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Una oportunidad. por Samantha0507

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Había pasado una semana desde Harry había llegado a la mansión y aunque le había pedido a Molly que cuidara a Scorpius unos días, pero el tiempo se le acababa antes que su hijo debiese volver para preparase para la escuela.

 

Dejó salir el aire de manera pesada, se había reunido con Ron, Hermione y Ginny, les explicó a grandes rasgos como había encontrado a Harry, que había hablado con psicomago, que había aceptado tratar al moreno, pero que había sido imposible que el otro aceptara verlo, que casi no comía y que lloraba durante horas y lo peor, es que Scorpius volvería y obviamente escucharía los lamentos del otro.

 

—Demonios Draco ¿quién te hace pensar que eres una buena persona?

 

—Eres una buena persona hijo, nos lo demuestras cada día. —El retrato de sus padres lo miraban fijamente, Narcisa solía ser quien hablaba más seguido.

 

—Si, pero tengo a un Harry Potter terriblemente traumado, llorando como alma en pena en la mansión y no tengo idea de como decirle a mi hijo, que traje al hombre que lo insulto y lo hizo llorar, para apoyarlo, si no soy más imbécil.

 

—Esa boca Dragón. — Lucius lo miró con gesto severo. — Eres nuestro hijo, esto es un desafío y lo que hace Potter contigo, ni mi difunta nuera logró.

 

—Papá, no entiendo…

 

Draco había quedado muy sorprendido por las palabras de su padre, pero no quiso decir nada, por lo que el sonido de un fuerte golpe en las escaleras llamó su atención y lo obligó a salir corriendo.

 

Harry por su parte, luego de tantos días, por primera vez sentía ese vació en el estómago, esa necesidad de llenarse, de probar algo dulce y algo salado, algo helado y caliente, esa casi angustiante y desesperante sensación de hambre, por lo que, a pesar de que sentía sus piernas entumecidas y que Draco le había dicho que si necesitaba cualquier cosa, podía llamar a alguno de sus elfos, quería llegar a las cocinas de la mansión y servirse algo de su propia mano, además de no tener claro que era lo que deseaba comer, por lo que, tampoco sabía como solicitarlo a las orejudas criaturas.

 

Decir que sus piernas habían fallado al salir de la cama, era poco decir, pero había logrado sostenerse con las cosas que rodeaban la habitación.

 

Harry sentía sus ojos arder y el cuerpo tenso, no recordaba la última vez que se había levantado, que había caminado por fuerza propia.

 

Los pasillos de la mansión estaban silenciosos, por lo que los pasos del moreno, parecían resonar profundamente, llenando el silencio y haciendo que una extraña sensación de angustia embargase al moreno, Draco y Scorpius vivían en esa casa, muy diferente a lo que era su casa o más aún, lo que era la madriguera, donde el sonido parecía simplemente llenar cada rincón, podía jurar, podía sentir lo que era la etiqueta, los valores que los sangre pura mantenían.

 

—¿No les duele el silencio?

 

Harry como pudo llegó a las escaleras, tragó en seco, y como pudo se sostuvo del barandal, logrando bajar poco a poco, temió por un momento, recordó los cuadros de la familia de los Black, pensó en lo que podría decir un cuadro de Lucius si lo viese ese lugar, mucho peor, que lo viese durmiendo con la ropa de su hijo, un sucio homosexual, un asqueroso.

 

Harry apretó los ojos y dejó escapar un sollozo desde lo profundo de su garganta, la verdad es que, esa era su verdad, sus tíos se lo habían dicho muchas veces, no solo era un mago, era un asqueroso homosexual y aunque salvase el mundo de la magia, se había desviado, él hacía sufrir a todos en su entorno, a todos quienes él quisiese.

 

No abrió los ojos, perdió la profundidad de los últimos peldaños de la escalera, resbalando y llevando su trasero al suelo, haciéndole soltar un fuerte quejido al bajar más de tres escalones solo con el trasero.

