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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 27:

Y Fue Lluvia

 

¿En qué idioma cae la lluvia sobre ciudades dolorosas?

(Pablo Neruda, El libro de las preguntas)

 

 

 

Lleno de ruidos desconocidos y movimiento constante, el despertar de Eren resultó terriblemente confuso. Su cerebro, aun aletargado por el sueño, no lograba entender del todo lo que ocurría, por lo menos hasta que tras pestañear unas cuantas veces para acostumbrarse al entorno desconocido que se apreciaba a través del cristal del coche, recordó que desde esa mañana estaba viajando a Stohess junto a Levi. Nada más apreciar el enorme flujo de vehículos a su alrededor y las calles atestadas de altas construcciones y transeúntes, él tuvo total certeza de que ya habían llegado a la gran ciudad central.

A pesar de haber visitado Stohess unas cuantas veces cuando era niño, acompañando a sus padres, desde hacía un buen número de años que Eren no ponía un pie allí, por lo que los notorios cambios producidos en la urbe lo golpearon como una ola violenta.

Lo cierto era que Stohess nunca había logrado gustarle del todo. Comparada con Shiganshina, cuyas extensas áreas rurales y el mar que la bordeaba solo hablaban de libertad infinita, esa ciudad era todo lo opuesto, totalmente restrictiva. Llena de calles atestadas de gente demasiado ocupada en sus propios asuntos y edificios de oficinas tan altos que casi no permitían ver el cielo sobre sus cabezas, Stohess siempre le había parecido deprimentemente gris y tan asfixiante como un mal sueño.

Aun así, Eren permitió que sus ojos vagaran por las calles que transitaban, grabando las diferencias entre su ciudad natal y aquella otra, e intentando de ese modo aferrarse a algo que le gustara de aquel sitio y le hiciese pensar que era fabuloso estar allí; pero le estaba resultando difícil. No obstante, aprovechó el momento justo en que el coche tuvo que detenerse unos instantes en un semáforo en rojo y bajó el cristal de la ventanilla de su lado, utilizándolo como trípode para su cámara y tomando así una ráfaga de fotografías de aquel colorido desastre en movimiento que eran los paseantes. Una vez regresara a casa, se prometió, trabajaría con ellas para crear una secuencia llena de toda la vida que le faltaba a ese lugar.

El lento avance del coche al reanudar su marcha lo sorprendió, pero no tanto como la ligera caricia que notó sobre la parte posterior del cuello, donde la mano de Levi se enterró entre los cabellos que escapaban de su coleta hasta hallar la piel desnuda debajo, recorriéndola suavemente con sus dedos y generando una cálida sensación que se expandió dentro suyo como si fuese una hoguera.

Contento como un gato al que finalmente le prestan atención, Eren cerró una vez más la ventanilla para que el frío no se colase dentro y volvió a sentarse correctamente en el asiento. Al mirar a su novio, que seguía con la mirada clavada al frente mientras conducía, no pudo evitar emocionarse un poco ante la perspectiva de pasar juntos y a solas tres días completos.

—¿Estás cansado? —le preguntó este, volviendo apenas el rostro para mirarlo unos segundos.

Él negó con un gesto lánguido y se inclinó hacia el equipo para ajustar la señal de radio a una que le gustase más. La música de Levi muchas veces tenía poderes soporíferos, motivo por el que Eren estaba seguro de que acabó cayendo presa de aquel sueño fulminante; nada que ver con el hecho de que se hubiese quedado hasta tarde la noche anterior, incapaz de pegar ojo a causa de los nervios producidos por aquel anticipado viaje.

—No tanto, creo que dormité un poco antes de entrar a la ciudad —respondió, ahogando a duras penas un bostezo con la manga de su sudadera.

Levi se rio por lo bajo al oírlo.

—¡Oh, claro que lo hiciste, mocoso! No te quepa la menor duda. Roncabas tan fuerte que por un momento temí que te estuviese dando un puto ataque o algo así, joder.

Tan avergonzado como incrédulo por aquella afirmación, miró a su novio lleno de indignación.

—¡Eso… eso es mentira! ¡Me estás engañando!

Los grises ojos de Levi, tan pálidos como el cielo invernal sobre ellos, lo miraron llenos de burla.

—Tch, engaño y una mierda. Estuve a punto de grabarte para dejarlo como testimonio para este momento, pero apenas me queda batería en el móvil y no iba a desperdiciarla por una tontería así.

A pesar de que la expresión de este al decirle aquello fue de total seriedad, tan inescrutable e imperturbable como de costumbre, algo en el tono despectivo de su voz, o tal vez la forma en que sus claros ojos lo esquivaron demasiado deprisa, hizo que las alarmas se encendiesen dentro de su cerebro, haciendo que Eren se temiera de inmediato lo peor.

Sin pedirle permiso, agarró a toda velocidad el teléfono de su novio, arrancándolo del soporte del tablero para encenderlo y poder revisarlo. Nada más entrar a la galería se dio cuenta con espanto de que este le había mentido descaradamente. ¡Sí lo había grabado!

—¡Levi! —protestó, pero antes de que pudiera borrar aquella aberración, el otro le quitó el aparato de las manos y lo puso fuera de su alcance, metiéndoselo en uno de los bolsillos de sus vaqueros negros; un sitio lo suficientemente complicado para que él no pudiese alcanzarlo sin generar un accidente automovilístico de paso.

