Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Preferencial por 1827kratSN

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

—¿Sabes por qué estás aquí? —afirmó con voz neutra, fijando sus cansados ojos azulados en el jovencito parado delante de su escritorio.

—No, pero me gustaría saberlo pues ni siquiera me ha dejado empezar con mi turno y atender a mi primer paciente —Tsuna detallaba las facciones del anciano: cabello negro, piel algo tostada y llena de arrugas que denotaban la edad que cursaba, porte elegante e imponente presencia.

—No es necesario —movió algunos documentos para después poner atención a su invitado—. Tus citas han sido canceladas y re agendadas.

—Así que llegamos a esto —ahora entendía todo, estaba preparado para eso.

—Sí, así que escucha atentamente y sin hacer preguntas hasta que termine.

—La verdad creí que esto se daría al quinto mes, director.

—Ya ha pasado un año, ¿no? —no hacía bromas, su tono seguía sin cambiar.

—Sólo ocho meses, señor.

—Bueno, hagamos como si fuera un año —la mirada que asemejaba al iris celeste del que fue su propio nieto, no transmitía nada bueno—. Ahora… ¿qué tenemos aquí?

—Un médico —respondió irónico—. He trabajo bien, director, así que no sé por qué…

—Un padre denunció tu comportamiento; ignoraste su juicio, mandaste a una niña a cirugía sin permiso de sus padres, tuvimos que callar al hombre usando…

—¿Dinero? —Tsuna lo miró con seriedad— Así que por eso no armó más escándalo.

—Nuestra imagen es importante.

—No sé por qué… pero siento que miente, pues yo conocía al padre de la niña y sé bien que cuando comete errores no le gusta reconocerlos, pero no metería en problemas a alguien que le ha salvado la vida a su hija —miró al director con seriedad—. Debo suponer entonces que esto sólo es una excusa en mi contra.

—Seguiré entonces —si se quedaba callado no habría nada que colocar en su contra, el anciano tenía el derecho a no decir nada y continuar con sus análisis—. Se dice que muchos padres de familia te han traído problemas en cuanto a…

—Cada caso lo he sabido solucionar pues siempre mantengo mi vida profesional en un camino sin obstáculos. Si algún rumor le llegó, lo desmiento y mis compañeros e incluso algunas enfermeras pueden confirmarlo.

—Relacionarse con tus pacientes, en este caso con los padres de tus pacientes, no está bien visto.

—Puedo decir que otros médicos han tenido iguales inconvenientes —se defendió como siempre que debía hacerlo. No se iba a dejar humillar así de fácil.

—Sigamos.

—¿Por qué no me dice directamente que ya no me aguanta y me va a despedir?

—Te vieron besándote con un compañero de trabajo hace poco —el anciano curvó sus labios en una sonrisa sutil mientras miraba al jovencito tensarse.

—Así que ahora me espían —hizo una mueca de desagrado pues no pensó que llegaran a ese punto.

—No apruebo las relaciones entre colegas.

—Entonces dígame como es que algunos de mis compañeros tienen a sus esposos o esposas trabajado en este mismo hospital, incluso conocí a un par que se enamoró en servicio activo.

—No quiero que distraigas a nuestro mejor cirujano —se cruzó de brazos y miró despectivamente al castaño—, no quiero que nos traigas más problemas, me niego a tener a la manzana de la discordia en mi hospital.

—Bien.

—Entonces, pactaremos tu renuncia como una medida para evitar una demanda.

—Bien.

—Se te pagará el salario de este mes y una buena liquidación —lo miró con seriedad— así que sigue con el trato y quédate en silencio.

—No meta a Reborn en este asunto, señor —sabía que no podía discutir con el director, pero al menos alegaría un buen trato para el cirujano.

—No lo haré.

—Una cosa más —el castaño miró fijamente al anciano antes de apretar sus puños y erguirse por completo—. Yo amé a su nieto.

