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Instintos pasionales por HarukaWhite7

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Notas del capitulo:

Hola minna!

Espero que hayan tenido unas felices fiestas, y deseo que este 2018 sea un año lleno de éxitos para ustedes :D

Gracias por las palabras tan lindas sobre el fic, espero que les siga gustando mucho mucho! Gracias a las personas tan hermosas que comentaron!

El cap ahora tratará desde la perspectiva de la nación contraria: La nación de la luna. Hogar de los Uchiha y de especialmente, nuestros queridos Uchiha. 

Disfruten mucho el cap.

Análoga a la situación de la nación del sol, la nación de la luna vivía situaciones similares. Rodeados de una vasta vegetación y enormes bosques, los habitantes vivían en villas esparcidas por todo el lugar. De entre toda la nación, se alzaba el imponente castillo Uchiha, una edificación preciosa y poderosa que albergaba al clan con el mismo nombre y mismo que fue agraciado por los demás dioses.

Indra dio origen al clan más grande, tanto que el sesenta por ciento de sus miembros poblaban la nación de la luna: Los Uchiha, mismos que hicieron el pacto con la pantera de diez colas. Al momento de que él y Katsuo hicieran el pacto de unión, el fénix Fudo los detuvo y le pidió a la pantera que esperara. El fénix le dijo a Indra que, como recompensa por no haberlos dejado solos, él también haría un pacto de unión con Indra y todas las aves pactarían con los omegas de su descendencia. De esta manera, Indra se convirtió en el contenedor de la pantera y del fénix. Con el paso del tiempo, Indra tuvo a dos hijos omegas: los legendarios Madara e Izuna Uchiha, mismos que hicieron el pacto con los dos hijos leones de la pantera y, a su vez, con dos aves de igual relevancia: el águila, para Madara, y el búho, para Izuna.

Además de ello, todo miembro del clan Uchiha poseía el Sharingan: un antiguo doujutsu heredado del sabio que les confería habilidades prodigiosas, entre ellas el dominio del fuego. Solamente seis miembros del clan Uchiha habían podido evolucionar el Sharingan a Rinnegan: el máximo poder ocular del sabio. Y esos miembros eran: Indra, Madara, Izuna, Shisui, Itachi y Sasuke Uchiha. Específicamente, los herederos de la realeza de los Uchiha.

La historia ahora iniciaba en los jardines traseros del castillo Uchiha. Un joven de cabellos oscuros, de piel pálida y ojos escarlata lanzaba shurikens con una gracia y elegancia envidiables, acertando a todos sus blancos. Activó su Sharingan y haciendo una serie de sellos lanzó una potente llamarada que carbonizó una serie de blancos al mismo tiempo en que volvía a lanzar shurikens.

—Sasuke.

Una shuriken fue detenida antes de que llegase a su objetivo por un kunai que logró clavarla perfectamente en un tronco seco. El mencionado Sasuke volteó de manera veloz con la guardia en alto y dispuesto a atacar, sin embargo, se detuvo al ver de quien se trataba.

—Itachi.

Una bandada de cuervos fue uniéndose hasta formar un cuerpo humano. Un joven de cabellos ébanos y largos sujetos en una coleta baja, de piel pálida y ojos escarlata se apareció tras hacer desaparecer a los cuervos con un chasquido de dedos. De su cabeza surgían dos orejas felinas y diez colas blancas con rayas negras se movían con parsimonia y elegancia.

Se acercó a Sasuke y le dio dos pequeños golpecitos en su frente, como acostumbraba a hacerlo desde que eran pequeños.

—¡Itai, Itachi!

—Te he estado buscando toda la mañana, Sasuke. ¿Dónde te habías metido?

—Hm.- Sasuke frunció su ceño comenzando a recoger todo su arsenal de entrenamiento-Sabes que siempre vengo aquí a entrenar todas las mañanas.

—Sasuke: son las seis de la tarde. El sol casi se pone.

—No me di cuenta.-masculló avergonzado moviendo sus colas-¿Qué sucede?

—Indra-sama los está buscando.

Ambos voltearon donde un joven de cabellos rizados y oscuros, de piel pálida y de ojos escarlatas les miraba mientras terminaba de recoger unos shurikens. Se trataba de Shisui Uchiha: un noble de la realeza, primo de ambos y un alfa guardián de los dos. Aunque Shisui tenía una enorme debilidad por Itachi, ya que lo vio nacer y crecer, y cuyo temperamento era más dulce que el de Sasuke, a quien molestaba ligeramente con que parecía un alfa encerrado en el cuerpo de un omega.

—Gracias, Shisui.

—Ten, Sasu-chibi.