—Oi, mocoso, ni se te ocurra borrarlo. Si lo haces, te patearé el culo tan fuerte que no podrás siquiera tenerte de pie en todo lo que queda del fin de semana —le advirtió Levi al ver su expresión de descontento, donde de seguro sus intenciones quedaban al descubierto.

—Grabar a alguien sin su consentimiento es un delito, ¿lo sabes? Es una violación a su privacidad —insistió él, cruzando los brazos sobre el pecho con terquedad y logrando que el otro alzase una de sus oscuras cejas, mirándolo con auténtica incredulidad.

—¿Realmente tienes la cara para decirme eso? —La baja carcajada que su novio dejó escapar, tan inusual en él, atemperó un poco su airada vergüenza, haciéndolo sentir solo un poco tonto en su lugar—. ¡Joder, pero que mocoso más desvergonzado eres, Jaeger! Con todas las fotografías que me has tomado, «sin mi consentimiento», tendría para demandarte por lo que te queda de vida; así que mejor deja de protestar y resígnate. Tómalo como un pago justo.

A pesar de saber que este tenía absoluta razón en su planteamiento, igualmente los labios de Eren se torcieron en una mueca de disgusto.

—No es justo, yo siempre pago por las fotos que te hago, Levi.

—¿Siempre? —inquirió este, lleno de incredulidad.

Medio resignado, él negó sin mucha convicción.

—Casi. Como el noventa por ciento de las veces —mintió con descaro—. Aun así, ese diez por ciento no compensa ese video, por lo que aún me debes. ¡Dios, es horrible! Bórralo, por favor —suplicó, lleno de mortificación.

Al oír el inconfundible chasquido de la lengua de su novio restallando como un suave látigo, Eren tuvo la leve esperanza de haber despertado su compasión y que así este accediera a su petición; sin embargo, notó como aquellos conocidos dedos pellizcaban ligeramente su mejilla antes de decir:

—No es horrible, mocoso. A mí me gusta, por lo que me lo quedo. —Eren dejó escapar un gemido de resignación y se cubrió el rostro con ambas manos, notando como el otro estiraba un brazo en su dirección y acariciaba consoladoramente su cabeza—. Aun así, pagaré por él si es lo que deseas —continuó Levi—. Puedes pedirme lo que quieras.

Sorprendido, él dejó sus lamentaciones de lado y levantó el rostro para verle directamente.

—¿Lo que yo quiera? —inquirió dubitativo, entrecerrando los ojos con velada sospecha—. ¿Cualquier cosa? ¿Por descabellada que sea?

—Lo que tú desees.

Bastante asombrado por aquella inesperada proposición, durante unos instantes Eren no supo que contestar. Por lo general Levi era alguien reacio a decir las cosas solo porque sí, ya que todo lo que hacía tenía un verdadero peso, casi como si fuese un juramento inquebrantable. Que le estuviese dando con tanta generosidad la oportunidad de pedirle lo que fuese, equivalía a un valioso obsequio que ni siquiera el absurdo video que este había grabado de él compensaba.

—Entonces, me lo pensaré —respondió pasados unos cuantos minutos de silenciosa meditación—. Cuando sepa lo que quiero te lo haré saber. Ya lo has prometido, Levi, así que ahora no tienes modo de retractarte.

Con una radiante sonrisa en los labios, Eren ladeó ligeramente la cabeza para mirarlo juguetón; no obstante, la respuesta de su novio fue un par de malas palabras refunfuñadas que solo lo hicieron reír todavía más, sabiendo que este no las sentía en absoluto y solo intentaba ocultar de esa forma la vergüenza que claramente sentía.

Y mientras seguían avanzando por las calles de aquella ciudad, al mismo tiempo tan inmensa y tan estrecha, tan pintada de colores que parecían deslucidos como una fotografía vieja, Eren no pudo evitar preguntarse cómo habría sido la vida de Levi cuando este aún vivía allí. Que tan diferente era el hombre que ahora conocía y ocupaba un espacio tan significativo en su vida, en comparación de aquel que dejó aquella ciudad completamente roto.

Y a pesar de que una parte suya deseaba saberlo, un poco de miedo infantil se instauró dentro de su corazón. Aquel que seguía llenándolo a veces de temores e inseguridades, de la horrible sensación de no ser suficiente, de nunca lograr ser lo que otros necesitaban.

Observando a través del cristal el cielo oscurecido que presagiaba lluvia, no pudo evitar sentir que el gris deprimente de aquella ciudad también comenzaba a teñirlo poco a poco a él.

 

——o——

 

Una vez doblaron la última calle y llegaron al complejo residencial donde se encontraba la casa de Levi, ambos se sintieron tan aliviados al saber que era el final de aquel largo viaje que prácticamente suspiraron al unísono. Tanto él como su novio se habían ido turnando la conducción cada pocas horas desde que partieron esa mañana de Shiganshina, cambiando cada vez que paraban a comer y descansar, pero aun así tantas horas de viaje tendían a pasar factura a cualquiera.

Nada más detenerse frente a la negra verja principal que separaba el recinto de la solitaria calle, el guardia se apresuró a saludar a su novio con cortesía extrema mientras esperaban para poder ingresar. Levi, que parecía haber perdido de golpe todo el buen humor de minutos antes, tan solo se limitó a darle una respuesta parca y monótona que le hizo recordar a Eren sus primeros días tras conocerlo, pero el otro hombre no pareció notar el malhumor de este en absoluto, ya que toda su curiosidad, mal disimulada, parecía estar enfocada solamente en él, que fingió ignorar el descarado escrutinio lo mejor posible.

