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"A tu lado" por itzerUchiha2

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Notas del capitulo:

Hola mis queridos lectores, lamento mucho la demora con este capítulo, aparte de no tener inspiración tuve algunos problemas familiares y escolares que requerían resolverse jejejeje pero bueno ya estoy de vuelta con este nuevo capi esperando de todo corazón que les guste. :)

Mansión Colonomos 11:30 a.m.

Manigoldo caminaba hacia la mansión con las manos dentro de sus bolsillos, la nieve no dejaba de caer y algunos copos de nieve se atoraban entre sus hebras añiles, hacía frío pero no lo sentía en esos momentos más cuando puso los dedos sobre sus labios recordando la sensación y sabor de los del heredero Sweeney, dulce y delicado.

—Albafica—susurró alzando su rostro hacia el cielo dejando que unos cuantos copos cayeran sobre sus mejillas, con sus dedos los quitó observando la forma que estos poseían—flor blanca.

De pronto su cara se estampó contra el suelo cuando un fuerte golpe llego a su espalda, se levantó sumamente molesto encarando al bastardo que le había atacado de forma tan traicionera, encontrándose con el infierno en la azulina mirada del almirante.

—Maldito bicho eso me dolió—dijo mientras sobándose la nariz.

—Y es lo menos que te mereces desgraciado—respondió con el ceño fruncido.

—Deberías agradecérmelo después de todo funcionó ¿no?—habló mientras se ponía de pie sacudiendo su abrigo—el francés ya es tuyo.

—Cállate infeliz, de verdad tuviste suerte de que así fuera.

—Una suerte de la que obtuviste una muy buena recompensa, mi estimado almirante—le sonrió divertido pasando sus dedos por sus hebras añiles—además no me niegues que fingir que me tenías como pareja te agrado—dijo sonriendo de forma altanera.

—Brincos dieras.

—Querías besarme, abrazarme y casarte—chasqueaba sus dedos mientras movía sus caderas de un lado a otro—¿no es así? ¡Mi cielo!—exclamó dándole de pronto una fuerte nalgada al almirante

—¡Ya fue suficiente!—soltó un golpe contra el pelicorto quién lo esquivo con astucia—¡Vete al diablo!

—¡No te enojes bicho!—lo siguió enroscando su brazo alrededor de los hombros del otro—¡Estaba bromeando, anda regálame una sonrisita!—picó la mejilla del otro.

—¡Ya déjame en paz!—le exigió molesto.

—Está bien, ya serios—dijo tratando de ponerse serio caminando a lado de su amigo a quién lo miró de reojo por un segundo para después soltar una risa divertida.

—No tiene ningún caso tratar de hablar contigo enserio en estos momentos—soltó resignado ya bromeando con su amigo.

Mientras tanto Asmita y Deuteros quiénes estaban tomados de la mano llegaban en una de las puertas aledañas de la mansión.

—-Aquí es donde debemos separarnos—mencionó con un leve dejo de tristeza dándole un apretón a su mano.

El moreno volteo en diferentes direcciones para asegurarse de que nadie estuviese cerca y sin más tiró del brazo del hindú abrazándolo y dando inicio a un beso suave que fue de inmediato correspondido por el otro quién abrazo el fuerte cuello del gemelo.

—Es peligroso que haga eso tan de repente joven Deuteros—habló el rubio acariciando la nariz del moreno con la suya para enseguida soltar su cuello esbozando una leve sonrisa ante la caricia dada por el Colonomos, bajó sus manos para entrelazarlas con las del joven—¿Qué pasa?—preguntó cuándo su gesto no fue correspondido.

—No me gusta esa excesiva formalidad con la que te sigues dirigiendo a mí—respondió viendo hacia otro lado—como si sólo hubiese sido algo sin importancia lo que está pasando entre nosotros—no pudo evitar que su tono se escuchase decepcionado y triste.

—¿Y eso te causa problema?—preguntó alzando su mano para delinear con su dedo el largo de su mejilla—Vamos no te enojes por algo tan simple—ahora puso el otro dibujando círculos sobre la superficie de ambas—¿sabes? me gustas más cuando sonríes.

Pidió, pero el moreno seguía en su misma posición.

—Ah, con que me estás ignorando—pronunció divertido por la actitud que estaba adoptando, puso sus labios en la piel de su fuerte cuello aspirando su aroma—¿Cómo puedo llamar tu atención, Deuteros?—susurró succionando ligeramente la superficie de una forma tan sensual que el peliazul apretó el gesto soltando un leve gemido que fue escuchado por el rubio que sonrió satisfecho—¿Seguirás ignorándome?

—Tal vez me hagas cambiar de opinión si sigues haciendo eso—dijo sonrojado mientras sus manos bajaban hacia las caderas del otro juntándolas con las suyas.

—¿Qué cosa?—preguntó con fingida inocencia—ah te refieres a esto—dio una suave lamida que hizo dar un respingo al otro—mira nada más que sensible eres del cuello—dijo dando cortos besos a todo lo ancho para después dar leves chupetones enrojeciendo su morena piel.

Deuteros aprovechó para mover ligeramente sus caderas contra las del rubio quién dio un pequeño respingo para enseguida soltar un leve suspiro al sentir las fuertes manos de moreno sobre su espalda baja.

—Mira nada más que sensible eres de las caderas—susurró ahora de forma triunfante al ver como el otro apretaba también su gesto sonrojándose de una forma adorable, visión que fue exquisita para sus ojos, elevó su mano para tomar el mentón del rubio y besarlo una vez más.

—¡Deuteros!

Escucharon de pronto la estridente voz de Eartheart separándose rápidamente.

—Fantástico—soltó un suspiro y caminó en dirección dónde provenía la ya molesta voz de su padre quién lo llamaba por tercera ocasión.

—Hasta que te encuentro, Deuteros—habló con un tono furioso al verlo aparecer—¿Dónde demonios habías estado todo este tiempo?

—Salí a caminar por un momen…—no pudo concluir la frase cuando su rostro fue ladeado por la fuerte mano de su padre que se había impactado de lleno sobre su rostro, incluso despeinó los largos cabellos del moreno.

—Sabes bien que detesto que andes paseándote como si nada en los jardines—lo tomó de los cabellos acercándolo a su amenazante rostro—no quiero que mis invitados consideren tu presencia como algo normal, no olvides cuál es tu nombre y tu lugar.

—Joven Deuteros—habló el rubio apareciendo por el mismo lugar que el gemelo—¿Dónde esta?—estiró su mano buscándolo.

—Joven Hari—susurró aprovechando que su padre aflojo su agarre para soltarse.

—Lamento mucho si Deuteros lo importunó joven Hari, suele ser una constante molestia—mencionó viendo con desprecio al moreno quién sólo agachó la mirada.

—Al contrario señor Eartheart—respondió el rubio aferrándose de pronto al brazo del moreno—el joven Deuteros me ha sido de mucha ayuda, soy algo torpe al desplazarme dada mi condición—señaló sus ojos cerrados—pero su hijo tuvo la gentileza y paciencia de permitirme pasearme los bellos jardines de su mansión—explicó con tranquilidad.

—Al menos como perro lazarillo eres útil Deuteros—respondió con una sonrisa burlona al moreno quién mantenía la mirada agachada dejando que su flequillo cubriera sus ojos tristes—¿No te da gusto escuchar el halago que el joven Hari te dedica?

—Si padre.

—Porque si me permite ser totalmente sincero con usted joven Hari, mi hijo mayor Aspros siempre será por mucho la mejor opción que la familia Colonomos pueda tener en cuanto a negociaciones.

Deuteros sintió como el rubio apretó por un instante cuando escuchó esas crueles palabras de su progenitor quién siempre buscaba la forma de hacerlo quedar en ridículo y reafirmar su condición, una sombra.

—Agradezco su amable sugerencia y créame que la tomaré muy en cuenta cuando el momento de las negociaciones lleguen—agradeció—pero por el momento me gustaría que le permitiese al joven Deuteros acompañarme un poco más.

—¿Esta seguro? Puedo pedirle a uno de los criados que le ayude a desplazarse.

—Con toda sinceridad en estos momentos me siento seguro con el joven Deuteros guiando mis pasos.

—Cómo usted guste—se dio la vuelta subiendo las escaleras dirigiéndose hacia la entrada de la mansión—¿Gusta pasar?

—Muchas gracias, pero me gustaría caminar unos minutos más por sus bellos jardines quiero despejarme para mañana poder comenzar con nuestras charlas de forma tranquila señor Eartheart y su jardín al igual que la compañía de su hijo me parecen mi mejor opción por el momento.

—Entonces lo veré mañana joven Hari—se despidió del rubio con un apretón de manos para entrar a la mansión.

El moreno se soltó del agarre del rubio, dio un par de pasos alejándose un momento al sentir frío en sus mejillas, su padre siempre lo consideró como algo que sobraba, sus palabras siempre fueron de desprecio hacia él, metió su mano a la pequeña bolsa en el interior de su frac sacando un pequeño pañuelo color perla con bordados azules en toda la orilla.