—Ya puedo verlo —se burló— pues ni bien pasó el año de aniversario desde su muerte y ya tienes un pretendiente más, o debo decir… una víctima más.

—No le permito que dude siquiera de lo que yo sentí y siento por Lancia. No me importa si usted o su maldita familia no me cree, Lancia fue importante para mí y mil veces hubiese querido morir yo en su lugar.

—No hables de mi nieto, ¡tienes prohibido siquiera decir su nombre pues quiero que descanse en paz! —arrugó algunos papeles cercanos antes de continuar—. No me obligues a tomar medidas más extremas.

—Culpe de la muerte de Lancia a su hija —Tsuna bien sabía que sería una de las pocas oportunidades que tendría para gritarle sus verdades a ese anciano terco, no iba a desaprovechar eso.

—¡Cállate!

—Usted y yo sabemos que ella es la que ocasionó ese accidente, que lo planeó y ejecutó sin importarle que yo llevase a su nieto en mi vientre…

—No oses hablar de mi hija.

—Usted tiene otros hijos, otros nietos… pero a mí, ¡me han quitado todo lo que tenía! ¡A mi hijo y al amor de mi vida!

—¡Cállate! —se dio tiempo para respirar para no causar un alboroto más audible— No quiero verte más, recoge tus cosas y vete.

—Espero que se ahogue con su fortuna, su orgullo y su buen nombre… porque en la conciencia de su familia está la muerte de Lancia y…

—Yo no maté a mi bisnieto, tú lo hiciste —contraatacó de inmediato—. Lo ocultaste y sólo volviste a mí cuando las cosas ya no tenían reparo.

—Tenía miedo… porque ustedes me iban a quitar lo único que tenía de Lancia.

—Yo nunca hubiese permitido siquiera que vieras al heredero de mi nieto —con rabia se levantó de su asiento y apuntó a Tsuna con su dedo índice—, te lo hubiese quitado apenas hubiese dado un respiro en este mundo… pero hubiese estado vivo.

—Lo sé —Tsuna tragó duro antes de quitarse el estetoscopio y arrojarlo al suelo—. Pero las cosas ya no tienen reparo. Estoy pagando por mis decisiones buenas y malas.

—¿Cuánto quieres para que desaparezcas?

—Nada —se dirigió a la puerta—. Yo mismo desapareceré porque estoy cansado de luchar contra alguien con demasiado poder.

—Haces bien, Sawada.

 

Su mente estaba cansada y poco a poco su cuerpo se iba a marchitando por el estrés causado por la culpa. Ya no quería seguir así, quería estar en paz, quería dejar de ver día tras día al motivo de su desdicha.

Tsunayoshi caminó a paso firme, con la cabeza en alto, mirada fija en el pasillo y nada más. No respondió a saludos, no miró a nadie, no sonrió, pasó de largo a todo lo que se ponía en su camino hasta que llegó a su consultorio y azotó la puerta del mismo. Aun en silencio, en agonía por imaginar un destino diferente al que cursaba, así recogió las pocas pertenencias que tenía en ese sitio pues bien sabía que su estadía no sería larga y no quiso encariñarse demasiado con nada ni nadie.

Se iría tal y como llegó; con el corazón estrujado, pero con la esperanza de un futuro mejor.

 

—Perdón —pero sus lágrimas salieron cuando estuvo a punto de abrir la puerta—, perdón —le hablaba al que fue su gran amor—. Te prometí seguir con mi vida y yo… no lo hice.

 

Quiso vengarse, muy en el fondo quiso hacerlo y por eso llegó hasta ese hospital. Pensó que quizá si esa familia lo veía rondar por los pasillos de su más grande posesión, la conciencia les pesaría, pero no fue así, no obtuvo más que estrés al verlos despreciarlo como persona, como médico, como ser viviente. Y estaba cansado, por eso… debía irse.