A pesar de que el centro de la ciudad se encontraba apenas a unos pocos minutos en coche, el alto vallado de frondosos setos verdes que rodeaba el complejo daba la falsa sensación de que se hallaban lejísimo de la bulliciosa urbe, tragándose los ensordecedores sonidos del trafico constante y sumiéndolo todo en una paz agradable. Eren, con una sola mirada a aquella docena de casas pulcras y perfectamente ordenadas, bordeadas de farolillos y cuidados jardines de revista, supo con total certeza de que aquel sitio, aparte de ser muy bonito, debía resultar ridículamente caro.

Cuando finalmente aparcaron el coche frente a una de las casas, él se apresuró a bajarse para aliviar sus entumecidas piernas y elevó los brazos en alto, estirándose cuan largo era para relajar un poco los músculos de su espalda que lo estaban matando. Al notar que la piel de su cintura era ligeramente pellizcada tras quedar al descubierto sobre los azules vaqueros al levantarse la sudadera roja que llevaba, sus ojos buscaron de inmediato al culpable; Levi, sin embargo, solo le dedicó una mirada curiosa, un poco intrigante y probablemente burlesca en el fondo, aunque sin demostrarlo del todo. Él, siguiéndole el juego, le sonrió en respuesta y alzó provocativamente una ceja, pero el otro tan solo rodó los ojos y le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera, dirigiéndose a la que supuso sería la puerta principal de la vivienda.

Observando con atención todo lo que lo rodeaba mientras esperaba a que Levi abriera la puerta para que pudiesen entrar, Eren evaluó con objetividad fotográfica lo que contemplaban sus ojos y tuvo que reconocer que el lugar era hermosamente agradable en su simplicidad, librándose de manera impresionante del aire deslucido y algo lúgubre que parecía primar en la ciudad.

A pesar de que la tarde de aquel viernes mostraba un cielo gris y oscuro que presagiaba mal tiempo, las extensas áreas verdes, llenas de setos perfectamente recortados y parterres con flores invernales de suaves colores que bordeaban las casas, daban a todo un aire mucho más estival; aunque él supuso que también podría deberse al blanco pulcro de las casas de dos plantas, que con sus líneas simple y minimalistas, así como sus amplios ventanales y balcones, parecían iluminar todo a su alrededor.

Allí todo lucía tan perfecto e impoluto, tan impersonal, que involuntariamente acabó odiándolo.

—Si quieres que sea honesto contigo, a mí tampoco me gusta demasiado este sitio —le dijo Levi repentinamente, interrumpiendo las elucubraciones de su mente tal como si hubiese leído sus pensamientos—. Antes de que Farlan me propusiera el que viviéramos juntos, yo alquilaba un departamento cerca de la academia que era considerablemente más pequeño y fácil de mantener; sin embargo, el condenado bastardo había vivido prácticamente toda su vida con su maldita familia adinerada, por lo que mis estándares y los suyos distaban bastante de ser parecidos. Al final esto resultó siendo una elección intermedia para ambos.

Aunque Eren llevaba días preparándose emocionalmente para afrontar que el nombre y la presencia del recuerdo del ex de Levi los rondarían durante todo ese viaje a Stohess de manera inevitable, no pudo evitar que cierta dolorosa molestia se alojara en un resquicio de su corazón al oír aquello. Era una completa tontería, lo sabía bien, sobre todo porque él mismo había tenido un pasado complicado antes de conocer a Levi; aun así, su maldita inseguridad era como un veneno de acción lenta, el cual una vez ingerido se mantenía en el organismo haciendo mella poco a poco de su tranquilidad. Incluso esa misma mañana, al notar que este se había vestido de negro de pies a cabeza, no pudo evitar preguntarse si su elección de vestuario habría sido algo consciente debido al sitio donde iban o una simple coincidencia.

Demonios, que patético era.

—¿Crees que Isabel habrá llegado ya? Casi son las siete y dijo que vendría nada más salir del trabajo, ¿no? —le preguntó a su novio, intentando cambiar de tema y mejorar así su sombrío humor. La chica, que también vivía en la ciudad, había prometido pasarse ese fin de semana para echarles una mano con la selección y el embalaje de las cosas y los muebles que Levi se llevaría a Shiganshina, así como encargarse de aquellas pertenencias que quedarían para obsequiarse. Además, ella misma sería quien quedaría a cargo de la venta de la casa una vez esta estuviese desocupada.

—Tch, como si esa maldita mocosa pudiese ser tan puntual. No me extrañaría que llegara por aquí pasadas las diez de la noche mientras finge con total descaro que son apenas las seis —gruñó este, luchando aun con las llaves—. Izzi no tiene ni una puta idea de lo que es la puntualidad.

Él rio al oír aquello, pero se calló cuando la puerta finalmente fue abierta y pudieron entrar a la casa, sintiéndose extrañamente asfixiado.

Todo allí estaba limpio y ordenado en extremo, tal cual si alguien viviese allí de forma permanente; de hecho, Eren pudo percibir con facilidad el ligero olor de los productos de limpieza aun flotando en el ambiente, por lo que supuso que alguien habría limpiado hacía poco; lo que le fue confirmado cuando su novio comentó que pagaba a una persona para que fuese tres veces por semana y mantuviera la casa en orden. Aun así, aparte de aquel detalle que le resultaba tan acorde con la personalidad de este, nada de aquel entorno podía recordarle a Levi, o por lo menos al Levi que él ahora conocía.