 

—¿Potter?

 

—No me digas nada…—Harry apretaba los ojos, el dolor parecía subirle por la espalda.

 

—No creo que tenga que decir algo, creo que te hiciste el daño solo. — Draco acortó la distancia y le ofreció una mano al moreno, quien lo miró y levantó una ceja.

 

—¿Draco Malfoy ofreciéndome una mano? Siento que ya vivimos esto…

 

—Bueno, ahora creo que necesitas más mi mano, que yo la tuya. — Harry quería quejarse, pero solo lo miró y apretó la mano que el otro le extendió. —Venga Potter, no tengo todo el día.

 

Harry tomó el impulso y con la fuerza del rubio, logró terminar entre los brazos de Draco, lo que agradeció al notar las pocas fuerzas que sus piernas tenían y en como sus rodillas parecían ser incapaz de sostenerla.

 

—¿Potter?

 

—Solo un momento, solo…—Un quejido salió de los labios del moreno. — me duelen las piernas, lo lamento mucho.

 

—Vamos…

 

Draco llamó a sus elfos y les pidió preparar la tina, con agua a una temperatura exacta, mientras lo llevaba en dirección de lo que supuso, sería un baño.

 

—Te ayudaré Potter. —El moreno terminó sentado sobre el inodoro, notó como el rubio movía su varita, haciendo aparecer varios frascos.

 

—¿Esos?

 

—Son pociones propias, mis creaciones, para curar y relajar la musculatura de pacientes con daño por accidentes mágicos, además de servir para personas que se encuentran postradas o con daño en la piel, por permanecer demasiado tiempo postrados.

 

—No estoy postrado.

 

— No, pero llevas días sin levantarte, por lo que, tus piernas no están completamente sanas, por eso, el estar en la tina con las pociones, podrán revitalizarlas, vamos quítate la ropa.

 

 

Scorpius entró al despacho de su padre, quien al parecer se había olvidado de su regreso, ya que solo había mantenido abierta esa chimenea.

 

—¿Padre?

 

El rubio menor caminó por las habitaciones que su padre solía usar y frecuentar, hasta que el sonido de las risas de varias personas se hizo presente.

 

—Dindi…— La elfina se apareció e inclinándose, espero las indicaciones del joven. — ¿Mi padre tiene…—Dudo sobre la palabra que debía usar. —…Compañía?

 

—El Señor Harry Potter lleva una semana durmiendo en la casa joven amo, ahora su padre está con él en el baño.

 

Scorpius pudo jurar que el suelo bajo sus pies había desaparecido, pero guardó la compostura, era un Malfoy y los Malfoy no hacían escenas.

 

Llegó a la puerta del baño, escuchando el agua de la tina y las voces de los adultos, miró al interior del cuarto, agradeciendo que no hubiesen cerrado la puerta.

 

La camisa de Draco estaba pegada contra su piel producto del agua que le había saltando o mejor dicho, aventado el moreno. — Potter, esta camisa estaba nueva.

 

—Te dije que podía bañarme solo.

 

—Mi baño, mis reglas, además, las pociones que usé no estaban siendo probadas en humanos, así que, en realidad, eres el primer en saber que tal funcionan, dime Potter ¿Sientes como si te fuese a salir una cola?

 

—¡Una cola!

 

—Eres un idiota. — El rubio sonrió y dejando salir la risa más cantarina que Harry jamás le había escuchado, agregó. — Estoy jugando, confía un poco en mis capacidades, soy el mejor pocionista de nuestra generación.

 

Scorpius quería seguir pendiente de la conversación, pero le era imposible, su padre no había reído de esa forma en años, su padre no mojaba sus camisas, su padre era completamente diferente cuando se trataba del niño que vivió.

 

—Mi padre…— Scorpius susurró. — La razón de que el señor Potter no quiera ver a los chicos, es mi padre.

