Somos un caso no ideal, pero te quiero.
Yo te quiero...
Dipper tenía que aceptarlo: tal vez su relación no era precisamente la más sana del mundo.
A veces, sino es que todo el tiempo, se preguntaba cómo es que había terminado de novio precisamente con Guideon Gleeful. No es como si el chico lo hubiera obligado a salir con él o algo, como había hecho con su hermana. Y quizás eso era lo más extraño. Mabel siempre había sabido que no quería nada con el albino más allá de una amistad (al principio, después ni eso) y siempre había hecho lo posible por dejárselo claro aunque Guideon no escuchara razones. Pero eso había sido hacía ya bastante tiempo, cuando no eran más que niños.
Ahora, ya más crecidos y experimentados, en uno de esos veranos en que los Pines regresaban a Gravity Falls a visitar a sus amigos y ver qué había de nuevo en ese pueblo que tantas aventuras les había traído; Dipper se encontró con una invitación a una cita, en la cual Guideon no había dejado de asegurar que estaba totalmente bien si no aceptaba. Fue así como el castaño terminó saliendo con el albino por ninguna otra razón más que su propia voluntad.
Definitivamente era de lo más extraño. Si bien, habían quedado al final en buenos términos, eso no quitaba el turbio pasado que tenía su relación. Es decir, Guideon literalmente había tratado de matarlo en más de una ocasión, y estuvo a punto de entregarlo a Bill Cipher (con quien se había aliado) durante el Raromagedón.
Sin embargo, tal vez había sido precisamente la voluntad e innegable valentía que había mostrado cuando finalmente había decidido ponerse de su lado y enfrentarse al extraño demonio triangular, lo que lo había hecho considerarlo. Aunque lo había hecho por Mabel, sin duda había sido una muestra de que, contrario a su primera impresión, podía llegar a ser noble y no completamente egoísta.
Y sorprendiéndose a sí mismo, Dipper terminó disfrutando de esa primera cita mucho más de lo que hubiera esperado. Tanto que después de esa hubo otra, y después otra y luego otra.
No estaba seguro de qué era realmente lo que le gustaba de Guideon, pues a pesar de llevarse razonablemente bien la verdad es que la mayor parte del tiempo terminaban discutiendo por cualquier cosa. Desde lo más insignificante hasta temas más serios. Guideon tal vez se hubiera pasado al “lado bueno”, pero eso no quitaba que siguiera siendo algo caprichoso. Lo cual irremediablemente terminaba chocando con la propia personalidad de Dipper.
Así que no, el castaño no tenía idea realmente de cómo fue que se enamoró de ese pequeño, rechoncho y, a veces, empalagosamente pegajoso ser.
Porque, eso sí, lo admitía. Estaba completamente enamorado. Y realmente no se veía capaz de dejarlo por más dolores de cabeza que le llegara a provocar.
Al final, cuando, en la intimidad de su habitación, Guideon lo miraba con esos ojos azules extremadamente brillantes y sus pálidas mejillas sonrojadas, Dipper solo podía pensar en que había sido otro más en caer por esa adorabilidad casi nociva que poseía el menor. Y que en realidad no le importaba. Sonriendo a su vez, depositaba un pequeño beso en los labios del otro y se sentía inmensamente feliz por ello.