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Destino en marcha por 1827kratSN

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—¿Ropa? ¿Por qué ropa, Reborn?

—Debes vestirte bien.

—Tengo suficientes trajes —Tsuna rió bajito por eso—, los que tú mismo mandaste hacer a mi medida.

—Pues necesitas más.

—Reborn —suspiró Tsuna—, dime la verdad.

—Entonces sígueme sin excusas, y que conste mi intento por darte una sorpresa.

 

Tsuna estaba intrigado por la insistencia de Reborn para realizar esa salida, fue por eso que no dijo nada cuando subieron al auto que el propio castaño condujo siguiendo al pie de la letra las indicaciones dadas por su tutor. Sonrió cuando llegaron a la mitad de la ciudad, donde poca gente cursaba debido a que era media mañana y seguramente la mayoría trabajaba. Tenía mucha curiosidad, pero se mantuvo callado cuando fue guiado por un par de calles e ingresó a un edificio de diez pisos.

 

—Reborn —susurró en medio del silencio del ascensor.

—Ni una palabra aún.

 

Fueron recibidos por una mujer que los guio hacia una habitación, el aroma a vainilla combinado con un suave toque de té verde inundaba el lugar, había una melodía lenta que terminaba por construir un acogedor sitio. Tsuna detalló los cuadros variados que iban desde un paisaje montañoso hasta lo que parecía un collage de gatos. Sonrió sin poder evitarlo y sin darse cuenta su mano fue tomada por la de su tutor haciéndolo saltar por la sorpresa, pero no se desvaneció su sonrisa.

Un maullido lo recibió apenas dados dos pasos dentro del cuarto destinado para ellos, otro más lo hizo voltear hasta un mueble de varios pisos que contenía al menos dos figuras felinas rayadas en diferentes tonos de marrón, un maullido más lo hizo ver a un sofá donde reposaban dos felinos aun pequeños, bebés, y finalmente se dio la despedida de aquella guía que los dejó a libertad después de explicarles que podían quedarse cuanto quisieran.

 

—No sabía que en Italia había de estos.

—No los hay —Reborn torció una sonrisa al ver al menos a cinco felinos negros rondar con elegancia por el centro de la habitación.

—Y entonces, ¿cómo?

—Lo hice para ti.

—Wow —miró a su tutor por un momento antes de reírse bajito—. Muchas gracias, Reborn.

 

Un detalle sencillo pero muy agradable para después de días estresantes, reuniones eternas, problemas que resolver y destrozos en las misiones que costear.

Tsunayoshi no dudó en colocarse en medio de la habitación y esperar a que alguno de los mininos se acercara, acarició a dos, jugó con cinco, se deleitó con los ronroneos de muchos más y terminó rodeado por completo. No se quejaba, era divertido. Y si bien se fijó en que la mirada de Reborn estaba sobre él durante todo ese tiempo, decidió hacerse el desentendido y simplemente disfrutarlo en silencio.

 

—Puedo darte los hijos que quieras si es que me lo pides, dame-Tsuna.

 

Esa fue la frase que logró que el castaño se atorara con su propia saliva y ahuyentara a todos sus pequeños y esponjocitos acompañantes. Tardó varios segundos en reponer su respiración, incluso tuvo que ayudarse con golpecitos en su pecho y soportar las risas ajenas que resonaban por la habitación, pero al final, aun con un leve ardor en la garganta, pudo levantar la mirada para hallar esos dos pozos negros con los que tantas noches soñó sin poder descifrar al dueño de los mismos.

 

—¿Qué dices, Reborn? —tosió un par de veces más antes de respirar de nuevo.

—Digo que… aceptes mi propuesta —divertido por la reacción ajena, jugó con sus patillas mientras ladeaba su sonrisa.

—¿Estás haciéndome una broma acaso? —regañó con seriedad.

—Yo no bromeo y deberías saberlo.

 

El silencio se extendió entre ellos dos mientras el castaño empezaba a entender las palabras de su tutor. Buscó cualquier atisbo de burla en esa mirada, no la halló; eso ocasionó que sus mejillas se calentaran más de lo deseado y tuviera que respirar profundo y buscar a los gatos para distraerse. Mala suerte la suya que todos hubiesen huido a lugares lejanos de su posición.

 

—Reborn —murmuró dudoso de cómo seguir esa incómoda plática.

—No me vengas con las estupideces de cualquier ignorante —refunfuñó previendo las palabras del castaño—. Somos omegas y, ¿qué carajos con eso?

—Tranquilo —sonrió divertido por el enfado innecesario de su azabache tutor.

