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Joey´s Pizza por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Y llegamos al final de la historia

Un momento feliz y triste a la vez

 

De todo corazón agradezco a todos ustedes que se tomaron el tiempo de leer esta ocurrencia mía, y espero en verdad que hayan disfrutado leerla tanto como yo disfruté escribirla.

 

Muchas, muchas, muchas gracias!

 

Nos queda todavía pendiente un pequeño epílogo que ya tengo completado, solo esperaré unos cuantos días para revisarlo y subirlo.

Nos leemos pronto!

 

Amor para todos!

Estaba estacionando el auto cuando dieron las 8 de la noche.


Estaba cansado. Había sido un día pesado, y como le dedicó un rato a Mokuba, todo se le acumuló para el final del día.


Pero saber que estaba llegando con su cachorro le hacia sentir mejor.


Cayó en cuenta de que, por andar apurado para terminar pronto, olvidó llamarle por teléfono.


-Igual es mejor, así será una sorpresa- expresó para si mismo.


Se paró enfrente de la pizzería y observó el lugar. Ahora que había aceptado la propuesta de Joey, aunque aún no se lo había comunicado, se sentía raro de entrar al que podría llamar hogar, además de ser algo muy distinto a lo que él estaba acostumbrado.


Pero, en definitiva estaba dispuesto a cambiar lo que tenía por poder estar con Joey.


Entró y atravesó todo hasta llegar a las escaleras que conducían al departamento.


Subió y encontró las luces prendidas, pero no vio al cachorro. Cuando atravesaba la sala, escuchó ruido desde el baño.


Fue directo a la habitación, y como no vio a su cachorro, supuso que se estaba dando un baño.


Por un momento pensó en entrar al baño con él, pero decidió quedarse a sorprenderlo en la habitación.


Por su lado, el rubio estaba cerrando el agua de la regadera. Tomó su toalla y secó su cuerpo. Aún esperaba la llamada de su novio, y se preguntaba por qué tardaba tanto.


Terminó de secarse, y aún con el cabello mojado, puso la toalla en su cintura y salió del baño. Vio todo en donde lo había dejado y supuso que el castaño no había llegado aún.


Fue a su habitación, y fue directo al closet a sacar ropa ligera. Unos boxers y una camiseta serían suficientes.


Cuando sacó la ropa que quería, dio media vuelta para usar la cama como apoyo para cambiarse, y fue que vio a su chico recargado en el marco de la puerta, observándolo con una mirada que parecía que se lo quería comer.


Aunque no hizo nada por ello, sí le sacó un susto al rubio al aparecerse nomás ahí.


-Pero si serás...- fue lo único que pudo articular el pizzero, e hizo reír al CEO.


-Te ves bien mojado, cachorro- había cierto líbido en la voz del más alto.


-Por qué siempre te gusta asustarme así?- el chico estaba algo molesto. Claro que estaba feliz de verlo, pero no le gustaba que lo asustara así. Y ya se estaba volviendo costumbre entre ellos.


-Es que te ves tan lindo enojado- el rubio entrecerró los ojos, y el castaño empezó a caminar hacia él.


Joey le dio la espalda, fingiendo más enojo del que en realidad sentía.


-Vamos, no te enojes conmigo cachorro- el ojiazul rodeó el cuerpo semi desnudo de Joey con sus brazos, y le acercó su cara al oído para susurrar en él.


-No, estoy enojado, siempre me asustas- la actuación del pizzero era pésima. Ni siquiera trataba de alejarse de su novio.


Seto empezó a darle besos en la nuca y en el cuello, y en algún momento le dio un pequeño mordisco en la oreja, cosa que encantó al rubio.


-Vamos cachorro, ya no estés molesto conmigo. Entiende que eres irresistible para mí- esa voz, ese susurro, esa cercanía... todo Seto calentaba a Joey de una manera inmediata.


El rubio gimió y echó su cabeza hacia atrás, dándole acceso al ojiazul para morder su cuello, cosa que hizo de inmediato con fascinación.


Mientras su lengua no paraba quieta, las manos del castaño no se quedaban atrás. Empezaron acariciando el pecho, sintiendo cada uno de los músculos del menos alto, para luego pasar al abdomen.


Seto soltó la toalla y dejóo al cachorro en total desnudez.


Dio un paso para atrás para poder admirar esa belleza, y eso solo lo calentó más.


El inquieto rubio, al sentir el frío en su cuerpo, se dio la vuelta solo para ver como era comido por la mirada del ojiazul. Le sonrió, y como cachorro travieso que era, empujó al castaño para tumbarlo en la cama.


