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¡Que no somos pareja! por Tita Adri

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Notas del capitulo:

No pensaba actualizar tan pronto pero acabo de conseguir trabajo y quería celebrarlo, prometo no dejar este fic sin terminar aunque ahora tenga menos tiempo para dedicarle. 

Disfrutad del capítulo!!

 

Tres días habían pasado desde aquella conversación. Tres días donde Milo apenas había pisado la casa de Acuario, aunque por lo que había escuchado tampoco había estado en su puesto, se había dedicado a entrenar solo y a visitar Rodorio sin informar. Si seguía así el Patriarca podría enfadarse por esa actitud tan despreocupada hacía sus obligaciones, pero Camus no estaba seguro de que un consejo suyo fuese bien recibido en ese momento. Suponía que el escorpión tenía que asimilar toda la información recibida así que le dejó su espacio, cuando se centrase volvería a molestarle como siempre, o eso esperaba.

 

No podía negar que sentía cierta atracción por el griego, habría que estar ciego para no apreciar ese escultural cuerpo forjado a base de batallas, ese rostro tan bien proporcionado y esa chispa traviesa en los brillantes ojos azules. Milo era todo un espectáculo, y con él se mostraba especialmente exhibicionista, quizás porque al ser ambos hombres no le importaba que viese su cuerpo. Hasta los rumores a él tampoco le importaba, pero en su cabeza las cosas estaban cambiando más de lo que le gustaría. Al principio admiraba el físico de su amigo como una de esas estatuas tan perfectamente esculpidas por sus antepasados, pero ahora no podía estar tan seguro de que sus intenciones fuesen inocentes. Él también necesitaba tiempo para poner en orden sus pensamientos. Apreciaba la amistad con Milo como nadie podía imaginarse, el escorpión era creativo, divertido, directo y leal, era un gran amigo al que no quería perder por culpa de su lujuria.

 

No esperaba tener noticias suyas en otro par de días así que esa noche se fue a dormir después de darse una refrescante ducha, solo con su ropa interior para intentar soportar el calor de Grecia. No había podido dormir mucho esos últimos días por la preocupación y el cansancio empezaba a pasarle factura, tanto que no notó cuando alguien se adentró en su dormitorio hasta que este zarandeó suavemente su hombro llamándole. Reconoció la voz de Milo y por un momento se pensó que estaba en un sueño, pero el calor que desprendía la mano en su hombro era asfixiante.

 

-¿Qué pasa?-preguntó incorporándose rápidamente, Milo apoyaba una rodilla en la cama, iba con ropa holgada que usaba para dormir y no con su armadura, por lo que se relajó, no había ninguna emergencia.

 

-No puedo dormir.-dijo el griego.

 

Camus bufó dejándose caer en la cama, rodó para dejarle espacio y se acurrucó intentando volver a dormirse, Milo se tumbó donde antes había estado acuario y se mantuvo mirando el techo durante un rato.

 

Cuando el sueño empezaba de nuevo a vencer la voz de su amigo le despertó.

 

-Camus, ¿crees que será desagradable besar a un hombre?

 

-¿Llevas pensando eso todos estos días?-preguntó Camus confuso, tenía mucho sueño para tener una conversación decente.

 

-No. Bueno sí. Cuando era un crio yo también tenía curiosidad pero me fui olvidando de eso. ¿Quieres intentarlo?

 

Si era un sueño erótico era el más absurdo que Camus había tenido recientemente, así que se giró para poder ver a Milo, estaba mirando al techo, las manos entrelazadas bajo su cabeza y una rodilla alzada, llevaba un pantalón corto y una camiseta sin mangas, no hacía falta luz para saber que toda la ropa tenía un tono verde oscuro, conocía bien ese vestuario. En esa posición la camiseta se había alzado un poco mostrando parte de su marcado abdomen, el pantalón se ajustaba a sus muslos y los bazos se veían grandes y fuertes, eso sin contar con el cabello más desordenado que de costumbre, la mirada perdida y esos labios entreabiertos. Ese hombre era una delicia y no parecía consciente del deseo que despertaba en su amigo.

 

-Supongo que si me contaste esas cosas era porque confiabas en mi. Así que si es un beso, no me importaría.-Milo hablaba en voz baja, aun sabiendo que estaban solos ese tono ayudaba a crear cierta intimidad entre los dos.

 

-¿Eres consciente de lo que estás diciendo?-preguntó Camus notando su voz algo pastosa por el sueño, el escorpión le miró de reojo, parecía decidido.-¿Has pensado en que pasará si alguno de los dos nos gusta el beso?

 

Milo se quedó paralizado. Se veía que no había pensado en todas las consecuencias que un simple beso podía acarrear, pero Camus ya estaba cansado de imaginar.

 

-No lo pienses.-murmuró incorporándose, sus manos apoyadas cerca de la cabeza del escorpión.