Había pasado una semana desde Harry había llegado a la mansión y aunque le había pedido a Molly que cuidara a Scorpius unos días, pero el tiempo se le acababa antes que su hijo debiese volver para preparase para la escuela.

 

Dejó salir el aire de manera pesada, se había reunido con Ron, Hermione y Ginny, les explicó a grandes rasgos como había encontrado a Harry, que había hablado con psicomago, que había aceptado tratar al moreno, pero que había sido imposible que el otro aceptara verlo, que casi no comía y que lloraba durante horas y lo peor, es que Scorpius volvería y obviamente escucharía los lamentos del otro.

 

—Demonios Draco ¿quién te hace pensar que eres una buena persona?

 

—Eres una buena persona hijo, nos lo demuestras cada día. —El retrato de sus padres lo miraban fijamente, Narcisa solía ser quien hablaba más seguido.

 

—Si, pero tengo a un Harry Potter terriblemente traumado, llorando como alma en pena en la mansión y no tengo idea de como decirle a mi hijo, que traje al hombre que lo insulto y lo hizo llorar, para apoyarlo, si no soy más imbécil.

 

—Esa boca Dragón. — Lucius lo miró con gesto severo. — Eres nuestro hijo, esto es un desafío y lo que hace Potter contigo, ni mi difunta nuera logró.

 

—Papá, no entiendo…

 

Draco había quedado muy sorprendido por las palabras de su padre, pero no quiso decir nada, por lo que el sonido de un fuerte golpe en las escaleras llamó su atención y lo obligó a salir corriendo.

 

Harry por su parte, luego de tantos días, por primera vez sentía ese vació en el estómago, esa necesidad de llenarse, de probar algo dulce y algo salado, algo helado y caliente, esa casi angustiante y desesperante sensación de hambre, por lo que, a pesar de que sentía sus piernas entumecidas y que Draco le había dicho que si necesitaba cualquier cosa, podía llamar a alguno de sus elfos, quería llegar a las cocinas de la mansión y servirse algo de su propia mano, además de no tener claro que era lo que deseaba comer, por lo que, tampoco sabía como solicitarlo a las orejudas criaturas.

 

Decir que sus piernas habían fallado al salir de la cama, era poco decir, pero había logrado sostenerse con las cosas que rodeaban la habitación.

 

Harry sentía sus ojos arder y el cuerpo tenso, no recordaba la última vez que se había levantado, que había caminado por fuerza propia.

 

Los pasillos de la mansión estaban silenciosos, por lo que los pasos del moreno, parecían resonar profundamente, llenando el silencio y haciendo que una extraña sensación de angustia embargase al moreno, Draco y Scorpius vivían en esa casa, muy diferente a lo que era su casa o más aún, lo que era la madriguera, donde el sonido parecía simplemente llenar cada rincón, podía jurar, podía sentir lo que era la etiqueta, los valores que los sangre pura mantenían.

 

—¿No les duele el silencio?

 

Harry como pudo llegó a las escaleras, tragó en seco, y como pudo se sostuvo del barandal, logrando bajar poco a poco, temió por un momento, recordó los cuadros de la familia de los Black, pensó en lo que podría decir un cuadro de Lucius si lo viese ese lugar, mucho peor, que lo viese durmiendo con la ropa de su hijo, un sucio homosexual, un asqueroso.

 

Harry apretó los ojos y dejó escapar un sollozo desde lo profundo de su garganta, la verdad es que, esa era su verdad, sus tíos se lo habían dicho muchas veces, no solo era un mago, era un asqueroso homosexual y aunque salvase el mundo de la magia, se había desviado, él hacía sufrir a todos en su entorno, a todos quienes él quisiese.

 

No abrió los ojos, perdió la profundidad de los últimos peldaños de la escalera, resbalando y llevando su trasero al suelo, haciéndole soltar un fuerte quejido al bajar más de tres escalones solo con el trasero.

