# Capítulo 34: Lazos. #
Adam se quedó algunas horas más allí con sus amigos. Lo habían escuchado hablar, llorar e incluso hacer ruiditos entre sueños, ya que en un momento quedó profundamente dormido en el regazo de Alejandra.
-Si gustas puedes ir a casa Leo -susurra para no despertar a su amigo.
-No podría Ale -responde de igual manera, frunciendo el ceño.
-Gracias -sonríe y acaricia delicadamente la cabeza de Adam.
......
-Ya se tardó en venir Adam, ¿no? -pregunta Daniel asomando su cabeza por la ventana de la habitación de Jonathan.
-Tal vez no venga hoy. Es un chico grande y quizá tenga otras cosas que hacer.
-Es verdad -infla sus mejillas-. Él vive en otro lugar después de todo.
-Si, pero no te preocupes. Otro día vendrá y jugaremos mucho Dani.
-¡Sí!
-¡Ya llegue amores! -saluda Samantha cerrando la puerta principal.
-¡Mamá! -los niños bajan las escaleras y saludan a la señora- Bienvenida.
-Gracias niños. ¿Ya comieron?
-No, estábamos esperando a que alguien llegara para que comiéramos juntos.
-¿Santi no ha llegado?
Ambos niños sueltan a reír y es que era gracioso ver lo mucho que todos estaban acostumbrados a estar con él. Tanto que parecía como si ya viviera ahí.
-Bien, entonces vamos a comer. Estoy que me como al mundo.
De pronto el teléfono sonó y Jonathan contestó.
-¿Bueno?
《-¡Johnny! Que bien. Llamaba para decirles que Adam no va a poder ir a verlos hoy.》
-¿Está enfermó? -pregunta preocupado y es que aunque Alejandra intentó disimular, se escuchaba algo nerviosa.
《-Si... su corazón está triste.》
-¿Hay algo que podamos hacer?
《-La verdad no lo sé. Adam es del tipo de persona que se siente incómodo cuando se preocupan por él. Pero -hace una larga pausa y de fondo se escucha un golpeteo de dedos-, ¿no sientes que a últimas fechas es más...? No sé, como que... ¡Ay Dios! ¿Cómo lo digo...?》
-¿Es más cariñoso?
《-¡Si! Y... quizá le agrade su visita. Digo, solo si quieren y pueden》
-¡Voy a pedirle permiso a la tía!
《-Bien, entonces si van, ¿tienes dónde apuntar? Para que te de la dirección》
-Si -Alejandra le dio los datos y colgó.
-Espero que Adam no se moleste por esto -hace una mueca-, pero se que estando con ellos se va a sentir aunque sea un poco mejor -. Observa el teléfono unos segundos más y luego se dirige a la habitación donde están Adam y Leonardo.
-Gracias por ayudarme a traerlo a casa Leo, y gracias por echarle un ojo. Espero sólo haya sido un ojo.
-No, al contrario. Gracias por dejarme ayudar. Y... ¡claro que sólo fue un ojo! -responde sonrojado hasta los oídos.
-Leo, no me engañas. Sé que en algún momento de todo esto tu corazón latió como loco al ver a Adam tan lindo, vulnerable y lleno de lágrimas. Pero al mismo tiempo te reprochaste mentalmente por ser tan~ pero tan insensible.
-¿Q-q-qué? ¿Cómo...? -miró a todos lados intentando encontrar alguna respuesta.
-¡Porque yo también pensé lo mismo! -frunce el ceño-. Amo todo de Adam, tanto que no puedo evitar incluso amar esos momentos.
-¿Y por qué no son pareja otra vez?
-¿Eh? -le mira dudosa-. ¿De qué hablas?
-En algún momento fueron pareja, ¿no? Tú lo amas, el parece también quererte y...
-Y nada. Fin de "nuestra historia de amor." Si se le puede llamar así. A todo esto, ¿cómo supiste?
-Hace algún tiempo yo tuve que salir a comprar más cinta para la máquina de escribir. A Lidia se le acabó a medio trabajo así que salí a buscar pero nadie tenía. Y recordé un lugar que cierra hasta tarde y vende de todo. Fui para allá y en el camino los ví. Adam tenía un gato en brazos y tú le dijiste "mi ex no va a dormir aquí." O algo así. Antes al no hablar tanto con ustedes, no me acerqué, pero jamás olvidé eso. No sé porqué.
-Vaya, con razón. Ya decía yo que era raro que alguien supiera de lo nuestro. ¡Que no fue nada! -infla sus mejillas.
-¿Nada?
-¿Cómo te lo digo? -suspira pesadamente y continúa-. Adam y yo no tenemos esa clase de relación que tú crees. Pero tampoco es que nos odiemos. Yo amo a Adam y él tiene una forma diferente de quererme, no sé en que sentido me quiera, pero sé que lo hace. Y... -mira al piso-, se que suena loco, obsesivo y que quizá no tengo respeto por mí, pero...
