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REGRESA A MI por crystalwall

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Notas del capitulo:

Hola, les traigo el capitulo nuevo prometido, este capítulo dice mucho sobre el fic, a fin de cuentas ya estamos a la mitad, espero que les guste

Capítulo 5.- Punto de quiebre

 

Ikky estaba sentado en la vereda del campus, un paramédico le estaba parchando su herida en la cabeza antes de llevarlo al hospital, el peliazul estaba consciente pero tenía la mirada baja, Seiya estaba sentado a su lado y tampoco lo estaba mirando, habían pasado angustiosos minutos hasta que llegaran los primeros auxilios, la ambulancia del campus aún no llegaba

- Casi no te reconozco – dijo Ikky rompiendo el silencio, Seiya levantó la mirada sin comprender

- ¿Ah si?, ¿por qué?

- Estás un poco más… llenito, la última vez que te vi estabas en verdad delgado, pero créeme que te sienta muy bien, te ves hermoso con tu gorrito y esos jeans – Ikky sonrió y levantó la mano para acariciar la mejilla de Seiya que se hizo el quite y no se dejó tocar, el castaño se volteó y bajó la cabeza nuevamente, así que Ikky continuó: - ¿En dónde estás viviendo Seiya?, ¿en dónde has estado todo este tiempo?

- No Ikky…

- ¿No puedo interesarme siquiera en saber en dónde estás?, cuando te fuiste no me diste ni una sola oportunidad de hablar nada, no me diste chance a nada, solo te fuiste y eso no es justo Seiya, tu decidiste por los dos y eso no se hace – Ikky hablaba con dolor y con ansia, había soñado con este momento muchas veces, pero nunca se imaginó que Seiya no le haría el menor caso cuando al fin estuvieran frente a frente

- ¿Viniste solo a reclamarme cosas?

- No… no vine a eso

- Entonces… ¿cómo me encontraste? – preguntó Seiya tratando de cambiar el rumbo de la conversación

- ¿Es eso importante?

- Supongo que no, ¿qué haces aquí Ikky?

- Quería hablar contigo, tenía listo todo lo que iba a decirte – respondió en un susurro el peliazul

- ¿Ah si?, ¿y qué es tan importante que hiciste el viaje hasta aquí para decirme?

- Ohhhh era un discurso genial, te decía las palabras perfectas y correctas para hacerte volver a casa, te convencía de que soy el amor de tu vida y que no puedes vivir sin mí, te decía que te amo y tú me decías que me amabas, era un discurso genial – Ikky suspiró e hizo una mueca cuando el paramédico movió su brazo derecho, no estaba roto pero sí bastante golpeado

- ¿Y qué pasó?, ¿dónde está el discurso genial?

- Ya me olvidé lo que iba a decirte – Ikky movió un poco la cabeza para mirar a Seiya que lo estaba mirando también

- Es una pena, ya llegó la ambulancia – Seiya se puso de pie y ayudó al paramédico a levantar a Ikky que tuvo que apoyarse en él para no caerse, su sentido de equilibro no estaba del todo bien aparentemente, Seiya se cruzó de brazos y se hizo a un lado parándose en la vereda, Ikky lo miró, él esperaba que Seiya viniera con él en la ambulancia pero no… fue muy claro que el castaño no lo haría, así que Ikky se dejó llevar, se acostó lentamente en la camilla y suspiró cuando lo acomodaron de mejor manera asegurando correas y cosas para asegurar que no se cayera en el traslado al hospital

- Hey!!!... ¿puedo seguir acosándote y buscándote sin tu permiso? – preguntó Ikky cuando ya estuvo totalmente asegurado en la camilla

- No, cuídate mucho Ikky – respondió Seiya mirando con infinita pena como la ambulancia cerraba sus puertas, Ikky levantó lo más que pudo la mano en señal de despedida, Seiya solo lo miró y se volteó para caminar hacia los árboles cercanos

 

El castaño se acomodó su gorrito y su bufanda y en eso estaba cuando vio a Hyoga que estaba fumando un cigarrillo apoyado en uno de los árboles del jardín, al verlo venir lanzó el cigarrillo al suelo aplastándolo con la bota, metió las manos en los bolsillo y se acercó a Seiya que se quedó quieto a solo unos pasos de él

- ¿Tu esposo?, ¿pensabas decirme algo de eso alguna vez? – Hyoga estaba molesto, en verdad molesto

- No… no te lo iba a decir, no me hubiera gustado que te enteraras, siento que lo hicieras, en verdad lo siento Hyoga

- ¿Lo sientes?, ¿entonces yo solo fui una distracción para ti?, ¿un juguete?

