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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 29:

Mareas Infinitas

 

Prometo, cuando regrese, apretarte entre mis brazos y no soltarte nunca. Veremos el cambio de las mareas infinitas veces. Y siempre, juntos.

(Ana Iturgaiz, La mirada de la ausencia)

 

 

 

Cuando Eren puso fin a su llamada con Armin, el reloj del móvil ya marcaba que pasaban de las ocho de la tarde. El cielo, visible a través del ventanal de la ahora casi desamoblada sala, estaba teñido del oscuro azul nocturno, por lo que prácticamente se encontraba sumido en la oscuridad, la cual solo era rota por la tenue luz encendida proveniente de la cocina que se apreciaba al fondo y las débiles farolas que iluminaban los jardines del complejo residencial.

Apoyando pesadamente la espalda contra el respaldo del blanco sofá, cerró los ojos durante un momento y se preguntó qué demonios era lo que debía hacer a continuación con Levi. Quería ayudarlo, de la forma que fuese, pero era terriblemente difícil saber por dónde comenzar cuando este ni siquiera le permitía ver un indicio de donde estaba el daño real al que debía enfrentarse.

Dios, era tan frustrante…

Dejando escapar un largo suspiro de desánimo, Eren finalmente se puso de pie, decidiendo que se dirigiría a la cocina para preparar algo de comer a pesar de lo anudado que sentía el estómago. Tras la enorme desazón que produjo en todos ellos el inesperado encuentro de las sortijas de compromiso, el almuerzo había pasado al olvido, por lo que tanto ellos como Isabel simplemente se conformaron con tomar un ligero refrigerio sin muchas ganas; aun así, sabía que Levi y él necesitarían comer aunque fuese un poco para llenar sus estómagos antes de acabar el día.

Aquella noche, se recordó Eren, sería la última que ambos pasarían en Stohess, ya que al día siguiente partirían de regreso a Shiganshina durante las primeras horas de la tarde como estaba planificado.

Esa misma mañana, mientras se encargaba de embalar las pertenencias de Levi junto a Isabel, él había temido que el tiempo no les diese a basto debido a todo lo que aún les quedaba por hacer en la casa; en ese momento, sin embargo, Eren sentía que cada hora transcurrida de aquel día prácticamente se había arrastrado frente a sus ojos. Levi y él habían trabajado casi sin descanso durante toda la tarde para acabar de desarmar la casa y embalar las cosas, pero la atmosfera reinante entre ellos resultó por completo diferente a la que solían compartir habitualmente, ni siquiera similar a la del día anterior que ya de por sí había resultado bastante extraña.

Si lo pensaba con detenimiento, era como si luego de aquel inesperado hallazgo, todo se hubiera descontrolado para ellos tres; casi como si fuese una avalancha que arrasaba con todo a su paso.

Isabel, que llegó al despacho solo un par de minutos después que Levi, había abierto con total consternación sus enormes ojos verdes al ver las sortijas grabadas. Antes de que alguno de ellos pudiera decirle algo siquiera, esta corrió a esconderse al cuarto de baño de la segunda planta, refugiándose allí durante casi media hora. No obstante, cuando se reunió otra vez con ambos, Izzi se mostraba tan compuesta como de costumbre, sonriendo cuando era necesario y hablando de las mil cosas que ellos debían hacer una vez ella se marchase. Una normalidad falsa y estudiada que ni aún en su perfección pudo borrar de la cabeza de Eren los sollozos que le había oído soltar a través de la puerta cerrada cuando fue a ver como se encontraba.

Por su parte, él se sentía casi a punto de estallar a causa de la tensión. Su cabeza no dejaba de dar vueltas debido a todas las preguntas que quería hacer, de su ansiedad y de sus miedos. Necesitaba moverse, fotografiar o lo que fuera, pero en cambio seguía allí intentando mantener una calma que en absoluto sentía porque no sabía que más hacer. La tarde anterior Levi le había asegurado que podía actuar como lo desease, pero, ¿realmente podía hacerlo en esas circunstancias? ¿Estaría bien que interrogara o exigiera a este cuando temía que al menor error de su parte todo acabara por desmoronarse? Porque lo que más lo asustaba, lo que peor le tenía, era al mutismo extremo de Levi. Desde que su novio recogió la caja con las sortijas y comprendió lo que estas eran, se había cerrado por completo en sí mismo, dejándolo fuera.

Ni una palabra, ni una sola muestra de dolor o debilidad, se dijo Eren con pesar al recordar aquel momento. De ellos tres, Levi parecía ser el único que mantenía un total control de sí mismo y sus emociones; un control que, debido a lo mucho que él lo conocía, lo hacía preocuparse por la tormenta que de seguro se estaba fraguando en el interior de este, sin que él pudiese hacer nada para ayudarle a superarla.

Una vez entró a la cocina, ya casi por completo vacía, Eren notó la tenue luz que se filtraba por la ventana desde el pequeña terraza que daba al patio trasero. Desde hacía casi una hora atrás, Levi se encontraba sentado en la blanca mesilla para dos que allí había, dedicado por completo a revisar documentos para separar aquellos que debía llevarse a Shiganshina de los que tan solo desecharía.

Observando sus manos ligeramente temblorosas al apoyarlas contra la blanca superficie de la encimera, se preguntó si sería una buena idea tomar su medicación para la ansiedad. Desde hacía semanas que no había necesitado de ella, pero con todo el estrés sufrido durante ese día, Eren se sentía a punto de colapsar de un momento a otro. Notaba las pulsaciones de su corazón un poco aceleradas y le dolía tanto la cabeza como el estómago al tenerlo anudado; además, tenía los dedos de las manos tan fríos y rígidos que le costaba moverlos. Ciertamente lo último que necesitaba su novio en esos momentos era tener que lidiar con él sintiéndose morir.