********************************Deuteros Flashback*****************************

9 de Abril de 1826, jardín central de la mansión Colonomos.

Un pequeño de medianos cabellos azules estaba sentado en el columpio blanco que colgaba de la fuerte rama de aquel gran roble, la sombra que lo cubría del sol ocultando el brillo de las abundantes lágrimas que bajaban sin césar por sus mejillas. Se sentía tan triste por lo ocurrido momentos antes con su padre, mientras observaba el dibujo plasmado en aquella hoja.

Había dibujado la fuente que se hallaba en el jardín central de la mansión, la figura de flor con un hermoso caballo parado en dos patas le fascinaba, vio el resultado y corrió emocionado para mostrársela a su hermano quién en esos momentos estaba en “clase” con su padre, corría emocionado por los pasillos que daban hacia el despacho del peligris con el dibujo contra su pecho.

—¡Aspros!—exclamó entrando de pronto sentándose a lado de su hermano quién sonrió al verlo—Mira, mira—puso la hoja frente al rostro del otro de forma emocionada.

—Es muy bonito Deuteros.

—¿Te gusta?—preguntó emocionado.

 

—Sí y mucho—junto su frente acariciando la nariz de su hermano con la suya—¿Es para mí?

Iba a responder pero ambos se asustaron al ver como la hoja de pronto era arrebatada de las manos de Aspros por su padre quién la veía con molestia y desprecio.

—¿Qué clase de basura es esta? Ni para dibujar eres bueno Deuteros—mencionó serio y con un tono decepcionado que no pasó desapercibido para el moreno quién agachó su mirada—¡Por estas tonterías nos interrumpiste!—exclamó furioso golpeando la cabeza del pequeño con su mano—¡Lárgate de aquí!

Salió despavorido del lugar al ver la mirada furiosa del peligris quién continuó con las arduas lecciones con su hermano mayor que lo vio salir del despacho con una triste mirada.

—Es cierto—dijo mientras veía el dibujo—es basura—arrugo el papel en sus manos y lo arrojo hacia atrás con desprecio—papá tiene razón—movía sus manos de un lado a otros sobre sus ojos tratando inútilmente de secar las lágrimas que no se detenían—sólo molesto a los demás.

—Deuteros

Volteo al escuchar la suave voz de su madre quién lo observaba con extrema ternura y cariño, sentimientos que durante su corta vida nunca había visto reflejada en la mirada de su padre hacia él.

—¿Por qué lloras mi amor?—preguntó arrodillándose a su altura.

—Por nada—se volteó dando la espalda a su madre.

—¿De verdad?—preguntó acariciando un mechón de los azulinos cabellos viendo como daba pequeños pujidos al continuar llorando—Deuteros—lo llamó una vez más—Voltéate, quiero ver tu cara mi vida.

El morenito se volteo con lentitud encarando a su madre quién suspiro, sacó de la manga de su vestido un pañuelo con la intención de limpiar las lágrimas de su pequeño pero este dio un paso hacia atrás alejándose.

—¿Por qué no regañaste a la cigüeña cuando nos trajo a mi hermano y a mí al mismo tiempo mamá?—le reclamó apretando la tela de los pantalones cafés que usaba.

—Mmmm…¿Por qué no la regañe? Déjame pensar—respondió atrayéndolo hacia ella para comenzar a limpiar los rastros de lágrimas—¡ah! Ya me acordé—besó las mejillas cuando termino su labor—porque cuando llego me dijo que el paquete que me fue enviado era una entrega muy especial ¿Cómo regañarla cuando me entregó a los dos bebés más hermosos del mundo?—se puso de pie para enseguida tomarlo entre sus brazos—¿Cómo negarme a ser doblemente feliz?.

—Entonces ¿Por qué papá no me quiere?—soltó triste agachando su mirada que fue cubierta por su flequillo azul.

—Dime una cosa Deuteros—peino sus cabellos despejando su rostro para enseguida tomar suavemente su mentón levantándolo—¿Cuánto crees que Aspros te quiere?

—Hasta la luna—sonrió recordando como su hermano abría sus bracitos a los costados de su cuerpo cuando le decía cuanto lo quería.

—Y ¿Cuánto crees que yo te quiero?

—Mmmm… ¿hasta Marte?

—Mucho más que eso.

—¿Cuánto mami, dime, dime?—preguntó curioso con sus orbes azules brillando con ilusión

—Como las estrellas que en universo.

—Pero esas no se pueden contar—dijo sonriente

—Así es mi niño, mi amor por ti y por tu hermano no se puede contar—le sonrió a lo que el moreno se aferró a su cuello con fuerza y anhelo siendo correspondido por Cris que acariciaba su cabello—nunca olvides que el amor de tu hermano y mío por ti es infinito, como las estrellas que hay en el universo—le dijo sonriente al ver como asentía enérgicamente al escuchar sus palabras—¿Prometes que nunca lo olvidarás?

—Si mami, lo prometo—respondió riendo al sentir los besos de su madre sobre todo su rostro.

****************************Deuteros End flashback****************************

Estaba tan sumido en sus pensamientos que cuando sintió como la mano del rubio se entrelazaba con la suya lo sobresaltó un poco.

—Deuteros—lo llamó tomando el pañuelo de entre los dedos del moreno—No hagas caso a las palabras que tu padre dice—pidió limpiando sus mejillas en una suave caricia desapareciendo por arte de magia la aflicción que sentía hasta hace unos instantes el Colonomos.

—No quiero que te preocupes por algo así Hari—pidió tomando la mano del rubio con la suya acariciando el dorso con su pulgar—aunque si te soy sincero, mi padre tiene razón—puso su mano tras su cabeza sonriendo con resignación—en cuestión de los negocios familiares, mi hermano es tu mejor opción, él siempre fue el más grande orgullo de mi padre—soltó tratando de ocultar inútilmente su gran pesar—después de todo hasta nuestros nombres dejan ver la gran diferencia entre nosotros.

—¿Cuál es esa diferencia que crees tan firmemente que existe entre ustedes?—preguntó colocando sus manos sobre el firme pecho del moreno—en lo personal has despertado un genuino interés en mí que creí nunca encontraría en la personas y mucho menos en el hijo de un magnate—delineaba los labios del moreno con su dedo—eres alguien increíble pues te has mantenido lejos del frío y superficial mundo de los negocios e inclusive tengo la firme creencia de que serías alguien que basaría sus decisiones no por mantener la fuerza de un apellido, ni mantener tu fortuna, más bien por algo que va más allá del simple dinero o poder que representa un emporio, es por eso que quiero conocer más de ti, Deuteros Colonomos—enredo sus brazos en su cuello—no me interesa saber que opinan los demás de ti, yo me haré mi propia opinión.

Deuteros sonrió con sinceridad, estrechando sus brazos en la cintura del otro, susurró un leve “Gracias” antes de unir una vez más sus labios con los del hindú,   expresando no sólo su agradecimiento sino también el amor que estaba surgiendo por él.

—Vamos es hora de volver—suspiró separándose del rubio estirando su brazo para que fuese tomado una vez por Hari quién sonrió—con gusto lo llevaré al interior de la mansión, confié en mí.

—Siempre.

Sonrió dejando que el peliazul lo guiase al interior de la enorme mansión que ya estaba siendo ocupada otra vez por los invitados.

***********************************************************************************

Dégel caminaba hacia la gran mansión, una tenue sonrisa se dibujaba en su rostro mientras acariciaba sus labios recordando la sensación del beso que se dio con el almirante, su primer beso con ese alocado hombre que chocaba totalmente con su personalidad pero sobre todo que llego a romper todos las características de la pareja ideal que le habían inculcado desde niño, ¿Quién lo diría?

—Dégel.

Volteo al escuchar su nombre encontrándose con Albafica quién lo saludaba con su mano en alto dándole alcance.

—Hola Albafica—respondió levantando la suya ligeramente.

—Veo que te fue muy bien—le dijo al Versau quién se sonrojo por un momento.

—Igualmente—respondió provocando lo mismo en el Sweeney.

—Para qué negarlo, ha sido el día más maravilloso que hemos tenido—cerró sus ojos soltando un suspiro enamorado.

—Tienes razón, no tiene sentido hacerlo.

Soltó una ligera risa cuando Albafica lo tomó de las manos y comenzó a dar giros con él. Los cabellos de ambos danzaban al compás de sus movimientos dándoles un toque hermoso y refinado, sus sonrisas ilusionadas sólo podían expresar una cosa, amor.

—¡Ay, esto es un total locura!—exclamó el peliceleste soltando al Versau quién no quitaba su sonrisa—pero…

—No me arrepiento de nada—completó Dégel.

—En efecto y estamos totalmente locos por llevarla a cabo.

Ambos jóvenes conversaron de forma animada mientras caminaban de regreso a la mansión, curiosamente se habían hecho íntimos ya que ambos se habían besado con el amigo de los hombres que los habían cautivado. Reían mientras contaban su ataque de celos y como la única forma que encontraron para poder charlar con ellos fue con las fuertes bofetadas que les propinaron.