A pesar de ello, debía reconocer que la casa era increíblemente bonita, mucho más de lo que esperó en un principio. A causa de los enormes ventanales de blancas cortinas que daban al jardín, esta era luminosa y clara, pero al mismo tiempo cálida por la gran cantidad de madera utilizada tanto en las vigas del techo como los marcos de las ventanas y las puertas, al igual que en los estantes llenos de libros y fotografías que decoraban las paredes y la hexagonal mesilla de centro de la sala. Los colores que primaban en aquella estancia eran tanto el blanco puro, que iba desde les texturizadas paredes hasta el amplio sofá de tres cuerpos, como el límpido azul del cielo de verano, que pincelaba con alegría las butacas y cojines dispersos sobre ellas, así como las diversas lamparillas que estaban diseminadas por la habitación y la alfombra que cubría el piso bajo sus pies. El comedor, adjunto y separado de aquella estancia por una pequeña tarima de clara y lustrosa madera, también contaba con un amplio ventanal que daba al verde y florido patio trasero, como si fuese un enorme cuadro. Su decoración, no obstante, era mucho más simple que la de la sala, con una robusta mesa cuadrada de madera para cuatro personas y macetas de helechos colgantes que otorgaban viveza y color al lugar.

Aun así, y a pesar del aire mucho más acogedor que tenía aquel lugar comparado con los tonos fríos y neutros que decoraban la casa de su novio en Shiganshina, Eren no pudo sentirlo para nada como un hogar. No había libros a medio leer sobre el sofá o tazas de té recién preparadas sobre la isleta de la cocina, ni siquiera juguetes de una mascota mordisqueados y esparcidos por todas partes en un total desorden; nada que recordara que allí alguien hacía su vida y era feliz. De hecho, él estaba seguro de que a pesar de lo mucho que Levi se había quejado en un principio de cuanto odiaba aquella restaurada casa de su infancia, en esos momentos aquella representaba mucho más un hogar de lo que esta otra casa lo había sido durante el tiempo que vivió en ella.

Un poco más aliviado, a pesar de saberse inmaduramente egoísta, Eren se relajó lo suficiente como para no sentirse un condenado yendo hacia el patíbulo; sin embargo, su escasa tranquilidad no duró demasiado, porque en cuanto sus ojos se toparon con una de las fotografías dispuesta en uno de los estantes, sintió su corazón encogerse de forma dolorosa.

La fotografía en sí misma no era nada extraordinario, una simple toma hecha en un momento cualquiera muchos años atrás. En ella aparecía un Levi bastante más joven de lo que este lucía ahora, y miraba a la cámara con gesto huraño que delataba su malhumor. El que lo acompañaba, por el contrario, sonreía como si la vida se le fuese en ello, abrazando al otro con la confianza que le otorgaba el saberse totalmente aceptado.

Farlan.

A pesar de las muchas veces que el ex de Levi había ocupado parte de sus pensamientos, aunque había conocido a Isabel hacía no mucho y platicado con ella sobre su hermano mayor, lo cierto era que Eren jamás se cuestionó como sería este físicamente, quizá porque el no ponerle un rostro lo convertía en alguien mucho menos real, menos amenazante. Pero allí estaba ahora, se dijo mientras lo observaba, un chico rubio de no más de veinte años y cuyos límpidos ojos azules hablaban a gritos de lo muy feliz que era, de lo afortunado que se sentía, y sin embargo su vida había quedado truncada en apenas un parpadeo, dejando toda una senda de dolor y arrepentimiento tras su partida.

—Joder, pero que evidente eres, mocoso —le dijo su novio mientras dejaba sobre el sofá la negra bolsa de viaje que llevaba con sus pocas pertenencias—. Estoy seguro de que si por ti fuera, ya estaríamos dando media vuelta para volver a sentar nuestros adoloridos traseros en el condenado coche y regresar a Shiganshina.

Eren frunció los labios, torciendo el gesto.

—Yo no he dicho nada.

—Tampoco es que fuese necesario. Estás totalmente disconforme con este sitio y te sientes molesto. Un condenado libro abierto —volvió a picarlo Levi, acortando tanto la distancia entre ambos, que él tuvo que bajar ligeramente el rostro para poder mirarlo, momento que este aprovechó para tirar de uno de los cortos mechones que caían por su frente—. Realmente lo siento mucho, Eren.

Sintiéndose un asco de novio, intentó relajar el gesto, sabiendo que los tormentosos ojos de Levi seguían clavados en él, estudiando cada una de sus expresiones y emociones. Sin necesidad de ser un genio, Eren comprendía que aquella disculpa estaba impulsada por la culpa que el otro sentía al haberle pedido que lo acompañase a Stohess, de seguro captando su malestar al encontrarse en aquella casa y pensando que su llegada a aquella ciudad solo lo estaba haciendo sufrir.

—No hay nada por lo que tengas que disculparte, Levi —le dijo al tiempo que lo envolvía entre sus brazos y se inclinaba para descansar su cabeza sobre el hombro derecho de este, permitiendo así que el ligero aroma cítrico que siempre desprendía aliviara parte de su ansiedad—. Realmente quería acompañarte; me alegré mucho cuando me lo pediste porque sentí que de cierta forma me necesitabas. Además, no es que me moleste estar aquí contigo… solo es que… me siento tan intruso en este lugar.

