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"A tu lado" por itzerUchiha2

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Notas del capitulo:

Este capítulo lo dedico a mi querida amiga Scarletrose quién me ayudo en la redacción de este capítulo esperando sea de su agrado y del de ustedes mis queridos lectores.

Dejo los links de la música que usé para cuando danzaron, tal vez  estan fuera de época XD pero son canciones que me gusta a mi y a mi querida Scarlet jejejeje

Primera danza: https://www.youtube.com/watch?v=F_rY7fpzNC0

Segunda danza: https://www.youtube.com/watch?v=Vh0KkW42iiY

Tercera danza: https://www.youtube.com/watch?v=wzYaXf3JzbY

 

Cris caminaba algo ansiosa de regreso al despacho de su esposo, de verdad deseaba con todo su corazón que sus hijos pudiesen entenderse con sus prometidos, caminaba con algo de prisa cuando detuvo su andar de forma abrupta pues una fuerte tos la atacó, era tan fuerte que expulsó sangre de sus labios cayendo de rodillas sobre el suelo.

—¡Señora Cris!—corrió Asgard en su auxilio ayudándole a sentarse en una silla que se hallaba sobre el pasillo—señora debe descansar—le pidió angustiado acercándole un pañuelo para que se limpiara.

—En estos momento es lo que menos debo hacer—explicó levantándose con ayuda del capitán—no voy a permitir que Eartheart siga usando a mis hijos como objetos para sus malditos negocios—exclamó decidida levantándose de la silla para continuar su camino—los seguiré protegiendo hasta que esta enfermedad me permita hacerlo—.

Asgard puso su mano sobre el pequeño hombro, la admiraba era una mujer fuerte a la que le aquejaba una enfermedad pulmonar grave que la consumía poco a poco pero ni así había perdido su fuerza y tesón, sonrió al pensar en Aspros y Deuteros pues ese carácter terco y testarudo que ambos gemelos poesía no era más que el de su madre, sinceramente adoraba batallar con ese carácter sobre todo él del gemelo mayor que lo tenía un poco menos prudente que su hermano.

—debo darme prisa si quiero saber sus planes—apresuró su paso siendo seguida de cerca por el peliblanco, viendo curiosa a un joven vestido con ropa oriental, conocía los diferentes estilos de vestimenta gracias a los catálogos que Lugonis le enviaba con sus mensajeros—hola ¿puedo ayudarte en algo?—preguntó sorprendiendo un poco al joven que hacia guardia en la puerta del despacho.

—¡Oh! lo siento mucho señora—hizo una respetuosa reverencia a la peliazul— soy Dokho guardia personal del joven Dégel, me dijeron que esperara aquí hasta que regrese junto con el señor Aspros—.

—No tenía el gusto de conocerte, soy Cris Walden, la madre de Aspros y Deuteros—se presentó sonriente a lo que dokho tomo su mano suavemente y beso el dorso de la misma con cortesía—debe ser cansado estar de pie todo este tiempo, lo digo porque esto llevará un buen rato hasta que mi marido decida salir de este despacho para anunciar el compromiso, capitán ya que este joven es el guardia personal del joven Dégel muéstrele la mansión así como los jardines para mayor seguridad de su protegido—ordeno al capitán quién asintió.

—Como ordene mi señora, vamos muchacho—le habló al joven quién asintió con gusto comenzando su caminata por aquel largo pasillo. No sabía el motivo pero algo le decía que ese muchacho era de fiar y que cuando llegará el momento oportuno sería de gran ayuda para ella y las 4 familias.

—Buenas noches de nuevo señor Krest—saludó al pelinegro que bebía una taza de té sobre una pequeña mesa buscando con la mirada a su esposo y acompañantes sin resultado.

—Entraron a la biblioteca contigua a este despacho-señaló una puerta de madera que se hallaba entre dos enormes libreros— según su esposo dijo que es un asunto que solo los líderes de las compañías debían hablar—dijo un poco molesto pues él estaba presente siempre en las negociaciones que su esposo.

—Lamento mucho la descortesía de mi esposo—se disculpó apenada viendo sorprendida como entraba Tanathos con unos papeles en la mano saludando de forma cortés a los presentes—¿Qué estás haciendo aquí Tanathos?—preguntó seria ante la presencia de aquel hombre.

—El señor Eartheart me mandó a llamar cuando los dueños estuviesen con él, mi señora—hizo una reverencia tocando la puerta.

—Me gustaría saber el motivo—le exigió.

—Discúlpeme pero no puedo decírselo por orden expresa de su esposo—escuchó cuando le dieron el acceso a la biblioteca—con su permiso—entró dejándola molesta.

—Veo que no le agrado mucho la petición de su esposo para con ese hombre—expresó serio captando la total atención de Cris.

—¿Lo conoce señor Krest?—preguntó sorprendida pues comúnmente Eartheart le pedía que fuera muy discreto en cuanto a la negociación.

—Se le conoce como el “Dios de la Muerte” entre los dueños e inversionistas, pues es como el último recurso que su esposo emplea cuando una compañía representa una verdadera amenaza a la suya—explicó con un tono frío—todavía me sigo preguntando que hace una mujer con usted con un hombre así—Cris volteo sorprendida ante la directa declaración—sus ojos reflejan una fortaleza y humanidad sin igual, mi esposo y yo sabemos lo peligroso que su esposo es, por eso aceptamos comprometer a Dégel con Aspros pues pudimos ver en sus ojos la primera vez que lo vimos que tenía mucho de usted, por eso no dude en comprometerlo—.

—¿Usted aprueba este tipo de uniones Señor Krest?—preguntó seria al pelinegro que le dio un sorbo a su taza de té—uniones sin amor y sólo por conveniencia para mantener la fuerza de un apellido—le dijo en un tono decepcionado.

—Algo que debe quedarle claro es que no lo hago por mantener la fuerza del apellido, me mueve algo más profundo y es el futuro de mi hijo—la miró con decisión—poco me importa su felicidad si puedo garantizarle un futuro tranquilo, los sentimientos vendrán después—.

Cris se sorprendió al escucharlo, sabía que la mano malvada de su marido estaba detrás de todo esto, sin necesidad de cruzar demasiadas palabras con Krest había algo más pues hacer a un lado la felicidad de su hijo para garantizarle tranquilidad pues a leguas podía ver el profundo amor del pelinegro hacia su hijo, pero estaba haciéndolo a un lado era porque en efecto había algo más profundo, una amenaza.

Mientras tanto dentro de aquella biblioteca el ambiente estaba sumamente tenso, ambos patriarcas observaban con el ceño fruncido al anfitrión quién le sonreía con superioridad mientras sostenía el montón de hojas que Tanathos le había llevado.

—Entonces tenemos un trato caballeros—dijo en un tono prácticamente burlón.

—Eres un desgraciado—dijo Lugonis furioso golpeando el escritorio con fuerza derribando un par de vasos de agua que se hallaban sobre el mismo.

—Debo reconocer la impecable labor de Tanathos—señaló Itia con su mirada al hombre que se hallaba a la diestra del peligris—pues logró disolver más del 60% de nuestras alianzas comerciales con una discreción increíble—el tono del Versau era sombrío y frío.

—Eres un maldito—exclamó Lugonis furioso, su rostro comúnmente tranquilo estaba transformado por la furia—además de que te atreviste a despedir a más del 40% de mis trabajadores para tener el control de mi maquila a tu favor, que maniobra tan repugnante—se sentó cuando sintió como el otro le ponía su mano sobre hombro invitándolo a tranquilizarse—no deberías tomarnos a la ligera Eartheart, no olvides que si nosotros nos los proponemos podemos acabar contigo de la misma forma—.

—No lo haré, pues no representan una amenaza, con esta información saben bien que puedo aplastarlos y dejar a sus adorados hijos en las calles muriéndose como viles perros—prácticamente lanzó los papeles frente ambos hombres.

—Que tan terrible es tu ambición que solo ves a tus hijos como simples objetos—dijo con odio Lugonis.

—Los sentimentalismos para alguien con nuestra posición pueden ser nuestra perdición—habló en un tono tan tranquilo que perturbo a los otros dos—además para eso se engendran a los hijos, al menos yo haré lo que sea necesario para garantizar la fuerza del apellido—.

—Maldito seas—escupió con odio Lugonis.

—Aceptaremos las condiciones que nos impones—habló el rubio haciendo que la sonrisa del anfitrión y su consejero se ensanchará más—pero te hago una advertencia, si osas siquiera tocar un solo cabello de Dégel no habrá lugar ni hoyo más profundo en cual esconderte porque acabaré contigo—le dijo en tono sombrío firmando un largo papel.

—Estás advertido Eartheart—también respondió Lugonis firmando—la misma advertencia va para con Albafica

—Ya que los términos han sido aclarados y aceptados, ahora solo queda esperar para que pronto sean engendrados los anhelados herederos—quitó el papel del escritorio dándoselo a Tanathos quién lo guardo en un sobre blanco—ansió convertirme en abuelo mis amigos—ambos hombres lo miraron con odio encaminándose a la puerta, sin que se percatará Itia metió en el bolso izquierdo del saco del pelirrojo quién con un gesto disimulado lo miró un momento.

Los cuatro hombres salieron de aquella biblioteca, Krest pudo notar la tensión en el rostro de su esposo no en balde llevaban 22 años de casados, Tanathos hizo una reverencia llevándose aquel sobre consigo, Cris pudo notar que el tranquilo rostro de Lugonis se veía molesto, le quedaba poco tiempo lo sabía pero lo aprovecharía para ayudar a sus hijos hasta donde su vida se lo permitiera.

—bien vayamos por nuestros muchachos, es hora de anunciar sus compromisos—se acercó a su esposa ofreciendo su brazo que fue tomado por la misma de forma suave—adelante—cedió el paso a la pareja y al pelirrojo.