—¡Dégel!

Se sobresaltaron al escuchar la imperante voz de Krest quién estaba cruzado de brazos con un gesto sumamente molesto frente a la enorme puerta principal de la mansión.

—Oh no—susurró temeroso caminando lo más rápido que pudo hacia donde se hallaba su padre.

Albafica no pudo evitar sentirse nervioso antes la fría mirada que el padre de su ahora amigo le dirigía al peliverde quién camino nervioso hacia él.

—¿Dónde habías estado todo este tiempo?—preguntó tomando fuertemente el brazo del peliverde—parece que te empecinas en estar lejos de tu prometido ¿verdad?—le dijo zarandeándolo levemente.

—De hecho señor Krest—interrumpió Albafica al ver el rostro afligido de su amigo—es culpa mía, el joven Dégel estuvo todo este tiempo conmigo, salí a caminar y me perdí en los jardines de no haber sido por él aún continuaría perdido—se disculpó con el Versau mayor—de verdad lamento haber causado algún problema.

Krest soltó su agarré soltando un largo suspiro observando de nuevo a su hijo quién tenía la mirada gacha.

—Qué bueno que entre los dos encontraron la solución joven Albafica—tomó la muñeca de su heredero—le recomiendo que por favor la próxima vez que quiera salir a caminar—hizo un mayor énfasis en la última palabra—lo haga con su prometido para evitar este tipo de situaciones y que también espero tu hagas lo mismo Dégel.

—Si papá.

—Ahora con permiso—se despidió llevándoselo.

Albafica suspiro tranquilizándose la presencia del señor Krest Versau era totalmente distinta a la del señor Itia, mientras que el primero tenía una presencia imponente, su esencia era fría y hasta cierto punto intolerante, la del segundo aunque su presencia también era imponente e incluso mas que el del mismo señor Krest su esencia era comprensiva pero sobre todo cálida.

—Albafica.

Ahora él volteo encontrándose con su padre quién llegaba con paso tranquilo hacia donde él estaba, sonriéndole con esa enorme calidez que lo caracterizaba, mientras la distancia entre ellos era más corta.

—Hasta que te encontré hijo.

Corrió hacia su padre abrazándolo con fuerza, hundiendo su cara en el fuerte pecho del pelirrojo quién se sorprendió un poco ante tal gesto.

—¿Qué pasa?—preguntó sonriendo mientras acariciaba la azulina cabellera del menor.

—Nada—susurró estrechándolo aún más—simplemente quise hacerlo papá.

—Ay mi albafica—beso la cabeza de su hijo quién soltó su agarre—antes de que se me olvide, ¿Me puedes decir dónde estabas?—preguntó cruzando sus brazos—estuve buscándote por un buen rato, saliste de la mansión sin más, estaba preocupado.

Después de ver la escena entre Dégel y su padre agradecía el carácter del suyo, que como todos lo reprendía cuando hacía travesuras o se molestaba por alguna mala contestación pero de ahí en fuera siempre fue comprensivo y accesible con él.

—Siento haberte preocupado—se disculpó—me sentía asfixiado y salí a caminar por un rato.

—¿El joven Deuteros no te quiso acompañar?

—De hecho, me salí sin avisarle a nadie, aunque me encontré con Dégel en el camino—explico.

—Así que ya conociste al hijo de Itia y Krest.

—Si es muy amable y gentil—explicó sonriendo—aunque lo metí en problemas con el señor Krest.

—No te preocupes por ello, Krest suele ser muy estricto—soltó un suspiro—de hecho Itia es el que lo mantiene a raya por así decirlo, volviendo al tema—puso su dedo sobre la punta de la nariz del peliceleste—la próxima vez que tengas ganas de salir a “caminar”—entrecomillo la última palabra—ten la delicadeza de avisarme ¿quieres?—expresó en un tono molesto.

—Si papá.

—Bien ahora volvamos ya es tarde y tu prometido debe estar buscándote.

Los hombros de Albafica fueron rodeados por el brazo de su padre caminado ambos de regreso a la gran mansión sin percatarse de una fuerte mirada sobre ellos.

Algunos de los invitados regresaban refugiándose de la tormenta que conforme los minutos pasaban se hacía cada vez más fuerte, los últimos en entrar fueron Dokho y Shion quien se sacudía su largo cabello de los copos que se habían atorado entre las hebras humedeciéndolo levemente, se quitó el qipao que lo cubría con lentitud sin percatarse de la mirada que el castaño.

—Hermoso—susurró

—¿Disculpa?—preguntó curioso al no entender la palabra dicha por el chino.

—No nada.

—Aquí tienes Dokho, muchas gracias—le entregó la prenda con una gran sonrisa.

—De nada Shion—la tomó sacudiéndola para después colocarla sobre sus hombros.

Shion mordió su labio inferior al ser testigo de cómo el castaño se ponía esa prenda, cubriendo sus fuertes brazos y trabajado pecho el cual tuvo que encorvar un poco hacia el frente para poder cerrarla, ¿Qué era ese calor tan fuerte que sentía en su interior? ¿Por qué el hecho de ver el masculino cuerpo del custodio de los Versau le hacía sentirse tan ansioso por tocarlo? Porque sí quería tocarlo, deslizar las yemas de sus dedos por esa bronceada piel, cuando lo rescató aquel día tuvo una tremenda sensación de seguridad y protección, jamás la había sentido de forma tan intensa ni siquiera con su padre. Acaso Dokho…

—Listo— mencionó levantando su vista hacia el rubio sonriéndole de forma cálida.

—Dokho—dio un paso hacia el moreno colocando su mano sobre el fuerte pecho del moreno y la otra entrelazándola—yo quisiera decirte que…—susurró mientras su rostro se iba acercando al del chino de forma involuntaria, cerrando sus ojos lentamente.

—¿Qué cosa?—respondió también entrecerrando los suyos.

La distancia se acortaba cada vez más y más, tanto que sus alientos se mezclaron, sus narices se rozaron levemente obligándolo a ladear sus rostros, Shion apretó la mano del moreno con fuerza al sentir el rozar de sus labios.

—¡Shion, Shion!

Ambos reaccionar con un sobresalto al escuchar la fuerte voz de Hakurei quién caminaba entre una multitud de invitados buscándolo con la mirada.

—¡Dokho, ¿Dónde estas?!

Ahora fue la fuerte voz de Itia quién llamaba al castaño que también lo buscaba, ambos soltaron un suspiro al ser interrumpidos pero no soltaron sus manos.

—Ehm yo…

—¿Qué te parece si te veo en la salida oeste de la mansión en una hora?—preguntó soltándose de su agarre para comenzar a caminar hacia donde lo llamaban.

—Sí, está bien.

—Entonces nos veremos en un rato—anunció caminando hacia el patriarca de los Versau pero se detuvo de pronto, no pensó, simplemente corrió hacía el rubio y le dio un beso en la mejilla para enseguida irse lo más rápido que pudo.

Shion se quedó estático por un momento y llevo sus dedos hacia donde los labios del castaño se habían posado en su mejilla, suspiró sonriendo al verlo desaparecer entre la multitud.

—Con que aquí estabas—le dijo Hakurei abrazándolo de pronto—me tenías preocupado Shion—le decía mientras frotaba su mejilla con la de su hijo.

—Papá me estas partiendo en dos—le dijo jadeante por la falta de aire.

—Ay perdón es que eres tan adorable y esponjoso que no puedo evitarlo.

Shion soltó un suspiro cansado su padre siempre era así con él, lo abrazaba a cada rato y lo besuqueaba, aunque en ese momento sus pensamientos viajaron hacia el castaño quién tenía fija su atención en Itia, el cuál parecía darle algunas instrucciones a lo que Dokho solamente asentía, estaba ansioso por hablar con él, deseaba que el tiempo pasase rápido para volverlo a ver, necesitaba entender que era esa extraña calidez que sentía en su pecho cuando volvió a verlo.

***********************************************************************************

Aspros, Chris y Deuteros que momento antes se había separado del rubio entraban a la mansión de forma tranquila encontrándose con sus prometidos acompañados de los padres de cada uno, los más jóvenes hicieron leves reverencias a los gemelos en señal de respeto tal como se acostumbraba en aquella época, pues hacía anuncio del lugar que ellos ocupaban. Se tomaron de su brazo caminando hacia el gran salón donde habían unos sillones acomodados en toda la superficie del mismo, ambiente perfecto para poder charlar de forma amena, se sentaron en los que estaban frente a la pequeña cámara donde descansaban algunos instrumentos musicales. Chris se despidió de ellos yendo hacia donde se hallaba su esposo sentándose a su diestra de forma tranquila.

Kardia y Manigoldo al fin entraban junto a un grupo de invitados, caminaron hacia el gran salón en búsqueda de los herederos, hallándolos al fin sentados junto a los gemelos, tenían toda la intención de estar cerca de ellos, cuando...

