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"A tu lado" por itzerUchiha2

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Notas del capitulo:

Saludos estimados lectores, subiendo otro capítulo más de estab alocada historia, pronto comenzará el drama que reo que ya esta presente desde hace un par de capíutlos XD.

Esta vez conoceremos un poco del pasado del buen Hakurei.

Dedicado a mis queridas amigas y aliadas Scarlet quién me motiva a continuarlo y Vita espero te inspire un poco más. 

Bueno sin mas disfruten del capítulo.

Shion ya tenía rato de haber llegado con su padre y tío, buscó por toda la mansión al chino sin resultado por lo que decidió dar un paseo por los amplios jardines de la mansión tal vez ahí encontraría al castaño, se puso su abrigo, su boina y salió. Tomó un pequeño sendero, de pronto el viento dio un fuerte soplido volándole la boina de su cabeza haciendo que su largo cabello ondeara con fuerza, corrió tras ella pues era la favorita de su papá Avenir según le contó su padre.

En un lugar algo apartado de la mansión, Dokho entrenaba sus técnicas en el frío, debía estar bien preparado para lo que se avecinaba, Itia siempre le admiro su capacidad de moverse de un lado a otro sin que se percataran de su presencia, habilidad que bendijo en el momento en el que escucho aquella siniestra plática entre ese hombre llamado Thanatos, el señor Colonomos y el almirante Zaphiri.

*********************************DOKHO FLASH BACK***********************************

No quiso preguntar cuando vio a Dégel salió hecho una furia del lugar junto con el heredero Sweeney, sonrió divertido al imaginarse lo que pasaría en pocos momentos, pobre almirante sería el receptor de la furia de su joven amigo quién a pesar de su frágil figura tenía una gran fuerza, tal vez no era muy experimentado en las artes marciales como él que se entrenaba a diario, pero un buen par de golpes si daba, ya que Itia le había pedido que lo entrenase en lo más básico para que en cualquier momento peligroso el joven Versau se pudiera defender.

Volteo izquierda logrando ver el largo cabello de Shion pasar por aquella ventana que se dirigía hacia el jardín trasero de la mansión, conocía un atajo para poder interceptarlo y charlar con él de forma más amena, subió un par de escaleras que cruzaban frente al despacho del patriarca Colonomos cuando escuchó el sonido de un fuerte golpe sobre lo que parecía ser madera y enseguida el crujir de un cristal cuando este se impactaba en el suelo.

—¡No juegues conmigo, maldito bastardo!—

Esa era la voz alterada de Eartheart para enseguida escuchar una carcajada burlona en medio de aquel furioso grito, no acostumbraba a escuchar las conversaciones tras la puerta pero algo le decía que era de vital importancia hacerlo, que era cuestión de vida o muerte, en silencio camino recargando su cabeza sobre la gruesa madera que lo separaba de aquel conflicto.

—Será mejor que te quites la absurda idea de asesinarlo, lo quiero para mí Eartheart y pobre de ti si algo le pasa—la voz se oía tan fría y amenazante que le causo escalofrío.

—¿Es una amenaza?—soltó Eartheart fríamente—No olvides con quién estás hablando Zaphiri, te recomiendo que no juegues conmigo—

—Y yo espero que tú tampoco lo olvides—hubo en incómodo silencio entre los dos hombres—además lo que hagas con los otros me tiene sin cuidado, yo solo quiero a Hakurei y de paso su joya más preciada, su hijo—

—Que tenebroso eres, siendo sincero me tranquiliza ser tu aliado, no tienes piedad para quiénes consideras tus enemigos—

—Lo mismo digo Eartheart, no me vengas con tus aires de inocencia y sorpresa porque no te van—expresó burlón—No olvides el favor que te hice con tu padre—no bromeaba, ese era el tono de voz que los asesino a sangre fría usaban—nunca olvidaré tus carcajadas cuando te maldijo a pocos segundos de morir—

—En eso tienes razón, te la debo, el maldito estaba demasiado sano para mí gusto—

—Basta de buenos recuerdos, a lo que venimos señores no tenemos mucho tiempo—

—Thanatos—

—Almirante—se escuchó la voz de aquel hombre de largos cabellos negros—Traerán un muy importante cargamento proveniente de oriente, debido al valor de la carga necesitamos que la operación sea llevada con extremo cuidado—.

—¿Enfermos?—preguntó.

—No, niños—habló el Colonomos—todos provenientes de la aldea Yi en la provincia de  Yunnan—

—¿La aldea Yi? ¿Aún existe?—pregunto sorprendido para enseguida silbar por la sorpresa—Debo admitir que los orientales son huesos muy duros de roer, mira que yo pensé que esa aldea había sido totalmente exterminada junto con toda su población por aquel terrible fenómeno natural—

—Aunque tu tripulación fue bastante incompetente, algunos de esos mocosos se les escaparon, aunque sus efímeras existencias no valen siquiera un momento para preocuparme—

—Entonces no le veo sentido a tu reclamo porque estoy seguro que ninguno sobrevivió todos eran muy pequeños y las heridas que tenían eran graves—aunque…—soltó un suspiro—nunca voy a olvidar a ese niño que causo tanto alboroto defender a su madre incluso logro romperte un par de huesos—

Dokho abrió los ojos a sobremanera al escuchar eso, puso su mano sobre rostro mareándose fuertemente, tanto que tuvo que recargarse en la pared contigua a ese despacho mientras se sostenía la cabeza y el pecho al comenzar a sentirse asfixiado al ser su mente bombardeada por repentinos flashazos.

*—Mi pequeño tigre—pronuncio una hermosa mujer de largo cabello castaño—se muy fuerte para proteger a todos los que amas y amarás—le dedicó una luminosa sonrisa

—¡Mamá!—*

Cayó de rodillas limpiándose las lagrimas que había escurrido por sus morenas mejillas.

—No puede ser— susurró con los ojos abierto a sobremanera mientras se sostenía con fuerza la cabeza—entonces ellos eran…—

Escuchó varios pasos dirigiéndose hacia la puerta, rápidamente se escondió tras las gruesas cortinas para ver salir a los 3 hombres detallando con más ahínco el rostro del peligris, al fin se alejaron dejándolo totalmente sólo en aquel pasillo, apretó los puños acariciando un delgado brazalete plateado con un tigre labrado sobre su superficie mostrando sus filosos colmillos.

****************************************FIN FLASBACK************************************

Al fin logró alcanzar su boina que cayó a lado de un imponente árbol de ramas desnudas, la sacudió viendo hacia el frente y sonrió, al fin lo había encontrado, sus ojos escanearon su figura de manera detallada. Su ancha espalda, ese fuerte y trabajado pecho que se marcaba a través de su qipao, lo hacía verse elegante y tan masculino, sus pantalones delineaban cada músculo de sus fuertes piernas, no pudo evitar sonrojarse, más cuando lo vio moviendo su cuerpo ejecutando varios movimientos y golpes en diferentes estilos marcando aún más su ya trabajados músculos.

—¡Dohko!—

Volteo en dirección de dónde provenía esa voz que no podía olvidar y tanto le había gustado.

—¡Buen día joven Shion!— le sonrió respondiendo el saludo.

—¡Allá voy!—anunció comenzando a correr hacia el moreno que lo miro algo desconcertado.

—Pero ¡¿Qué hace?!— exclamó sorprendido al ver como el más joven daba de pronto un gran salto hacia él.

Corrió lo más rápido que pudo, alzando sus brazos logró atrapar el delgado cuerpo del otro, giro sobre su eje al verse su equilibrio alterado y terminó cayendo de espaldas sobre la blanca nieve junto con el rubio que reía sobre el pecho del moreno.

—Que locuras se le ocurren—habló respirando algo agitado por la inesperada carrera que hizo—¿Qué hubiese pasado si no llego a tiempo?—lo observó con preocupación.

—Sabía que me atraparías por eso no lo pensé—le dijo divertido.

—Gracias por la confianza joven Shion pero no lo vuelva a hacer por favor—le pidió en tono preocupado—odiaría que se lastimará ¿Qué pasa?—preguntó al ver el gran puchero del rubio.

—Parece que ya se te olvido que te dije que no me hablarás de usted—

El moreno sonrió soltando un suspiro, sólo una palabra surco su mente al verlo, adorable.

—Lo lamento, Shion—Sonrió acariciando y peinando los rubios cabellos del otro que ensanchó su sonrisa al sentir la caricia.

No pudo evitar dibujar los curiosos puntos que yacían sobre los ojos del rubio quién río levemente, ¿Cómo resistirse a ese joven? Se preguntó de pronto al descubrir que no podría negarle nada, su rostro se puso serio al recordar aquella charla entre esos tres hombres, no iba a permitir que nadie atentase contra ese joven y mucho menos que su dulce sonrisa se borrase por algún ambicioso motivo.

