Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siberia recognizes his beauty. por Bombagrash

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

1

 

No se atrevía siquiera a mirarle de frente.

Su orgullo había sido lastimado, precisamente frente a él, y no era capaz de arriesgarse a empezar una conversación por muy casual y corta que fuese. Estaba a la defensiva, expectante de una próxima burla o un mínimo gesto de desprecio.

Intentaba concentrarse en la risa de su hermana, que corría sin parar por los juegos acolchonados con la hermana de Luka, aventándose de cara a una piscina gigante de pelotas de colores.

No sabía en ese preciso momento, si Luka era su salvador, y si al hablarle, se convertiría en su enemigo.

Jugaba con los sobres de azúcar, mirando hacia el laberinto de colores del que las dos niñas parecían querer adueñarse.

De vez en cuando, Danny le mandaba un beso volado a su hermano, y volvía a escaparse entre tubos de colores y pelotas.

Su memoria al parecer, había suspendido el más reciente incidente en la casa de Lorenzo, dedicándose sólo a divertirse y gritar desesperada mientras corría.

Por su parte, Luka no tenía idea de qué hacer.

Era un hombre de pocas palabras, estaba clarísimo.

Sin embargo, la situación que enfrentaba le hacía sentir tantos nervios como curiosidad.

Quería ser amable y de alguna manera comprensivo. Y lo único que conseguía era mostrarse distante e indiferente, esperando paciente que su hermana termine de descargar toda su energía.

Danny era increíblemente dulce, tan cariñosa y tierna que Luka empezó a preguntarse si quizás el chico homosexual sentado frente a él, y que por presiones y convivencias de su grupo de ‘amigos’ aprendió a rechazar, poseía las mismas cualidades.

-          ¿Comerás… algo?

Se aventuró entonces, sintiéndose indefenso cuando el par de ojos celestes, aún llorosos se posaron sobre él, sorprendidos, sorprendiéndolo.

Era una criatura andrógina impresionante, sin lugar a dudas.

-          Estoy bien, gracias.

Rechazó avergonzado, con una apenas perceptible sonrisa, volviendo al sobre de azúcar que parecía poder salvarlo de la mirada inquisitiva y acaparadora de Luka. Sin embargo era tan alto y de porte tan fuerte y avasallador, que Aqyan estaba seguro que aún le estaba mirando, aplastándolo con sus ojos oscuros por su rechazo.

Cuando Giorgia apareció frente a ellos, despeinada con sus mejillas teñidas de un rojo increíble, los mayores respiraron aliviados, sabiendo que al fin su hora de tensión había acabado, siendo ya capaces de moverse con naturalidad.

-          Danny se ha quedado dentro y ya no la puedo encontrar.

El castaño no necesitó más para ponerse de pie de inmediato, yendo a buscar a su pequeña rana, como le llamaba cariñosamente, casi adivinado dónde era que se encontraba.

Sus graciosas coletas le delataron en la piscina de pelotas, mientras el resto de su cuerpo pequeño se escondía entre estas, dejándole escuchar el sonido de las pelotas chocando entre sí y su risa al saberse prontamente descubierta.

-          ¡Ven aquí, pequeña rana!

Y como si fuese una clase de conjuro mágico, Danny apareció lanzándose hacia Aqyan, con un fortísimo grito que hizo voltear a más de uno.

Aqyan la cargó contra su cuerpo y recogió sus botines azules, colocándoselos en el camino de regreso.

Luego de que las niñas gritaron un poco más durante el viaje de vuelta a casa, se quedaron dormidas, provocando que Aqyan empezara a bostezar de la misma manera, sintiéndose pronto adormecido.

-          Gracias por lo de hoy.

Susurró, mirando de reojo al frío sujeto que manejaba como un robot, sin siquiera parpadear o mover algún otro músculo aparte de sus brazos y piernas. Sabía desde ya que agradecería apenas con un movimiento de cabeza.

-          Descuida. No llevaré más a Giorgia a la casa de Lorenzo. Creo que Danny tampoco debería ir.

Puntualizó, sorprendiendo a Aqyan una vez más.

-          Créeme que no irá más.

Y le sonrió.

A él, como si le hubiese causado algún tipo de gracia su comentario que por cierto, cargaba más que convicción.

Mas ese gesto, esa mínima sonrisa que le había dedicado, había provocado lo mismo en él, dejándole cabizbajo y sonriente, retorciendo sus manos emocionado por el discreto gesto que compartieron.   