—Manigoldo, Kardia vengan aquí—los llamó Sage al lograr distinguirlos entre la multitud.

Soltaron un suspiro caminando hacia donde se hallaba el gemelo menor quién se hacía a un lado dejando que su nieto se sentase a su diestra y Kardia en otro sillón a la izquierda del que ocupaban Hakurei y Shion quién le daba un sorbo a su taza de té.

—Me pueden explicar ¿Dónde se habían metido?—preguntó molesto con los brazos cruzados y el ceño fruncido—les recuerdo bien que no pueden estar paseándose como si nada y más cuando uno de los objetivos más peligrosos está muy cerca—señalo con la mirada a Zaphiri quién se hallaba sentado con Eartheart—nuestra llegada a Inglaterra fue una amenaza contundente contra el sangriento imperio que esos sujetos han logrado, es imperante irnos con mucho cuidado y cautela, ya déjense de sus juegos y altanería que en esta situación son innecesarios.

—Oye viejo pero…

—Silencio Manigoldo—dijo serio—no olviden que no sólo nuestras vidas están en riesgo sino las de otros también, el que este plan funcione dependerá de cómo cada bando juegue sus cartas y tú ya has sido testigo Kardia—miró al peliazul quién agachó su mirada recordando los sucesos que tuvieron lugar en la madrugada.

—Lo mismo va para ti Shion—advirtió Hakurei al rubio viéndolo de reojo—ya te dije que si quieres ser de ayuda para nosotros, mantente cerca, este plan es peligroso, te deje participar con la condición de mantenerte a raya y obedecer nuestras indicaciones—el tono que usaba era imponente y frío—No quiero que vuelvas mantenerte lejos de cualquiera de nosotros por demasiado tiempo, como lo dijo tu tío no estamos jugando, te lo advierto, si no obedeces tomarás el primer barco de regreso a Italia ¿Entendiste?

—Si papá—respondió agachando su mirada dejando su taza de té sobre la mesita ratona que estaba en medio del juego de sillones donde estaban.

—Vamos viejo déjalo en paz—dijo Manigoldo al ver el rostro triste de su primo—a pesar de ser joven, Shion sabe muy bien los peligros de este plan, créeme tiene la suficiente sapiensa para entenderlo.

Hakurei soltó un suspiro molesto ante las palabras de Manigoldo, su hermano y sobrino podrían decir lo que quisieran pero él no estuvo de acuerdo en la participación de Shion quién era su mayor tesoro, pero también el no tenerlo cerca de él representaba una angustia constante más con Zaphiri tras él.

—Kardia, vamos por algo de comer me estoy muriendo de hambre—anunció el pelicorto poniéndose de pie junto con Kardia quién se acomodó su saco del uniforme.

—Ah  que molesto eres—vio como el pelicorto le hacía un leve movimiento con su mano entendiendo el mensaje—aunque después de lo de anoche, también tengo mucha hambre.

—¿No entendieron lo que acabo de decirles?—preguntó el gemelo menor con un tono de voz serio y frío—¿Qué todo para ustedes es un juego? Tómense las cosas enserio.

—Tranquilo abuelo, nos tratas como verdaderos idiotas—habló el pelicorto con un toque de indignación—sabemos que debemos mantener bajo perfil, pero al igual que ustedes también nosotros tenemos algo que queremos proteger—estiró su mano hacia Shion quién la tomó poniéndose de pie junto a su primo entrelazando su mano con la suya.

—Así es señor Sage, lo considero cómo un padre es por eso que me sorprende que usted y el señor Hakurei nos tengan tan poca confianza—intervino Kardia en un inusual tono serio y algo molesto—tal vez parezca que no tomáramos enserio las cosas, pero es algo muy lejos de la realidad, sabemos lo que este plan representa y que la vida de muchos dependen de nuestras decisiones—dirigió su vista hacia donde estaba Dégel tomando té con gran elegancia sonriendo de forma suave—al igual que el tarado de su nieto, yo también he encontrado algo que quiero proteger.

—Además queremos comer o es que acaso esa necesidad natural ¿También está prohibida?—pregunto con el ceño fruncido retando a su abuelo con la mirada—Nos subestiman un poco ¿No creen?

Sage se sorprendió al ver la mirada que le dedicaba su nieto, no negaba que tenía razón pero tampoco podía dejar de sentir gran temor, pues su familia incluyendo a su nieto sintieron en carne propia la gran maldad presente en Eartheart Colonomos y Zaphiri Collingwood, no era cuestión de subestimación sino de salvaguardar la seguridad y vida de sus seres queridos, pero tal vez ya también iba siendo hora de que ellos forjarán su camino, para así aprender a proteger a sus seres queridos y los futuros miembros de su familia. Soltó un suspiro cansado y con un movimiento de mano dio permiso a los más jóvenes de irse.

—Te estás volviendo blando Sage—soltó el mayor viendo como los tres se perdían entre la multitud.

—Puede que sea así, pero no olvides hermano que son ellos los que se abrirán paso al futuro, nosotros lo formamos, ellos lo forjarán—se dibujó una tenue sonrisa en su rostro—yo al menos estoy dispuesto a darle una oportunidad a su criterio—respondió sonriendo dándole un sorbo a su taza de té ignorando el chasquido que dio su gemelo con la lengua al escucharlo.

**********************************************************************************************

Mientras los gemelos Colonomos quiénes estaban sentados con sus respectivos prometidos se hallaban en un silencio incómodo, daban rápidos vistazos a los dos chicos sentados frente a ellos quiénes conversaban mientras daban ligeros sorbos a sus tazas de té. Aspros soltó un suspiro cansado, le dolía la cabeza al estar pensando la forma de decirle a Dégel su ya larga relación con el capitán, ¿Lo apoyaría? ¿Se enfadaría? ¿Se entristecería? Demasiadas preguntas saturaban su cabeza, se talló su frente, ojos y nariz tratando de tranquilizar a su cerebro que con cada pregunta que se respondía una más surgía.

Pero hubo una en especial que le causó más que duda fue temor, la reacción de su padre ¿Qué pensaría? ¿Cómo actuaría?, suponiendo que Dégel lo apoyará en tal situación y tratasen de conservar todo en secreto, nunca falta un yo lo vi o un yo lo oí, porque ahora que lo pensaba se estaba dando cuenta que en realidad no podía vivir sin tener cerca la cálida y gentil presencia del capitán. Recordaba las veces en que estaba decidido a quedar encinta del capitán, gritarle a su padre que poco le importaba su opinión o el maldito apellido familiar, su mayor ilusión era tener un bebé entre sus brazos fruto del amor entre él y el capitán Hasgard, el hombre que amaba desde hace más de 9 años.

—Aspros ¿Te sientes bien?—preguntó de pronto el peliverde con una mirada llena de interrogación al ver como el gemelo mayor estaba más pálido de lo normal.

—No es nada Dégel, me siento un poco abrumado, hay demasiada gente—se excusó pasando su mano por los mechones que cubrían un poco su frente despejándola.

No se percató de que Hasgard lo vio desde la distancia quedando embobado ante tal gesto que le hizo sonreír de forma amplia, no cabía duda que su gemelo era sensual y varonil, desde la primera vez que le vio se enamoró de su elegante porte, su cuerpo fuerte, sus músculos trabajados. Su amado heredero no tenía que pedirle nada a nadie pues ante sus ojos tenía todo lo que un hombre necesitaba para ser pleno, incluso una gran ternura de la que él era testigo cuando se besaban y que debía ocultar ante los ojos de todos pero sobre todo de los de su padre, su total entrega cuando hacían el amor, ese apasionado lado le fascinaba, escuchar su nombre salir de esos labios sonrosados y bien delineados le hacían estallar de emoción de formas mucho más allá que el simple acto físico provocaba.

—Capitán.

Lo llamo de pronto uno de sus cadetes sobresaltándolo un poco.

—Lamento haberlo asustado—se disculpó.

—No te preocupes Eriol—se disculpó también con una mano sobre su pecho—solo divagaba en mis pensamientos—dio un último vistazo al gemelo quién estaba dándole un sorbo a una elegante taza de té—Bien—dio la vuelta caminando hacia la entrada principal—Dame tu informe.

—La guardia ha sido completada, todos los invitados están dentro de la mansión—detallo—ahora sólo esperamos sus instrucciones de cómo van a ser distribuidas las guardias.

—Excelente—sonrió a todo el escuadrón compuesto por 12 jóvenes cadetes que lo esperaban en la entrada principal— 2 de ustedes montarán guardia en la entrada principal, se turnarán cada 3 horas.

—Entonces yo y Eriol haremos guardia en el exterior de la entrada

—No—lo interrumpió

—¿Disculpe?

—Ninguno saldrá con este clima, todos ustedes han hecho un excelente trabajo, han estado en vela por más de 3 días, creo que ya es suficiente.

