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Siberia recognizes his beauty. por Bombagrash

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Notas del capitulo:

¡Hola, lectores fantasmas! 

Es domingo de actualización, lo siento por la hora. 

Que disfruten. 

1

 

Mateo le observa desde lejos, esperando posiblemente que sus caminos se cruzaran, mientras Aqyan, indiferente, revisaba notificaciones en su teléfono. Al parecer se había perdido varias fiestas por estar tan ocupado enamorándose de un ruso. Guardaba con recelo las fotos que habían tomado en su casa y unas últimas frente a un espejo, desnudos del torso hacia arriba, colocándolas en una carpeta con corazones.

No podía sentirse más tonto y emocionado al mismo tiempo.

-          No te veo hace un buen tiempo.

Le sorprendió de repente, bloqueando su camino y provocando que botase el teléfono al suelo. Aqyan sufrió un mini infarto al ver cómo Mateo se aproximaba a su teléfono para recogerlo.

-          ¡No! Deja eso. -Gritó, tomando el teléfono unos segundos antes que el otro chico.

-          ¿Qué pasa? ¿No me dejarás ver tus fotos privadas? -Se burlaba, mientras Aqyan intentaba con todas sus fuerzas ocultar su preocupación y miedo.

-          Déjame tranquilo, Mateo.

Empezó a caminar un poco más relajado, guardando el teléfono en su bolso, mientras el chico se acoplaba a su andar, caminando como si nada.

Le desesperaba ciertamente, su insistencia.

-          ¿Qué quieres?

-          Nada, sólo acompañarte. ¿Ya no sales más con Mariana?

-          ¿Por qué?

-          Bueno, he ido a un par de sus últimas fiestas y no te he visto. Le pregunté por ti y me dijo que tampoco te había visto muy seguido.

Era cierto.

Ya casi no frecuentaba a sus compañeros de universidad. No asistía a sus reuniones ni respondía los mensajes. Su cuerpo y mente estaban totalmente rendidos a una sola persona. Apenas y se podía concentrar en el trabajo.

Remojó sus labios preparándose para dar una de sus sarcásticas y despóticas respuestas, cuando Mateo interrumpió nuevamente.

-          ¿Estás saliendo con alguien? ¿Te domaron finalmente?

Mordió su lengua para no responder con un grande sí, y sonrió misterioso, continuando con su suspendido caminar. Quería mantener la curiosidad en el hombre asiático, disfrutaba esa incertidumbre que estaba causando, mientras Mateo por su lado le miraba insistente, esperando una respuesta a tan fuerte suposición.

-          Me encanta lo de domar.

-          ¿Entonces eso es un sí?

Aqyan soltó una corta risa y se metió al ascensor, alejándose finalmente de tan insistente sujeto. No podía negar que era un tipo muy atractivo, sin embargo, no le provocaba lo mismo que Luka tan solo con pensarlo. Lo extrañaba todo el tiempo.

Habían hecho el amor un día antes. Completamente desenfrenados y entregados a la pasión, se habían quedado dormidos en el hotel hasta la mañana siguiente, despertando por pura casualidad cuando sus horarios académicos ya habían iniciado.

Sin embargo, la presencia de la chica de Instagram como le llamaba, era algo que aún no podía asimilar completamente, pues la mujer se había encargado de que todos en su universidad supieran que Luka Vólkov se encontraba prácticamente casado, apartado, inaccesible. La detestaba. Podía notar su interés a kilómetros.

El sonido de una notificación le sacó de sus pensamientos, llevándole a revisar el teléfono con cautela antes de entrar a su próxima clase.

¿Esa bufanda cubre todas mis marcas?

Sonrió nervioso, mirando hacia todos lados, y encontrándolo al otro lado del pasillo, saliendo de la biblioteca. Se moría de ganas de acercarse y plantarle un beso en su frío rostro. Luka le sonrió con discreción y se marchó, girándose un par de veces antes de perderse de su campo de visión. El castaño no hacía más que morder su boca para contener sus sonrisas.

Rápidamente texteó: ¿Aún te arde la espalda?