No obstante, antes de que pudiese subir a la habitación de invitados para ir en busca de su bolso, su móvil comenzó a sonar y se apresuró a responder. Al oír la ligera voz de Isabel al otro lado de la línea pronunciando su nombre, Eren se sorprendió un poco; lo justo para recordar que ambos habían intercambiado números antes de que esta se marchase.

—Y bien, ¿cómo se encuentra mi hermano? —le preguntó esta, dejando trasmitir buena parte de su ansiedad en cada una de sus palabras.

—Igual —admitió pesarosamente él, observando la inmóvil silueta de Levi que todavía permanecía sentado en el patio—. A pesar de que trabajamos juntos toda la tarde, no me ha dicho nada, Isabel. Parece muy calmado.

—Y una mierda sí lo está —masculló Izzi, furiosa desde el otro lado de la línea—. De seguro el muy idiota debe estar pensando en un montón de tonterías autoflagelantes. Levi es un experto en echarse la culpa de cosas que no son necesariamente su responsabilidad.

Tras oír aquellas palabras, Eren no pudo evitar sentirlas casi como una puya hacia sí mismo. Lo cierto era que él también solía cometer muchísimo ese error, casi siempre, cargando de esa manera con más peso del que debería o podía soportar.

Intentando mantener a raya su angustiada desesperación, fijó la vista en las blancas paredes ribeteadas de claro azul y le preguntó a esta:

—Dios, Isabel, ¿cómo le ayudo? ¿Qué se supone que debo hacer?

Tras guardar silencio durante unos interminables segundos, la muchacha finalmente le dijo:

—La verdad, Eren, es que no lo sé en absoluto. Levi es complicado, muchísimo, y nunca ha sido alguien especialmente comunicativo. Si se enfada, despotrica y maldice contra todo el mundo. Si es feliz, mantiene un silencio plácido y fácil. Sin embargo, cuando está triste, se cierra y deja a todos fuera. Conozco a mi hermano de casi toda la vida, pero ni aun así sé cómo lidiar con su sufrimiento —reconoció Isabel con tristeza.

—Entonces, yo tengo muchas menos posibilidades —le dijo él quedamente, sintiendo como el abatimiento de aquella certeza lo golpeaba con dureza. No obstante, para su sorpresa, la chica lo interrumpió.

—No lo sé, Eren. Dudo mucho que esto sea un asunto de posibilidades o de conocer bien a alguien. Cuando sufrimos, tan solo duele hasta que somos capaces de asimilarlo y la pena remite por sí misma. A veces —comenzó esta con voz queda—, simplemente necesitamos saber que tenemos a alguien a nuestro lado para que el dolor sea menos; saber que contamos con alguien para hablar, llorar o que nos dé un abrazo si lo necesitamos. Es tan simple como eso, ¿sabes? No sentirnos solos.

El final de su conversación con Isabel, dejó en Eren una sensación extraña. Seguía sintiéndose ansioso y lleno de una angustia difícil de descifrar, pero en parte había calmado sus inseguridades; por lo menos lo suficiente para desechar de momento todas sus dudas innecesarias y concentrarse en lo que realmente debía importar.

Tras revisar los pocos alimentos con que contaban en la nevera, y negándose a salir a comprar a esa hora, Eren tan solo se decantó por una comida sencilla y rápida que sirviera para alimentarlos a ambos, por lo que sacó los ingredientes que iba a necesitar y los depositó en la isleta central.

Esa tarde Levi y él habían embalado casi todos los utensilios de cocina, dejando solo lo impresindible como algo de vajilla, un par de cacerolas y cubiertos. El resto se encontraba ahora guardado y arrimado con todas las cajas que ocupaban la sala, convirtiendo aquella estancia en un frío cuadro en blanco y azul, cuyos acristalados estantes colgantes, y las encimeras que la circundaban, lucían tan vacíos como un esqueleto.

Notando la soledad casi como un peso físico, Eren se dedicó a trabajar en meditativo silencio mientras cortaba el queso que iba a poner en el pan. Era extraño, pensó, cómo sin siquiera darse cuenta, se había acostumbrado a que aquellas sencillas tareas que antes realizaba solo sin ningún problema, acabaron convirtiéndose en una rutina de dos.

Eran raros los días en los que no cenaba en casa de Levi, ya que ambos solían quedar para verse cuando acababan sus clases si él no tenía mucho que estudiar o trabajos que realizar para la universidad. Eren, de forma inconsciente, había tomado la costumbre de cocinar para ambos mientras su novio le ayudaba y hablaban de cómo había sido su día. Aquello no era algo que él se hubiera propuesto o que el otro se lo hubiese exigido, tan solo había ocurrido y ya, de la misma forma natural y paulatina en que parecía darse siempre todo en su relación. La certeza ineludible de que aquello tarde o temprano iba a ocurrir porque era tan seguro como el hecho de que cada nuevo día amanecería o que las estaciones cambiarían año tras año.

Conocer a Levi le había dado a Eren finalmente la seguridad de ser permanente, de ser necesario, y aunque muchas veces la complejidad de ese tipo de compromiso seguía asustándolo bastante, ya que en el fondo se seguía sintiendo insuficiente para el otro, por primera vez estaba comenzando a creer que quizá podrían llegar a tener un futuro juntos si se esforzaba lo suficiente.