—Con todo respeto capitán, pero podemos resistir eso y más—alegó el joven cadete haciendo que los otros respondieran de la misma forma—por algo usted nos ha entrenado.

—Lo sé, pero también saben que el descanso es indispensable para que un soldado lleve a cabo su deber—puso su mano sobre el hombro del joven—los quiero al 100 a todos ¿Entendieron?—preguntó serio.

—Si señor—hicieron un saludo militar acatando la orden del peliblanco.

—Bien iré a dar vistazo en el interior de la mansión, William y Yue monten la primera guardia, los demás vayan a descansar al edificio militar, usen el pasillo del ala este de la mansión—se dio la vuelta caminando hacia las escaleras que daban hacia las habitaciones.

**********************************************************************************************Manigoldo, Kardia y Shion caminaban entre la multitud dirigiéndose hacia la gran mesa en el centro del salón que estaba llena de diferentes recipientes y charolas con variados bocadillos y bebidas para los invitados.

—Esto esta delicioso—exclamó Kardia dándole una mordida a una rebanada de pay de manzana para enseguida chupar sus dedos al haberlos manchado con el relleno.

—Me sorprende que no estés gordo con todo lo que te comes Kardia—habló el pelicorto observando a su amigo tomar la que sería su tercera rebanada.

—No molestes, además no tienes derecho a decirme eso—señaló el plato de su amigo—siendo esta ya tu quinta rebanada.

—Jódete—mordió la rebanada de tarta repleta de cerezas que se había servido—genial, debes probar esto, Shion—volteo hacia donde estaba su primo quién sólo observaba la mesa sin probar bocado, pudo percatarse que los ojos del rubio estaban cristalinos y tristes.

Shion pensaba en todo lo que su padre le había dicho momentos atrás, sentía una gran angustia y ansiedad pues necesitaba tiempo para poder aclarar lo que estaba sintiendo al tener a Dokho cerca, pero para eso era necesario pasar tiempo con el castaño para lograr entenderlo. Conocía bien a su padre, siempre había sido un padre amoroso pero cuando se trataba de obedecer las reglas era el más estricto en todos los sentidos.

—Ya quita esa cara, torunda—le dijo de pronto Manigoldo rodeando sus hombros con su brazo.

—Cierto, tienes un rostro muy tierno como para que pongas esa expresión de tragedia—dijo ahora Kardia mientras revolvía los rubios cabellos del más joven.

—Ya les he dicho cientos de veces que no me digan así—exigió sin mucho ánimo dejándose hacer agachando su mirada—me siento atrapado—soltó de pronto con la mirada agachada y el ceño fruncido.

—Sé que mi tío puede parecer muy estricto y asfixiante en más de una forma—le dijo al más joven.

—Es hartante.

—Escúchame Shion—tomó con suavidad el mentón del rubio levantando un poco su rostro para que lo mirase a los ojos—tu padre te adora más allá de lo que puedes imaginar, sólo que tiene miedo por ti, Zaphiri y Eartheart no son hombres que deban tomarse a la ligera.

—Manigoldo y yo lo sabemos muy bien, esos hombres son imparables, le harán daño a quiénes se interpongan en su camino para lograr sus ambiciones, sin importarle si son amigos o familia—explicó el almirante con una mirada cargada de nostalgia.

 —Es por eso que nunca debes dudar del gran amor que tiene hacia ti y pude ser testigo de ello cuando mi tío Avenir le dijo que te esperaba, conforme avanzaba el embarazo y los terribles episodios de los que era víctima cuando tu papá murió—explicó el pelicorto acariciando la mejilla del más joven quién tenía una expresión sorprendida al escuchar las palabras de su primo—tu presencia siempre lo salvo, de no haber sido por ti hubiese caído en la locura.

Shion apretó sus ojos dejando que un par de lágrimas resbalaran por sus mejillas al escuchar esas palabras, sintió como su primo le daba un tirón abrazándolo contra su pecho acción que aprovecho para sollozar levemente al tener el rostro clavado.

—No llores Shion—pidió acariciando la rubia caballera con cariño.

—Nosotros estamos y estaremos contigo—dijo ahora Kardia separando suavemente al rubio mientras sacaba un pañuelo de su saco limpiando las sus lágrimas—Vamos sonríe, que es lo que te hace ver siempre adorable—le dijo al momento de tironear las redondas mejillas del rubio haciéndolo reír.

—Gracias—sonrió sincero al contar con el apoyo de ambos.

—Eso es lo que me gusta ver—le dio un cariñoso beso en la frente.

—Ya que todo ésta arreglado ¿Qué les parece si comemos otro poco?—preguntó Kardia  tomando ahora una enorme manzana roja de uno de los muchos platos frente a ellos.

—Agh ¿Cómo es que no te hartas de comer tantas manzanas?

—Dicen por ahí que una manzana al día te mantiene lejos del médico.

—Tenían toda la razón chicos, esto esta delicioso—dijo el más joven con voz emocionada.

Ambos voltearon al escuchar la exclamación del rubio quién le había dado una mordida a una enorme rebanada de tarta con durazno mientras colocaba otras dos en un gran plato.

—Y luego se pregunta ¿Por qué no puedo dejar sus mejillas en paz?

—¿Cómo no hacerlo?—dijo el almirante con una sonrisa divertida al ver comer a Shion quién sostenía con su boca una pequeña tartaleta de frutas y tomaba una rebanada de pay de cerezas lamiendo la momento sus dedos cuando los lleno de la crema que cubría aquel postre—Sólo míralo parece una enorme bola de algodón.

—Al parecer, no sólo tiene el carácter y cabello de mi tío Avenir, sino también su apetito.

—No jodas ¿Enserio?—dijo sorprendido Kardia—Pero si en las fotografías que me enseñaste tu tío Avenir se veía delgado, aunque eso si tiene las mismas mejillas que Shion.

—De hecho, pero esa figura era engañosa porque la realidad es que era un barril sin fondo y más cuando estaba en espera de Shion—respondió dándole un sorbo a su taza de té que se había servido momentos antes.

**********************************************************************************************

Dégel soltó un suspiro aburrido, esas fiestas siempre se le hicieron tan tediosas llenas de gente tan falsa y ambiciosa que se hartaba con facilidad, cuando estaba en su casa se excusaba con que estaba cansado y se subía a su habitación a leer un bueno libro u observar las estrellas desde su telescopio. Movió su vista hacia su diestra encontrándose con la masculina figura del almirante quién reía con el pelicorto, sonrió al ver que se hallaba cerca de la mesa de alimentos, una excelente excusa para poder verlo sin levantar sospechas.

—Aspros, me dio un poco de hambre—anunció dejando su taza de té sobre la mesita ratona que se hallaba frente a ellos—creo que iré por algo de comer ¿Me acompaña joven Albafica?—preguntó de pronto al peliceleste.

—Sí, claro—respondió rápido al ver la expresión del peliverde.

—No se apuren iremos nosotros—soltó Aspros de pronto poniéndose de pie junto con su hermano.

—Muchas gracias pero no hace falta—lo detuvo poniendo su mano sobre el fuerte hombro de su prometido sonriéndole de forma cordial—agradecemos su gentileza pero creo que esto podremos hacerlo nosotros sin problema.

—Así es, por favor no queremos causarles molestias con algo tan simple—completó el Sweeney.

—De acuerdo—le sonrió acomodándose de nuevo sobre el sillón que momento antes compartía con el peliverde.

Ambos muchachos caminaron perdiéndose entre la multitud, la mirada de Aspros de pronto se dirigió hacia uno de los juegos de escaleras que daba hacia los pasillos centrales de la mansión, el capitán iba caminando por uno de los mismo dando su ya acostumbrado rondín matutino. Sintió de pronto como su hermano se sentaba a su lado sonriéndole con complicidad.

—Aprovechemos Aspros—le susurró señalando a su padre quién conversaba con algunos de los ricos invitados quiénes tenía la total atención de su padre.

—Parece que Smith tendrá a nuestro padre distraído por unos…—sacó su reloj de bolsillo—20 minutos, nos veremos aquí en ese tiempo ¿Entendiste? Ni un minunto más.

—Si—respondió sonriente.

Se pusieron de pie dirigiéndose hacia sus respectivos objetivos, Aspros se movió entre la multitud subiendo las escaleras de forma rápida sin que ningún invitado se diese cuenta dirigiéndose hacia donde el capitán se había marchado. Por su lado Deuteros logró distinguir las doradas hebras del hindú, quién justo caminaba frente a la puerta que daba a esa pequeña salita en la que había compartido ese cálido abrazo con su gemelo el día anterior. Observo a todos lados fijándose bien de que nadie se diese cuenta de su acción, prácticamente corrió hacia él tomándolo de la mano para ingresarlo a la misma.

—Deuteros—le dijo algo sorprendido—¿Qué pa…?

No pudo terminar su pregunta pues los labios del moreno tomaron los suyos en un beso hambriento y pasional sorprendiendo un poco al rubio quién a los pocos segundos correspondió de la misma forma.