 

Se miraron unos segundos, Milo sorprendido por el repentino movimiento de acuario, no esperaba encontrarse acorralado pero no había contacto físico entre ellos, solo el cabello de Camus acariciaba su brazo y su rostro mientras se acercaba. Cerraron los ojos ante el contacto, al principio inocente, temeroso y con muchas dudas, pero un toque tan casto no serviría para quitarse las dudas, Milo fue quien se atrevió a más, envolviendo suavemente los labios del francés, notando como el otro respondía abriendo la boca y acariciando los labios del griego con la lengua, fue un roce que hizo a ambos estremecerse. Milo quería notar más esas sensaciones y profundizó el beso de forma algo brusca, Camus ahogó una exclamación de sorpresa pero no se apartó, respondió intentando calmar al griego con besos más tranquilos y superficiales, pero no se dejó calmar.

 

Con un rápido movimiento Milo cambió posiciones en la cama, quedando encima, usando el peso de su cuerpo para evitar su huida, no pensaba en los poderes de Camus pero éste tampoco pensaba en ellos, el griego era demandante con sus besos, le dejaba sin respiración y el calor que desprendía hacía arder su piel, le mareaba la falta de aire y la agresividad del escorpión, se sentía completamente atrapado y excitado, se dejaba devorar por ese hombre sin oponer resistencia, cediendo a cada nuevo beso, a las caricias que notaba en su rostro, al cosquilleo que la mano de Milo provocaba al perderse entre su cabello, al roce de la ropa contra su sensible piel. Y cuando el muslo del griego presionó accidentalmente su hombría suspiró entre el beso, rompiendo momentáneamente el trance en el que ambos estaban.

 

Camus se sonrojó hasta la raíz del cabello y Milo se incorporó un poco para poder observarle bien. Ambos con la respiración acelerada, los labios húmedos e hinchados. Notó los ojos del griego recorrer cada centímetro de su cuerpo, se sintió avergonzado y emocionado al mismo tiempo, notando como su miembro seguía creciendo dentro de su calzoncillo, cosa que el otro también pareció notar, pues su mirada se posó allí más tiempo del que debería.

 

-A la mierda.-el susurro de Milo hizo que el francés se alarmara, pero el siguiente beso le dejó la mente en blanco -Los chicos también son eróticos ¿no?

 

Una sola frase de Milo consiguió que toda la tensión y el miedo de Camus se esfumase al instante, haciéndole soltar una carcajada, le dio la razón, los chicos también eran eróticos, sobre todo los que tenían unos ojos azules de mirada intensa que le observaba con pasión antes de volver a besarle. Se lo tomaron con más calma esa vez, al ritmo que el francés quería ir, solo porque así Milo podía ocupar su mano en explorar parte de ese cuerpo semi desnudo que tenía debajo. Apenas con las yemas de los dedos fue recorriendo la mandíbula de Camus, su cuello, sus hombros, sus brazos sufrieron un recorrido doble, bajó hasta enredar sus dedos con los del francés antes de volver a subir para rozar el pecho, rodear uno de los pezones y bajar por su abdomen, al llegar a la orilla de la ropa se detuvo.

 

-¿Puedo mirarlo?-preguntó con curiosidad.

 

Camus asintió, el también quería mirar el de Milo así que se lo pediría después. Notó como un dedo levantó la cinturilla para apartar un poco la tela, a esas alturas su miembro ya estaba completamente erecto y algo húmedo, la mano del griego acarició con la misma suavidad esa zona, pero Camus no apartaba la mirada de su amigo, viendo sus reacciones.

 

-¿Interesante?-preguntó Camus.

 

-Más de lo que me esperaba.

 

-Mi turno.-empujó a Milo por los hombros para obligarlo a ponerse de rodillas sobre la cama, tiró de la camiseta hasta quitarla.

 

Volvieron a besarse mientras Camus investigaba el cuerpo de su amigo, Milo no podía quedarse quieto así que sus manos bajaron hasta la cadera del francés, acariciando esa zona, jugando con el elástico del calzoncillo. Pero Camus no se iba a conformar con acariciar simplemente el torso, sus labios viajaron por su oreja, lamiendo, saboreando, bajaron hasta el cuello donde mordió con suavidad, notando como el escorpión se estremecía. Y siguió bajando por su pecho con dulces besos y caricias, sus dientes aparecían de vez en cuando para disfrutar de los músculos contrayéndose con su tacto y cuando su cabeza estaba a la altura que quería notaba las manos de Milo sobre sus hombros, apartando su cabello con delicadeza.

 

Dejó libre el miembro de su amigo, mucho más grande y grueso de lo que se había imaginado, toco con ambas manos la erección, curioso por las reacciones que provocaba, incluso buscó con una mano los testículos para masajearlos, ante esa acción se escuchó un gruñido gutural y la punta se humedeció, llevado por la curiosidad Camus lamió ese liquido transparente para sorpresa de ambos, era amargo con un toque salado, raro pero no desagradable. A esas alturas ya podía ir definiéndose como bisexual, aunque Milo también podría hacerlo si seguía así de duro. Que no le apartase le dio confianza para volver a probar, un largo lenguetazo desde la base hasta la punta y tuvo que apartarse llevándose la mano a la boca.

