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BULLY por bingbing

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Notas del capitulo:

Baekhyun

Sehun

Luhan

Yixing

Kai

Chanyeol

Kyungsoo

Zitao

Junmyeon

Sehun no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había entrado al taller, pero supuso que tuvo que ser lo suficientemente largo como para que las campanas sonaran indicando el final de las clases de mañana e iniciando la hora del almuerzo.

Baekhyun se levantó y se acercó a el para extenderle la mano. El rubio la acepto y se levantó, quedando bastante en evidencia la clara diferencia de altura entre ambos.

— Es la hora de comer. La cafetería es el único sitio donde todos los alumnos coinciden durante una hora al día, así que te vendrá bien saber esto que voy a enseñarte —La voz de Baekhyun estaba llena de anticipación y Sehun no pudo evitar sentirse ansioso —. Aunque no te hagas ilusiones con la comida, es lo más asqueroso que vas a probar en años. Créeme.

El campus estaba lleno de estudiantes que iban y venían con libros en la mano, profesores persiguiendo a los matones de turno, los típicos grupillos de amigos hablando sobre estupideces que solo le importaban a ellos. Entre todo el caos de colores y personas, Sehun pudo notar una mirada sobre él lo suficientemente intensa como para girarse y dejar a Baekhyun andando y hablando solo. Se sorprendió cuando reconoció a la chica que había captado su atención horas antes, desconcertada al haber sido sorprendida. Rompió el contacto visual avergonzada y siguió su camino hacia la residencia cabizbaja.

Baekhyun se volvió extrañado, mirando hacía la misma dirección que Sehun y sonrió al percatarse de quién estaba mirando su nuevo amigo.

— Con que Irene, ¿Eh? — El rubio lo miró con el ceño fruncido —. Déjame decirte que tienes buen gusto. Aunque dicen que es una estirada y una guarra.

— ¿No son esas palabras un poco contradictorias?

— No aquí, amigo —respondió, cogiendo su brazo para evitar que volviese a entretenerse por el camino. A Sehun no le gustaba que cogieran confianza tan rápido con el, pero el castaño era una persona que iba más allá de lo interesante y pensó que por una vez, se dejaría llevar.

Y también porque de no ser por Baekhyun, jamás habría adivinado donde se encontraba la cafetería de la escuela. Estaba situada junto a las escaleras que se dividían para acceder a la primera planta, casi imperceptible. Mientras más se acercaban, más evidente era el bullicio y el olor a sopa mezclada con pescado crudo.

— Bienvenido al paraíso — ironizó el más bajo mientras Sehun se deleitaba con las vistas.

La luz que entraba por los grandes ventanales era la única iluminación que había en la cafetería, dejando ver a través de él las pequeñas partículas de polvo en el aire. El ambiente era mucho más calmado a comparación de lo que se escuchaba desde fuera.

Baekhyun le indicó con la mano que se sentaran en la una de las mesas más cercanas a la puerta, donde se tenía una vista panorámica de toda la escena. Había podido reconocer un par de caras; Luhan, sentado en unas de las mesas al final y a Chanyeol, que se encontraba en la mesa más estruendosa del lugar.

El castaño estiró su dedo índice, señalando justamente esa.

— ¿Ves esa mesa de ahí, donde están todos vestidos con una chaqueta azul? — Sehun asintió —­. Esos son el equipo de béisbol y sus más fieles lameculos.

— No hace falta que me lo digas. Se han encargado ellos personalmente de darme la bienvenida.

Baekhyun sonrió: —Entonces creerás que son los reyes, populares de aquí. Pero eso aquí no existe, esto no es una película americana.

— Difícil de creer — Sehun alzó una ceja, divertido.

Son el orgullo de Yonsei, sí. Pero eso no quitan que también sean los más tontos de aquí.

El profesor de educación física es el entrenador del equipo de beisbol, así que son intocables. Cualquier pelea o discusión que tengas con algunos de los miembros se volverá siempre en tu contra en forma de sanción, sin importar cuál de las partes tenga la razón. El campo de béisbol y el gimnasio son sus lugares exclusivos por excelencia, así que no es aconsejable rondar por allí a no ser que tengas clase de educación física. Han ganado muchísimos partidos frente a otros institutos y este año es crucial para ellos, competirán en un torneo nacional que posteriormente pueden llevarles a uno internacional.

—Imagínate a Yonsei representando a Corea en un campeonato internacional juvenil — Baekhyun se echó a reír. A Sehun no le hizo ninguna gracia, le parecía más bien preocupante.

— ¿Es Chanyeol el líder de esos descerebrados? — preguntó al escuchar la estruendosa risa de este desde el otro lado de la cafetería.

— Más quisiera el gorila — el castaño parecía buscar la presencia de alguien con la mirada, sin éxito — No está aquí porque es el único de su grupo que tiene buen gusto, pero el líder del equipo es Kim Jongin. Alias Kai. Es muy fácil reconocerle porque es moreno y bastante guapo. También es el único que no es un gilipollas.

Ante esa vaga descripción, el rubio supo que se refería al adonis del bate de béisbol. Tenía bastante sentido, ahora que volvía a reproducir el encuentro con ellos en su cabeza.

