Taemin cruzó los brazos sobre su pecho, mirando alrededor. Era horrible, todo brillante, alegre, cálido. Un insulto franco a la bonita celebración de dejar morir todo para que su renacimiento empezara. Gruño al ver qué incluso los malcriados bebés contribuían alegremente, disfrutando de usar esos horrendos trajes en los que Minho los había metido.
Sweetheart ladró, rodeándole un par de veces como siempre hacía cuando pedía ser alzado en brazos.
-No, traidor.- Taemin comentó enfurruñado. No podía ni voltear a ver al traidor cachorro, llevaba puesto un suéter color rojo con un moño color dorado que le rodeaba el vientre, y lo hacía lucir totalmente adorable. ¡Pero ese no era el punto! Bufó, pasando de largo, hacia la cocina donde estaba el problema principal.
Minho.
El ángel no solo había redecorado la casa en esas horas que Taemin había dormido, también había colocado música alegre a todo volumen, y estaba ¡cocinando! Taemin no se quejaría de lo último, si no supiera que lo que Minho estaba cocinando eran muñecos de jengibre.
-¿Qué estás haciendo?- Exhaló, cruzándose de brazos.
-Celebrando navidad, cariño.- Minho no se inmutó, siguió mezclando crema en el tazón que sostenía entre las manos. -Vamos a tener una basta cena, y dado a que ya es veinticinco, en realidad puedes abrir los regalos que traje cuando quieras. Aunque, dudo mucho que los disfrutes, basándome en tu mal gesto.
Taemin refunfuñó de nuevo, haciendo una corta pataleta.
-Quiero regalos.- Exhaló entre dientes. -Pero sigue sin gustarme esto de la navidad.
Minho rio, asintiendo. Sería mejor que Taemin no viera el suéter que Launcelot estaba usando, porque terminaría de hacerle perder los pocos estribos que le quedaban con respecto a la fecha. Dejó que el demonio se refugiara en la oscura habitación que había apartado para si mismo, en lo que seguía concinando, y preparando todo para la amena noche.
Horas más tarde, fue cuando trató de arrástralo fuera de la habitación, hacia la cocina-comedor.
-Vamos Taemin, hazlo por mí.
-Minho, amor, haría cualquier cosa por ti. Menos esto.- Gruñó, sosteniéndose al marco de la puerta con todo y uñas. Minho no había dudado de cargarle por la cadera, alejándole de la habitación.
-No veo cuál es el problema cariño.- Rio. -Creí que celebrabas las fiestas paganas, debido a tu gusto por la magia verde.- Se rindió, bajando a Taemin para que dejara de clavar las uñas en el marco. -¿Por qué la reticiencia? La navidad se originó de una fiesta pagana.
-Varias, de hecho.- Taemin le corrigió. -Y no es eso. Son los humanos, y su gusto por arruinar todo. Tomaron algo tan importante y lo convirtieron en esto.- Señaló el departamento. -Es una locura Minho, ¿qué están usando mis bebés?- Terminó de gritar al ver a sus mascotas una vez más con el disfraz del día.
-Estás exagerando.
-No Minho, esto es exagerado.- Chilló. -¿De verdad te parece agradable?
-Tu reacción me parece divertida, sí.- Se burló, besándole en la mejilla. -Vamos, ¿qué tal si después de la cena me hablas todo lo que quieras de lo mucho que los humanos arruinaron esta época?
-¿Lo prometes?- Taemin hizo un puchero, esperando el gesto afirmatorio del ángel. -¿Y todavía me darás regalos?
-Sí Taemin…- Minho rodó los ojos, riendo. -Y después podremos ver una de las películas que tanto te gustan.
-¿Con sangre y todo?- Los ojos de Taemin brillaron de emoción. -Trato Choi, me has ganado.
-Lo sé, sé cómo convencerte bebé.- Minho exhaló, besándole de nuevo. -No importa como, sé que tendré una linda navidad contigo.
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