Durante aquella “negociación” si podría llamársele así, los cuatro jóvenes se habían quedado en aquella pequeña sala, el silencio era lo único presente en el ambiente, sentados en los amplios sillones se observaban con algo de pena pues ninguno sabía por dónde empezar para iniciar la conversación y “conocerse” más.

—No sabía que tenía un gemelo joven Deuteros—rompió al fin el incómodo silencio Albafica—mi padre sólo me habló de usted por eso me sorprendí un poco ante tal noticia—.

—Lo mismo digo joven Aspros—ahora fue el turno de Dégel quién le sonrió con algo de timidez a su prometido—.

—Por favor no se dirijan a nosotros de esa forma—pidió el moreno apenado ante tal formalismo—a pesar de todo están comprometidos con nosotros por lo tanto debemos hacer un lado las formalidades—extendió su  mano hacia Albafica—me acompañarías a charlar un momento a la terraza—el más chico asintió aceptando su mano para ponerse de pie y salir juntos.

Aspros suspiró al ver como su hermano salió de la habitación, no podía negar que Dégel era hermoso y delicado, su padre había hecho un excelente trabajo en su cuerpo pues junto con su hermano, los sometió a durísimos entrenamientos tanto físicos como mentales pues había logrado en todos esos años esconder su amorío clandestino con el capitán de la guardia personal de su padre.

—¿Qué edad tienes?—estúpido fue lo primero que pensó ante la simpleza de la pregunta viendo como su prometido soltaba una ligera risa—lo siento, es que no se por dónde empezar—puso su mano tras su cabeza de forma apenada.

—Creo que es un buen comienzo, tengo 18 años cumpliré 19 el 5 de febrero del próximo año—explicó sonriente viendo como Aspros se sentaba a su lado—.

—Oh vaya soy más grande que tú, pero solo por 5 años—se apresuró a decir al ver el rostro sorprendido del más chico—tengo 23 años ya cumplidos, mi cumpleaños fue en Junio, se supone que es durante el verano pero en este país no podemos decir que haya mucha diferencia entre su invierno y su otras estaciones ya que casi todo el año esta nublado—.

—Aunque es la primera vez que vengo a este país, su clima me pareció maravilloso—dijo al recordar el paisaje que la nieve le ofreció en aquel parque.

—¿De verdad? El frío aquí es bastante intenso más por ser invierno, es la primera vez que escuchó a un extranjero expresarse así del clima—río haciendo que el más chico se sonrojará.

—Sinceramente prefiero mil veces el frío, suelo ponerme de mal humor cuando hace calor en exceso—explicó oyendo como reía.

—Entonces ya tengo un punto a favor al vivir aquí ¿verdad?, que bueno, solo conoceré tu mal genio cuando haga alguna cosa que no te guste—dijo en un tono divertido.

La plática entre ellos se hizo amena, Aspros agradecía la tranquilidad que Dégel tenía, pues tenía el temor de a encontrarse con alguien cerrado, presumido y grosero, el típico niño rico, pero el peliverde superó sus expectativas, era gracioso, culto y hermoso, pero no era para él pues a pesar de todas esas cualidades se dio cuenta que nunca podría llegarlo a amar como a su adorado capitán, quién lo conquistó con esa amabilidad y dulzura que eran sólo para él, ese uniforme que despertaba su deseo pues lo hacía ver gallardo y varonil, simplemente le sería imposible cambiar sus sentimientos por el hombre del que había estado enamorado por 9 años, pero ahora debía cumplir con la imposición de su padre, su mirada cambió de forma inconsciente a un semblante triste que no pasó desapercibido para su prometido que acercó su rostro al suyo viéndolo comprensivo, sintiendo como tomó su mano de forma delicada—discúlpame—le pidió al más chico sorprendiéndolo.

—¿Por qué te disculpas? No podemos hacer nada, ninguno puede—le respondió entendiendo la expresión juntando su frente con la del peliazul sorprendiéndolo un poco ante tal gesto—te entiendo muy bien créeme, yo también ansió ser libre, poder correr a los brazos de la persona de la que me enamoré, sin contratos mercantiles, ni fusiones convenientes, matrimonios arreglados para que los negocios se mantengan, solamente esa persona y yo—sin poderlo evitar abrazo con fuerza al peliazul quién se sorprendió ante tal gesto correspondiendo ese sincero abrazo dado por su ahora prometido—por eso no debes disculparte, no es correcto—-.

Mientras en la terraza, también Albafica y Deuteros habían logrado una plática amena, descubriendo que también se llevaban 5 años de diferencia aunque el moreno bromeo con él pues pensó que era más chico pues su apariencia demostraba todo lo contrario, reía al escuchar él anécdota que este le contaba.

—jajajaja pobre chico, que bueno que yo no te dije eso sino habría terminado fulminado por ti—decía divertido—.

—Sinceramente siempre me ha molestado que me primero me confundan con una mujer y segundo me digan hermoso, es lo que más detesto, se me hacen comentarios tan superficiales y carentes de sentimiento, pues sólo se fijan en mi apariencia y eso me desagrada—explicó estirando su mano dejando que un pequeño copo cayera en su palma—tal vez es muy romántica mi visión

—La verdad me da mucho gusto que no seas superficial, por tu apariencia creí que sería como la mayoría de los herederos, tonto, superficial y creído—puso su mano sobre la del otro con cariño—pero eres diferente y eso me alegra mucho, lo digo enserio, pero…—agachó un momento su mirada.

—Lo sé, no estás enamorado de mí—le dijo de forma tan tranquila que sorprendió al moreno—por favor Deuteros ¿creías que no iba a darme cuenta?—le puso la mano sobre su hombro para ponerlo frente a él acariciando su mejilla con suavidad—es un compromiso arreglado después de todo, no pueden pedirnos sentir amor solo con vernos, hay que conocernos saber más uno del otro que solo esta simple charla, lo entiendo muy bien—el moreno no pudo evitarlo y lo abrazó fuertemente, ahí entre sus brazos estaba un muchacho atrapado al igual que él, con sus alas carentes de plumas para poder volar.

—Debemos obedecer, hacernos a la idea de estar juntos, te juró que estaré a tu lado hasta que esa persona llegue a tu vida o nuestra vidas—le dijo en tono decidido que no pasó desapercibido para él más chico—y si eso no llegase a pasar, estaré a tu lado sin arrepentimiento ni problema y buscaré por todos los medios posibles que seas feliz a mi lado—se separó depositando un suave y sincero beso en la blanca mejilla de Albafica quién no pudo evitar sonrojarse ante aquella declaración.

—Yo también lo prometo Deuteros, si esas personas aún desconocidas no llegasen, estaré contigo sin arrepentimientos, ya el tiempo dirá y dictará nuestros sentimientos del uno al otro—finalizó dando un beso sobre la moreno mejilla, no pudo evitar temblar un poco al sentir un frío viento.

—Entremos que el frío ésta comenzando a hacerse cada vez más fuerte—ambos chicos entraron y se sentaron en la pequeña sala acompañando a los otros dos.

Los cuatro muchachos volvieron a encontrarse en aquella sala, ya el ambiente era más tranquilo, cordial y agradecían eso,  fue cuando el padre de los gemelos acompañado por su madre, el matrimonio Versau y Lugonis irrumpieron en la misma acercándose cada uno a su respectivo retoño.

—Ha llegado la hora de anunciar su compromiso muchachos—dijo frente a los cuatro—aten los corsages en las muñecas de sus prometidos—los gemelos asintieron y caminaron hacía una pequeña cómoda sacando un par de cajitas de plata con figuras de flor labradas en su superficie abriéndolas para sacarlos.

—Carajo—susurró Aspros.

—¿Qué ocurre hermano?—.

—Olvide el corsage en la habitación—susurró nervioso ante tal olvido.

—¿Ocurre algo Aspros?—preguntó serio su padre ya detrás del gemelo mayor quién e tensó al escuchar su voz sombría.

—Olvide el corsage de Dégel en la habitación—le susurró sin voltear su rostro, escuchó un suspiro molesto por parte del peligris—lo siento padre—.

—Eres un completo estúpido—le dijo en susurró molesto apretando fuertemente su brazo—¡Muévete por él!—exclamó molesto al peliazul quién salió corriendo de la habitación hacia la suya.

Corría hacia la habitación estaba algo nervioso pues sabía muy bien que su padre lo citaría más tarde a su despacho, desde que era niño odiaba ese lugar pues si esa habitación hablara narraría las incontables veces en que su hermano y él sufrían de los violentos castigos de su padre. Entró a la habitación de forma agitada buscando el corsage, al fin lo encontró, suspiro aliviado.

Caminaba hacia la puerta con prisa ya para llegar a donde su padre y prometido estaba cuando sintió un fuerte tirón en su brazo derecho haciéndolo regresar a la habitación, sintió como su espalda era recargada sobre la pared que estaba junto a la puerta.

—Cap…—no pudo hablar pues sus labios eran tomados con fuerza y sensualidad por su amado capitán quién aferró sus brazos a su estrecha cintura acariciándola con lentitud, provocando un pequeño jadeo acción que aprovecho el peliblanco para introducir su lengua en el interior de la boca de la mismo deleitándose con su sabor, sintió como los labios del capitán abandonaban los suyos para descender por su cuello, succionando su blanca piel para dejando leves marcas sobre el mismo—espera…Asgard—puso sus manos temblorosas sobre el pecho del más grande separándolo levemente de su cuerpo que ya comenzaba a calentarse ante el contacto de las ágiles manos.

