Notas del capitulo:
Parte II. Good Vibration
Sue Carter siempre había amado la aventura, así que cuando tuvo la oportunidad, recolectó el suficiente dinero para comprarse una motocicleta, tan negra como la chaqueta de cuero que amaba usar, siempre le habían dicho que lucía como una chica mala y eso le daba gracia, ella se consideraba todo lo contrario, poseía un corazón tan endeble que se podían aprovechar de ella.
Un ejemplo era que, Maggie, su mejor amiga, le había encargado a su banda de motociclistas hasta que saliera de prisión, tendría que fingir ser una perra rabiosa para que las chicas rosadas no las pisotearan.
Pero ayer, había pasado un milagro: ¡se había encontrado con una genuina gema! Oh, esa chica, le había dado vueltas a su mundo. El recordar sus expresiones avergonzadas, la forma en la que se estremecía para llegar al clímax y su voz gimiendo, con eso podía tener un orgasmo múltiple.
—Lástima que no me dio su número —lloriqueó, alistándose para su primer día de clases, este era el último año, después de terminar la preparatoria se haría cargo del taller mecánico de su padre, ella había estado rodeada de motores desde los tres años, así que era más experta que su progenitor.
Observó el reloj de la cocina y sonrió, era la hora. Se metió una barra de goma de mascar y se colocó su chaqueta de cuero, ahora tenía bordada la palabra S-Girls en la parte trasera, no había vuelta atrás, hoy era su ascenso a ser una chica completamente mala. Escardó su cabello para darle más volumen y se colocó una bandana roja para realzar el peinado, el rojo era uno de sus colores favoritos, después del negro.
Salió de casa y se subió a su motocicleta BMW (3) para dirigirse al instituto.
.
.
.
Si alguien le hubiera dicho que su vida daría un giro de 360° en ese día, no le hubiera creído.
Frente a ella estaba ese ángel que la noche anterior se retorció entre sus brazos. Esto era una jugada de mierda, la rubia de brillantes ojos, lucía tan hermosa que la dejaba ciega, pero eso no era lo importante ahora, ¡¿por qué estaba usando una chaqueta de las estúpidas Pink Roses?!
—Jefa, ¿por qué se queda parada? —dijo Molly, la segunda al mando. Era mucho más grande y musculosa. —Esa rubia de peinado tupido con diadema rosa (4) es la líder de esas mocosas presuntuosas.
¡NO!
No había otra rubia en esa pandilla, solo era su pequeño ángel. Quería revolcarse sobre la tierra y llorar en silencio.
Amaba la ropa colorida que usaba, cómo el viento removía su melena rubia, esa sonrisa tan destellante que la dejaba ciega, y sobre todo ¡las buenas vibras que le daba!
¡Ella era su Diosa! ¡Su Marilyn Monroe! (5)
No, era incluso más guapa que ella.
—¡¿Qué quieren aquí, asquerosas?! —esa voz la trajo a la realidad. Una castaña de cabello corto y con miles de broches, les gritoneaba como si fuera la mandamás.
—Dorothy, cálmate. No merecen nuestro tiempo —comentó Jenny con un tono realmente serio. El corazón de Sue fue herido en ese momento, una dolorosa aguja imaginaria se clavaba en su pecho.
¿Fingiría que no se conocían? ¡Entonces perfecto!
Ella haría lo mismo.
—¿Quién no merece su tiempo? —sonrió mientras caminaba hasta donde estaba Jenny, mostrándose tan imponente como la noche anterior. La rubia la encaró, sin indicios de estar atemorizada.
—¿Acaso la nueva líder de las S-Girls es sorda? Discúlpame, no lo sabía. Debe ser difícil para ti, ¿te lo deletreo?
Una vena de irritación se empezaba a formar en la frente de Sue, ¡esa pequeña mocosa grosera!, ayer que estaba bajo su cuerpo no hubiera dicho las mismas palabras, joder.
—Lo siento, ignoro a las chicas aburridas. No quise ponerte atención a propósito. —le insultó de regreso, notando como un leve rubor de enfado teñía las mejillas de Jenny.
—No pelearé como una mujer de poca clase. Adiós, motociclista. —dijo el apodo con repudio, girándose.
—Mi nombre es Sue, no lo olvides, Barbie.
Ambas se dieron una última vista, y se dirigieron a sus aulas. Los profesores comenzaban a llegar y no se iban a agarrar de los cabellos en el estacionamiento.
Sue Carter le echó una última mirada al convertible de Jennifer. Las buenas memorias se acababan de joder, su sueño de tener a esa pequeña chica como su novia, ¡estaba muerto!
