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Una cuestión de pelos por Orseth

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            Pasado el tiempo necesario Draco cerró los ojos mientras se mordía un labio con angustia al tiempo que se tocaba la cabeza.

            -Ahí siguen.

            -Eso veo –respondio Blaise- ¿irás a la enfermería de una vez?

            -No, esa medimaga no sirve para curar ni un resfriado –dijo mientras se levantaba y salía de la casa de Slytherin; Pero esta vez sus pasos no caminaron mucho, ni siquiera salió del área de las mazmorras.

 

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            Cuando escuchó que tocaban a su puerta miró el reloj que tenía en la pared viendo que ya era algo tarde, así que frunció el ceño por la interrupción y siguió revisando sus trabajos escolares pendientes, pero al cabo de un par de minutos volvieron a tocar, así que sin más remedio se levantó a abrir.

            -Buenas noches padrino, lamento la interrupción –saludo Draco escabulléndose dentro de la estancia.

            Severus se quedó de pie, con la puerta abierta mirando al muro de enfrente mientras el jovencito caminaba hasta el centro de la habitación.

            -Pasa… -dijo Severus para luego sin más remedio cerrar la puerta.

            -¡Mira lo que tengo, mira! –dijo bajándose la capucha.

            Severus exhaló un suspiro y paso de largo para volverse a sentar en su cómodo sofá a un lado de la chimenea encendida y tomar sus pergaminos de vuelta mientras decía:

            -No me interesan tus fetiches calenturientos de adolescente Draco, suficiente tengo con revisar estos abominables trabajos de tus compañeros, de balde que vayan en cuarto año, siguen presentando tareas tan lamentables que…

            -¡Esto no es culpa mía! –Respondió ofendido- ¡padrino mírame!

            Con toda la calma del mundo Severus alzó la vista y vio a Draco darse vuelta y levantarse la túnica por detrás.

            -¿Y eso?

            -Es una cola.

            -Me doy cuenta… ¿en esas cosas ocupas tu tiempo Draco?... deberías ponerte a estudiar, por eso Granger te supera en calificaciones y…

            -Parece que estoy hablando con mi papá –interrumpió dramáticamente- ¿en qué parte de “esto no es culpa mía” no fui claro?

            Severus no dijo nada, simplemente se le quedó viendo mientras bajaba sus pergaminos de nuevo, gesto que Draco entendió como que su padrino ya era todo oídos para su trágico problema.

            -Amanecí así el domingo, he ido tres veces a la enfermería y la inútil de Pomfrey no ha podido hacerlas desaparecer, si mi padre supiera esto ya hubiera hecho algo al respecto, como correrla de aquí por inepta.

            -¿Así que vas a decirle?

            -¡Obvio no! ¿Cómo se te ocurre padrino? No estoy loco.

            -¿Y entonces que harás?

            -¿Yo?... por eso vine a verte a ti, tu eres un experto en pociones, tu puedes hacer algo para que se me quite esto ¿verdad?

            Severus vio la esperanza y angustia a la vez en los ojos de Draco, por lo que simplemente suspiró y regresó su atención al trabajo diciendo:

            -No puedo.

            -¿¡Qué?!... ¿¡porqué?!

            -El que yo sea un pocionista profesional no significa que conozca todas las pociones del universo y dimensiones alternas Draco, algo haz de haber hecho para que alguien te haya dado este regalito.

            Draco quedo literalmente con la boca abierta al escuchar al maestro de pociones.

            -Pero padrino… tú no puedes decirme eso.

            -¿Por qué no?

            -Pues porque tú me conoces mejor que nadie.

            -Precisamente.

            -Bueno, tal vez he dicho un par de cosillas… y solamente a Potter… bueno, no solo a Potter –corrigió alzándose de hombros como quien no quiere la cosa- pero Potter se las ha merecido por ser un anormal, eso de que le gusten los hombres no es natural y tú lo sabes ¿no?