—Me fascina escuchar mi nombre en tu labios—le dijo también jadeando levemente rozando su nariz con la de él—estoy tan celoso y molesto Aspros—tomo el muslo del más joven colocándolo alrededor de su cadera haciendo que estas se rozarán arrancándole un leve gemido a ambos, el capitán comenzó a frotarse contra la cadera del peliazul quién cerró sus ojos con fuerza ante ese osado y placentero gesto—que quiero hacerte mío con toda esta pasión que siento correr en mis venas—lo colocó de forma suave sobre el colchón de la cama sin soltar la pierna del otro frotándose cada vez más fuerte mientras lamía su cuello.

—ah…asgard…—gimió metiendo sus manos en la chaqueta y camisa del capitán para acariciar su ancha y trabajada espalda, sintiendo la piel caliente de la misma, sólo quería que lo tomará en ese momento, bajo sus manos al pantalón buscando su cinturón para desabrocharlo.

—¿Aspros?—se escuchó la voz de Cris haciendo que ambos se detuvieran de forma abrupta—¿estás bien hijo?—preguntó algo preocupada pues ya había tardado más de 10 minutos.

—Si madre, lo siento—le dijo apartando al peliblanco con un fuerte empujón poniéndose rápidamente de pie y acomodando su ropa—es que no hallaba el corsage pero ya lo tengo, ya voy—dijo de forma apresurada tomándolo suavemente con su mano derecha siendo detenido una vez más por Asgard—¡Suéltame!—arrebató su mano de forma tosca—ya va siendo hora de que lo acepte capitán—le dijo molesto—voy a casarme y no puede hacer nada para impedirlo—le dijo firme viendo la triste expresión del otro—así como yo voy a olvidarlo—sus ojos se cristalizaron ante las lágrimas que amenazaban con inundarlos al estar diciéndole esas hirientes palabras—usted haga lo mismo—salió azotando la puerta dejando al peliblanco con una expresión entre triste y molesta.

—No lo haré—susurró al momento de limpiar un par de lágrimas que salieron de sus ojos verdes—pude ver que tus ojos piden auxilio de forma desesperada—se puso de pie acomodando su uniforme—mi amor por ti es tan grande que no voy a dejarte y mucho menos a olvidarte, haré lo necesario para que estés a mi lado siempre—dijo firme colocándose su boina y saliendo de la habitación.  

—“perdóname Asgard, te amo con todo mi ser y corazón pero es egoísta pedirte que no te alejes de mi lado”—se detuvo un momento observando el hermoso corsage de bellos lirios azules pues esas flores y color los había escogido porque eran los favoritos de su adorado capitán—“el sueño de que ates esto a mi muñeca morirá con el tiempo” Asgard… —susurró mientras secaba las lágrimas que resbalaron por sus blancas mejillas, respiro profundo y se dirigió hacia el despacho de su padre donde lo esperaban, sin percatarse que otros ojos habían observado la escena y habían escuchado ese nombre con claridad.

Entró a la habitación bajo la inquisidora mirada de su padre colocándose a lado del peliverde que lo vio con una sonrisa colocándose a su diestra.

—bien ya que no hay ningún inconveniente procedan—le ordeno a los gemelos.

Deuteros tomó con delicadeza la mano derecha  de Albafica mostrándole un corsage compuesto por una gran rosa roja, adornada por debajo con pequeño listones blancos adornados con pequeño diamantes en las puntas mismos que se hallaban finamente sujetos a una pulsera hecha completamente de perlas sostenida por un hermoso y fino listón dorado que ató suavemente a la muñeca del peliceleste, finalizó entrelazando sus manos.

Aspros se puso ahora frente a Dégel tomando su mano derecha le colocó el corsage compuesto de cuatro lirios azules, de entre sus pétalos sobresalían listones azules que caían en diferentes lado del mismo así como pequeños ramilletes de nube blanca, descansando sobre una bella pulsera cubierta por pequeños diamantes y con un hermoso listón plateado, la ató sobre la delgada muñeca del peliverde entrelazando al igual que su hermano su mano con la suya.

Lugonis e Itia observaban con detenimiento cada movimiento por parte de los gemelos, notando el enorme sometimiento por parte de su padre hacia ellos, tanto que hasta había un gran temor en sus miradas, causándoles una gran inquietud pues ellos harían lo que les ordenase por miedo, la forma en que Eartheart era reconocido a la forma de negociar y también al educar a sus gemelos.

—Llegó la hora—habló Eartheart ofreciéndole su brazo a su esposa quién lo tomó saliendo de la habitación siendo seguido por lo demás para que ambas parejas caminarán tras ellos.

Jardines centrales de la mansión Colonomos, 8:40 p.m.

Manigoldo se dejó caer sobre una de las pequeñas bancas que ese ostentoso jardín tenía, soltando un largo y fastidiado suspiro mientras pasaba su mano por su cabello con un gesto molesto, había conversado con muchas chicas, no negaba que todas eran hermosas pero tenían algo en común, la misma y estúpida plática vacía del gran emporio que sus padres les heredarían, sus gustos extravagantes y la estúpida idea de que los demás eran insectos para ellas.

—Hasta que te encuentro maldito—habló Kardia sentándose a su lado de forma cansada quitándose su guantes blancos—y ¿bien? ¿Pudiste encontrar algo interesante?—preguntó pues el acaba de vivir la misma situación que su amigo.

—Debería preguntarte lo mismo—le dijo sacando una fina pipa encendiéndola buscando tranquilizarse.

—La misma pendejada de siempre, niñitas y niñitos ricos que solo hablan de joyas,  peinados y la compañía de papá—suspiró arrebatándole la pipa a su amigo para darle una gran bocanada—ah y de sexo—río diciendo esto último sacando el humo por sus labios.

—Los padres de todos esos pendejos lo son más si creen que sus retoñitos siguen vírgenes—.

—Bueno pues mi abuelo se llevará de nuevo una gran decepción porque no encontré a nadie que me agradará siquiera—se puso de pie sacudiéndose las mangas de su saco que habían sido cubiertas por algunas cenizas.

—Que berrinchudo resultaste imbécil—le lanzó la pipa de regreso con una sonrisa burlona—Te perderás de una buena noche de acción entre la sábanas de cualquiera de esos chicos que están dispuestos a dar los placeres más bajos con tal de un poco de atención—.

—Ten cuidado mi amigo puedes terminar preñando a cualquiera de esos pendejos—.

—ja no me creas tan idiota, soy bastante cuidadoso en eso—se levantó quedando frente a su amigo—sabes bien que el día en que me enamore haré la labor todo y todos los días para que esa persona tenga a mi descendencia, hasta que haga su aparición me dedicaré a disfrutar de los placeres de la carne—.

—Sabes que yo también pero esta fiesta es tan aburrida que no creo que siquiera se me pare—le dio un leve golpe en el hombro a su amigo—te veré más tarde bicho—.

—No irás a ningún lado Manigoldo—se escuchó la firme voz de Sage—todavía no anuncian el compromiso—.

—Por favor abuelo, es la estúpida misma historia—dijo alzando sus hombros con fastidio—un matrimonio arreglando para que las compañías permanezcan firmes y presentes—bufó aburrido.

—Es una orden Manigoldo—el tono del peliblanco se tornó ya molesto—te quedarás hasta que los prometidos sean presentados, hasta ese momento te quedarás ¿entendido?—.

—Esta bien—levantó sus manos con resignación, siempre se llevó bien con su abuelo pero cuando se enojaba era de temer.

—Entonces entremos, ya hicieron el primer llamado y quiero verlos de cerca, tú también te quedarás Kardia—le dijo ahora al otro cuando lo vio con la firme intención de irse.

—y yo ¿Por qué señor Sage?—preguntó sorprendido ante la petición por no decir la orden del abuelo de su amigo.

—Aunque no les guste la idea ustedes también tiene un título—observó a kardia quién chasqueó la lengua con resignación—o un apellido que lo obliga a quedarse por cortesía u obligación como quieran verlo, así que será mejor que ya entremos—comenzó su camino hacia el interior de la mansión siendo seguido por ambos muchachos.

Los invitados se aglomeraban poco a poco pues el capitán Asgard junto con la guardia personal quiénes se encargaron de ir a todos los rincones de la mansión y jardines dando aviso de que muy pronto los prometidos serían presentados, entre aquella multitud curiosa de la noticia se abrió paso un hombre de larga cabellera rubio atada en una coleta alta, tez morena clara y delgada figura, vestía un frac color negro con un chaleco rojo bajo el saco y una elegante bufanda color dorado haciendo resaltar más el dorado de sus hebras, sostenía una copa de vino de forma elegante.

­­­­­—Buenas noches damas y caballeros, el día de hoy los he citado aquí para dar anuncio al compromiso y futuro matrimonio de mis hijos, los herederos de la familia Colonomos, un hecho que me causa tal alegría que no podía dejar que pasará desapercibido—exclamó recibiendo los aplausos de los presentes.

—“hipócrita”—pensó Cris también aplaudiendo pues debía disimular el gran rencor que en ese momento sentía hacia su marido.

Los otros patriarcas también aplaudían sonriendo suavemente pues si intentaban ensanchar su ya forzada sonrisa sería evidente su gran molestia hacia el anfitrión que mostraba un regocijo envidiable para cualquier gran manipulador, ninguno se percato que aquel desconocido dirigía su rostro hacia ellos, pesé a la gran discapacidad que poseía sabía muy bien entender y sentir los sentimientos de las personas que lo rodeaban.

—Quiero presentarles a mi hijo Aspros—se hizo a un lado dejando pasar al gemelo mayor, se pudieron escuchar algunas expresiones de decepción pues el muchacho era un prometido cotizado entre la aristocracia—y a su bello prometido Dégel Versau—estiró su mano hacia el joven quién la tomo con delicadeza para después unirla con la de su hijo, quiénes hicieron un leve reverencia hacia el peligris para colocarse a lado izquierdo del mismo—Y ahora mi hijo Deuteros—el moreno ahora se colocó a la diestra de su padre—quién se ha comprometido con Albafica Sweeney—ambos muchachos hicieron lo mismo que la anterior pareja habían hecho.