—No me digas Sasu-chibi.-masculló Sasuke tratando de alcanzar a Shisui pero no podía: no en vano era conocido como “Shisui del cuerpo parpadeante” por su velocidad, y porque su bestia, el guepardo, era el felino más veloz-¡Ya casi tengo veinte años!

—Para mí siempre serás Sasu-chibi. Te recuerdo que yo te alimenté y te cambié los pañales. Eras y sigues siendo un adorable bebé.- lo hizo rabiar más cuando despeinó sus cabellos y acarició sus felpudas orejas, haciéndolo ronronear como un gatito-Y también Itachi siempre será Ita-chibi.

—No tientes tu suerte, Shisui.-siseó Itachi dando un coletazo a Shisui mientras éste acariciaba su coleta-No querrás que use mis nuevos jutsus contigo.

—Está bien, par de chibis, vayamos donde Indra-sama les espera.

Los tres se dirigieron al interior del castillo donde los sirvientes, en su mayoría betas, les reverenciaban: no solo por ser de la realeza, sino también porque los tres dirigían los ejércitos reales. Itachi y Sasuke, pese a su condición de omegas, habían sabido cómo soportar los entrenamientos y ganarse el título a pulso junto con el respeto de los guerreros. Eran conocidos por la fiereza de sus ataques y porque habían llevado a sus hombres a múltiples victorias.

Al llegar a la sala de tronos, donde les esperaba el rey, Shisui dijo que debía atender otros deberes y que los alcanzaría después. Ambos hermanos ingresaron al lugar y una vez que llegaron a las escalinatas se postraron mostrando sus respetos a su soberano.

—Indra-sama, hemos llegado.

—Itachi, Sasuke, ¿Qué les he dicho sobre eso?

Un jovial Indra se levantó del trono en el cual estaba sentado: pese a los siglos él no había perdido su juventud y su belleza. Sus largos cabellos negros caían con gracia resaltando su piel marmolina y sus ojos escarlatas. Movía sus diez colas con cadencia y extendió sus finas manos hacia los dos felinos que se levantaban con algo de pena. Bajo del trono alzando un poco el kimono real hasta quedarse al pie de la escalinata, solo hasta que ambos chicos perdieron el protocolo y se lanzaron a sus brazos restregándose tal cuales mininos cariñosos.

—Díganme abuelo.

—Está bien, abuelo.-musitó Itachi con una cara seria pero con picardía en su mirada-Sasuke.

—Hm.-solo que Sasuke no eran tan demostrativo y ocultó su rostro sonrosado en el hombro del mayor-…Abuelo.

—¡Ustedes dos! ¡Muestren más decoro!-por una columna salió Fugaku, su padre y consejero real, quien los comenzó a reprender luego de ver esa acción a lo lejos-Tengan más respeto por Indra-sama.

—Ay por favor, Fugaku, deja de ser tan amargado.-por una de las puertas ingresó Madara Uchiha con paso elegante y arrogante, seguido de un tranquilo pero risueño Izuna-Sabes perfectamente que mi padre adora a tus hijos.

—Madara tiene razón, Fugaku, mi padre adora a Sasuke y a Itachi: los ha consentido desde que dieron su primer respiro de vida y desde que los tuvo en brazos siendo apenas unos bebés.

—Aun así deben guardar el debido respeto: son príncipes.- rebatió el otro viendo que sus dos hijos estaban siendo aún mimados por el rey en persona. Su esposa Mikoto, veía la escena riendo con decoro-Están en presencia de otros miembros de clanes importantes. Su comportamiento no es propio.

—Yo no veo a ningún miembro de otros clanes por aquí.-burlonamente Indra se asomaba dando razón a sus palabras sin soltar a los dos felinos en sus brazos-Así que puedo mimar a mis pequeños felinos si quiero.

—Abuelo.

—Ustedes dos también, saben que él es así.- Madara se acercó y les despeinó el cabello a ambos-Necesito que vengan conmigo.

—Solo por esta vez les dejaré irse tan pronto.- Indra les soltó dándoles un pequeño beso en sus frentes-Pero mañana los quiero preparados: iremos a las cascadas Uchiha para un entrenamiento especial.

—Indra-sama, por favor…- suspiró Fugaku sabiendo que cuando iban a las cascadas solo era para una sola cosa: malcriarlos en su máximo esplendor junto el otro par de alcahuetes, Madara e Izuna, y por las bestias de cada uno.

—Querido, por favor, no rebatas las órdenes de Indra-sama.- Mikoto les guiñó un ojo de manera cómplice mientras se llevaba a su esposo en compañía de Indra-Mejor vayamos a ver a los otros miembros del concejo. Los preparativos deben estar al día.

