Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El conserje rockstar por Fullbuster

[Reviews - 93]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

¡Habían pasado dos semanas! Y la verdad era... que Sasuke iba a la academia a seguir con su rutina como conserje y volvía por las tardes para ayudar a Kabuto. Naruto aún no entendía muy bien por qué tenía que venir él a prepararle las cosas, casi como un ayudante. ¡Hasta le llevaba la guitarra! Más parecía una mula de carga. Hoy sábado, sabía que sería el momento oportuno para hacer lo que Sasuke pidió pese a que él ya pensase que no sería capaz de hacer algo así. Sábados y domingos, eran los dos días donde Sasuke debía quedarse a dormir allí. Aunque ahora que lo pensaba, ¡nunca había visto su cuarto!


Pensaba disfrazarse, ir a su cuarto y darle una sorpresa, pero se había dado cuenta en ese preciso instante... de que no tenía ni idea de dónde estaba su cuarto en esa casa. Hasta trató de buscarla recorriendo los pasillos pero no encontró nada. Quizá ese chico viajaba demasiado ligero, pero ni siquiera su guitarra fue capaz de encontrar en los armarios de la casa y la guitarra de Sasuke... era rara y característica. No podía confundirla con ninguna otra.


Eran las siete de la mañana cuando finalmente, el repartidor llegó. ¡Le había costado horrores conseguir que repartieran a esa hora! Nadie quería llevarle el paquete con el disfraz dentro y él no quería que pudieran verlo antes de hora. Por desgracia para él y pese a que bajó lo más rápido que pudo de su cuarto al escuchar el timbre, Gaara estaba frente a la puerta, con sus ojeras habituales. ¡Debió pensar que tendría insomnio como generalmente tenía!


- Mierda – susurró al ver que el repartidor dejaba el paquete en las manos de Gaara y éste terminaba de firmar como que lo había recibido. - Ey... es mío – bajó corriendo Naruto, pero cuando fue a agarrarlo, Gaara lo apartó de su trayectoria.


- ¿Un envío a las siete de la mañana? ¿A quién has chantajeado para que hagan eso? ¿Qué escondes?


- No es nada.


- Oh... ¿Es algo pervertido? – preguntó con una extraña sonrisa en su rostro que le dio escalofríos.


- N-no – se quejó con rapidez – dame eso, Gaara.


- Ahora siento curiosidad por saber qué es.


Los ojos de Naruto se abrieron a más no poder ante aquella afirmación. Conocía a Gaara bastante bien como para saber que él jamás hablaba en broma. ¡Iba a abrir el paquete para ver qué había!


- Gaara... ¡No! ¡Suelta eso ahora mismo muy lentamente!


Como si de un perro se tratase a punto de hacer una travesura, eso es lo que Gaara sintió al escuchar aquellas palabras y como buen compañero, frunció el ceño y salió corriendo por el salón dejando escuchar a Naruto cómo se rompía el papel del envoltorio.


- ¡GAARA! – gritó Naruto tras él, subiendo por encima del sofá para intentar alcanzarle y quitarle el paquete.


Sentía mucha curiosidad por saber el contenido de dicho paquete. Naruto llevaba unos días muy nervioso, haciendo tonterías, casi cayéndose por los peldaños tratando de ocultar cosas o fingir que estaba bien y hoy entendía el motivo. Ese paquete más la información que intentaba esconder de todos sus compañeros.


Por fin el papel se abrió y un cartón salió sin problema alguno, mostrando en la carátula que era un disfraz de dinosaurio. ¿Tanto secretismo para algo así? ¿Qué tenía de interesante aquello? Entonces... miró a Naruto con una sonrisa que pese a pretender ser socarrona, le salió atemorizante, o eso pensó el rubio al verla.


- ¿Qué clase de extraño fetiche es éste? – preguntó Gaara con dudas al ver el disfraz de dinosaurio.


- N-No es un fetiche, dame eso. – se quejó Naruto una vez más, tratando de agarrar el disfraz que Gaara alejaba una vez más de sus manos.


- Naruto, creía que te excitaba Sasuke pero... creo que pedirle que se ponga esto para tener sexo... es ir muy lejos. No creí que te fuera ese rollo.


- ¿Qué? No es para él – la cara de Gaara se puso blanca al instante y finalmente, Naruto consiguió quitarle el disfraz -. ¿En qué narices piensas ahora para poner esa cara?