Luka no lo sabía, pero Aqyan estaba más que ilusionado con él.

-          Puedes dejarnos aquí, si está bien.

-          ¿Dónde vives?

Nervioso, le observó directo, volteando luego a ver a una Danny torcida a causa del sueño, profundamente dormida y con Giorgia de la misma manera.

-          No es necesario… que nos lleves hasta nuestra casa, en serio.

Y ahí estaba de nuevo, esa mirada mortal que parecía aplastarlo con tanta fuerza, que Aqyan no sabía hacia qué punto mirar, casi arrepintiéndose de lo que había dicho. Luka continuaba conduciendo, intentando ubicar las calles mientras observaba por el retrovisor al par de niñas dormidas.

-           ¿Y bien?

Cuestionó amenazante, casi obligándole a abrir la boca para revelar al fin la indicación exacta de cómo llegar a su casa.

Sin más excusas ya que dar, empezó a señalar un par de calles, dando las indicaciones secamente, casi berrinchudo por verse obligado a llevar hasta la puerta de su casa al hombre que más nervios le provocaba.

Tan pronto se estacionó, Luka disimuló todo el recorrido memorístico que sus ojos hacían de las calles, un poco estrechas sin embargo llenas de macetas y plantas coloridas que parecía un barrio de hadas o personajes mágicos y caricaturescos.

El castaño salió del auto cuidadoso de no hacer algún ruido que despertase a las niñas, abriendo la puerta trasera para llevarse en brazos a Danny, tan adormecida que no era capaz de abrir los ojos completamente.

-          Gracias por traernos.

-          No hay problema. Cuida mucho de Danny.

-          Sí, lo haré. Maneja con cuidado.

Y se marchó, dejando una estela de gasolina y su perfume caro, ambos mirándose a la distancia. Luka por el retrovisor, y Aqyan desde sus pensamientos.

 

2

 

Sus amigas le esperaban curiosas.

Al parecer el chisme se había regado ya y ni él mismo estaba enterado del asunto, siendo precisamente él, el protagonista del meollo.

Apenas terminaba de encender su primer cigarrillo de la mañana, y ya estaba siendo rodeado por un grupo de mujeres chismosas, aparentando admiración y curiosidad.

-          ¿Es cierto? ¿Con el hermano mayor de Vanessa?

Y todas empezaron a chillar emocionadas, pidiendo detalles exactos, dejándose consumir vivas por la curiosidad.

-          ¿De qué hablan?

-          Del jugador de rugby.

-          Con el que te acostaste.   

-          De Dereck.

Y sin darle más opción a responder, todas empezaron a mirarse entre ellas, callándose poco a poco ante una nueva presencia en el círculo.

Una mujer rubia de pestañas igual de exageradas que sus uñas acrílicas, se abrió paso entre todas las demás, sonriéndole sarcástica, mirándole de arriba abajo con la mirada más retadora que había tenido que presencia apenas empezaba el día.

-          ¿Es cierto? No sabía que Dereck era maricón.

El silencio se derramó de inmediato sobre todas las presentes, observando sorprendidas y asustadas del atrevimiento de la recién llegada, algunas sintiéndose envidiosas de la voluptuosidad de su cuerpo.

-          Bueno, ya sabes, uno va con lo que le complace más. Y mientras más natural, mejor.

Y tal cual ella hizo, la miró de arriba abajo, deteniéndose en su enorme busto y sus labios inflados, sonriéndole con fingida dulzura.

La mujer le miró iracunda, deseando saltarle encima, sin embargo conteniéndose, intentando rescatar un poco de su orgullo que creyó triunfaría tras fastidiar al castaño.

-          Nunca disfrutó del plástico, querida. Él mismo me lo dijo.

Y se marchó, calando el cigarrillo entre sus venenosos labios, tragándose una sonrisa y caminando como si no le preocupara más lo que acababa de pasar.    

El selecto grupo de los chicos de intercambio le divisaron a lo lejos, algunos insultándolo mentalmente y otros no tanto.

Un par de ellos le miraban confundidos, sin saber qué hacer teniéndole ahora dentro de su campo de visión luego de lo que ya cada uno había vivido.

-          Hey.