Fugaku ya no pudo rebatir porque fue prácticamente arrastrado ante la mirada divertida de Madara e Izuna, y la apenada de sus hijos. Los mayores llevaron a los otros dos hermanos a una sala para tomar el té y conversar amenamente. Todo iba bien, hasta que tocaron un tema que puso tensos a más de uno.

—Sasuke, en tres días se realizará tu ceremonia de adultez.-Madara ordenó a los betas sirvientes que les sirvieran más té-En la cual se hará el ritual más importante de todos.

—Lo sé, el ritual de las almas destinadas.-masculló Sasuke con un gesto sombrío-Madara oji-san, ¿no hay manera de que yo no haga ese ritual? Lo considero francamente innecesario.

—No es innecesario, Sasuke, todo miembro del clan Uchiha, especialmente los de la realeza, están obligados a hacer el ritual.-Izuna le reprendió de manera serena mientras bebía de su té-Es algo fundamental para nosotros.

—¿Acaso tienes miedo?

El silencio de Sasuke fue la respuesta. Por supuesto que tenía miedo, más no lo iba a admitir jamás. Muy dentro de su ser Sasuke estaba aterrado: aterrado por saber quién era su pareja destinada. Él no quería tener una: estaba acostumbrado a la libertad, a ser un guerrero pese a su condición de omega. Gracias a los remedios de Orochimaru, el contenedor de las serpientes y médico real de los Uchiha, sabía controlar muy bien sus celos al grado de tener una actitud que le valía como si fuera un alfa. Esta situación venía a arruinar sus planes.

—Simplemente no quiero conocerla.

—Es algo inevitable, Sasuke: todos nacemos con la mitad de nuestra alma porque en esta vida debemos encontrar a la otra que está vagando por ahí, buscándonos de igual manera.-sintió las manos de Izuna acariciar sus orejas, sabiendo que ese gesto lo tranquilizaba-Todos tenemos una pareja destinada.

—Pero yo no quiero conocer a la mía. Quiero vivir mi vida, quiero ser libre. No quiero estar atado a nadie.

—Tarde o temprano lo harás.

—No quiero hacerlo nunca, Madara oji-san.-siseó molesto-No quiero encontrarla jamás ni saber quién es.

—Precisamente no sabes quién es y ya te estás poniendo así…

—¡No quiero hacerlo porque yo no quiero sufrir como lo está haciendo Itachi!

No pudo evitar gritar y después quedarse callado mientras miraba las expresiones de los demás: Madara estaba serio, pero con una mirada de pesar; Izuna volteó su cara para que no viera su expresión melancólica e Itachi bajó su rostro para que Sasuke no notara que de sus ojos ya salía un mar de lágrimas por el dolor que sentía en esos momentos. Momentos después, Sasuke salía presuroso del palacio mientras tomaba su forma animal y se perdía entre los bosques.

Madara tomó aire y lo dejó salir con toda la frustración que sentía en esos momentos. Dolía admitirlo, pero Sasuke tenía razón: no querían que ese día llegara. Porque temían que sucediese lo mismo que Itachi: que la pareja destinada de Sasuke fuese un zorro.

A raíz de la separación de las bestias, y una vez que se establecieron los clanes, la pantera de diez colas prohibió todo contacto con el clan de los zorros por el coraje entre ambas bestias. Ningún miembro del clan Uchiha tenía permitido estar cerca de un miembro del clan de los zorros, por lo que a quien desobedecía esa ley se le castigaba de manera dura.

Cuando ocurrió la ceremonia de la adultez de Itachi, y cuando éste hizo el ritual, toda la nación se conmocionó de sobremanera. Sasuke jamás olvidaría la expresión de pánico y dolor de Itachi cuando éste vio emerger el vapor del ritual y tomar la forma de un zorro oscuro junto con su símbolo de alfa. La pantera de diez colas, que estaba fuera de Indra por el momento, dejó salir un rugido de rabia mientras se lanzaba en contra de un atónito Itachi. De no ser por la intervención de Biakko, el tigre blanco, al igual que de Karasu, el dios de los cuervos, y Shisui, había asesinado a Itachi ahí mismo. La misma rabia cegó a la pantera arremetiendo en contra de su propio hijo y del cuervo, hiriéndolos de gravedad, ya que era mucho más fuerte que ellos. Shisui había recibido un ataque directo que iba contra Itachi, no pudo aguantarlo y salió disparado contra el suelo. Éste observó impotente cuando la pantera se acercaba a Itachi sin que el mismo pudiera hacer algo para defenderse.