                                                          *******************

Caminaba por los largos pasillos, abría cada puerta que estaba frente a él esperando encontrarlo sin resultado alguno.

—¿Cómo es que perdí de vista a alguien como él?—se preguntó cerrando otra puerta—ah…supongo que tiene cosas que hacer—suspiró metiendo la mano en su bolsillo sacando su reloj abriéndolo para ver la hora—tengo 15 minutos de sobra, espero que a Deuteros le esté yendo mejor que a mí—sonrió al recordar el rostro alegre de su gemelo cuando fue a buscar al hindú, alzó sus ojos topándose con una de las muchas pinturas que había sobre las paredes, en ella estaban él sentado en un sillón blanco con acabados dorados sonriéndole a su hermano que estaba tras él recargado en el respaldo, con su codo sobre el mismo y su mano deteniendo su mejilla mientras le sonreía con el mismo cariño que él. Acaricio la pintura con las yemas de sus dedos—De verdad deseo con todo mi corazón que si eres correspondido no te lastimen de ninguna forma, odiaría ver como ese brillo siempre presente en tus ojos se desvanezca.

Estaba tan sumido en sus pensamientos qué cuando una mano se posó en su hombro, se sobresaltó a sobremanera, siempre que alguien le llegaba por la espalda su reacción natural era la de derribar o golpear a quién lo hacía, tensó sus músculos para tomar por la muñeca y antebrazo a su atacante levantándolo para enseguida estrellarlo contra el suelo levantó su codo para clavarlo en el pecho de su atacante.

—Espera Aspros—pidió el “extraño”.

—¡Hasgard!—exclamó al darse cuenta de quién era, giro su cuerpo para que cayera de espaldas sobre el fuerte pecho del capitán.

—Esa es una muy buena defensa cuando alguien te ataca por la espalda.

—Grandísimo tonto, pude haberte lastimado—le dijo preocupado viendo como el otro apretaba su gesto con dolor.

—Si quedo incapacitado sólo deberán llamar a alguien para reemplazarme y listo—acarició la mejilla del más joven.

—¡Nunca habrá nadie más que tú para mí, maldito idiota!—exclamó golpeando levemente el pecho del capitán quién tenía una mirada sorprendida—Termina de entender que al que escogí fue a ti—susurró triste agachando la mirada—nadie puede ocupar tu lugar, nunca encontraré a alguien como tú, naciste para ser mío, para estar conmigo.

—Aspros—lo jaló abrazándolo de pronto comenzando a reírse.

—No me digas que tú—mencionó sintiendo como su sangre comenzaba a hervir.

—Estaba bromeando, sabes que necesitas más que eso para lastimarme.

—¡Eres un maldito!—se revolvió molesto entre los brazos del peliblanco quién aferró más su agarre a la cintura del otro—¡Suéltame!—exclamó sonrojado, ese idiota lo había hecho decir su sentir y eso lo avergonzaba a sobremanera.

El capitán se puso de pie de forma hábil a pesar de tener al peliazul entre sus brazos y entró hacia la habitación que anteriormente había sido revisada por el mas joven, detuvo el puño que iba dirigido a él haciendo lo mismo con el otro, abrió los brazos del peliazul colocándolos en su espalda como si fuese un abrazo para enseguida agacharse y besarlo. Dio un par de pasos obligando al otro a hacer lo mismo para que cayera sentado sobre un diván que se hallaba en lo que parecía ser una biblioteca, Aspros se inclinó para quedar totalmente recostado en ese mueble, abrió sus piernas dejando que el capitán pudiese acomodarse mientras le acariciaba su fuerte espalda, se separaron con la respiración agitada.

—¿Sigues molesto?—preguntó frotando su nariz con la del gemelo quién en respuesta se acercó una vez más besándolo—Ouch…—expresó cuando sintió una fuerte mordida sobre su labio inferior.

—Eso responde a tu pregunta.

—Era una broma—pidió dando un corto beso sobre los labios del otro—vamos discúlpame.

—No.

—Anda, anda—pedía una y otra vez, dejando cortos besos cada vez que lo pedía.

—Está bien, está bien, pero ya deja esa actitud de tonto—pidió sonriendo mientras acomodaba tras su oreja un mechón que se había soltado cuando lo hubo derribado.

—Bueno, ahora me dirás ¿Para qué me buscabas?—preguntó curioso sentándose con el más joven sobre su regazo.

—Necesito unos minutos de tranquilidad—susurro viendo la hora que marcaba su reloj—de los cuáles me quedan 10 minutos—puso sus muslos a cada lado de la cadera del capitán hundiendo su rostro en su cuello cerrando sus ojos un momento soltando un suspiro que lo tranquilizo—Y parece que sólo tú me los puedes dar, así que…—se separó para mirar a los ojos al peliblanco mientras acercaba su rostro con lentitud—cállate y no te separes de mí.

—Como ordenes—susurró uniendo sus labios con los del Colonomos en un beso suave mientras peinaba su larga cabellera.

************************************************

Degel llegó a la mesa de aperitivos, tomó un plato para disimular su verdadera intención, se movió entre los pocos invitados que se hallaban ahí para quedar a su diestra, Kardia no se había percatado aún de su presencia pues estaba muy ocupado dándole una gran mordida a la enorme manzana que tenía en su mano, en un sutil movimiento rozo sus dedos con los del otro quién agachó su mirada al sentir la caricia sonriendo de forma luminosa al toparse con las dos amatistas del peliverde que le sonreía de forma elegante.

—Hola—susurró entrelazando sus dedos índice y medio con los del almirante.

—Hola—respondió apretándolos—¿Quieres?—le ofreció la manzana que llevaba en su mano.

—No gracias, no me gustan—se disculpó viendo como el peliazul se acercaba a su oído de forma discreta.

—¿Sabes? Tengo unas enormes ganas de besarte—le susurró arrancándole un fuerte sonrojo.

Dégel sin perder su sonrojo observó con atención la mesa de aperitivos, sonrió cuando encontró una tarta de duraznos, tomó una rebanada dándole una mordida para enseguida dar una leve lamida a la crema que esta tenía, se la entregó al almirante quién entendió la intención del Versau.

—¿Un beso indirecto, eh?—le sonrió coqueto al joven mordiendo justo donde habían quedado las marcas de su blanca dentadura—esto es una delicia, aunque el interior de tu boca, es exquisito—le sonrió guiñándole su ojo.

—Tonto—susurró totalmente sonrojado.

*****************

Eartheart al fin había logrado dar por terminada la conversación con Smith uno de los muchos magnates que habían asistido a esa reunión para quedarse en compañía del almirante quién conversaba de los “negocios” que él y el peligris mantenían.

—Mi flota agradece profundamente toda su ayuda—sonrió de forma burlona al peligris quién frunció el ceño por un momento percatándose de su innecesario sarcasmo.

—No tiene porque almirante, después de todo mi familia tiene el favor de su majestad, el no ayudar a la fuerza militar sería un insulto directo.

—Debe sentirse orgullosa de su esposo señora Colonomos, es un hombre respetado en diferentes rangos militares—dijo a Chris mientras besaba su mano con elegancia.

—Agradezco mucho el halago para con mi esposo almirante Zaphiri—le sonrió haciendo una leve reverencia al pelinegro—el escuchar tales halagos me hace feliz por estar casada con un hombre tan generoso—“Mentira” pensó Chris para sus adentros.

—Que va mi señora, usted también es digna de ellos, su gran belleza es siempre llamativa al igual que su voz y persona que imponen un toque delicado.

El peligris se sintió furioso por un momento contra Zaphiri pero esto se vino abajo cuando uno de los criados se acercó a él para hablar al oído que hizo cambiar por completo la expresión de su rostro misma que no paso desapercibida para la peliazul.

—Almirante Zaphiri por favor acompáñeme a mi estudio, necesito charlar con usted de suma urgencia—anunció poniéndose de pie.

—Claro—mencionó despidiéndose de la peliazul.

—Chris espérame aquí un momento por favor—pidió a su esposa dando un casto beso en sus labios para dirigirse hacia el lugar.

*************

Albafica por su parte buscaba con la mirada a Manigoldo quién momentos antes se había apartado de la mesa junto con un joven de largo cabello rubio para darles espacio al almirante y su amigo que conversaban de forma amena sin levantar sospechas.

—Manigoldo—susurró esbozando una sonrisa.

No pudo evitar detallarlo minuciosamente mientras se acercaba, era su novio después de todo. Sus ojos se movían a diferentes puntos de su cuerpo, sus brazos fuertes, ancho pecho, espalda firme, fuertes piernas, cuando sus ojos se clavaron en la cadera del pelicorto de forma inconsciente apretó sus labios, sonrojándose al recordar lo que había ocurrido en su bañera horas antes de todo eso. Estiro su mano con la intención de tocar su hombro, pero la pena pudo más y la desvió hacia una de las tazas de té que tomó con un ligero temblor.

—Debo calmarme—susurró dando un sorbo ligero para tratar de disminuir su sonrojo.

