Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre Colmillos de León y Cuernos de Carnero por DanyNeko

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este ha sido el capitulo más largo hasta hora y lo recontra-amo! 
Si pensaban que el anterior estaba prendido, vayan y busquen algo frío de beber xD 
Sin más, les presento para su disfrute :3
.
.

Kyouya despertó con tonos amarillos, naranjas y rojos pincelando cada rincón de una habitación que no conocía, y una profunda sensación de vacío en su estómago.

Gimió bajito, mientras abandonaba lentamente la somnolencia y luego bostezó con la boca bien abierta. Su mandíbula inferior chocó contra algo suave y su nariz empezó a distinguir un sutil olor a manzanas, cosa que no ayudó a la sensación en su estómago, pero el peliverde movió ligeramente su cabeza para ver con qué había chocado.

 

Rojo fue lo primero que distinguió. Una inconfundible cabellera rojo fuego que ahora mismo estaba un poco bastante desordenada.

Siendo honesto, a Kyouya le parecía gracioso cómo los mechones colorados, libres de la bandana azul, caían en todas direcciones y perdían la acostumbrada forma de flama.

 

Ginga estaba acurrucado justo a su lado. El edredón lo cubría hasta el mentón por lo cual sólo podía ver su cara dormida, roncaba bajito contra el hombro ajeno, y una de sus manos descansaba sobre el pecho de Kyouya, justo sobre el corazón latente.

 

En sus últimos segundos de somnolencia residual, Kyouya no luchó contra el deseo de abrazar a Ginga más cerca y hundir la nariz en su pelo.

 

Eso despertó al pelirrojo.

 

Ginga soltó un bostezo muy similar al de su compañero, a la par que presionaba su rostro contra la agradable piel cálida del pecho ajeno, causándole unas pequeñas risitas al joven león, que no pudo esconder.

 

—Mgh~ —otro bostezo — ¿Kyouya? Buenos… días —alcanzó a murmurar en medio de un tercer bostezo.

 

El oji-azul le dio un zape en la frente con su mano libre —despierta de una vez. Querrás decir buenas tardes —corrigió con una sonrisa de lado.

 

— ¿Mgh? —Ginga se frotó los ojos con una mano antes de mirar bien a su alrededor —rayos… ¿qué hora será? —se preguntó en voz baja, sintiendo la misma opresión en su estómago que Kyouya, una vez estuvo más en sus sentidos.

 

—No lo sé, pero debo admitir que aquí se está bastante cómodo —comentó casualmente, llevándose una mano tras la cabeza. La otra seguía alrededor del más bajo.

 

Ginga soltó una risita —sí, es cierto —se hizo ligeramente para atrás, pero sin sentarse —adoro estas mantas desde pequeño, son realmente cálidas y agradables, sobre todo con el clima templado que tenemos aquí regularmente, gracias a las montañas —algo de nostalgia empañó sus ojos dorados.

 

Tategami se dio cuenta, así que decidió cambiar de tema —sí, bueno… —colocó ambos brazos alrededor del torso ajeno —la manta no era lo único agradable y cálido —repitió sus palabras a la vez que tiraba del menor parcialmente sobre su cuerpo para luego acariciar con ambas manos el trasero de Ginga, una vez más.

 

El pequeño pelirrojo dio un respingo ante el tacto — ¡Kyouya! —se quejó, mirándolo acusadoramente, mientras empezaba a sonrojarse.

 

Kyouya lo miró con una sonrisa que no tenía nada de inocente — ¿Qué? ¿Duele? —preguntó lo último con una ligera y mal-enmascarada preocupación.

 

—Apenas… casi nada, solo ¡No empieces de nuevo con eso! —resopló, tratando de alejarse —tengo hambre, vamos a buscar a Hyoma y los demás, para preparar algo de comer.

 

—Hm —resopló Kyouya, hasta que un gruñido nada disimulado y proveniente de su estómago interrumpió.

 

—Sabía que no sería el único —Ginga se metió bajo la manta, soltándose del agarre ajeno, y gateó hasta el borde de la cama para conseguir sus pantalones de vuelta —anda, vístete y vamos —apresuró.

 

—Lo que sea —Kyouya bostezó, aún tendido en la cama, mientras miraba a Ginga volver a vestirse. Primero los pantalones y cinturones, luego se aseguró de envolver cuidadosamente su cuello -muy- marcado, con su bufanda blanca; cosa que a su acompañante le provocó algo de gracia. Finalmente se colocó la banda en su cabeza y trató de arreglar un poco su pelo con las manos, antes de ponerse sus guantes, tomar su chaqueta y la gabardina verde de Kyouya —Bien, bien… ya voy.

 

El oji-azul saltó fuera de la cama, buscando la liga de su pelo para rehacerse la coleta, luego se acomodó bien los pantalones y cinturones, se vistió su playera rasgada, se encimó los guantes y su cadena antes de seguir a Ginga fuera de la habitación, re-colocándose su gabardina sin preocuparse por si el cuello alto cubriría o no el chupón en su cuello.

 

Vieron a Kenta salir también de la otra habitación, cerrando con visible cuidado la puerta.

 

— ¿Benkei sigue dormido? —dedujo Ginga.

 

El niño asintió — ¿debería…? —volvió su mirada a la puerta.

 

Kyouya se apresuró a cortarlo —nah. Déjalo que se despierte por sí solo —desestimó el blader mayor.

 

—Ven con nosotros Kenta, íbamos por Madoka y Hyoma para que todos podamos comer algo —invitó el pelirrojo, caminando por el pasillo hacia la sala junto a Kyouya

 

El estómago del niño gruñó en acuerdo —suena muy bien para mí —respondió con las manos en el vientre y siguiéndolos —ah, Ginga ¿esos son tú y Hyoma de pequeños?

 

Ginga y Kyouya volvieron hacia donde el niño estaba apuntando, a una fotografía enmarcada y colocada sobre uno de los muebles en la sala de estar.

En la fotografía se veía a dos pequeños de piel blanca, uno más que el otro; una melena de mechones rojos, mojados, y otra rizada de un azul muy pálido. El pelirrojo usaba una camiseta blanca y mojada que se translucía un poco, mientras que el albino usaba una de color vino, junto a ellos un cachorro familiar.

 

—Oh sí, teníamos como, amm —se llevó una mano bajo el mentón, tratando de recordar —cinco o seis años, más o menos.

 

Kyouya frunció los labios mientras Kenta volvía a hablar —así que en verdad se conocen desde hace mucho.

 

—Desde luego, de toda la vida —Ginga sonrió dulcemente —antes de salir de la aldea, no puedo pensar en un momento de mi vida en que Hyoma no haya estado conmigo, hacíamos casi de todo juntos —explicó feliz, dirigiéndose a la puerta —parecíamos hermanos, todo el mundo lo decía.

 

El pequeño​ asintió mientras los tres salían de la casa —se les nota.

 

Ginga río con esa respuesta —Hyoma es… solo un año mayor que yo, pero cuando se preocupa por quienes le importan parece que lo fuera más ¿sabes? Es maduro y meticuloso… a diferencia de mi —dijo lo último entre risas, llevándose una mano tras la nuca —aparte de que es un blader muy fuerte —añadió, orgulloso, provocando que Kyouya bufara.

 

—No hace falta que lo digas —medio se quejó, medio bromeó el oji-castaño, sacando su Bey.

