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El conserje rockstar por Fullbuster

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Sasuke abrió los ojos. Estaba agotado y convencido de no haber dormido demasiado. Pese a que Naruto seguía a su lado en la cama y dormido como un tronco, él se centró en intentar despejarse. El recuerdo de la pérdida de su guitarra seguía demasiado presente. No se encontraba nada bien.


Se levantó de la cama y empezó a cambiarse de ropa. Quería volver a la academia, contarle lo sucedido a su hermano y empezar a trabajar. Quizá así se olvidase durante un rato de lo ocurrido a la guitarra. Naruto no se inmutó en ningún momento. Siguió durmiendo incluso cuando salió del cuarto a hurtadillas. Casi se sentía como un fugitivo aunque no era su intención.


Tardó algo más de una hora en llegar. Hoy había problemas con los metros y como siempre, iban hasta arriba, al menos la línea que él debía coger hasta la academia. Cuando llegó, Ino estaba sentada en el patio delantero. Parecía un poco desanimada. ¡En realidad solía venir en ese estado de ánimo tras los fines de semana! No debía estar muy bien en su casa y menos con su madre.


- Ey, ¿un mal fin de semana?


- Como en la academia no se está en ningún sitio – comentó ella con desilusión.


- Y eso que la gente se muere por irse a su casa.


- Quizá porque ellos no tienen una madre manipuladora como la mía.


- ¿Estaba en casa? Eso es toda una novedad – sonrió Sasuke.


- Para mi desgracia... sí, vino a casa antes de lo que yo esperaba.


Un momento de silencio se hizo entre ambos. Para Sasuke, no pasaba desapercibido que algo afligía a la chica, pero tampoco quería meterse demasiado en un tema que no era suyo. Así que esperó un poco a ver si ella se decidía por decisión propia a contarle lo que rondaba su cabeza.


- Ey, Sasuke... yo... - intentó hablar Ino pese a que un ligero rubor había cubierto sus mejillas – yo no tengo el número de Gaara y no puedo contactar con él, pero podrías decirle si le ves que lo lamento.


- ¿Lo lamentas? ¿El qué exactamente? – preguntó Sasuke con confusión.


Ino sacó de la mochila la carcasa del CD y la abrió, dejando ver el disco partido por la mitad. Sasuke dejó escapar un silbido que a Ino no terminó de gustarle, pero continuó en silencio.


- Pues sí que odias el blues, o eso o Gaara canta muy mal, porque sé que tocar el bajo... lo hace genial. ¡Y no mal pienses con la palabra! – bromeó Sasuke, pero al ver que Ino le lanzaba una mirada casi asesina, se puso serio -. ¿Tu madre?


- ¿Quién sino? Dice que esta clase de música arruina mi buen oído.


- ¿Es que las bailarines de ballet no podéis escuchar otro tipo de música que no sea clásico? Sólo es cultura general y para dedicarte a algo que tiene que ver con danza y música, no veo mal que tengáis algo de cultura general.


- Si yo te entiendo, Sasuke... pero eso cuéntaselo a mi madre.


- No es bueno para tu carrera mantenerte sólo en el clásico, o eso creo yo.


- Bueno... no es que pueda hacer demasiado. Ella siempre llega a manipular mi vida y como fue una gran bailarina, se cree con derecho a tomar decisiones que me corresponderían a mí.


- Entonces creo que es hora de que le plantes cara y no te dejes manipular – sonrió Sasuke – le diré a Gaara que sientes lo del CD, pero si realmente quieres escuchar algo, entonces déjale tus puntos claros a tu madre.


- No es tan fácil como crees.


- ¿Sabías que los padres de Gaara eran músicos? – preguntó Sasuke – y de hecho, de blues y Jazz. Gaara se ha criado con ese estilo de música, pero cuando les dijo que iba a tocar el bajo y entrar a una banda de rock, ellos le apoyaron, pese a ser diferente a lo que ellos hacían. Eso es lo que hace la familia a la larga, Ino, y si tu madre no lo entiende, peor para ella. Tú debes tomar tus decisiones.