Colocando en una bandeja su improvisada cena, Eren abrió con cuidado la puerta que comunicaba hacia el patio y salió a este, contemplando la amplia extensión de césped perfectamente recortado que se mostraba ante sus ojos, el cual terminaba en el muro frontal donde algunas trepadoras buganvillas anaranjadas lo cubrían al completo.

La noche estaba helada, por lo que la fresca brisa lo hizo estremecer al primer contacto con la piel desnuda de su rostro y cuello que la roja sudadera no alcanzaba a cubrir; aun así, sintió que de cierta forma el aire frío acabó por despejar su cabeza y mejorar en algo su humor, haciéndole preguntarse si quizás el verdadero motivo por el que Levi se encontraba trabajando allí, fuera debido a ello.

—He traído algo para comer —señaló cuando, tras colocar la bandeja sobre la mesa llena de papeles, el otro lo miró con sus grises ojos interrogativos—. Estaba seguro de que me rechazarías si te pedía que fueras a cenar conmigo, así que preferí asegurarme de que no me pudieses decir que no.

El silencio de Levi tras su comentario, le bastó a Eren para saber que había tenido razón en su suposición. Aun así, este comenzó a amontonar los documentos sin revisar en una ordenada pila que volvió a depositar sobre la caja, tomando a continuación una de las humeantes tazas que él había llevado.

Nada más ver y oler su contenido, una de las renegridas cejas de su novio se alzó.

—¿Chocolate caliente, mocoso?

Eren asintió y tomó asiento frente a él.

—Pensé que hoy necesitarías algo distinto, más reconfortante que el té —admitió—. Cuando era pequeño y me sentía mal o triste por algún problema, siempre tenía la seguridad de que todo se solucionaba tan solo con beber chocolate caliente.

—¿Y ahora? —inquirió Levi con verdadera curiosidad—. ¿Sigues pensando así?

Él simplemente se encogió de hombros.

—No realmente. Sé que nada va a solucionarse si no soy yo mismo el que haga algo para que así sea, pero de todos modos el beberlo me hace sentir mejor. Eso por sí solo ya convierte al chocolate caliente en una bebida especial, ¿no crees? —Como para demostrarlo, envolvió sus manos frías en torno a la taza y dio un sorbo a esta. De inmediato el cálido y dulce líquido se expandió dentro de su boca y lo reconfortó por dentro, haciendo que parte del entumecimiento emocional que sentía se disipara poco a poco—. ¿Cómo vas con eso? —le preguntó a su novio, señalando con un gesto de su barbilla los ordenados montículos de papeles que en ese momento se dividían en dos cajas.

—Es una completa mierda. La mayor parte de esta porquería es solo basura; ni siquiera sé porque motivo la guardé. Pero ya casi estoy acabando —gruñó este malhumorado, estirando la mano para agarrar una servilleta y coger luego uno de los sándwiches de jamón y queso caliente que Eren había preparado—. ¿Pudiste hablar con Armin?

—Sí. Hoy ha estado lloviendo en Shiganshina, por lo que de seguro mañana en la noche hará un frío de los mil demonios cuando lleguemos. También me ha dicho que Morgana se ha portado bastante bien, aunque anoche lloró durante casi una hora completa porque te extrañaba —le informó mientras él mismo tomaba un sándwich del plato. Sin poder esconder su alegría, le dijo a Levi con una sonrisa—: Armin me la ha puesto al teléfono para que le hablara.

—Oh… ¿y que te dijo ella?

Sin miramiento alguno al detectar el inconfundible dejo de burla en su voz, Eren le pegó una patada en la espinilla que hizo a su novio gruñir por lo bajo y fruncir el ceño amenazante en su dirección.

—No seas idiota, Levi, ¿qué me va a responder aparte de ponerse a ladrar como loca? —lo regañó—. Pero al menos Armin dijo que se puso contenta al oírme. Deberías haberlo intentado también.

Durante la siguiente media hora, ambos se dedicaron a terminar la cena mientras platicaban de un montón de cosas intranscendentes. Aquello no era algo extraño entre ellos, se recordó Eren; ambos solían conversar mucho de casi todo, desde asuntos tan serios como las decisiones que estaban tomando para su futuro, hasta el por qué Levi prefería una marca de detergente por sobre otra. Aun así, el invisible muro de distancia que su novio había levantado esa noche entre ellos resultaba doloroso y angustiante. Tenía ganas de gritar y exigirle a Levi que le hablase, que confiara en él para apoyarse si lo necesitaba, pero su parte más racional le advertía que no era el momento; no cuando aquella era la primera vez que aquel hombre parecía tan vulnerable frente a sus ojos.

Una vez acabaron de comer, Eren se apresuró a llevar las cosas de regreso a la cocina y se encargó de lavar los platos. Luego de servirse un poco más de chocolate caliente, fue al despacho por una de las mantas que Levi había utilizado la noche anterior y salió nuevamente fuera. Para su sorpresa, este ya no estaba sentado en la mesa trabajando como cuando lo dejó, sino que ahora ocupaba uno de los peldaños de la escalinata de madera, que separaba el porche del verde césped, y miraba meditativamente hacia la nada.

Sin detenerse a pensar mucho en lo que estaba a punto de hacer, Eren, armándose de confiado valor, se sentó a su lado y los cubrió a ambos con la azul manta de lanilla, alegrándose en secreto cuando Levi no hizo ningún intento de apartarse ni protestó por ello.

Al ver que él se llevaba la taza de humeante chocolate a los labios, los pálidos ojos grises de su novio se entrecerraron con sospecha.

—Oi, mocoso, ¿no hay más chocolate para mí? —le preguntó.

Eren se rio.