—¿Ocurre algo?—preguntó al ver el repentino cambio.

—En absoluto—respondió poniéndose de pie tendiendo su mano para ayudar al otro.

—Hasta que por fin te encuentro—se sacudía la nieve de su ropa y cabello—estuve más de una hora buscándote—

—¿Ah sí? Y eso ¿Por qué?— preguntó curioso.

—Primeramente agradecer el que me hayas ayudado ayer—le sonrió para enseguida hacer una leve reverencia frente al moreno que lo miró algo desconcertado—Y para disculparme—

—¿Disculparte?—

—Sí, de verdad siento mucho el haberte involucrado en algo tan peligroso, por un momento tu vida corrió peligro, si tan sólo fuese más fuerte…—

El castaño dio un tirón al brazo del más joven atrayéndolo hacia él, estrechándolo con sus fuertes brazos.

—No hagas eso Shion, por favor no te disculpes—pidió recargando su mejilla sobre la cabeza del rubio—me arriesgaría las veces que fuesen necesarias para protegerte—soltó sin pensar.

Shion por su parte abrió sus ojos sorprendido al escuchar tal declaración para enseguida aferrarse a la fuerte espalda del moreno al sentir la reconfortante calidez del otro, era más alto y grande, él le llegaba a la altura de su fuerte cuello por lo que aprovechando recargó su rostro sombre el hombro del otro, se sentía tan protegido y seguro en sus brazos, podía oler su perfume, atrayente y varonil, subió su rostro hacia el fuerte cuello del otro moviendo su nariz sobre toda su extensión.

—Me haces cosquillas Shion—río el moreno encogiéndose levemente.

—Lo siento— se separó de forma un poco abrupta al darse cuenta que prácticamente estaba olfateándolo—¡ah cierto!—metió sus manos entre su gruesa bufanda quitándose un dije con la de la flor de los vientos con un pequeño ópalo en el centro, se estiró para colocarlo alrededor de su cuello—este collar era de mi papá—

—Shion yo no puedo…—levantó sus manos hacia la fina cadena con la intención de quitarlo pues era algo muy especial para el rubio pero fue detenido por las pequeñas manos del más joven.

—Si puedes y debes hacerlo—le ordeno—¿Entendiste?—le pico el pecho con su dedo de forma ordenante.

—De acuerdo Shion será como tú quieres—suspiró el castaño sonriéndole, seguía sin comprender porque no podía negarle nada a ese pequeño rubio.

Vio el leve temblor del más joven pues el frío comenzaba a hacerse cada vez más fuerte, una vez más se quitó su qipao colocándolo sobre sus hombros.

—Gracias—sonrió percatándose que le quedaba bastante grande pues su torso era totalmente cubierto por la prenda.

El moreno quedó en camiseta dejando entrever parte de aquel imponente tatuaje de tigre que estaba en su espalda y unas mangas color negro cubrían ¾ partes de sus fuertes brazos, la vez anterior estaba tan asustado y distraído con lo ocurrido en la mansión Colonomos que no se percató que sus brazos estaban en las mismas condiciones que ahora. Le dio curiosidad el querer ver sus brazos tal vez tenía más tatuajes, no lo sabía, de forma inconsciente puso su mano al borde de una de ellas con la intención de quitarla para descubrir su piel pero la mano del otro lo detuvo.

—No—susurró quitando la mano del más joven de forma suave que lo miro algo sorprendido por ese gesto—harás que me de frío si las quitas—le sonrió ocultado en vano su nerviosismo.

¿Qué clase de excusa era esa? Únicamente vestía una ligera camiseta entre ese fuerte frío y le salía con algo así, salió de sus pensamiento cuando le frotaba los brazos para que entrase en calor pudo ver como la mirada de Dokho cambiaba a una nostálgica pero sobre todo triste. Un estornudo los sorprendió a ambos.

—Vámonos, el frío encrudece y lo que menos quiero es que te enfermes—lo tomó de la mano haciendo que Shion se sonrojará al sentirla.

Se dejó llevar por el moreno hacía la mansión, esperaba que algún día el moreno le contase aquel pasado que atormentaba, entrelazó sus manos deseándolo con esperanza.

Mientras Manigoldo y Albafica caminaban entre risas, el más joven se dejaba abrazar por el pelicorto quién le daba castos besos ya fuese en su cuello, mejillas y frente, estaban a pocos metros de la mansión por lo que decidieron detenerse antes de llegar al sendero que los dejaría frente a la misma.

—Albafica—lo llamó el De Santis tirando de su brazo para quedar frente a frente diciendo muchas cosas con esa mirada que compartían.

El peliceleste se sonrojo al sentir como sus labios eran delineados por el pulgar de su compañero y como este se acercaba para después unirlos a los suyos, dándose un apasionado y necesitado beso que los dejo sin aire, se separaron jadeantes acariciando sus narices.

—Es aquí donde debemos separarnos—anunció.

—No quiero—lo abrazó ocultando su cara en su pecho—quiero estar más tiempo contigo—volvió a besarlo con necesidad, se había hecho adicto a su sabor, a sus labios y la forma en que su lengua jugaba con la suya.

—A mí también me encantaría—susurró contra sus labios—pero sabes bien que debemos ocultar esto por un tiempo, déjame pensar en un buen plan para ayudarte a deslindarte de ese compromiso—explicó dándole un beso en la mejilla—¿Me esperarás?—

—Sí, lo haré—

—Entonces, te veré después Alba-chan—le dijo besando el dorso de su mano alejándose.

Albafica sonrió viéndolo desparecer, soltó un suspiro enamorado dirigiéndose hacía el sendero que lo dejaría frente a la mansión Colonomos, piso una parte congelada que lo hizo resbalar, se deslizó unos cuantos pasos estrellándose en la espalda de otro persona derribándola de paso.

—¡Lo siento!—exclamó sentándose sobre el duro suelo sobando su cabeza por el reciente golpe—El suelo está algo resbaladizo, ¿Se lastimó?—preguntó preocupado.

—No te preocupes estoy bien y tú ¿Te lastimaste?—preguntó aquel hombre que también se sobaba su cabeza.

—No, gracias por su preocupación—

El pelinegro se puso de pie y ayudando al más joven, Albafica pudo ver las ropas de ese hombre, tenía el mismo estilo que el del amigo de Manigoldo.

—La Marina Real Británica—susurró inconscientemente

—Así que reconociste mí uniforme—río curioso sacudiéndose algunos rastros de nieve.

—Lo siento no quise se entrometido—

—No te preocupes por una nimiedad como esa y si, formo parte de ella, soy almirante de flota—el viento dio un fuerte soplido moviendo el largo cabello del peliceleste, Zaphiri no pudo evitar verlo de forma algo embobada, era tan hermoso y angelical que no pudo evitar estirar su mano para poder acariciar la mejilla del más joven, esa mirada llena de inocencia le recordó a su antiguo prometido.

—Ehm… bueno creo que debo irme—respondió nervioso ante la caricia del mayor.

—Lo siento mucho—quitó su mano—es que me recordaste mucho a alguien—sonrió nostálgico.

—Vaya me doy cuenta que mi persona mueve los recuerdos de otros aunque fuese la primera vez que me ven—

—¿Por qué lo dices?—

—Por qué lo mismo paso con mi novio—soltó abriendo sus ojos sorprendido ante la declaración.

—¿Tienes pareja?—preguntó sorprendido—pero si te ves tan joven ¿Qué edad tienes?—

—18 años ¿Y usted?—

—Jajajaja ay me sentí bastante viejo por un momento pero es cierto soy bastante mayor que tú pues tengo 45 años, así que entonces ya estas comprometido, ¿Cómo se llama el afortunado?—

Sonrió al recordar al pelicorto, sus besos, abrazos, su sonrisa, su mente viajo a los momentos anteriores que vivió con Manigoldo, estuvo a punto de soltar su nombre pero logró reaccionar.

—Deuteros Colonomos, él es mi novio, mejor dicho mi prometido—explico sonriendo ilusionado sin percatarse de la mirada del pelinegro.

No podía ser, entonces ese joven era, increíble se repetía una y otra vez, sonrió de forma divertida dándose la vuelta dejando al más joven sorprendido de su repentina huida. Estaba lo suficientemente lejos del joven y sin poder evitarlo se cayó de rodillas riendo.

—Esto se ha vuelto tan fácil—sonrió levantando su rostro—Lugonis, muy pronto, muy pronto vendrás corriendo a mis brazos por voluntad propia, más ahora que he visto lo hermosa que se puso tu adquisición de hace 18 años—se puso de pie caminando hacia la salida de los bastos jardines.