- Pedirle que... te la chupe estando tú en este disfraz es peor aún – se quejó blanco como una pared.


- ¡Oh, Dios mío! – gritó Naruto – es tu mente la que está enferma. ¡Por Dios santo!


Traumatizado con aquella escena y rojo como un tomate, Naruto agarró firmemente el cartón con el disfraz y salió de allí lo más rápido que pudo. Gaara era simplemente siniestro.


Por suerte no tenía que volver a verle hasta el desayuno. Tenía unas horas para relajarse antes de que todos sus compañeros estallasen en carcajadas. Iba a ser un día raro y terrorífico para él. Aun así, llevaría a cabo el plan de su padre, pondría todo su empeño para que la prensa viera el lado positivo de todo aquello. No podía haber nada malo en que fuera disfrazado a dar regalos a niños en el hospital, sólo debía permanecer siendo encantador y todo iría bien. Quizá hasta pudiera sacar partido y ganar una mejor reputación.


A las nueve en punto, empezó a cambiarse de ropa, dispuesto a aguantar hasta las nueve en punto del día siguiente sabiendo que ese fin de semana, no tendría ningún compromiso especial, ni ruedas de prensa, programas de televisión ni conciertos. No quería que fuera peor de lo que ya iba a ser.


Con todo listo, salió por el pasillo. Era incómodo, sobre todo porque no controlaba la cabeza de aquel bicho y a veces se atascaba en alguna pared. Correteó por el pasillo, con pasos cortos puesto que el disfraz no le permitía dar grandes zancadas y observó cómo al fondo, en la terraza tras el salón, estaban sus compañeros desayunando.


- Madre mía – susurró Sasuke que estaba frente a él viendo que llegaba con ese correr tan gracioso.


- ¿Pero qué...? – preguntó Kiba al ver semejante escena, con la boca medio llena y riendo sin poder parar.


- Naruto... aquí no – se alarmó la morbosa mente de Gaara, viendo que Sasuke estaba frente a ellos y pensando que haría algo bochornoso frente a ellos.


Naruto se extrañó. ¿Qué pensaba la mente de Gaara? ¿Que iba a ponerse a mantener relaciones allí mismo en ese extraño disfraz? Era absurdo. Neji, en cambio, sonrió de medio lado y casi entendió por dónde iban los tiros.


- ¿Con quién has perdido una apuesta? – preguntó.


- No es una apuesta.


- Pues algo así debe ser para vestirte de esa manera.


- Es su culpa – señaló Naruto a Sasuke – sólo me perdonará si me quedo veinticuatro horas vestido de esta manera, pero la verdad es... que él y yo nos vamos al hospital ahora mismo a dar regalos a los niños.


- ¿Qué? – preguntaron los tres componentes de la banda al unísono.


- ¿Vas en serio? ¿Quieres salir con esas pintas por la calle? – Sasuke preguntó atónito ante la respuesta.


- Me prometiste contarme lo de tu espalda.


Todos se giraron hacia Sasuke como si ocultase un gran secreto. Éste se giró hacia ellos e hizo un gesto con la cabeza que casi decía un "todo chico tiene algún pequeño secreto". Por suerte para ellos, Kabuto aún no había llegado y eso le daba margen a Naruto para llevárselo antes de que le plantase faenas que hacer.


- ¿Espalda? ¿Contar? – preguntó Kiba con dudas.


- ¿Nos vamos o qué? Me muero por escuchar esa historia – se quejó Naruto.


- Voy por mi chaqueta – sonrió Sasuke.


¡Testarudo! Eso es lo que era Naruto, un testarudo enorme que no pararía hasta saber qué le ocurrió en la espalda. ¡Tampoco es que fuera una historia demasiado entretenida! Pero sí era el único que no había salido corriendo al ver su cicatriz. Odiaba enseñar su espalda desde aquello. Era una visión horrible y espeluznante. La gente solía poner caras muy raras cuando la veían.


Sasuke iba el primero, seguido por ese dinosaurio que trataba de caminar como podía, creando sonrisas en el moreno. ¡Era una de las pocas veces que veía sonreír a Sasuke! Pero le gustaba. Casi pensaba que si podía verla más a menudo con sólo ponerse ese disfraz... quizá debería conservarlo y vestirse en él con mayor frecuencia. Los dos subieron al coche, pese a que el chófer se quedó estático primero mirando por el espejo retrovisor del interior, y girándose finalmente para ver qué estaba ocurriendo en el asiento de atrás.


