Law nunca hubiera imaginado que sus últimos pensamientos, estarían dedicados a otra persona que no fuera el mismo. Toda su vida, después de la trágica muerte de su preciada familia, había girado en torno a una espiral de autodestrucción, donde todo el daño que hacía a los demás, desmoronaba lentamente su interior, construyendo muro tras muro de una terrible oscuridad.
El chico del sombrero de paja, había derribado todo eso.
Law lo había capturado cuando el estúpido niño había intentado infiltrarse en el castillo de Doflamingo para buscar algún tipo de artefacto que le ayudara a salir de la isla, para reencontrarse con sus amigos.
Había sido tan ciegamente optimista hasta el mismo final.
Sin embargo, no era diferente de Law, que había visto el infierno mismo. Ese niño tenía en los ojos, a la vez que luz, una oscuridad de aquel que se ha visto caído en la más absoluta desesperación y regresado vivo.
El chico era todo lo que Law quiso ser y nunca pudo. No había manera de que pudiera destruir esa fantasía de su infancia, esa perfecta sonrisa. Así que había sacrificado su propia vida traicionando a su señor para mantener vivo al otro.
Pero a diferencia del hombre de pantalón manchado, este niño podía seguir sonriendo.
Y sonriendo.
Como si Law no hubiera sido quien lo había lastimado, como si no le hubiera hecho daño y estuviera a punto de entregarlo a su maestro, un ser despiadado, que no soltaba ningún juguete hasta que estos no estuvieran completamente rotos.
Había balbuceado todo el tiempo sobre sus aventuras en el mar y como quería ser el rey pirata. Llegar a Raftel con su panda de inadaptados y ser el hombre más libre.
Siendo tan osado como para decirle que había un lugar para el en su barco.
En su tripulación.
En su familia.
¿Quién carajos se creía ese niño?
¿Cómo había logrado derribar los muros que Law construyó alrededor de su negro corazón, en solo una semana?
¿Por qué carajos le dolía pensar en matar a ese idiota e iluso pirata?
Tomada su decisión, ayudó al sombrero de paja a escapar.
- ¿pero estarás bien?- dijo en niño mientras caminaban hacia el puerto, donde Law se las había arreglado para que un barco llevara al mocoso entre la mercancía- si van a hacerte daño, podría regresar contigo…
- no seas estúpido, sombrero de paja- (había tratado de no aprender el nombre del mocoso para no encariñarse, pero falló) – Doflamingo me considera como su propio hijo. Soy su mano derecha. Un fallo como este no significará nada para él.
Miente.
Miente, miente, miente…
Pero el sombrero de paja lo creerá.
La sonrisa volvió al rostro del mocoso, con una nueva invitación para unirse a él en sus viajes por el mundo.
Y como no dejaría de insistir, le dijo que se separaría de Doflamingo y algún día lo encontraría en el mar.
Y luego se fue en el barco, para con algo de suerte, nunca más regresar.
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Cayó en la arena dura e inmediatamente se levantó para recoger una espada rota, desesperado por luchar contra lo que sea que lanzaran al escenario. Law nunca había venido al sitio de ejecución. Después de todo, solo Doflamingo y sus comandantes venían, a disfrutar de los espectáculos secretos depravados y violentos. Ningún prisionero salía vivo de este lugar.
Las puertas negras al final del coliseo se abrieron.
Al principio, Law no vio nada, pero un par de brazas rojas brillaron en la oscuridad, y la sed de sangre inundó el coliseo como una nube negra de pestilencia.
Algo se arrastró. Lo primero que Law distinguió fueron las enormes fauces llenas de colmillos amarillentos y esos ojos rojos. La figura del lobo era enorme. Llena de cicatrices y astillas de armas clavadas en su piel. Se paraba en sus cuatro patas, absolutamente aterradores, como un presagio de la muerte.
Se lanzó con la boca abierta hacia Law ni bien lo vio.
El manguito de piedra mar en su mano le impedía el uso de sus poderes, pero luchó con uñas y dientes para esquivar cada ataque y contraatacar cuando veía la más mínima oportunidad. Dio un salto de fe cuando el lobo trató de embestirlo y terminó clavando su espada en el lomo de la bestia, antes de ser derribado y tener los colmillos justo en frente de su cara.
Doflamingo y los comandantes se reían a carcajadas, divirtiéndose con el espectáculo de lucha. Sabían que Law no se rendiría sin pelear y era una gran y divertida diferencia. Los prisioneros habituales solo gritaban y suplicaban por piedad.
Law miró a la bestia a la cara, enfrentándolo aunque solo tuviera su voluntad. Tal vez fue el miedo o la adrenalina, pero pudo ver un brillo de reconocimiento en esos ojos animales y luego las fauces se envolvieron en su cuello, apretando sin romper… asfixiándolo.
Luchó desesperadamente pero fue vencido y su cuerpo quedó inerte. A diferencia de lo acostumbrado por Doflamingo y sus hombres, el lobo arrastró bruscamente el cuerpo de Law por el piso, metiéndolo en su guarida.
El doctor de la muerte no despertaría hasta horas después.
