo lograste—susurró saliendo del palacio de Buckingam.

Caminaba sobre el amplio corredor que daba hacia la elegante salida del lugar, se preguntaba la cara que pondría, había buscado tanto esa oportunidad que ahora le brindaban, estaba tranquilo, sabía muy bien que llevaría a cabo su rango con honor, sonreía al pensarlo.

—¡Capitán, capitán!—

Levantó su vista al escuchar el estridente grito de uno de sus cadetes quién se acercaba corriendo hacia él de forma agitada y algo asustada.

—Tranquilo William—le pidió al joven de cabellos rojos.

—Debe venir rápido al puerto—pidió en un tono suplicante

—¿Qué ocurre?—preguntó serio al ver la exaltación con la que el muchacho llegaba.

—Una riña entre los marinos se ha salido de control, no sabemos cómo detener esto capitán—.

Guardó la carta en el bolsillo interior de su saco, corrió hacia su caballo que estaba amarrado cerca del palacio, monto rápidamente seguido de cerca por el pelirrojo, golpeó las riendas dirigiéndose a todo galope hacia el puerto.

—¡Capitán!—exclamó un chico de largos cabellos grises haciendo que los demás volteasen soltando un suspiro aliviado al verlo llegar.

—¿Cuál es la situación yue?—preguntó desmontando mientras caminada rápidamente hacia la escalera que permitía el acceso al interior del barco siendo seguido por el joven.

—Es una riña entre el almirante Zaphiri Collingwood y el capitán Kardia Megalos, algunos pescadores atestiguan que el primero en iniciar la agresión fue el almirante pero no hemos podido accesar para comprobar la misma—explicó algo nervioso.

—Maldición—susurró corriendo adentrándose al enorme barco seguido por los cadetes que al tenerlo cerca se armaron de valor accesando al fin atestiguando la trifulca que su cadete le había informado.

—jajajajaja esto es tan divertido—exclamó Caronte quién enfrentaba a Krishna que ya respiraba de forma agitada—no cabe duda que siempre habrá diferencias entre la tripulación de un almirante y un simple capitán—mencionó propinando un fuerte golpe con un enorme remo plateado que derribo al moreno cuando su muñeca cedió ante la presión del mismo pues había sido dislocada—Son unos principiantes—.

—¡Krishna!— exclamó Io al ver como su compañero se sujetaba su muñeca con dolor quedando inmóvil.

—¡Iidiota!—exclamó Zeros apareciendo frente al pelirrosa en un instante—no deberías distraerte de esa forma—le propino un golpe en el estómago tan fuerte que lo hizo escupir algo de sangre cayendo arrodillado frente a él al borde de la inconciencia para enseguida patearlo en el pecho y arrojarlo cerca de Krishna.

Caronte caminó con una divertida sonrisa hacia los muchachos derribados girando su enorme remo con gran agilidad, el marino levantó su arma tan alto como sus brazos se lo permitieron, los tenso al máximo para dejarla caer sobre los muchachos quiénes al verse totalmente indefensos cerraron sus ojos esperando el mortal golpe. Abrió despacio sus ojos al no sentir el ataque.

—Capitán…Hasgard…—susurró sorprendido al distinguir la imponente figura del peliblanco quién ahora estaba frente a ellos sujetando el enorme remo de Caronte.

—*increíble, pudo detener mi ataque con una sola mano*—pensó sorprendido al ver como el otro había detenido su ataque con una sola mano—Maldito suelta—trataba de quitárselo.

—Pero ¿Quién demonios te crees que eres?—exclamó Zeros lanzándose contra el peliblanco.

—Los idiotas como tú siempre son los primeros en morir—dijo ahora Raimy lanzándose también contra el capitán que estaba de espaldas a ellos.