-No lo pienso -le toma de las manos y la mira fijamente a los ojos-. Te entiendo perfectamente. A mí -ríe nerviosamente y desvía la vista-, también me gusta Adam. Tengo una motivación más para ir al trabajo y aunque nunca sienta lo mismo por mí... yo aún así quiero estar a su lado y ser de ayuda para él. Yo, te entiendo Ale y créeme que jamás voy a darte la espalda. Eres mi amiga y mi apoyo, eres con quien puedo hablar de esto y... espero que si un día te sientes igual, sepas que puedes contar conmigo.
-¡Muchas gracias Leo! -lo abraza fuertemente.
-Gracias a ti Ale.
......
Después de haber platicado con con Samantha, ella no lo pensó dos veces y le dejó una nota a su esposo de que iban a visitar a Santiago con la dirección a un lado de esta.
Ya en el coche todos estaban ansiosos, deseaban ver tanto a Adam que Daniel olvidó en casa lo que tenía que entregarle.
-¡Ya llegamos amores! -Samantha sale rápidamente del coche con bolsas llenas de comida- ¿Habré exagerado?
-No lo creo tía.
-Gracias amor -acaricia su cabeza-. Creo que ya no estoy tan acostumbrada a hacer visitas, bueno, no sé como actuar. Me siento nerviosa.
-Seguro que le hará feliz verte -ambos hijos la toman de las manos y caminan a la entrada, tocan el timbre y unos minutos después baja Alejandra.
-¡Disculpen la tardanza! -sonríe- ¡Bienvenidos! Pasen por favor.
-Gracias.
Al llegar a la habitación donde estaba Adam, vieron a Leonardo hablando con él.
-¿Niños? -les mira sorprendido su hermano mayor, quien tenía los ojos rojos e hinchados- ¿Qué hacen aquí? -pregunta dulcemente.
-Sólo queríamos estar contigo -se acercan Jonathan y Daniel a abrazarlo-. ¿Está mal?
-Al contrario -corresponde el gesto abrazándolos fuertemente.
Leonardo sonrió al ver la escena. Le daba tanto gusto ver que aquellos pequeños lograran hacerlo sentir mejor. Así que se levantó dispuesto a marcharse.
-Ya me voy -se despide de todos. Pero de pronto sintió como era tomado del brazo por Alejandra.
-Primero comes. No pienses que te voy a dejar salir así. No hemos probado alimento desde la mañana.
-Pero...
-Es buena idea -menciona Samantha-, traje mucha comida. No sabía que les gusta así que compré un poco de todo.
-¿De verdad? Gracias señora -los tres entendiendo la situación, dejaron solos a los chicos.
......
-¡Ya llegué~! -saluda cantando Enrique. Pero no recibe respuesta- ¿Estarán dormidos? -susurra entrando casi de puntillas hasta que vio la libreta de notas cerca del teléfono-. Ya veo. ¿Iré? -medita unos minutos-, mejor no. Lo visitaré mañana. Por hoy creo que mejor me recuesto un rato en el sillón.
Enrique prendió la televisión, caminó hacia el sillón y pisó una matatena que estaba cerca de éste. El dolor le llegó hasta la nuca. Pisar esas cosas era realmente una agonía.
-Dani... -aguantó un grito y sonrió luego de unos segundos-, creo que tu juego estaba incompleto. Mejor se lo guardo antes de que alguien más lo pise -. Se levanta aún con ese horrible dolor, entra a la habitación de Jonathan que ahora estaba compartiendo con Daniel, y vio la esquina donde tenía sus juguetes.
-Creo que les hace falta acomodar un poco- tomó los peluches, los muñecos y, de pronto cayó algo de allí- ¿Qué es...? -. Sus ojos miraban sin dar crédito a ello. Su cuerpo pareció congelarse y su corazón latía lentamente, tan pesado que incluso era doloroso.
......
-Gracias por la comida señora -sonríe tímidamente Leonardo.
-Es todo un placer, hijo. Gracias a ustedes por cuidar de Santi.
-También es un placer. Es nuestro amigo y podría hacer cualquier cosa por él.
-Me alegra ver que tiene amigos como ustedes.
-No, que va -baja la vista avergonzado, mientras que Samantha le miraba divertida. Jamás había visto a alguien con ojos color violeta. Eran tan hermosos. Pero al ver al chico seguro era del tipo introvertido, por lo que prefirió no incomodar con la mirada. Seguro que era muy popular con las chicas, guapo, educado y modesto. ¿Acaso estaban en un trío amoroso? No, que va. Debía dejar de ver tantas telenovelas.
......
-Adam quería darte algo que se te cayó en casa de Jonathan, pero se me olvidó -menciona triste Daniel.
-Ni te preocupes. Tenerlos aquí es lo único que me importa ahora.
-¿Seguro?
-Claro que si, gracias por venir. Me siento mucho mejor -hace una mueca graciosa que puso a reír a los niños-. Creo que me estoy haciendo dependiente de ustedes.
-Y nosotros de ti -dicen al unísono mientras abrazan a su hermano mayor. El día había estado horrible, pero al ver sus caritas, sentía la fuerza necesaria para seguir adelante.
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