 

 

Negativa…

 

 

Llevaba sentado en esa camilla por quince minutos sin recibir respuesta a su último examen. Se estaba impacientando y juraba que iba a mandar a Colonello y a Romario al carajo si es que no aparecían en los siguientes cinco minutos.

Odiaba llevar ropa de enfermo, odiaba estar sin hacer nada, odiaba que le dieran tiempo para pensar en que tal vez no debería abandonar sus sentimientos por Tsuna, odiaba la incertidumbre y…

 

—No haremos la cirugía.

—No estoy para bromas, Colonello.

—Lo discutimos —habló Romario con mayor tacto y calma—. No se hará.

—No quiero golpearlos ahora mismo, así que mejor expliquen su decisión.

—Hay esperanzas para ti —Colonello se rió amargamente—. Quién lo diría… Bueno, cuando me dijeron que tenías hanahaki dije que estaban locos, pero ahora que lo compruebo y estoy listo para ayudar en la cirugía resulta que te… ¡te medio corresponden!… Pobre del ser humano que te aguanta con todo lo amargado que eres.

—Romario —Reborn ignoró al rubio amigo que tenía y vio al otro, quien se masajeaba las sienes mientras suspiraba.

—Mira tus tomografías —en aquella pantalla iluminada se mostraban las dos pruebas que el médico azabache terminaba de acomodar—. Ésta fue la que me enviaste hace tiempo —apuntó a la primera placa—, puedes ver las flores en casi el setenta por ciento de tus pulmones, lo que te ocasionaba los ataques de tos constantes.

—No puede estarme pasando esto —Reborn bien sabía lo que pasaba, sólo que quería oír las razones de esos dos idiotas para negarse al procedimiento.

—Y esta —Colonello apuntó con ahínco a la segunda prueba—. Éstas, ¡por dios, Reborn!… Ahora sólo tienes un treinta por ciento, lo demás se hizo humo… ¡Maldita sea! —se reía y a la vez se agarraba los cabellos para calmarse—. Escuché sobre “el amor que todo lo puede”, pero esto… —respiraba agitadamente mientras miraba a sus dos colegas—, no sólo eres la evidencia física de que eso sucede, sino que… ¡por dios, Reborn!

—Quiero hacer la cirugía —acotó mientras tiraba de sus dos patillas para calmarse un poco.

—No, no, Reborn… ¿estás loco? Podemos estudiarte y sacar un artículo científico que demuestre lo que nadie ha demostrado científicamente y… —Colonello ya ni medía las palabras que usaba.

—Quiero la cirugía.

—Reborn, escúchame —intentó Romario.

—No voy a ser su conejillo de indias, sólo quiero que me hagan la maldita cirugía.

—Reborn —Romario suspiró— olvida las estupideces de Colonello —ignoró el bufido del mencionado—. La disminución de la enfermedad significa que tienes esperanzas de curarte naturalmente, pero más que eso… que la persona que amas puede estar empezando a enamorarse de ti.

—Eso no significa nada, —Reborn apuntó a las placas y las miró con desprecio—. Eso que ves ahí sólo fue el resultado de mi mente aliviada porque pude besarlo antes de que todo acabara.

—Mejor aún —Colonello agitó sus manos—. Haremos dos estudios… uno sobre la enfermedad y sus curas… y otro sobre las respuestas de tu propia mente ante estímulos.

—Calla, Colonello, que esto es serio —interrumpió Romario—. Estamos hablando de la salud de nuestro colega y amigo.

—Pues lo que yo digo también es en serio… ¡tenemos una mina de oro aquí! —apuntó a Reborn

—Quiero que hagan la cirugía —apretó los dientes y se controló para no golpearlos en ese mismo momento.

—Reborn, estamos hablando de tu vida, enfermedad, de la posibilidad de que encuentres el amor real y… —seguía Romario pues a pesar de ser médico, no dudaba de que esa enfermedad no era como las demás y podía curarse con algo más que con medicamentos.

—Son estupideces.