—Lo siento, pero no quedaba más. Además, tú eres el que siempre dice que no le gustan estas cosas —se defendió él, volviendo a beber un sorbo y sonriendo con provocadora malicia en su dirección—. Eso te pasa por no ser realmente honesto con lo que quieres, Levi.

—Honesto mi culo —protestó este. Quitándole de un rápido y hábil movimiento la taza de las manos, bebió de ella a su vez; sin embargo, al notar que él lo miraba con los ojos muy abiertos, le preguntó con fingida paciencia—: ¿Y ahora qué te pasa?

En respuesta, Eren le sonrió con provocativa coquetería señalando la taza.

—Que ese ha sido un beso indirecto.

La lengua de Levi chasqueó ante su contestación, pero aun así este sonrió. La primera sonrisa sincera que él le había visto desde que nuevamente la sombra del recuerdo de Farlan volvió a posarse sobre todos ellos.

—¿Qué mierda contigo, Jaeger? ¿Tienes diez años acaso? —Los dedos de su novio, calientes al haber estado en contacto con la superficie de la taza, pellizcaron suavemente su mejilla antes de posarse sobre ella en una delicada caricia—. Un beso indirecto, joder. Como puedes pensar en eso si ya te he metido la lengua hasta la garganta.

Sintiendo que el rostro le explotaba a causa del súbito calor que lo inundó, Eren protestó escandalizado:

—¡Por el amor de Dios, Levi! ¡¿Cómo puedes llegar y soltar ese tipo de cosas?!

—Porque son verdad. No entiendo porque te avergüenzas tanto.

—No estoy diciendo que no sean verdad, pero hay modos y modos de decir las cosas, ¿sabes? —volvió a replicar él, apartando ligeramente el rostro de su toque para que este no pudiese notar con tanta facilidad su enorme bochorno—. Podrías expresarlo de otra manera. No sé… ¿con un poco más de delicadeza, quizá?

—Tch, como si no me hubieses conocido siendo de este modo, mocoso —soltó Levi—. Sabes que detesto edulcorar las cosas o poner filtros estúpidos.

Como si aquel simple recordatorio hubiese sido la pieza que le faltaba para comenzar a unir el enorme puzle de destrozos que en ese momento era aquel hombre, Eren finalmente lo comprendió.

¿Cómo podía haber sido tan tonto para olvidar algo tan importante?, se regañó a sí mismo. Demonios, había sido tan obvio desde el principio… Aun así, el saberlo dolía y resultaba un poco triste, tanto que una parte de él, la más cobarde y egoísta, no quería hacer aquello; pero, si algo había aprendido en el último tiempo, era que muchas veces para avanzar, resultaba necesario superar el miedo y enfrentar el sufrimiento momentáneo, ya que esa era la única manera de seguir adelante.

—¿Eren? —lo llamó Levi, haciendo que volviese a mirarlo. Cierta preocupación teñía su voz, de seguro inquieto al ver que él se había quedado repentinamente callado.

—Es verdad, ¿cómo pude olvidarlo? —comenzó él, dejando escapar con suavidad el aire que había estado reteniendo en sus pulmones e intentando relajar el enorme peso que sentía sobre sus hombros—. Tú siempre has sido alguien así, Levi: brutalmente directo, sin filtro alguno. El Levi que conozco, el que amo, es alguien que no teme hacer ni decir lo que piensa, y realmente me gusta esa parte tuya, ¿sabes? Siempre he admirado y envidiado un poco la valentía que tienes para que la opinión del resto no te afecte, tal vez porque casi toda mi vida yo siempre he estado demasiado pendiente de complacer al resto para no provocarles sufrimiento innecesario ni decepciones. Sé lo que es guardárselo todo, Levi; lo terriblemente dañino y desgastante que es ahogarte en tu propia angustia. Es por ese motivo que ahora me duele tanto ver como sufres en silencio. —Tomando una de aquellas pálidas manos entre las suyas y mirándolo directamente a los ojos, Eren le dijo con absoluta determinación—. Puedes decirme lo que quieras, lo que necesites. No voy a romperme, te lo prometo.

Al oírlo, los ojos de Levi se abrieron ligeramente, reflejando en ellos la luna nocturna y gran parte del dolor que guardaba en su interior. Eren, que sostenía todavía su mano, la pudo sentir temblar, o quizás era la suya quien lo hacía, no estaba seguro; sin embargo, se repitió, aquello era lo correcto, aquello estaba bien. Aunque doliese y asustara, estaba bien.

—Eren, yo…

—Llevo horas preocupado por ti, Levi. En verdad ya no sabía qué hacer para ayudarte —lo interrumpió él, permitiendo que su cabeza reposara sobre su hombro izquierdo con aire ausente—. ¿Qué necesitabas que dijera? ¿Qué necesitabas que hiciera? Me pregunté mil cosas durante toda esta tarde, desesperado por ser tu consuelo, tanto que perdí el norte y no me percaté de que buena parte de ese silencio tuyo se debía a mí y a tu determinación de no hacerme daño.

—Oi, mocoso, no comiences a culparte ahora.

—No lo hago, solo señalo lo evidente —le dijo Eren con seguridad—. Antes de la cena, Izzi llamó para saber cómo te encontrabas. Cuando hablábamos de ti, ella me recordó que muchas veces eras un experto en cargar culpas que no te correspondían, y aquello fue algo que me hizo pensar en mí mismo y mi manera de actuar. Entonces, cuando hace un momento me recordaste que eres por naturaleza alguien directo, pensé en nuestra conversación de ayer y lo culpable que parecías por mí. Fue así que descubrí que estabas intentando no demostrar lo que sentías ni decir nada porque te considerabas culpable, tanto de lo ocurrido con Farlan como del hecho de que yo lo esté pasando mal en esta ciudad.