—También con gran felicidad y alegría anuncio que la boda que unirá por siempre a estas familias será celebrada dentro de 15 días, las invitaciones les serán enviadas muy pronto, de nuevo un estruendoso aplausos se escuchó, los más jóvenes se tomaron de la mano sonriendo ligeramente.

—Eso sólo lo crees tú Eartheart—susurró aquel rubio desconocido con una sonrisa y dándole un largo sorbo a su copa de vino levantándola hacia donde se hallaba el peligris—solo es cuestión de tiempo para que disfrute ver cómo te arrastras por el suelo como la basura que siempre has sido—.

—Debo admitir que Eartheart escogió prometido muy bellos para sus hijos—dijo Sage sosteniéndose de forma pensativa el mentón observando con atención cada gesto hecho por el patriarca de los Colonomos—.

Los aplausos no se hicieron esperar ante el anuncio, algunos jóvenes ya fuesen hombres o mujeres habían derramado unas cuántas lágrimas al ver a los gemelos comprometidos, Eartheart dejo que la fiesta continuará bajando por la elegante escaleras junto con su esposa para poder charlar con algunos invitados al igual que Lugonis y el matrimonio Versau. Los más jóvenes estaban juntos también, varios invitados se aglomeraban a su alrededor felicitándolos y deseándoles lo mejor. Después de que terminarán de charlar con los invitados se disculparon para poder salir al jardín a caminar con calma, sus pasos eran lentos y tranquilos, Dégel pudo divisar a Dokho quién se mantenía cerca del joven Versau y le hizo una seña para que se acercará, necesitaba descansar un momento de esa situación se sentía asfixiado y con ayuda del moreno había inventado una buena excusa.

—Aspros quiero que conozcas a mi buen amigo y custodio—señaló al castaño con su mano—Dokho—.

—Mucho gusto—estrecho su mano entre la suya con firmeza—Gracias por cuidar todo este tiempo de mi prometido—.

—Siempre será un gusto cuidar de él y ahora de usted mi señor Aspros—hizo una leve reverencia al peliazul quién le sonrió agradeciéndole.

—Aspros—se acercó a su oído—necesito ir al tocador—le susurró algo apenado haciendo que el gemelo mayor soltase su mano.

—Dokho me imagino que ya conoces este lugar—habló al moreno quién asintió levemente—¿Podrías indicarme el camino?, regresó en un momento—dijo al mayor dándole un leve beso en la mejilla comenzando su camino al interior de la mansión.

—Vaya me siento usado—dijo bromeando desviándose junto con el peliverde.

—Perdóname dokho, pero necesitaba un poco de oxígeno, me siento tan asfixiado en estos momentos—sonrió suavemente agachando su rostro con pesar.

—Bueno te dejaré aquí por unos minutos—dijo ya frente a uno de los muchos caminos que poseían esos extensos jardines—si el joven Aspros pregunta por ti le diré que quisiste salir a caminar un momento—Dégel asintió iniciando su caminata adentrándose en aquel camino—sé muy bien que él no  te reprochará nada porque también tiene una carga más pesada no solo en sus hombros—movió su vista hacia el capitán quién en ese momento daba indicaciones a los cadetes—sino también en su corazón—volvió al interior de la mansión para echar un vistazo.

Kardia había logrado escabullirse de aquel aburrido anuncio pues no consideró necesario enterarse de quiénes eran los idiotas que se comprometerían con tal de mantener el estúpido nombre familiar, caminaba por aquellos jardines de forma tranquila, no hallaba nada de su agrado, si las mujeres y hombres que había en la fiesta eran hermosos pero su intuición le decía que ninguno podría satisfacerlo, los pocos con los que cruzó palabra se le hicieron tan tontos por no decir idiotas y superficiales, pues su único tema de conversación era, cuánto dinero y que tan grande era el negocio de sus padres, tomó asiento en una de las pequeñas bancas que había en esos inmensos jardines soltando un suspiro fastidiado.

—Me aburre tanta pendejada—dijo quitándose uno de sus guantes para pasar su mano por su rostro—de verdad parece que mi único e inmenso amor será el mar y las estrellas que lo acompañan—dijo con resignación—bien creo que iré a buscar al idiota y al viejo para despedirme de ellos—se puso de pie comenzando a caminar por uno de los caminos de aquellos gigantescos jardines, levantó la vista y quedó atónito ante la visión que le ofrecía aquel empedrado camino, su azulina vista se había topado con el ser más hermoso que había visto en su vida, su largo cabello de un muy inusual color verde danzaba al compás de su caminar que era elegante, su piel se veía tan delicada y suave al tacto, de sus hermosos labios salía un ligero vaho por el frío, su cuerpo y cintura delgada, largas piernas y anchas caderas, ese último detalle le hizo saber que era un hombre que podía concebir—es una visión celestial—susurró sin detener un momento su caminar.

Quería saber su nombre, su edad, escucharlo hablar, debía asegurarse de que era real y no producto de su alocada imaginación, estaba tan ensimismado que no se fijaba en el camino pues sentía que si por un momento se distraía ese hermoso ángel se perdería de su vista para siempre, muy tarde se percató que un par de chicas cruzaban por su camino enredando sus pies  en las largas criolinas de sus vestidos que prácticamente salió disparado hacia aquel joven quién también estaba totalmente distraído en sus pensamientos que fueron interrumpidos de tajo, cuando apenas logró distinguir una larga cabellera azul y un gran peso sobre su cuerpo que lo llevo de espaldas al suelo.

—Me dolió—susurró sentándose en el suelo para poder sobar su cabeza que se había azotado incrementando su ya de por sí molesto dolor de cabeza, estaba furioso pero dado que era el prometido del heredero de los Colonomos debía conservar la cordura ante esa situación—¿Se encuentra bien?—preguntó con cortesía al extraño que se hincaba a su lado sobándose también su cabeza.

Todo ese mal humor que sentía en ese momento se desvaneció cuando pudo ver el rostro de quién lo había derribado, se quedó mudo ante la visión de aquel hombre, no sólo expedía una gran galantería sino también una imponente masculinidad, su largo cabello azul llamó su atención al igual que sus ojos de un profundo color azul como el mar y las estrellas que le apasionaban.

 

—Claro que no estoy bien tarado—exclamó Kardia sobando su cabeza, el azotón le había dolido tanto que lo único que pudo hacer fue insultar al pobre muchacho frente a él.

—¡Oye no es mi culpa que no te fijes por dónde caminas!—exclamó molesto desde su posición—idiota—susurró molesto viendo como el otro se ponía de pie y ofrecía su mano rechazándola de un manotazo—¡no necesito tu ayuda!—trato de ponerse de pie pero una fuerte punzada inundo su tobillo izquierdo haciéndolo apretar el gesto por el dolor que lo obligo a flexionar sus rodillas, iba a caer al suelo pero los fuertes brazos de aquel sujeto lo sostuvieron de la cintura evitando que se volviera a golpear—¡suéltame!—exigió tratando de librarse de su agarre.

—Tranquilízate ricachoncillo—le dijo burlón haciendo que el peliverde detuviera su forcejeo.

—¿Cómo me dijiste?—se quedó quieto un momento, las palabras de aquel extraño que tanto le había gustado lo dejaron en shock pues siempre odio por ser de “buena familia” se burlarán de él y ahora ese extraño tenía la desfachatez de decirle eso.

Kardia sintió como el más chico se zafaba toscamente de sus brazos para alejarse cosa que no logró pues su tobillo volvió a fallarle, esta vez lo tomo del brazo y en un rápido movimiento lo cargo en vilo.

—Suéltame animal…—sintió como movía su brazo para que la mano que sostenía su  espalda se pusiera sobre su boca silenciando de golpe su queja.

—Voy a tolerar el que me hayas dicho así sólo porque te lastimaste el tobillo por mi culpa, ahora tranquilízate de una maldita vez y dime cuál es tu habitación para que te lleve a ella y te revisen el pie—exigió ya con un tono algo molesto a lo que el Dégel fruncio el ceño cuando el peliazul comenzó a caminar hacia el interior de la mansión.

—Por esas escaleras—señaló un juego de escaleras a la izquierda de las principales, subieron en silencio hasta dar con la pequeña sala donde anteriormente había estado con su prometido más temprano, Kardia lo colocó sobre el sillón, apenas lo hizo y sintió una fuerte bofetada que le ladeo la cara al otro.

—¡¿Qué demonios te pasa niño?!—.

—¡Cállate truhán!—exclamó sonrojado y furioso—¡¿crees que no sentí tu mano en mi…? Ay eres un idiota!—gritó fuera de sí en su vida lo habían tocado de forma tan descarada y más aprovechándose de un situación así.

—Lo siento pero me fue irresistible, tienes un buen trasero—esquivó el puño del más chico con habilidad para tomarlo con su mano y en un rápido movimiento tumbarlo sobre el sillón, escuchó como el peliverde comenzaba a decirle palabras que no entendía pero por la forma en que lo hacía sabía que eran insultos—así que eres francés—concluyó al escuchar su acento—yo creía que los franceses eran unos apasionados indomables—.

—Pues no sé que clase de franceses conozca señor—se revolvía con violencia pues sentir la marcada musculatura de ese hombre sobre su cuerpo lo estaba empezando a hacer que se sintiera incómodo, sentía su aliento sobre sus labios y su mirada lo estaba hechizando de una forma indescriptible tenía que liberarse de él a como diera lugar—¡ya suélteme!—exigió.

—Esta bien—liberó sus muñecas caminando hacia lo que parecía ser un baño contiguo a esa pequeña sala.