Zona noreste de los jardines Colonomos 9:30 a.m.

Deuteros caminaba por las laderas del sendero, desde que era niño disfrutaba la nieve a sobremanera, sonrió al ser invadido por los recuerdos de cuando él y su hermano eran pequeños y pasaban largas horas jugando guerras de bolas de nieve cuando su padre al fin dejaba que su hermano descansará de sus constantes viajes de negocios a donde se lo llevaba hasta por meses. Tomó una gran cantidad de nieve dándole forma redonda para después tomar otro más y colocarla sobre la misma, agarró un par de ramas y algunas piedras, creando un hombre de nieve.

—Hola, soy snowey—dijo con voz infantil moviendo el brazo del muñeco—Juguemos, juguemos—

—Me doy cuenta que le gusta mucho la nieve—

—¡Ah!—pego un grito sorprendido al verse descubierto dándose la vuelta de forma abrupta—jo…joven Hari…—tartamudeo totalmente avergonzado—No esperaba …verlo por aquí…—

—Que muñeco tan curioso, ¿Lo hacía cuando era un niño?— preguntó sonriendo de forma divertida.

—¿Muñeco? Ah este—chasqueo la lengua tratando de sonar serio—yo, jugando con estas cosas, que tontería—

Se recargó sobre la cabeza de muñeco tratando de recuperar un poco su porte, pero le fue imposible, al apoyarse en ella, esta cedió haciéndolo caer de espaldas al suelo deshaciéndolo. El rubio río acercándose hacia donde estaba el otro tendido con el rostro más rojo que una manzana.

—Creí que estaba totalmente sólo—dijo poniendo sus manos sobre su cara tratando de ocultar su sonrojo

—Si me doy cuenta—sonrió tendiéndole la mano ayudándolo a ponerse de pie.

—Quede como un completo idiota—soltó un suspiro avergonzado.

—No tiene por qué avergonzarse, los recuerdos son nuestro tesoro más valioso—dijo agachándose para tomar entre sus manos un poco de nieve apretándola sintiendo de forma más detallada su textura.

—¿Es la primera vez que siente la nieve?—

—De esta forma tan detallada, si, había estado muy ocupado y no tuve el tiempo—respondió moviéndola entre sus dedos sonriendo ante la sensación—del país de donde vengo jamás pasará esto, por eso debo aprovechar—respondió lanzándole una pequeña cantidad en el rostro al mayor soltando un carcajada al percibir la reacción del otro—ahora entiendo porque hacen esto, es realmente divertido —

—Esto es guerra joven Hari—tomó otro poco lanzándosela logrando apenas esquivarla.

—Lo sien…—guardo silencio cuando una pequeña bola de nieve le dio de lleno en el rostro—eso fue trampa, no me lo esperaba—reclamó con un leve escalofrío

—Considérelo una nueva experiencia—respondió divertido recibiendo la pronta respuesta por parte del rubio—esta si me las pagas Hari—

Eran como un par de niños jugando en la nieve, el rubio reía a mas no poder cuando golpeo el rostro del otro haciéndolo caer sobre la nieve de forma tan chusca que no pudo evitar que esta saliera de forma fuerte, hace años que no lo hacía de esa forma tan divertida, aniñada y sincera, solamente su padre había logrado arrancarle esas carcajadas que ahora el gemelo menor lograba con ese improvisado juego infantil que se llevaba a cabo.

Exhaustos ambos chicos estaba recostados uno a lado del otro sobre la blanca nieve tratando de recuperar su energía, el moreno sonrió alzando sus manos dejando que esas fuesen cubiertas por los pequeños copos, el rubio se sorprendió cuando el mayor tomó su mano derecha alzándola para que también fuesen cubiertas, colocó su mano libre sobre su pecho preguntándose ¿Qué era ese sentimiento de calidez que lo embargaba en ese momento? De no querer alejarse nunca de esa agradable sensación, un ambiente que sólo Deuteros Colonomos había logrado, que olvidase por un momento la profunda soledad que embargaba su corazón desde la muerte de su padre y nunca creyó encontrar nada que la hiciese desaparecer aunque fuese unos leves segundos como estaba ocurriendo.

—¿Lo sientes Hari?—preguntó sin dejar de observar al cielo sonriente—incluso algo tan frío como la nieve nos puede regalar una gran calidez—cerró sus ojos disfrutando con plenitud de la sensación que le obsequiaba el ambiente y mejor aún que el rubio estaba con él, no podía pedir más.

Deuteros abrió sus ojos sorprendido cuando sintió como Hari se sentaba sobre su estómago entrelazando sus manos aún cubiertas por los pequeños copos con las suyas, se sonrojó al ver como descendía poco a poco hacia su rostro, su largo cabello cayó como bella cascada a los lados de su rostro cubriendo también parte de sus cuerpos juntando al fin sus labios.

Sus labios se movían de forma lenta y suave al igual que sus rostros que se ladeaban en diferentes direcciones para probar todos y cada uno de los rincones de sus bocas, Deuteros soltó las manos del más joven dándose la vuelta para quedar sobre él, al ser más grande lo cubría con todo su cuerpo, las hebras azules y rubias se mezclaban por los movimientos de sus dueños, Hari había puesto sus manos en la fuerte espalda del moreno mientras las del gemelo estaban bajo la suya, pasaron unos minutos disfrutándose separándose al fin jadeantes por la falta de aire.

—Hari—junto su frente con la del otro arrodillándose con el rubio sobre sus fuertes muslos.

—Joven Deuteros, yo—

—No digas nada por favor—abrió los ojos acariciando su mejilla—solamente quédate así conmigo un momento más—lo abrazo juntando sus cuerpos, aspirando su aroma mientras peinaba las largas hebras con lentitud.

Hari se aferró al fuerte cuello del otro, disfrutando de la enorme tranquilidad, calidez y protección que ese abrazo le brindaba, un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas al entender que esos eran los sentimientos que lo embargaron durante esa danza que había tenido con el peliazul.

*—Mi pequeño Asmita, tal vez crees que mi amor sea suficiente para ti—le decía su padre mientras acariciaba la cabeza rubia de su hijo—pero a todos nos llega esa persona que mueve nuestro mundo de muchas formas, no importa el momento, ni el lugar—le sonrió con cariño al niño—simplemente llegará a ti—*

Ese era el amor del que su padre tanto le había dicho, el que llegaba tan de pronto sorprendiéndolo, lo había encontrado, de verdad lo había encontrado, soltó un sollozo.

—¿Qué pasa?—lo separó observándolo—¿Te lastime?—pregunto preocupado.

—No…—susurró dejando las lágrimas de sus ojos que a pesar de estar cerrados salían de forma abundante—Es que…no puedo entenderlo—apoyó su cuerpo sobre el del gemelo—lo siento extraño, no lo entiendo—señaló su pecho—de pronto surgió la enorme necesidad de permanecer a su lado... pero a la vez la incertidumbre de no volverlo a ver, de tener que separarme de usted—preguntaba con algo de desesperación—¿Y si no lo vuelvo a ver?, No sabría que hacer… no sabría—susurro sosteniendo su cabeza entre sus manos mientras soltaba un sollozo.

El mayor sonrió soltando una suave risa, tomó uno de los largos mechones rubios que cubrían una parte  del más joven para pasarlo  tras su oreja.

—Funcionará, no funcionará, nos separarán, no nos separarán—sonrió besando sus mejillas—estas preocupado por lo que pueda pasar y lo que paso, yo digo que no lo tratemos de entender—rozo su nariz con la del otro—hay sentimientos que simplemente se deben disfrutar, haciendo a un lado todo el raciocinio, ¿Qué te parece si sólo nos dejamos llevar?—volvió a unir sus labios abrazándolo con fuerza tratando de transmitirle esa seguridad que el rubio buscaba de forma desesperada.

Estuvieron un rato disfrutando de su mutua cercanía, se besaron hasta dejarse sus labios algo rojos, no estaban satisfecho el uno del otro querían más.

—Debemos volver—jadeo el rubio tras separarse de los labios del moreno dejando que un pequeño hilo de saliva aún los mantuviera unidos.

—Cinco minutos más—habló besando ahora el blanco cuello del otro lamiendo su extensión de forma lenta para dirigirse hacia su oreja lamiéndola también.

—Tenemos…casi una hora fuera—susurró acariciando los fuertes hombros dejándose hacer.

—Cierto…—dio una última separándose a duras penas de la piel del otro para con su mano acariciar su mejilla para a continuación delinear sus labios—Pero…necesito más…quiero más…—pidió acariciando las caderas del más joven.