Tras unos minutos de silencio, Levi finalmente le preguntó.

—¿Y no es así, Eren? ¿No has sufrido bastante con este viaje?

Él suspiró y se apegó un poco más al hombro de este.

—Un poco —reconoció—, pero no lo suficiente para destrozarme. Te quiero, Levi. Te quiero de una manera que ni siquiera puedes llegar a imaginar. Elegí estar contigo a pesar de que la idea de comprometerme con alguien me aterraba, y eso significa que estoy dispuesto a aceptar tu pasado y todo lo que eso significa, así como todo lo que venga a futuro. —Oyendo a este contener la respiración ante sus palabras, Eren entrelazó aún más sus manos unidas y miró hacia el oscurecido y opaco cielo sobre sus cabezas—. Aaah… realmente odio el cielo de esta ciudad. Aquí nunca puede verse ni siquiera una estrella.

El cálido roce de la mano de Levi sobre su rostro fue seguido por el de sus labios, que lo besaron con suavidad, mezclando el ligero regusto dulce del chocolate con el salado de sus propias lágrimas, las cuales él simplemente no pudo seguir conteniendo y comenzaron a fluir.

Mirándose frente a frente una vez se separaron, permitiendo que los dedos de Levi secaran sus lágrimas a pesar de lo completamente patético que Eren se sentía en ese momento, apoyó su frente contra la de este y murmuró apenas sobre sus labios:

—Me debes un deseo.

Ante su reclamo, el ceño de su novio se frunció, y sus ojos plateados, donde él se podía ver reflejado, adquirieron un brillo de sospecha.

—¿Qué mierda, mocoso?

—Que me debes un deseo. Ya sabes, por ese horrible video que grabaste de mí durante el viaje —le recordó con cierto reproche—. Me dijiste que podía pedirte lo que deseara como pago.

Quizá presintiendo a donde él deseaba llegar con aquello, Levi lo observó con detenimiento unos segundos antes de preguntarle:

—Entonces, Eren, ¿ya sabes lo que deseas?

Inspirando profundo y sintiendo como se le encogía el corazón ante lo que estaba a punto de hacer, él asintió.

—Quiero que me hables sobre Farlan, Levi. Quiero que me cuentes sobre él y me digas cómo te sientes realmente respecto a su pérdida.

 

——o——

 

A pesar de que aquel había sido un día de mierda en muchos aspectos, uno que le había dado una sorpresa tras otra sin tregua alguna, lo cierto era que Levi jamás esperó una petición de ese tipo por parte de Eren.

¿Realmente ese mocoso tonto iba a utilizar su deseo de aquel modo tan absurdo?, se preguntó con incredulidad. Para Eren, Farlan era un tema de dolor constante, por mucho que intentara disimularlo y fingir que no le importaba. Él lo sabía bien, y por eso mismo había intentado hacer lo posible porque ni su malestar ni su tristeza afectaran al chico, pero, como no, Eren había desbaratado sus planes por completo una vez más.

Joder, ese condenado mocoso iba a terminar por volverlo loco.

Intentando reunir algo de valor, contuvo la respiración durante unos instantes y miró a Eren. Este, sentado frente a él en la escalinata, lucía ansioso a la espera de su respuesta. Levi no quería hablarle de aquello, no sabiendo que terminaría por hacerlo sufrir; aun así, se sintió incapaz de negarse a su petición y acabó cediendo.

—Bien. Entonces, ¿qué es lo que deseas saber, Eren?

Este, sonriendo algo tenso, simplemente se encogió de hombros ante su respuesta.

—No es que tenga en mente algo en específico, solo me preguntaba cómo te sentías realmente con todo esto, Levi. Sí estar aquí ha resultado difícil para mí, ni siquiera puedo imaginar cómo ha debido ser entonces para ti, con todos los recuerdos que de seguro esta casa tiene —señaló pesaroso—. ¿Sabes que aparte de algunas cuantas cosas que me has contado sobre la relación que ambos mantuvieron, y del por qué decidiste regresar a Shiganshina, nunca hablas de Farlan? Es algo bastante extraño tratándose de alguien que fue tan importante en tu vida.

Al ver como los largos dedos de las manos del chico se entrelazaban nerviosamente entre sí, Levi no pudo evitar preguntarse si este necesitaría tener cerca su cámara para sentirse seguro. Aquel era un hábito que Eren había ido perdiendo poco a poco en su presencia, por lo que ya eran muy escasas las ocasiones en que este se aferraba a la fotografía como si de ella dependiese su vida. Pensar que ahora se hallaba en esa situación por su culpa, resultaba doloroso.

Lo cierto era que tras encontrar las sortijas de compromiso que Farlan había comprado antes de su fallecimiento, Levi se sentía un poco descolocado, tanto que no sabía que debía pensar o cómo actuar a continuación.

Aunque ya no se culpaba continuamente por la muerte de este, él aún no podía dejar por completo de lado el remordimiento que lo embargaba al comprender lo mal que lo hizo durante buena parte de su relación. Farlan no solo había sido su pareja y familia, sino que también su mejor amigo y, muchas veces, demasiadas quizá, su peor enemigo. Sus discusiones habían sido brutales e hirientes, tanto que en muchas ocasiones se hicieron un daño terrible, pero todavía así lo habían seguido intentando una y otra vez, una y otra vez; quizá, porque no tenían otra manera de continuar; tal vez, porque inconscientemente se sentían dependientes el uno del otro.