Parte II. Good Vibration
Sue Carter siempre había amado la aventura, así que cuando tuvo la oportunidad, recolectó el suficiente dinero para comprarse una motocicleta, tan negra como la chaqueta de cuero que amaba usar, siempre le habían dicho que lucía como una chica mala y eso le daba gracia, ella se consideraba todo lo contrario, poseía un corazón tan endeble que se podían aprovechar de ella.
Un ejemplo era que, Maggie, su mejor amiga, le había encargado a su banda de motociclistas hasta que saliera de prisión, tendría que fingir ser una perra rabiosa para que las chicas rosadas no las pisotearan.
Pero ayer, había pasado un milagro: ¡se había encontrado con una genuina gema! Oh, esa chica, le había dado vueltas a su mundo. El recordar sus expresiones avergonzadas, la forma en la que se estremecía para llegar al clímax y su voz gimiendo, con eso podía tener un orgasmo múltiple.
—Lástima que no me dio su número —lloriqueó, alistándose para su primer día de clases, este era el último año, después de terminar la preparatoria se haría cargo del taller mecánico de su padre, ella había estado rodeada de motores desde los tres años, así que era más experta que su progenitor.
Observó el reloj de la cocina y sonrió, era la hora. Se metió una barra de goma de mascar y se colocó su chaqueta de cuero, ahora tenía bordada la palabra S-Girls en la parte trasera, no había vuelta atrás, hoy era su ascenso a ser una chica completamente mala. Escardó su cabello para darle más volumen y se colocó una bandana roja para realzar el peinado, el rojo era uno de sus colores favoritos, después del negro.
Salió de casa y se subió a su motocicleta BMW (3) para dirigirse al instituto.
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Si alguien le hubiera dicho que su vida daría un giro de 360° en ese día, no le hubiera creído.
Frente a ella estaba ese ángel que la noche anterior se retorció entre sus brazos. Esto era una jugada de mierda, la rubia de brillantes ojos, lucía tan hermosa que la dejaba ciega, pero eso no era lo importante ahora, ¡¿por qué estaba usando una chaqueta de las estúpidas Pink Roses?!
—Jefa, ¿por qué se queda parada? —dijo Molly, la segunda al mando. Era mucho más grande y musculosa. —Esa rubia de peinado tupido con diadema rosa (4) es la líder de esas mocosas presuntuosas.
¡NO!
No había otra rubia en esa pandilla, solo era su pequeño ángel. Quería revolcarse sobre la tierra y llorar en silencio.
Amaba la ropa colorida que usaba, cómo el viento removía su melena rubia, esa sonrisa tan destellante que la dejaba ciega, y sobre todo ¡las buenas vibras que le daba!
¡Ella era su Diosa! ¡Su Marilyn Monroe! (5)
No, era incluso más guapa que ella.
—¡¿Qué quieren aquí, asquerosas?! —esa voz la trajo a la realidad. Una castaña de cabello corto y con miles de broches, les gritoneaba como si fuera la mandamás.
—Dorothy, cálmate. No merecen nuestro tiempo —comentó Jenny con un tono realmente serio. El corazón de Sue fue herido en ese momento, una dolorosa aguja imaginaria se clavaba en su pecho.
¿Fingiría que no se conocían? ¡Entonces perfecto!
Ella haría lo mismo.
—¿Quién no merece su tiempo? —sonrió mientras caminaba hasta donde estaba Jenny, mostrándose tan imponente como la noche anterior. La rubia la encaró, sin indicios de estar atemorizada.
—¿Acaso la nueva líder de las S-Girls es sorda? Discúlpame, no lo sabía. Debe ser difícil para ti, ¿te lo deletreo?
Una vena de irritación se empezaba a formar en la frente de Sue, ¡esa pequeña mocosa grosera!, ayer que estaba bajo su cuerpo no hubiera dicho las mismas palabras, joder.
—Lo siento, ignoro a las chicas aburridas. No quise ponerte atención a propósito. —le insultó de regreso, notando como un leve rubor de enfado teñía las mejillas de Jenny.
—No pelearé como una mujer de poca clase. Adiós, motociclista. —dijo el apodo con repudio, girándose.
—Mi nombre es Sue, no lo olvides, Barbie.
Ambas se dieron una última vista, y se dirigieron a sus aulas. Los profesores comenzaban a llegar y no se iban a agarrar de los cabellos en el estacionamiento.
Sue Carter le echó una última mirada al convertible de Jennifer. Las buenas memorias se acababan de joder, su sueño de tener a esa pequeña chica como su novia, ¡estaba muerto!