- Lo sé, Sasuke, pero no es fácil plantar cara a tu propia madre. Seguramente tú nunca lo hiciste.


- No tuve necesidad, la verdad sea dicha. Mi padre entendía lo que me gustaba y me apoyó siempre. Así que me imagino que es complicada tu situación. Aun así... deberías decirle tú misma a Gaara lo que ha ocurrido. Toma – dijo Sasuke, apuntando el número de Gaara en un papel – por si te animas a hablar con él.


- ¡Sasuke! – escuchó el grito desde la puerta de entrada al edificio.


Sasuke resopló al ser consciente de que esa voz venía de Orochimaru. Era una de las personas a las que menos deseaba ver en esos instantes. Evidentemente, supondría que estaba al tanto de lo que su hijo le había hecho a su guitarra.


- Si me disculpas... una víbora quiere hablar conmigo.


- Ten cuidado, no me fío de él.


- Yo tampoco, pero espero que esto acabe pronto. Gaara se está ocupando de un asuntillo.


Se levantó del banco en el que se encontraba con Ino y caminó hacia la entrada del edificio donde Orochimaru le esperaba. Por sorprendente que pareciera, Orochimaru parecía estar bastante tranquilo y al acercarse, pese a pensar que querría hablar con él sobre algo de la limpieza del edificio o reñirle para que empezase a trabajar, no fue así.


- Vayamos a mi despacho un momento.


Los dos caminaron en silencio hacia la segunda planta, donde Orochimaru tenía su espectacular despacho. Sasuke odiaba aquel lugar, sobre todo esa decoración a oficina antigua.


- Toma asiento, Sasuke.


- Prefiero permanecer de pie. Además tengo muchas cosas que hacer como para perder tiempo aquí.


- Tú siempre tan serio y arrogante. He oído lo que ocurrió el otro día con mi hijo y quería disculparme por su comportamiento. De hecho, iba a darte este cheque en compensación por la pérdida de tu guitarra.


- ¿Y ya está? ¿Con dinero se arregla? – preguntó Sasuke con incredulidad –. Esa guitarra era mucho más que sólo billetes. Era lo único que me quedaba de mi padre y él destruyó todos sus recuerdos.


- ¿Qué quieres que te diga, Sasuke? Esto es lo que puedo ofrecerte. No puedo arreglar tu guitarra, quedó irreconocible prácticamente.


Con aquel cheque en su mano, Sasuke intentó retirarse. Era mejor eso que nada, pero aun así, dolía demasiado todo el asunto. Sin embargo, no pudo terminar de marcharse. No había hecho más que llegar a la puerta cuando la voz del director le llamó una vez más.


- Este fin de semana hay un concierto de la banda. Kabuto va a lucirse finalmente. Su primer día.


- ¿Y quieres que cante? – preguntó Sasuke con ironía – ni lo sueñes.


- No hará falta, tengo tus canciones grabadas. Las pondré en vivo y en directo y Kabuto hará playback.


- Ya, claro... ¿Por qué no me sorprende?


- Aunque esa última canción que compusiste, es realmente buena. Un solo, ni siquiera la banda la conoce y podría ser una gran oportunidad para lanzar la reputación de Kabuto.


- Ya dije que no podéis usar esa canción – se quejó Sasuke.


- Entonces tu hermano irá a la cárcel.


- Haz lo que quieras. De todas formas esa canción no la tienes grabada y si la tienes, será a partes. Eso no es suficiente para poder presentar al concierto.


- Ya lo veremos, Sasuke. Quizá las partes que tengo pueda conectarlas bien y pagar a alguien para que arregle los problemas de sonido. La cuestión es... que no te necesitaré en mucho tiempo hasta que saquen las nuevas canciones. Este álbum y la gira tendrá un gran éxito y es posible hasta que pueda lanzar su carrera en solitario después de que esa banda le dé reconocimiento a Kabuto.


- Bueno... entonces genial, no tengo que trabajar más para ti. Que te vaya bien. Me iré a limpiar el suelo. Si mis cálculos no me fallan, es mi última semana y habré pagado los desperfectos – sonrió Sasuke, consiguiendo que Orochimaru dejase de sonreír y mirase la hoja con los cálculos salariales. ¡Ese crío tenía razón!