            Severus solo suspiró mientras negaba con la cabeza y regresaba su atención a sus papeles.

            -Padrino por favor… -suplicó acuclillándose ante él- ayúdame.

            Severus miró el reloj de pared y luego sus pergaminos de nuevo.

            -Ve a dormir Draco, ya es tarde.

            -Padrino ponme atención.

            -Lo que te pondré será un cascabel sino obedeces.

            Haciendo muecas de disgusto se puso de pie viendo que su profesor seguía calificando trabajos, entonces dio un golpecito al suelo con el pie y  salió de ahí; cuando finalmente el chico lo dejó solo, dejo de mirar las tareas y alzó la cara con gesto pensativo; Madame Pomfrey era una de las mejores medimagas que conocía y el que no hubiese podido terminar con un hechizo aparentemente sencillo no era común… si Draco seguía así posiblemente haría una visita a la enfermería.

 

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            -¿Crees que el profesor haga algo? –pregunto Blaise camino a desayunar.

            -Claro Blaise, siempre puedo contar con mi padrino.

            No muy lejos de ahí, Chloe y Evangeline hablaban en voz baja mientras desayunaban.

            -¿Y cuando pondrás en acción la segunda fase del plan?

            -Dejaré que pase una semana en lo que Draco descubre una nueva faceta de sí mismo y se ponga en los zapatos de Harry Potter.

            Aunque ese año escolar se celebraba el torneo de los tres magos y toda la atención estuviera puesta en las competencias, de todos modos seguían habiendo partidos de Quidditch,  así que la mañana del siguiente Domingo hubo practica entre Slytherin y Griffindor, cosa que le servía de mucho a Harry para distraerse además de que ya no le preocupaba el enigma del huevo dorado pues gracias a Cédric ya lo había resuelto; así que medio colegio se reunió en las gradas para apoyar a su equipo a pesar de no ser un partido oficial sino una simple practica.

            Draco jugó como capitán del equipo pero a pesar de todo su esfuerzo no le estaba yendo nada bien, pues en el aire no podía manejarse como de costumbre debido a su cola; no sabía cómo manejarla sobre la escoba y eso le hacía bambolearse peligrosamente.

            -¡Mierda! –masculló cuando Harry pasó como ráfaga a un lado de él y quiso seguirlo, pero entonces quiso virar sin lograrlo del todo provocando con ello que se fuera de lado soltándose de la escoba para espanto de los espectadores.

            Intentó agarrarse de nuevo pero solo manoteo al aire desesperado mientras caía; nadie llegó a tiempo para evitarlo pero afortunadamente solo estaba unos cuantos metros arriba, aunque eso no evitó que se sumergiera en la oscuridad cuando su humanidad dio contra el suelo.

            -Malfoy… Malfoy despierta.

            -Mmm…

            -Malfoy abre los ojos.

            No quería despertar pero esa insistente voz no dejaba de joder, por lo que haciendo acopio de toda su voluntad comenzó a abrir los ojos viendo con ellos los ojos más bonitos que había visto en su vida.

            -Ojos… que ojos… tan bonitos… -balbuceó volviéndolos a cerrar.

            -Malfoy me chuleó los ojos, creo que tiene conmoción cerebral.

            Esa voz le hizo despertar de golpe encontrándose con un familiar rostro que lo miraba muy atento.

            -¿¡Potter?!... –exclamó sentándose como impulsado por un resorte.

            -No te levantes Malfoy, caíste de la escoba.

            -No me toques fenómeno…

            La preocupación de Harry se esfumó al instante al ver que Draco seguía tan grosero como de costumbre; el rubio fue llevado a la enfermería por su equipo en donde se constató que todo estaba bien.

            -No, no, estoy seguro de que tengo algo, una fractura de cráneo o algo así –dijo negándose a abandonar la cama.

            -No tienes ninguna fractura de cráneo.