- No… claro que no, tú fuiste muy bueno conmigo y eso te lo voy a agradecer por siempre, me diste lo que necesitaba, me hiciste sentir vivo y completo, no como si hubiera algo mal conmigo o en mi vida, no me miraste con pena ni me trataste con pinzas, eso es algo que voy a valorar siempre, y en verdad me gustaría quedarme aquí y vivir como un estudiante más, libre de preocupaciones o problemas – Seiya se acercó a Hyoga y acarició su mejilla con suavidad, sus ojos cafés lo miraban con dolor y con infinita tristeza, eso más que nada desubicó a Hyoga que puso su mano sobre la mano de Seiya y la llevó hasta su pecho al preguntar:

- ¿No te vas a quedar aquí?

- No… tenía que volver eventualmente, mi tesis está acabada, en teoría solo falta que me den fecha para la graduación, esos trámites los puedo hacer desde casa

- ¿Y dónde es casa?

- Londres…

- No te voy a volver a ver, ¿verdad?

- No

- ¿Y no puedo opinar algo al respecto?

- No, adiós Hyoga, cuídate mucho y conserva siempre ese corazón tan hermoso que tienes – Seiya se acercó un poco más y besó muy suavemente al rubio en los labios, era un beso de despedida con todas las de la ley, tierno, corto y cargado de sentimiento

- Espera… no te vayas así, lo podemos hablar, si estás casado siempre puedes divorciarte, ¿no?

- Créeme, un divorcio es el menor de mis problemas, lastimosamente mis demonios no se curan con un pedazo de papel que diga que estoy divorciado de Ikky

- Él… ¿te hizo daño?, ¿te lastimó de alguna manera? – Hyoga no sabía qué hacer, Seiya era más bajo que él, no necesariamente tenía apariencia frágil pero el que era su esposo era un tipo grandísimo, que lucía como que podía matar a alguien con sus propias manos

- No… no es así, Ikky es muy buena persona, por algo me casé con él, ¿no?

- ¿Vas a volver con él?

- No, adiós Hyoga

- Oye… ¿te puedo llamar?

- Mejor no, no quieres entrar en mi mundo de problemas, dejémoslo así - Seiya se volvió a acomodar la bufanda y sin más, sin mirar atrás, caminó con rumbo a su departamento, tenía que empacar… si… empacar otra vez…

 

En una casa de las afueras de Londres, casi a la media noche sonó la puerta principal al abrirse, la alarma de la casa se accionó pero el recién llegado la había desactivado, las luces de las escaleras se encendieron dando paso a un hombre castaño que vestía una bata y tenía un bate de baseball en las manos

- Soy yo papá, ¿en serio me ibas a pegar con un bate?

- Hijo… ¿por qué no me avisaste que venías?, te hubiera ido a traer del campus – el hombre castaño dejó el bate al pie de las escaleras y abrazó a su hijo que lo abrazó de vuelta

- Fue algo del momento papá, yo ya no podía estar más tiempo allí

- ¿Por qué?, ¿pasó algo con tus clases?

- No… Ikky llegó al campus

- ¿Ikky llegó al campus?, ¿cómo rayos supo que tú estabas allí? – una muchacha que también lucía una bata bajaba las escaleras y caminaba directo hacia los brazos de su hermano menor que la abrazó con fuerza

- Si se lo pregunté pero no me dijo, no es importante el cómo dio conmigo, el asunto es que llegó entonces… heme aquí – respondió Seiya, lucía cansado

- ¿Quieres comer algo? – preguntó la muchacha tomando a su hermano del brazo

- ¿Tienen algo comible?, ¿en serio? – el castaño menor sonrió dejándose llevar por su hermana a la cocina

- Claro que sí, tenemos lasaña – Aioros contestó con una sonrisa

- Genial, me muero de hambre

 