Prometió que devolvería la cinta y todo quedaría en paz si cumplía su parte del trato y ahora, el trato llegaba a su final. El problema era que no estaba seguro si necesitaría aún la ayuda de Sasuke en el futuro y eso le inquietaba. Algo tenía que pensar para impedir que se fuera... de todas formas, incluso si rompiera el trato y mantuviera la cinta de su hermano, ese chico estaría indefenso. Lo malo es que Itachi pronto sería mayor de edad y podría llevarse bajo su tutela a Sasuke. Era posible hasta que los dos desaparecieran del país.


***


Caminó por los pasillos de la academia. La gente le miraba y era normal, era famoso. Gaara estaba acostumbrado a que eso ocurriera, pero aun así, no se detuvo. Escuchó los murmullos a su espalda y continuó caminando hasta una de las aulas de danza. Le habían dicho que Ino solía practicar allí en algunos recreos y más ahora que la última prueba se acercaba.


La puerta estaba cerrada y la música se escuchaba claramente. Parecía la música del cascanueces y era posible que Ino fuera a interpretarla. Si todo salía bien en la audición final y destacaba en la representación, mucha gente querría contratarla para las mejores compañías. Por ahora, tenía el papel principal y seguramente, parte de ello se lo debía a su talento y la otra parte, a la influencia de su madre.


Miró a través de la ventana de la puerta y esperó un momento hasta que la música cesó y sus movimientos se detuvieron. ¡Era hermoso verla bailar! Pero su rostro de total sufrimiento al acabar, era desgarrador. Abrió la puerta y la chica enseguida volteó hacia él.


- ¿Gaara? – preguntó todavía en el suelo – yo... no sabía que ibas a venir.


- Me he pasado en plan sorpresa. Quería saber si te gustó lo que te grabé – cerró la puerta tras él para evitar el cotilleo de las chicas del pasillo.


- Realmente...


- ¿No te gustó el blues?


- No, no... no es eso, es que no pude escuchar demasiado, lo siento. Por alguna razón mi madre odia el blues y en general todo lo que no es clásico. Rompió el disco, así que lo lamento mucho. Debió costarte mucho grabarlo y yo lo he roto.


- No pasa nada – sonrió Gaara -. ¿Qué haces esta tarde?


- Pues... mi madre diría que debo ensayar para la obra...


- ¿Y tú quieres ensayar o tienes un rato libre para mí? – sonrió Gaara de nuevo, con una dulzura extraña en él.


- Preferiría ir un rato contigo, pero no quiero meterme en problemas con mi madre, ella puede ser muy... manipuladora y controladora.


- ¿Y si no se entera? – preguntó Gaara -. ¿Aceptarías venirte conmigo un rato?


- Depende – sonrió Ino -. ¿Dónde quieres llevarme?


- Si te dijera a mi cuarto quedaría un poco pervertido, ¿no? Pero no es lo que piensas, es que tengo la guitarra allí y... pensaba en tocar el blues en persona para ti, así no pueden romperte el CD.


- Vaya, qué galán. Sabes que no necesitas hacerlo, ¿no?


- Pero quiero hacerlo. ¿Te duelen mucho?


- Es algo normal, no te preocupes demasiado – comentó Ino, sosteniendo todavía sus pies aún calzados con las manos.


- Déjame ver, anda.


- No, no... en serio, es mejor que no veas los pies de una bailarina o saldrás huyendo – rió Ino, apartando las manos de un Gaara que ya iba a quitarle las zapatillas de ballet.


- No voy a asustarme. Seguro que son horribles pero me preocupa más el dolor. Venga, pásame los pies. Tengo buenas manos para los masajes. Los que los prueban quedan encantados.


- ¿Ah, sí? ¿Quién ha probado tus manos?


- Mi guitarra dice que soy estupendo, tengo unas manos geniales – dijo con ironía, lo que hizo relajarse a Ino y reír con su broma.


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