—Tampoco me digas que con mi apariencia de quinceañero no tengo edad de estar con alguien como tú —frunció su ceño porque su hermano le chantó eso en cara hace algunos días, no iba a tolerar eso de nuevo.

—Sólo tengo veinte —Tsuna rió bajito—, son cinco años de diferencia apenas.

—Lo entiendes bien —más calmado, se dio el lujo de erguirse con orgullo—, la edad no importa.

—Reborn, lo que yo quería decir era que…

—Tómate tu tiempo para pensarlo —sonrió de lado, cortando las palabras de su alumno—. No tengo apuro.

—Reborn, podrías escucharme —suspiró.

—Dime.

—Me enamoré de ti cuando aún llevabas la maldición encima —Tsuna frunció sus labios y trató de no tartamudear porque en verdad era incómodo hablar de eso—, y aun no sé qué parte de esa persona eres el tú actual.

—¿Eso importa?

—Sí —contuvo la respiración un momento— y por eso me lo he cuestionado durante todos estos años… Es importante para mí saberlo.

—Sólo ten en cuenta que —sonrió de lado— soy mejor que el vejete de Renato.

—Reborn —reclamó antes de suspirar resignado a esa rivalidad por parte de sus tutores y al orgullo que ambos exudaban.

—Y que te iré a buscar cuando mi primer celo se dé —como si no fuera nada, soltó esas palabras y procedió a levantarse.

—E-espera, ¿qué?

—Aún recuerdo que me nombrabas repetidamente cuando tú —señaló al castaño— estabas en medio de tus calores —rió bajito porque las mejillas de Tsuna se encendieron velozmente—. Que no te avergüence… son lindos recuerdos.

—Espera —susurró nervioso y avergonzado—. Yo… yo decía… tu nombre cuando…

—Muchas veces, en cada celo —rió mientras se acomodaba su fedora—, hasta mamá lo escuchó en una ocasión.

—No puede ser verdad —soltó el aire y se sujetó los cabellos. Ahora resultaba que en su adolescencia se auto complació repitiendo el nombre de su tutor. ¡Qué vergüenza!

—Lo fue y podemos hacer que eso se repita.

 

Pero ese no fue el único evento que Tsuna tuvo que afrontar, pues si bien pudo evitar a Reborn por unos días ya que lo envió a una misión en Francia, a su otro tutor no pudo alejarlo de sí.

Fue en una mañana cuando caminaba aún medio dormido, mejor dicho, en medio de cabeceos porque no había dormido en toda la noche, cuando un perfume singular lo hizo saltar debido al susto. A veces no sabía cómo explicar el silencio con el que Renato se le acercaba tanto, o por qué su cuerpo se crispaba como los gatos que hace días había tocado.

 

—Buenos días —Tsuna se alejó dos pasos antes de mirar al azabache que le superaba con cinco años.

—Tienes mala pinta, Tsuna —fue el comentario de Renato antes de que estirara su mano y tocara la mejilla ajena de forma analítica.

—Sí —rió nervioso—, no han sido días fáciles.

—Puedes decirme, ¿por qué?

—Misiones —Tsuna mintió, en realidad fueron las palabras de Reborn lo que lo habían mantenido en una constante reflexión—, hay varias, pero quieras distribuirlas bien.

—Suenas como un buen jefe —sonrió de lado mientras su dedo acariciaba la mejilla de su castaño.

—Tengo que serlo —sonrió y sutilmente se alejó un poco para que terminara el contacto en su piel—, sino te defraudaría y a Reborn también.

—Pero todo buen jefe se merece un descanso.

—No creo que…

—Vamos.

—¿Qué? —su mano fue sujeta y jalada con empeño—, espera… ¿A dónde vamos, Renato? —ni siquiera le dio tiempo a negarse, apenas si pudo seguir los pasos del mayor.

—Ya retrasé tus reuniones, tenemos medio día y un poco más.

—Pero…

—No repliques y acepta mi gentileza —autoritario, pero tolerablemente amable, así fue como sonó.

 

Parecía un deja vu y Tsuna admitía sinceramente que así había sido desde que la maldición fue rota y el número de sus tutores se duplicó, pero era gracioso también.

Tsuna suspiró resignado antes de seguir al azabache, interesado por el destino, preguntando sus dudas, pero como con Reborn no recibió respuesta, sólo miradas, sonrisas, una bebida y un largo camino que recorrer en el auto que esta vez conducía Renato. Aunque debería decir que no era su forma más agradable de viajar pues el mayor de aquellos hermanos era un adicto a la velocidad y a las curvas pronunciadas. Vongola era quien tenía que arreglar los asuntos con la policía cuando llegaba el momento de evitar las muertes de las autoridades, porque Renato seguramente mataría a quien le diera contra en una pasión tan singular como la suya.