Hizo referencia a los arañazos que le dejaba, enviándole la foto que se habían tomado en el espejo de esa habitación que compartieron; Luka le abrazaba, dándole la espalda al espejo, mientras Aqyan capturaba el momento, cubriendo su rostro con el teléfono.

No era capaz de concentrarse al cien por ciento en las clases cuando su cabeza y cuerpo sólo podían dirigirse a Luka. Durante los recesos fingía que prestaba atención a lo que sus compañeros y algunos amigos le decían, mientras él sólo esperaba un mensaje del ruso, desilusionándose un momento al encontrar en el perfil de Eleonora una foto de ambos, de hace un par de días, en un evento de quién sabe qué, posando nuevamente como la pareja feliz que no eran.

Realmente no la soportaba.

Era tan obvio, la indiferencia y el desinterés de Luka, y el entusiasmo de ella, jalándolo del brazo a todos lados.

Guardó su teléfono y se marchó sin dar explicaciones, revisando si llevaba su uniforme de trabajo completo en el camino. Ese día tenía turno y le tocaba inspeccionar y acomodar la sección de química. Realmente aburrido. No tenía mucho ánimo, más aún cuando había visto tan simpática foto en redes sociales.

 Acomodaba con cuidado el delantal en su cintura, sabiéndose observado por uno de sus compañeros de trabajo. Peinó sus cabellos rizados hacia atrás y colocó su placa en la camisa, listo para iniciar la jornada. Se dio ánimos y salió del cuarto de trabajadores hacia la sección que le correspondía, hasta que chocó repentinamente con un fuerte olor a perfume de mujer y un grandísimo escote.

Muy revelador para la temperatura de ese momento.

-          Aqyan, ¿cierto?

Era ella. La chica de Instagram.

Con su enorme escote y su caro perfume, le observaba con desprecio, quitándose las enormes gafas de sol que al parecer utilizaba sin sentido en un día tan nublado. La mujer le miró un par de veces de arriba hacia abajo, detallándolo. El chico realmente era único. Tenía una belleza andrógina que cautivaba, incluso a ella.

Sus enormes ojos celestes y los abultados labios encendidos le hacían ver rápidamente su atractivo, y su delicado y fino porte demostraban que fácilmente podía ser confundido como una mujer, si no fuese por la pequeña protuberancia en su cuello.

Lo odió, sólo con verlo.

Sintió envidia, y los celos recorrerle.

-          ¿Sí?

-          Así que… eres tú.

-          ¿Te conozco? -Fingió el castaño, estirando su delantal, sacando un largo suspiro de aburrimiento. - ¿Necesitas ayuda con algo?

-          Creo que es obvio, cariño. Eres la puta de Luka, ¿no es así?

Aqyan sonrió con paciencia, observándola con mucha calma antes de responder. Había ido a su trabajo a provocarlo, no podía parecerle más ridícula en ese momento.

-          Pensé que lo eras tú. -Espetó, observándola con mucho detenimiento, demostrando que no se sentía intimidado.

-          Estás poniendo en juego su reputación, ¿no sabes eso? Entiendo que seas su capricho, por muy asqueroso que sea. Pero de puertas para afuera, yo soy su novia, ¿entiendes eso, mariquita?

El castaño le demostró aburrimiento en un gesto, restándole importancia a lo que le decía y haciéndola a un lado para seguir con su camino. Se dirigió al pasadizo de los pesados libros que tenía que revisar, escuchando los tacones caminar tras él.

-          Respóndeme, asqueroso depravado. -Susurró la mujer, cuidando de hacer un escándalo, manteniendo su elegante postura.

-          Yo no tengo que rogarle para tomarse fotos conmigo. -Se burló, mostrándole su brillante sonrisa mientras empezaba a trabajar, acomodando los libros en una mesa corrediza.

La mujer se retorcía de cólera, presionando el aza de su cartera hasta clavar sus uñas en sus palmas, lastimándose. No soportaba el descaro del tipo, su altanería. Ella era Eleonora Santoro, ¿quién se creía ese pobre diablo, para hablarle de esa forma? Ella, que siempre conseguía lo que se proponía, ¿le llevaría la delantera un sucio homosexual? Sería una deshora para ella misma, sería demasiada la vergüenza, saberse desplazada por otro hombre.