 

— ¿Qué? —Ginga lo miró confundido, parpadeando —Kenta, no me digas…Que enfrentaste a Hyoma.

 

El aludido asintió —para que nos trajera hasta aquí y poder verte, tanto Benkei como yo lo enfrentamos… Hyoma nos ganó a los dos —agachó la cabeza.

 

Ginga lo miró compasivo y colocó una mano en su cabeza para acariciar el cabello verde claro en consuelo —hey, está bien. Hyoma y su Aries llevan muchos años de entrenamiento y práctica juntos, son un contendiente difícil, créeme, te lo digo por experiencia.

 

Ese último comentario llamó la atención de los dos peliverdes —Ginga… —empezó Kenta — ¿acaso tú~ ?

 

— ¡Ginga! —los interrumpió el llamado de Hyoma, quien estaba detrás de una parrilla.

 

— ¡Oigan chicos! ¿Y Benkei? —esa había sido Madoka —la comida ya casi está lista, vengan todos.

 

A los tres bladers se les hizo agua la boca ante el aroma a carne asada que empezaba a cocinarse. Cuando sus estómagos gruñeron, Kyouya se apresuró en hablar — ¿Qué remedio? Iré a despertar a Benkei —mencionó ya dándose la vuelta de regreso a la casa de su pelirrojo.

 

—De acuerdo —dijo Ginga, sin saber si Kyouya le había escuchado, pero distrayéndose al ver a Oikuto tendido cerca de allí. Queriendo hablar con él, se dirigió a la gradería donde estaba mientras Kenta se acercó a Madoka y Hyoma, hipnotizado con el sabroso olor de la comida por estar.

 

El oji-dorado intercambió algunas palabras y reflexiones con el perro blanco, mientras veía a Hyoma asar un montón de brochetas de carne con patatas y vegetales. Mientras, Kyouya entró en la habitación de dos camas.

 

—Oye, Benkei —exclamó mientras entraba sin cuidado. No fue suficiente para despertar al blader de Bull, pero antes de que el peliverde pudiera patearlo fuera de la cama, o hacer nada más, varias fotos llamaron su atención.

 

No estaban enmarcadas como la del salón, si no que estaban pegadas sobre una pizarra de corcho en una de las paredes, por lo cual algunas no estaban tan bien conservadas, pero de igual modo hicieron gruñir a Kyouya. En todas estaba Ginga, sí, y pasando por diferentes edades, pero en la mayoría estaba también Hyoma, avalando lo que el pelirrojo acababa de decirles.

Kyouya las observó un poco más, había algunos otros niños de la aldea con Ginga y Hyoma, jugando en un río, en la entrada de un bosque, en posición de lanzamiento… también había una donde un hombre muy similar a Ginga -aunque de pelo más corto, ligeramente más oscuro, y ojos castaños- estaba levantándolo en brazos, y Kyouya dedujo que debía ser su padre. 

Muy escondida, encontró también una foto algo maltratada donde un muy pequeño Ginga estaba en brazos de una mujer de brillantes ojos dorados y pelo castaño-rojizo, rizado hasta debajo de los hombros… Ginga nunca había dicho una palabra de su madre.

 

Se preguntó por qué todas esas fotos estaban en ese cuarto, con curiosidad, miró entre los cajones de una cómoda que había allí, encontrando varias camisetas y un par o dos de chamarras, todas de la talla de un adolescente promedio.

 

Kyouya se sonrojó ligeramente al comprender que esa era la habitación de Ginga y que la otra, dónde ambos habían dormido, debía haber sido de sus padres. Cerró el cajón con algo más de fuerza y se dio la vuelta. Tomó una almohada de la cama libre y, mientras caminaba hacía la puerta, se la arrojó en la cara a Benkei, quien estaba roncando — ¡Despierta de una vez, Benkei!

 

Ante el grito y el golpe, Hanawa se cayó de ma cama — ¡Ah! ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?

 

—Date prisa, todos están fuera —le dijo simplemente Kyouya, metiéndose las manos en los bolsillos para luego salir de allí.

 

— ¿Eh? —a Benkei le tomó unos segundos que su cerebro hiciera las debidas conexiones y volviera a funcionar adecuadamente, antes de levantarse del suelo, acomodarse su gorro y correr tras su líder.

 

Cuando todos estuvieron fuera, Benkei y Kenta alargaron lo bien que olían las brochetas casi listas de Hyoma, todos tenían mucha hambre, aunque Kyouya notó que Ginga estaba hablando muy entretenido con su perro.

 

Madoka le pasó a Kyouya su brocheta. El peliverde no lo admitiría, pero olía de maravilla, aunque sí dio las gracias; mientras Kenta llamó a Ginga para que se acercara a comer con ellos.

 

—Tú también, Oikuto. Ven cachorrito —esa fue Madoka.

 

El can se erizó al oírla —no me trates como perro.

 

Kyouya lo desestimó, mordiendo un trozo de carne —pero eso es lo que eres.

 

Ginga se rió —vale, ya voy.

 

—Ven aquí, Gingi —lo llamó también Hyoma, más cariñosamente —hice unas especialmente para ti, debes estar hambriento.

 

El pelirrojo bajó a saltos hacia ellos —puedes apostarlo, Hyo-chan —le sonrió, agradeciendo la comida — ¡Hm! ¡Qué bueno está, gracias amigo!

 

Kyouya bufó, cuando esta vez los apoditos vinieron de parte y parte. Ginga había dicho antes que todos los veían como hermanos, pero nunca dijo que él lo viera así, aún tenía que preguntarle directamente sobre eso.

 

Mientras Benkei arrasaba con media bandeja de brochetas, Hyoma repartió más al resto — ¿Por qué no te sientas? —ofreció a su amigo de toda la vida, comiendo su propia porción — ¿dormiste bien?

 

Ginga tragó duro ante el ofrecimiento —no, no hace falta —se apresuró a negar nerviosamente, llamando la atención de Kyouya —dormí bien, solo, amm, sigo algo agotado de subir esa montaña, yo… ah, debo mantener los músculos calientes para que no duelan o algo así, jeje —realmente no sentía dolor en su retaguardia en ese momento, pero no quería arriesgarse a sentar y soltar un quejido frente a Hyoma y los demás, sería demasiado sospechoso como para que lo dejaran pasar.

 

—Pensé que el agua caliente ayudaría —Hyoma le miró entre apenado y preocupado.

 

—Lo hizo, Hyo-chan. Seguro que para mañana estaré como nuevo —levantó ambos brazos de forma enérgica, haciendo reír a su amigo, y luego se acabó lo que quedaba en su brocheta — ¿más por favor?

 

Hyoma le acarició el pelo y la mejilla con su mano libre —en seguida, Gingi.

 

—Tu hogar es un lugar realmente lindo, Ginga —le comentó Madoka, mientras todos terminaban de llenar sus estómagos.

 

Ginga agradeció el comentario, terminando su cuarta o quizás quinta brocheta —sí, es genial ¡Y solo esperen a que oscurezca por completo! —exclamó con entusiasmo, llamando la atención de todos sus amigos.

 

Madoka parpadeó — ¿eh?

 

—Te lo prometo Madoka, será una vista incomparable —añadió con un guiño de ojo.