Seto quedó acostado con los pies en el suelo, y Joey subió a gatas hasta que estuvo sentado encima de su pecho, colocando su propia hombría casi encima del rostro del ojiazul.


Empezó a masturbarse a si mismo, así frente a los ojos del castaño, quien observaba como el rubio se autocomplacía.


Cuando Joey estaba acelerando el ritmo pues de seguro empezaba a aproximarse el orgasmo, Seto apartó sus manos y lo introdujo en su boca.


Era una postura un poco incómoda para el CEO, pero supo disfrutarla, mientras saboreaba el sabor de su novio y éste gritaba de placer.


Momentos después el rubio derramaba su semilla dentro de la boca de su amante, y él la tragaba toda


Joey se dejó caer sobre la cama, al lado de Seto, para liberarlo de su peso, aparte de todas las sensaciones que ese orgasmo le había dejado.


Fue entonces que el CEO se giró y quedó sobre él, y le dio un beso profundo que el rubio gustoso respondió.


Aún con ropa, y mientras se besaban, el castaño empezó a mover su cadera entre las piernas del pizzero, simulando una penetración, y empezó a lograr que el miembro del rubio despertara de nuevo.


Rompió el beso y se puso de pie solo para liberarse de cuanta ropa traía encima.


Una vez desnudo igual que su cachorro, se acostó de nuevo sobre él y entre sus piernas, y volvió a besarlo y a mover las caderas, esta vez frotando ambos miembros, generando sensaciones placenteras para ambos chicos.


Joey quiso girarlos a ambos de posición para quedar sobre su chico, pero Seto se dio cuenta y usó el peso de su cuerpo para impedirselo.


-Calma cachorro, no seas impaciente- le susurró al oído, sacándole un gran gemido al rubio.


Llevó los dedos de su mano derecha a la boca del rubio, y éste empezó a lamerlos y chuparlos, simulando que era la hombría del ojiazul, haciendo que se excitara aún más.


Luego llevó su mano a la entrada del rubio, e introdujo un dedo.


Era una sensación que no dejaba de ser extraña, pero que cada vez era menos molesta y más placentera para el rubio.


-Más- pidió el rubio, y Seto introdujo un segundo dedo.


-Más!- sonó más como una exigencia, y el CEO introdujo el tercer dedo.


Joey movía las caderas como desesperado, tratando de generar más fricción y así obtener más placer.


Y para Seto era extasiante ver como su cachorro se volvía loco con su toque.


Retiró su mano ante el disgusto del rubio, y se puso de rodillas en la cama. Jaló al rubio para que se enderezara junto con él, y quedara como sentado en sus muslos, y entonces lo besó y lo penetró a la vez.


El rubio no pudo gemir, el beso se lo impidió.


El castaño, con la locura contagiada de su chico, empezó a moverse de inmediato dentro del rubio.


Movía su cadera y empujaba cada vez más dentro del rubio, haciéndole sentir como entre nubes.


Poco a poco el movimiento empezó a acelerarse, y tuvieron que dejar el beso porque no podían respirar bien.


La danza era ágil y veloz.


Pero el castaño quería más de ese rubio revoltoso, así que lo abrazó y lo tumbó sobre la cama, sin salirse de él.


Encima de él tenía la posibilidad de darle tan duro como podía, y de controlar mejor hasta donde entraba y salía.


El rubio estaba vuelto loco. Gemía y gritaba al sentir como su amor lo abría y se entregaba a él.


Y al castaño le gustaba tanto verlo loco de placer.


Era tal el desenfreno en los movimientos, que ambos llegaron al clímax con gran rapidez, Joey entre ellos, y Seto dentro del rubio.


Las respiraciones estaban entrecortadas, ambos chicos jalaban aire tratándo de recuperar su ritmo de respiración normal. Estaban sudados y pegajosos, pero muy satisfechos.


-Yo... te... amo Se... to- articuló el rubio, viéndolo a los ojos. El castaño le sonrió y pegó su frente con la del pizzero.


-Yo a ti, cachorro- se quedaron así, observándose, conociéndose, y sintiéndose.


Un par de minutos después, el castaño se salió del interior del rubio y se acostó a su lado, siendo abrazado al instante por un cariñoso cachorro.


-Muchas gracias Seto. Por esto, por todo. Me siento muy feliz- la voz del rubio emitía sinceridad y amor, y Seto valoró eso más que nunca en su vida.


Pensó en todo lo que había cambiado desde que había conocido a ese rubio revoltoso. Y es que en verdad todo había cambiado en uno u otro nivel.