Durante aquellos dos años tras su pérdida, Levi muchas veces se había preguntado si no habría sido mejor el solo haber dejado marchar a Farlan. Si hubiera sido lo suficientemente valiente para cortar su relación de raíz en alguno de sus tantos rompimientos, ¿este seguiría vivo? ¿Habría Farlan podido tener una vida mejor sin él a su lado?

Eran tantas las preguntas para las que no tenía respuesta, tantos los arrepentimientos con los que cargaba, que Levi ni siquiera sabía por dónde comenzar a resolverlos; sin embargo, un repentino día Eren había irrumpido de golpe en su vida y todo eso cambió. Sin proponérselo, sin esperarlo, él acabó enamorándose de este y, por primera vez en su jodida vida, comprendió que amar a alguien estaba lejos de ser racional y desinteresadamente generoso; por el contrario. El amor era una cosa descontrolada y muchas veces egoísta, porque a pesar de que doliese o fuera difícil, ibas a seguir luchando por estar junto a la persona que querías, por convertirte en su felicidad aunque eso te destrozara en el intento.

—No suelo hablar demasiado de muchas cosas —replicó suavemente, pasados unos cuantos minutos. Estirando una de sus manos, Levi dejó que esta reposara sobre las del chico, encontrándolas frías al tacto—. Aaah, joder… Ni siquiera sé por dónde debería comenzar.

—A veces —le dijo Eren, soltando sus manos unidas para entrelazarla con la suya—, empezar por cuando fuimos felices hace que sea más fácil contar una historia triste.

Teniendo la seguridad de que el chico hablaba desde su propia experiencia, muchas veces dolorosa, Levi poco a poco comenzó a rebuscar en su memoria, contándole a este algunas de las cosas que recordaba de su pasado junto a Farlan.

Fueron hechos desordenados, casi tal cual estos venían a su cabeza. Le habló a Eren de sus días en la escuela y de los muchos problemas en los que ambos acabaron metiéndose, así como de lo horrible que a veces resultó el duro entrenamiento militar cuando decidieron entrar al ejército. Le contó de sus anécdotas junto a Isabel y lo difícil que en muchas oportunidades fue para Farlan actuar como padre y hermano al mismo tiempo, pero de lo inmensamente feliz que había sido junto a esta. Le habló de su relación y lo mala que en demasiadas ocasiones había sido debido a sus malos entendidos y al distanciamiento, y como eso comenzó a pasarle factura a lo que ellos tenían. Levi habló y habló del otro como no lo había hecho en mucho tiempo, quizá como no lo había hecho nunca, porque aquella era la primera vez que estaba intentando retratar quien había sido Farlan mientras vivía a ojos de alguien más, alguien que nunca lo había conocido y que ya no podría hacerlo mas que a través de los recuerdos de quienes lo sí lo hicieron. Levi habló porque quien lo escuchaba y sostenía su mano era Eren, y tenía la total certeza de que pasara lo que pasase, este no lo dejaría ir ni le restaría importancia a sus palabras ni a su historia. Junto a Eren, él podía mostrarse débil y no le importaba, porque sabía que de un modo u otro, aquel chico de risa fácil y una maravillosa visión del mundo, se convertiría en su fuerza y el valor que necesitara para volver a levantarse y continuar.

—¿Sabes, mocoso? Cuando finalmente comprendí que Farlan había muerto y no regresaría, todo me superó —admitió cuando terminó de contarle a Eren acerca del fallecimiento de este—. Llegar a esta casa y darme cuenta de que ya no iba a compartirla con nadie, de que ya no habrían discusiones absurdas por el desorden o las cosas fuera de lugar, fue… una mierda. Estaba furioso, Eren: con la vida, con ese bastardo por haberse muerto, pero sobre todo conmigo mismo. Me odié al entender que estuve tanto tiempo centrado en mí, en lo que ansiaba conseguir, que nunca me detuve a pensar en lo que Farlan quería realmente. De forma egoísta creí que el estar juntos le bastaría, pero no fue así. Idiotamente siempre pensé que él estaría a mi lado, que sería una constante en mi vida, y por eso jamás ni siquiera me planteé el convertirlo en mi prioridad. Ya habría tiempo, solía decirme. Una vez llegase a donde deseaba, podría pensar en todas esas cosas menos importantes de las que Farlan hablaba, como casarnos o formar tal vez una familia a futuro. Joder, que bastardo más impaciente resultó ser.

Debido a que la noche estaba fría, Levi no pudo evitar estremecerse un poco; sin embargo, cuando sintió al mocoso apretarse a su lado bajo la manta que compartían, algo cálido pareció desbordarse dentro de él, calmando parte de la dolorosa angustia que lo embargaba.

—Eso ha sonado muy injusto —lo regañó Eren, pellizcando su costado—. ¿Crees acaso que él lo hizo solo para fastidiarte?

—Quien sabe. Farlan solía ser realmente jodido cuando se proponía llamar mi atención —replicó él, sonriendo ligeramente al volver a sentir los dedos del chico pellizcándolo. Apresando su mano castigadora, Levi dejó un suave beso sobre su cabeza, el cual Eren respondió levantando el rostro lo suficiente para besarlo castamente en los labios—. Oi, mocoso, ¿has tenido que pasar alguna vez por el fallecimiento de alguien cercano?

Al oír su pregunta, los verdes ojos de este se abrieron con sorpresa, pero casi de inmediato afirmó con un ligero gesto de su castaña cabeza.

—Mis abuelos.

—¿Y cómo te sentiste al respecto?