Por su cabeza pasaron mil ideas asesinas, mientras al muchacho parecía no interesarle más su presencia. Se le acercó silenciosa, y susurró nuevamente:

-          Tienes una cara muy bonita. Cuídala.

Con un rápido movimiento, movió la mesa corrediza donde Aqyan trabajaba, provocando que todos los libros terminasen en el suelo. Se colocó nuevamente sus gafas y se marchó del lugar, moviendo su cabello de un lado a otro, victoriosa.

 

 

2

 

Luka juagaba con Giorgia en el jardín de la casa, corriendo tras la pelota que ella graciosamente pateaba, para finalmente cargarla sobre sus hombros y correr hacia todos lados, causando una escandalosa risa en su pequeña hermana.

Se recostaron finalmente en el jardín, conversando sobre dibujos animados. Luka realmente no sabía de qué hablaba su hermana, sin embargo, pretendía que entendía todo lo que le decía.

-          Hola, qué lindos.

Incluso Giorgia con sus 4 pequeños años podía descifrar el fingido tono de voz de la mujer.

Eleonora aparecía nuevamente en su casa, fastidiando de inmediato a los hermanos que la recibieron volteando los ojos. Giorgia saludó brevemente y corrió al interior de la casa, mientras que el hombre se levantaba con pesadez, sin saber ahora qué era lo que quería.

-          Luka, espera.

-          ¿No quieres ir adentro?

-          No, hablemos aquí.

Ese día la mujer estaba distinta, un poco más seria, menos sonriente de lo habitual. Caminó hacia una de las banquetas que adornaban el jardín y se sentó, esperando a que el pelinegro la siguiera de inmediato. El hombre caminó entonces hacia ella y se sentó, impaciente.

-          Sé que te acuestas con un hombre. -Soltó de repente, como si estuviese hablando de cualquier otra cosa menos íntima o reveladora.

-          ¿Qué?

-          No tienes que fingirlo. Lo sé, los vi. Ahora entiendo un poco más la situación, y tu resistencia.

-          ¿De qué hablas? ¿Qué es lo que viste?

-          Entiendo por qué aquel día no me tocaste, qué patético. -Reía, como si hablase con ella misma. –Ahora entiendo, todo está más claro. Así que quiero proponerte algo.

Luka seguía sin salir de su asombro, aunque su rostro no lo demostraba. ¿Cómo que lo había visto? ¿No había sido lo suficientemente cuidadoso? ¿Quizás lo había seguido? Presentía sólo amenazas y problemas con sus padres.

-          ¿Qué es lo que quieres?

-          Nos casaremos. -Declaró, muy segura. –Podrás seguir haciendo lo que quieras con ese chiquillo, hasta que nos casemos. Luego de eso tendrás que olvidarte de toda esa mierda. Y tus padres ni nadie se enterarán. Estoy segura que no querrás que tus padres lo sepan, ¿cierto?

El silencio sepulcral de Luka le dio a Eleonora una larga y placentera sensación de victoria. Cruzó sus piernas, complacida por la nula respuesta del hombre, y continuó:

-          Sé que están en la misma universidad. Lo investigué. Espero que, por su bien, sepa cuál es su lugar de ahora en adelante.

-          Entonces no te toqué.

Esa pregunta la confundió. ¿Qué era lo que había dicho?

¿Acaso le había confesado que nunca tuvieron sexo? ¿Que nunca tuvieron ese encuentro sexual del que tanto habló para forzarlo a ser la pareja que no eran? Se sentó irguiendo su postura, un poco más nerviosa, buscando las palabras para explicar lo que ya había confesado.

-          Estabas muy ebrio. Te quedaste dormido. Pero todos nos vieron, Luka. Que nos fuimos juntos, que me tocabas mientras bailábamos. ¿Qué pasa? ¿Te sentías culpable por engañar a tu pequeño… amante?

-          Estoy muy tranquilo, Eleonora.

Esa indiferencia le desesperaba.

Tan parecido al castaño que había tenido el disgusto de conocer esa misma tarde.

-          Si eso era todo lo que venías a decir, puedes marcharte. Tengo que salir ahora.

-          ¿A dónde? ¿Irás a verlo?