 

-¿Tan desagradable es?-preguntó Milo algo decaído, hasta que vio como Camus se quitaba un pelo de la lengua y volvía a su posición, agarrando la base y apartando esos vellos tan molestos para seguir probando.-Joder...-una exclamación de sorpresa al notar como su amigo engullía su miembro hasta la mitad.

 

-Esto es muy raro.-dijo Camus antes de seguir intentando meterselo entero en la boca mientras recordaba las cosas que aquella mujer le hizo, sabía que usaba mucho la lengua y eso hizo, jugueteó con el glande cuando subía, y bajaba presionando para que rozase con su paladar.

 

-¿Quién te enseñó eso?-la voz de Milo era más grave que de costumbre y su cuerpo sufría espasmos de placer, su mano se apretaba en la nuca de acuario cada cierto tiempo.-Para.

 

Camus no tuvo tiempo de preguntar, fue empujado para que se tumbase de espaldas, un beso aun más apasionado que los primeros silenció su boca, Milo se había situado entre sus piernas, obligandole a mantenerlas obscenamente abiertas, sus manos fueron llevadas por encima de su cabeza, atrapadas por las muñecas y aplastadas contra la almohada mientras la mano libre del griego bajaba los calzoncillos y juntaba los dos miembros para masturbarlos al mismo tiempo.

 

-Mas... despacio.-jadeaba Camus entre beso y beso, las manos de Milo apretaban con demasiada fuerza y el ritmo que marcaba era frenético.

 

-No.-respondió el griego sin miramientos, estaba demasiado excitado para parar en ese momento y cuando se negó el cuerpo bajo él tembló, sabía que no era de miedo.

 

Dejó la boca de Camus libre para poder morder su cuello, lamia y clavaba los dientes para acallar sus propios gemidos, mientras los del francés llenaban la habitación, enciendiendole aun más, notaba como hacía fuerza con sus brazos para librarse y los tersos muslos de acuario apretaban sus caderas, no iba a aguantar mucho más. Miró a su amigo y encontró sus ojos observandole entre abiertos, no perdía detalle de Milo mientras jadeaba, verle sonrojado, despeinado, con la marca de mordiscos en su cuello, las manos atrapadas en una postura de completa sumisión le pareció la imagen más erótica del mundo, se corrió mirando a su amigo a los ojos, pero siguió masturbandole hasta que esté terminó con un gemido ronco. En sus manos la mezcla de ambos que miró con curiosidad. Camus se había atrevido a chupar su miembro ¿por qué él se quedaría con la curiosidad?

 

-Puaj...-Milo protestó con cara de asco limpiando rápidamente la mano en las sabanas.-No lo pruebes, es horrible.

 

Camus simplemente se rio sin fuerzas, manchó un par de dedos con el semen que había sobre su abdomen y lo probó, era mucho más fuerte que el liquido pre seminal pero tampoco era para tanto.

 

-Si llego a saber que te iba a gustar me hubiera corrido en tu boca.-susurró lascivo inclinándose para robarle un beso.

 

-Llegas a hacer eso y te mato.

 

Milo se dejó caer a su lado, acomodándose los pantalones mientras miraba al techo.

 

-Creo que tus dudas ya han sido aclaradas.-dijo Milo tranquilamente.

 

-Las tuyas también.

 

Se quedaron en silenció unos minutos, mientras Camus masajeaba sus muñecas, había sido excitante sentirse atrapado, dominado por el fuerte carácter de Milo, entendía que solía ser así de agresivo con sus parejas, haciendo bastante comprensible que las mujeres que lo habían experimentado buscasen al griego para repetir la experiencia. Acababan de terminar y ya quería otra ronda más, pero con eso había saciado su curiosidad y tendría que conformarse.

 

-Camus, seguimos siendo amigos ¿verdad?

 

-Sí.-ante la voz angustiada de Milo su corazón se contrajo, respondió automáticamente aunque en su cabeza se preguntaba si de verdad seguirían así o algo habría cambiado.-Seguimos siendo amigos.-aseguró poco convencido.-Por cierto, eres un animal. Me has hecho daño.

 

Una mano acarició con suavidad el cuello de Camus, haciendo que se estremeciera, al girarse los ojos azules que tanto conocía tenían una expresión culpable.

 

-Vas a tener que ponerte cuello alto unos días.

 

 

Notas finales:

Y como regalo extra un adelanto

"Capítulo 3 Celos

El amanecer despertó a Camus completamente solo en su cama, las sabanas sucias y arrugadas fueron la única evidencia de lo que sucedió la noche antes, si no hubiese visto la marca de la mano de Milo cuando se limpio hubiese pensado que había sido todo producto de su imaginación. Por algún motivo que desconocía sentía un vacío en el estomago al sentirse solo..."


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