            -Entonces una conmoción cerebral.

            -Tampoco –respondio Madam Pomfrey rodando los ojos.

            -¡Pero…!

            -Estás bien, aun así regresa si sientes alguna molestia, la que sea.

            -¿Y para que irme si ya estoy aquí?

            -Porque no va a pasarte nada.

            -Pero no pude haberle visto ojos bonitos al cara rajada –pensó exasperado.

            -¿Y bien? –pregunto ella al verlo quedarse callado.

            -De acuerdo –refunfuño levantándose de mala gana.

 

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            Al día siguiente se levantó apresurado al ver que se había quedado dormido, Crabbe y Goyle ya habían salido del baño pero Blaise aun no terminaba de bañarse, pero como era costumbre se metió a bañarse a un lado de él.

            -¿Por qué no me despertaste? –pregunto abriendo la llave.

            -Te hablé pero me mandaste al cuerno.

            Sin más remedio comenzó a enjabonar su cabeza y en lo que lavaba su cabello volteó a ver a Blaise mientras se enjuagaba dándose vuelta para que le cayera mejor el agua… y miró su espalda o más bien la notó pues de hecho la había visto cientos de veces cada que se bañaban en la misma ducha; vio sus músculos firmes y aunque Blaise era de complexión delgada pudo apreciar que era fuerte, vio las burbujitas de jabón resbalar por su piel oscura hasta llegar a sus nalgas y luego a sus piernas… esas largas piernas…

            -¿¡Qué diablos…?! –exclamó entonces tapándose la boca con ambas manos.

            -¿Qué pasa? –pregunto Blaise dándose la vuelta.

            Como si una mano invisible le tomara la cabeza, miró directamente el pene de Blaise que escurría jabón y agua pelando tremendos ojos al verlo; de hecho ya lo había visto, así como el de Crabbe y Goyle y los de su equipo de Quidditch en las duchas y no había pasado de bromas y comparaciones por el tamaño, nada más; primero porque no era correcto darle demasiada atención a penes ajenos y segunda porque no le interesaban, pero ahora había algo distinto, una curiosidad diferente ¿en qué?... ni idea, pero había algo distinto en el cuerpo de su amigo.

            -Apúrate o te dejamos –dijo Blaise cerrando la ducha cuando se hubo enjuagado bien y pasando junto a él.

            Se apresuró a bañarse pero de nueva cuenta llegó corriendo al comedor debido al nuevo proceso de secar su cola con aire caliente para no llevarla mojada;  comió en silencio, pensando en el cuerpo de Blaise y en los ojos de Harry Potter… en los ojos de Harry Potter y en el cuerpo de Blaise…

            -Maldición…-pensó exhalando un suspiro mientras se levantaba, estaba decidido a resolver esa situación… ¿cómo? Ni idea, pero por lo pronto iba a comenzar volviendo a ver los ojos de Potter para constatar que solo fue el efecto del costalazo lo que le hizo pensar que ese tenía ojos bonitos.

            -Lindos ojos… ¡Agh!... –pensó haciendo muecas.

            La primer clase de ese día era pociones y la compartían con Griffindor, así que esta vez y contrario a su costumbre se sentó hasta atrás haciendo a sus amigos mirarlo extrañado.

            -¿Y eso? –pregunto Blaise sentándose a su lado, a lo que respondio con un simple encogimiento de hombros.

            Moviendo las piernas nerviosamente miraba impaciente como los demás alumnos iban llegando al salón hasta que escuchó su risa haciendo que su corazón diera un vuelco; Harry llegó acompañado  de Hermione y Ron, ellos también acostumbraban sentarse hasta atrás, sobre todo en clase de pociones, menos ella que en su afán de poner el máximo de atención se iba hasta adelante; Draco lo vio mover la cabeza buscando un sitio libre para sentarse y entonces lo miró… sus ojos se encontraron directamente a tan solo un metro de distancia.