 

Una vez saciados y de nuevo adormilados, pero queriendo esperar a la noche para re-establecer su reloj interno, Ginga y Hyoma los condujeron a una pequeña colina, no muy lejos del centro de la aldea, mientras la noche fresca se cernía sobre ellos.

 

— ¿Y qué se supone que venimos a ver aquí? —preguntó Benkei cuando se detuvieron, mirando de lado a lado.

 

—Buscas mal, amigo. Mira hacia arriba —apuntó Hyoma.

 

Los cuatro citadinos soltaron exclamaciones de asombro en coro, cuando levantaron la vista y hallaron un cielo azul oscuro, reluciente de estrellas.

 

—Es increíble —admiró Madoka —brillan tanto que no hacen falta linternas para ver por dónde vas en plena noche.

 

—No verán un cielo como este en casi ninguna otra parte del país —aseguró Ginga, mirando a las estrellas con una sonrisa.

 

—Intenten hallar las constelaciones —propuso Hyoma, recordando como él y Ginga se pasaban horas tumbados​ en el césped, trazando líneas entre las estrellas —se ven realmente claras aquí, lejos de las ciudades.

 

Madoka se sentó junto a Kenta en el césped, mientras los demás se quedaba de pie, y señaló —ahí está Kenta, esa es la constelación que le da nombre a tu Bey.

 

Al niño le tomó un momento, pero reconoció el conjunto de estrellas —así que esa es Sagitario —los ojos castaños le brillaron al pequeño —ay, mira. De verdad es fascinante.

 

Benkei empezó a resoplar —Bu-bu-bull ¿Dónde está la constelación del toro?

 

Madoka suspiró —Tauro es una constelación invernal.

 

—Pero por qué no aparece esta noche, solo para mí ¿Por qué no aparece?

 

Kyouya lo miró como si fuera un niño pequeño —sí, sigue soñando Benkei —desestimó, antes de buscar a Ginga con la mirada, solo para encontrar que cierto carnero caminaba hacia él.

 

Pov. Kyouya

 

—Y ese es Draco*… —mencionó en voz alta el pelirrojo, viendo la constelación que daba nombre al bey prohibido. Sus ojos temblaron con lo que me pareciö determinación, debe estar pensando en ese lunático de Ryuuga.

 

—Gingi —afiné mi oído en ellos, cuando Hyoma le llamó con un tonito tan suave. Para mi suerte, Benkei se distrajo con los niños.

 

—Hyo-chan… Oye, no te di las gracias por ayudar a mis amigos a llegar a la aldea.

 

—No fue nada, ya me conoces, además, había salido a patrullar el bosque —rodé los ojos ¿quiere quedar bien con Ginga? ¿Por qué no le dice la de vueltas que nos hizo dar?

 

—Jamás cambiarás ¿verdad, mi buen amigo? —oh mierda, jamás le había escuchado ese tono tan suave y cálido a mi Ginga. Grrr.

 

El corderito de pronto se puso serio—Bueno, la aldea sí ha cambiado mucho... y tú también, Ginga.

 

¿Ah sí? ¿En qué había cambiado? — ¿En serio? —el propio Ginga parecía sorprendido de oír eso.

 

Hyoma volvió a sonreírle —Bueno, ahora que ya has vuelto después de tanto tiempo ¿quieres que vayamos al bosque juntos? —Eh, eh, eh. Pausa ahí ¿Qué demonios van a hacer los dos en el bosque?

 

La sonrisa de Ginga fue aún más entusiasta —Sí, el bosque bey ¡Que buenos recuerdos! Estoy seguro que a todos les gustará verlo —ahora, eso está mejor.

 

— ¿A todos? —Hyoma parecía sorprendido. Jah, en tu cara oveja.

 

—Sí, van a estar muy emocionados cuando por fin lleguen a verlo. Ay, estoy tan ansioso por mostrárselos —Hyoma se quedó todo estático. Bien que se lo lleva, con un demonio yo iba a permitir que se llevara a mi precioso caballo alado solo al bosque.

 

Un pequeño bostezo escapó de la boquita de Ginga, cosa que sacó a Hyoma de su estado y soltó una risa tonta — ¿Ya tienes sueño de nuevo o aún tienes hambre? —se acercó más a él mirándolo con ternura.

 

—Diría sueño —se frotó un ojo —esa montaña fue terriblemente agotadora, Hyo-chan.

 

—Lo imagino, Ginga —finalmente el cordero se atrevió a pasar un brazo por sobre los hombros de mi pelirrojo.

 

—Oye Ginga —lo llamó de pronto Kenta — ¿Qué hay de la constelación de Pegasus?

 

Ginga se volvió a mirarlo, devolviendo el gesto del borrego, al abrazarlo por la cintura —Pegasus es una constelación de otoño, igual que Aries —miró al oji-azul a su lado.

 

—Así es.

 

El niño asintió y también bostezó, entonces Madoka se contagió e hicieron una reacción en cadena de bostezos en casi todos nosotros.

 

—Bueno, creo que será mejor que volvamos a la cama —decidió Ginga con una risita.

 

La mecánica de levantó, sacudiéndose el césped de la ropa —no necesitas convencerme —el niño se levantó con ella —aun tengo sueño.

 

Ginga asintió, mientras todos nos encaminabamos de regreso, aunque me molestaba que Hyoma y él no se soltaran aún —sí, creo que fue el hambre lo que no nos dejó dormir del tirón hasta mañana —bromeó.

 

Benkei asintió —no lo dudo.

 

Hyoma y Ginga soltaron una pequeña risa antes de que Ginga bostezara de nuevo. Hyoma lo miró con ternura, entonces, como en las termas, empezó a tararear para él.

 

Esta vez, Kenta, Madoka y Benkei se dieron cuenta y guardaron silencio de inmediato.

 

Ginga fue quien comenzó a cantar lo que Hyoma tarareaba.

 

Están lloviendo estrellas
En nuestra habitación~
Mojan de llanto… 
Mi corazón…


 

Me adelanté unos pasos hacia el otro lado de Ginga cuando vi que Hyoma inclinaba un poco su cabeza contra él. El albino se unió a su canto entonces.

 

Están lloviendo estrellas
Alrededor de mí
Y me preguntan…
¿Qué fue de ti?

 

Cuando no siguió más que un suave tarareo, alguien se atrevió a hablar —se nota que les gusta cantar —esa fue Madoka. Ginga y Hyoma la miraron y ella se cubrió la boca con una mano, como si hubiera hablado sin pensar.

 

—Está bien, Madoka. Todos en la aldea lo hacemos con bastante frecuencia —la calmó Ginga —aquí, a los bebés y niños pequeños se los duerme o tranquiliza siempre con nanas y canciones.

 

Hyoma nos siguió hasta la casa de Ginga, y se lo llevó a la cocina —te traje lo sobrante por si alguien despierta a medianoche con hambre —explicó el albino —por la mañana, vengan a mí casa a desayunar.

 

—Hecho, gracias Hyoma.

 

—No es nada —el borrego acarició su pelo rojo antes de soltarlo por fin —y por cierto, deberías tomar otro baño caliente antes de dormir, solo por si acaso —añadió con preocupación, a lo que Ginga asintió —si te apresuras y me das tu ropa la lavaré por ti, con las corrientes de viento que hacen últimamente de noche, estará seca para mañana temprano.