—Ya tendremos tiempo, lo prometo—se puso de pie siendo seguido por el moreno quién rodeo sus hombros comenzando con su camino de vuelta a la mansión Colonomos.

Deuteros se sentía tan feliz y pleno con el rubio, lo mejor de todo es que lo había aceptado. Ahora venía la parte difícil ¿Cómo poder deshacer el compromiso? Debía pensar seriamente, trazar diferentes planes para lograrlo, por el lado de Albafica, su hermano y madre se sentía tranquilo pero de su padre debía pensar cómo manejarlo. Tomó la mano del más joven besando su dorso con cariño, acercándolo dejándole un casto beso en los labios para continuar su caminata hacia la mansión, dejaría eso para después disfrutaría esos minutos en su compañía.

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Mientras Hakurei ayudaba a Lugonis a ponerse de pie, el frágil cuerpo del pelirrojo temblaba entre sus brazos, su mirada estaba pérdida en algún punto.

—Lugonis, Lugonis—lo llamaba moviéndolo suavemente—Lugonis reacciona—lo tomó por lo hombros agitándolo más fuerte.

—Haku… Hakurei…—susurró parpadeando un par de veces y movió su mano hacia la del otro acariciándola—¡Hakurei!—exclamó abrazándolo fuertemente.

—Aquí estoy, aquí estoy—peinando su largo cabello para tranquilizarlo, con un movimiento suave tomó la barbilla del otro y unió sus labios, Lugonis al sentirlo paso sus brazos por el fuerte cuello profundizándolo, había extrañado la sensación que esa unión le brindaba.

—Me alegra que hayas llegado—susurró al separarse, se recargo su rostro sobre el ancho hombro del pelilargo disfrutando la seguridad que esos fuertes brazos siempre le habían brindado cuando lo estrecharon, no podía evitar sentirse seguro entre ellos como cuando era joven—Me siento abrumado, no quiero que nadie me toque—

—En efecto porque eres y serás solo mío—le dijo acariciando sus caderas con su mano derecha mientras que con la izquierda acariciaba toda la extensión de su torso.

—¡Ya basta!—le propino un fuerte golpe que le rompió el labio—¡Siempre has sido así!—exclamó molesto cerrando la camisa de su frac—¿Cuántas veces debo repetirte que no deberías hacer ese tipo de cosas conmigo?—

—¡¿Por qué no Lugonis? Explícame porque no puedo entender ¿Por qué no aceptas mis sentimientos? No sabes lo que he sufrido por ti desde que me expulsaron de Escocia!—apretó sus puños con fuerza tanto que sus nudillo estaban blancos por la frustración—¡Entonces, no me queda más que aceptar que tus sentimientos sólo fueron un juego de experimentación de tu parte, después de todo míranos, hasta en edad somos tan diferentes!— sintió como su espalda tocaba de pronto la fría nieve que los rodeaba, había recibido un fuerte golpe por parte del otro.

Se sostuvo su enrojecida mejilla mirando con el ceño fruncido, iba a reclamarle pero guardo silencio al instante al ser testigo de las gruesas lágrimas que derramaba el pelirrojo.

—¿Cómo te atreves a decirme eso? Tú… ¡maldito idiota!—exclamó furioso— cuando fui yo el que estuvo dispuesto a todo por ti, fui yo quién desafío a toda su familia, quién se entregó sin los perfumes y besos de otro amor, toleré el título que la prensa y familia me repetían una y otra vez—apretó sus ojos con fuerza y tristeza recordando aquel infame sobrenombre que le costó más de 5 años quitarse de encima—“peor que una prostituta” por querer estar con alguien mucho mayor que yo, me comprometieron con un hombre que me trató como eso o peor aún, me golpeo dejándome al borde de la inconciencia al no aceptar entregarme a él, luche contra todo y todos para poder hacerme de mi fortuna, mi imperio, al fin lo había logrado, era independiente, libre de esas ataduras—levantó su mirada encarando al fin al mayor que se había puesto de pie y estaba frente a él totalmente inmóvil con el rostro lleno de sorpresa y profunda tristeza—con mis propios recursos logré viajar a Italia con el único objetivo de volver a ver el rostro del hombre que mi corazón seguía amando con tanto ímpetu como el primer día, pero…—dio un par de pasos para recargar su cabeza sobre el fuerte pecho del otro—cuando lo volví a ver, latía con tal fuerza que sentí que saldría de mi pecho, corrí hacia donde estaba pero mi alocada carrera seso cuando se hizo mil pedazos, pues ahí estaba de pie con un bebé en sus brazos, él había hecho su vida, había continuado para iniciar la mayor y más maravillosa aventura de la que soy muy afortunado al vivirla también, ser padre, así cómo él—levantó su rostro limpiándose sus lágrimas inútilmente pues estas no dejaban de salir—desde ese día entendí que yo debía continuar con la mía, con la esperanza de lograr enterrar estos sentimientos hacía aquel hombre que no puedo odiar—soltó una leve carcajada—y lo más gracioso de todo esto es, que por más que lo intente, no puedo odiarlo—se dio la vuelta para marcharse del lugar siendo detenido por el pelilargo  que sostenía su muñeca—Suéltame Hakurei—exigió.

—No lo haré—tiró de su brazo atrayéndolo a su pecho

—¡Suéltame!—se agitó poniendo sus manos sobre el fuerte pecho del otro—¡no tienes ningún derecho a retenerme, Hakurei!—golpeaba su pecho fuertemente tratando de liberarse del duro agarre del otro.

—¡No!—

 El forcejeo entre ambos hombres era intenso, Hakurei ya harto de la situación en un rápido movimiento movió sus pies golpeando los del pelirrojo derribándolo para poder sentarse a horcajadas deteniendo cualquier intento de huir mientras sostenía sus muñecas sobre su cabeza.

—Escuche todos tus reclamos sin interrumpirte, parte de ellos son ciertos pero no todos son del todo cierto Lugonis, siempre—apretó su gesto con frustración—siempre estuve pensando en ti, no hubo un solo día en que dejase de hacerlo, iba a caer en la locura, pero él, él me salvo...—

—¿Él?—

—Avenir Rossi—

—Entonces ustedes—

—Así es, tuvimos un hijo, nuestro Shion—confirmo.

—Entonces es cuando más deberías respetarlo es el padre de tu hijo, regresa con él y déjame—soltó sin poder evitar que su voz se quebrará, no pudo evitar sentir celos y tristeza, él hubiese sido tan feliz de poder tener un hijo con él—¡quítateme de encima Hakurei!—volvió a exigir tratando de mover su cuerpo para salir de la prisión que las fuertes piernas del pelilargo habían creado.

—¡Escúchame!—exigió apretando más sus caderas contra las del otro—¡no puedo volver con él, no puedo estar con él!—exclamó con tristeza.

—¡¿Por qué? ¿Por mí? No quiero ser quién intervenga entre ustedes!—

—¡Esta muerto Lugonis!—el pelirrojo se quedó en shock al escuchar la declaración.

************************************Hakurei Flashback*************************************

20 de Marzo 1827, mansión De Santis.

Sage estaba realmente preocupado por su hermano, todo el día había estado encerrado en su estudio bebiendo hasta perderse, podía escuchar sus gemidos dolientes del otro lado de la puerta. Esa mañana se había enterado del compromiso entre Zaphiri y Lugonis destrozando al gemelo mayor, necesitaba pensar en algo para sacar a su hermano de tal situación, pero ¿Qué podía hacer?, su cabeza le estaba doliendo al tratar de hallar una respuesta.

—¿Aún no sale?—

Sage volteo al escuchar la suave voz de Avenir, el muchacho con el que su hermano mantenía una relación.

—Espera Avenir—lo detuvo el gemelo al  verlo poner su mano sobre el pomo de la puerta—mi hermano no se encuentra en su mejor momento—

—No te preocupes Sage, estaré bien—suspiró girando el pomo abriendo levemente la gruesa puerta—lo haré salir en unos minutos—le sonrió con dulzura ingresando al lugar.

—Cuento contigo Avenir—susurró dándose la vuelta dejando el lugar.

Hecho un último vistazo dirigiéndose a la sala, estaría siempre agradecido a ese muchacho el haber sido la tabla de salvamento su hermano, ya había olvidado las veces en las que debía mandar por él, ya fuese después de una pelea o quedarse dormido sobre cualquier avenida o parque por su excesivo consumo de alcohol. Temía por la salud mental de su hermano y ahora que se había enterado del compromiso de Lugonis se había puesto mucho peor, jamás lo había visto tan agresivo.

