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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Un segundo capítulo para ustedes, con todo mi cariño. Gracias por leerlo. Si desean apoyarme leyéndolo en Wattpad este es el enlace: 

https://www.wattpad.com/story/148058953-la-mujer-m%C3%A1s-linda-del-mundo

Le agradeceré mucho sus comentarios y sus votos. Gracias también a quienes me han dejado sus reviews acá!! Un abrazo desde el fondo de mi corazón! 

 

Yukino. 

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 2.

 

 

Ansioso a más no poder, corrió por las escaleras de la Universidad para poder llegar a la cafetería donde su amigo lo esperaba. Leer un mensaje de su parte que dijera: “me fue muy bien”, era más de lo que podría esperar de su parte. Evadiendo estudiantes y colegas, por fin en la parte más iluminada y viendo que tomaba un café, estaba él.

—Quiero que me cuentes paso a paso, todo lo que sucedió. No te guardes nada, necesito saber qué fue eso tan maravilloso.

—Yo no dije maravilloso —Espetó Viktor a Chris —te dije que me fue muy bien. —Chris lo miró con algo de decepción, parecía entonces que la historia se iba a repetir con esta chica.

—Entonces, ¿seguirás aceptando citas de ese sitio? —Viktor se rió un tanto

—Déjame por favor te cuento. Como siempre tenía las expectativas muy bajas, sobre todo porque al pactar una cita ella no puso su fotografía, pero había una razón, ella creía que habían robado mi información y estaban haciéndome una broma. De ser así, ella se iría de inmediato, eso me dijo. La razón es que… no creyó que un hombre como yo pusiera ese mensaje en el perfil —Chris lo miró con un “te lo dije” en el rostro —Es muy hermosa, tiene el cabello negro, no muy largo, sus ojos son castaños y tiene una muy linda figura, y no creerás esto, es japonesa.

— ¿Japonesa? —Preguntó Chris muy sorprendido — ¿Y pudiste hablar con ella así no más?

—Eres un tonto. En fin, empezamos a hablar y resultó muy educada, sabe muchísimo de Historia, fue muy graciosa, parecía algo incómoda con sus senos, no me preguntes pero así era. Y algo me llamó mucho más la atención, sin conocerme parecía muy feliz de estar ahí, me miraba y sonreía a todo lo que yo decía, en verdad estaba interesada en escucharme. Sólo hubo un detalle, al final que no fue de mi agrado. —Chris volteó los ojos hacia arriba. Ya sabía que no todo podía ser tan lindo.

 

Y al otro lado de la Universidad, la versión parecía ser otra.

 

—Fue horrible Beka, Horrible. No podía caminar bien, la falda se me levantaba con cualquier viento y ni qué hablar de ese maldito sostén con relleno, se movía tanto que casi me ahorca —por supuesto estaba exagerando pero hizo reír mucho a Beka —todo el momento fue muy incómodo, él me observaba tan detenidamente que pensé que sería descubierto, sólo le hablé de lo que sé que es la historia, y adivina, no llevaba un nombre preparado para “ella”. La cita duró exactamente lo que él estipuló en el mensaje, a los treinta minutos se levantó, se despidió y yo tuve que acabar mi limonada de una sola bocanada. Me acerqué, te lo juro que quería un beso en la mejilla y me miró como si fuera una cucaracha. Ese hombre es terriblemente intimidante.

—Al menos ya sabes que todo esto se acabó.

Yuuri bajó su cabeza con toda la nostalgia del mundo acumulada en su cuerpo. Era cierto, ya todo había terminado porque de seguro Viktor le encontró defecto a “ella”. Obviamente. Se sintió un perdedor, no pudo acercarse a él ni como hombre ni como mujer, y eso era muy frustrante. De verdad soñaba con al menos poder acercarse y ser su amigo, pero ese era otro imposible, lo intentó y también fracasó. Estaba en esos momentos de la vida, en que quería algo con toda intensidad, que de verdad se había esforzado por lograrlo, pero en donde el destino, Dios, las circunstancias o como fuera su nombre, hacían imposible el cumplir metas. Otabek le hablaba intentando consolar su alma, y le agradecía muchísimo el que estuviera ahí con él y le hubiera seguido en esa locura. Ya tenía que dejar la obsesión por Viktor Nikiforov.

A pesar que para él fue un fracaso, agradeció esos treinta minutos que pasó con él. Por primera vez pudo escuchar su voz sin que estuviera dando órdenes, o hablando de su guía de estudio. Lo vio sonreír, vio la expresión relajada de su rostro, el vaivén de sus manos cuando quería decir una palabra y no la encontraba, su risa, muy tenue pero tranquila. Esos treinta minutos que Viktor pasó con “ella” los guardaría para siempre en su memoria.