 

—Está bien, dame un minuto —vi a Ginga perderse en la habitación donde habían dormido Benkei y Kenta, mientras este último y la niña casi caían dormidos en el sofá. Dos minutos después, mi chico volvió a salir con una bolsa en mano, dónde supondré que estaba su ropa habitual, mientras que usaba solamente un pantalón deportivo flojo de color azul oscuro y una playera de tirantes naranja que le quedaba algo grande; uno de los tirantes resbalaba un poco por su hombro y estaba casi seguro de que si se ponía de perfil frente a mí, podría ver sus pezones; la tela blanca y larga, sin embargo, seguía fielmente alrededor de su cuello. Tragué duro —aquí está, gracias Hyo-chan.

 

—Por nada, pero ¿y tú bufanda?

 

Ginga se puso nervioso cuando el albino tomó parte de la tela blanca —m-me quedaré con ella, por sí, ya sabes, se pone muy frío esta noche, je-je —finalizó con una risilla nerviosa

 

—Si eso quieres —tuve que contener un gruñido cuando el borrego, después de encogerse de hombros, se inclinó y le dio un beso en la sien a Ginga —dulces sueños Gingi, descansa bien, y si tienes pesadillas sabes que mi puerta siempre estará abierta para ti.

 

—Tu también descansa, Hyo-chan. Y no te preocupes, no creo tener pesadillas esta noche —se dieron un choque de puños y el pelo de oveja por fin empezó a irse.

 

—Disculpa por hacerte esperar, Madoka, ya podemos irnos.

 

La niña casi se tambaleó al levantarse del sofá —no hay problema, Hyoma —ahogó un bostezo con la mano —buenas noches a todos, chicos.

 

Los chicos le dieron de vuelta las buenas noches, e inmediatamente Kenta y Benkei se despidieron también para ir a la cama. Ginga estaba en la cocina, tomando un vaso de agua, me acerqué por detrás y le rodeé la cintura mientras recargaba mi cuerpo contra el suyo y mi cabeza en su hombro.

 

— ¿Quieres? —me ofreció, levantando ligeramente el vaso. Yo asentí, pero no me moví de mi posición, así que Ginga llevó el vaso a mis labios y lo empinó gradualmente para darme de beber. Pienso que a veces Ginga aún actúa como un niño pequeño, o quizás solo es demasiado tierno e inocente para la realidad de este mundo; lo que sea, no importa mientras siga siendo así conmigo y mientras siga mirándome de la manera en que lo hace.

 

— ¿Qué con esta ropa? ¿No te parece algo grande para ti? —tiré un poco de la tela, cuando el agua se acabó, y efectivamente, sus pezones quedaron a la vista sin mucho esfuerzo.

 

Ginga se encogió de hombros —fue lo primero que tomé. Usualmente es para el verano, es fresca y lo suficientemente larga.

 

Parpadeé sin comprender ese último comentario, así que bajé la mirada y me di cuenta de que el final de la camiseta estaba ligeramente arrugada, por la forma de la tela posiblemente le llegara a Ginga hasta los muslos… ¡¿Quiere decir que en verano anda por casa solo con eso encima?!

La rápida imagen mental que mi imaginación formó, ni bien procesé esta información, hizo que mi corazón se acelerara y mi sangre bajara hacia el sur, por lo que me separé de su cuerpo rápidamente, para que no lo notara.

 

—No ibas… —tuve que carraspear, cuando mi voz sonó un poco más ronca de lo usual — ¿No ibas a tomar un baño?

 

—Oh, sí —me serví un poco más de agua mientras él se metía en el cuarto que compartíamos. Cuando iba por la mitad de mi vaso, salió con dos toallas en manos ¿volverá a lavarse el pelo? — ¿tú también quieres tomar un baño, Kyouya? —casi dejó caer el vaso cuando lo escuché — ¿Kyouya?

 

Agité mi cabeza para apartar de ella la imagen de Ginga mojado y ruborizado por el agua caliente, de vuelta en las termas —ah, sí, está bien. Esperaré a que salgas —tomé la toalla extra que me tendió.

 

—En realidad… —lo miré curioso, cuando él empezó a retorcer la toalla en sus manos y apartó sus ojos ambarinos de los míos —hay… hay bastante espacio en mi baño… sí-sí quieres, po-podríamos~

 

Algo dentro de mí rugió cuando conseguí entender lo que Ginga estaba intentando decirme. Me ruboricé un poco, pero lo tomé de la cintura con un brazo y tiré de su cuerpo más cerca, no lo suficiente para que nuestros frentes se tocaran, pero casi, y los pequeños centímetros de separación eran sofocantes.

 

Acerqué mi boca a su oreja — ¿me estás invitando a bañarnos juntos? —le di una pequeña y rápida mordida en el lóbulo, solo con mi colmillo derecho —no sabía que eras tan atrevido, Ginga —bromeé, sintiéndolo temblar.

 

Ginga se hizo un poco para atrás y evitó mirarme a los ojos —bueno, creo que estamos a mano —aflojé mi agarre cuando él dio un paso atrás, presionando mi pecho con una mano —yo no sabía que tú eras un pervertido, mi león —me miró por sobre su hombro mientras me daba la espalda, para luego encaminarse hacia la última puerta del pasillo.

 

No pude evitarlo, cuando me llamó su león, simplemente sentí la necesidad de plantarme a su espalda; lo empujé contra la puerta antes de que pudiera él siquiera tomar el pomo y, con una mano, hice a un lado su bufanda para volver a clavar mis dientes sobre la marca más notoria de su cuello; apenas era consciente de que estaba gruñendo ante el contacto de su piel hasta que él gimió y se presionó hacia atrás, contra mi.

Sentir su trasero contra mi entrepierna me hizo gemir también, pero me separé de inmediato, sobresaltado.

 

Ginga se dio la vuelta, jadeando, para mirarme. Mierda, realmente me encantan sus reacciones a mis mordidas —lo siento —susurramos a la vez. Entonces nos miramos, yo negué con la cabeza y él me sonrió mientras una de sus manos iba a mi cabello para acariciarlo; no pude evitarlo y me incliné hacia su toque unos segundos antes de besarnos, despacio, suave, cálido, con lamidas y mordiscos de por medio.

 

Era curioso como Ginga y yo podíamos pasar del coqueteo a las bromas y de vuelta con tanta facilidad, se sentía tan natural entre nosotros que me fascinaba.

 

Kyouya —también me fascinaba que él dijera mi nombre de ese modo, en un jadeo caliente y sin aliento, por mi causa. Lo sentí aferrándose más a mi pelo y como se arqueaba hacia mi, en un espasmo, cuando nuestras lenguas se frotaron.

 

—Ginga —yo tampoco pude evitar llamarlo en medio de un gruñido, cuando su vientre bajo se presionó contra mi entrepierna, semi erecta de nuevo; me estremecí de placer sin saber si debía apartarme ahora o levantarlo un poco y frotar nuestros cuerpos.

 

—Ky-kyouya… espera —alcancé a escucharlo en medio de nuestros besos y me aparté de inmediato "mierda, fui demasiado lejos, lo sabía ¡Lo sabía!" cerré los ojos un momento para calmarme —Kyo~

 

—Entra al baño, Ginga, en un momento te alcanzo —le indiqué, mientras me daba la vuelta y entraba a la habitación vacía, cerrando la puerta para recargarme en ella —mierda —me di cuenta de que aún llevaba el vaso de agua a la mitad en una mano, así que me empiné casi todo lo que quedaba y unas pocas gotas me las salpiqué en el rostro. Respiré profundo y dejé el vaso sobre una cómoda para luego sacarme mi chaqueta verde, y dejarla sobre la cama; solté un puñetazo sobre una de las almohadas de paso, mientras me calmaba, antes de salir de la habitación.