Avenir Rossi, el joven de peculiar cabellera tan larga que cubría su espalda y caderas, descansando sobre sus hombros como un inmaculado manto blanco, piel acanelada y ojos dorados llenos de inocencia y paciencia, que había aceptado relacionarse con el problemático magnate Hakurei de Santis.

—¿Hakurei?—susurró entrando a la habitación.

Se sorprendió al ver el suelo cubierto por libros, papeles y vidrios de botellas destrozadas contra algunos muebles, al ser el ocaso estaba algo oscuro el cuarto, camino lentamente para evitar tropezarse con algún objeto hasta que logró distinguir la figura del otro que se hallaba sentado en un elegante sillón de cuerpo blanco. La imagen era deprimente, el largo cabello del magnate cubría toda su espalda y parte de sus brazos que estaban sobre el escritorio en los cuáles descansaba su cabeza.

—Hakurei—lo llamó de forma suave poniendo su mano sobre su hombro

—¿Qué quieres Avenir?—preguntó en tono serio sin mover su cabeza de lugar.

—Cuando hablo me gusta que me miren a los ojos—exigió serio—así que levanta el rostro Hakurei—.

El pelilargo soltó un suspiro cansado, levantó su rostro y torso del escritorio a lo que Avenir se acomodó entre ellos quedando sentado sobre la fina madera.

—Si pudieses verte—saco un pequeño pañuelo blanco con bordados plateados en la orilla—que rostro te cargas en estos momentos—limpiaba con suavidad el rostro del mayor—el poderoso magnate ferrocarrilero debe verse imponente y férreo como sus trenes—

—Avenir—tomó con suavidad la mano del otro alejándola de su rostro—no debes estar con alguien como yo—suspiró agachando su mirada de nuevo—mereces a alguien que te quiera de verdad—

El gemelo levanto el rostro al sentir como una pequeña gota humedecía su mano derecha topándose con el sonriente pero lloroso rostro del moreno que apretaba el pañuelo entre sus manos.

—Eso lo sé muy bien Hakurei, desde el momento en el que me comprometieron contigo siempre supe que nunca llenaría el lugar que Lugonis Sweeney ocupa en tu corazón—ahora el peliblanco limpio sus lágrimas—pero ¿Sabes?—su tono de voz estaba lleno de decisión—no tengo la intención de hacerlo, ni lo haré, desde hace un tiempo me di cuenta que no tiene ningún sentido que al igual que tú me ate al pasado, a tú pasado—sonrió poniendo su mano sobre la mejilla del mayor—decidí continuar por los que quiero—le dio un suave beso en los labios—y por los que están a días de llegar—tomó sus manos colocándolas sobre su prominente vientre de casi 9 meses—así que levanta la cabeza Hakurei, porque tienes una tarea muy importante que cumplir dentro de unos cuantos días y es enseñarle a nuestro bebé a ser fuerte—

—Avenir—abrazó el cuerpo del más joven—gracias, gracias—repetía dándole pequeños besos dejando que sus lágrimas volviesen a bajar por sus mejillas para darle ahora un profundo beso que fue correspondido con especial cariño por el peliblanco que se abrazó a la fuerte espalda del otro.

10 días después…

Avenir, Hakurei, Sage y Manigoldo quién tenía 5 años, desayunaban con tranquilidad en el gran comedor de los De Santis.

—Gracias y buen provecho—anunció el pequeño de cabellos añiles bajándose de su silla.

—Manigoldo, espera—le habló su abuelo—Ven—

Sage sonrió con ternura mientras sujetaba el rostro de su nieto limpiando los rastros de cereal que tenía en sus mejillas. Avenir sonrió ante la escena con gran ternura acariciando su abultado vientre recibiendo un par de movimientos del mismo, estaba a 2 semanas de traer al mundo a su bebé y eso lo ponía algo ansioso, ya quería conocerlo, abrazarlo y amarlo.

—Tío Avenir, tío Avenir—lo llamo Manigoldo quién contaba con 5 añitos—ven tío vamos a jugar, anda di que sí—le dijo emocionado tomando sus manos mientras daba pequeños saltos.

—Manigoldo debes dejar que tu tío termine de comer—respondió Hakurei al De Santis más joven—además recuerda que ya no debe hacer actividades de gran esfuerzo—

—¿Es por mi primito?—preguntó recargándose en el vientre del otro—¡se movió, se movió!—exclamó emocionado viendo con ensoñación como se movía la piel de Avenir de un lado a otro—¿verdad que podré jugar con él, tío?—

—Así es mi picolo—revolvió los cabellos del pequeño—

—¿Y le podré enseñar a trepar los árboles, a mecerse en el columpio?—

—Todo lo que quieras—respondió besando su frente con cariño.

—¿Cuándo lo vas a dejar salir de su prisión?—pregunto haciendo un puchero mientras le daba pequeño piquetes con su dedo al vientre del peliblanco.

Los adultos rieron ante el comentario del niño quién paseaba sus manos de un lado a otro soltando sendas carcajadas emocionadas cada vez que el bebé hacía un movimiento ante el contacto de sus manos.

—En unos días terminará su sentencia y lo conocerás—se puso de pie con lentitud tomando la mano del más pequeño.

—Avenir—

—Tranquilo Hakurei sólo iremos al columpio del  jardín ¿verdad?—

—Si Hakurei, no jodas—

—¡Manigoldo!—exclamaron al mismo tiempo los gemelos.

Ambos salieron hacia el enorme jardín de la mansión, pasó una hora, los gemelos leían con tranquilidad en la sala cuando los apresurados pasos de Manigoldo alteraron el silencio.

—¡Abuelo, abuelo!—gritaba con tono angustiado.

—¿Qué pasa?—

—Es el tío Avenir—

Ambos se levantaron de sus lugares, cuando salieron al jardín encontraron al moreno recargado sobre el enorme árbol de donde colgaba el columpio sosteniéndose el vientre mientras sudaba en abundancia.

—¡Avenir!—exclamó Hakurei arrodillándose a su altura.

—Parece que este bebé también quiere conocer a Mani—río apretando su gesto al sentir una fuerte contracción.

Hakurei lo levantó en vilo con suavidad y entró corriendo a su habitación mientras Sage enviaba al cochero por el doctor de la ciudad.

—Ah…ah…—jadeaba Avenir con dolor.

—Avenir—susurró Hakurei con preocupación sujetando su mano con suavidad mientras que con la otra limpiaba el sudor que perlaba la frente del más joven.

 El doctor llego corriendo acompañado de tres enfermeras quiénes le colocaban su bata blanca.

—Señor Hakurei necesito que salga—ordenó mientras se preparaba para poder operar al más joven—enfermera consígame paños calientes y limpios, prepare algodón con alcohol—

—Sí doctor—

Hakurei salió besando la frente del otro quién le sonrió despidiéndose con su mano temblorosa.

—Espacio entre sus dolores señor Avenir—

—1 minuto—Sintió como el  galeno levantaba su larga camisola abriendo sus piernas para observar su entrada.

—Esto no es normal—susurró observando la entrada del moreno—Me confirma que sus dolores son a cada minuto ¿Verdad señor Avenir?—Preguntó viendo que el otro asentía de forma cansada—Enfermera—le hizo una señal a la enfermera quién comenzó a preparar lo que parecía un extraño gel empapando sus dedos.

—¿Qué es eso doctor?—preguntó el moreno al ver esa acción

—Tranquilo es un desinfectante que yo mismo cree, es totalmente seguro no se preocupe, además es muy importante que revise algo en su interior—le sonrió abriendo más al otro—Va a sentir un leve empujón—advirtió introduciendo sus dedos.

Apretó sus ojos al sentir la intromisión, sentía los dedos del galeno que se movían de un lado a otro, pudo ver su gesto, detonaba una gran preocupación mientras hablaba con las enfermeras siendo testigo de cómo una se cubría los labios con sorpresa y su gesto cambiaba por uno de total tristeza.

—¿Qué pasa?—preguntó angustiado al ver que guardaba sus instrumentos en su maletín—¿A dónde va? ¡Espere!—

—Debo llamar a su esposo, para comunicarle la noticia—

—¡¿De qué noticia habla?! ¡¿Qué pasa maldita sea?!—Exclamó llorando—¡dígame tengo derecho a saberlo, mi bebé es el que nacerá y usted se va como si nada pasara! ¡Exijo una explicación!—demando.