Seiya comió en la compañía de su padre Aioros, y de su hermana Seika, luego subió a su habitación y al quedarse solo nuevamente allí, se recostó en la puerta, cerró los ojos y suspiró con pesadez, tampoco le hacía bien estar en la casa de su padre, pero no tenía a dónde más ir, probó estar solo un tiempo pero no… eso era como tratar de curar una herida de bala con una curita, él podía pretender estar bien pero eso ya no era lo suficiente, el teatro se le cayó apenas Ikky puso un pie de vuelta a su vida, el verlo si le removió muchas cosas en las que no había pensado en mucho tiempo, Seiya acarició su mano izquierda y suspiró, miró su dedo, él ya no llevaba puesto su anillo de matrimonio pero al abrir su camisa, lo llevaba colgado en una fina cadena, él amaba a Ikky pero… no podía estar con él, simplemente no podía…

 

***

Llovía… llovía esa tarde y hacía un frío infernal, Seiya estaba acostado en su cama y miraba ausentemente como la lluvia golpeteaba la ventana, estaba cubierto solo con una manta delgada, tenía las manos, los pies y la nariz helados, pero realmente no le importaba, nada le importaba en este punto, tenía la mirada perdida y ni siquiera escuchó cuando la puerta del departamento se había abierto

 

Ikky llegó y se sacó su chompa que chorreaba agua, la colgó en el perchero y se estremeció, en serio se moría de frío, se sacó los zapatos y miró la sala, todo estaba más o menos ordenado, tal y como lo había dejado en la mañana, fue por el comedor y estaba igual que siempre, fue por la cocina y abrió la refrigeradora, al abrirla suspiró, el plato que había preparado en la mañana seguía allí y eran casi las seis de la tarde, Seiya no había comido, dioses…

 

Ikky caminó por el pasillo y suspiró al quedarse de pie en el marco de la puerta, Seiya estaba acostado de ladito dándole la espalda, miraba la lluvia, aunque Ikky no podía saber si estaba despierto o no, así que se sacó los pantalones que también estaban mojados y muy despacito se acostó en la cama junto al frío cuerpo de su esposo

- Ohhh cielos… - Ikky se levantó y fue hasta el armario, sacó un cobertor gordito y lo tendió en la cama sobre Seiya que ni siquiera se movió, el peliazul se volvió a acostar y abrazó a su castaño por la espalda besando su hombro, Seiya puso su mano sobre la mano de Ikky y suspiró, el peliazul se pegó un poco más a él buscando calentarse mutuamente porque Seiya estaba frío, había pasado el día entero en la cama pero estaba frío

- ¿Qué hora es? – preguntó el castaño en un susurro

- Casi las seis, ¿saliste hoy Seiya?

- No… llovía y no tenía ganas de salir

- Hablé el otro día con tu asesor de tesis, me dijo que los plazos están por cumplirse, ¿lo llamaste?, mira que te lo apunté y dejé sus datos junto al teléfono – Ikky estaba acariciando el brazo de su esposo tratando de calentarlo, Seiya no se estaba moviendo y miró la libreta con los datos de los que Ikky le hablaba

- No he llamado a nadie, no quiero hablar con nadie Ikky – Seiya sonó agresivo cuando dijo esto

- Ok., ok., solo si necesitas ayuda con algo, avísame y yo lo haré por ti, ¿está bien?

- Está bien – Seiya se movió en la cama hasta incorporarse un poco, se sentó y tomó un vaso que estaba en su mesa de noche, le dio un sorbo y cerró los ojos, lucía cansado

- ¿Has dormido algo?, ¿has comido algo?, no tocaste la ensalada que hice para ti, estás muy delgado amor, estás pálido

- No tengo hambre Ikky – Seiya se volvió a recostar pero esta vez lo hizo sobre su espalda, se acomodó de mejor manera y suspiró al poner una mano sobre su pecho, Ikky tomó su mano y la besó, como el castaño no dijo nada ni hizo nada, Ikky se acercó un poco más y besó su hombro, luego fue dejando un camino de besos por su pecho y cuello hasta que llegó a sus labios, lo abrazó y pasó la mano por su pecho, pero Seiya lo detuvo y se lo quitó de encima cuando el peliazul trató de acomodarse mejor sobre él, Seiya simplemente dijo: - No Ikky… no…

- ¿Quieres que ordene algo de comer antes de que me vaya al bar?, si no tengo buena sazón con las ensaladas que hago, podría ordenarte comida china o algo – propuso Ikky pero Seiya meneó la cabeza y cerró los ojos con un suspiro

- Sabes… en algún punto de la mañana soñé que te ibas, que tenías un amante y te ibas – dijo Seiya todo serio y pensativo

- ¿Un amante?, ¿quién?