 

—Sinceramente, de ti no esperaba esto —fueron las palabras que soltó el castaño cuando salió del auto.

—¿Por qué no?

—No lo sé —Tsuna miró a Renato y se encogió de hombros.

—Pues se ve que aun te faltan cosas por conocer de mí… y ésta es una buena oportunidad —un guiño fugaz hizo que Tsuna se sonrojara, pero no se quejó, era un encanto particular que caracterizaba a Renato.

 

El aire los golpeaba suavemente, diminutas gotas de agua se pegaban a su piel debido a la fuente lejana que adornaba todo ese espectáculo lleno de verde pasto y flores multicolores. Había un pequeño riachuelo que atravesaba aquel enorme y extenso parque lleno de árboles nativos, pájaros que trinaban a lo lejos, cielo despejado, sol brillante pero no con intensidad pues era temprano aun, y al final estaba aquel hombre imponente ofreciéndole la mano para empezar con el plan del día.

Tsuna sonrió al sujetar la mano que lo ayudó a subir una pequeña cuesta, pero al querer soltarla no se le dio la oportunidad. Renato enredó sus manos y así las mantuvo cuando empezaron a caminar por el sendero elegido, adornado por arbustos pequeños de los que brotaban pequeñas flores rosadas. La tranquilidad que le emitía el alfa fue suficiente como para que el décimo cielo se relajara y dejara a sus ojos disfrutar de cada detalle a su alrededor.

El paseo fue extendido por tiempo que Tsuna no notó. Encantado por la vista, el castaño ni siquiera se fijó en el momento en que los dedos de Renato se entrelazaron con los suyos, ni de las caricias que el pulgar ajeno hacía en su mano. El cielo estaba encantado con el descanso de ese día, sonriendo, platicando animadamente con el alfa que reveló algunas cosas de su infancia y sobre la de Reborn, y por sobre todo, se liberó de la carga de sus propios pensamientos, al menos por el tiempo que duró el recorrido.

 

—¿Estás cansado?

—Un poco —Tsuna se rascó la mejilla pues se le había escapado un bostezo.

—¿Al menos comiste algo?

—Sí —suspiró—, aunque fue muy temprano.

—Entonces ven conmigo.

 

La atención que le era dada era encantadora, sólo por eso Tsuna no se quejó por el agarre en su mano que no se había soltado de la del alfa quien lo aprisionaba posesivamente a veces. Agradeció infinitamente que pudiesen comprar unos emparedados y refrescos de lata, mismos que decidieron consumir bajo la sombra de un pequeño quiosco en medio de árboles frondosos.

Silencioso estar, confortante aroma. Era maravilloso.

 

—Te iré a buscar en tu siguiente celo —pero fueron esas palabras que acabaron con el agradable silencio.

—¡¿Qué?! —sí, su paz se acabó y de paso su refresco se derramó en el suelo.

—Lo que oyes, Tsuna —Renato seguía tan sereno como siempre, terminando de consumir su bebida.

—Pero tú… ¿por qué? —el castaño de nuevo estaba estresado.

—Me gustas —confirmó sin vacilar, mirando directamente a los ojos achocolatados que mostraban un pequeño brillo particular.

—Qué directo —murmuró apenado y desviando su mirada.

—Quieras o no, las cosas son así… y ya es hora de formalizarlo.

—Ni siquiera te he dicho que te correspondo, Renato.

—¿Quieres que te responda a eso? —sonrió burlón—. Puedo empezar porque te estremeces ante mi cercanía —susurró acercándose.

—¡Renato! —empujó al mayor y soltó un suspiro—. No juegues conmigo.

—Yo no estoy jugando.

 

Sin embargo, antes de que más palabras fueran pronunciadas, Tsuna se vio dominado por las manos ajenas, y a pesar de que forcejeó en un inicio, terminó por ceder al tacto en sus cabellos. Su cabeza reposaba en el regazo de aquel alfa, la mirada negruzca concentrada en la suya, suaves roces en su piel ocasionados por los dedos ajenos, el silbar del viento, la calma del lugar, las feromonas que lo relajaban y sin poder evitarlo cedió al cansancio. Se hundió en sus sueños confusos que trataban de descubrir al dueño del latir desacompasado de su corazón.

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Actualización rápida porque deseo ver Mulán XD

Para los que me siguen en otras historias, mañana actualizaré “Locura por mi todo”.

Muchos besos~

Los ama: Krat~


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