Desde su vida personal, hasta todo lo demás. Él mismo se sentía como un hombre diferente. Siempre había procurado ser detallista con su hermanito, pero ahora sentía que era más servicial y cuidadoso, no solo con Joey, también con quien se topara en el día a día.


Joey era tan sencillo, que con solo ser le enseñaba mucho.


-Cachorro, quiero decirte algo- el rubio que estaba abrazando al castaño, empezó a mover su mano para explorar al otro. Eran simples caricias, sintiendo y conociendo a su amado ojiazul.


Se tomó unos segundos en responder. Tenía toda su atención en el cuerpo tan bien formado de su amante. Del pecho, pasó a recorrer el abdomen bajo del castaño, y con suavidad y cierta agilidad empezó a acariciar los testículos del CEO, sacándole un suspiro.


-Dime, soy todo oídos- a pesar de que hace unos momentos acababan de hacer el amor con desenfreno, Joey era como un cachorro juguetón e insaciable.


Y parecía que quería más.


Seto lo intentó, pero le era demasiado difícil hablar. Era increíble para él como el rubio lo calentaba. Por más que lo vivía todos los días, parecía que cada vez se superaba.


El pizzero se giró y se puso sobre de él, evidenciando su hombría despierta. Empezó a mover la cadera para frotarse con su novio, quien gemía a un muy generoso volumen.


El rubio se acercó y le dio un beso hambriento, como si llevaran semanas separados. Después se acercó a su oído.


-Vamos Seto, que quieres decirme- su voz sonaba seductora, y con ella y sus movimientos logró despertar el sexo del castaño por completo.


-Ah, cachorro- fueron las únicas palabras que dijo el CEO, antes de que Joey se sentara sobre él y se auto penetrara, como tanto le gustaba.


Seto gritó aún más, sin miedo a que nadie lo escuchase.


El rubio tuvo que quedarse quieto.


Fue porque acababan de hacer el amor con salvajismo que al volver a ser penetrado sintió demasiadas cosas.


-Eres... un cachorro... muy salvaje, sabías?- la voz del castaño era entrecortada, y denotaba que le costaba cierto esfuerzo no moverse en ese momento.


-Cómo no serlo contigo a mi lado?- los ojos de Joey brillaban, y también se le asomaron unas lágrimas que acompañaron sus palabras.


Se inclinó sobre el cuerpo del ojiazul y lo besó. Y fue que empezó a moverse.


Fue un vaivén lento, profundo, que les permitió sentirse de una manera muy diferente a antes, pues ya no había esa urgencia, ese desenfreno que tenían cada vez que se veían.


-Cachorro, no... tienes una idea... de cómo me... gustas- el rubio volvió a enderezarse para poder darle más profundidad al movimiento, haciendo que los dos gimieran de placer.


Joey no pudo hablar más, solo se dedicó a moverse y a gemir, gozando y haciendo que el castaño gozara con él.


Seto por su parte, quería darle la vuelta y volver a arremeter contra el rubio, pero sabía que, por el salvajismo de hacía rato, podía lastimar a su chico, por lo que se dedicó a sentir cómo se movía el rubio sobre de él.


En ningún momento Joey aceleró la velocidad.


Todo el tiempo tuvo una velocidad constante, haciendo que el castaño disfrutara y se desesperara por igual.


Seto quería más, y el pizzero se lo daba en porciones. No le permitía tomar el control. Cada vez que Seto intentaba tomarlo, él se las ingeniaba para detenerlo con una estocada más profunda y rápida, sorprediendo al otro y manteniéndolo a raya.


Al cabo de varios minutos, las piernas de Joey ya no podían más, y tuvo que detenerse.


Los amantes se vieron a los ojos, con fuego brillando en ellos.


Seto entonces entendió que las fuerzas del rubio habían mermado, y que ahora sí era su turno de complacer a ambos.


Se sentó y lo abrazó, pegando también sus labios en un fogoso beso, compartiendo todo tipo de fluidos en el proceso.


Con suavidad y firmeza empujó a Joey para que quedara recostado en la cama, cosa que el rubio agradecio, y luego Seto le indicó que se diera la vuelta.


El rubio le hizo caso, y sin previo aviso sintió como la lengua de Seto lo lamía por sus partes más íntimas.


Además de estar muy sensible, el hecho de saber que era Seto quien lo tocaba y complacía de esa manera lo hacía que fuera más placentero.


Seto se enderezó y se posicionó para entrar de nuevo en su amante, con quien se acoplaba como con nadie más.


Ambos chico estaban muy cansados, peor muy excitados.


Seto empujó hasta el fondo, sacando un grito de placer de Joey.