Los leones y demás felinos emergieron de sus contenedores para tratar de detener a la fúrica pantera antes de que matara a Itachi, a quien ya había logrado herir de un zarpazo y ahora tenía atrapado en una de sus colas, enroscándolo y triturándole los huesos. Madara e Izuna, al igual que Sasuke, Shisui, Fugaku y Mikoto, hacían uso de sus doujutsus para controlar a Katsuo pero les resultaba imposible hacerlo.

No fue sino hasta que Indra se enfrentó a él al igual que el fénix: Fudo lanzó su técnica de las mil plumas de cristal combinadas con el Amaterasu de los Uchiha e Indra empleó su chakra legendario al igual que su Rinnegan para domar a la pantera y atarla al Gedo Mazo* en completa sumisión. Como castigo extra, Indra rompió la cola que tenía atrapado a Itachi, siendo este atrapado en el aire por Shisui, y aplicándole un jutsu que le prohibía sanar dejando latente el daño. Indra ordenó que llevasen a Itachi a que le curasen, espantándose al ver sus heridas, y a su vez canceló la celebración.

Las heridas de Itachi fueron severas, al grado de dejarle un daño permanente en sus pulmones, y un daño emocional terrible. De manera consecuente, la pantera le repudió por lo sucedido y estuvo a punto de exiliarlo de no ser por la oposición de los felinos y las aves. La pantera poco a poco fue sucumbiendo, pero exclamó que jamás aceptaría esa unión: nunca aceptaría que Itachi estuviese emparejado con un zorro.

—Sasuke…

—No, Izuna, déjale estar solo.- Madara detuvo a Izuna, el cual ya quería ir por Sasuke para apoyarle-Necesita pensar.

—Nii-san, no quiero que se vuelva a repetir.-Izuna se abrazó a él sollozando y a su vez tomando una de las manos de Itachi-No quiero ver sufrir a Sasuke así como sucedió con Itachi. No quiero que mis cachorros sufran.

—Ni yo, ototo, no quiero verlos sufrir de nuevo.

—Necesito salir.- Itachi se levantó limpiándose las lágrimas que escurrían por sus mejillas-Lo lamento.

Itachi salió prácticamente corriendo del lugar hasta llegar a su habitación donde se encerró sin dejar entrar a sus sirvientes. Se echó a su cama a llorar sintiendo todo el dolor embargarlo de golpe: los recuerdos le dolían y saber que su hermano podía sufrir su mismo destino lo hacían sentirse peor. El saber que jamás podría estar con su destinado le hacía retorcerse del dolor y la pena.

Un ligero pop se escuchó a su lado y se volteó para ver a sus dos bestias: el tigre Biakko y el cuervo Karasu. El tigre lo echó a su regazo como su fuese un cachorro en busca de consuelo y protección mientras que el cuervo rechoncho se lanzó al regazo de Itachi para que este lo abrazara y, de alguna manera, le diese un alivio a su torturado corazón.

—Todo estará bien, cachorro, no temas.

—Temo por Sasuke, Biakko-sama, temo que él sufra el mismo destino que yo sufrí.

—Si es así, no dudaremos en protegerlo. Kuratora y Taka no lo dudarán tampoco.- el cuervo se refirió al gemelo del tigre blanco y al halcón-Indra no va a permitir otra desgracia.

—Lo sé, pero esto…

—Itachi, no se puede tapar el sol con una garra y mucho menos una mentira con una simple ilusión.- el cuervo miró con seriedad a su protegido el cual agachó sus orejas desviando su mirada. El tigre la levantó con una de sus colas-No podemos seguir escondiendo por mucho tiempo que tú ya has encontrado a tu destinado y, de igual manera, no podré esconder por siempre que ya te has entregado a él.

Y en otro lado, un tigre negro miraba a la luna con rabia y tristeza mientras yacía en lo alto de una gran copa de un frondoso árbol. Rugió con ganas haciendo que las aves huyeran espantadas de sus tranquilos nidos en aquel oscuro cielo y que otras criaturas se espantaran de igual manera. No podían hacerle esto, él no quería someterse. Su ser amaba la libertad, no esas cadenas de amargura que se estaban cerniendo sobre él. 

—No lo aceptaré nunca. Te maldigo, destino…

A su lado, un halcón le miraba con pena mientras quitaba con su pequeño pico aquellas traicioneras lágrimas que se atrevían a resbalar por sus mejillas.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero les haya gustado el capítulo. Si hay dudas o demás, comenten y responderé a la brevedad.

En el siguiente capítulo se llevarán a cabo las ceremonias de adultez de Naruto y Sasuke, dónde no les va a gustar el resultado de las mismas.

Nos leeremos el fin de semana!

:D


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