—Oi, mocoso, deja de pensar tonterías, ¿quieres? —A pesar del certero regaño, la mano que su novio posó sobre su cabeza para acariciarlo fue sumamente gentil, calmando poco a poco su malestar—. No puedo cambiar mi vida antes de conocerte, Eren, y tampoco quiero hacerlo. Te lo he dicho antes y lo seguiré haciendo hasta que te quede grabado en esa dura cabeza que tienes —le advirtió—. De una u otra forma, todo lo que he pasado hasta ahora fue lo que me llevó hacia ti, y por eso estoy muy agradecido con esta vida, aunque sea una verdadera cabrona buena parte del tiempo.

Sintiéndose profundamente conmovido por las palabras de Levi, él lo abrazó con más fuerza aun, la suficiente para poder sentir a través de las capas de ropa que los separaban el latir constante de aquel otro corazón contra su pecho, a la par con sus propias emociones descontroladas.

—Lo sé, lo sé, y también comprendo que me estoy comportando como un mocoso idiota; pero es porque me siento inseguro —reconoció—. Supongo que mi malhumor en parte se debe a esta ciudad que no me gusta. Todo aquí es tan descolorido y monótono. Tan antinatural.

Sintiéndose aliviado tras haber sacado aquello de su pecho, Eren dejó escapar un lánguido suspiro, tras lo cual Levi, sin dejar de acariciar tiernamente su cabeza, le dijo consolador:

—Entonces, prometo que el siguiente viaje que hagamos juntos será a un sitio que te guste más. Uno donde puedas tomar todas las malditas fotografías que desees y te sientas feliz.

Aquella nueva promesa por parte de Levi lo descolocó bastante, haciéndole levantar la cabeza de golpe para poder verle directamente al rostro y asegurarse así de que este no le estaba tomando el pelo. Era extraño, se dijo Eren, como tras la llegada a ese sitio no solo el ánimo de Levi se reflejaba un poco más sombrío, sino que también de algún modo, tal vez inconscientemente, este parecía necesitar de algo que le recordase que pasara lo que pasase durante su estadía en aquella ciudad, en aquella casa, lo que les esperaba una vez regresaran a Shiganshina sería algo mucho mejor.

Sonriendo una vez más, él inclinó el rostro lo suficiente para dejar un pequeño beso en la punta de la nariz de su novio.

—¿Sabes, Levi? Creo que tanta generosidad de tu parte me está comenzando a asustar.

Los ojos grises de este se entrecerraron hasta ser una pálida rendija, anticipando peligro.

—¿Prefieres entonces que sea malo contigo, mocoso? Porque si ese es el caso, no me costaría nada —añadió su novio con una voz baja y amenazante que no lo asustó para nada.

—Solo estoy diciendo que me hubiera sentido más seguro si entre tantas promesas lindas hubieras metido alguna que otra amenaza —bromeó, dejando ahora un pequeño beso sobre sus delgados y pálidos labios—. Eso es más como tú.

Antes de que este pudiese replicarle, el timbre de la puerta comenzó a sonar con insistencia, repicando una y otra vez como si el mundo se fuese a acabar de un momento a otro.

Soltándolo de mala gana y maldiciendo soezmente, Levi se dirigió hacia la puerta, abriéndola de golpe para increpar a su indeseado invitado.

—¡Hermano! ¡Hermano! —gritó Isabel, echándose encima de Levi y encaramándosele como si fuese un mono, lo que era una auténtica proeza si se tenía en cuenta que iba envuelta en un largo y grueso abrigo de un rosa chillón, cuyo borde negro y peludo la cubría desde la pelirroja cabeza hasta las rodillas enfundadas en unas mallas verde limón, además de cargar con sendas bolsas en ambas manos que olían milagrosamente a comida.

—¡Mierda, Isabel! ¡Suéltame de una puta vez, me estás estrangulando! ¡Despégate, no me beses! ¡Qué asco, joder! —protestó su novio, intentando quitársela de encima, pero sin mucho éxito; por lo menos hasta que ella misma decidió bajarse y poner algo de distancia entre los dos. Una vez la pudo mirar bien, el ceño de Levi se frunció aún más—. ¿Pero qué mierda llevas puesto ahora? ¡Es horrible!

Izzi lo miró con sus enormes ojos verdes llenos de indignación.

—¡¿Cómo que horrible?! ¡¿Sabes lo exclusivo que es este abrigo?! ¡¿El dinero que me he gastado en él?!

—Entonces ve a que te lo devuelvan. Es una mierda —le dijo este sin más, dando otro paso atrás, seguramente temeroso de otra arremetida por parte de la chica que ahora lo miraba con los ojos entrecerrados y el menudo ceño fruncido.

—El que tiene un gusto de mierda eres tú, hermano. Este conjunto es precioso, ¿verdad que sí, Eren? —preguntó en su dirección, finalmente pareciendo notarlo. Él, algo inseguro sobre qué hacer, dejó escapar un sonido estrangulado que podría haber significado cualquier cosa, pero que al menos pareció funcionar para dejar a esta conforme, ya que asintió triunfante antes de correr a su lado para colgarse de su brazo y enseñarle la lengua a Levi, quien solo rodó los ojos al verla. Levantando el rostro para mirarlo directamente y arqueando con picardía sus delgadas cejas rojizas, Izzi inquirió una vez más—: ¿Y qué te ha parecido hasta ahora tu estadía en Stohess, Eren? ¿Ya estás odiando la gran ciudad, chico de provincia?

Sintiéndose algo mortificado por ser leído con tanta facilidad, él simplemente se encogió de hombros.