Volviendo a sentarse correctamente sobre el peldaño que compartían, aunque sin despegar su brazo del suyo para que estos no dejaran de tocarse, Eren se quedó un momento en silencio, como si necesitara pensar detenidamente en aquello. Cuando volvió a mirarlo, una emoción compleja se apreciaba en su rostro moreno.

—Bastante triste. Aún era pequeño, pero recuerdo que mi madre quedó bastante mal después de su pérdida —le dijo, pellizcando con dedos nerviosos la tela azul de una de las perneras de sus vaqueros—. Fueron días extraños.

—Pues en mi caso, cuando Farlan murió yo solo sentí ira —reconoció Levi, suspirando y cerrando los ojos un momento—. No me refiero a una de mis rabietas pasajeras, Eren, sino que estaba en verdad furioso. No lloré su muerte porque simplemente no podía hacerlo, no cuando estaba tan condenadamente enojado con él. Por primera vez el trabajo y mi propia vida me importaban una mierda, y cuando las pesadillas comenzaron a llegar, tan solo colapsé y llegué a mi límite. Ahora que lo pienso, ni siquiera recuerdo como pasé esos meses. En verdad resultan muy confusos. —Soltando un nuevo suspiro, miró hacia el oscuro y contaminado cielo sobre ellos—. Estaba tan enfadado con Farlan, tan convencido de que la culpa de todo era mía, tan decidido a que la vida valía un carajo y no me importaba nada, que jamás me di el tiempo de sufrir por no tenerle, ¿sabes? Realmente no fue hasta que regresé a Shiganshina y te conocí, mocoso, que no comprendí lo muy solo que estaba. El verdadero dolor que sentía.

—Y ahora —comenzó Eren con voz un poco dubitativa tras un instante de silencio—, ¿cómo te sientes, Levi?

—Lo extraño —admitió él sin dudar—. Hay días en que algo pasa por mi mente o llama mi atención y pienso en decírselo, a pesar de que ya son dos años desde que falleció, demonios. Es apenas una fracción de segundos, pero el tener que recordar aquello, duele. —Sujetando con más fuerza la mano de Eren entre la suya, continuó—: Además, me arrepiento. Son tantas las cosas que me hubiese gustado decirle, lo que siento que quedó pendiente por hacer entre nosotros, que me arrepiento como no puedes imaginarte. Hoy, cuando encontramos las sortijas, luego de superar la sorpresa inicial, lo único que pude sentir fue culpa. Ver los anillos con nuestros nombres grabados, solo me hizo pensar en el tremendo cabrón que solía ser y lo mucho que lo lastimé por eso. Mientras que para Farlan siempre representé su futuro, yo no me lo planteé ni siquiera una maldita vez, Eren. No supe lo que en verdad era tener miedo de perderle hasta que ya definitivamente no lo tuve a mi lado.

Dejando escapar el aire de sus pulmones y observando como este se condensaba en blanco vaho al contacto con la fría intemperie, Levi apretó los labios en un intento por ignorar el horrible y doloroso nudo que sentía en la garganta. Decirle todo aquello a Eren había resultado de cierto modo liberador, pero dolía de un modo terrible.

—Pienso —le dijo repentinamente el chico, rompiendo el silencio que se había creado entre ambos—, que Farlan tenía la seguridad de que le dirías que sí cuando te lo propusiera.

Sorprendido al oír aquello, él volvió el rostro para mirarlo.

—¿Y qué te hace pensar eso, mocoso?

—Que él te conocía lo suficientemente bien y te amaba a pesar de ello. Creo que a Farlan nunca le molestó todo lo que no podías darle, Levi. Por lo que me has contado sobre él, pienso que el poder permanecer a tu lado y que le permitieras quererte debe haberle parecido más que suficiente. ¿No era acaso una persona extremadamente generosa?

Las palabras del chico, tan similares a las que Erwin le había dicho esa misma mañana, hicieron que él se replantease muchas cosas.

Siendo honesto consigo mismo, Levi ni siquiera sabía que le habría contestado a Farlan si este le hubiese pedido que se casaran. Joder, de seguro en cuanto aquel idiota se lo hubiese propuesto, él habría entrado en total pánico; pero, aun así, ¿al final habría acabado aceptándolo tal como Eren aseguraba?

Oh, demonios, como odiaba las suposiciones.

Notando un repentino vacío cuando el chico salió debajo de la manta, Levi quiso protestar para que regresara a su lado, pero Eren, acuclillándose frente a él para poder verle a la cara, tan solo tomó sus manos y le sonrió de aquel modo que siempre lograba desarmarlo, por lo que no pudo decir nada.

Al conocerlo como lo hacía, Levi pudo notar con facilidad el ligero brillo apagado en aquellos ojos verdeazulados y sentir la sutil tensión presente en su sonrisa. Para el chico, aquel viaje había sido difícil y doloroso, y sin embargo todavía seguía a su lado intentando darle valor. Realmente él no se merecía a alguien como Eren en su vida, menos aún tras lo mal que lo había hecho antes con Farlan; sin embargo, aun sabiendo eso, era lo suficientemente egoísta para no querer que este se marchase de su lado.

Estaba jodido.

—Gracias —le dijo Eren; su voz siendo apenas un hilo y sin apartar aquellos impresionantes ojos de él—. Gracias por confiar en mí, Levi. Gracias por concederme mi deseo egoísta y darme la oportunidad de estar un poco más cerca de ti.

Tirando de sus manos unidas para aproximarlo más hacia sí, Levi dejó un beso sobre la frente del chico, notando la tibieza de su piel a pesar de la ligera capa de frío que la cubría.