— ¿En qué curso está?

Baekhyun se lo pensó antes de contestar: — es un año menor que yo, así que segundo, si no me equivoco — Sehun no supo que le sorprendió más, si el hecho de que Baekhyun era mayor que él o que Jongin tuviera su misma edad.

Sin percatarse de la incredulidad en el rostro del rubio, Baekhyun apuntó hacia una chica de pelo claro y volvió a hablar: — Esa chica con cara de aburrida al lado de Chanyeol es Soojung, su novia.

— Déjame adivinar, ¿la líder del club de animadoras?

— No — los ojos de Baekhyun bailaron por la sala hasta dar con una persona en concreto — la líder del club de animadoras es una zorra que solo sabe soltar veneno por la boca.

Los ojos de Sehun, por inercia, también acabaron sobre Taeyeon. Parecía que su nuevo amigo y ella tenían una larga historia juntos de la que prefería no saber nada por ahora.

— Oye, ¿y esos de allí quiénes son? — Sehun dijo cuando una mesa en especial captó su atención, la más próxima a las ventanas.

Baekhyun hizo una mueca de condescendencia.

— Yo los llamo macarrillas de turno, pero son conocidos como el Clan.

— ¿El clan? — Sehun no pudo evitar reírse ante lo bochornoso que le resultaba aquel nombre.

Son la vergüenza de Yonsei.

Son fáciles de reconocer porque llevan siempre una chaqueta de cuero negra y pantalones horteras. Se llevan mal con casi todos debidos a las peleas constantes que tenían cuando la persona que fundó el Clan le declaró la guerra a media escuela debido a la falta de respeto constante por sus condiciones de pobres. Se podría decir que son hijos de familias disfuncionales unidos para poder subsistir en esta mierda de cárcel. Se reúnen en el pequeño descampado tras el instituto, y son bastante fanáticos de los coches y las motos.

— Y ese a quién no dejas de mirar es Yixing, el actual líder de el Clan. Parece que no tuvo mucha suerte esta vez.

Sehun dejó de mirar a Yixing, quién se comía una manzana, ajeno a todos y a todo con su ojo morado medio cerrado, incrédulo.

— ¿Cómo alguien así puede ser líder de una banda así?

— Bueno, el Clan ya no es lo que solía ser. Ahora se dedican a pasar desapercibidos para no llamar la atención — explicó Baekhyun — el antiguo líder y fundador era una persona bastante problemática. Nadie se atrevía a acercarse al Clan durante esos tiempos, ni siquiera el equipo de béisbol. Ellos sí que eran los reyes de la escuela.

— ¿Y qué pasó para que dé un día para otro dejaran de serlo?

— Echaron al líder — el castaño se cruzó de brazos — aunque hay dudas sobre el motivo. Los rumores sobre drogas, trapicheos y peleas entre bandas callejeras se dispersaron como la pólvora. Una mitad cree que fue la venta de droga lo que justificó su expulsión, la otra que, durante una pelea entre bandas, mató a alguien. Nadie ha salido a su defensa, así que es muy probable que fueran algunos de esos dos motivos.

— ¿Por qué no se disolvió entonces? — Sehun preguntó — no tiene sentido que sigan activos.

— Eso solo lo saben Yixing y su grupo. Nunca han hablado de ello, ni tampoco el director ha exigido su disolución. Alguna que otra vez les han preguntado por ello, pero no ha habido nunca respuestas. Hay cosas que es mejor no saber, supongo.

Volvieron su vista hacia él nuevamente. Ahora conversaba con un chico que tenía heridas en el labio y una tirita en su mejilla izquierda mientras reían de forma despreocupada. Si no fuera por la historia detrás de ellos, Sehun hubiese pensado que eran adolescentes normales y corrientes.

— Se ven que aún tienen enemigos directos. Aquellos de allí — Sehun se sorprendió cuando Baekhyun apuntó hacia una mesa donde todas las personas llevaban un chaleco similar al que tenía Luhan, azul y sofisticado. Casi todos iban bien peinados, con relojes de marca en sus muñecas.

— A ver si acierto esta vez, ¿los famosos hijos de papá?

Ante la sonrísa de Baekhyun, el rubio sabía que había acertado.

— Vulgarmente conocidos como los pijos.

El fondo de ingresos de Yonsei.

Nunca les veras mal peinados o vestidos, y sin duda tendrás que soportar sus miradas de superioridad cada vez que pases al lado de uno de ellos. Pertenecen a familias con poder y dinero que han invertido en la academia lo suficiente como para exigir un trato diferente a sus hijos. Tras la escuela, al oeste, se encuentra un edificio impecable que se considera el centro de ocio de estas personas mandado a construir por el cofundador de Yonsei hace diez años, el mítico señor Kim. Desprecian a los que apenas tienen recursos. Se dice que el Clan se fundó precisamente por eso, por los constantes enfrentamientos entre los ricos y los pobres.

— Las heridas de Yixing probablemente fueron obra de un encontronazo con Zitao, el perrito faldero de Kim Junmyeon.