Mateo le llamó, ganándole a Luka. Incluso se aventuró a caminar hacia él, dejando a más que uno dentro del grupo sorprendido. Era extraña esa familiaridad con la que Mateo se acercaba a él, y la forma en la que le hablaba.

Luka sintió curiosidad.

-          ¿Ahora qué?

-          ¿No me das el beso de buenos días? – le fastidió, acercándose, invadiendo su espacio. – Un besito, anda.

-          Deja de joderme, Mateo. ¿Qué quieres?

-          ¿Joderte? Si aún no lo hemos hecho. Y no sabes las ganas que tengo. – le fastidió, ansiando ver ese pequeño rostro teñirse de rojo a causa del enojo. – No quiero nada, mi amor, sólo acompañarte.

Justo antes de que Aqyan sea capaz de mandarlo a la mierda con una cantidad innumerable de insultos y desprecios, Luka hizo su fantasmal aparición impulsado por algo que no supo reconocer, observando indiferente a su amigo que parecía divertirse con las reacciones del castaño.

-          Hey, hola.

Saludó desinteresado, mirando hacia cualquier otro punto menos al rostro que le observaba con ilusión.

-          Mateo, tenemos que ir a entrenar, ¿te quedas?

El de rasgos asiáticos, aún prendido del bonito rostro que observaba nervioso, se inclinó hacia este, dejando un beso en su fría mejilla, empezando a caminar de reversa.

-          Nos vemos luego, mi amor. Pórtate bien eh, que ya me enteré de lo que andan diciendo.

-          Vete al diablo.

 

3

 

Ambos hacían el mismo circuito cada vez que entrenaban juntos, se había convertido en una competencia de tiempos y resistencia.

Trabajaban sus brazos, cargando grandes pesas, contando las repeticiones y observándose fijo en el espejo, esperando a que alguno de ambos caiga primero.

-          ¿Por qué lo molestas? Al castaño pequeño, ya sabes.

Fingió no saber su nombre, queriendo ocultar su interés.

-          ¿Aqyan?

-          Si es que ese es su nombre.

-          Hermano, ¿no lo has visto? Me provoca curiosidad con él, no lo sé.    

¿Qué si no lo había visto?

Quiso matar a Lorenzo cuando le vio llorando, y quiso apagar su cerebro cuando vio su cuerpo contorneándose temeroso al subir a su auto.

No era ciego, por supuesto que reconocía que era una criatura preciosa, y quizás… muy apetecible.

-          Sé que no soy homosexual, pero no temo acercarme a él y que me guste lo que pase.

Le envidió.

Envidiaba esa seguridad con la que hablaba, con la que actuaba, dejándole siempre como un cobarde sin siquiera pretenderlo.

-          Ya veo.

Volvió a su rutina, intentando enfocarse en lo que hacía, intentando alejar esa cara llorosa de su cabeza y de su mejor amigo persiguiéndolo como un lobo hambriento.

-          ¿Será que lo invito a salir hoy?

Empezaba a enojarle, toda esa conversación sobre Aqyan, sobre su amigo intentando cogérselo y él siendo el consejero amoroso. Respiró largo y pausado, observándole por el reflejo mientras aceleraba un poco con las pesas.

-          Como quieras, ya sabes lo que los muchachos piensan.

-          Que se vayan a la mierda.

-          ¿Me estás mandando a la mierda?

Mateo se detuvo, secó su sudor con una toalla previamente acomodada y tomó un largo sorbo de agua, observándole por el relejo del espejo.

-          Sé que no eres como ellos, Luka.

Se retiró entonces, dejándole confundido, pensativo incluso sobre lo que significaba y no ser pate de ese grupo se acogida.

A través de los cristales enormes del gimnasio, observó a un muchacho caminando tranquilo, arreglando su despeinado cabello hacia atrás, levantando ese espeso abrigo que le descubrió las caderas y le reveló un poco de esa piel de porcelana que llamaba a acariciar.

-          ¿Ves?

Saltó de un susto, encontrando al idiota de su amigo detrás de él, observando también el mismo punto que él.

-          ¿A quién no le apetece un poco de aquello? Mira esa cintura-

-          Mateo, cállate. Pareces un viejo pervertido.  

-          ¿Qué tiene? Al único que pervierte es a mí.

Supuso, saliendo del gimnasio nuevamente a fastidiarlo, mientras Luka observaba imposibilitado desde fuera lo que su amigo hacía y lo que él no se atrevía a hacer.  

 

  


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).