 

Ginga ya no estaba en el pasillo, pero podía oler el agua caliente y algún tipo de aromatizante detrás de la puerta, así que supongo que me obedeció. Abrí la puerta despacio y me adentré en silencio, un ligero vapor agradable me recibió junto con el característico olor del agua tibia, también el aroma a manzanas verdes de Ginga y quizá algún tipo de esencia que añadió al agua, me pareció floral, pero no estoy muy seguro.

 

Lo primero que vi fue su espalda, justo cuando estaba sentándose dentro de una bañera de madera oscura. No mentía al decir que su baño era espacioso, la bañera tenía una forma hexagonal y podría albergar quizás hasta tres adultos sin ser incómodo, junto a la bañera estaba una regadera, a los lados de la puerta había muebles y estanterías con cosas de baño y algunas de perchas, pero apenas y le presté atención a lo demás, mis ojos no podían dejar la silueta de mi deliciosa presa frente a mí, desnuda y mojada.

 

— ¡Kyouya! —Ginga sufrió un sobresalto, provocando ondas en el agua con burbujas —no te escuché entrar.

 

Cerré la puerta tras de mí, con una pequeña sonrisa ladina —nunca escucharás a un león acercarse, Ginga, no hasta que esté justo por abalanzarse.

 

Él se rió bajito, y se movió para cruzar los brazos sobre un borde de la bañera — ¿me estás llamando presa, mi león?

 

Sonreí aún más ante su tono, me inqué sobre una rodilla frente a él y me acerqué, dándole una pequeña mordida rápida en su nariz —ya deberías saberlo —fue muy gracioso verlo sonrojarse tan rápido mientras se cubría la nariz con una mano.

 

— ¿Qué haces? —se quejó, sus labios formaron un puchero — ¿vas a entrar o qué?

 

—Sí, sí —me saqué la playera de un tirón y la coloque a un lado del lavabo, junto a la de Ginga, dejé sobre ella mi collar, mis cinturones y luego me quité los pantalones. Miré de reojo hacia Ginga cuando tomé el borde de mi ropa interior, solo para descubrir que había vuelto a darme la espalda, aunque noté fácilmente que sus orejas estaban rojas. Me mordí el labio, mientras terminaba por desnudarme y atarme el pelo en una coleta más alta, me pregunté internamente qué era lo que esperaba de él ¿que me mirara desvestirme acaso? ¿o precisamente que se diera vuelta y 'respetara mi privacidad'? Aún después de las cosas que hemos hecho, Ginga sigue siendo un pequeño niño inocente en muchos aspectos.

 

Tan silenciosamente como entré, me metí en la agradable bañera, simplemente se escuchaba el movimiento del agua y nuestras respiraciones algo aceleradas.

Noté perfectamente como Ginga se tensó cuando entré al agua.

 

—Tsk —chasqueé la lengua — ¿Quieres dejar de actuar como si alguno de nosotros fuera una chica y relájate, Ginga?

 

Él se volvió hacia mí para mirarme a los ojos, y en cuestión de segundos sus hombros perdieron la tensión —lo siento —me dijo, con esa pequeña sonrisa avergonzada —es solo… no lo sé, todo esto es tan… nuevo para mi.

 

Me encogí de hombros, recostando mi espalda en un lado de la bañera y levantando mis brazos por sobre el borde —para mi también, pero no me disgusta.

 

— ¡A mi tampoco! —el agua se agitó y salpicó ligeramente cuando Ginga se movió para sentarse a mi lado —m-me gusta estar así contigo, Kyouya ¡lo digo enserio! —se recostó en mi lado derecho y colocó su cabeza sobre mi hombro, automáticamente, mi brazo rodeó sus hombros y nos acurrucamos mejor.

 

Un suspiro escapó de mí, no sabía que estaba tenso hasta que esas palabras me provocaron un agradable alivio y relajación. Luego de unos segundos, me incliné y mordí la parte alta de su oreja, que apenas sobresalía contra mi hombro.

 

Ginga ahogó un pequeño quejido —he-hey —me empujó con su hombro débilmente.

 

Pasé mi lengua sobre la zona mordida antes de hablar —así que… ¿estás feliz de volver a casa?

 

Ginga colocó una mano sobre mi pecho —me trae muchos recuerdos que hacen que me duela el corazón pero… sí, estoy realmente contento de haber vuelto y poder ver a Hyoma y Oikuto otra vez —frotó un poco su mejilla contra mi hombro —son todo lo que queda de mi familia —susurró eso último, pero lo escuché claramente.

 

Bueno, no era lo mismo que decir que lo considera un hermano, pero casi; supongo que eso será suficiente por ahora —Tampoco sabía que cantabas —añadí casualmente.

 

Ginga soltó una risita —casi no lo había​ hecho desde que me fui de aquí, en realidad —vi que se mordió el labio y casi bajo yo a morderlo por él —pero sí, me gusta cantar —asentí sin hablar, con una pequeña idea dando vueltas en mi cabeza.

 

—Oye y ¿por qué te bañas con eso puesto? —pellizqué con dos dedos la banda azul en su frente.

 

—Oh, ya has visto cómo se desordena mi pelo cuando me la quito, es para no mojarlo sin querer —explicó —después de todo, Hyoma ya lo lavó por mí —gruñí bajo cuando ese preciso recuerdo ocupó mi cabeza —lo que me recuerda… —Ginga se movió de la cómoda posición en la que estábamos para estirar los brazos fuera de la bañera y tomar algo — ¿qui-quieres… mmm… me dejarías lavar el tuyo? 

 

Me quedé de piedra unos segundos, parpadeando rápidamente — ¿Qué? —alcancé a musitar.

 

— ¡Y-ya me escuchaste! —se quejó mi pelirrojo, ruborizado, y erizado como un gato pillado por sorpresa.

 

— ¿Por qué querrías~? —una parte de mi me obligó a callarme y me recordó nuevamente la escena en las termas. Hyoma tras de Ginga, acariciando su lindo pelo rojo. ¿Sería algo en particular que compartían solo con personas de confianza? ¿O una forma de demostrar afecto? Lo que fuera, pensé que si me negaba él se pondría triste o quizás solo más avergonzado de lo que ya estaba; de cualquier manera, siempre me gusta cuando acaricia mi pelo con sus dedos, y él parece tener cierto fijación por soltarlo de mi coleta —está bien, si no te importa hacerlo —me encogí de hombros.

 

— ¿De verdad? —sus ojos dorados parecieron brillar aún más, por unos segundos, aunque bien pudo ser mi imaginación y tratarse de él reflejo del agua alrededor de nosotros o algo así.

 

Simplemente cerré los ojos —como quieras, Ginga.

 

Lo sentí acercarse, y pronto sus dedos alcanzaron la parte posterior de mi cabeza, deslizando con suavidad la liga para soltar mi cabello —recuéstate por allí, hacia la ducha —me empujó ligeramente y yo me dejé hacer, cruzando mis brazos por uno de los laterales y reposando sobre ellos mi cabeza —muy bien, solo relájate y déjame todo a mi.