Y el día pasó en contrastes. Viktor tranquilo, con la expresión tranquila, y Yuuri triste con el rostro tenso, era una ironía pues debería ser todo al revés. De lejos, Viktor vio a Yuuri y recordó a la dama, que también era japonesa. Y esa sería quizás toda la atención que Yuuri recibiría de él.

 

Ya era algo tarde en la noche. Yuuri cuando estaba muy triste, cuando sentía que el corazón le pesaba más de lo normal y quería literalmente arrancárselo del pecho y tirarlo a la basura pues no parecía servirle de nada, se escurría al salón de danza donde Viktor dictaba su clase y bailaba. Cuando era más joven llegó a hacerlo de manera profesional, pero el apoyo no fue el suficiente y tuvo que dedicarse a algo que le trajera comida a la mesa, que pagara las cuentas y le dejara una pensión para el futuro. El ballet como todo en su vida parecía haberse quedado en ilusiones.

Se cercioró que no hubiera nadie alrededor y prendió el equipo de sonido lo más bajo que pudo para no ser sorprendido. Hizo unos ejercicios de barra para calentar un poco el cuerpo y luego, a la melodía de un piano empezó a mover su cuerpo como sólo él sabía hacerlo. Intentando contar su propia historia, esa de fracasos y desesperanzas. Luego en cada salto intentaba alcanzar el cielo, intentaba hacer atrás la realidad que pesaba como un bloque de cemento y elevarse al infinito. Llegaba entonces esa parte de la melodía en que había furia. Esa en la que debía criticarle al destino por no ser ese que quiso ser. Luego el regreso a la realidad.

Jamás se hubiera imaginado que fuera del salón, estaba siendo observado. Viktor vio desde el otro lado del patio que la luz de su estudio se encendía y se molestó mucho, les había dicho a los alumnos que esa sala era exclusiva para las clases y que no debían usarla extracurricularmente. Subía decidido a gritar y amenazar pero cuando se asomó a la ventanilla vio claramente de quien se trataba. Y lo hacía muy bien. No pudo detenerlo, quiso seguirlo con los ojos e intentar leer con sus pasos la historia que estaba contando.

Obviamente Yuuri no lo veía, la ventanilla no permitía ver hacia afuera. Dio un salto y cayó algo fuerte sobre su pie, intentó seguir ignorando eso y la puerta se abrió. Se detuvo en seco corrió hasta una pared y aterrorizado totalmente, como un cachorrito al que van a golpear, agachó la cabeza y extendió los brazos con las manos abiertas como si intentara evitar un puño en la cara.

 

— ¡Discúlpeme por favor profesor Nikiforov! ¡Le juro que nunca más usaré esta sala, por favor discúlpeme! —Yuuri estaba temblando, Viktor se acercó lo tomó por una muñeca y le bajó el brazo.

—Veo que mi pésima fama me precede, pero no creo que le hayan dicho que golpeo a la gente —Viktor lo miraba y se sentía mal por ese rostro asustado —. La verdad entré porque vi que hizo un movimiento algo peligroso, que puede hacer que su pie se desgaste y tenga calambres. ¿Puedo verlo? Me refiero a su pie.

Yuuri se calmó un poco, pero supo que estaba en problemas. Se sentó en el piso y Viktor empezó a masajear su pie y hubo un punto en el que dolió un infierno. Viktor le dijo que a eso se refería cuando le habló del posible calambre. De haber seguido, podía haber pasado una muy mala noche. Yuuri lo veía mientras masajeaba su talón y su planta. Sólo en ese momento se dio cuenta que estaba muy cerca de ese hombre al que creyó jamás poder dirigirle la palabra. Era una ocasión única que tal vez no se repetiría, y así como esa media hora con “ella”, agradeció al cielo.

—Lo hace usted muy bien profesor Katsuki.

—Puede decirme Yuuri —Viktor le regaló una pequeña sonrisa —Cuando era joven lo hice profesionalmente pero pues, no tuve el apoyo suficiente así que ahora es sólo un hobbie. Es una vergüenza que usted el maestro me haya visto hacerlo.

Viktor le hizo levantarse y probar con un pequeño brinco cómo sentía su pie. La verdad lo sentía diferente, no se explicaba cómo pero parecía más flexible. Le dio las gracias pero la sorpresa mayor se dio en el instante en el que Viktor tomó por la cintura a Yuuri y le dijo que practicaría con él unos movimientos menos bruscos, que eso que él intentaba hacer solo generalmente era usado para cuando una pareja lo elevaba. Yuuri no podía creer que su suerte estuviera mejorando y tenía que aprovechar esa oportunidad, aunque esa expresión adusta en el rostro de Viktor no cambiaba.

