Era un día como otro cualquiera, el sol brillaba con gran intensidad en lo alto del cielo, la ciudad apenas acababa de empezar con su ya habitual bullicio. El ruido de los motores de los automóviles inundaba las calles, era casi ensordecedor. Algunos jóvenes, los cuales desafortunadamente perdieron su medio de transporte o aquellos que cual piedras ignoraron el rítmico reclamo del ya tan odiado despertador, caminaban apresuradamente, casi corriendo por las calles de Oidol directos a sus respectivos centros educativos, sin embargo, éste no es el caso de nuestra protagonista, Fate Yoru, una joven estudiante de larga melena, tan blanca como la pura nieve, la cual llevaba recogida en una coleta alta, la joven era poseedora de una mirada tan fría como hermosa, de un bonito tono castaño. Ella caminaba pausadamente, las prisas y el estrés no parecían ir con ella, ni aun sabiendo que su hora de entrada al aula había pasado ya por 10 minutos.
Los estudios nunca fueron lo suyo, no es que ella fuese una baga ni una cabeza hueca, todo lo contrario, ella era una chica lista y trabajadora, siempre se esforzaba por llevar las tareas al día y por aprobar los exámenes, aun así, a ella le costaba más trabajo que al resto asimilar los conceptos estudiados, tenia la sensación de que en esta vida si no vas al mismo ritmo que los demás te quedas atrás y se te tacha de negada e incapacitada para lo que fuera, por todo esto y otras cosas, ella acabó repitiendo su actual curso y llevando a rastras las notas evaluación tras evaluación.
Fate se detuvo frente a la puerta de su aula, gracias al cristal semiopaco y granulado de la puerta pudo comprobar que la profesora se encontraba ya dando la materia... Suspiró, puso su mejor cara de indiferencia y llamó dos veces a la puerta, dio un paso hacía atrás a la espera de una respuesta, la cual no tardó ni dos segundos en llegar.
- Adelante.
Se escuchó una voz suave y femenina del otro lado de la puerta. Fate respiró profundamente y abrió la puerta. Su profesora la miró sin llegar a sorprenderse por comprobar que llegaba nuevamente tarde a su clase.
- Fate... La última vez te pedí que no volvieses a llegar tarde, sabes que...
La expresión de Fate no cambiaba lo más mínimo, no era la primera vez que la profesora de filosofía le echaba la bronca por llegar tarde a su clase y estaba segura de que tampoco sería la ultima, pero no era su culpa, ¿a quien se le había ocurrido la brillante idea de poner todos los días a primera hora esa asignatura?... La profesora al ver que ésta parecía no escucharla y tampoco parecía que le importase demasiado el hecho de haber llegado tarde nuevamente opto por dejarla entrar para no perder más clase y regañarla despues.
- Entra y sientate! Pero esta será la ultima advertencia Fate!! Sabes que no vas bien en mi clase y aun así te permites llegar tarde...
- Si profesora...
Dijo Fate con una voz grave y seria mientras pasaba al aula y cerraba la puerta tras de si.
Paso delante de la profesora para dirigirse a su asiento cuando una vez mas la docente la llamó.
- Y Fate...
La aludida se detuvo inmediatamente y se quedo quieta sin girar a verla esperando otro sermón.
- Quiero verte después de clases, ve a mi despacho directamente al sonar la campana, te esperaré allí!
Tras estas palabras Fate prosiguió su camino sintiendo en su espalda la severa mirada de la profesora y las de sus compañeros que ya cuchicheaban acerca de ella y su mal carácter. Llego a su mesa que estaba situada al fondo de la clase, junto a la ventana. Dejo su mochila a un lado de la mesa y en completo silencio procedió a sentarse y a pasar lo que restaba de clase sin ser consciente de una mirada curiosa no muy lejos de ella.
La hora del receso había llegado y todos los jóvenes se levantaban de sus puestos apresuradamente en busca de sus amigos y partían sin demora hacia las zonas de descanso.
Fate levantó la mirada y pudo observar que ya practicamente no quedaba nadie en la clase, eso le agradaba, a ella le gustaba estar sola, disfrutaba gratamente del silencio que aquella aula le concedía en los recesos. Miró a las dos únicas personas que aun quedaban, un par de chicas que se encontraban a un par de mesas de ella y que parecían discutir muy amenamente.
- No se si es buena idea Nagisa!!
Dice una joven de pelo corto castaño y hermosos ojos azul marino.
- Ya se que te gusta ser "Santa Teresa de Calcuta" y ser amigable con todos pero de verdad te digo que por muy agradable que seas y con las buenas intenciones que vayas no todo el mundo va a querer aceptar tu amabilidad ni te va a agradecer tu ayuda...
- Lo se Aoi...pero es que...de verdad quiero invitarla a venir con nosotras! ella se ve siempre tan solitaria!
Dice la otra chica sentada junto a ella.
La susodicha suspira y levanta sus hombros en modo de derrota.
- Esta bien...haz lo que quieras, pero luego no digas que no te advertí.
La joven Nagisa sonríe triunfal y se levanta de su asiento enérgicamente, mira unas mesas tras de si y ve a Fate sentada mirando hacia la ventana.
- Muy bien!! Esta vez lo conseguiré!!
Susurra la joven mientras camina tímidamente hacia su despistada compañera.