-¡Míralo, Min! ¡Es precioso!- Taemin abrió sus ojos de manera adorable, apelando a cada gota de su encanto.
-No vendrá a casa con nosotros.- Minho se cruzó de brazos, esperando a que su novio se levantara del suelo, para poder regresar a casa.
-Pero, ¡es bello!- Gimoteó, colocando la cabeza del gato junto a la suya. –Y no está usando ningún collar, es un gato callejero.
-Tae, no podemos llevarlo con nosotros.- Jadeó, acuclillándose hasta quedar a la altura de su novio.
-¿Por qué no?- Taemin hizo un enorme puchero, aflojando su labio inferior, y haciendo ruiditos tiernos.
-Porque dije que no, Taemin. Además, es un gato negro, ¿para qué lo quieres?
-¿En serio crees en esas tonterías humanas?- Gruñó. -¡Min! Es mentira, lo que creen ahora sobre los gatos negros es mentira. Incluso, antes, los gatos negros eran vistos como los acompañantes de las almas.
-Eso no cambia nada, Tae.
Minho rodó los ojos. Habían salido a cenar a un pequeño restaurante que se encontraba a diez minutos del departamento. Su cena había sido de lo más normal, pero al encontrarse de regreso, Taemin se había topado con aquel gato azabache, siguiéndole hasta un callejón, donde pudo atraparle.
-¡Quiero al gato, Minho!- Repitió, logrando hacer que sus ojos se llenaran de lágrimas perfectas para uno de esos dramas que pasaban en la televisión.
-Cariño, ni tú, ni yo, pasamos tanto tiempo en casa. Si lo llevas, terminará escapando. Es un gato callejero. Y, dado el caso de que no escape, destruirá todo.
-¡No! Lo voy a entrenar.- Insistió. Abrazó más al gato contra su pecho, replicando su antiguo puchero.
-Taemin, ¿cómo es que no ves que esto saldrá mal?- Suspiró, extendiendo su mano para que el demonio le diera el gato.
-Quiero. Al. Gato.- Habló entre dientes.
-Aigo, ¿tanto quieres al gato?- Minho empezaba a exasperarse, parecía que no lograría hacer que Taemin desistiera. Se rindió al ver que el demonio asentía a su pregunta. -De acuerdo, puedes conservarlo, si lo educas...Y- jadeó, ante la emoción de Taemin -una condición más.
-Sí, sí, sí. Lo que quieras, Minho bonito.- Asintió, con una enorme sonrisa en los labios.
-Si tendrás una mascota, yo también quiero tener una. Es lo justo, ¿no?
-Sí, muy justo.- No se detuvo a pensar en lo que Minho querría. ¿Qué más daba? Él había ganado, tenía al gato.
-Bien, entonces mañana iré a comprarme a mi pez.- Minho comentó.
-Me estás jodiendo.- Cualquier sonrisa que tuvo en el rostro, desapareció. –Minho, ¡lo haces apropósito!- Se quejó.
-No amor, realmente quiero tener un pez.- Asintió.
-¡Minho!- Taemin frunció los labios. -¡No puedes!
-¿Por qué no? Un pez no necesita entrenarse, y sólo come una vez al día. Además, si yo no puedo tener una mascota, entonces tú tampoco.- Señaló.
-¡Minho!- Gimoteó, esta vez siendo totalmente sincero con las lágrimas que se aglomeraban en sus ojos. -¡Minho! ¡Minho!- Inició un berrinche.
-Entonces supongo que ninguno de los dos…
-De acuerdo.- Taemin exhaló un jadeo. –Entrenaré al gato, y me aseguraré que no haga desastres…Tú, tú puedes tener a tu pez.- Asintió, rendido.
-Entonces tenemos un trato, cariño.- Minho sonrió. –Ponte de pie, ese gato necesita un baño, y mañana podremos comprar todo lo que necesita.
Taemin le miró serio, bufando. Se puso de pie sin ayuda, y apartó la mirada de Minho.
-Vas a tener que ser muy bueno conmigo, Min. O me las pagarás.- Se quejó.
-Si amor, como digas.- Rio, besándole la mejilla. –Pero déjame ganar esta.