- No lo sé, era un muchacho joven y rubio, creo que rubio, no lo sé – Seiya suspiró otra vez y cerró los ojos con pesadez, Ikky tenía razón, el castaño estaba sumamente delgado y pálido, tenía ojeras pronunciadas pero eso no era lo más notorio en él, su expresión era lo que le llegaba al alma a Ikky cada vez que lo veía

- No me gustan los rubios, tal vez eras tú mismo con un cambio en tu cabello o algo, ¿una peluca tal vez?

- No… no era yo

- Tranquilo amor, yo no podría engañarte con nadie, yo te amo

- Tal vez deberías – dijo Seiya en un susurro

- ¿Debería amarte?, claro que te amo – Ikky frunció el ceño, no le gustaba el rumbo que estaba tomando la conversación

- No, tal vez deberías tener un amante

- ¿De qué rayos estás hablando? – Ikky se sentó en la cama y lució por demás confundido y molesto

- Las cosas no están bien, yo no estoy bien, esto… esto es una farsa, ¿no crees que deberíamos hacer algo para cambiarlo todo?

- Si quieres cambiar algo, ¿en serio te parece la mejor idea que consiga un amante? – Ikky no podía creer lo que estaba escuchando

- No lo sé, tal vez…

- ¿Es eso lo que quieres?, ¿quieres tener un amante? – Ikky preguntó esto con mucho dolor, Seiya se tomó su tiempo en responder hasta que finalmente dijo:

- No…

- ¿Entonces por qué crees que yo debería tener uno?

- No lo sé Ikky… no me hagas caso, a veces pienso lo que no debería, no… no me hagas caso – Seiya se volteó y le dio la espalda a su esposo que lo abrazó nuevamente y le susurró en la oreja:

- ¿De verdad tan mal estamos?

- ¿En qué mundo estás viviendo Ikky?, por favor… este ha sido el peor año de mi vida, no me salgas con preguntas estúpidas – Seiya tomó el cobertor y se cubrió hasta la cabeza quedando hecho una bolita en la cama, Ikky estuvo acostado a su lado en silencio hasta que Marin lo llamó del bar, cielos…

 

Los días siguieron con pasmosa calma, a insistencia de Ikky, Seiya había salido algunas mañanas con él y fueron al supermercado, al parque, al cine, algo comía aunque la mayoría de las cosas le hacían daño, su estómago estaba despedazado por la medicación que estaba tomando, pero por lo menos en algo parecía que el castaño iba progresando, pero todo eso cambió cuando una tarde Ikky llegó a casa y la encontró vacía, estaba buscando un saco para ponerse cuando el teléfono sonó, al responder la llamada, el alma se le fue a los pies

 

En el hospital del centro, el peliazul corría por los pasillos, le dirigieron a la habitación en la que Seiya se encontraba ahora y al verlo, su corazón se comprimió, no podía ser verdad, el reporte que le dio el médico no podía ser verdad, pero… en esa pequeña cama estaba su castaño, más pálido que la muerte y con muchos equipos conectados, se había tomado un frasco entero de pastillas tranquilizantes, hubiera muerto sin remedio si su hermana no lo hubiera encontrado a tiempo, ella fue a visitarlo esa mañana y al no tener respuesta cuando tocó el timbre, entró con la llave escondida que estaba bajo el extintor de incendios, entró para encontrar a su hermano tendido en el suelo del baño del departamento, el frasco vacío aún en sus manos…

 

Notas finales:

Chan chan chan...

¿Que paso con Ikky y Seiya?, no se pierdan los proximos capítulos para descubrirlo

Muchas gracias por leer y nos vemos el jueves en el capitulo nuevo, saludos, bye


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