—Acabamos de llegar del viaje, así que de momento solo me siento cansado. Supongo que mañana podré estar más seguro de mi opinión al respecto.

Ella asintió con expresión correcta y circunspecta, como si lo comprendiera.

—Es una lástima que vayan a quedarse tan pocos días en Stohess y solo para poner las cosas de la casa en orden antes de la venta. Sería lindo que pudiesen permanecer un poco más en la ciudad, así podría enseñarte todos los sitios divertidos que hay por aquí, Eren. ¡Te encantarían, lo sé! —Los ojos de Izzi brillaron esperanzados al mirarlo—. ¿No podrían alargar su viaje en uno o dos días más?

—Bueno… —comenzó él, dubitativo entre que hacer. Realmente no podía alargar más de lo planeado ese viaje ya que debía entregar un importante trabajo el martes para una de sus clases, pero tampoco quería parecer grosero con Isabel, sobre todo porque sabía que la relación entre ambos recién se estaba cimentando. No obstante, antes de que pudiese decir nada más, su novio intervino.

—Claro que no podemos. El mocoso ya ha tenido que perder las clases del día de hoy y pedir permiso en su trabajo de mañana para poder acompañarme hasta aquí, así que déjalo en paz y no le presiones con tus peticiones egoístas, Isabel. —Levi tiró de una de las rojizas coletas que escapaban de la capucha del abrigo rosa y tomó las bolsas con comida de las manos de su hermana—. Además, no se suponía que debías estar aquí para cuando llegáramos. ¿Por qué has demorado tanto?

—Lo intenté, pero me entretuve con mi novio —soltó esta con total naturalidad, logrando sin embargo que la expresión de Levi se demudara y la observara boquiabierto. Entrecerrando los ojos, Isabel le preguntó con una dulzura completamente fingida—: ¿Qué ocurre, hermano mayor?

Durante unos instantes este se quedó tan silencioso y quieto, que Eren temió le fuese a dar un ataque de enfado producto de la impresión. Por más que Levi fingiese una cansina indiferencia hacia Izzi, él estaba seguro de que no le haría demasiada gracia que la chica saliera repentinamente con un «novio» al que aún no había tenido la oportunidad de conocer para poder darle su aprobación, y de seguro, también un buen susto.

Devanándose los sesos para encontrar algo que salvara aquella situación antes de convertirla en algo peor, Eren pensó en la posibilidad de sacrificarse a sí mismo con algún comentario absurdo; pero antes de decir nada, la velada sonrisa que asomó a los labios de Levi lo desconcertó, cerrando tanto su boca como la de Isabel.

—Estás mintiendo —aseveró su novio con total seguridad, contemplándola burlón—. Por supuesto que no estás saliendo con nadie.

Los ojos de Izzi se abrieron enormes por el asombro antes su afirmación, pero de inmediato intentó recuperar su expresión de chica mayor e impasible.

—¿Cómo puedes estar tan seguro, hermano?

—Porque nadie estaría tan loco como para salir contigo, mocosa —añadió Levi, ignorando por completo la mirada de advertencia que Eren le lanzó a causa de su poco tacto—. El noventa por ciento de las veces eres un puto fastidio. ¿Quién querría joderse la vida de esa manera?

Liberándolo finalmente de su agarre, Isabel soltó su brazo y se abalanzó como un pequeño animalillo enfurecido contra el otro, quien la aprisionó contra uno de sus costados para abrazarla mientras reía de sus fútiles intentos por golpearlo.

—¡Eres malo, hermano! —protestó está, inflando las mejillas con ademán infantil; pero su aire belicoso de segundos antes quedó reducido a nada debido al inesperado gesto de afecto por parte de Levi, el cual parecía haberla ablandado por completo—. Además, si no estoy saliendo con nadie ahora mismo es solo porque no quiero —aclaró—. Tengo una enorme cantidad de pretendientes, para tu información.

—Entonces alégrate de no haber aceptado a ninguno de esos idiotas, mocosa, o esa lista ya habría reducido su número. —La velada amenaza de sus palabras tenía un dejo bromista, pero Eren no pudo evitar preguntarse qué tan cerca de la verdad estaba aquello. Comenzaba a sentir lástima del pobre tonto que tuviera el valor suficiente para arriesgarse con aquella chica.

Isabel, sin embargo, solo se limitó a suspirar resignada.

—Que injusto eres, Levi. Como si yo hubiese sido así de mala con Eren cuando nos conocimos.

—Lo fuiste —soltó él sin pensarlo, atrayendo nuevamente toda la atención en su dirección y arrepintiéndose de inmediato de ello cuando notó el furioso sonrojo que le coloreó el rostro—. Bueno… debes reconocer que te portaste un poco mal conmigo, Isabel.

Para su sorpresa esta rompió a reír, asintiendo con entusiasmo.

—¡Una auténtica bruja! —admitió—. Pero, ¿no fue divertido acaso?

Eren podría haber calificado de muchas cosas su anterior encuentro con ella, pero «divertido» no era precisamente lo que le había parecido. Aun así, aceptó aquel extraño modo de afecto y sonrió suavemente en respuesta. Levi, por el contrario, pellizcó la mejilla de esta y le dijo muy serio:

—Divertido mi trasero, Isabel. Todavía estás en deuda con el mocoso, que no se te olvide.