Pero este aumentó cuando la voz de Manigoldo se escuchó a su espada y como ponía la mano sobre su hombro.

—Hola de nuevo—dijo sonriente al otro mientras tomaba una tarta de cerezas para disimular su acercamiento al Sweeney—te confieso que te he extrañado.

—No han pasado ni 3 horas Manigoldo—dijo en tono divertido dándole otro sorbo a su té.

—Sí, pero tus labios son tan exquisitos que siguen muy presentes en mi mente—lo miro galante de reojo tomando con su dedo un poco de la crema que había sobre su rebanada y la puso sobre el filo de la taza donde había bebido—parece que tu prometido no está desde hace un rato, 5 minutos para ser exactos.

—No me había dado cuenta de ello, pero te confieso que el que me dio alivio que se retirará fue su padre, aquí entre nos algo tiene su mirada que no me agrada—mencionó al peliazul pues la mirada del peligris aunque era tranquila también era algo perturbadora.

—Coincido contigo Alba a mí también no me da buena espina.

—Por cierto ¿Viste a Dégel? Juraría que estaba aquí junto al almirante—mencionó buscando a su amigo con la mirada.

—Se fue con Kardia desde hace un rato.

Se sorprendió cuando escucho eso ni siquiera lo había notado y eso que ambos fueron a la mesa para estar cerca de ellos, que discreto era su amigo movió sus ojos en varias direcciones encontrándose con el padre del Versau que charlaba con la madre de su prometido, soltó un suspiro pues podía darse cuenta que el señor Krest podía leer sus emociones sin problemas.

—Te gustaría que nos perdiéramos unos minutos, aprovechando que tu prometido no está.

—¿Cómo crees? Alguien puede vernos— estaba nervioso al por mayor, ¿quería? Claro que quería pero le daba pena admitirlo.

—Nadie lo hará te lo aseguro—escribió algo en un pedacito de papel y se lo puso en la palma de su mano aprovechando para besar su dorso con delicadeza—bueno me retiro.

Lo vio perderse en uno de los cuatro juegos de escaleras que esa mansión tenía y daba al recibidor principal, abrió el papelito en su mano sonrojándose aún más si era posible cuando leyó su contenido.

Manigoldo se dirigía de los más contento hacia las escaleras para ir a donde le había escrito a Albafica.

—¿Se puede saber a donde vas?

Se detuvo al escuchar la voz de su primo quién le sonreía con los brazos cruzados mirándolo insistente.

—A un lugar no tardó si quieres puedes esperar con mi abuelo y tú padre.

—No lo haré—sonrió deduciendo las intenciones de su primo.

—¿Qué?

—Llévame contigo anda

—¿Para qué rayos quieres acompañarme?—frunció levemente el entrecejo al no entender esa petición.

—No ir al mismo lugar que tú tarado, lo que quiero es un respiro después de lo que ocurrió en nuestra mesa quisiera tener un momento de tranquilidad.

—Me complicas las cosas ¿sabes?—lo observó rascándose la cabeza

—Anda Manigoldo—suplicó sosteniéndose de su brazo.

—Ni mirándome así me convencerás—advirtió picando levemente la punta de su nariz ya que esa mirada la había visto en su tío Avenir cuando quería convencer a alguien sobre todo a Hakurei.

—Está bien vete—se soltó del brazo de su primo—pero si mi padre me pregunta por ti le diré que te fuiste por ahí y de eso se enterará el tío Sage que lo hará enfadar mucho dada tu falta responsabilidad al dejarme sólo.

—Shion

—Y eso tendrá como consecuencia que no podrás salir en un buen rato sin su supervisión por lo tanto no podrás ver al hijo del señor Lugonis—le sonrió divertido ante el sonrojo de su primo.

—¡¿Cómo fue que…?!

—Tienes tres segundos para decidir—le dijo dando un paso en dirección a donde estaban su padre y tío tomando una taza de té—tres…dos…—no termino de decir cuando sintió el tirón de su primo quién se lo llevo hacia atrás de una de las escaleras del lugar.

—Le diré a Kardia que ya no te deje hablar con su tripulación, te han pervertido.

—Te veré en 10 minutos primo—palmeó su rostro caminando en dirección a donde se vería con Dokho.

—Este niño…—soltó un suspiro sonriendo al verlo irse—bueno supongo que tendré unos minutos para encontrar a Albafica.

Volteo en diferentes direcciones dando con su padre quién platicaba ameno con Ilias aprovecho para caminar entre los invitados, subió las escaleras y cuando llego al principio del pasillo prácticamente corrió hacia su interior.

—Aquí es—abrió la puerta entrando en el interior de ese pequeño saloncito apenas iba a sentarse en el sillón cuando sintió un tirón en su brazo y una mano que cubrió su boca cuando quiso gritar.

—Tranquilo Alba soy yo.

—¡Tonto!—quitó la mano del peliazul con brusquedad.—me asustaste, eres un…

No termino la frase al ser sus labios capturados por los del otro en un beso hambriento y fuerte, le costó al principio adaptarse a su ritmo pero una vez que lo logro se abrazó a su cuello, sus gemidos suaves se perdían entre los labios del otro que movía su rostro en diferentes dirección y ángulos sintiendo como embestía el interior de su boca con su lengua.

—Delicioso—murmuró cuando se separó de forma jadeante del peliceleste quién tenía sus ojos cerrados y su cabeza echada hacia atrás mientras lo sostenía de su espalda—¿me extrañaste?—preguntó una vez que el otro abrió sus ojos.

—Totalmente—volvió a atraerlo hacia su rostro.

Manigoldo se dejó guiar por el más joven hasta un pequeño sillón cayendo sobre él sin separarse un momento, gimió en el interior de esa suculenta boca cuando sintió como lo dejaba acomodarse entre sus piernas, las pequeñas manos recorrían su espalda hasta su trasero con gran deseo mientras él se inició un ligero vaivén de caderas sobre las del Sweeney que apretó su gesto al sentirlo.

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Mientras tanto en el despacho Eartheart lanzaba furioso los papeles que el capitán Kasa le había entregado.

—¡¿Todos los pasajeros?! ¡¿Todos?!—azotó ambos puños en el escritorio—¡son unos idiotas!

—Tranquilízate Eartheart—pidió tranquilo el almirante mientras tomaba uno de los papeles que cayó cerca de él—es ahora cuando debemos pensar mejor las cosas.

—¿De qué demonios hablas?

Estiró el papel sobre el escritorio señalando el nombre de “Escorpión” en él sonriendo de forma sádica y divertida.

—Parece que alguien más ha entrado a este juego, esto se ha tornado divertido al fin tendré un pretexto para poder apuñalarle el corazón con mi espada.

—No debemos desviarnos del objetivo solo por tu venganza personal Zaphiri—preguntó Eartheart con sarcasmo.

—Ja ¿crees que soy tan simplón como tú?—mencionó dándole un sorbo a su whisky que se había servido cuando llego—la flota que ha entrado es la del almirante Kardia Antares.

—Ese hombre no representa siquiera una amenaza sobre todo cuando se dio a conocer su condición que por los rumores lo ha condenado a una vida corta, su mejor hazaña fue el hundimiento de dos navíos piratas cerca del puerto, de ahí en fuera solo custodia barcos de granos y metales, no es un sujeto que deba preocuparte, militarmente no es nada, solamente es un cachorro con navajas en las patas.

Zaphiri simplemente sonrió al escuchar eso, se puso de pie y camino hacia la entrada con gran elegancia siendo seguido por el capitán Kasa.

—En efecto no es alguien por quién debemos preocuparnos—se puso de pie—bueno hemos estado mucho tiempo fuera de tu dichosa fiesta si no queremos levantar sospechas bajaré primero—hizo una reverencia burlona al peligris quién bufó molesto.

—Adelante—detestaba a ese hombre pero le debía demasiados favores, además de que era un aliado poderoso y no podía darse el lujo de perderlo en ese momento tan crucial para su imperio—pero cuando esto termine disfrutaré meterte una bala por la cabeza.

Zaphiri por su parte caminaba con el capitán de cerca quién miro hacia atrás un momento.

—¿Piensa dejarlo así almirante?

—Por el momento, pero ahora que el Antares ha decidido unirse a este juego de poderes debemos ser en extremo cautelosos con nuestros movimientos, dile a los demás que se preparen, zarparemos pasado mañana.

Kasa asintió desviando su camino separándose para irse por un camino aledaño a la mansión.

*********************************************

Shion al fin logró salir de la mansión, agradecía que la tormenta era muy ligera aún pero debía darse prisa pues en cuestión de horas se volvería una fuerte tormenta permitiéndole salir justo a tiempo para verse con el moreno quién estaba sentado bajo un roble en posición de loto.

—¡Dokho!—lo llamó alzando su mano para llamar su atención.

—Hola Shion—respondió levantándose.

