Harry estaba sentado sobre la cama en la que se encontraba viviendo las últimas semanas, mirando la ropa que Draco había dejado esa mañana, había aceptado al psicomago que el rubio le indicó podía ayudarlo, pero estaba nervioso, había repasado sus actos de las últimas semanas, de como había actuado con sus hijos y su familia, en realidad sentía que ya no tenía muchos derechos con alguno de ellos.
—¿Estás listo? —Draco estaba asomando la cabeza tras una de las grandes puertas de madera, logrando que el moreno levantara la cabeza, con un gesto de angustia en el rostro. — ¿Te sientes mal?
—No, no al menos físicamente. — Harry miró las almohadas, deseando volverse hacía ellas nuevamente, cubrirse con las mantas y perderse en los brazos de Morfeo, adoraba esa cama, adoraba los cuidados que Draco había estado teniendo con él y como sobre la mesita de noche, descansaba una de las pociones para dormir sin sueños.
—Harry, tu me pediste ir al Andén antes de que partan a la escuela, pero no voy a llevarte si esto significará que tengas una crisis en la mitad del andén.
—Si, es cierto, podría avergonzar más a mis hijos si empiezo a actuar como un idiota, como el enfermo…—
—Basta…— las manos de Draco se posaron sobre las del moreno, dándole un suave apretón, lo que hizo vibrar el pecho de Harry, quien finalmente levantó la vista. — No quiero que realmente tengas una crisis, no por vergüenza Harry y no estás enfermo, eso es justamente lo que quiero que comprendas, la verdad es que mi idea es que mejores, no que, en realidad, tengas una recaída de lo que ya avanzamos.
—De lo que poco que hemos avanzado, las cosas es que en realidad soy un caso perdido, pero la verdad, Draco tengo miedo, si realmente me dicen que esto es una enfermedad, si el mundo quiere que me aleje de mis hijos. — Harry bajó nuevamente la mirada. — Sé que yo mismo fui el primero en dejarme vencer por todo, pero, estoy asustado.
Draco sonrió y tomando la ropa del moreno, le ayudó a cambiarse.
Por otro lado, los Potter y cierto rubio se abrían camino al 12 de Grimmauld Place, la chimenea de la Madriguera seguía conectada, sabían que su padre jamás negaría el acceso a ninguno de ellos a su casa, pero se aprovecharon de un momento de distracción de los adultos para usar la chimenea.
—¿Están seguro? — Scorpius miró a sus amigos, la verdad es que el mismo había comenzado con la idea de buscar lo que según James sería una respuesta más segura.
—Si. — James dejó salir un suspiro. — Si lo que dices es verdad y que en realidad ese tipo de cosas existen. — El moreno tragó ese nudo que se formaba en su garganta. — podemos encontrar los recuerdos de papá y ver si algo así lo tiene tan mal.
—Pero no veo como en realidad podremos encontrar una forma de ayudar a papá si eso es verdad. — Albus estaba con ellos, pero en realidad no estaba seguro, incluso podía jurar a la vista de su mejor amigo y de su hermano, como que el menor estaba un poco desligado de todo lo que estaban haciendo.
— Si no quieres hacer esto Al. — James lo miró desde arriba, acercando un poco su cuerpo al de Scorpius. — Con Scorp podemos hacernos cargo de todo esto, no debes forzarte a nada de esto, no es necesario.
—¿No es necesario? — Albus parecía molesto. — Es mi padre, también quiero ayudarlo, es solo que no comprendo realmente, de verdad algo una de esas terapias puede hacer que una persona reaccione de esa manera, él salía con chicos, nunca tuvo una mala actitud, mucho menos con Scorpius, no logro comprender como cambió.
— Estuve buscando. — Scorpius habló y se acercó a su amigo. — creo que tu padre pudo tener un retroceso, por eso su reacción, creo que puede haber retrocedido por algo, pero sería más fácil de entender…
— Si tenemos esos recuerdos. — Albus suspiró y agregó. — Okey, vamos, ayudaremos a mi padre y luego de eso continuaremos con la ayuda para que el Señor Malfoy pueda encontrar una nueva pareja, creo que si mi padre mejora…
—Mi padre volverá a estar solo y cuando partamos a la escuela…
Los tres chicos se quedaron en silencio y con un gran suspiro, tomaron los polvos flu y se perdieron en las llamas verdes.
El ambiente del hogar parecía pesado, entraron directamente a la oficina de Harry, donde James caminó hacía los libros donde mucho tiempo atrás había visto las pequeñas botellas.
Por su parte, Harry miraba al psicomago, apretando sus manos.
—Dígame señor Potter, nada de lo que se hablé saldrá de esta habitación.
—Fue cuando tenía 6, ese día, ese día el agua estaba demasiado fría…