—Escuche, temó decirle que su bebé no vivirá—dijo con total pesar viendo como la cara del moreno se ponía tan pálida como una hoja de papel—la placenta cubre totalmente su cérvix como consecuencia obstruye el cuello anal—

—¿Qué quiere decir?—

—Que su bebé morirá, me temó que la placenta debe salir primero para que así haya una expulsión normal, pero esos valiosos segundo son vitales pues el bebé ya está moviéndose para salir, necesita respirar y la placenta sale en 2 minutos, los cuáles son de suma importancia para  que el bebé respire por primera vez, pero en su caso su bebé morirá por asfixia—

—Debe haber alguna solución—susurró con abundante lágrimas—Algo que lo salve, por favor, por favor, algo debe haber, se lo suplico—abrazó su vientre con angustia.

—La hay, pero es demasiado peligrosa para usted, incluso puede morir—advirtió.

—No me importa lo que me pase, sólo dígame si mi bebé vivirá—

—Lo hará—

—Entonces ¿Cuál es? Dígamelo—

—Una cesárea—

En esos tiempos el parto en los hombres fértiles se hacía de forma natural, a diferencia de las mujeres, la cavidad anal era la encargada de expulsar al bebé, la medicina había tenido avances y la enorme mortalidad se había reducido hasta en un 60%, la desmesurada pérdida de sangre ponía en riesgo la vida del parturiento por lo que se aplicaba un método que aún era un tabú en el mundo de la medicina actual, pero que había salvado a cientos tanto hombres como mujeres de una muerte segura, la cesaréa.

—Hágalo—

—Señor Avenir su la práctico en su condición sufrirá una hemorragia masiva, está muy adherida a sus paredes internas, desangrará en cuestión de una hora o menos—

—¿Mi bebito se salvará?—preguntó viendo al galeno asentir.

—Entonces no tengo porque pensarlo más, hágalo—

—Pero…—

—Por favor, sálvelo—dijo con una mirada suplicante.

El galeno asintió con pesar al ver la decisión en los dorados ojos del peliblanco, se sacrificaría por el bebé, soltó un pesado suspiro caminando a la puerta.

—No le diga nada a mi esposo—sonrió al decir esto último pues nunca se había casado con el gemelo mayor, aunque a decir verdad nunca lo necesitaron y más ahora que habría alguien que los mantendría unidos incuso más allá de la muerte, además si perdía a su bebé Hakurei colapsaría, lo amaba tanto que moriría por darle un motivo para seguir viviendo—lo conozco bien, él no aprobará esto, además quién lo tendrá soy yo, eso me da algo más de derecho ¿verdad?—

El médico asintió dando la orden a las enfermeras quiénes prepararon todo. Hakurei estaba afuera caminando como león enjaulado de un lado a otro, ya llevaba más de 1 hora esperando, no podía sacarse de la mente ese mal presentimiento que lo estaba molestando desde que despertó, calmó su ansiedad cuando un fuerte llanto inundo el lugar.

—¡Nació, mi primo ya nació!—exclamó emocionado Manigoldo.

Vieron salir al médico quién se desataba su delantal blanco, los tres se pusieron de pie para entrar pero fueron detenidos por la mano del otro.

—Señor Hakurei por el momento sólo usted puede entrar—

Hakurei tragó grueso, Sage cargó a su nieto quién hacía pucheros molestos por no poder ver a su primo. Ingresó viendo como una de las enfermeras cargaba al pequeño bulto que estaba envuelto en una manta azul con el escudo de los De Santis bordada en ella, lo tomó con suma delicadeza observándolo con detalle, sus pequeños mechones de cabello rubio y lo más curioso es que había heredado los puntitos sobre sus ojos característicos de los De Santis.

—Se parece…mucho a ti…—le dijo cansado el más joven, se acercó hacia él besando su frente.

—Y tiene algo de ti, mira que esponjosito está—sonrió con extrema ternura mirando al bebé.

—¡Espera Manigoldo!—se escuchó de pronto la fuerte voz de Sage.

De pronto las puertas de la habitación se abrieron dejando ver a Sage y al pequeño Manigoldo quién corrió hacía donde yacía el moreno quién le sonrió en cuanto este se colocó a su izquierda.

—Lo siento Avenir—susurró el gemelo menor sentándose a los pies del moreno observándolo con una mirada llena de tristeza—acaso tú…—guardo silencio cuando el moreno se lo pidió.

En cuanto entro a la habitación pudo darse cuenta que cada segundo que pasaba la vida de Avenir se acortaba cada vez más y más, esperaba estar equivocado pero su mayor temor se confirmó al observar a detalle el semblante del galeno y ambas enfermeras.

—Tío—abrazo con fuerza al moreno—discúlpame, discúlpame—repetía el pequeño con su rostro clavado en la curvatura de su cuello, lo abrazó con cariño—sino te hubiera pedido que jugarás conmigo, no estarías enfermito—

—No digas eso—besó la frente del niño para enseguida acariciar su cabeza con cariño revolviendo sus cabellos—no es culpa de nadie y mucho menos la tuya—explicó limpiando las lágrimas que caían en abundancia de los ojos violáceos del pequeño De Santis—no llores mi picolo sino Shion llorará también—explicó señalando al bebé que cargaba Hakurei.

—¿Shion?—preguntó sorprendido acercándose hacia el gemelo mayor para poder ver mejor su rostro

—¿Te gusta su nombre?—preguntó sonriente al ver como el pequeño De Santis se acercaba al bebé acariciando suavemente su mejilla.

—Sí, ¿Lo ves tío? Te dije que le gustaría—sonrió tomando con cuidado al bebé de los brazos de Hakurei—te gusta mucho tu nombre ¿verdad Shion?—le dio un beso en la suave mejilla a lo que el bebito emitió un pequeño gorgoreo.

—Ya que tú lo bautizaste ¿Me prometes algo?—pregunto sonriente al ver la tierna escena—no olvides que tienes que enseñarle muchas cosas y protegerlo porque eres como su hermano mayor ¿De acuerdo?—el pequeño asintió de forma enérgica mientras le daba pequeños besos al bebé en el rostro.

—Así que el enano bautizo a nuestro hijo—volteo hacia el moreno sin entender por qué no podía sonreír, llevo su mano hacía su mejilla al sentir una extraña humedad en ellas—“¿Lágrimas?”—pensó sin lograr entender porque estas caían de forma abundante por sus mejillas si acababa de nacer su hijo ¿Por qué no podía sentirse en extremo feliz por eso?—Discúlpame, no sé qué me pasa—sintió su mano sobre su mejilla acariciándola de una forma tan raramente dulce, como si estuviera…—no me digas que… ¡Avenir!—

—Hakurei—lo interrumpió—Ven, quiero que estes a mi lado, por favor—pidió al gemelo que se acercó para cumplir la petición del otro, se recargó sobre la colchas que lo cubrían sintiendo de pronto algo tibió comenzó a manchar su mano, la levantó mirando con horror como esta estaba totalmente cubierta de sangre—no puede ser—antes de poder terminar Avenir tiró de su rostro besándolo de forma lenta y suave, el moreno se separó ya en extremo cansado, sus ojos estaban perdiendo su brillo poco a poco y amenazaban con cerrarse en cualquier momento.

—¡Avenir!—

—Quiero que me prometas algo, Hakurei—suplicó—Vas continuar, por nuestro hijo, míralo él necesita y necesitará de ti—

—Necesitará de ambos, Avenir—expresó en un tono suplicante.

—Me hiciste tan feliz en estos años, me diste la mejor bendición de todas—acarició la pequeña cabeza—Muchas gracias por todo lo que hiciste por mí Hakurei—

—No tienes por qué Avenir, fue por ti que pude continuar, me salvaste en todos los aspectos en los que se puede salvar a alguien, siempre estuviste a mi lado en todo momento, y yo…yo sólo te provoque tantas tristezas y angustias, fui un mal hombre contigo—callo al sentir la mano del moreno sobre su mejilla viendo como este le sonreía con ese enorme y profundo cariño que siempre le demostró incluso en sus peores momentos, siempre tan paciente, siempre tan dulce.

—No digas eso, saca de tu cabeza esa idea tan tonta porque me siento totalmente realizado por haber estado a tu lado, me diste la oportunidad de conocerte, de sentirte, de quererte. ¿Sabes? tal vez lo único que lamente es no poder ver crecer a nuestro pequeño, confieso que muchas veces soñé como los tres caminaríamos por los jardines, viajaríamos, conoceríamos al mundo, no habría mayor riqueza para mí que ustedes—

—Picolo—llamó al pequeño quién quitó su vista por un momento del bebé— quisiera hablar un momento con Shion—le pidió sonriente.

—Si tío—le entregó el bebé a Hakurei para enseguida subirse a las piernas de su abuelo observando con atención aquella escena que quedaría grabada por siempre en su memoria.

Hakurei besó la frente de su hijo que daba pujiditos cuando movía su boca y manos colocándolo a la diestra de su padre quién estiró su mano para tomar su rostro de forma suave.