Luka se puso de pie, y caminó hacia el interior de la casa, ignorándola totalmente.

Necesitaba esclarecer sus pensamientos, calmar un poco sus nervios. Lo último que quería era otra separación, otra ruptura entre Aqyan y él. No era capaz de mantenerse lejos del castaño por tanto tiempo. Se preguntó una y mil veces cómo era que Eleonora se había enterado, y de su descarado trato para mantener el secreto. Para retenerlo.

Necesitaba relajarse, no podía con la tensión en su cuerpo.

Quería tanto mantener a Ayan alejado de todo esto. De toda esta situación de mierda que lo estaba matando del cansancio. Extrañaba su cuerpo, su olor, y el hecho de que alguien como Eleonora sepa sobre la relación que tenían, le provocaba angustia, desesperación.

Luego de una hora de martirizarse con pensamientos de él casado con la mujer italiana, se quedó dormido, plenamente consumido por el temor.

Aqyan había sentido su distanciamiento.

Los mensajes habían disminuido, las llamadas también.

No se habían visto tan seguido como antes, y cuando lo hacían, Luka parecía perdido en sus pensamientos. Le había visto removerse en la cama cuando se quedaba dormido a su lado, como si las pesadillas no le dejasen descansar. El castaño le preguntaba, preocupado, qué era lo que pasaba, y el ruso no hacía más que besarlo, callando sus dudas y preguntas.

Repentinamente su relación se había tornado nostálgica, acompañada por el frío clima.

-          Nos vemos mañana, gracias por quedarse.

Se despidió de su grupo académico, y se sorprendió al ver lo oscurecida que estaba ya la noche. Pero no le interesó, quería tomarse su tiempo y comer algo antes de finalmente marcharse de la ciudad universitaria.

Por la hora, sabía que debía caminar un par de paraderos más para tomar el próximo bus que lo llevaría a casa. Se colocó los audífonos y emprendió su camino, buscando una canción en la aplicación móvil para no aburrirse.

Aunque la canción había iniciado, Aqyan distinguió unos pasos tras suyo, corriendo.

Instintivamente, giró para buscar a la persona o personas que había escuchado, confundido al no encontrar a nadie más que su sombra. Quizás eran alucinaciones propias del cansancio. Sin embargo, dejándose llevar un poco por el pánico, marcó el número de Luka, y se aventuró a caminar a la siguiente parada. Necesitaba sentir su compañía, al menos por teléfono.

La primera llamada no fue contestada, y mientras esperaba en la segunda, escuchó nuevamente los pasos, volteando rápidamente y encontrando un grupo de tres hombres encapuchados.

Uno de ellos cargaba un bate.

Eso no podía ser nada bueno. Ni nada que sus sarcásticas respuestas lo salvasen.

Retrocedió totalmente atemorizado, girándose nuevamente para correr en dirección a la luz de la próxima parada, mientras los hombres corrían de igual forma hacia él.

Luka seguía sin contestar, y mientras Aqyan perdía la carrera con el grupo de desconocidos, su corazón parecía querer explotar del miedo.

Uno de ellos le alcanzó y lanzó un seco golpe su pómulo y labio, reventándolos de inmediato, mientras él no hacía más que gatear desesperado en el suelo, intentando aún huir.

Los hombres lo rodearon, y lo levantaron nuevamente con penosa facilidad, como un muñeco de trapo. Jalaron su castaño cabello y un firme golpe aterrizó en su ojo, dejándolo nuevamente tendido en el suelo. Aprovecharon entonces su indefensa posición para golpear su cuerpo, hasta que la sangre empezó a brotar el interior de su boca, haciéndole escupir desesperado por aire.

Su cuerpo no resistía más el dolor, y ni el grueso abrigo que llevaba podía protegerlo de esa inexplicable furia de los hombres que lo golpeaban.

-          Por favor, basta.

Rogó, mientras uno de los hombres que cargaba el bate detuvo al par que seguían golpeándolo, avisándoles de un guardia de seguridad que corría hacia ellos, hablando por su intercomunicador.

Para cuando llegó, Aqyan estaba desmayado, totalmente inconsciente y con el rostro bañado en sangre.


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