 

—¿Potter?

 

—No me digas nada…—Harry apretaba los ojos, el dolor parecía subirle por la espalda.

 

—No creo que tenga que decir algo, creo que te hiciste el daño solo. — Draco acortó la distancia y le ofreció una mano al moreno, quien lo miró y levantó una ceja.

 

—¿Draco Malfoy ofreciéndome una mano? Siento que ya vivimos esto…

 

—Bueno, ahora creo que necesitas más mi mano, que yo la tuya. — Harry quería quejarse, pero solo lo miró y apretó la mano que el otro le extendió. —Venga Potter, no tengo todo el día.

 

Harry tomó el impulso y con la fuerza del rubio, logró terminar entre los brazos de Draco, lo que agradeció al notar las pocas fuerzas que sus piernas tenían y en como sus rodillas parecían ser incapaz de sostenerla.

 

—¿Potter?

 

—Solo un momento, solo…—Un quejido salió de los labios del moreno. — me duelen las piernas, lo lamento mucho.

 

—Vamos…

 

Draco llamó a sus elfos y les pidió preparar la tina, con agua a una temperatura exacta, mientras lo llevaba en dirección de lo que supuso, sería un baño.

 

—Te ayudaré Potter. —El moreno terminó sentado sobre el inodoro, notó como el rubio movía su varita, haciendo aparecer varios frascos.

 

—¿Esos?

 

—Son pociones propias, mis creaciones, para curar y relajar la musculatura de pacientes con daño por accidentes mágicos, además de servir para personas que se encuentran postradas o con daño en la piel, por permanecer demasiado tiempo postrados.

 

—No estoy postrado.

 

— No, pero llevas días sin levantarte, por lo que, tus piernas no están completamente sanas, por eso, el estar en la tina con las pociones, podrán revitalizarlas, vamos quítate la ropa.

 

 

Scorpius entró al despacho de su padre, quien al parecer se había olvidado de su regreso, ya que solo había mantenido abierta esa chimenea.

 

—¿Padre?

 

El rubio menor caminó por las habitaciones que su padre solía usar y frecuentar, hasta que el sonido de las risas de varias personas se hizo presente.

 

—Dindi…— La elfina se apareció e inclinándose, espero las indicaciones del joven. — ¿Mi padre tiene…—Dudo sobre la palabra que debía usar. —…Compañía?

 

—El Señor Harry Potter lleva una semana durmiendo en la casa joven amo, ahora su padre está con él en el baño.

 

Scorpius pudo jurar que el suelo bajo sus pies había desaparecido, pero guardó la compostura, era un Malfoy y los Malfoy no hacían escenas.

 

Llegó a la puerta del baño, escuchando el agua de la tina y las voces de los adultos, miró al interior del cuarto, agradeciendo que no hubiesen cerrado la puerta.

 

La camisa de Draco estaba pegada contra su piel producto del agua que le había saltando o mejor dicho, aventado el moreno. — Potter, esta camisa estaba nueva.

 

—Te dije que podía bañarme solo.

 

—Mi baño, mis reglas, además, las pociones que usé no estaban siendo probadas en humanos, así que, en realidad, eres el primer en saber que tal funcionan, dime Potter ¿Sientes como si te fuese a salir una cola?

 

—¡Una cola!

 

—Eres un idiota. — El rubio sonrió y dejando salir la risa más cantarina que Harry jamás le había escuchado, agregó. — Estoy jugando, confía un poco en mis capacidades, soy el mejor pocionista de nuestra generación.

 

Scorpius quería seguir pendiente de la conversación, pero le era imposible, su padre no había reído de esa forma en años, su padre no mojaba sus camisas, su padre era completamente diferente cuando se trataba del niño que vivió.

 

—Mi padre…— Scorpius susurró. — La razón de que el señor Potter no quiera ver a los chicos, es mi padre.

 


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