Hasgard frunció el ceño ante ese ataque tan cobarde por parte de los marinos, en un rápido movimiento dio un fuerte tirón al enorme remo tomando a Caronte arrebatándoselo tomando rápidamente con su mano izquierda la derecha del otro y con una gran fuerza en un ágil movimiento giro su cuerpo estrellando el cuerpo del marino contra el de los otros dos, cayendo de forma estrepitosa sobre la fría madera de la cubierta.

—Increíble—susurró Io al ser testigo del despliegue de fuerza de ese hombre, terminando así el conflicto.

—Maldito—susurró Zeros apuntándolo con su revolver que cayó al suelo de forma inmediata, una gruesa gota de sudor resbaló por su sien debido al terror que sentía, movió los ojos a su diestra observando el enorme remo clavado muy cerca de su rostro.

—Custódienlos—ordeno a los cadetes quiénes apuntaron a los tres hombres mientras otros amarraban sus manos inmovilizándolos—estén alertas, regreso en un momento—les dijo dirigiéndose hacia donde se hallaba la cabina del capitán.

Entró viendo como Zaphiri, kardia, Baian y Kasa luchaban el uno contra el otro con fuerza, ninguno tenía la intención de detenerse y eso pudo verlo por las heridas presentes en los cuerpos de los cuatro hombres de los cuáles Kardia y Baian las presentaban más graves. Volvieron a lanzarse con sus espadas en alto, desenfundó un par de revólveres y gatillo, con tal puntería que golpeo las hojas de las espadas de Baian y Kasa arrebatándoselas toscamente de las manos, para después en un increíble y rápido movimiento desenfundar su espada y golpear ahora las del almirante y el capitán también arrancándoselas de las manos.

—¡¿Qué demonios están haciendo?!—exclamó fuera de sí captando completamente toda la atención de los presentes quiénes habían detenido su rencilla—¡son militares maldita sea, compórtense como tal!—.

—Capitán Hasgard—susurró Kardia sorprendido ante la habilidad del otro tranquilizándose al instante.

—Ustedes saben muy bien que sin importar el motivo, las peleas entre la milicia de cualquier tipo están prohibidas—.

—Baian—llamó a su marinero quién asintió alejándose de su enemigo y colocarse a su diestra.

—Eso deberías decírselo a ese idiota discapacitado—se defendió Zaphiri—él fue quién inicio todo esto—.

—¿Qué dijiste?—exclamó furioso arrojándose de nuevo a lo que el Hasgard lo tomó del hombro derribándolo y golpeando su espalda fuertemente contra el suelo.

—¿Lo ve? Usted mismo lo acaba de atestiguar—señaló al aturdido peliazul—por lo tanto yo en mi título de almirante solicito la expulsión del capitán Kardia Megalos de la Marina Real Británica por sus actos de provocación—exigió.

—Esta bien almirante Zaphiri—respondió tranquilo al pelinegro quién sonreía ante el triste rostro de Kardia al escucharlo.

—Aceptaría su solicitud si pero me temo que no puedo llevarla a cabo—ambos hombres lo observaron sin entender.

—¿Qué quiere decir? Usted es el capitán de la guardia personal de su majestad, asignado por la mismísima reina para custodiar a una de las familias más poderosas e influyentes de toda Gran Bretaña, claro que tiene la autoridad para llevar a cabo la petición y expulsar a este hombre—lo señaló observándolo de forma despectiva.

—Se lo repito si tan solo hubiera algún capitán presente dicha petición sería llevada a cabo sin problema—caminó hacia el peliazul que lo observaba atónito entregándole el sobre—no sé a que capitán se refiere pues yo sólo veo a dos almirantes—.

—Esto es…—lo tomó con manos temblorosas.

—Lo saludo con honor y respeto—hizo el saludo militar—almirante de flota Kardia Megalos—le sonrió al mas joven quién lo respondió sonriéndole.

—No permitiré que un discapacitado como tú surque los mares—desenfundo su revolver apuntando al otro quién movió su mano hacia la funda del suyo para responder la agresión.

