-Minho, no.
La ansiedad en la voz de Taemin se escuchaba a kilómetros de distancia. Minho, sin embargo, lucía bastante divertido con el gesto de terror puro que el demonio demostraba.
-Minho bonito, por favor.- Rogó. –Sólo subamos al auto y regresemos. Podemos venir otro día.- Jadeó entre dientes, tirando del brazo de Minho para volver por el camino que habían tomado directo a la puerta de la pequeña casa.
-Mis padres ya escucharon que estacionamos el auto.- Rio. –Y estoy seguro que incluso espiaron un poco por la venta.- Señaló con la cabeza la gran ventana cubierta por una bonita cortina de color anaranjado oscuro.
Taemin mordió su labio inferior, clavando los talones en el suelo para evitar que Minho siguiera caminando hacia la puerta.
-Podemos llamarlos, más al rato. Decimos que nos surgió algo importante, que debimos volver.
La rapidez con la que Taemin habló fue suficiente señal para que Minho se detuviera y girara sobre su lugar, mirando seriamente al menor. Taemin se veía tan contrariado, y más que nada preocupado. A Minho le quedaba más que en claro que esto iba más allá que el simple miedo de conocer a sus padres.
-De acuerdo, ¿qué ocurre?- Le tomó por el mentón, evitando que Taemin bajara la mirada.
-No les voy a gustar…- Jadeó, haciendo una mueca con los labios.
-¿Por qué lo crees? Ellos no te conocen, ni tú a ellos. No puedes decir que no les vas a agradar.- Trató por todos los medios que no sonara como si estuviera regañando a Taemin. Pero le parecía injusto que Taemin se precipitara a creer que sus padres no iban a bien recibirlo.
-Huelo a demonio, y tampoco escondo lo que soy. Tú estás acostumbrado a estar conmigo, pero ellos…- Mordió su labio inferior. -Minho, los ángeles y los demonios no están hechos para estar juntos.- Insistió. –No sé si puedan estar tranquilos con la idea de que tú y yo estamos juntos por el simple hecho de que nos enamoramos. Yo, no quisiera que te alejaras de tus padres por mi culpa…Ustedes parecen ser realmente unidos.
-Déjame aclararte, que tu olor a demonio me fascina.- Le apretó las mejillas cariñosamente. –Tú hueles a canela, y siempre me haces pensar en café o chocolate.- Le dedicó una gran sonrisa, provocando que Taemin se sonrojara. –Por otro lado, tengo que decirte que la mayor filosofía de los ángeles es el amor. Nosotros amamos, sin importar qué. Mis padres están encantados de que yo haya encontrado a quien voy a amar por el resto de mi existencia. Que seas, o no, un demonio, es irrelevante, porque me amas del mismo modo en que yo te amo. Me amas tanto, que tenías miedo de apartarme de mis padres. No pienso esconder el amor que nos tenemos, cuando es tan real y correcto.
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