 

Simple suspiré y emití un sonido de afirmación ahogado en mi garganta. Ginga hizo que inclinara la cabeza y luego comenzó a verter agua tibia sobre mi pelo, lo hizo lento y con cuidado, podía sentir mis mechones empaparse, pegarse a mi rostro y cuello, y gotear por mi cara —mmm.

 

Pov's Ginga

Kyouya se había puesto a ronronear en cuanto empecé a mojar su cabello.

Bueno, no sé si es realmente un ronroneo, pero así identifico a esos gruñidos suaves, ahogados y constantes que hace cuando se relaja y algo le gusta.

 

Seguí vertiendo agua tibia, hasta asegurarme de que todo su pelo estuviera mojado. Se veía más oscuro, como un bosque en una noche lluviosa, era tan lindo que solo quería hundir mis dedos en él y acariciarlo para que Kyouya ronroneara más, solo por mi causa.

Y eso hice. Tomé el bote de shampoo y vacié una buena cantidad en mis manos, las froté un poco y luego las llevé a su cabello.

 

Me gustaba el pelo de Kyouya, no solo por su color peculiar, era espeso y sorprendentemente suave al tacto; me hacía feliz que Kyouya me permitiera acariciarlo y aún más que lo disfrutara.

Masajeé todo su cuero cabelludo y luego seguí hacia las puntas, haciendo bastante espuma en el proceso. Sonreí mientras pinchaba algunas burbujas y no pude evitar reír cuando mi compañero estornudó a causa de unas pocas que corrieron hasta su rostro, específicamente, hasta su nariz. Escuché un gruñidito en respuesta.

 

—No vayas a abrir los ojos, Kyouya, voy a enjuagarlo ahora —avisé, antes de volver a verter agua sobre él.

 

Kyouya ronroneó más fuerte cuando seguí frotando su pelo a la vez que dejaba caer el agua para aclarar el shampoo, ocasionalmente movería su cabeza contra mi mano, tal como un gato que quiere ser acariciado, y yo felizmente seguiría con esto un laaaargo rato.

Cuando me aseguré de que no quedara shampoo, tomé otra botella, con un contenido más espeso, y repetí el proceso, solo que estaba vez no se hizo espuma si no que dejó su cabello más suave, y así pude tratar con unos pocos nudos que había encontrado mientras lo lavaba.

 

Me fijé en su espalda, ya que él no podía darse cuenta de que lo miraba. Las gotas corriendo por su piel bronceada eran un espectáculo que me hacía querer acariciar y besar su piel sin recato, pero agité mi cabeza para calmarme.

También noté que habían​ varias marcas, muchas eran pequeñas: viejas cicatrices curadas que apenas y se distinguían si se prestaba mucha atención. Claro que habían algunas más obvias, dónde la piel estaba más rosada y hundida; la ira contra Doji burbujeó en mi sangre más rápido que los vientos huracanados de Leone, porque lo sabía, esas heridas fueron culpa de esa sabandija sin escrúpulos que se aprovechó de nuestra creciente rivalidad para envenenar el alma de Kyouya.

 

La sola idea del peligro al que ese maldito hombre lanzó a este chico, y sabiendo el estado en que lo dejó me ponía furioso por decir lo menos.

Tenerlo aquí ahora mismo, sano y salvo, y dejándose cuidar por mi, me mantuvo tranquilo e hizo que lentamente ese tema se deslizara de mi mente.

 

No habíamos dicho una sola palabra en varios minutos, pero el silencio era cómodo; solo se escuchaba el movimiento del agua, el ronroneo de mi querido Kyouya y nuestras respiraciones.

 

—Ginga —me llamó de pronto, mientras desenredaba su pelo con mis manos; el bajo y ligeramente ronco tono de su voz, además del ronroneo adjunto, me hicieron estremecer suavemente.

 

— ¿Sí? —me asomé un poco por sobre su hombro.

 

Escuché un sonido contemplativo, ahogado, tal parece que había estado pensando en algo en particular —Canta algo… para mí —okeeeey… esa petición me sorprendió.

 

— ¿Eh?

 

Kyouya bufó suavemente —ya me escuchaste. Quiero que cantes algo para mí, lo que tú quieras —explicó — ¿Lo harás? —se volteó a mirarme mientras hacía su petición.

 

Oh, benditas constelaciones. 

Él no podía mirarme así, con esos hermosos ojos azules, como los de un gatito que espera que su humano lo ponga en su regazo y lo acaricie, y pensar que puedo negarme a cualquier cosa.

 

Agité mi cabeza y decidí bromear con él para relajarme —Seguro, solo… no te vayas a dormir aquí —lancé una risita entre dientes mientras pensaba qué canción elegir.

 

Kyouya me salpicó con una mano —no lo haré, así que, adelante. Te escucho.

 

—Mmm.. es que no sé que ca~ —me detuve cuando una opción en particular llegó a mi mente — ¡Oh! Espera, ya sé…

 

— ¿Hmmm? —Kyoya ladeó su cara hacia mi, mientras yo aclaraba un poco mi garganta antes de empezar a tararear la primera parte de la canción, no solo para tomar bien el ritmo, sino también para saltarme los primeros versos.

 

Me arrastra como el agua del río, 
entre calor y frío
Pero es tuyo y el mio.

 

Lo vi sonreír, me encantan esas sonrisas sencillas que da cuando está realmente relajado y contento. Mis manos bajaron lentamente de su pelo a su espalda, sentí claramente el breve espasmo de sus músculos y la tensión en los mismos cuando Kyouya se tensó para inmediatamente relajarse bajo mi toque. Sonreí sin poder evitarlo.

 

Claro como una noche de luna, 
de luna llena
Pero vale la pena

 

Incliné mi cabeza contra su espalda, su pelo ahora olía como un bosque de manzanas y me encantaba, solo quería quedarme ahí y llenarme los pulmones de ese aroma, acariciarlo y oírlo ronronear por mi.

 

Y a veces me lleva tan lejos, 
donde nunca he estado

 

Mis manos bajaron hasta su cintura mientras presionaba algunos besos en el centro de su espalda entre versos, por el camino de la columna vertebral, como él había hecho antes conmigo. 

Mis labios recogieron algunas gotas de agua mientras mis brazos se deslizaban hacia adelante. Acaricié su torso hasta que mis manos alcanzaron sus hombros y me mantuve así, en ese abrazo, dónde me sentía tan feliz de poder sostener a Kyouya en mis brazos, sin saber por qué, pero realmente no importaba.

 

A veces se me pierde y vuelve al rato 
Entre cálido y frío
Este sentir es tuyo y mio

 

Tartamudeé un poco al final y decidí cambiar ese último verso. 'Amor' era una palabra que no estaba listo para utilizar y no quería crear tampoco un momento incómodo con Kyouya, a pesar de que solo se tratara de la letra de una canción.

 

—Prometiste no dormirte —susurré.

 

—No estoy dormido —resopló él —suéltame un momento.

 

Me separé de inmediato —lo siento ¿te incomodé?

 

Él se dio la vuelta, apoyó la espalda y luego me dio un tirón con fuerza de los hombros, que se sacó un 'uuf' —dije solo un momento —caí contra su pecho, de rodillas para evitar terminar sentado en su…  regazo desnudo —así está mejor —no pude evitar sonreír y rozar mi nariz contra el centro de su pecho.