Al verse libre Dégel pudo sentarse, se sacó sus zapatos así como las medias blancas para poder revisarse su tobillo que ya estaba comenzando a inflamarse, quiso moverlo pero el dolor era fuerte, escuchó el sonido de la puerta abrirse y vio como ese hombre llegaba con un pequeño frasco y algunos vendajes en sus manos se sentó de nuevo a su lado y tomó su pie con suavidad.

—Esto te ayudará a bajar la inflamación—explicó mientras lo colocaba un ungüento sobre la pequeña bola que se le estaba formando—te recomiendo que no camines hasta el día de mañana, podría empeorar, entendiste francesito—dijo mientras envolvía su pie con un vendaje.

—Mi nombre es Dégel—dijo volviendo a fruncir el ceño sin siquiera imaginarse que el deseo de Kardia hacía él aumentaba cuando veía ese gesto—no me llames francés, dentro de poco dejaré de serlo—susurró esto último creyendo que el otro no lo había escuchado.

Kardia terminó de vendar su pie de forma suave colocándolo sobre el mullido sillón, se puso de pie dispuesto a irse cuando la puerta se abrió dejando entrar a Aspros junto al capitán Asgard.

—Dégel me dijeron que tuviste una caída ¿Estas bien?—preguntó preocupado al ver el pie vendado de su prometido-lo siento debía estar cerca para cuidar de ti—.

—Estoy bien, sólo una ligera torcedura—explicó ante la mirada preocupada de su prometido

 —¿Usted es?—preguntó al notar la presencia del otro, iba a responder cuando la firme voz del capitán los exaltó.

—¡pero miren nada más a quién tenemos aquí!—exclamó el peliblanco acercándose sonriente al otro—nada más y nada menos que al alocado teniente Kardia—le dio un fuerte abrazo siendo correspondido con la misma efusividad.

—Almirante, almirante Asgard, por favor—dijo alegre—ya había pasado un año desde que no te veía, mira como haz crecido—dijo burlón al otro quién puso su mano sobre la despeinada cabellera del otro revolviéndola aún más.

Aspros oculto muy bien el desagrado que sintió hacia aquel sujeto que abrazaba con tanta confianza y efusividad al capitán, su sonrisa era sincera y parecían tener años de conocerse por la camaradería que tenían entre ellos, apretó con fuerza su puño derecho que estaba oculto tras su muslo.

—¡Capitán!—exclamó.

—Lo siento mucho joven Aspros, tú y yo tenemos mucho que charlar—lo señaló alegre a lo que el otro asintió de la misma forma—con su permiso  nos retiramos, nos veremos más tarde joven Dégel—se despidió del peliverde quién asintió con un suave movimiento de su cabeza.

Kardia sonrió divertido al ver la mirada que le dirigió por un momento el gemelo mayor y Dégel, había logrado su objetivo, llamar la atención del peliverde y lo mejor es que parecían ser celos los que veía en su mirada cuando se abrazaba y bromeaba con el capitán, tenía que charlar con su amigo ahora que había descubierto algo interesante.

Albafica y Deuteros tenían una noche amena por así decirlo, habían charlado más entre ellos, cosa que a Lugonis lo hizo sentirse tranquilo pues podía ver en la mirada del moreno que este no tenía nada de la cruel y desgraciada personalidad de su padre, sino que observaba a su hijo tal vez no con amor pero si con gran cariño. La orquesta contratada por el peligris comenzó a tomar sus lugares pues era hora del baile prenupcial de las parejas.

—¿Dónde rayos esta Aspros?—preguntó molesto al no ver ni sombra de su hijo y de su prometido—ya debería estar aquí ese maldito idiota para abrir la pista con su danza prenupcial—golpeo el barandal con su puño, caminó hacia un cadete—busca a Aspros y no quiero que vuelvas sin él ¡¿entendiste?!—el joven cadete se sintió intimidado por el peligris y con una reverencia salió corriendo en búsqueda del gemelo mayor. El director de la orquesta le aviso que ya estaban listos para comenzar el baile—mi hijo mayor aún está ausente, amenicen la fiesta en lo que lo encuentran—habló en un tono sombrío a lo que el hombre asintió y se alejó prácticamente corriendo.

—Eartheart tranquilízate, tu rostro está haciendo que los invitados noten que algo ha pasado—dijo Cris en tono serio al notar que varios de sus invitados cuchicheaban entre ellos—“perfecto”— pensó sonriente al ver que su marido tranquilizaba su gesto, a decir verdad poco le importaba lo que pensará la estúpida sociedad de ella o de su marido, su mayor prioridad siempre fueron sus gemelos pues cuando el peligris se enfurecía con ellos los golpeaba y humillaba sin importarle el lugar o las personas frente a ellos y ya tenían suficiente con sus matrimonios como para que fuesen humillados de nuevo y en ese día tan especial.

La balada comenzó tranquila, varias parejas bailaban entre ellas con elegancia y sincronía, Deuteros se sintió sorprendido al ver que la orquesta comenzó a tocar cuando él sabía que su baile prenupcial sería lo que abriría la pista.

—¿Ocurre algo Deuteros?—preguntó intrigado Albafica al notar como su prometido de pronto se tensaba.

—Algo pasó—le dijo viendo el rostro prácticamente furioso de su padre—se supone que debíamos abrir la pista con nuestra danza, así estaba planeado y al parecer mi hermano no ha llegado—.

—Tranquilo ya vendrá, debió ocurrir algo importante que necesitaba de su atención inmediata—explicó tomando su mano entre la suyas-así que tranquilo no querrás que te vean todo tensó en el baile—le sonrió mientras acomodaba el cuello del chaleco.

—¿Dónde esta Dégel?—preguntó preocupado Krest a su esposo quién movía sus ojos buscándolo también.

—Señor Itia—ambos hombres se tranquilizaron al escuchar la tranquila voz de dokho a sus espaldas—el joven Dégel y el joven Aspros pronto estarán aquí—.

—¿les paso algo?—preguntó el pelinegro en tono preocupado.

—No se preocupe una leve torcedura—explicó sonriéndoles con tranquilidad—pero ya fue atendida—.

—Gracias por ayudar y mantenerte siempre a lado de mi hijo dokho—le agradeció Iitia poniendo su mano sobre el hombro del castaño.

—No tiene nada que agradecerme después de todo le debo mi vida—hizo una leve reverencia a los señores y con su mano señalo a la joven pareja que llegaba al fin—“Creo que por el momento omitiré la parte de ese intrépido marino que se llevó a Dégel”—pensó recordando lo que vio en aquellos jardines y las miradas que ambos chicos cruzaron.

La pareja que faltaba al fin llego, Deuteros pudo ver como su padre se acercaba a su hermano con un aire amenazante, con delicadeza guío a Albafica para que se encontrará con ellos e impedir que le hiciera algo.

—¿Qué pasó hermano?—preguntó bajito.

—No fue su culpa, tuve una ligera torcedura—explicó Dégel.

—No deberías danzar si tienes un pie lastimado Dégel—le dijo ahora el heredero Sweeney—puedes agravarla—su tono era preocupado.

—De verdad estoy bien, no me duele nada—sonrió trasmitiéndoles tranquilidad—bueno démonos prisa sino esto se atrasarás más—.

Mientras el pequeño inconveniente con los prometidos se solucionaba, Manigoldo observaba con gran fastidio las danzas que se llevaba a cabo, varios chicos y chicas lo habían invitado a bailar negándose rotundamente a hacerlo, Kardia quién estaba sentado a su lado lo bromeaba por el rostro que tenía en esos momentos.

—Ya quita tu maldita cara—le dio un golpe en la nuca—ten las suficientes bolas para irte de aquí sin importarte que diga tu abuelo—su tono era divertido.

—Cállate, sabes bien que no me quedó por gusto—explicó cruzando sus brazos suspirando—pero entiendo el sentir del viejo, ese sujeto es una verdadera amenaza.

—Te preocupa que ponga en peligro tu herencia—.

—jajajaja idiota sabes que eso es lo que menos me interesa, pero…—observó a Sage—yo fui testigo de la desesperación que sufrió Gateguard a tal grado que termino suicidándose—observó que en el cuello de su abuelo aún colgaba aquel relicario que alguna vez porto su fallecido amado—no quiero volver a ser testigo de esa desesperación y si puedo ayudar a mi abuelo para detener a un sujeto que no se tentará el corazón para incluso matar—apretó sus puños fuertemente al recordar aquel suceso— lo haré sin importarme quedarme en la miseria, además tengo dos manos y piernas trabajare es lo de menos—.

—Ese ¿no es Asmita Umesh Rao?—le dijo al ver como el rubio se acercaba a Sage de forma tranquila.

—vaya no eres tan idiota como pensaba, lograste reconocerlo—le dio un sorbo a su copa de vino—Aunque su presencia pasa desapercibida incluso para ese pendejo de Eartheart—vio que kardia se sorprendía al escucharlo—esa familia tiene un nivel de percepción increíble, llegó a este país con otro nombre haciéndose pasar por un nuevo e ingenuo dueño de un prometedor emporio—.

—Vaya así que ese sujeto pese aparenta una gran tranquilidad y sencillez al fin podrá vengarse—.

—Me sorprendes bicho no pensé que estuvieses tan bien informado—.

—Crees que soy como tú, imbécil—le dio un golpe en el hombro al pelicorto— también tengo a mis informantes y sé que es alguien muy poderoso dentro de los grandes líderes petroleros, heredó ese gigantesco emporio desde la muerte de su padre Shijima, que nunca ha podido ser 100% esclarecida, pues se corre el rumor que el barco donde murió fue dañado a propósito para que este explotará o eso dicen los rumores—le susurró poniéndose serio mientras tomaba una copa con vino blanco dándole un sorbo.

—Tú que te trabajas dentro de los menesteres de la Marina Real ya debiste ser testigo de algo extraño—.