—mi bebito—increíblemente el pequeño rubio se quedó quieto al escuchar la voz de su padre—come bien para que crezcas mucho más hermoso de lo que eres, duerme bien y no te desveles no es bueno para tu salud. Obedece a tu padre y no dejes que ande de vago—río al decir esto último—Tu cabello será hermoso, lávalo y cuídalo porque parece que será como el mío. Haz amigos, no es necesario que sean muchos sino sólo los que sean de tu total confianza, no tendrás problemas en cuanto a los estudios pues sé bien que eres muy inteligente, pero también no quiero que te deprimas sino puedes lograr algo recuerda que todos tienen fortalezas y debilidades. En cuestiones del amor no es necesario que lo analices demasiado, porque el verdadero sólo nos llega una vez, lo sé porque fue como me paso con tu padre cuando lo vi la primera vez, por eso cuando eso pase no lo sueltes por nada mi amor—

Hakurei tenía su mano sobre sus labios tratando de acallar sus fuertes sollozos al escuchar las palabras de Avenir, el suelo era humedecido por sus lágrimas, sentía el frío en la palma de su mano al estarse secando la sangre que la cubría. Manigoldo a pesar de su corta edad memorizaba cada una de las palabras de su tío.

—Shion…recuerda que la vida también nos tiene preparadas cosas crueles y tristes, es inevitable, es por eso que debes ser fuerte pero sobre todo, siempre ser fiel y sobretodo tener fe en ti mismo, aférrate a tus ideales y metas hasta hacerlos realidad, tienes todo para lograrlo—lo abrazó aferrándolo a su pecho con anhelo para besar su frente—hay tantas cosas que quisiera enseñarte, tantas que quisiera transmitirte, ¡Quisiera poder estar más tiempo contigo Shion!—Exclamó llorando en abundancia humedeciendo las suaves mejillas del bebé que apretó con su mano la mejilla de su moribundo padre humedeciéndola también—Te amo tanto—dijo cansado besando sus mejillas para entregárselo al gemelo menor quién era un testigo silencioso de aquella escena de amor verdadero.

—Avenir, no me dejes solo, te lo suplico—lo abrazó sin importarle que se manchará de sangre—por favor—lo aferraba con fuerza a su pecho con el imposible deseo de inyectarle vida.

La respiración de Avenir comenzó a ser cada vez más lenta.

—Más te vale ir a buscarlo…no te perdonaré si te rindes…no permitas que el destino y la sociedad te lo arrebaten de nuevo, promételo Hakurei—suplico en un hilo de voz sonriendo al ver el asentimiento por parte del otro—Te…amo…—susurro sonriendo al sentir los labios del otro en su frente, soltó un suspiro cerrando sus ojos.

—Avenir—lo llamó—Avenir, Avenir—tomó su rostro entre sus manos besando sus labios sin recibir respuesta alguna— ¡No, por favor, por favor!—puso su rostro en la curvatura de su cuello dejando que las lágrimas resbalarán por su extensión—¡no te vayas, no te vayas!—repetía una y otra vez al cuerpo sin vida del más joven.

—¿Hora de la muerte?—preguntó el galeno con un hilo de voz limpiando las lágrimas presentes en sus ojos y mejillas.

—10:45—respondió una de las enfermeras que estaba en las mismas condiciones.

—Estamos listas para preparar el cuerpo—dijo la otra.

Sage derramó silenciosas lágrimas mientras sostenía a Shion observando a su gemelo quién abrazaba el inerte y pálido cuerpo de Avenir, gritaba su nombre una y otra vez. Agachó su vista cuando sintió un leve tirón en su saco observando como el pequeño De Santis apretaba con fuerza el mismo hasta el punto en que sus nudillos estaban blancos, se hinco a su altura acariciando la cabeza del tembloroso pequeño que acercó su rostro hacía el del bebé que lloraba de forma desconsolada.

—No tienes… por qué estar triste… Shion—le dijo tratando inútilmente de callar sus sollozos—no estarás solito…aquí…estoy contigo…—apretó sus ojos dejando fluir sus lágrimas que bajaron hasta caer al suelo alfombrado—Te prometo que te cuidaré mucho…como tío Avenir lo quería…así que por favor no llores, dile que no llore abuelo—

—Manigoldo—susurró abrazando a su nieto quién se aferró con fuerza a su cuello dejando al fin libre su llanto.

—¡Dile que no llore abuelo, díselo!—

La noticia se extendió como pólvora, las acaudaladas familias de Italia asistieron al funeral de Avenir y algunas otras enviaban sus más sentidas condolencias para el peliblanco quién sólo estaba ahí de pie observando el féretro color plateado donde yacía el cuerpo sin vida de su querido moreno. Sage agradecía las condolencias hacia su hermano impidiendo que cualquiera se acercase a él, conocía muy bien el dolor de perder a un ser amado y en esos momentos lo que menos querría escuchar era la repetitiva frase, “lo siento mucho”.

Mientras Manigoldo estaba en una silla cargando al pequeño Shion, lo observaba con gran cariño mientras ponía su dedo sobre su manita dejando que la apretase con fuerza.

—Le hice una promesa a mi tío Avenir—le habló suavemente al bebito que dormía profundamente en sus brazos—te enseñare muchas cosas y te cuidaré mucho, mucho—beso la frente de su primo—te quiero mucho, Shion—

Avenir Rossi quién murió a la edad 23 años fue enterrado en la bóveda familiar de los De Santis el 31 de Marzo de 1827. El tiempo pasó rápido para Hakurei quién ahora visitaba la tumba de Avenir a 6 años de su fallecimiento,  el pequeño Shion iba agarrado de la mano de su padre mientras sostenía un gran ramo de flores blancas, se le había hecho una rutina visitar su tumba cada mes para que pudiese “ver” como su hijo crecía.

—Hola papi, ya vinimos a verte—saludo el pequeño rubio mientras las rosas sobre la lápida—mira, mira—sonrió mostrando que le faltaba uno de sus dientes de enfrente—se me cayó cuando jugaba con Manigoldo en el columpio—explicó sonriente sentándose frente a la tumba.

Hakurei sonreía al ver a su hijo “conversar” con su papá, tal vez podría parecerle una tontería pero cada vez que iba podía sentir la calidez única que Avenir poseía en vida, como si este estuviese presente cada vez que ellos llegaban. El gemelo mayor se sentó a lado de su hijo escuchando con atención las palabras que este le dedicaba a Avenir. Habían transcurrido horas ahora Hakurei acariciaba la cabeza de su pequeño quién estaba sobre su regazo durmiendo profundamente.

—Mira que grande esta nuestro borreguito—río acomodando a su hijo sobre su hombro para poder ponerse de pie—aunque tiene toda mi cara, heredó tu carácter, es tan gentil y noble como tú, aunque también es igual de terco que tú—soltó la carcajada al decir esto último—creo que nunca me cansaré de decirte cuanto te extraño, confieso que me ha costado mucho trabajo sin ti aquí conmigo, pero hago mi mayor esfuerzo—acarició la lápida con lentitud—¿sabes? He tratado de dar con él pero me ha sido tan difícil pareciera que la tierra se lo ha tragado, pero no me rendiré porque te hice un promesa y seguiré buscándolo, no importa que tenga que ir hasta la luna para verlo, lo encontraré y me casaré con él—sintió un suave viento que movió sus cabellos y los de Shion—sé que desde donde estas me apoyas para poder encontrarlo, espero sea pronto, sinceramente a veces he pensado en rendirme pero tu recuerdo es el que me mantiene en la batalla—.

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Lugonis derramaba lágrimas silenciosas cuando escuchó el relato del gemelo mayor, él había sufrido mucho cuando se fue, pero no se imaginaba que Hakurei hubiese vivido todo eso.

—Es por eso que no voy a dejarte ir de nuevo—soltó las manos del otro que estaba inmóvil sobre la nieve—no sólo por la promesa que le hice a Avenir sino por este inmutable amor que aún siento por ti—se puso de pie ayudando al pelirrojo quién mantenía su mirada agachada sin soltar la mano del gemelo.

—No estoy a su altura—dijo en un susurro triste.

—¿Cómo dices?—

—Yo no podría hacer lo que él hizo, Avenir Rossi fue un hombre admirable, estuvo a tu lado durante tu exilio, te dio la mayor bendición que todo hombre puede desear, te amo incluso más que a su propia vida, yo…—apretó su gesto y puños—yo no hubiera podido hacer todo eso, no te di un hijo, no estuve contigo, no te deje explicar nada, simplemente me fui—encaró al pelilargo con abundantes lágrimas resbalando por sus mejillas—hui como un cobarde, te abandone cuando más necesitaste de mí, te evite por 18 años ¿Cómo puedes amar a un hombre cómo yo?—

—Que tonto eres—

Lugonis sintió un fuerte tirón en su brazo sintiendo los labios del mayor sobre los suyos, Hakurei besaba con necesidad esos suaves labios, delineándolos con su lengua para introducirla en el interior de su boca disfrutando el sabor almizclado que las lágrimas daban al no detener su descenso por sus mejillas que ahora se estaban frías, se separaron con sus respiraciones agitadas.