—¡¿Por qué carajos no quieres intentar-kora?! —hasta su muletilla había vuelto debido a la ansiedad.

—Porque no me corresponden, no lo harán… porque son alucinaciones mías y, más importante que todo, ¡quiero acabar con esto antes de que me arrepienta!

—Reborn…. Ahora te hablo como amigo —suspiró Romario—. Inténtalo.

—Ahora suenas como Haru y créeme que no quiero escucharte.

—Pues tiene razón —Romario suspiró— escucha, como doctor puedo decir que es cierto que tu mente hizo que la planta desapareciera parcialmente… pero como ser humano, como amigo, puedo decir que hay cosas que no podemos explicar y ésta enfermedad es una de esas. Si hay historias en donde personas que se han curado debido al amor de otra persona… hay posibilidad de que este pueda ser uno de esos casos.

—Debo concluir entonces, en que debo buscar otros médicos para que me hagan la cirugía —Reborn en ese punto ya ni los miraba porque sería perder el tiempo.

—No —suspiró—, yo sólo digo que esperemos, que luches o que lo intentes… que observemos la enfermedad un tiempo más, y cuando tú mismo estés seguro de que quieres la cirugía, la haremos.

—En este momento la quiero.

—Tu mirada dice que no —contestó Colonello—. Te conozco desde hace mucho y jamás te había visto tan dudoso sobre un tema, incluso estas arrugando un poco tu nariz… y créeme que eso jamás lo has hecho.

 

A pesar de que discutió, a pesar de que hizo de todo para seguir con esa maldita cirugía, no hubo caso y estaba claro que no le confiaría ese procedimiento a alguien más. Sólo confiaba en esos dos, y ellos se negaron a seguir. Le dieron tiempo de poner en duda su decisión, sus planes, su fuerza de voluntad, su cordura.

En ese día Reborn dejó todo, se cambió y marchó del maldito hospital sin decir nada, sin hablar con nadie, sólo queriéndose perder entre las calles con su soledad. Reborn perdió la única oportunidad de mantenerse a raya, lo sabía bien. Desde el inicio supo que, si no aprovechaba la fecha establecida para la cirugía, esa fecha, sus tantas estrategias en pro de tener, aunque sea una esperanza con Tsuna, saldrían a flote y lo agobiarían a tal punto en que sería capaz de buscar al muchacho y… secuestrarlo. Sí, bien conocía lo malsano de su mente, lo posesivo, egoísta y todo lo malo que su personalidad fomentaba.

Lo único bueno de eso es que retrasó todo su trabajo en el hospital, sus consultas y demás, por una semana, y la aprovecharía. Quería desperdiciar el tiempo recostado en su cama. Para lo único que volvió al hospital fue a esperar a que el turno de aquel castaño acabara, lo hizo al segundo día, pero al encontrarse con Haru supo que no debió esperar todo ese tiempo.

 

—¿Cómo que despedido?

—Hubo un lio legal con el padre de una niña y por eso el director decidió despedirlo.

—Carajo —bufó apretando los puños.

—Todos lo sentimos, pero no pudimos alegar nada.

—¿Por qué no me avisaste?

—Sabía que te sería difícil de aceptar, no quería que hicieras algo tonto… y aparte creía que estabas recuperándote de la cirugía —Haru elevó sus hombros—. Parece que nadie informó que jamás te la hiciste.

—No haría algo tonto —suspiró porque no estaba muy seguro de la veracidad de sus palabras.

—A veces no terminas de conocer a una persona, yo creo que no te conozco lo suficiente para saber cómo reaccionas ante algo que afecte a la persona de la cual te enamoraste, y en verdad quiero evitar que dañes tu relación con el director.

—Necesito hablar con Tsuna.

—Lo sé, por eso te diré que está en su departamento, no ha conseguido otro empleo y que Kyoko certificó que está bien. ¿Quieres la dirección?

—No… Yo sé dónde es.