—Me gustaría decir que estoy 100% de eso pero al igual que ustedes también tengo un maldito dolor de cabeza que no me deja ir mas allá—señalo con un gesto a un hombre tan alto como él, cabello corto color negro, gran musculatura, con ojos color miel, de fría y adusta expresión completamente diferente a kardia, portaba el mismo uniforme que él—Zaphiri Collingwood—.

—Ay no me digas eso—dijo con un tono exasperado—ese idiota es una verdadera patada en el culo amigo—.

—¿Así que también te ha hecho ver tu suerte?—dijo serio al recordar como siempre buscó humillarlo por su enfermedad, deteniendo más de una vez su crecimiento dentro de la Marina Real al no creerlo capaz debido a su condición.

—Si el muy maldito, el provoco qué—iba a contarle a su amigo cuando la firme voz de Eartheart los interumpio, Sage les hizo una seña y ambos se pusieron de pie para acercarse a la pista.

—Damas y caballeros ahora comenzará la primera danza prenupcial de las parejas—anunció al fin, los cuatro muchachos comenzaron a bajar de forma lenta y elegante, sus prometidos los tomaban del brazos para caminar hasta quedar al centro de la pista.

—Así que estas comprometido francesito—susurró viendo cómo se acomodaba entre los brazos de Aspros—pero tu mirada no me engaña, sé muy bien que estás y te sientes atrapado—sonrió con malicia—pero yo me encargaré de liberarte de tu jaula—.

Los siguientes en tomar su lugar fueron Albafica y Deuteros, sin que se percatará de ello, Albafica era observado con devoción por Manigoldo quién estaba hasta el frente de la muchedumbre que rodeaba a las parejas, se encontraba totalmente abstraído ante la hermosa visión que le ofrecía el prometido del menor de los Colonomos, su cabello cubría sus hombros, frente y espalda como si se tratará del agua más pura y cristalina que hubiese visto, su piel se veía tan suave y que decir de sus labios, justo como a él le gustaban finos y delicados, rematando con un curioso lunar bajo su ojo izquierdo, simplemente perfecto, vio el corsage en su mano embonaba perfecto en la delgada muñeca de alguien con toda la elegancia y delicadeza de las rosas presentes en su persona.

—No estés nervioso Albafica, lo harás bien—le susurró el moreno al oído sintiendo como el más chico apretaba levemente su mano derecha—te guiaré no te preocupes—le sonrió poniendo su mano izquierda sobre la espalda del peliceleste mientras que su brazo derecho lo estiro para entrelazar su mano derecha con la izquierda del otro.

—¿Seguro que puedes danzar?—le preguntó preocupado Aspros al peliverde quién afirmo levemente—apoya la mayor parte de tu peso en mí, te guiaré para que no te lastimes más ¿de acuerdo?—se acomodó en la misma posición que su hermano.

El director golpeo levemente el atril dando inicio al bello vals de Dmitri Shostakovich “El segundo Vals” .

Comenzaron con suaves movimientos de derecha a izquierda, contaron 24 segundos para después comenzar a dar vueltas de forma suave por toda la pista pasando cerca de los demás invitados pues era costumbre que los rostros de los futuros esposos fuesen vistos por todos, los gemelos guiaban el danzar de sus parejas mientras ellos se sostenían de sus fuertes hombros con su mano derecha respectivamente, se observaban de forma cariñosa mientras sus movimientos se hicieron un poco más rápidos dado el ritmo del vals, Dégel y Albafica dirigían sus rostros en dirección a la que los hacían girar sus prometidos, el vals era de un ritmo suave y elegante, se movían de forma tan elegante, el cabello de los más jóvenes danzaba de forma elegante en aire dándoles un toque hermoso, la mirada de ambos gemelos estaba enfocada únicamente en sus prometidos quiénes le sonreían con sinceridad siendo correspondidos de la misma forma, se separaron sin soltarse de la mano izquierda de sus parejas para levantarlas mientras se movían hacia atrás y hacia adelante.

Giraban a todo alrededor de la pista de forma suave sosteniendo a sus prometidos fuertemente pero sin hacer que su ritmo se volviese tosco para después colocarse de nuevo en el centro lo separaron sin soltar su mano izquierda para hacer un elegante movimiento circular con sus brazos que habían quedado libres para ahora entrelazarlas juntando sus torsos y rostros casi rozando sus narices separándose al momento para que hicieran girar a los más chicos sobre su eje de forma elegante y volver a retomar la primera posición que usaron al momento de iniciar el vals.

Los invitados estaban fascinados al verlos danzar, eran movimientos suaves pero sin dejar de ser elegantes, Manigoldo cada vez se sentía más atraído por aquel jovencito pues al ver su sonrisa no pudo evitar sonreír, su gesto cambio cuando pudo notar algo en la mirada de heredero Sweeney sonriendo esta vez con malicia al ver nacer un probabilidad a su favor, en esa misma situación se hallaba Kardia quién inconscientemente movía levemente su cuerpo al compás del Vals sin dejar de observar al peliverde que hacía movimientos tan elegantes y excitantes a la vez que ya no podía esperar para poder danzar con él, se movía rápidamente del lugar en el que se hallaba buscando a su amigo encontrándolo del otro lado del gran salón.

Las parejas al fin se colocaron en el centro entrelazaron sus manos para levantar sus brazos dando fin a aquel vals, esa era la señal para que los invitados comenzarán a llenar la pista, la orquesta se preparó para entonar el segundo vals de la noche.

—Asgard—le gritó llamando la atención del más grande—ven conmigo—no le dio tiempo de objetar y lo tomó toscamente del brazo jalándolo con él hacia la pista de baile ante la mirada sorprendido del gemelo mayor que se enserio al verlos en la pista listos para bailar.

—Te voy a matar si el estúpido plan que me imagino tienes en mente no funciona te lo juro—le advirtió.

—Funcionará ya lo verás—le dijo sonriente sin dejar de ver al peliverde que charlaba con Aspros.

—Ese pendejo—susurró molesto Manigoldo al ver a su amigo con el peliblanco—y ahora—buscó entre las personas a alguien que lo ayudará dando con la persona ideal, prácticamente corrió pues ya estaba a menos de un minuto de que el baile iniciara.

—Manigoldo que esas no son formas de…—.

—Ahora no viejo—lo interrumpió—bailarás conmigo—lo tomó del brazo jalándolo a la pista ante la mirada sorprendida de su abuelo viendo cómo se alejaban.

Todas las parejas que eran jóvenes en su mayoría ya estaban en posición, el director  golpeo su atril dando inicio a la suave melodía de Johann Strauss “Voces de primavera” las parejas comenzaron a danzar de forma sutil y rápida ante el ritmo de aquel vals, las bellas criolinas de los vestidos y largas colas que los fracs poseían se movían en perfecta sincronía ante los refinados movimientos de todos los que se hallaban en la pista de baile. Manigoldo y Kardia guiaron a sus parejas colocándose en una ventajosa posición, el vals estaba a punto de terminar pues todas las parejas hicieron una fila dando dos pasos a su derecha respectivamente cambiando de parejas cuando este hubo terminado.

Eartheart observaba todo con gran atención, no podía permitirse ningún movimiento en falso o la llegada de algún invitado indeseado, cuando sintió la mano de Tanathos sobre su hombro, dio un leve asentimiento y excusándose con su esposa se retiro del lugar. Cris, Itia, Krest y Lugonis pudieron respirar tranquilos la verlo partir pues ya podrían ver el baile sin necesidad de preocuparse por algún movimiento indebido ante los ojos del peligris y este tomará represalias contra ellos, se relajaron para disfrutar de la suave melodía que estaba a punto de comenzar.

Kardia quién había quedado frente a su fránces quién fruncio el ceño al volverse a encontrar con ese hombre, Manigoldo había cumplido con su cometido pues quedo frente Albafica quién lo observaba serio pues le sonreía coqueto y eso le molestaba, Aspros se sonrojo al tener al capitán frente a él quién le sonreía con suavidad, por último y el más impactado era Deuteros pues quién había quedado frente a él era un hombre de largo cabello rubio, se sonrojo fuertemente pues a pesar de que este tenía sus ojos cerrados este le sonreía de forma elegante. Las parejas hicieron una leve referencia frente a sus nuevos acompañantes así como lo marcaba el protocolo, se acercaron quiénes guiarían la danza colocando su mano izquierda en la espalda de su pareja, dio inicio “Vals de las flores” de Tchaikovsky.

—Así que volvemos a toparnos francesito—le dijo mientras se movían de izquierda a derecha suavemente para dar una vuelta algo fuerte para así poder mover su mano hacía la cintura del peliverde quién lo miro de forma molesta—debería cambiar tu rostro ya que eres el prometido del heredero de los Colonomos—.

—Me pide que cambie mi rostro cuando usted fue el que provocó que en estos momentos yo tenga este mismo cuando recuerdo sus vulgares acciones pasadas almirante—dio un paso hacia adelante para girar  su cuerpo dejando que el peliazul volviera a tomarlo por la cintura quedando sus cuerpos hacia el mismo sentido observándose.

—Oh vamos ya discúlpame francesito—pidió regresándolo con un leve empujonsito a su posición inicial—es que me fue tan irresistible—explicó acariciando la cintura del más chico mientras bailaban un suave compás de izquierda derecha.

—Y lo hace de nuevo—.