- ¿Dónde vamos, señor... "Dino"? – preguntó el chófer antes de que Sasuke estallase en carcajadas al igual que el propio chófer.


- Qué graciosos sois, ¡me parto de risa! Ja ja – se quejó nuevamente el rubio al ver las risas incontroladas – al Tokyo Metropolitan Hiroo Hospital.


- Ey, ey... ahí no vamos a ir – se quejó Sasuke al instante.


- ¿Por qué no? Tú dijiste de ir al hospital.


- Ya... hay muchos en Tokio, vayamos a otro.


- No quiero. No dijiste qué hospital debía ser, así que elijo yo.


- No vamos a ir a ése – el tono de voz de Sasuke se endureció, lo que hizo sonreír a Naruto.


- Ya veo... ¿Es el hospital donde te operaron o algo así?


- Eres idiota.


- ¿Qué más te da? Vas a contarme lo que te ocurrió igualmente y si no lo haces... me aseguraré que las enfermeras o alguien que te reconozca me lo cuente.


¡Cabezón e inteligente! Esa idea no había podido salir de Naruto, de hecho, Sasuke ni siquiera sabía cómo había sido capaz de acertar el hospital donde él estuvo durante tanto tiempo ingresado, pero no había vuelta atrás. Se lo había prometido si entraba allí disfrazado de dinosaurio. Sólo podía rezar para que se echase atrás, pero conociendo a ese rubio, dudaba que lo hiciera.


Al llegar al hospital, Sasuke fue el primero en bajar y Naruto... esperó unos segundos, mirando a todos lados antes de salir con rapidez y dirigirse al maletero para sacar los regalos.


- Espero que hayas llamado al hospital para avisar de esto – preguntó Sasuke.


- Saben que venía, tranquilo.


***


¡Sonrisas! Es con lo que Naruto se quedó al entrar en aquellos cuartos. Todos los niños trataban de jugar con él, agarrar su cola, tocar su cabeza y todos... pedían regalos y atención, riendo como si por un instante, todo rastro de estar enfermos hubiera desaparecido.


Sasuke, en cambio, había desaparecido hacía rato. ¡Bueno... tampoco desaparecido! Él simplemente, estaba sentado en un banco del jardín, podía verle por la puerta de cristal en la sala de juegos de los niños donde se encontraba. Parecía odiar los hospitales y prefería estar allí sólo bajo ese árbol de cerezo. Le daba la espalda y pese a que los niños le molestaban y tiraban de su disfraz para jugar, él no podía apartar sus ojos de esa figura melancólica.


- Sigue igual de solitario que siempre – sonrió la enfermera – cuando estuvo aquí ingresado también le gustaba salir ahí fuera. A veces le sacábamos con la silla de ruedas y se quedaba horas allí sentado.


- Tiene que contarme muchas cosas – sonrió Naruto con cierta tristeza.


- ¿Por qué no vas con él? Aquí no tuvo muchos amigos precisamente.


- ¿Cuánto tiempo estuvo ingresado?


- Años – susurró la enfermera – estuvo muchos años. Ese chico... tuvo que volver a aprender a caminar. Pasar por algo así, te cambia la perspectiva de vida.


Naruto se levantó del suelo donde estaba con los niños y caminó hacia el jardín trasero, abriendo la puerta de cristal y sentándose en el banco de piedra blanca bajo el cerezo. Sasuke seguía allí mirando los pétalos rosados caer.


- Tuve... escoliosis severa – comentó Sasuke, cerrando los ojos y hablando con suavidad – de niño no podía hacer deportes, ni correr, la espalda me dolía demasiado. Intentaron ponerme corsés, arreglar la alineación de la columna pero... era demasiada la desviación. Acabé en el hospital para realizar una fusión espinal.


- No sé lo que es una fusión espinal – susurró Naruto.


- Tuvieron que soldarme las vértebras de la columna, Naruto. Eran demasiadas vértebras, abrieron... la mitad de mi espalda y... la operación era delicada, complicada y necesitaba mucho tiempo para rehabilitación. Estuve mucho tiempo en cama antes de la operación y después de ella y luego... tuve que aprender a caminar de nuevo. Recuerdo que dolía horrores cada vez que me movía.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).