Hasgard sintió una profunda furia contra a Zaphiri, en un rápido movimiento quedó debajo del pelinegro quién no tuvo tiempo de reaccionar al sentir las dos manos sobre su pecho golpeándolo con gran fuerza arrojándola contra una mesa cercana destruyéndola—¡¿Qué demonios hace capitán?!—exclamó sosteniéndose su lacerado torso—¿Cómo puede siquiera aceptarlo?! Hacerlo sólo deshonra a la Marina con su condición—.

—Silencio almirante Zaphiri, le exijo se dirija con respeto hacia el almirante Kardia de lo contrario lo denunciaré por actos de provocación—advirtió.

Apretó los puños con frustración, estaba furioso, veía con odio a ambos hombres quiénes no cedían ante su mirada.

—Ambos me las pagarán, lo juro—prometió saliendo junto con su tripulación del barco.

El conflicto al fin había terminado, las actividades estaban volviendo a la normalidad, había ordenado a sus marinos que atendieran sus heridas de inmediato quedándose sólo con el capitán.

—Almirante de flota—susurró aun sin creérsela y sosteniendo el sobre que le habían entregado momentos antes—¡al fin, al fin!—exclamó feliz a lo que su tripulación y algunos marinos aplaudieron contentos.

—Almirante Kardia—lo llamó el capitán con una sonrisa orgullosa—bien hecho—dijo colocando su gran mano sobre su cabeza revolviendo los azulados cabellos del mas joven.

**********************************FIN KARDIA FLASH BACK*****************************

—Y así fue que me hice almirante, la verdad es que le debo mucho a ese grandulón—

—Pues a pesar de que poseer una opinión privilegiada por así decirlo, no la tiene nada fácil, mira que enamorarse de uno de los herederos y peor aún, comprometido con el francés que te gusta—dijo riendo ante la expresión molesta de su amigo.

—ni que lo diga idiota, pero…—

—No me rendiré hasta hacerlo mío—lo imitó.

—Jajajaja pendejo—río golpeando el hombro del otro.

—¡Almirante, almirante!—lo llamó llegando Isaac.

—¿Qué sucede?—preguntó desconcertado a su marino cuando llego a todo galope.

—El primer cargamento de enfermos ya esta cerca de la costa—anunció ante la mirada sorprendida de los otros.

—¿Cuántos hay?—

—Según la última carta de nuestro informante hay 25 y bastante graves—.

—Dile a los hombres que se preparen para interceptarlo—.

—Nos ofende almirante—sonrió altanero a kardia quién alzo la ceja ante la curiosa actitud de su marino—sólo estamos esperándolo para zarpar—.

—¿Qué distancia y a cuánto tiempo?—

—2 horas señor y  5 kilómetros lejos del puerto—.

—Espero hallas descansado bien Isaac pues al parecer tendremos una noche muy agitada—sonrió sin ocultar su emoción.

—Creo que aquí me despido amigo, piensa en el francés para que no te de sueño—lo bromeo.

—Y más con lo que quiero hacerle, me llena de mucha energía—dio un tirón a las riendas cambiando su dirección hacia el oeste de donde se encontraban—nos veremos mañana idiota—se alejó a todo galope del pelicorto quién se quedó un momento observando hacia donde había desaparecido su alocado amigo.

—Cuídate mucho kardia—susurró acomodando mejor a Shion se dirigió en dirección contraria a la que su amigo había tomado, debía descansar pues algo le decía que ese día sería muy agitado.

Notas finales:

Al fin!!!! Disculpen la demora mis queridos lectores, pero debido al trabajo mi tiempo es muy escaso, pero aquí tienen otro capítulo más de esta alocada historia.

Dedicado a mi querida Scarlet quién es mi principal motivación para no abandonar este fic y siempre lograr hacerme algo de tiempo para continuarlo. Gracias por tu paciencia hermosa y gracias también a los lectores.

Nos leemos pronto.


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