—No estoy haciendo nada, todo es parte de esta danza joven Dégel—le sonrió con galantería al ver el rostro sorprendido del otro cuando pronuncio su nombre mientras lo hacía girar mientras soltaba su mano para colocarla a su espalda haciendo que el peliverde prácticamente abrazará su cuello con su brazo derecho al sentir que sólo lo sostenía por la cintura—aunque debo confesarle que sus ojos son de un color hermoso y extraño que me atrapa con un solo pestañeo—le estaba excitando el hecho de guiarlo en aquella danza, ver como su cabello se movía al compás de sus movimientos liberando un delicioso olor a menta que lo estaba embriagando como el mejor y más fuerte de los vinos—pero sé muy bien lo que hay detrás de esa determinada mirada que tienes francesito, estás atrapado—vio como el más joven se sorprendía y apretaba más su mano—pero yo estoy dispuesto a liberarte con toda la fuerza que poseen las indómitas olas de los mares en los que navego dispuesto a convertirlo en mi guía así como las estrellas que cubren el cielo—lo tomó por la cintura separándolo de forma suave del suelo.

—Son palabras demasiado bellas para alguien tan osado y vulgar—se sostuvo de los fuertes hombros del almirante sin poder evitar acariciar esos músculos perfectos cuando fue devuelto al suelo—conozco muy a los de su clase, marinos, tienen una doncella o caballero cada vez que desembarcan, sin conocer lo que representa la palabra amor ni querer hacerlo porque atentaría contra su libertad a la que están acostumbrados, así como el mar rompe sus olas ustedes rompen corazones, usted mismo lo ha dicho el mar es indómito como usted—.

—En efecto, pero las estrellas entienden su actuar por eso se atreven a ser guias a través de esas aguas traicioneras— tomó de la mano dándole una vuelta para poner su mano en su espalda haciendo que descendería su torso hacia atrás sintiendo la gran mano sobre la misma—por eso le pido se convierta en la guía de alocado corazón de mierda que poseo, apendéjelo a tal grado que sin su brillo se sienta perdido—pidió colocando la espalda del más joven sobre su pecho mientras sus manos entrelazadas cruzaban ambos lados de su cuerpo abrazándolo sin dejar de moverse aprovechando para aspirar el adictivo olor de su largo cabello para bajar por su cuello dándole una leve lamida que le hizo dar un leve salto al peliverde.

—Déjeme pensarlo hasta que la danza termine le responderé—le comunicó con sonriendo mientras le tomaba la muñeca moviéndola de arriba hacia debajo de forma lenta y suave, ya no quiso hacerse más preguntas simplemente dejo que aquel hombre mal hablado, tosco y atrevido lo guiará en esa danza—“¿será acaso que usted es el mar que deseo conocer a tal grado que quiero nadar en sus alocadas y bestiales aguas?”—pensó sonriendo suavemente sintiendo como el más alto bajaba sus manos un poco más acariciando sus caderas juntándolas con las suya—ya basta—le dijo pellizcándole el costado fuertemente.

—Está bien, está bien—sonrió divertido colocando sus manos en la posición correcta.

Mientras Manigoldo le hacía dar una vuelta al menor con su brazo derecho aprovechando el movimiento para acariciar suavemente el izquierdo del otro quién se sorprendió ante tal caricia dejando su antebrazo recargado en el pecho de su compañero sintiendo como al momento volvía a colocar su mano en su cintura.

—Es la primera vez que veo a alguien tan valiente como tú—le dijo sorprendiéndolo para tomar la mano del más chico también con su derecha bailando un compás suave de izquierda a derecha.

—Me gustaría saber ¿Por qué le surgió tan repentina admiración?-le respondió sintiendo que lo empujaba suavemente de su cintura para diera tres giros haciendo que los vuelos que su frac tenía se movieran con gracia al hacerlo—me sorprende siendo la primera vez que lo veo—.

—Porque se necesita mucho valor para unir tu vida con alguien que quieres pero no amas—pudo ver como frunció el ceño al escucharlo, abrió sus labios para decirle algo pero en un rápido movimiento de su mano lo hizo girar separándolo de su cuerpo en una vuelta elegante cortando toda intención de reclamo por parte del más joven.

—Usted no sabe nada acerca de mis sentimientos—le reclamó una vez que lo tuvo enfrente sin dejar de danzar—¿Cómo puede jactarse de entenderlos cuando no he cruzado una palabra con usted dada esta situación?—.

—¿Eso crees?—ahora se movían de forma circular en toda la pista de ese gran salón con elegancia, sus movimientos de habían hecho un poco más fuertes pues quería ver ese largo y hermoso cabello danzar al ritmo que le impusiera—podrás decirme una cosa pero…—aprovechó el movimiento que hizo para acercar su rostro al del joven—tal vez tus labios digan una cosa pero tus ojos gritan otra—susurró observándolo intensamente a los ojos.

Albafica se puso tensó al sentir la mirada y cercanía de aquel hombre, pues el movimiento que había realizado fue tan elegante que no se tomaría a mal el mismo, era apuesto y gallardo, gracias a esos movimientos podía sentir perfectamente cada músculo de su cuerpo, el calor que sus manos irradiaban lo hacían sentirse protegido, esa sonrisa con un dejo de burla se le hizo tan atrayente y sensual pues su labios cuan tentativos trozos de chocolate lo estaban llamando para que los probará. ¿Qué le estaba pasando? ¿Cómo podía sentir esa clase de inquietud hacia un hombre que en su vida había visto? Pero que con su simple miraba parecía haberlo decifrado, entender su pesar y resignación ante ese matrimonio avisado cuando tenía 8 años. Pero no todo estaba perdido pues como un tren a toda velocidad lo golpeo el recuerdo en el que su padre le decía que debía obedecer ese compromiso si es que no encontraba el amor antes del mismo, de ser así podía ser libre para seguirlo y para tomar toda la belleza que el sentimiento regalaba al solo pensarlo, acaso era ese hombre al que había estado esperando, quién estaba destinado a liberarlo de aquella jaula dorada en la que se sentía atrapado y que a pesar de tener la salida enfrente simplemente no podía cruzarla.  

Salió de su ensimismamiento cuando sintió las fuertes manos de Manigoldo en su cintura levantándolo en vilo haciéndolo girar, puso sus manos sobre los fuertes hombros sonriendo de una forma tan alegre y emocionada que se sorprendió al verse sonriendo de esa manera.

—Dígame caballero—le susurró cuando descendió quedando su rostro muy cerca del otro—¿Cuál es su nombre? La ansiedad que crece en mí es fuerte y solo podrá calmarse cuando sepa quién es usted—con su mano izquierda tomo la derecha de Manigoldo quién lo inclino haciendo que se sostuviera de su fuerte espalda mientras el otro hacia descender suavemente la parte superior de su cuerpo de forma sensual para después colocar su mano una vez más sobre su espalda y levantarlo para una vez más quedar uno frente al otro.

—Manigoldo…—le susurró acercándose a su oído provocándole escalofríos al escuchar esa voz tan masculina que le puso prácticamente los pelos de punta—Se escuchará descarado pero tus labios despiertan un apetito casi incontrolable—se fue acercando al peliceleste que se sonrojo tanto como una rosa nueva con todo su color en su máximo esplendor.

—Esas palabras son bastante osadas para alguien a quien apenas conoce, ¿Qué es usted Manigoldo?—dirigió su rostro y cuello hacia donde el pelicorto le marcaba el ritmo dejando a la vista del otro su blanco cuello—¿un romántico empedernido? O ¿un casanova sin remedio?—le dijo sonriente mientras unían sus manos con la de Albafica para juntar ambos torsos para a continuación tomar su mano izquierda para hacerlo dar una vuelta. 

—Un poco de ambos—respondió volviendo a tomarlo por la cintura—y ahora que he vislumbrado una oportunidad permítame cortejarlo con esta pasión desbordante de lo que llaman amor a primera vista—.

—Me siento alagado ante tal declaración, pero como sabe estoy comprometido ante toda la sociedad aristócrata con el joven Deuteros quién me ha mostrado su gentileza al aceptar que puedo amar a alguien más que no sea él, pues ambos esperamos que esa persona se presente ante nosotros de una u otra forma, si yo acepto tal propuesta sea consciente de todas las voces susurrantes que querrán desvirtuarlo provocando tal vez que el apellido que porta se vea afectado—.

—Me importa una reverenda mierda la estúpida sociedad y la bola de pendejos que sólo chismorreen esta situación—se tapó la boca sorprendido pues no pudo evitar usar su habitual vocabulario frente a ese correcto joven—puta madre lo he arruinado—susurró inconscientemente volviéndose a tapar la boca—mierda de nuevo—apretó el gesto soplando resignado al no poder detener ese hablar tan característico de él, se sorprendió al escuchar la suave risa del peliceleste.

—A mí tampoco me puedes engañar—le sonreía divertido sin detener su danza—tus palabras dicen algo pero tus ojos gritan otra cosa—ahora fue el turno del otro hacerlo sonrojar—no tiene necesidad de ocultar su verdadera forma de ser, no quiero que me corteje una máscara, quiero que lo haga el rostro verdadero—puso su mano en la morena mejilla del otro quién sonrió disfrutando la caricia—ahora que hemos llegado a un acuerdo, cállese y déjeme disfrutar esta amena danza con mi pretendiente—dijo dejándose llevar de nuevo por el elegante danzar de aquel hombre que había captado toda la atención de su corazón y mente.

Aspros y Asgard danzaban del otro lado de la pista completamente abstraídos del bullicio propio que el vals provocaba, sólo se concentraban en la sensación de poder danzar libremente sin ese miedo que los había atormentado por tantos años, sintió una profunda pena de sólo poder compartir ese momento con el capitán bajo esas condiciones, su futuro matrimonio. El capitán lo tomo de la cintura para girar al momento en que lo levantaba embelesándose del elegante movimiento que hizo el cabello del gemelo ante ese movimiento, para después volver a colocar su mano en la espalda de su compañero y comenzar a girar una vez más alrededor de la pista.

—Cuando todo este bullicio termine voy a secuestrarte—le susurró provocando in ligero sonrojo en Aspros quién soltó un suspiro frunciendo el ceño con molestia.