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Lo que lo despertó realmente fue el sentimiento de algo cálido y húmedo tocando su cuerpo. Le dolía todo el cuerpo y pudo recordar su enfrentamiento con la bestia, devolviéndolo a la realidad.
¿q-que, que estaba pasando?
Abrió un ojo, porque el otro no se sentía para nada como que debía abrirlo y lo vio.
El enorme lobo rojo había desgarrado toda la ropa, dejando muchos rasguños y magulladuras en el proceso y lamía la extensión de su cuerpo desnudo, al parecer limpiando la mugre y la sangre.
Eso por supuesto causó una reacción violenta de parte de Law. Lanzó una patada a la nariz de la bestia causando un chillido y un retroceso, donde el cirujano se lanzó hacia la puerta, verificando horrorizado que se hallaba trancada y cerrada. Probablemente Doflamingo pensó que el lobo lo había destrozado dentro de su guarida y no había nadie tan estúpido como para entrar en el ruedo de la bestia y verificar.
Todavía tiene puesto el manguito de kairoseki, así que usar sus habilidades contra el monstruo no es una opción. Lo oye gruñir detrás de él, pero no lo ataca, simplemente rodeándolo, una extraña expresión en esos ojos grises profundos.
Entonces sucede.
Ese cuerpo gigante se retuerce, se encoge, se deforma de maneras horribles, las patas lobunas se contraen y estiran.
Lo único que Law puede pensar ahora es en lo infinitamente doloroso que se ve la transformación.
Justo donde estaba la bestia, hay un hombre joven.
No debe tener muchos años más que el si su apariencia es algo que decir. Es pelirrojo, al igual que el lobo, con el cabello alborotado y sucio y esa mirada animal en su cara.
Incluso si su apariencia ahora es humana, no parece humano en absoluto para Law. Sus movimientos son genuinamente animales, absolutamente concentrados en su lugar como depredador.
Supera la altura de Law por unos buenos 15 o más centímetros. Sus músculos son enormes, hombros anchos, muslos de corredor. Law es fuerte, pero su fuerza no era musculosa, era ágil y rápido, era listo y un doctor, y su fruta del diablo le brindaba la mayoría de su fuerza.
El otro lo arroja al piso y gruñe, comienzan una pelea donde Law tiene todas las de perder, pero no está dispuesto a rendirse sin luchar. El monstruo que Doflamingo sacó de algún lugar del infierno lo somete boca abajo y lo inmoviliza.
Cuando Law siente lo que obviamente es un miembro masculino frotándose contra su culo, entra en pánico.
Esto no puede estar pasando ahora.
Él no va a terminar su vida violado por un monstruo salvaje.
El pelirrojo lo inmoviliza fácilmente. Law siente que puede llorar pero lucha hasta el último momento. Los lametazos en el cuello y mordidas sobre sus hombros son extraños, muestras animales de deseo.
Por supuesto, ser preparado para el sexo es demasiado pedir, pero al menos el lobo le da tiempo para adaptarse después de penetrarlo en seco. Law finalmente se rinde, sabiendo que entre menos ser resista, más rápido acabará.
-ahhh- no es la primera vez que tiene sexo con un hombre, así que trata de concentrarse en obtener alguna buena sensación, sigue vivo incluso en esta horrible situación después de todo.
El lobo parece satisfecho con la sumisión repentina de Law.
Las mordidas son más suaves, y los lametazos no son tan extraños, mientras el lobo se choca contra su cuerpo involuntariamente arrastrando a Law a la excitación forzado.
Cuando alcanza su próstata, sus gemidos comienzan a salir. Quiere mantenerlos bajos para que afuera nadie note que sigue vivo, pero el lobo es demasiado frenético, demasiado necesitado.
Law supone que no suele usar a sus víctimas como consuelo sexual antes de matarlas. Así que por alguna razón lo escogió a él entre todos y necesita averiguar cómo mantenerse así antes de que el lobo lo mate.
Cuando finaliza el apareamiento o lo que sea, Law cae inerte en el suelo sucio. Incluso si se siente horrible y usado, solo puede pensar en que sigue vivo y con todas sus extremidades pegadas al cuerpo.
Sorprendentemente, el hombre lobo vuelve a tomar esa transformación absurdamente dolorosa para limpiar el espeso líquido que se filtra por las piernas de Law y enroscarse a su alrededor.
Cuando se despierta al día siguiente, se da cuenta de que la bestia no parece interesada en acabar con su vida. El comportamiento horrible y sanguinario del coliseo, parece cambiado por una bestia peligrosa, pero extrañamente tranquila para él.
-¿q-que carajos pasa?- el doctor de la muerte dice con extrañeza- ¿Por qué no me has matado? ¿Piensas usarme como desahogo sexual hasta que muera?
El lobo gimotea y levanta la cabeza. No parece que haya entendido a Law, pero su rostro refleja la soledad y la necesidad de un niño pequeño, a pesar de ser una bestia enorme y salvaje que lo forzó como un trozo de carne.
- pareces un niño…- el cirujano sonríe tristemente- si vamos a estar aquí juntos hasta que yo logre escapar de ti y de Doflamingo…te llamaré Kid.