De acuerdo, esto era algo ridículo. Minho supo desde el primer día que Taemin se mudó al departamento que las cosas en casa jamás serían normales. Pero, realmente esta vez se sorprendió al llegar y encontrarse con la curiosa escena en donde Taemin, Launcelot y Sweetheart estaban con los rostros pegados a la pecera, más que concentrados en lo que estaba haciendo.
-¿Qué…- Su pregunta fue interrumpida con un ligero movimiento de mano que hizo Taemin para pedirle un segundo. -¿Está todo bien?
-Sí…Jugamos.- Fue la única explicación que el demonio dio.
-Y, ¿a qué juegan?- Insistió un poco más. A decir verdad, estaba algo preocupado del repentino interes que los “jugadores” tenían en sus pececitos.
-A ver quién obtiene primero un beso de ellos.- El tono que Taemin usó al hablar fue de obviedad pura, como si Minho hubiese hecho la pregunta más boba del planeta.
-Disculpa, ¿qué?- El ángel no entendió. Se acercó un poco más hacia los jugadores, descubriendo que seguían con la mirada a los peces que iban y venían en su acuático medio.
Entonces ocurrió. Un pececito curioso se acercó un poco más, nadando cerca de cada uno. Taemin estaba a la derecha, Launcelot a la izquierda, dejando a Sweetheart entre ambos. El pez no tuvo que decidir mucho, simplemente tocó con su cabeza el cristal justo en donde se encontraba pegando su nariz Sweetheart.
-¡Maldición!- Taemin se separó del vidrió, rezongando. –Siempre escogen al tierno.
Cruzado de brazos, hizo un mohín de enojo. Launcelot se bajó de donde estaba, caminando entre las piernas del íncubo como un gesto de consolación. Minho no lograba entender cómo había conseguido Taemin que sus mascotas jugaran con él siguiendo reglas. Pero al parecer estaban jugando, e incluso entendían cuando alguien había ganado.
-¿Cómo es que…No, olvídalo.- Minho exhaló, dejando sus cosas para cargar a Sweetheart lejos de la pecera. Si no puedes contra ellos, úneteles. Pegó su rostro a la pecera, viendo como todos los pececitos se acercaban a saludarle y tocar con sus cabezas el vidrio que los separaba del ángel.
-¡Hey! Eso no es justo, estás haciendo trampa.- Taemin gimoteó. –Los tienes entrenados.
-Claro que no.- Rio, quitando su cara de la pecera. Tomó el bote de comida y roció un poco por encima del agua. O claro que sí, lo sabía, pero fingiría demencia negando que los peces estaban más que entrenado a reaccionar a su presencia.
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