            -Mira Harry, aquí –dijo Ron jalándolo del brazo sentándose al otro lado del pasillo, una fila más adelante y pronto toda la clase llego llenándose el salón de ruidos de sillas arrastrándose, cuadernos y libros en los pupitres y murmullos.

            Un segundo, dos a lo mucho fue lo que sus ojos se miraron directamente, pero eso bastó para aclarar la duda de Draco.

            -Mierda… -masculló recargando sus codos en la mesa y cubriéndose la cara con las manos para luego apoyar su cuerpo encima, con el rostro oculto por sus brazos y la frente pegada a la madera.

            -¿Qué pasa?

            -Nada… que estoy jodido.

            Y jodido era una palabra corta para lo que sentía, pues su duda había sido despejada… no había sido el costalazo que se dio en el campo de Quidditch pues esos dos segundos le bastaron para confirmar que Harry Potter si tenía los ojos verdes más bonitos de todo el colegio.

 

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            Harry jugueteaba con una pluma de pavorreal que Hermione le había regalado de su última visita a Hogsmeade, la había comprado en la tienda de plumas Scrivenshaft y ahora la usaba para entretenerse mientras intentaba no dormirse en la clase de pociones y no era el único que luchaba contra el aburrimiento, pero de repente un fuerte “¡Plam!” despabiló a todos de golpe, Snape incluido.

            Harry miraba boquiabierto su pluma de pavorreal literalmente aplastada bajo las manos de Draco, quien solo pudo cerrar los ojos preparándose para su funeral social cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

            -Mierda… -pensó sin atreverse a abrirlos.

            -Malfoy, si querías jugar me lo hubieses dicho antes y te hubiera traído una bola de estambre –dijo Harry sonriendo y con ello provocando risas a su alrededor.

            -¡Silencio! –exclamó Snape.

            -¿Y ahora podrías dejar de aplastar mi pluma?

            Draco abrió los ojos y sin atreverse a mirar a su alrededor levantó las manos y con la pizca que le quedaba de dignidad camino de regreso a su lugar.

            Snape miró todo sin decir nada y simplemente continuó con la clase.

            -¿¡Qué hiciste, estás loco?! –susurró Blaise entre dientes.

            -Cállate Blaise.

            -¡¿Jugar con la pluma de Potter?!... ¿en serio?

            Draco hizo un gesto de frustración mientras apretaba su propia pluma.

            -¿Qué diablos pasó por tu cabeza?

            -¡No lo sé, no lo pude evitar!

            Y eso había sido cierto, ver como se movía esa pluma sin cesar le hizo desear saltar sobre ella y tomarla entre sus manos, así que a la primera oportunidad fue a ver a Madam Pomfrey.

            -Necesito curarme, necesito que haga desaparecer esto ¡hoy quise jugar con una pluma!

            -¿Jugar cómo?

            -¡Pues jugar! –Respondio exasperado- cada vez me parezco mas a un gato, al rato buscaré una caja de arena para defecar.

            -¿Qué otros síntomas has tenido?

            -Pues… mis amigos dicen que llegue a ronronear pero… bueno, yo no estoy seguro de eso, pero nada más –afirmo pensando que primero muerto a confesar los otros “síntomas raros” que había percibido en él últimamente.

            Pomfrey sacó otro frasquito de un estante.

            -De hecho he estado trabajando en otro medicamento, iba a llamarte en cualquier momento, toma.

            Draco tomó otra medida de poción, esta vez de sabor excesivamente dulce.

            -¿Cuánto tardará esta vez?

            -A estas alturas no estoy segura, pero no debe pasar de este día.

            Draco regresó a sus clases y tuvo que continuar con su día soportando las burlas de los demás, pero después de la cena regresó a la enfermería.

            -Nada, siguen ahí… ¿Qué clase de medimaga es usted?

 

 

 

 


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