—Lo sé, lo sé; por eso hoy fui una buena hermana mayor y preferí pasarme por casa para preparar algo de comer antes de venir. Supuse que tendrían hambre y no creí que tuvieses muchas ganas de cocinar hoy, ¿verdad, Eren? —inquirió, separándose del abrazo y lanzándole una mirada llena de conmiseración que él de inmediato comprendió. Ella sabía bien que entre ambos, tendría que ser él quien se sacrificara en la cocina después del viaje si deseaban llenar sus estómagos con algo que no fuese comida rápida. No pudo evitar sentirse profundamente agradecido con esta.

Sonriendo en respuesta, asintió.

—Tienes toda la razón. Entonces, ¿por qué no lo comemos antes de que se enfríe? —sugirió—. Sería una lástima desperdiciar tu esfuerzo.

Levi, que había comenzado a revisar el contenido de las bolsas, aceptó con cierta reticencia.

—No huele del todo mal, y mientras no muramos envenenados creo que estará bien. Tengo el hambre suficiente para comer casi cualquier cosa.

—¡Ey, que he mejorado mi repertorio! —protestó Izzi—. He preparado un puré de patatas que estoy segura les gustará; y el guisado de pollo ya no me sale tan crudo.

—¿«Tan»? —preguntó Levi alarmado a su hermana. Esta, en cambio, rio en respuesta divertida y descartó su preocupación con un gesto de su menuda mano.

—Broma, broma. Esta vez sí me ha quedado bien cocido; puedo prometértelo, hermano mayor —les dijo Izzi, quitándose el abrigo y revelando el verde vestido que llevaba debajo, dejando luego la prenda tirada de cualquier forma sobre el sofá. Tras tomar una de las bolsas de las manos de Levi, partió rumbo a la puerta que colindaba con el comedor—. ¡Tomaré prestada tu cocina un momento!

Tras apartarse el negro cabello del rostro con una mano y soltar un pesado suspiro mientras cogía el abrigo para colgarlo en el perchero, Levi siguió a esta con la mirada hasta verla desaparecer. Cuando aquellos afilados ojos plateados volvieron a fijar su atención en él, Eren se sintió estúpidamente nervioso, sonriendo algo apenado.

—Oi, mocoso, deja de poner esa cara de cachorro asustado. No voy a hacerte nada, joder —añadió su novio con tono cansino—. Tampoco iba a obligarte a cocinar, ¿sabes? Ya tenía planeado el invitarlos a comer fuera. Ahora, sin embargo, tendremos que conformarnos con… bueno, Isabel y sus experimentos.

—Ella se está esforzando —contravino él, defendiéndola, a pesar de tener claro que Levi ya debía estar valorando enormemente el esfuerzo de la chica.

—Lo sé, y por eso me quedé callado —reconoció este. Un brillo de divertida amenaza apareció en aquella plateada mirada antes de decirle—: Estuve en el ejército, así que tengo muchos años de práctica consumiendo comida de mierda. Solo espero que tus estándares no sean demasiado altos, mocoso.

Él sonrió.

—Tengo bastante experiencia enfrentándome a la comida de Annie, así que creo podré sobrevivir a la cena de esta noche. No te preocupes por eso. —A pesar de saber que lo correcto sería que se reuniesen con la bulliciosa Isabel que los esperaba en la cocina, ambos se quedaron en la sala sin moverse en absoluto, solo mirándose el uno al otro durante aquellos interminables segundos e intentando buscar la forma de romper la absurda tensión que parecía haberse formado entre ellos. Inspirando profundo para armarse de valor, Eren finalmente le dijo—: Levi, solo quiero que tengas la seguridad de que no me arrepiento para nada de haber venido contigo, ¿está bien? Sé que mis inseguridades son una tontería la mayor parte del tiempo, y trabajo en ello, te lo prometo; pero a veces… me cuesta, y necesito algo de tiempo. Yo…

Sus palabras fueron cortadas de golpe cuando su novio, pasando un brazo en torno a su cuello, lo obligó a inclinarse lo suficiente para besarlo duramente en los labios. Eren, sintiéndose algo nervioso y abochornado al saber que Isabel podría aparecer en cualquier momento y encontrarlos así, notó sus mejillas arder, odiando un poco la capacidad que el otro tenía para no importarle en absoluto lo que pensara el resto y mostrarse casi siempre en perfecto control de sí mismo.

Separándose lo justo para que pudiesen mirarse una vez más a los ojos, pero aun lo suficientemente cerca para que el aliento de ambos se entremezclara, Levi, con absoluta seriedad, le dijo claramente:

—No tienes que ser perfecto, Eren. No quiero que los seas. Si estás enfadado o no te sientes cómodo y deseas reclamarme por ello, hazlo. Si sientes que estoy siendo injusto contigo y deseas mandarme a la mierda, hazlo. Nada de lo que hagas para provocar mi enojo o mi frustración cambiará lo que siento por ti, nunca. —La sutil sonrisa que se formó en los labios de este, tan diminuta que casi no parecía estar allí, provocó que su maltrecho corazón se agitara dentro de su pecho con anhelante emoción—. Si me gustas, si te quiero, no es porque no cometas errores o no le temas a nada, mocoso; por el contrario. Que te equivoques o te asustes, que tengas un montón de inseguridades pero que a pesar de eso vuelvas a levantarte y seguir adelante, siendo tú mismo, para mí es algo admirable, Eren. Lo cierto es que entre ambos, tú eres mucho más valiente que yo. Solo necesitas darte cuenta de ello y confiar más en ti mismo.