—Es mal momento para burlarme, pero —rió bajito—. Veo que has progresado… y eso me hace muy feliz.

 

 

Lío…

 

 

Golpeaba la puerta con calma. Le había costado un poco convencer al guardia de seguridad para que no diera aviso de su visita, pero alegó una sorpresa por el cumpleaños del castaño y ahora miraba la puerta correspondiente. Como fuere, ahí estaba, insistiendo por tercera vez, sin darse por vencido porque sabía que Tsuna estaba en su departamento.

No se iría hasta… En realidad, no quería irse jamás, ya no. No podía dejarlo.

 

—Te dije que ya me iba a mu…dar —la puerta fue abierta con violencia, tanto que silbó un poco. Tsuna se veía fatal, con leves ojeras, el ceño fruncido, los puños apretados, listo para vociferar, pero todo se detuvo cuando sus miradas se encontraron—. ¡Oh!

—Tsuna —qué coherente, qué estúpido, sus labios no pudieron pronunciar más porque de alguna forma no estaba listo.

—Reborn… hum… lo siento, es una sorpresa y yo…

—¿Por qué?

—Hum… oh, el despido… —se rascaba la mejilla y desvió la mirada—. ¿Recuerdas a la niña que…?

—¿Por qué?... y dime la verdad —no se iba a tragar esas tontas excusas.

—Yo… ¿por qué estás aquí? —cambió de tema cuando tuvo oportunidad— ¿No deberías estar recuperándote de una cirugía?

—Te hizo algo —afirmó sin inmutarse por el raro actuar ajeno.

—No, no —el castaño rió con nerviosismo, intentando mantenerse sereno, pero sujetando su puerta en señal de que la cerraría de ser el caso—, son cosas que suceden cuando tomas riesgos. Estaba preparado y…

—Tsuna —su voz se suavizó y bajó de tono, no quería asustarlo, pero tampoco se iba a conformar con esas respuestas ensayadas.

—Vete… por favor —la súplica en esa voz hizo que Reborn apretara los dientes—. No te quiero meter en problemas… así que vete.

—Te vigilan

—Te tacharon como mi amante y eso no es… nada bueno —rió, pero su mirada se opacaba por el cansancio y el temor—. Ese hombre sólo quiere verme sufrir para que su dolor no sea tan evidente.

—No me iré.

—Me quieren dañar y te van a usar para hacerlo, Reborn.

—No me interesa.

—Por favor —Tsuna empujó levemente al mayor y retrocedió.

 

Reborn ignoró esas palabras, empujó al castaño y cuando éste quiso forcejear para sacarlo y cerrar la puerta, él se aferró al cuerpo temeroso de Tsuna y se adentró en ese hogar para dejar atrás el mundo y ser sólo ellos dos. Lo abrazó con fuerza, lo rodeó en modo de protección, hundió su nariz entre esos cabellos y suspiró cuando los brazos de Tsuna le correspondieron al gesto.

No le importaba ser parte de ese lío, sólo quería estar con aquel chico. Quería limpiar sus lágrimas, protegerlo… sólo quería sacarlo de ese inferno.

 

Continuará…

 

Notas finales:

 

 

A puesto una galleta a que, cuando leyeron el nombre “Lancia”, se impactaron. Muajajaja. Confieso que en un inicio iba a usar a Kyoya, pero después sentí pena por el carnívoro sexy y empecé a escoger otros nombres. Al final tomé a Lancia porque es hermoso, alv.

Ahora, ya tracé el final feliz que en un inicio dudé, así que ustedes tranquis… pero como la trama la tracé cuando estaba sin dormir…. Debo advertir que será una especie de novela toda predecible y llena de actos poco creíbles jajajaja. Para eso tengo dos capítulos más, así que a esperar por eso. (A pesar de lo raro que será, lo escribiré como fue la idea).

Krat no dirá más~

Se despide~

Besitos, pasteles, abrazos y galletitas~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).