Shion lo miraba de pies a cabeza mientras se acercaba, su cuerpo fuerte que a pesar de su estatura pues estaban del mismo tamaño lo hacía ver tan varonil, pero lo que más le gustaban eran esos hermosos ojos verdes, tan cristalinos que con sólo verlos te hacían confiar ciegamente en él.

—¿Te hice esperar mucho? Lo siento me fue algo difícil lograr salir—se disculpó.

—No te preocupes en lo absoluto Shion, me entretuve con otra cosa—dijo sonriente.

***************************DOKHO FLASH BACK*******************************

Había visto a su amigo salir de forma cautelosa de esa reunión, no era tonto y pudo ver que los 4 prometidos salían hacia un dirección específica, el joven Deuteros con el ese joven hindú de nombre Hari, el joven Aspros se fue en búsqueda del capitán Hasgard, Albafica se fue tras Manigoldo y Degel era bastante inteligente, se las ingenió para salir de la mansión pasando desapercibido de la atenta mirada de su padre quién vigilaba sus movimientos a cada minuto, pero no lo fue para él por lo que decidió seguirlo, miro un antiguo reloj de pared y vio que aún tenía 10 minutos de sobra para encontrarse con el rubio.

Lo siguió cauteloso hacia uno de los robles que estaban pegaditos a una de las múltiples entradas de esa mansión que le hacían comprobar que había sido diseñada así para cuando fuera necesario huir; no pasó ni un minuto cuando vio al almirante llegar junto a su amigo quién lo saludo tímido.

—Lamento haberte hecho esperar—se disculpo con el peliverde quién le sonrió

—No te preocupes Kardia no llevo ni dos minutos aquí afuera.

—¿No tienes frío?—preguntó algo sorprendido ya que el viento ligero que se sentía incluso les hacía expulsar un poco de aire de sus bocas.

—No, este tipo de climas me gusta—vio que se frotaba un poco las manos—si tienes frío podemos regresar adentro—señalo la puerta entreabierta.

—Tengo una mejor idea—se acercó al Versau y lo besó con ganas, tantas que el otro se aferró a su cuello recargándose en grueso tronco del roble correspondiendo de la misma forma.

Sonrió al ver como correspondía, totalmente entregado y sonrojado disfrutando de ese beso que le daba el almirante tanto que no pudo evitar pensar en Shion y su dulce sonrisa que lo invitaban a besar los labios que la esbozaban, salió de sus pensamientos cuando se separaron jadeantes acariciando sus narices entre ellas.

—Te lo dije el sabor de tu boca es exquisito— mencionó el almirante paseando sus manos por dentro del grueso abrigo blanco que llevaba el francés.

—Sí pero no lo he escuchado lo suficiente—dijo antes de volver a besarlo.

Simplemente sonrió, no diría nada pues su amigo y señor se veía tan feliz en los brazos de ese hombre que parecía ser también totalmente sincero hacía, aunque era poco el tiempo podía darse cuenta que el amor simplemente te golpeaba y ya como.

—Me paso contigo Shion.

Entreabrió sus labios sorprendido cuando susurró eso agito su cabeza sacando ese pensamiento de la misma, él era un simple mozo y no podía aspirar estar con una persona tan refinada como lo era el rubio quién además era hijo y heredero de Hakurei de Santis.

***************************DOKHO END FLASK BACK**************************

—¡Dokho!

—¿Qué ocurre?

—Lo mismo te preguntó, de pronto te quedaste totalmente abstraído ¿Ocurrió algo?

—No es nada, no te preocupes—le sonrió.

—Bueno ¿Qué querías decirme?—preguntó curioso al moreno, con lo que había pasado anteriormente algo se imaginaba pero quería escucharlo de sus labios.

—Ehm… bueno yo quería

—¿Si?

—Es que…—estaba totalmente sonrojado, no podía soltarle las cosas así nada más, por primera vez sus piernas temblaron frente a una persona, se quedó sin palabras se negaban a salir de su garganta—ay porque es tan difícil decirlo, ¡rayos!—se estaba desesperando al no poder decir algo tan simple, ¡pero no lo era!

—Bueno si no quieres decirlo no importa me lo dirás luego, está aumentando el frío así que me voy—se dio la vuelta para regresar al interior de la mansión.

—¡no te vayas!—tiro del brazo del otro abrazandolo fuertemente—no te vayas—pidió ocultando su rostro en la curva de su cuello—Tienes frío ¿No?—preguntó frotando los delgados brazos al sentir como el cuerpo del otro temblaba.

—Si un poco—se froto sus manos que estaban frente a sus labios tratando de calentarlas con su aliento.

—Por dios—susurró al ver las mejillas sonrojadas del rubio su cara redonda denotaba una extrema ternura era tan…—esponjosito

—¿Dijiste algo?—preguntó curioso al moreno quién estaba sonrojado observándolo fijamente—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?—puso su mano sobre la frente al ver que las que sus mejillas estaban rojas—Pero no tienes fiebre—dijo muy cerca de su rostro.

—Si, si tengo pero al parecer solo tú puedes calmarla

—¿Enserio?—preguntó ingenuo tomando sus manos entre las suyas—dime ¿Cómo puedo hacerlo? Dime Dokho te ayudaré en lo que pueda—puso su mano sobre la mejilla del otro quién soltó un suspiro.

—Ya no puedo más.

Prácticamente se lanzó al cuello del rubio enredando sus brazos a su alrededor, sin mediar palabras  unió sus labios con los del otro quién tenía los ojos abiertos, estaba totalmente sorprendido.

—Espera…—puso sus manos en sus hombros separándolo con la respiración agitada.

—No, ya no puedo esperar—respondió jadeante volviendo a juntar sus bocas.

Sentía la tersa piel de los labios de Shion quién mantenía sus ojos abiertos por la sorpresa de su acción pero después de unos segundos los cerró para ladear su rostro acoplándolos con los suyos, sorprendiéndose como estos encajaban a la perfección ¿Qué tenía ese joven? Cuando lo vio salir de la mansión Colonomos el día anterior despertó en él una intensa curiosidad, tanta que lo siguió con la firma intención de descubrirla, recordó como su sangre hirvió cuando esos marinos osaron tocarlo y más con aquellas perversas intenciones. Pero en ese preciso momento estaba disfrutando de ese beso.

Shion por su lado no entendía ese inesperado arranque que había tenido el custodio de los Versau, le ganó la intención pues había nacido en él la enorme necesidad probar sus labios, de tocar su fuerte y varonil cuerpo, no entendía que ocurría. Su raciocinio se fue al diablo cuando sintió su mano en su nuca y la otra sobre su mejilla moviéndola de tal forma que hizo que abriese sus labios para que su cálida lengua entrará en su boca acariciando la suya, lo saboreaba de forma lenta y suave.

Estuvieron así un par de minutos hasta que se separaron con las respiraciones agitadas, el castaño acarició los largos cabellos de Shion para de ahí pasarla por toda su espalda y por último tomar su mano entrelazándola.

—¿Qué acaba de pasar?—preguntó Shion colocando su cara sobre el fuerte pecho del moreno escuchando el agitado latir de su corazón.

—No tengo la menor idea—respondió sonrojado tomando su mentón para que lo viera—pero me gustaría saber ¿Por qué lo hiciste?

—No puedo decirte porque ni yo lo sé—explicó sin moverse de su posición—pero la primera vez que te vi, sentí algo extraño en mí, algo así como un deseo irrefrenable de tenerte cerca—soltó una suave risa—es una tontería ¿verdad?

—No creo que seas el único que lo cree Shion—respondió aspirando la dulce fragancia que poseía el cabello del más joven.

—Vamos a entenderlo mejor—sonrió acariciando el pecho del moreno por sobre la ropa sintiendo cada músculo con gran suavidad.

Se miraron un par de segundos más sonriéndose con ternura mientras sus labios solo se rozaban, dokho decidió darle una ligera lamidita a esos labios suavcitos que poseía el rubio quién se sonrojó al por mayor, aprovechó que algo iba a decirle para volver a besarlo con gran intensidad esta vez saboreando su boca quedando unidas hasta que el aire les hizo falta se separaron Shion ocultando el rostro en su pecho.

—Shion, tu sabes lo que soy… y…—debía decírselo sobre todo por la familia de la que provenía el más joven—no tengo nada que ofrecerte.

—Sí y sabes algo no me importa, porque no te soltaré a partir de ahora eres mío y viceversa.

—Mereces algo mejor…

—Cierto merezco algo mejor—lo miro sonriendo acariciando su mejilla con delicadeza ante el rostro—pero no es nada comparado con la perfección que eres para mí, Dokho Zaho

Ambos jóvenes se sonrieron con gran cariño, era una locura como lo pensaban ambos pero Manigoldo le contó de aquellas palabras que su padre le dijo antes de morir y las cumpliría ahora que había encontrado el amor no lo dejaría ir.

Notas finales:

Muchas gracias por leer y de verdad espero les haya gustado pues me llevo tiempo hacerlo jejejeje pero prometo ya no estar ausente tanto tiempo.


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