Tirando una vez más de uno de los mechones de su cabello, Levi chasqueó la lengua reprobatoria y burlescamente, dejándolo ir tras un último y rápido beso antes de partir rumbo a la cocina, de seguro confiando en que él lo seguiría de inmediato.

Sin embargo, Eren no lo hizo.

Dirigiéndose nuevamente al estante donde se encontraba aquella fotografía que tanto conflicto emocional le había causado minutos atrás, la sostuvo entre sus manos y la contempló con atención, pensando en lo que su novio acababa de decirle.

Claro que estaba asustado, ¿cómo no estarlo cuando cada cosa en ese lugar le hablaba de que Levi había querido a otra persona y que, si este no hubiese muerto, probablemente seguirían juntos? Una vez él mismo se había preguntado como se podía luchar contra un fantasma, y la respuesta resultaba tan simple como aterradora: era imposible.

Aun así, por primera vez Eren sintió que no debía temer al recuerdo de Farlan y lo que este fuera a traer, ni durante esos días en Stohess ni en un futuro próximo, porque aunque Levi le había querido lo suficiente para que la culpa y el dolor por su pérdida casi le hubiesen destruido, también le quería a él, y si algo había aprendido durante sus casi veintiún años, era que el corazón, tan amplio como el vasto océano que bañaba las costas, tan inabarcable como el grisáceo cielo sobre su cabeza, jamás limitaba su cariño.

Levantando su mano izquierda, Eren observó la pálida cicatriz que cruzaba su palma y que desde un comienzo había asociado como una especie de señal que le unía a Levi, y tal vez lo fuese, ¿por qué no? El destino era algo curioso y sus caminos insospechados, y quizá del mismo modo en que, sin siquiera intuirlo, aquel chico de brillante mirada azul y sonrisa sincera reconstruyó una casa llena de recuerdos y sueños frustrado que llevó al otra hasta él, esa sencilla marca gemela fuese el mapa del camino que acabó guiando al otro en su dirección, hasta reunirlos.

Y aquella revelación fue como la lluvia, sorpresiva y violenta, fría y un poco dolorosa, pero al mismo tiempo arrastrando con ella todo lo malo, todas las dudas, y dejando a su paso solo la seguridad de lo bueno que estaba por venir.

No importaba lo doloroso y turbulento que ahora se viera todo, se dijo Eren volviendo a dejar la fotografía a donde esta pertenecía; tarde o temprano las nubes terminarían por dispersarse y volvería a salir el radiante sol sobre ellos.

Cuando al fin decidió dejar su abatimiento atrás e ir a la cocina, se encontró con Isabel y Levi discutiendo infantilmente al tiempo que disponían sobre la isleta la aromática comida que ya estaba servida en la blanca e inmaculada vajilla; sin embargo, en el momento en que su mirada y aquella otra gris se encontraron, algo pareció conectar y encenderse dentro de ambos sin necesidad de decir nada, y fue entonces que él ya no tuvo más dudas, no hubo más miedo, pudiendo sonreír sinceramente desde el fondo de su corazón.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que la lectura fuese de su agrado y compensara el tiempo invertido en ella.

Lo segundo es disculparme por la enorme tardanza en actualizar, pero lamentablemente hace cosa de un par de semanas atrás el disco duro de mi pc murió, llevándose con él buena parte de la información que tenía guardada y sin respaldar (mi enorme error), entre la que estaba él capítulo veintisiete de In Focus y una buena cantidad de cosas más, por lo que fue una pérdida considerable. De todos modos, ya me he conseguido otra computadora y con ello vuelvo a escribir, o reescribir en este caso, lo que muchas veces resulta un poco más complejo que partir desde cero, ya que uno desea que quede similar a lo anterior y la memoria no siempre es demasiado exacta, así que esta vez me ha tocado rabiar bastante con este capítulo; pero aun así espero les haya gustado. Afortunadamente pienso que se mantuvo como un 85% fiel al original, así que por lo menos lo subo satisfecha, ya que temía que la frustración me ganase esta vez.

También, debido a lo mismo, perdí casi todos los capítulos que ya tenía corregidos de In Focus, así que me toca trabajar todo de nuevo. Lo único que alcancé a recuperar y ya está subido, son los capítulos del 16 al 26, por lo que desde allí espero encuentren solo errores mínimos en la lectura; todo lo que está desde el capítulo 1 hasta el 15, sigue con los mismos fallos feos, pero iré corrigiéndolos poco a poco en estos días.

Por lo demás, ya estamos en Stohess y nos quedaremos por aquí por lo menos un capítulo más; no puedo asegurarlo con certeza, ya que como siempre digo, la creación de un capítulo es siempre 50% planificación y 50% magia, por lo que si se alarga más de lo esperado, acabarán siendo dos.

Sobre el resto de las actualizaciones, lo siguiente será el capítulo doce de Cantarella en la línea de Deseo, y luego vendría nuevamente la actualización de In Focus, que espero no tarde demasiado en esta ocasión; sin embargo, antes del desastre de mi pc tenía planificado subir para finales de esta semana algo para el fandom de MDZS, pero obviamente lo perdí, así que durante estos días estaría dividiéndome un poco entre ambas historias y puede que eso retrase la salida de alguna historia del fandom de SnK o KnB, pero quiero que sepan que es debido a ello. Sigo escribiendo e intentando recuperar lo perdido.

Nuevamente muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas; son siempre la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos de salud para ustedes y sus cercanos en estos tiempos complicados.

 

Tessa.


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