Sin aviso ni precaución alguna, empezó a moverse con mucha fuerza y velocidad dentro del rubio, como todo un animal salvaje. Joey solo podía gemir de placer, sintiendo como se acercaba su propio orgasmo.


No tuvo que pasar mucho para que ambos chicos se derramaran con gritos de placer.


Seto se dejó caer casi sin fuerzas al lado del rubio, quien solo trataba de recuperar su respiración.


-Eres... un cachorro... insaciable, sa... bías eso?- el rubio rió con suavidad, y se sonrojó un poquito.


-Es que contigo no me puedo contener- era la absoluta verdad.


-Bueno, eso me alegra- dijo el castaño mientras reía, para que el rubio lo acompañara con su alegre risa también.


-Bien, y... qué querías decirme?- el castaño suspiró y volteó la cabeza, para encontrar al rubio viéndolo fijamente, mientras tenía su cabeza recargada en sus brazos.


El castaño levantó su mano para acariciar la mejilla de Joey, quien agradeció el gesto con una sonrisa.


-He estado pensando en lo que me dijiste, y creo que tendré que decirte que sí- el pizzero empezó a divagar en su mente, tratando de descubrir a qué se refería Seto, por que en verdad no lo recordaba.


-Tendrás que decirme que sí a qué?- el castaño sonrió divertido.


-Quieres decir que primero me propones algo, y luego te arrepientes?- la mirada inquisidora del castaño estaba retando al rubio para que se acordara qué era lo que le había dicho.


-Pues en definitiva yo no soy de los que se arrepienten. Te aseguro que si dije algo, lo cumplo. Pero, de qué estamos hablando con exactitud?- era en serio que el rubio no recordaba lo que había dicho.


-Bueno, recuerdo haberte dicho que podría acostumbrarme a despertar a tu lado todas las mañanas, y tú dijiste algo al respecto- el pizzero abrió los ojos, entendiendo todo.


-En serio?- podría haber sido más euforico, pero después de dos agotadoras rondas, le faltaban energías.


-Sí- fue la sencilla respuesta del ojiazul, mientras le daba un tierno beso.


Se separaron, y Seto empezó a ver como los bellos ojos de Joey se llenaban de lágrimas, sin que su rostro perdiera esa bella sonrisa que lo caracterizaba.


Seto le sonrió, y le dio suaves besitos en las lágrimas que empezaban a resbalar por sus mejillas.


-Discúlpame Seto- pudo decir el rubio que estaba sobrepasado por sus emociones, mientras se tallaba la cara para limpiarse las lágrimas.


-No tienes nada de qué disculparte- Seto llevó su mano al cabello rubio y lo acarició con cariño.


-La verdad es... que esto es mejor que cualquier cosa que haya alguna vez soñado. La realidad supera la fantasía, y estar contigo es en verdad maravilloso. Muchas, muchas... Muchas gracias, Seto- la emocionalidad del rubio estaba a flote, y el expresar sus sentimientos hizo que las lágrimas se volvieran más abundantes.


-No tienes nada qué agradecer. Y lo digo en serio. Has aportado a mi vida tantas cosas que me hacían falta, y que ni sabía. Alegría, risas, sonrisas... eres fantástico. Me alegra en verdad que nos hayamos conocido, y más aún que hayas armado todo de una manera tan calculadora, que estamos aquí y ahora juntos- Joey le sonrió, y lo besó.


 


Todavía tenían mucho qué aprender el uno del otro, pues aún se estaban conociendo. Pero por lo pronto estaban disfrutando del presente, del aquí y el ahora juntos. De amarse sin barreras ni restricciones. De entregarse sin miedo a ser rechazados.


Era tiempo de amarse, de conocerse, y de aceptarse, a ellos mismos y al otro, para poder entregarse al amor que sentían y compartir un futuro juntos.


 


Quizás vendrían muchos obstáculos, quizás pocos.


Pero las pruebas que nos pone la vida, es porque siempre las podemos superar.


Y ahora que nuestros queridos protagonistas están juntos, el amor que sienten se engrandece, y a medida de que eso pasa, poco a poco serán capaces de compartir todo eso bonito que viven, con más gente.


Nadie ha dicho que será fácil.


Nadie ha dicho que no habrá desacuerdos.


Nadie ha dicho que no habrá días en los que quieran desaparecer o renunciar.


 


Pero, lo único seguro en esta historia, y en la vida, es que si sigue reinando el amor, todo estará bien.


Con Seto y Joey, y con todo a su alrededor.


 


 

Notas finales:

Hermoso día!

Bonita noche!

 

Amor para todos!


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