—¿Ya olvidaste que fue lo que me enamoró de ti, Lugonis?—tomó su mentón acariciándolo con suavidad—no sólo tu físico que debo decir es una delicia a la vista de cualquiera, sino también tu voluntad y tu mirada, determinaba y pura—

—Han pasado muchos años Hakurei, yo no sé si esto pueda volver a funcionar, ahora tu y yo somos totalmente diferentes—su tono se oía inseguro.

—sí, nos alejamos el uno del otro por nuestro maldito orgullo y los prejuicios de esta sociedad superficial, pero yo al menos no planeo desperdiciar esta segunda oportunidad que la vida me ha brindado, pero si en estos momento me pides que me vaya, aceptaré tu decisión y te prometo que jamás volveré a molestarte—junto su frente con la del otro—por favor dime que es lo que quieres que haga—

—Quedarte conmigo—rozó su nariz con la suya—eso es lo que quiero—susurró dándole una leve lamida al labio inferior del otro antes de unirlos en un hambriento y apasionado beso.

Pasaron un par de minutos besándose, saciándose del sabor del otro, se separaron con las respiraciones agitadas juntando sus frentes una vez más,  soltaron ligeras risas apenadas como cuando se dieron su primer beso.

 —Extrañaba tanto tus labios y tú bella figura que siempre está presente mis pensamientos—

—También yo te ext…—guardó silencio de pronto al sentir la mano del pelilargo sobre su trasero moviéndola de arriba abajo dibujando toda su extensión.

—¡Agh!—exclamó al sentir la mano del pelirrojo sobre su mejilla dejándola marcada sobre la misma.

—Muchas gracias Hakurei—

—De las que estas lleno Lugonis—le sonrió coqueto pasando su brazos por su cintura acercándolo a su cuerpo.

—Eres un idiota—respondió sonrojado caminando con el peliblanco hacia la gran mansión.

Al fin, de nuevo estaban juntos como siempre debió de haber sido, cumpliría la promesa que le hizo a su querido Avenir, no permitiría que nadie se lo arrebatara de nuevo, pero a veces el destino gusta de realizar juegos crueles para comprobar si esos sentimientos que las acciones y palabras claman a todo pulmón, son verdaderos.

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—Y esa es toda la historia mamá—suspiró Aspros con la mirada gacha mientras sostenía con fuerza las cuerdas del columpio.

—Bueno hay algo que me gustaría saber Aspros—habló la peliazul en un tono algo molesto a su hijo que no pasó desapercibido para el mismo—¿No confías en mí? o ¿Cuál fue la razón por la que me ocultaste esto tantos años?—

—No se trata de confianza, mamá, lo oculte tanto tiempo porque no es correcto—

—¿No es correcto?—se levantó del columpio de forma abrupta asustando un poco al gemelo mayor—haz mantenido una relación clandestina con el capitán por casi 9 años y me sales con eso, no te entiendo—

—¡Pues inténtalo mamá! ¡Hazlo, para que me hagas entender a mí!—exclamó también poniéndose de pie también—¡Que estos sentimientos que tengo hacia el capitán están mal! ¡Cada día durante estos años he buscado la forma de poder deshacerme de todos ellos, repitiéndome una y otra vez que esto no será que no tiene futuro! ¡pero…pero…!—Apretaba con fuerza sus puños y sus ojos de los cuáles resbalaban gruesas lágrimas.

Chris lloraba con gran sentimiento mientras escuchaba a su hijo, siempre lo vio tan fuerte, tan decidido, sin imaginarse que algo así lo atormentase por tantos años y ahora estaba ahí frente a ella mostrando toda su debilidad y fragilidad. Que tonta y ciega había sido durante tantos años.

—¡No puedo, no puedo! ¡Ya perdí la cuenta de cuantas veces lo he mandado al diablo, pero el sólo hecho de sentirlo cerca de mí, me quiebro, siempre está ahí cada vez que lo necesito, pese a mis crueles desplantes y palabras, sigue ahí, como si anda pasará, diciéndome una y otra vez “Te amo, te amo”, es un idiota, un completo idiota!—se dejó caer de rodillas, sus lágrimas mojaban la tierra bajo sus manos que estrujaba con fuerza manchándolas—¡Ya me cansé de aparentar mamá! ¡Ya no puedo más!—

—Aspros—susurró abrazándolo de forma protectora—perdóname—pidió triste—que mala madre he sido—agachó su mirada con tristeza—mi mayor objetivo cuando nacieron era protegerlos con todo mi ser, que fueran libres, de amar, de vivir, de pensar, y mira, te tengo aquí entre mis brazos sufriendo por un amor que te has visto obligado a callar por tantos años—

—No digas eso mamá, no te sientas culpable por favor, el único que debe sentirse así soy yo por no poder olvidar esto, hacerlo a un lado, por eso acepte casarme con Dégel—

—¿Cómo dices?—

—Estoy seguro que el tiempo me permitirá olvidarlo, confío en eso, por eso haré lo posible para enamorarme de Dégel—sintió como las manos de su madre tomaban su rostro, enfoco sus ojos en lo de Chris quién lo observaba con molestia.

—¡Escúchame bien Aspros Colonomos!—regaño a su hijo—¡no quiero volver a escucharte decir algo como eso! ¡¿Entendiste?!—

—Pero mamá…—

—¡Silencio!—calló cualquier intento de su hijo por hablar—No voy a permitir que tú y tu hermano sufran de por vida y menos por amor, cuando es un sentimiento tan hermoso que deben vivir a plenitud—vio como el gemelo mayor abría sus ojos sorprendido—Si también me di cuenta de lo que ese joven hindú removió en tu hermano—

—Parece que nunca lograremos engañarte del todo—sonrió suspirando derrotado.

—En efecto mi pequeño—limpio las lágrimas de los bonitos ojos de su gemelo con un suave pañuelo blanco—a mi es a quién menos podrán engañar—lo abrazo de nuevo peinando el largo cabello de Aspros—hallare una forma de que sean felices, no sólo tú y tu hermano, sino todos ustedes—susurró besando su frente—lo prometo—

—Gracias mamá—susurró con tranquilidad, agradecía a Dios el tener a su madre cerca de ellos, hubiese caído en la desesperación de no haber sido por su fuerte presencia.

—Bien debemos irnos, ya ha pasado un buen rato desde que salimos de la mansión—anunció separándose de su hijo quién se puso de pie ayudándola también—espera—detuvo al mayor acomodando su frac y peinando sus cabello con su mano de forma rápida—perfecto, vamos sino tu padre no te dejará en paz por el resto del día—anunció tomando la mano de Aspros saliendo con el de aquel lugar que ahora se convertiría en el lugar secreto del gemelo mayor y muy pronto del menor.

—Gracias mamá—le sonrió con cariño besando una de sus mejillas—no sé qué haríamos mi hermano y yo sin ti—.

—Que esperabas si ustedes son y serán mi mundo por siempre—le sonrió—por cierto Aspros, cambiando de tema—dijo sonrojada—me imagino que ustedes ya…—movía sus manos de diferentes formas al no hallar como preguntar.

—No entiendo que tratas de decirme mamá—

—Bueno ¿te duele mucho?—preguntó de pronto observando las caderas de Aspros con curiosidad.

—¿Qué?—preguntó algo incómodo por la mirada que su madre le dedicaba.

—Pues cuando el capitán y tú…—se acercó al oído del peliazul susurrándole lo que quería preguntar.

—¡Pero qué cosas preguntas mamá!—exclamó sonrojado a más no poder.

—¡Es que me da curiosidad saber cómo te la ingenias para caminar, dada la altura del capitán me imagino que debe estar…!—

—¡Mamá por dios, ya basta!—camino más rápido dejándola levemente atrás.

—¡Que no te de pena Aspros!—pidió divertida corriendo dándole alcance a su hijo quién estaba más sonrojado que hace unos momentos—¡Anda hijo, dime! ¡Por favor!—pidió entrelazando sus manos de forma suplicante.

—¡Ya te dije que no!—

Notas finales:

Gracias por leer :D son mi mayor motivación para seguir escribiendo, prometo voler a retomar los otros que deje en hiatus y tal vez llegue un fic nuevo jajajaja.

 


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