—Anteriormente fui muy claro con usted capitán—lo miro de forma fría a los ojos—debería comenzar a buscar una persona que de verdad pueda estar usted con libertad, sin el problema de tener que mantener un apellido pero sobretodo lo ame como se debe—lo tomó del brazo para hacerlo dar una elegante vuelta para soltarlo colocando únicamente su mano derecha en su costado izquierdo de forma suave.

—Tiene toda la razón joven Aspros pero hay un serio problema con su petición—respondió con la seriedad que lo caracterizaba cuando daba órdenes a los cadetes, tomando su mando derecha entrelazándola para que con la izquierda aplicará un poco de fuerza en su cintura levantándolo del suelo haciéndolo girar a su diestra apoyado sobre su pecho—lo encontré desde hace mucho tiempo, es perfecto porque me quiere bien como usted dice, lo amo tanto que para que este conmigo haré lo que sea necesario para tenerlo a mi lado, mis sentimientos por esa persona son tantos y tan amplios que no sé cómo puedo volver el tiempo atrás para arrancármelos de tajo como usted lo pide, por favor deme la respuesta, dígame ¿Cómo quitar estos sentimientos que he tenido por 9 años y contando—sonrió al decir esto último—por aquel joven que me cautivo a sus 14 años por ese aguerrido y a la vez profundamente orgulloso y terco carácter? Si conoce algún método dígamelo porque me haría inmensamente feliz—le pidió depositando un ligero beso en el cuello que erizo la piel del más chico.

—Aún me sigo preguntando ¿Por qué no te puedo ganar una discusión verbal Asgard, después de casi 10 años de este romance clandestino? A veces te odio por eso—sonrió divertido dejando un ligero beso en los labios  del capitán para continuar bailando.

Nadie presente en la pista de baile se había percatado de tal gesto pues así como lo hicieron, terminó, provocaron una sonrisa alegre y a la vez tan triste al único testigo de ese sencillo gesto que expresó tanto.

Deuteros charlaba de forma amena con aquel rubio con el que termino danzando de una forma un tanto curiosa pero que no le había molestado en lo absoluto pues se había quedado prendado de su personalidad gallarda, se había presentado como Hari Kajol Chopra, sólo con 21 años se había convertido en un nuevo rico, le contó que había tomado la decisión de invertir los ahorros de toda su vida en la creciente industria ferrocarrilera. Proveniente de la India quería entablar una relación comercial con su padre pues su negocio necesitaba del carbón, mineral principal que explotaba su padre y que los ferrocarriles necesitaban para poder moverse.

—Debe ser estresante manejar un negocio de tal escala joven Hari—le dijo sonriente mientras lo movía de forma grácil, ciño sus manos en su cintura para levantarlo grácilmente para después volver a tomar su mano derecha.

—Mi padre me enseñó, sino hubiese sido así ya me hubiera vuelto loco—ambos rieron ante el comentario.

Bailaban al suave compás del vals, Asmita se sentía mal por haberle mentido en cuestión de su nombre pues lo cambio al momento de partir a Gran Bretaña pues iba con toda la intención de destruir al que era el culpable de que lo perdiera todo. No había podido ocultar su sorpresa cuando supo que ese joven del que se había quedado prendado cuando sus cuerpos danzaron al son de la música fuese el hijo de alguien tan terrible.

—La verdad me siento bastante impresionado con usted joven Hari—escuchó como el rubio soltaba una ligera risa al escuchar tal declaración.

—Pues yo me siento más aún, me gustaría saber el ¿Por qué?—sintiendo como era guiado con suavidad por todo el salón, los movimientos del moreno era elegantes.

—Primeramente porque es más joven que yo y ya dirige un enorme imperio que yo a mis 23 años y siendo el segundo nunca tendré la probabilidad de podar manejar algo así—.río ante el comentario pues al ser el segundo su padre comúnmente le decía que él no debía preocuparse ni involucrarse en los negocios familiar porque estaba destinado sólo a ser la sombra de su hermano, pues cuando se había escuchado que un segundo pudiese superar al primero era simplemente algo imposible y risible—.

—¿Esta bien?—puso su mano sobre la mejilla del más joven sobresaltándolo un poco pues se había quedado prendado de aquel recuerdo—.

—Lo siento me quede atrapado un momento por los recuerdos—explicó sonriendo nervioso continuando con su danza—la forma en la que lleva a cabo esta danza es prácticamente perfecta aun cuando usted es ciego—tomo ambas manos del rubio para dar una vuelta guiándolo en ese movimiento, el estilo que el largo cabello de Hari le fascinaba pues se movía como una fina cortina de rocío cuando lo giraba o lo levantaba con sus manos, pudo sentir su delgada cintura así como ese atrayente olor a jazmines que desprendía ese cuerpo en cada movimiento.

—En efecto mi estimado Deuteros pero el hecho de que no te pueda ver no quiere decir que no sepa cómo te ves, verdaderamente apuesto—explicó sonriente al moreno quién se sonrojó fuertemente al escuchar lo último—jajajaja no sienta pena ante mis palabras que solo expresan es la verdad, su gran gallardía ha cautivado mis otros sentidos, así como su buen corazón—bajo su mano que se hallaba sobre el hombro del gemelo para colocarla en su pecho a la altura de su corazón.

Deuteros sonrío de forma luminosa y emocionada, tomó una vez la cintura del joven separándolo del suelo pero no lo bajo de inmediato sino que se mantuvo un par de segundo girando con gracia y deleitándose con el largo cabello así como la blancura de la piel de sus brazos cuando los estiro a cada lado de su cuerpo, cuando lo regresó al suelo no pudo evitar juntar su frente con la del más joven sin dejar de danzar de forma suave con el rubio entre sus brazos.

Su familia se había caracterizado por la su increíble percepción, sus ojos no eran ciegos como lo pensaron durante muchos en la aristocracia ya que al ser Indios tenían largas horas de meditación provocando que esto se sellarán, podrían abrirlos cuando el sentimiento que buscaban se manifestara en ellos, cada miembro elegía cual sería el sentimiento que los liberara y Asmita había decidido que sería amor, pues ese sentimiento era perfecto, pues era manifestado de forma pura y verdadera, un sentimiento que sería imposible de hallar sobre todo en el mundo en el que él se movía. Esa misma fue la que le permitió percatarse de la gran nobleza de la que era dueño el moreno, así como su inocencia y gran corazón que se preocupaba por lo demás, sobre todo por su hermano a quién quería profundamente a pesar de la cruel forma en la que su padre lo discriminó siempre, se había quedado prendado del hijo del hombre que más odiaba y que estaba dispuesto a destruirlo con todo su poder, Eartheart Colonomos.

Los cuatros jóvenes continuaron disfrutando de aquel ambiente romántico que le regalaban sus parejas de danza, ahora podían creer que esta era la máxima expresión de los sentimientos a través de los movimientos del cuerpo y que estos mismos podían ser correspondidos de forma apasionada con aquellos destinados de estar a su lado aceptando los mismos en una perfecta armonía, pero no todo es tan fácil pues para poder manifestar a su máximo aquel sentimiento debían luchar duramente contra el hambre de poder, completamente ajenos a los que sucedía en aquel despacho donde su padre jugaba con un bello trozo de tela de hermoso color carmesí, lo movía entre sus dedos acariciando la suave superficie.

—Tu plan sepultura del alma es terrible y efectivo mi buen Tanathos—se levantó de su asiento comenzando a caminar por toda la habitación—cuando en 1 mes sea anunciada la concepción de los herederos y a partir de ese momento sus días estarán contados pues en 3 meses ese enorme emporio textil será completamente mío—tomó ambos lados y los rasgo en un sonido escalofriante que presagiaba el destino de aquella persona, los dejo caer con burla para pisarlos con una sádica sonrisa—nadie impedirá que la familia Colonomos sea la más temida, poderosa y rica de todo el mundo—.

Los golpes de los cascos de aquellos hermosos caballos blancos rompieron el silencio de la entrada de la gran mansión Colonomos, un elegante carruaje llegó deteniéndose al pie de aquellas imponente escaleras, los mozos se impresionaron al ver a sus ocupantes descender, el que se veía era el más chico, era hermoso tanto que los dejo embelesados al ver su hermoso cabello rubio moverse frágilmente sobre sus caderas, espalda y hombros, un par de curiosos puntos marrones sobre sus bellos y profundos ojos verdes, así como su delgada figura y tez blanca. Se hizo a un lado dejando que su acompañante descendiera en un elegante movimiento, con largo cabello blanco atado en una coleta alta, muy parecido al primero, curiosos puntos de tonalidad púrpura sobre sus ojos del mismo color que el más chico, su bien trabajado físico era lo que hacía la diferencia. Hicieron una reverencia comenzando su asenso por las escaleras.

—Después de tanto tiempo volvemos a pisar este lugar padre—le habló al mayor—al parecer tu intuición y la mi tío siempre terminan siendo verdad—.

—En efecto—se quedaron parados bajo el enorme marco de la elegante puerta observando con una sonrisa aquella fiesta—Es ahora cuando el juego comienza—sonrió divertido accesando junto a su acompañante observando fijamente donde estaba un cuadro con el lienzo de la familia hermosamente dibujado sobre el—Será divertido ver caer tu poderoso emporio pedazo por pedazo—.

Notas finales:

Se preguntarán ¿Porque use la palabra danza en ves de baile? bueno ne aquella época la palabra danza se asociaba a la aristocracia pues tenía una función, un tipo de vestuario y una música específica que eran inamovibles era por eso que lo hacían de forma sincronizada y  el baile a los pobres o proletariado pues esta podía ser interpretada a como la gente quisiera.

Muchas gracias por leer, espero con todo mi corazón les haya gustado :D


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