A veces la vida a lado de Taemin era muy normal. Tanto que hasta se sentía hogareño. Y vaya que eso era algo que Minho adoraba y amaba de estar junto a Taemin. Él había crecido en un un ambiente hogareño, lleno de amor y cuidado; y si podía tener eso a lado de Taemin, entonces estaba seguro que ya estaba en el paraíso.
Pero incluso a veces, lo hogareño tiene esos pequeños momentos divertidos, y emocionantes. Después de todo, nada en la vida es predecible.
-¡Ahhh! ¡Minho! ¡Maldición Minho ven! ¡Me va a matar!- Eso, junto un montón de gritos inintelegibles más se escucharon desde el baño donde se suponía que Taemin estaba, porque iba a darse un baño. -¡Minho! ¡Minho por favor! ¡Mátala¡ ¡Mátala!- Lloriqueó.
Por supuesto que la primera reacción de Minho fue salir corriendo para ver qué era lo que había asustado de tal modo al demonio. Atravesó en un abrir y cerrar de ojos el apartamento, hasta llegar al baño dentro de su habitación donde encontró a Taemin prácticamente escalando las paredes en donde forman la esquina, a medio vestir.
-¿Qué? ¿Qué ocurre?- Trató de no sonar alarmado, pero el pánico en Taemin no lo tranquilizaba.
-¡Ahí!- Señaló asqueado el incubo. Justo en las baldosas de la regadera, donde están las llaves del agua había una cucaracha, moviendo sus antenitas.
-¿Es eso? ¿Una cucaracha?- Preguntó con algo de incredulidad. –Taemin, ni siquiera es tan grande.
-¿Estás loco? ¡Es enorme!- Insistió. –Mátala Minho, por favor. Va a comernos.
Minho alzó una ceja, ¿era esto en serio? El demonio ante sus ojos, amante de los animales, incitador de pecados, le tenía miedo a una pequeña cucaracha. Si bueno, todos los días aprendía algo nuevo con respecto a Taemin. Y no le molestaba en lo absoluto ser ese encargado de deshacerse de los bichos en el baño. Salió del baño, buscando un par de revistas en la habitación. Realmente pensó las cosas, y lo más seguro era que a Taemin no le gustaría ni un poco si simplemente la aplastaba contra la pared. Mejor decidió evitarse problemas. Regresó al baño, y con cuidado, haciendo uso de una revista, empujó a la cucaracha en el cucurucho que había hecho con la otra revista. Entonces usó la primera revista para evitar que el insecto saliera de la trampa improvisada que había hecho.
-Ya la tengo amor, ahora necesito que abras la ventana.- Pidió, sonriendo al ver cómo Taemin corrió a seguir la instrucción.
Justo afuera no muy lejos estaba el cordón de árboles que adornaba la acera. Minho vació el cucurucho, dejando que la cucaracha callera en los árboles. Cerró la ventana de inmediato, por supuesto.
-Bueno, está hecho. Ya no te molestará…
-¡Gracias Min! ¡Gracias!- Taemin brincó encima de él, abrazándole y llenándolo de besos. –Me has salvado, eres mi héroe. Super Minho al rescate. No tienes idea de cuánto te amo.- Empezó a decir rápidamente, repitiéndose cada cinco segundos.
Y justo esto era tan fantástico y hogareño. Minho rio, rodeando la cintura de Taemin con sus brazos para que el demonio pudiera colgarse mejor de él. Definitivamente, no podía pedir nada más estando junto a Taemin, porque ya estaba en el paraíso, donde era el héroe de su novio.