Taemin mordió la uña de su pulgar, tratando de pensar en algún insulto para el pastel que no se estaba inflando en el horno. Había escuchado por ahí que eso servía para que el pan levara mientras se estaba horneando. ¡Pero eso era estúpido! Gimoteó, dejándose caer en la silla que había arrastrado hasta la cocina. ¡Odiaba cocinar! Odiaba ser tan inútil en esa arte, y odiaba ser tan sentimental como para que le importara el haber cumplido cien días con Minho.
Sólo 100 días, sonaban absurdamente pocos. Sonrió un poco decepcionado; había planeado hacer una cena perfecta, pero nada le estaba saliendo bien. Primero, había tratado de salir temprano de la universidad, pero sus alumnos seguían haciendo preguntas estúpidas, y no podía dejar que esas preguntas llegaran a volverse investigaciones. De hecho sí podía. Pero ese no era su estilo, esa clase de niñerías no estaban al nivel de un demonio de tercera generación. Cuando al fin logró escapar de sus asesorados, trató de aparecerse disimuladamente en la florería a la que siempre acudía. Las flores favoritas de Minho eran los alcatraces, pero no era época de ellos. Así que no los había conseguido. Pero, lo que definitivamente casi le hacía llorar era que nada de lo que quería cocinar le estaba saliendo bien. La pasta se había cocido de más, el rollo de carne se había quemado, y tras haberse deshecho de él, había buscado algo de esperanza en el pastel que había puesto todas sus esperanzas. La masa estaba aplastada, y no parecía cocerse a pesar de ya haber subido la temperatura varias veces.
No lo notó, pero estaba llorando. Se sentía frustrado, ¡no era justo! Sus pretendientes eran los que normalmente le hacían ese tipo de regalos. Pero esta relación realmente le importaba. Ahogó su llanto entre sus manos. Pudo haberse detenido, si Minho no hubiese llegado en ese justo momento. ¿Por qué no fue capaz de quedarse un par de horas más en el hospital? No lo disimuló, no podía ni limpiarse las lágrimas que se le escapaban.
-Cariño, ¿Taemin qué ocurre?- Minho se preocupó al escucharle llorar. -¿Estás bien?
-Lo siento, Min…- Sollozó. –Lo intenté, pero…pero… no sirvo para esto.- Jadeó. –No pude hacer nada bonito para nuestro aniversario.
-¿Estás llorando por eso?- Minho frunció los labios, abrazándole por los hombros. –No necesitas hacer algo elaborado para nuestro aniversario, podemos pedir algo de comida y…
-¡No!- Chilló. –Tenía algo planeado tan espectacular…
Minho exhaló, soltando el abrazo para tomarle de las manos.
-No necesitas planear nada, Tae~.- Exhaló. -¿Recuerdas cómo nos conocimos? Sólo nos bastó vernos, y en la primera cita decidimos ser novios. ¡Incluso vivir juntos fue espontaneo!- Sólo a ellos se les pudo ocurrir vivir juntos cuando sólo tenían un mes de noviazgo.
-Pero son nuestros primeros cien días…- Gimoteó.
-Podemos planear algo mejor para los primeros mil, incluso para los primeros cien años.- Le explicó.
-¿Estarás conmigo treinta y seis mil cuatrocientos veinticinco días más?- Taemin dejó de llorar, preguntando a media voz.
-Treinta y seis mil, setenta y dos mil, un millón.- Le sonrió, rápidamente robándole un beso. –Lo prometo; ahora, ¿qué tal si pedimos una pizza y nos acurrucamos en el sofá mientras vemos una película?
-Sí, eso suena bien.- Taemin asintió, abrazándole por el cuello.