—Joder, que mocoso más idiota eres. Podrías haber pedido cualquier cosa, y lo has desperdiciado con esta mierda. —Este, con el rostro ligeramente sonrojado, frunció sus dramáticas cejas un par de segundos al oírlo, pero él dejó otro corto beso sobre sus labios apretados y entonces ya no pudo decir más—. El único que debe agradecer aquí soy yo, Eren. En verdad eres una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

La expresión del muchacho, atenta a cada una de sus palabras, dio paso de la sorpresa a la vergüenza, convirtiéndose luego en un cúmulo de emociones complejas y difíciles de descifrar que a él le resultaron por completo adorables a pesar de las circunstancias.

—Eres injusto —protestó Eren con el rostro ardiendo, pero él solo sonrió.

—Totalmente, ¿pero no te había advertido ya en una ocasión que no aceptaba reclamos posteriores? —Los ojos del chico se encendieron en fuego verdeazulado, casi como si quemasen, y él, encantado de tenerlo por fin de regreso, de volver a ver aquella vivacidad que tanto lo caracterizaba, rio quedamente una vez más—. Joder, mocoso, ¿no me digas que vas a ponerte a llorar otra vez?

—¡Claro que no me voy a poner a llorar! —protestó este ofendido. Levi, no obstante, solo volvió a besar sus labios, en esa ocasión con la intensidad suficiente para dejarlo sin respiración.

—Te amo, Eren. Muchas gracias por estar a mi lado cuando más lo necesito.

Notando el ligero peso de la cabeza de este al esconderse en la curva de su cuello, Levi no pudo sentirse más que satisfecho. A pesar de su insistencia de que no se pondría a llorar, el calor húmedo de las lágrimas del chico impregnaron su piel a los pocos segundos, pero aquello le pareció bien. Eren era así, se dijo Levi, siempre sintiendo más intensamente que el resto y expresando sus emociones de forma abierta y sin vergüenza alguna; la contraparte directa de lo que él era, para quien sus propios sentimientos eran inexplicables y difíciles de manejar la mayor parte del tiempo.

Durante unos momentos ambos solo permanecieron así, con él abrazando al chico y con este permitiéndose aquella pequeña debilidad momentánea, una debilidad que a sus ojos era más que nunca su mayor fortaleza, aunque este ni siquiera lo sospechara. Eren, sin planearlo, sin siquiera imaginarlo, había acabado por reconstruir su muy maltrecho corazón, y él no sabía cómo podría comenzar a pagárselo.

El peso de la cabeza del chico contra su hombro fue reconfortante, así como sentir el ligero aroma de este impregnado en la lana de su negro suéter. Aquellos eran detalles pequeños e insignificantes a los que seguramente Levi ni siquiera les hubiese dado importancia dos años atrás, sin embargo ahora representaban un mundo. Aquel pequeño espacio que era solo de ellos dos porque nadie más lo comprendería.

Ciertamente, su historia con Eren no había sido un gran amor a primera vista como los que describían algunas novelas, ni mucho menos una atracción irrefrenable e inexplicable que los llevó al romance. Para ellos, todo había sido como el fluir de las mareas, altas y bajas, algunas veces plácidas y benévolas, y otras tan agitadas como si en ellas se fraguara una tormenta. Sí, lo suyo con Eren había sido así de constante e inevitable, y probablemente lo seguiría siendo, porque así como nadie dudaba de que la marea seguiría su constante curso cambiante día a día, Levi sabía que por mucho que los años transcurrieran, que la vida los cambiara, aun así él seguiría amando a Eren del mismo modo en que lo hacía en ese momento: infinitamente.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes han llegado hasta aquí. Espero de corazón que la lectura fuese de su agrado y que valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Lo segundo, es disculparme y comenzar a explicar. A pesar de que aseguré que este capítulo sería el último de la historia correspondiente a lo que era el viaje a Stohess, simplemente no lo logré. El bosquejo original resultó tan largo, mucho más de lo esperado, por lo que simplemente opté por dividirlo en dos.

Sé que a muchos no les molesta que los capítulos sean largos, lo cual les agradezco de corazón, pero mi proceso de corrección suele ser tan extenso que capítulos de más de treinta páginas de Word suelen ser el infierno, de verdad. Una corrección de solo lectura de un capítulo menor a diez mil palabras suele tomarme de una hora y media a dos, y la corrección auditiva va por un tiempo similar, a lo que luego se le suma una revisión de solo errores gramaticales y de tipeo. Este proceso lo hago dos veces, pre y pos beteo, por lo que podrán hacerse una idea del enorme tiempo que requiere corregir un capítulo. Por eso, cuando vi que el capítulo no acabaría ni de broma en unas veinticinco páginas (que suelen ser mi límite a la hora de escribir), preferí alargarme una entrega más.

Aun así, debido a eso y a que buena parte del capítulo treinta ya está escrita, la siguiente actualización vuelve a ser para In Focus. Espero tenerla lista para finales de esta semana, y con eso ya sí estaríamos acabando con el viaje a Stohess, finalmente.

Por lo demás, espero que el capítulo les gustase y no les resultara muy pesado ni triste. Ahora ya saben cómo Eren utilizó su deseo, aunque puede que haya sido algo muy diferente a lo que esperaban, pero bueno, en mi opinión personal creo que fue un buen deseo y que traerá cosas provechosas a futuro.

Para quienes siguen el resto de mis historias, como ya comenté, la siguiente actualización vuelve a ser para In Focus a finales de esta semana si todo resulta bien. Luego, ya pasaremos a Tormenta del fandom de KnB.

Una vez más agradezco a todos quienes leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Siempre son el mayor incentivo para continuar por aquí.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes y los suyos en estos tiempos complicados.

 

Tessa.


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