 

— ¿Nos quedamos unos minutos más y luego vamos a dormir? —propuse en voz baja.

 

Sus dedos subieron a mi cabello de vuelta —suena bien para mí —bostezó.

 

No sé qué me impulsó a hacerlo, pero subí mi cabeza para alcanzar sus labios, solo sabía que quería besarlo mucho y disfrutar de este momento. Kyouya me recibió sin dudar, su otra mano fue a mi espalda y presionó para acercarme más a él mientras su boca devoraba la mía, como si yo pudiera saciar algún tipo de hambre en él; me fascinaba esa sensación, provocaba que cada beso fuera especial, estremecedor, cálido y con el deseo de que fuera interminable, de que todo el resto del mundo se detuviera mientras nosotros disfrutábamos el uno del otro.

 

No me di cuenta de lo mucho que mi cuerpo se relajó, ni de la facilidad que tuvo Kyouya para moverme hasta que nuestros cuerpos hicieron mayor contacto. 

Primero nuestros pectorales se tocaron y pude sentir su corazón latiendo con fuerza, al igual que el mío; rodeé su cuello con mis brazos mientras los besos se tornaban más impetuosos y apasionados, su pelo húmedo me hizo cosquillear la piel. Luego mi vientre se encontró con el suyo, mientras separaba las rodillas inconscientemente, en busca de una posición cómoda.

Finalmente, la mano de Kyouya presionó con más fuerza mi espalda baja, al límite de mi retaguardia, ocasionando que mi ingle chocara con la suya.

 

—Mghhh~

 

Grrrr.

 

El efecto fue inmediato.

Yo intenté cerrar las piernas, en​ un acto reflejo, y fue cuando no pude hacerlo que me di cuenta que estaba prácticamente a horcajadas sobre el regazo de mi felino; Kyouya, por su parte, empujó sus caderas contra las mías, haciendo que fuera dolorosamente evidente la 'condición' de ambos.

 

—Ky-kyouya… —no estaba muy seguro de qué decirle, simplemente dije su nombre por qué sentí la necesidad de ello.

 

Lo escuché jadear roncamente —Oh… eso se siente bien —sentí su aliento caer contra mis labios. Un tenue escalofrío deslizándose por mi piel me provocó un fuerte estremecimiento —Mmm Ginga —ronroneó mi nombre, con los ojos cerrados.

 

Sí, la verdad es que se había sentido indescriptible, pero era muy extraño y nunca antes había sentido nada parecido.

Me avergonzaba el simple pensamiento, pero la realidad era que mi… entrepierna se encontraba erguida desde hacía unos minutos, la sensación de calor ya era sofocante, al igual que la creciente necesidad por sentir más y más a Kyouya… cuando menos él parecía estar en las mismas condiciones.

 

Kyouya volvió a presionar mi espalda hacia abajo para que nuestras caderas se encontraran de nuevo, a la vez que las suyas empujaban hacia arriba. El nuevo roce nos provocó más jadeos a ambos.

 

—Se siente muy bien —volvió a ronronear con su voz hipnótica, y abrió los ojos, los cuales ahora lucían un tono de azul más oscuro del que le había visto nunca; y esos hermosos ojos, me miraron con una adoración y afecto increíble, al mismo tiempo que parecían los de un león hambriento que observa a su más reciente cacería, listo para devorarla hasta la saciedad — ¿para ti también, Ginga?

 

Respondí a duras penas con un asentimiento de cabeza, mis brazos se tensaron alrededor de su cuello, dejándole notar mi estado vacilante —pero, Kyouya… ¿qué estamos haciendo? —necesitaba que él me diera una respuesta, antes de dejarme arrastrar a ciegas por este nuevo e inexplorado camino.

 

Shhh —me arrulló suavemente, la mano en mi pelo se movió para ahuecar mi mejilla. Sus ojos oscurecidos me miraron con calidez y ternura, pero sin perder nunca el hambre y ¿el anhelo? ¿deseo? No lo sabía con exactitud —estamos experimentado —respondió —jugando y descubriendo cosas… entre nosotros y de nosotros mismos ¿lo entiendes? —me dio un beso rápido —relájate y solo, acomódate ¿sí? 

 

Hice lo que me pidió, dejé que mi cuerpo casi por completo volviera a relajarse en el agua -cada vez menos tibia- y contra el cuerpo de Kyouya. El conocimiento de que estaba sentado en su regazo y él me envolvía como si quisiera separarme del mundo exterior ahora era algo casual y agradable en mi cabeza, algo que podría y querría repetir cuando pudiera volver a darse la oportunidad —está bien —asentí más para mí mismo, mientras inclinaba la cabeza, presentándole mi garganta.

 

Kyouya, como yo lo esperaba, se lanzó de inmediato a esa zona y empezó a besar y a morder, repasando algunas marcas y posiblemente pintando otras nuevas —eso es —susurró entre besos — ¿me entiendes, cierto? Por ejemplo, no sabías que te gustaban las mordidas hasta que yo lo hice ¿o me equivoco? —negué con la cabeza ​después de que me dejara un mordisco particularmente profundo en la base del cuello —yo no sabía que me gustaban las caricias en el pelo hasta ahora o esta forma en que presentas tu cuello para mí —arrastró su lengua por mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja, el cual mordió suavemente, provocándome un quejido placentero.

 

—Pero… —empecé con un hilo de voz, tal, que tuve que aclararme la garganta —a mí no me gustaría que cualquier otra persona me muerda… me gusta porque eres tú quien lo hace —sentí la necesidad de aclararle.

 

Kyouya se ruborizó muy tenue y me dio una sonrisa —ese es el punto. Es lo mismo conmigo, Ginga, no dejo que nadie más me toque el pelo —tomó mis brazos con sus manos e hizo que soltara su cuello solo para llevar mis manos a sus propias mejillas —o la cara, como te lo permito a ti.

 

Esta vez ambos nos acercamos para otro beso, un poco más largo e íntimo —creo que lo entiendo —murmuré, frotando suavemente mis pulgares en su piel.

 

Mi león sonrío, de esa manera en que puedo ver su colmillo —aprendamos… descubramos…Solo déjate llevar, mi lindo caballo alado —me sonrojé más y Kyouya me plantó otro beso —prometo que se sentirá cada vez mejor.

 

Simplemente asentí, confiando en él. 

Quité mi mano derecha de su rostro para poder esparcir algunos besitos en ese lado de su cara, sintiendo la diferencia de su cicatriz contra su piel normal con mi boca; sentí a Kyouya temblar cuanto más mimaba su piel​ con mis labios.

 

Yo mismo mecí mis caderas contra las suyas a modo de prueba y realmente se sentía bien la presión de mi parte sensible contra la suya. Kyouya también estaba erecto, se sentía duro y caliente, y por alguna razón se me hacía agua la boca —mmmm —no pude evitar gemir cuando escuché el suave gruñido de Kyouya, sabiendo que ambos estábamos disfrutando esto por igual.

 

Pov's Kyouya.

¡Oh, joder! 

Esto era tan bueno.

 

Tenía a Ginga sentado sobre mí, ambos desnudos y mojados en una bañera tibia, besándonos y jugueteando… Toda una maldita fantasía.

