Taemin suspiró, dejándose caer sobre la cama. Su cabeza apenas rozó la almohada antes de perder la conciencia por completo. Cuando despertó, la oscuridad no le asombró en lo absoluto; podía sentirla en el momento en que el atardecer desaparecía junto al sol en el cielo, en parte eso fue lo que le despertó. Lo que le conmovió un poco, sin embargo, fue ver la puerta ligeramente entre abierta, apenas mostrando un pequeño hilo de luz proveniente del pasillo.
Minho.
Él y su miedo a la oscuridad. Él y su extraña manera de demostrar que le cuidaba a pesar de no tener idea alguna acerca de los demonios. Taemin rio, exhalando de mejor humor ahora que había dormido. Minho le volvía loco, pero debía admitir que también le conmovía mucho, y muchas veces.
Se puso en pie, tropezando con la maleta que tuvo el error de dejar abandonada a mitad de la habitación. La tendría que desempacar, quizás luego. Ahora sólo quería llegar al ángel y abrazarle debidamente. Habían estado físicamente separados por dos semanas, sin importar qué, lo había extrañado.
-¿Min…?- Preguntó, saliendo de la habitación. Lo primero que escuchó fue el sonido de las patitas de sus bebés, corriendo hacia él. Se acuclilló, recibiéndoles alegremente. Llenó de besos a Sweetheart, y dejó que Launcelot trepara sobre su hombro. -Ah, a ustedes los extrañe más.
-En la cocina, amor.- La voz de Minho le dictó el camino, siendo tan marcada como siempre. Taemmin definitivamente le había extrañado.
Se dirigió a la cocina, con los malcríados estratégicamente colgados en su regazo.
-¿Haces la cena?- Terminó por entrar al espacio semi abierto. -Es algo temprano, ¿no?
-Lo es, pero quería cenar contigo antes de irme.- Se acercó al menor, besándole en la sien. -Cambié mi turno, por el siguiente para poder ir por ti al aeropuerto.
-Oh…- Por supuesto, ese era su Minho. Él nunca dejaría botado el hospital solo porque sí. -Supongo que tengo suerte de cenar contigo esta vez.- Bajó la voz, dejando que Launcelot bajara de su hombro en el instante en que se encogió.
-¿Taemin?- Minho dejó lo que estaba haciendo para enfocarse en el demonio.
-Todo bien, Minho. Sigo algo cansado, nada más.- Se excusó. -Dejame ayudarte con la cena, y sirve que me cuentas lo muy aburridas que fueron estas dos semanas sin mí.
Minho rio, accediendo rápidamente a contarle de sus aburridas semanas, mientras Taemin escuchaba con paciencia, sabiendo que era poco ese tiempo que estarían juntos.
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