Empezó de nuevo la música y comenzaron a danzar. Era increíble lo fácil que lo hacía parecer Viktor y la enorme fuerza que tenía, lo levantó por la cintura más de una vez y lo lanzaba con sutileza para que él aprendiera a caer sin lastimarse. Todo el momento era casi que irreal. Yuuri estaba siendo tocado por el hombre que le gustaba tanto y creía que no podía resistirlo. Pero para Viktor parecía que era sólo una clase más que estaba dictando. Su expresión no cambiaba a pesar del momento. Yuuri quiso creer que sí, que en algún momento habría una sonrisa, un trato especial, diferente, pero con ese hombre era imposible.

La pieza estaba por terminar, ambos se veían en el espejo en su improvisación y Viktor daba instrucciones como un militar. Yuuri se daba cuenta que estaba siendo tratado como la bailarina. En ese momento no le importó lo machista que pudiera ser Viktor, estaba con él, bailando y eso tal vez no se repetiría jamás en esta vida. Dos pasos más, un último movimiento y la música terminó mientras Viktor lo sostenía por la cintura y lo inclinaba lo suficiente como para que su cabeza tocara el piso. Era el final y la clase al parecer había salido muy bien.

En ese preciso momento en el que todo había quedado en silencio y la pose aún se mantenía, sólo se escuchaban las muy agitadas respiraciones de ambos. Sólo eran segundos pero algo era diferente en el ambiente y Yuuri sólo lo notó cuando sintió en su cuello el aliento cálido de Viktor. Movió la cabeza y se encontró con los ojos azules más profundos que había visto en su vida. Sólo segundos habían pasado, y aún así sintió esa mirada como si quisiera atravesarlo. Sin saber qué hacer, acercó un poco más su rostro y casi llegó a rozar al de su maestro. Y fue ahí cuando Viktor le ayudó a ponerse de pie y le sonrió ligeramente.

—Eso estuvo muy bien, Yuuri. Tiene mucho potencia, debería intentar practicarlo más seguido —Viktor se puso sus zapatos rápidamente y se dirigió a la puerta —Puede volver cuando desee, yo podría enseñarle más cuando guste. Por favor cuando termine cierre la puerta con seguro y que las luces queden apagadas. Hasta pronto.

Salió de ahí dejando a Yuuri algo triste. Ese hombre era de hierro definitivamente y ese momento que parecía tan romántico era simplemente una rutina para él. Pero Yuuri agradeció la oportunidad de sentir las manos de él sobre sí, quizás no cómo deseaba, pero al fin y al cabo era un contacto. Era claro que ya no regresaría a ese estudio a practicar, esta vez sólo tuvo suerte de encontrar a Viktor de buen humor.

Pero al contrario de lo que creía Yuuri, Viktor salió corriendo directo al baño a lavarse la cara. Ese contacto con el profesor de historia le había perturbado más de lo que podía soportar. Tenerlo tan cerca, sentir el aroma de su sudor entrando por su nariz, lejos de ser una simple rutina hizo que el corazón y la entrepierna le palpitaran de manera anormal. Y el golpeteo de recuerdos llegó a su mente. Se miró en el espejo con furia y se repitió mentalmente que no permitiría que eso pasara de nuevo. Nunca.

Yuuri sintió que su celular vibraba con insistencia mientras iba en el vagón del tren. No se preocupó mucho así que esperó hasta llegar a su departamento para ver de qué se trataba. Casi se desmaya al ver que era una notificación de la página de parejas, dónde Vkt192117 le pedía otra cita. Por supuesto a ella. Gritó de la alegría, tendría una oportunidad más de estar con él y esta vez quizás sí le robaría un beso. Cumpliría la promesa a su amigo y regresaría a Estados Unidos con el corazón algo sacudido, pero satisfecho. Yuuri parecía no haberse dado cuenta que ese momento en el estudio de baile, había sido tenso para su maestro.

 

— ¡Otabek, pidió otra cita conmigo! ¿Me acompañarás a comprar ropa para ella? ¡Tiene que verse muy linda!

Púdrete —. Fue lo único que escuchó de su amigo. Luego el sonido típico de una llamada que terminaba. Sonrió. Supo que Beka odiaba con su vida esa situación, pero que lo apoyaría en su locura. Siempre.

 

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Yukino.

 

 


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