 

Oh~ justo así, Ginga, sigue moviéndote así —lo motivé entre jadeos sin aliento y gruñidos que no era capaz de contener. Llevé ambas manos a sus​ caderas​ para ayudarlo en el ir y venir que estábamos creando, podía sentir la suave piel de sus muslos contra mis propias caderas, y el calor de su cuerpo casi pegado al mío era sofocantemente delicioso.

 

No se podía oír el sonido de nuestros cuerpos al chocar, en cambio el agua chapoteaba a nuestro alrededor y nos salpicaba la piel, volviendo todo más húmedo y caliente si cabía.

 

Era fantástico.

 

El placer corría por mi cuerpo, espesando la sangre en mis venas; mi respiración se interrumpía constantemente por jadeos y gruñidos, la de Ginga golpeaba cálidamente mi clavícula pues tenía su cabeza inclinada, aun así era capaz de apreciar el dulce rubor que cubría su rostro y su expresión mezcla de placer, confusión y quizás nerviosismo.

Mi tierno pelirrojo, lucía tan adorable que solo me daban ganas de devorarlo, de arrastrarlo conmigo a descubrir la infinidad de cosas divertidas y placenteras que podríamos hacer juntos.

 

Justo ahora, el calor aumentaba y una sensación indescriptible se me acumulaba en el vientre, creciendo más y más al ritmo de nuestras, que iban en descontrolado y errático aumento.

 

—Kyouya… ahh, ah.. ¡Ky-Kyouya! — ¡Me encanta! Honestamente, me fascina escucharlo decir mi nombre, nunca antes había tenido esta necesidad de ser lo más importante para alguien más, pero pareciera que mis más bajos instintos se vuelcan por completo en Ginga, quiero que solo piense en mí, que anhele estar conmigo y me desee como yo lo deseo a él —n-no puedo parar —apenas pude entenderlo cuando empezó a besar mi cuello y el centro de mi pecho —pero… esto es demasiado… me siento raro.

 

Solté un lado de su cadera para buscar su mano y entrelazar nuestros dedos —está bien, Ginga —su nombre me salió en un jadeo particularmente ronco que lo hizo mirarme, muy sonrojado —deja que esa sensación te domine —lo besé rápido, raspando su labio inferior con mis colmillos —te gustará, confía en mí.

 

Ginga asintió y me invitó a una nueva ronda de besos. Yo estaba casi al límite y no pude contenerme en volver esos besos una lluvia de mordiscos, chupones y enredos de lengua de inmediato.

En un pequeño atrevimiento que, esperaba, no asustara a mi pequeño corcel, llevé mi mano que aún permanecía en su cadera más abajo, dónde nuestros miembros se rozaban al ritmo de nuestros erráticos movimientos y los envolví juntos para empezar masturbarnos.

 

Ginga mordió mi labio en respuesta, un poco fuerte, gimiendo-casi-chillando en sorpresa — ¡¿Ky-kyouya?! —sus bellos ojos dorados están nublados por el deseo.

 

—Shhh —lo callé de inmediato, volviendo a juntar nuestras bocas —no grites Ging, solo déjate llevar —tiré de su labio inferior y volví a besarlo en cuando me di cuenta de que parecía no poder contener su voz. Cualquier día querría escucharlo gemir y gritar sin control para mí, pero si ahora mismo alguien más nos oía íbamos a meternos en un lío.

 

—Kyo~ —lo interrumpí forzando mi lengua dentro de su boca para empezar a frotarlas, al mismo tiempo que mi mano iba más rápido. Yo mismo empezaba a perder el control y cubrí cualquier sonido que quisiera salir de mi garganta en su boca, podía sentir pequeñas cantidades de nuestra saliva gotear por nuestros mentones.

 

Empujé mis caderas más rápido, imaginando sin querer que embestía contra otra parte de Ginga, que había tenido a plena disposición hacía unas horas, eso sumado a nuestros besos, la sensación de sus uñas en mi espalda y su nerviosa inquietud, como una presa que intenta desesperadamente zafarse de las garras de su cazador, me llevaron al punto del no retorno.

 

Grité contra su boca, sintiendo mi polla palpitar contra la de Ginga y mi propia mano, la sensación de calor escapando de mi cuerpo mientras Ginga también ahogaba su grito en mi boca; la satisfacción orgullosa de lograr que él también llegará al clímax me hizo bajar a su cuello y reafirmar la marca de mis colmillos en él.

 

—Mmmm delicioso —no pude evitar tararear contra su piel, mientras lamía mi marca.

 

—Kyouya —me llamó sin aliento —eso fue… muy intenso —me miró, sus ojos llenos de lágrimas sin bajar, las mejillas rojas, igual a sus labios magullados. Precioso.

 

— ¿Y te gustó? —apreté suavemente nuestras manos, que seguían unidas.

 

Él se desplomó contra mi pecho, acurrucándose ahí como un gatito —sí —lo envolví con mi brazo libre, sosteniéndolo contra mí —aunque no creo poder levantarme pronto… me tiemblan las piernas.

 

Me reí en voz baja —lo noto —de hecho, sus piernas seguían a mi alrededor —no hay prisa —lo obligué a levantar un poco la cabeza para besarlo.

 

Ginga me sonrío, esa gran y dulce sonrisa que tanto me gusta, me sonrojé sin querer y lo abracé nuevamente contra mi pecho.

 

~~

 

Unos diez minutos luego de ese inolvidable baño, Kyouya y Ginga lograron juntar energía para salir de la tina, no sin una última limpieza, se vistieron a medias y regresaron a la cama. 

No hubo señales de que Benkei o Kenta despertarán, así que simplemente se acomodaron, Kyouya solo con sus pantalones y Ginga con la playera naranja que, efectivamente, cubría más abajo de la ropa interior.

 

Se acurrucado el uno contra el otro, hasta hallar una posición cómoda, y se cubrieron con el edredón; tenues rayos de luna se colaban por entre la cortina dándole un aura acogedora a la habitación.

 

—Es increíble lo fresco que está, para ser pleno verano —mencionó el peliverde, peinando distraídamente los cabellos rojos con una mano.

 

Ginga frotó perezosamente su rostro contra la suave tela de la manta invernal, disfrutando del calor compartido con su compañero — ¿no dan ganas de acurrucarse y simplemente dormir? —bostezó, antes de comenzar a tararear suavemente.

 

Kyouya replicó su bostezo, cayendo rápidamente en el sueño gracias a la suave melodía y a la sensación de un cuerpo pequeño y acogedor contra el suyo —podría mmm —bostezo —acostumbrarme a esto —alcanzó a murmurar, entre la somnolencia, justo antes de caer rendido.

 

Ginga también se durmió pronto, sintiendo los dedos de Kyouya dejar de moverse paulatinamente en su pelo y la pesadez de sus párpados al cerrarse, mientras tarareaba las últimas notas de su canción favorita para dormir desde que era pequeño —Te quiero… mi león —balbuceó.

 

Por respuesta, Kyouya lo acunó más, protectoramente, en la inconsciencia del sueño.

             

Notas finales:

*No sé si serán paranoias mías, pero después de ver tantas veces este capítulo, en esa parte donde Madoka le enseña Sagitario a Kenta y luego está Ginga mirando a Draco, siento que es un pequeño forshadow que nos dieron super temprano de lo que pasaría dos temporadas despues, en Metal Fury, con Ryuuga y Kenta ???”

Espero que les haya gustado ^^ 
Espero sus comentarios y estrellitas :3 
Ja ne~nya

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).