— ¿Es el líder?

— No sabría decir si realmente hay un líder, solo sé que su familia es la que más dinero mueve dentro y fuera de la escuela. Después de todo, su abuelo es el co-fundador —Baekhyun señaló a un chico impecable que se mantenía ajeno a la conversación que los otros estudiantes estaban teniendo, dándole a entender que aquel era, en efecto, Junmyeon. A su lado, se encontraba un chaval de aspecto fiero y agresivo. Asumió que ese era Zitao.

—  ¿Y los raritos? — se burló el rubio — Los frikis nunca faltan en los clichés escolares.

—  Están justo delante nuestra —declaró Baekhyun, y acto seguido cogió uno de los panecillos que había en la cesta sobre la mesa para lanzárselo a la espalda de un chico sentado frente a ellos—. Kyungsoo, deja de ser tan rata y salúdame, sé que nos has estado escuchando.

El nombrado Kyungsoo se dio la vuelta de forma tranquila, cerrando el libro en el proceso. Sehun pensaba encontrarse cara a cara con un palurdo lleno de marcas de acné y restos de comida en su aparato dental, pero se equivocó. En cambio, lo saludó una piel fina y blanca, de ojos grandes y negros y cejas pobladas escoltadas tras unas gafas grandes de pasta negra. La molestia estaba plasmada en su rostro y no se molestó en disimularlo ni siquiera un poco cuando su voz salió ligeramente irritada.

— Eres un dolor en el culo, Baekhyun — Sehun se fijó que, tras sus gruesos labios, tenía los dientes en perfecto estado.

— Este es Do Kyungsoo — le dijo Baekhyun, ignorando el comentario del otro —. Es el líder de los empollones. El cerebro de Yonsei.

— No soy líder de nada — Kyungsoo volvió a darse la vuelta dispuesto a seguir con su libro, pero el castaño no le iba a dejar escaquearse tan fácilmente.

— Bueno, es el líder del club de lectura — corrigió —¸ pero una vez hizo que Chanyeol se pusiera de rodillas a rogarle por su vida cuando le tiró el libro de historia en la cabeza y desde entonces todos los raritos lo endiosan.

Harto de la verborrea del castaño, Kyungsoo se levantó, se alisó su chaleco de color verde y salió de la cafetería ante la mirada de Baekhyun, Sehun y los estudiantes de la otra mesa. Estos se quedaron algo cohibidos por unos segundos, no seguros de sí debían seguirle, decidiendo levantarse solo cuando uno de ellos (de baja estatura y rasgos finos) se dispuso a ir tras él.

— No parecen muy amigables —comentó Sehun después del espectáculo—. ¿Sois amigos?

— Más bien conocidos que se soportan. Son el grupo más fácil para entablar una amistad — respondió Baekhyun con una mueca burlona— aunque no te dejes engañar por sus apariencias de perdedores. Esta gente es la más rastrera de todo el colegio, y si Kyungsoo hubiese querido, hubiera tenido ya a media escuela a su merced. Incluso a los niños de papá.

Con esa actitud y esa cara, Sehun pensó, no dudaba de que así fuera.

El estruendoso sonido metálico del timbre retumbó, finalizando la hora del almuerzo. Los estudiantes empezaban a abandonar la cafetería para ir a sus respectivas clases (o no) y la cocinera, que había estado escondida todo este tiempo en la cocina, dejó escapar un suspiro de alivio.

— ¿Y tú? — Sehun preguntó una vez en el pasillo — ¿Dónde perteneces?

— ¿Yo? — la voz de Baekhyun sonó sorprendida, pero acompañada de una gran sonrisa que surcó todo su rostro — Yo soy un estudiante normal y corriente, sin grupo: como la mayoría de personas que verás aquí. No hay nada especial en nosotros.

— ¿Una persona corriente roba carteras y hace vandalismo? — la ceja de Sehun se alzó, observando el rostro del castaño.

— Sehun, hay personas y… personas. No nos podemos todos clasificar en un mismo grupo. Pero aquí, si no eres un macarra, ni un niño de papá y no tienes cualidades físicas para entrar en el club de béisbol… entonces, eres un don nadie más.

— ¿Y que hacen los don nadie como nosotros?

Ante esa pregunta, los ojos del castaño conectaron por primera vez con los de Sehun desde que coincidieron en el taller. Al rubio nunca se le había dado bien leer expresiones, pero sabía que la enigmática mirada que Baekhyun le estaba dedicando ocultaba algo que no podía interpretar con claridad.

Después de un incómodo silencio, el mayor volvió a hablar.

Sobrevivir. Y ahora, si me disculpas, tengo que ir a clase de la señora Jung. Llevo una semana saltándome sus clases y algo me dice que, si me la salto de nuevo, tendré una charla con Soo Man y ninguno de los dos quiere eso.

Sehun asintió y se despidió de él con un gesto, viendo su sombra alejarse entre los estudiantes y las taquillas, mientras mil y una cosas empezaron a revolotear sobre su mente.

Suponía que su máxima prioridad de aquí en adelante sería, en efecto, sobrevivir.


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